2 minute read

Palabras de Stefan Liller

En el año 2015, en las Naciones Unidas, 193 países se pusieron de acuerdo en que el mundo necesitaba transformaciones profundas. Fue así que la Asamblea General, adoptó la Agenda 2030, con sus 17 objetivos y 169 metas.

Se trata de una agenda que cuestiona de manera profunda la forma en que producimos, consumimos y nos relacionamos las personas que habitamos el planeta. Un nuevo contrato global, que nos interpela, sin importar el país del que se trate. La Agenda 2030 es una promesa para hacer del mundo un espacio de libertad y oportunidades que todas las personas puedan aprovechar. Un espacio que permita desarrollar capacidades, sin que las oportunidades dependan del lugar, el tiempo ni de las condiciones en las que tocó nacer y vivir a cada uno, a cada una.

Advertisement

Asimismo, y en línea con el postulado de la Agenda 2030, que insta a “no dejar a nadie atrás”, se instala un contexto particularmente favorable y reforzado para dar respuesta a situaciones históricas de injusticia. La población afrodescendiente en nuestra región es un grupo todavía rezagado y para el que se presentan brechas de desigualdad inadmisibles.

No es casualidad que en 2013 la Asamblea General de las Naciones Unidas haya proclamado el Decenio Internacional de los Afrodescendientes para el período 2015-2024. Es un reconocimiento global y explícito de una deuda pendiente. Uruguay no escapa a esa realidad, a pesar de que ha habido enormes esfuerzos y logros en materia de marcos normativos, acciones afirmativas, políticas públicas focalizadas e institucionalidad. Es precisamente en este marco que el país elabora su Plan Nacional de equidad racial y afrodescendencia 2019-2021 como hoja de ruta para hacer realidad las transformaciones necesarias. Este documento enfoca sus esfuerzos en la eliminación de las brechas históricas y persistentes entre la población afro y no afro, expresadas en diversos campos del bienestar, así como del racismo en todas sus formas.

De la misma manera en que la comunidad internacional generó un espacio y un tiempo para avanzar en la expansión de libertades de las personas afrodescendientes, Uruguay ha hecho suyo el desafío, activando un proceso participativo, incluyente y con mirada de largo plazo. La convergencia interinstitucional, a través del Grupo de trabajo sobre políticas de equidad racial, con el liderazgo del Ministerio de Desarrollo Social, ha permitido llegar a una hoja de ruta compartida. Ahora bien, el Plan se propone como un documento “vivo” y abierto, con vocación de seguir incorporando nuevos desafíos, que surgen precisamente de logros y avances alcanzados. Se trata, hoy más que nunca, nada más y nada menos, de restablecer derechos y dignidad a las personas afrodescendientes, personas y grupos que han sido históricamente discriminados.

La Agenda 2030 se constituye en una oportunidad para construir igualdad en todos sus sentidos, pero muy en particular para el caso de Uruguay en la dimensión étnico racial.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Uruguay, junto al Gobierno de la Confederación Suiza, a la que agradecemos una vez más por su compromiso sostenido, han acompañado este camino.

El mandato es claro y contundente, los marcos internacionales y nacionales son plataformas habilitantes para el cambio. Seguiremos trabajando y procurando la convergencia de esfuerzos para un 2030 con igualdad sustantiva.

Stefan Liller

Representante Residente Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en el Uruguay

This article is from: