Revista Brújula N° 25

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BRÚJULA ÍNDICE

CARTA DE NAVEGACIÓN 3 / MUJER: Un nuevo y esperanzador panorama / El director 7 / La inclusión de las mujeres / Carolina Trivelli Ávila BITÁCORAS 11 / Una grata experiencia / Pepi Patrón Costa 15 / Las mujeres a través del tiempo / Roque Benavides Ganoza - Otilia Caro Polay VIENTO EN POPA 27 / ¿En qué oficio la pondría? Algunas ideas para alcanzar mayor justicia en el empleo femenino / Verónica Zavala Lombardi 37 / Las mujeres en la historia y la historia de las mujeres / Claudia Rosas Lauro 44 / La mujer y el desarrollo científico. Una mirada desde la universidad / Fabiola León-Velarde S. MAPAMUNDI 53 / En busca de la verdadera libertad / Sol Carreño Carvalho 60 / Participación política de la mujer y políticas públicas / Nidia Vílchez Yucra CUADERNO DE RUTAS 71 / La mujer en el siglo veintiuno / Judith Ayala Martínez 73 / Vivir entre sapos y príncipes sin reino / Margarita Ramírez Jefferson 76 / Ser mujer en el siglo veintiuno / Elizabeth Vallejo Rivera LOS DE ABORDO 79 / RELACIÓN DE AUTORES


BRÚJULA

Revista de ideas de la Asociación de Egresados y Graduados de la Pontificia Universidad Católica del Perú

Año 13

Nº 25

DIRECTOR Alejandro Sakuda Moroma CONSEJO DE REDACCIÓN Beatriz Boza Dibós Roque Benavides Ganoza Javier Recuenco Murillo Antonio Blanco Blasco Alejandro Sakuda Moroma COORDINACIÓN Solange Hernández Blas PRODUCCIÓN EDITORIAL Jacqueline Toribio Vargas CORRECCIÓN DE ESTILO Juana Iglesias López REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN AEG-PUCP, Pontificia Universidad Católica del Perú Av. Universitaria 1801 San Miguel, Lima 32, Perú Telf. (51-1) 626-2000, anexo 3500 Correo electrónico: asocegre@pucp.edu.pe PRODUCCIÓN GRÁFICA Punto & Grafía SAC Av. Del Río 113 - Pueblo Libre, Lima (51-1) 332-2328 ISBN 1813 – 2110 Depósito legal 2001 – 1304 Los artículos sólo expresan la opinión de sus autores. La dirección se reserva el derecho de selección y publicación de las colaboraciones recibidas. La publicación de las colaboraciones está supeditada a disponibilidad de espacio. No se devolverán las colaboraciones recibidas.

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AEG-PUCP CONSEJO DIRECTIVO PRESIDENTE Roque Benavides Ganoza (Ingeniería) VICEPRESIDENTE Alberto Varillas Montenegro (Derecho-Letras) SECRETARIO Patricia María Escobar Cáceres (Educación) TESORERA Sheyla Blumen Cohen (Psicología) VOCALES Jorge Antonio Rodríguez Hernández (Ingeniería) María Cecilia Blume Cilloniz (Derecho) Mirtha Alfonsina Zamudio Rodriguez (Economía) COMITÉ CALIFICADOR PRESIDENTE Juan José Ruda Santolaria (Derecho) MIEMBROS Ana Virginia Pastor Revoredo de Abram (Química) Juan Antonio Blanco Blasco (Ingeniería) REPRESENTANTES DE LA PUCP Aldo Italo Panfichi Huamán (Ciencias Sociales) Eduardo Ismodes Cascón (Ingeniería) PAST PRESIDENTE Juan Carlos Crespo L. de C. (Historia)


Carta de navegación

MUJER: Un nuevo y esperanzador panorama El país viene experimentando cambios trascendentales que nos obliga a cambiar nuestros paradigmas para enfrentar los desafíos que estos cambios nos proponen. En ese sentido, la Pontificia Universidad Católica del Perú ha buscado siempre estar a la vanguardia y trabaja incansablemente para ser un aporte al desarrollo del país. Un cambio fundamental y muy feliz es el que se viene experimentando con relación al rol de la mujer en el Perú y en el Mundo y el magnífico aporte que viene haciendo en su desarrollo. Nuestra revista “Brújula”, en su búsqueda por llevar siempre al lector a buen destino, ha querido resaltar este hecho, invitando a doce destacadas personalidades –once de ellas mujeres, desde luego- destacadas mujeres del país, quienes dan a conocer sus punto de vista sobre distintos aspectos de este histórico rol. Las doce personalidades que son once ex alumnas de ésta casa de estudios, las que hoy nos acompañan nos otorgan su propia brújula y nos recuerdan que pese a la fuerza y liderazgo de la mujer en el Mundo, todavía queda mucha desigualdad por superar y una agenda pendiente que atender.

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Afortunadamente las cosas van cambiando, la mujer hoy en día viene ascendiendo en posiciones expectantes, una prueba tangible es que hoy contamos en el gabinete con siete destacadas profesionales, cada una de ellas muy calificada en su especialidad. Sin embargo, todavía hay un gran camino que recorrer, son pocas las mujeres representantes de los gobiernos regionales y locales, la sociedad espera a nuevas lideresas para que participen de manera activa en el quehacer político. En el campo del desarrollo económico, es significativo resaltar el rol que vienen cumpliendo numerosas mujeres emprendedoras que con creatividad y empeño sacan adelantes sus negocios y empresas, Son muchas que han logrado el éxito y sirven de ejemplo para que otras sigan esa huella, sin distingos entre hombres y mujeres trabajando juntos por el desarrollo del país Afortunadamente, el futuro es promisor para el nuevo rol de la mujer peruana, la brecha se va acortando y la oportunidad se presenta para ambos sexos Las personalidades invitadas a ésta edición están pasando por ese momento tan especial donde no solo pueden ver los temas sino introducir los cambios necesarios en cada uno de sus espacios donde se desenvuelven. Así es como llegamos a un texto editorial con doce ex alumnos de la Católica que hoy nos acompañan y que esperamos podamos satisfacer todas las expectativas, tanto dentro como fuera de la Universidad. Hay que tomar en cuenta además que los que escriben no sólo son ex alumnos de la Católica sino que son personalidades que están influyendo en el desarrollo del país, y/o Latinoamérica, o del mundo. Así es como llegamos a ver La mujer y el desarrollo científico, Una mirada desde la Universidad, de Fabiola León-Velarde, donde nos habla de la participación femenina en la ciencia, tecnología a innovación. Pepi Patrón trata del desarrollo de la mujer y cómo es que han logrado cargos importantes y cómo la participación de mujeres va creciendo, según lo cuenta en Una gran experiencia. Otro tanto sucede con el artículo de Claudia Rosas Lauro, quien trata sobre La mujeres en la historia y la historia de las mujeres, que trata sobre las mujeres y las preocupaciones por considerarlas en el análisis histórico.

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Un tema interesante es el de Carolina Trivelli Ávila, quien al hablar sobre La inclusión de las mujeres, trata sobre la participación política de las mujeres y las formas salariales, planteando soluciones al respecto. Nidia Vílchez trata sobre la Participación política de la mujer y políticas públicas, donde habla de la intervención de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad peruana y su participación en los programas sociales. Verónica Zavala Lombardi habla sobre todos los talentos femeninos en el ámbito empresarial en una nota sumamente interesante: ¿En qué oficio la pondría? Algunas ideas para alcanzar mayor justicia en el empleo femenino. Otras notas interesantes son las de Roque Benavides y Otilia Caro; La mujer en el siglo veintiuno, de Judith Ayala Martínez; Vivir entre sapos y príncipes sin reino, de Margarita Ramírez Jefferson; En busca de la verdadera libertad, de Sol Carreño, y Ser mujer en el siglo veintiuno, de Elizabeth Vallejo. Como se puede apreciar una nota interesante, inteligente y amena, con un enfoque sobre el rol de la mujer que, sin duda, causará más de un deleite a los lectores de Brújula y sin duda generará más de un deleite. El Director

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C a r o l i n a

Tr i v e l l i

Á v i l a

La inclusión de las mujeres La primera semana de la inclusión social, diversos festivales, encuentros de autoridades políticas a nivel nacional, entre otros, en diferentes espacios y redes de actores han puesto una vez más en discusión el papel que juegan las mujeres hoy en día en el país. En este contexto, donde el debate sobre la inclusión social es también central, cabe preguntarse: ¿cuánto hemos avanzando en la inclusión de las mujeres en los diferentes ámbitos sociales? La respuesta es ambivalente y quisiera aquí describir los avances pero sobre todo los desafíos que quedan pendientes.

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Oportunidades crecientes y brechas por cerrar La situación peruana sigue las tendencias latinoamericanas. Si comparamos con respecto a la época de los inicios del sufragio femenino, por ejemplo, en el ámbito político la participación de las mujeres se ha ampliado indudablemente. En los años sesenta, por cada 99 hombres congresistas había una mujer. Hoy esta equivalencia es: por cada cuatro congresistas hombres hay una congresista mujer. Sin embargo, la presencia femenina difiere según niveles de gobierno. Ejemplo de ello es la presencia de presidentas regionales que para el período 2011-2015 es nula. La mayor participación política es un proceso simultáneo al cierre de brechas de educación y de trabajo. Así, las cifras demuestran que ahora no solo las mujeres han entrado masivamente al mercado laboral, sino que son más educadas. En el Perú, en promedio, según cifras de la ENAHO (2011), 20% de mujeres y 19% de hombres acceden a la universidad; 74% de jóvenes (tanto para hombres como para mujeres) ha terminado la secundaria y la diferencia de años de estudio entre un hombre y una mujer es de solo un año. Estos datos evidencian avances positivos. Los avances en materia educativa no se prosiguen en el ámbito laboral. La situación más conocida y estudiada es la denominada “alcance del techo de vidrio”. Una expresión metafórica para decir que pese a su formación y su desempeño académico (muchas veces

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las mujeres tienen mejores calificaciones que los hombres en las universidades), las mujeres no logran pasar una barrera invisible de jerarquías laborales y ocupan en menor medida puestos directivos. Un ejemplo de ello en el sector público es que solo tres de cada diez funcionarios y directivos son mujeres (SERVIR, 2012). El mayor número de mujeres funcionarias se encuentra en grupos ocupacionales como enfermeras y profesoras, y no es tan importante en grupos como profesionales, técnicos y empleados (SERVIR, 2012). Las mayores desigualdades se perciben también a nivel salarial. Según SERVIR (2012), los hombres han ganado en los últimos siete años 15% más que las mujeres en el sector público. Las brechas varían según grupos ocupacionales y en la función pública peruana pareciera que, a mayor importancia del cargo, menor brecha salarial. Para dar solo un ejemplo, los auxiliares varones ganan hasta 72% más que las auxiliares mujeres (SERVIR, 2012). Un hecho que sigue siendo causa de desigualdades es la maternidad. La evidencia latinoamericana (Ñopo, 2012) nos muestra que es en el período de mayor fertilidad que las mujeres conocen las mayores dificultades para ascender y acceder a mejoras salariales. Es un hecho también que el uso de tiempo para tareas domésticas sigue siendo sustancialmente distinto entre uno y otro género. En promedio, por cada hora que los hombres dedican a tareas domésticas, las mujeres dedican tres. A eso se suman las incipientes


iniciativas para ayudar a la repartición equilibrada de tareas domésticas. La ley que otorga un descanso de paternidad data del 2009, ¡un descanso de cuatro días! Recién este año el decreto que obligaba a los centros de trabajo de más de veinte empleados a tener centros de cuidado infantil ha pasado a ser ley, con lo cual es muy reciente el apoyo institucional que da el Estado para el cuidado de los hijos. En otras palabras, la economía del cuidado sigue siendo femenina, por lo tanto desigual, y esto genera poca corresponsabilidad. Ruralidad y etnicidad: dos variables agravantes Las situaciones anteriormente descritas se dan en un panorama urbano. Las brechas adquieren otros matices en áreas rurales o indígenas. Así, en materia educativa por ejemplo, las brechas de educación en el área rural se van reduciendo entre mujeres y hombres. Para el grupo etáreo entre 14 y 17 años ya no existen. Si se analiza el grupo de personas mayores de 15 años, encontramos sin embargo que mientras de cada diez personas una es hombre analfabeto, tres de cada diez personas en el área rural son mujeres analfabetas (ENAHO, 2011). Si a esta variable se le añade la variable indígena encontramos que casi ocho de cada diez nomatsiguengas mujeres son analfabetas, siete de cada

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« Las brechas de

educación en el área rural se van reduciendo entre mujeres y hombres. Para el grupo etáreo entre 14 y 17 años ya no existen. »

diez awajun y una de cada dos ashaninkas (Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán). En áreas rurales también las situaciones laborales se agravan. Según los hallazgos del programa Nuevas Trenzas1, solo una de cada diez horas que trabaja una mujer joven es considerada trabajo remunerado. La casi totalidad de horas trabajadas por una mujer en el paso a su vida adulta no es recompensada salarialmente. A todas estas situaciones se añade la violencia de género, que pone en evidencia dificultades cotidianas y en las interacciones sociales para conseguir el reconocimiento y la igualdad de oportunidades. ¿Qué podemos proponer desde el Estado? En primer lugar, el Estado debe armar estrategias que permitan que las mujeres aprovechen de la misma manera que los

1 Para mayor información: http://www.nuevastrenzas.org/es

Para mayor información: http://www.nuevastrenzas.org/es

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hombres las oportunidades que hay en su medio. Lo primero es el trabajo en los aspectos anteriormente citados: apoyo en los sistemas de cuidado, mecanismos para reducir brechas salariales y educativas. En el MIDIS trabajamos sobre todo en aquellas zonas donde factores estructurales como pobreza o educación son agravantes de las brechas de género. Es por ello que una estrategia se refiere a la inclusión financiera que debiera permitir que, al 2016, un millón de usuarias acceda al sistema financiero. La inclusión financiera de las mujeres genera mayor autoestima y autonomía en ellas, lo que termina por traer cambios en las relaciones de pareja. Las mujeres no dependen más de los hombres no solo para ganar sino para decidir qué hacer con su plata, y ese es un cambio significativo en los hogares rurales2. El Estado debe también saber adaptar la oferta para las mujeres en zonas rurales. Así, tal como lo demuestran las

investigaciones recientes, propuestas como las capacitaciones solo en términos tradicionales no son opciones que brinden a las jóvenes rurales oportunidades atractivas en un contexto de cierre de brechas educativas. El Estado debe acompañar más bien nuevos proyectos y emprendimientos que resultan de las nuevas trayectorias que las jóvenes tienen. En resumen, la inclusión de las mujeres es una situación que se debe lograr con la implicación de diferentes actores (OSB, académicos, activistas internacionales, lideres políticos, etc.) en múltiples espacios (públicos y privados) pero sobre todo cotidianamente, con el reconocimiento de nuestros pares masculinos. En particular, las mujeres más pobres merecen oportunidades para lograr en primera instancia reconocimiento, pero también autonomía, capacidad de ofrecer a su familia mejores oportunidades y construir con sus hijos el futuro que siempre se imaginaron.

2 Trivelli, Carolina, Jimena Montenegro y María Cristina Gutiérrez. Un año ahorrando. Primeros resultados del Programa Piloto “Promoción del Ahorro en Familias Juntos”. Lima: IEP, 2011.

2 Trivelli, Carolina, Jimena Montenegro y María Cristina Gutiérrez. Un año ahorrando. Primeros resultados del Programa Piloto “Promoción del Ahorro en Familias Juntos”. Lima: IEP, 2011.

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Bitácoras

P e p i

P a t r ó n

C o s t a

Una grata experiencia Quisiera compartir con los lectores y lectoras de Brújula una experiencia muy reveladora de los nuevos tiempos que corren en el siglo veintiuno para las mujeres. Se trata de mi participación en el Espacio de Mujeres Líderes de las Instituciones de Educación Superior de las Américas (EMULIES), que forma parte de la Organización Universitaria Interamericana (OUI), y que fue creado en el año 2011 con la participación de treinta mujeres con algún cargo de responsabilidad en veinticinco universidades y en doce diferentes países de las Américas. Rectoras, exrectoras, vicerrectoras, decanas y directoras académicas compartimos este espacio en el que hemos aprendido muchas cosas juntas, nos hemos propuesto algunas tareas para el futuro pero, sobre todo, hemos descubierto qué poco sabemos de nosotras mismas. ¿Quiénes somos? ¿Cuántas somos? ¿Cómo somos? ¿Ejercemos la gestión universitaria de manera diferente?

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Se trata, en efecto, de un espacio de encuentro entre mujeres que tenemos alguna responsabilidad de gobierno en nuestras universidades. Es decir, alguna cuota de poder. Y las mujeres, pese a que ya hay presidentas, ministras, congresistas y muchos etcéteras, no estamos social ni culturalmente entrenadas para ejercer el poder. Así lo hace evidente la historia de más de veinticinco siglos. Y sucede también en ese espacio privilegiado de enseñanza, saber e investigación que son las Instituciones de Educación Superior (IES). En nuestro siglo, así lo muestran las estadísticas: las mujeres en el mundo ya son la mayoría de estudiantes universitarias; lo que significa, puntos más puntos menos, el 53% de la población universitaria. Sin embargo, en términos de autoridades, llegamos con las justas al 20%. Y es un dato interesante si consideramos que las universidades son espacios (y valga la redundancia) ilustrados, de gentes pensantes, en los que enseñamos, formamos a los futuros profesionales de nuestros países, y en los que se genera nuevo conocimiento e innovación tecnológica. Felizmente hay muchos hombres que apoyan este proceso. Muchos catedráticos, investigadores, autoridades universitarias (varones) están comprometidos en este esfuerzo. Sin ir muy lejos, el rector de la PUCP, nuestra querida universidad, Dr. Marcial Antonio Rubio Correa, es presidente de la Organización Universitaria Interamericana (OUI), en cuyo seno

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nació este Espacio de Mujeres Líderes de Instituciones de Educación Superior, el ya mencionado EMULIES. En apasionantes diálogos e intercambio de experiencias, EMULIES nos ha permitido identificar las siguientes necesidades y demandas: a) A pesar del interés de las mujeres líderes de las IES de las Américas, no existe una plataforma que propicie el intercambio y la cooperación entre ellas y que genere el desarrollo de proyectos conjuntos. b) Si bien los últimos quince años del desarrollo de la educación superior han estado marcados por el ascenso de algunas mujeres líderes a los más altos puestos de conducción, siguen manifestándose en las IES limitaciones a la participación de las mujeres en condiciones de equidad. c) No obstante la importancia de esta temática, la información de base se encuentra dispersa y desarticulada, lo cual dificulta la evaluación certera de la posición de las mujeres en las instancias de gobierno de las IES. La desvinculación entre las mujeres líderes de las IES de las diversas regiones de las Américas y la dispersión de la información no favorecen el conocimiento recíproco de buenas prácticas que podrían tener un impacto positivo en el fortalecimiento del liderazgo de las mujeres y en el desarrollo de sus capacidades de gestión e innovación.


Este primer balance nos ha motivado a comprometernos con la construcción de EMULIES. Este novedoso proyecto se constituye en un espacio de reflexión, intercambio y producción académica sobre la gestión universitaria innovadora, inclusiva y socialmente responsable1. EMULIES nace con la finalidad de construir un espacio interamericano de colaboración, información y comunicación que enlace a mujeres líderes de las IES y a las autoridades a todos los niveles organizacionales interesadas en promover la equidad de género en el ámbito de la educación superior y así contribuir a crear una agenda para el fortalecimiento del liderazgo desde esta perspectiva. Para hacer realidad esta misión sus acciones están dirigidas a fortalecer el liderazgo y la participación de las mujeres en la toma de decisiones en el campo de la educación superior; así como también a promover iniciativas y formas de gestión innovadoras que construyan IES crecientemente democráticas, inclusivas y socialmente responsables. EMULIES busca proveer información rigurosa y actualizada acerca de la situación de las mujeres en las IES, con énfasis en lo relativo a su participación en la toma de decisiones

« EMULIES nace con

la finalidad de construir un espacio interamericano de colaboración, información y comunicación que enlace a mujeres líderes de las IES. »

para incidir en las políticas de la educación superior que favorezcan la equidad, en particular la equidad de género. Durante sus dos jóvenes años de existencia ha logrado articular sus actividades en torno a cuatro ejes de trabajo: la investigación, la formación, la cooperación y el intercambio, y la difusión y la comunicación. No tenemos información suficiente, no sabemos cuántas ni quiénes somos, y requerimos generar esta información. Tenemos un diplomado en Género y Liderazgo Universitario para la formación de nuevas autoridades universitarias (hombres y mujeres). Queremos generar un Directorio de Mujeres Líderes. ¿Quién es quién?,

1 MuchasMuchas de que las aquí ideaspresento que aquí 1. de las ideas están contenidas en un documento colectivo preparado presento estánMarta contenidas en un documento por Sonia Mora, exrectora de la Universidad Nacional de Costa Rica; Altagracia López, colectivo preparado porTecnológico Sonia Marta exrectora del Instituto de Mora, Santo Domingo; Marilina Lucca, canciller de la Universidad exrectora de la de Universidad de Interamericana Puerto Rico,Nacional Campus Metropolitano, y quien esto escribe, para la Conferencia General la Asociación Internacional Universidades (AIU) que se realizó en San Juan, Puerto Costa Rica;de Altagracia López, exrectoradedel Rico, en noviembre dede 2012. Instituto Tecnológico Santo Domingo; Marilina Lucca, canciller de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Campus Metropolitano, y quien esto escribe, para BRÚJULA Nº 25 la Conferencia General de la Asociación Internacional de Universidades (AIU) que se realizó en San Juan, Puerto Rico, en

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una base de datos actualizada sobre las mujeres líderes de las IES en el área académica, docencia e investigación y de gestión, según los propios campos de especialidad. Tenemos ya una plataforma virtual interinstitucional que está por el momento en período de prueba, en la que nos presentamos al mundo y exponemos nuestros planes. Pero aún falta mucho. Somos pocas, pero somos. En este breve plazo de tiempo nos hemos reunido en México, Costa Rica, Brasil y China. ¡Sí! Autoridades universitarias mujeres chinas. No pude asistir al encuentro en China, pero sí fue, en representación de la PUCP, la decana de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas, la doctora Susana Reisz. Si bien el tema de la elección democrática de las autoridades universitarias no fue uno de los más tratados, por razones obvias, la preocupación por el papel de las mujeres en el gobierno de las IES es ya global. Y creo que hay que ponerle todo el empeño posible. Permítanme, amables lectores y lectoras, terminar con una anécdota personal. En la primera reunión ya mencionada en México, nos dimos cuenta de que todo el tiempo hablábamos de “la primera vez”. “Primera vez que hay una rectora mujer y soy yo”. “Primera vez que hay una jefa de departamento y soy yo”. “Primera vez que hay una decana y soy

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yo”. “Primera vez que hay una vicerrectora y soy yo”. Y decidimos festejar nuestra “primera vez”. Fuimos a tomar unas Margaritas en el hotel en que casi todas estábamos alojadas. Conversación muy divertida, como siempre entre mujeres, y de pronto comenzamos a hablar de fútbol. Somos muchas apasionadas de este deporte. La hija de una de las presentes vive en Inglaterra y acababa de ir a un duelo del Manchester con no me acuerdo qué otro equipo. De pronto el amable señor que nos traía las famosas Margaritas no pudo más y nos dijo: “Señoras, ustedes sí que son liberadas; están aquí tomándose sus tragos, hablando de fútbol y seguro sus maridos están en casa cuidando a sus hijos”. Nos dio a todas un formidable ataque de risa, pero coincidimos en que para estar donde estamos, en las esferas de autoridad en nuestras universidades, o en un hotel tomando Margaritas, todas tenemos esposos o compañeros o parejas que nos apoyan en nuestro camino. Y jefes también. Que no compiten con nosotras, ni tienen celos de nuestras vidas independientes y que también son parte de este grato Espacio de Mujeres Líderes de las Instituciones de Educación Superior de las Américas (EMULIES). Juntos, hombres y mujeres, alumnos y alumnas, nuestros hijas e hijos, seguiremos creciendo. Y de eso se trata en el siglo veintiuno.


R o q u e B e n a v i d e s G a n o z a O t i l i a C a r o P o l a y

y

Las mujeres a través del tiempo R. B. G: Queremos hacer este artículo al alimón para hablar sobre las mujeres de este siglo. O. C. P: Sí, pero para hablar de las mujeres de hoy debemos recordar un poco la historia. Los historiadores del Perú han sido generosos en resaltar a los personajes varones. Creo que se conoce muy poco sobre las mujeres que han construido nuestro pasado. Si uno busca información sobre ellas, esta será principalmente sobre aquellas que destacaron en el ámbito artístico o que fueron parejas de grandes luchadores que tuvieron un rol crucial en las rebeliones o batallas que enfrentaron. R. B. G: Dicen los historiadores que antes de la llegada de los españoles la mujer peruana participaba igual que el hombre en la sociedad. Cumplía roles importantes en el ámbito religioso, político y productivo, entre otros. Si bien para muchos de nosotros la mujer es la base de la familia, la historia nos enseña que es mucho más que eso. Antes del incanato habría habido mujeres que gobernaban territorios, sacerdotisas que guiaban la fe de una población, y se dice que ya en la época del Tahuantinsuyo, algunas coyas se quedaban a cargo del gobierno cuando el inca salía del Cusco. O. C. P: También dicen los especialistas que entre los prototipos de mujeres peruanas destacan las guerreras, y que serían pocas las sociedades que aceptan tan abiertamente la presencia de mujeres combatientes con fuertes personalidades. Ellas aparecen en nuestros mitos más antiguos, por ejemplo la famosa Mama Huaco, un personaje legendario que representa a la antigua mujer guerrera. De acuerdo con el mito, acompañaba a los hermanos Ayar en la conquista del Cusco cuando en medio de la batalla capturó a un jefe enemigo y le abrió el pecho con un cuchillo, extrajo su pulmón y lo hinchó soplando. Produjo un ruido formidable, ahuyentando al resto de adversarios que huyó despavorido. Vencieron los suyos y fundaron el imperio incaico.

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R. B. G: Al parecer es a partir de la Colonia cuando a la mujer se la limita al ámbito del hogar. Por ejemplo durante el Virreinato, la mujer solo participaba en la vida del hogar, la liturgia de la Iglesia y la vida en sociedad. No se le permitió estudiar ni participar en política. La preparaban para el matrimonio, la cocina, la práctica de la pintura, la música o el bordado. Así, deja de lado sus roles públicos y se va limitando poco a poco su participación en la sociedad. O. C. P: Luego vendría la etapa de la Emancipación, en la cual las mujeres se mostraron como verdaderas luchadoras por la libertad y apoyaron en el logro de la independencia de nuestro país. Además fue una época en la que las mujeres empezaron a difundir sus ideas sobre los derechos que debían tener, no solo en el ámbito social sino también político. Por otro lado es importante hacer mención de que su valiente lucha fue reconocida en su momento, aunque a pesar de que ya se había declarado la independencia la mujer seguía sometida al marido y no podía desenvolverse libremente en otros campos, como el intelectual, la gestión pública, los estudios superiores, entre otros. Esta situación cambia después de muchos años de lucha, podemos decir que es en la época moderna cuando la mujer va ganando derechos de los cuales ya gozaba el varón. R. B. G: Efectivamente, la etapa republicana estuvo marcada por varios hechos que hicieron posible la inclusión

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« La etapa republicana estuvo marcada por varios hechos que hicieron posible la inclusión de la mujer peruana en la sociedad. »

de la mujer peruana en la sociedad. Ya no era vista solo como la persona para casarse y hacerse cargo de la casa y de los hijos, sino que empezaba a tener voz y los mismos derechos que el hombre. O. C. P: Un dato interesante de esa época es el aumento de la proporción de mujeres trabajadoras. En 1858 el 15% participaba de la población económicamente activa (PEA) y en 1908 llegó a cerca del 60%. No obstante las labores eran básicamente del hogar, comercio, agricultura, entre otras, que se conocían como propias de la mujer. R. B. G: Durante los primeros años del siglo veinte las mujeres alcanzaron más logros (fueron aceptadas por primera vez en una universidad en 1908), y ya con estudios superiores ingresaron a la política apoyando a distintos candidatos a la presidencia. Aparte de ciertos papeles importantes en la sociedad –como en el periodismo o en el ámbito literario– las


mujeres no lograron su derecho a voto sino hasta 1933, año en el cual participaron en elecciones municipales. Pasaron varios años para que se insertara en los demás sectores económicos, hasta que en 1955 se le otorgó el derecho de votar en las elecciones presidenciales. Hoy creo que para cada vez más peruanos es evidente que la mujer debe tener las mismas oportunidades, derechos y deberes que los hombres. Pero ese pensamiento es una carretera de doble sentido. También significa un cambio para los varones. Sobre todo para las nuevas generaciones que ven ampliados sus roles, sobre todo aquellos relacionados con la casa y con los hijos. Cada vez más tareas son compartidas entre ambos, aunque aún hay mucha diferencia. O. C. P: Pero sin duda todos estos ajustes tienen resistencias y son de lento avance como todo cambio social. Todos ganaremos cosas y perderemos otras (por

« Hoy creo que

para cada vez más peruanos es evidente que la mujer debe tener las mismas oportunidades, derechos y deberes que los hombres. »

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ejemplo, tener un club solo de socios varones). Pero nadie puede dudar de que nuestro país ganará con la incorporación plena de la mujer a la sociedad. Muchos preguntarán hasta dónde. No creo que haya límites para asumir los mismos roles que los hombres, tanto en la actividad privada, las fuerzas armadas, la administración pública, etc. Algunas de tus amigas dirán que incluso han demostrado un mejor desempeño que los varones. R. B. G: Y estoy de acuerdo con ellas, sobre todo en lo que respecta al trabajo en el sector público. Hay un tema sobre el cual quiero reflexionar. Años atrás, a una mujer empresaria del sector agrario se le propuso presidir el comité de mujeres empresarias de la CONFIEP y ella dijo que lo haría con mucho gusto el día en que se creara el comité del hombre empresario. O. C. P: Sí, lo recuerdo. Evidentemente ese comité de trabajo nunca funcionó. Pero también es verdad que ayudaría al debate de ideas tener mayor presencia de mujeres en los comités e instancias superiores de la CONFIEP. R. B. G: De acuerdo. Pero como la empresaria de la que hablaba hay muchas mujeres que creen que no debe haber un trato preferencial o ayudas para las mujeres porque consideran que se pueden valer por sí mismas. Creo que eso es verdad para una minoría, para aquellas que han tenido acceso a una buena educación u otros recursos como el apoyo de sus familias, o

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que son mujeres excepcionales que se han hecho solas a pesar de las limitaciones y que son estas emprendedoras anónimas. También creo que se puede pensar así porque viven en una sociedad donde los derechos y deberes prácticamente ya son los mismos, pero décadas atrás sin duda la opinión de esta empresaria creo que hubiera sido muy distinta. Lamentablemente, al día de hoy, hay cientos de miles de peruanas que no están incluidas, por usar una palabra de moda. O. C. P: Estás hablando de mujeres que viven en una sociedad distinta a la que viven los lectores de esta revista. Mujeres que no tendrán ni la capacidad ni las oportunidades para vivir plenamente y, con certeza, tampoco para aportar mucho al desarrollo de su país. Lo peor de esto es que estas mismas limitaciones llevan a que sus hijos (principalmente las niñas) repitan tal situación. R. B. G: Considero que la mayor exclusión se da por el nivel de educación. Lamentablemente, este hecho ocurre con mayor intensidad en el área rural, donde las mujeres cumplen roles que les impiden acceder a una mejor educación. Si bien se reconoce un avance en el acceso a la educación por parte de hombres y mujeres, las brechas de género aún se mantienen en nuestro país. De acuerdo con los datos oficiales estadísticos se observa que el porcentaje de mujeres que no tiene ningún nivel educativo es muy superior al de hombres.

Perú: Nivel de educación alcanzado por la población de 15 y más años de edad (1981-1997) Nivel de educación

Nivel educativo Total

Sin nivel/ Superior Primaria Secundaria Inicial 1/

1981

100

16,1

42,3

31,4

10,2

Hombre

100

9,0

44,4

34,7

11,9

Mujer

100

23,3

40,1

28,1

8,5

1993

100

12,6

31,5

35,5

20,4

Hombre

100

7,0

31,9

39,5

21,6

Mujer

100

18,0

31,0

31,7

19,3

1997

100

9,4

30,4

40,7

19,5

Hombre

100

4,8

30,5

43,8

20,9

Mujer

100

13,8

30,3

37,8

18,1

1/ Comprende educación superior no universitaria y universitaria. Fuentes: INEI. Censos Nacionales 1981 y 1993. Encuesta Nacional de Hogares 1997.

O. C. P: Hay que reconocer que a lo largo de los años la situación ha mejorado para las mujeres. No obstante, la brecha debe ser aún mayor si nos fijamos en las áreas rurales. Otra señal importante es la tasa de analfabetismo. En el caso de las mujeres analfabetas la proporción es casi de tres a uno respecto a los hombres, y esto se eleva sustantivamente si se trata de zonas rurales.


PERÚ: EVOLUCIÓN DE LA TASA DE ANALFABETISMO, POR SEXO, 1961-1998 Año

Total

Mujer

Hombre

1961

38,9

51,7

25,6

1972

27,5

38,2

16,7

1981

18,1

26,1

9,9

1993

12,8

18,3

7,1

1995

10,5

15,5

5,1

1998*/

7,7

11,4

3,9

*/ Cifras del PROMUDEH. Elaboración: “Género: equidad y disparidades”. Proyecto INEI - PROMUDEH. Fuentes: INEI. Censos Nacionales, 1972, 1981 y 1993. Encuesta Nacional de Hogares 1995 y 1998.

Si vamos a las cifras de áreas rurales, la situación es más crítica. En 1993, la tasa de analfabetismo de los hombres era de 17%, mientras que la de la mujer era de 43%. Si evaluamos la proporción entre géneros –de acuerdo a la Encuesta Nacional de Hogares realizada en 1998– es de tres varones por seis mujeres analfabetas. Es decir, de los analfabetos que viven en el campo alrededor del 60% está conformado por mujeres. R. B. G: Incluso si vamos las cifras por departamentos podemos encontrar algunos con una tasa de analfabetismo femenino superior al 30% como es el caso de Apurímac (32,2%) y Huancavelica (30%), o superior al 20% en los departamentos de Ayacucho (26,9%), Cajamarca (25,5%), Huánuco (23,8%), Cusco (21%), seguidos de Puno (19%),

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Áncash (18,6%) y Amazonas (17,8%). En las cifras de las provincias de estos departamentos encontramos por ejemplo que las mujeres analfabetas pueden superar el 40%, como Jaén en Cajamarca con 42,6% de población femenina analfabeta. Esto muestra la gravedad del problema en las zonas rurales. O. C. P: Hay que entender que en las áreas rurales más del 70% de la población se dedicaba a la actividad agraria. Sin duda prevalece una actividad económica que ayuda a que exista una marcada definición de roles. Por otro lado, muchas veces las áreas de trabajo están alejadas de los centros educativos y de otras entidades que proveen de servicios públicos básicos como las postas médicas. Nos encontramos en situaciones en que los padres desestiman la asistencia a la escuela de las niñas y adolescentes porque los costos de oportunidad de desarrollar labores domésticas y apoyar en las actividades productivas se incrementan. Ya sabemos que esta forma de pensar se basa en patrones socioculturales muy arraigados en los pobladores, que privilegian la inversión educativa en los hombres. R. B. G: Es lamentable, porque una mujer que no aprendió a leer ni escribir, ni conoce las operaciones matemáticas básicas, es muy difícil que pueda realizar con éxito actividades tan sencillas como seguir una receta médica para curar a sus hijos o controlar su peso o su talla. Es una exclusión pura y dura que, como ya señalaste, se puede perpetuar en

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las siguientes generaciones y limitar sus capacidades de desarrollo futuro. O. C. P: Es curioso que tratemos de hablar de la mujer del siglo veintiuno cuando aún hay tantas limitaciones. R. B. G: Para mí esto hace evidente que los programas sociales deben tener un énfasis en las mujeres, sobre todo en el ámbito rural. El resto está en lograr que estos servicios lleguen a la población con pertinencia y con calidad. Pero así como en las últimas décadas se ve un mayor acceso de la mujer a la educación básica, también hay mejoras en lo que respecta el acceso a la educación superior. De las cifras conseguidas del censo universitario, se puede afirmar que hoy en día las mujeres peruanas vienen incursionando en carreras que hasta hace poco eran casi exclusivas de los varones. Tal es el caso de ingeniería, contabilidad, economía, administración, medicina, odontología, entre otras. Es decir, las tradicionales orientaciones profesionales hacia carreras que eran percibidas como continuación de las tareas del hogar, o bien aceptadas como femeninas, vienen felizmente quedando atrás. Este cambio en el contexto de los desafíos actuales tiene importantes connotaciones, especialmente para acceder a más empleos y mejor remunerados. Puestos de trabajo que son un elemento esencial para el crecimiento con equidad, que permite a las mujeres acceder a una formación ciudadana con capacidad de gestión y negociación en un

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mundo laboral que cada vez se vuelve más competitivo. O. C. P: Ciertamente son temas positivos que debemos resaltar. Pero también debemos reconocer los avances en los derechos civiles de la mujer, como la ley del voto o del divorcio, el acceso a la educación superior, entre otros. Muchas mujeres dan por sentados estos derechos y no saben la lucha que en muchos casos tuvieron que emprender cientos de peruanas para conseguirlos. Hoy no puedo imaginarme viviendo en una sociedad donde mi futuro tenga solo tres opciones: convertirme en religiosa y terminar en un convento, casarme si tengo dote o dedicarme al cuidado de mis padres. Para no ir tan lejos en la historia, no me imagino carreras profesionales restringidas para mujeres, deportes que no pudiera practicar o cargos de gerencia que no pudiera asumir por ser mujer. R. B. G: Cuánto perdió el país por limitaciones impuestas a las mujeres para desarrollarse como ciudadanas de un Perú que es de todos. En la sociedad de hoy está claro que lo que importa no es el género al que perteneces sino las capacidades y habilidades que tienes. Esos deberían ser los factores determinantes, aunque estoy seguro de que aún muchos varones pensarán que no es así. Que creen que todavía hay espacios restringidos para las mujeres como las fuerzas armadas o la minería. ¿Acaso no recuerdan que en el siglo pasado dos jefas de Estado llevaron a sus respectivos países a la guerra y que


tuvieron toda la capacidad para dirigir con éxito a sus fuerzas armadas? O. C. P: A lo mejor si hubiéramos tenido generales mujeres en el Perú no habríamos perdido tantas guerras. Quisiera mencionar a Juana Azurduy de Padilla (La Plata –hoy Sucre–, 12 de julio de 1780 - 25 de mayo de 1862), quien fue una patriota del Alto Perú, hoy Bolivia, que acompañó a su esposo Manuel Ascencio Padilla en las luchas por la emancipación en el Virreinato del Río de la Plata contra el reino de España. Su historia es fascinante, incluso se habla de las batallas que luchó estando embarazada. A la muerte de su esposo, Azurduy asumió la comandancia de las guerrillas que conformaban la luego denominada Republiqueta de La Laguna, por lo que su memoria es honrada en la Argentina y en Bolivia. Hablaba castellano y quechua. En noviembre del 2009, el Senado la ascendió póstumamente al grado de Mariscal de la República, declarándola “Libertadora de Bolivia”, sobre la base de las acciones de patriotismo demostradas en bien de la independencia del país. Pero volviendo al tema de las habilidades. Por años se ha dicho que hay diferencias entre hombres y mujeres, no solo en el aspecto físico sino también psicológico. También es cierto que muchos otros u otras han dicho que no hay diferencias sustanciales. Afortunadamente, a la fecha, ya hay estudios científicos que muestran que nuestros cerebros funcionan distinto, por tanto la percepción de

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nuestros sentidos es diferente y nuestras emociones también, incluso la propensión a determinadas enfermedades. No obstante, también se señala que con entrenamiento o estimulación esas diferencias pueden incluso desaparecer. R. B. G: Para algunos esas diferencias nos separan, pero yo creo que más bien nos unen. Nos llevan a complementarnos, a aliarnos para poder trabajar con estas habilidades distintas y alcanzar metas mayores. Debemos celebrar esas diferencias y aprovecharlas para mejorar nuestra productividad. Por eso creo que debemos hablar de la participación de las mujeres y hombres en la PEA. El XI Censo de Población y VI de Vivienda del 2007 señala que la PEA asciende a 10,6 millones de personas, de las cuales 6,9 millones son hombres y 3,7 millones son mujeres. Según el INEI, al mercado de trabajo ingresan anualmente 187.200 mujeres, muchas de ellas madres solteras y con graves problemas económicos. Pero de acuerdo a las últimas estadísticas sobre la situación de las mujeres en el Perú se hace evidente que han incrementado su participación en otro tipo de actividades, tales como finanzas, turismo, empleadas del hogar y energía, consideradas en el rubro otros servicios. O. C. P: Pero aún hay discriminación en el ámbito laboral para una gran parte de ellas. Están sujetas a condiciones de trabajo con beneficios sociales recortados o no acceden a capacitaciones o programas de incentivos de las empresas. Un tema que

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siempre se discute en este campo es que las remuneraciones de varones y mujeres por el mismo trabajo deben ser iguales como establece la ley, pero hasta el año pasado el ingreso promedio mensual de las mujeres era de 825 soles mientras que el de los varones era de 1.238 soles. En el caso de las zonas rurales, como ya mencionamos, la actividad principal es la agropecuaria. Así el Ministerio de Agricultura señala que el 74% de las mujeres rurales conforman la PEA y participan de manera activa en la gestión de los recursos como el agua y se hacen cargo del riego, la crianza de animales menores, los procesos productivos, la generación de ingresos, la obtención de combustible, etc. Sin embargo, este trabajo no es valorado y se entiende como un aporte complementario. R. B. G: Pero, por otro lado, una actividad de reciente surgimiento en la economía peruana es la agroexportación, que supone gran porcentaje de mano de obra femenina. La sistematización del foro “Mujer rural en las políticas públicas” señala que en la agroexportación el 60% es mano de obra femenina, superando los 360 mil puestos de trabajo. Son 75 mil mujeres las que están involucradas en el cultivo de café, en el norte, nororiente, centro y sur del país, muchas de ellas manejando sus propias parcelas y afiliadas a cooperativas. Otro ejemplo es que de los 65 mil puestos de trabajo generados por el cultivo de espárragos en la costa, el 60% corresponde a mujeres.

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Quiero aprovechar ahora que hablamos sobre la participación de las mujeres en la actividad económica del país para resaltar que no solo destacan como emprendedoras o ejecutivas exitosas de empresas, sino también en cargos de liderazgo gremial. Tales son los casos de la señora Lucila Quintana, presidenta de la Convención Nacional del Agro Peruano (Conveagro), y de la señora Carmela Sifuentes, presidenta reelecta de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP). O. C. P: Espero que algún día una mujer empresaria llegue a presidir la CONFIEP. Conozco a la señora Quintana, y al margen de su trabajo al frente de Conveagro, debo destacar su rol como empresaria cafetalera de Amazonas. Para mí es un ejemplo de pasión por el trabajo y de visión de negocio. Quienes conocen la labor de los cafetaleros saben que tienen que enfrentar una serie de vicisitudes, desde malas carreteras, narcotráfico, hasta problemas de gestión en las mismas cooperativas (no es lo mismo un directorio de seis socios que uno de quinientos o mil socios productores). R. B. G: Quisiera plantear otro tema de discusión: la violencia contra la mujer. Las noticias de todos los días reflejan una serie de problemas que aquejan a nuestra sociedad, pero entre ellos el que más me intranquiliza es el de la violencia familiar. Esa violencia que dice que la mujer es propiedad del hombre, que es un objeto más de la casa y que incluso a veces es un entretenimiento sexual para el varón.


O. C. P: ¿Eso es por falta de políticas públicas? ¿Ineficacia del Estado para proteger a los ciudadanos? ¿Es un problema del hogar? Yo pensaba que el asunto radicaba solo en casa, pero el impacto que tiene este tipo de violencias sobre la vida de las mujeres trasciende el ámbito familiar privado, ya que involucra a diversos agentes públicos, tales como la policía, los servicios de salud pública y privada, los profesores, los funcionarios del poder judicial, entre otros. Son muchos los actores que están involucrados y que deben estar preparados para atender este tipo de situaciones. R. B. G: Pero como sociedad debemos preguntarnos: ¿cómo estamos educando a nuestros hijos, tanto varones como mujeres? ¿Por qué hay hombres violentos y mujeres que aceptan la agresión? Las razones esgrimidas para no solicitar ayuda son varias. La más frecuente es considerarlo como no necesario. Otras razones importantes son no saber dónde acudir, la vergüenza, asumir que la mujer tenía la culpa, el miedo a mayor agresión y no querer hacer daño a su pareja. O. C. P: Pero también están presentes razones fatalistas como “nada sirve o funciona” o “son cosas de la vida”, que aunque en menor proporción podrían también estar expresando la desconfianza de las mujeres en que el sistema funcione o funcione a tiempo. R. B. G: El otro día alguien me dijo: “Pero esas ideas las consumes todos los días en la televisión. Desde las telenovelas

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hasta la publicidad. ¿No ves que la mujer es una decoración?”. La mujer termina siendo cosificada, pierde el valor humano, pierde todo valor. O. C. P: Ejemplos de ello hay muchos. ¿Es que no hay creatividad? ¿O es que a lo mejor los estereotipos venden más? Incluso las mismas mujeres a veces no nos damos cuenta de ello. Recuerdo que años atrás, en un congreso empresarial, varios caballeros aceptaban tomarse fotos con un par de anfitrionas de una empresa y de pronto se me acercó el presidente de un gremio y me manifestó su descontento por el hecho de que se usará a las mujeres para vender, en ese caso era un servicio de seguridad. Su comentario me pareció insólito, pero me llevó a reflexionar sobre algo que hasta ese momento veía muy natural. R. B. G: Quise hacer un ejercicio al respecto y presté más atención a las conversaciones en la oficina, sobre todo porque en mi caso los varones somos mayoría. Es curioso cómo tomas conciencia de tu lenguaje, ni qué decir de los chistes que hacemos. Usamos frases que agreden y no nos damos cuenta porque las hemos escuchado desde niños. Me temo que quienes lean este artículo pensarán que soy un feminista, y nada más lejos de la verdad. Igual de desagradable que el machismo es el feminismo. Es terrible cuando una mujer piensa que actuando de determinado modo puede demostrar debilidad y que eso es incorrecto, o que tiene que ir por el mundo recordando que

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es una “mujer con pantalones” o incluso que todo el tiempo solo trata de avasallar a sus colegas varones. O. C. P: Pero también es verdad que muchos de los logros alcanzados en cuanto a derechos no hubieran sido posibles sin esta corriente de protesta feminista. Por otro lado, valgan verdades, también están las mujeres que usan el feminismo cuando les conviene. Como dicen los jóvenes, hoy en día la enamorada demuestra su autonomía por ejemplo yéndose a bailar con sus amigas, pero a la hora de pagar una cuenta mira al costado. Acá ya no hablamos de derechos civiles, sino de temas más sutiles pero que también considero importantes. Creo que los detalles de cariño, de respeto y protección no son obligatorios solo para un género, y que son paradigmas que debemos ir cambiando o asimilando. R. B. G: Debo decir que la primera vez que me regalaron flores por mi cumpleaños me sentí en un principio incómodo pero luego halagado. Ese día le comentaba la experiencia a todo el que podía. Nuevamente quiero cambiar de tema a uno que me encanta: la política. ¿Cuál ha sido la participación de las mujeres en los últimos años? O. C. P: Lamentablemente todavía hay una escasa participación de las mujeres en los comicios electorales, sobre todo en aquellos cargos en los que no existe una cuota de género: presidentas, vicepresidentas regionales, alcaldesas provinciales y distritales.

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Por un lado está el Congreso, donde en las últimas elecciones, de las 130 curules el 78% fue cubierto por hombres y el 22% por mujeres. Pero, por otro lado, tenemos las elecciones para gobiernos regionales. Un análisis sobre el total de candidatos inscritos indica que 278 candidatos a presidentes regionales fueron hombres (96%) y 11 fueron mujeres (4%), mientras que 236 candidatos a vicepresidentes fueron hombres (82%) y 52 fueron mujeres (18%). Presidente Vicepresidente Consejero Accesitario Regional Regional Regional

Sexo

Total

Total

6.049

289

288

2.832

2.640

Hombre 3.598

278

236

1.732

1.352

Mujer 2.451

11

52

1.100

1.288

Fuente: Jurado Nacional de Elecciones. Elaboración: Dirección de Registros, Estadísticas y Desarrollo Tecnológico del JNE.

De los 1.900 candidatos para alcaldes provinciales que se registraron, el 93% estuvo conformado por hombres y el 7% por mujeres. Asimismo, de los 17.438 candidatos para regidores provinciales que se registraron, el 58% lo integraban hombres y el 42% mujeres. R. B. G: Si vamos a los resultados de las elecciones la situación empeora. Tal como se observa en el siguiente cuadro, 25 de los presidentes regionales elegidos fueron hombres. En el caso de los vicepresidentes regionales, 22 fueron hombres y 2 mujeres, mientras que 184 consejeros regionales fueron hombres y 72 mujeres.


En las elecciones municipales provinciales resultaron electos para el cargo de alcalde 186 hombres y 9 mujeres. Asimismo, en el cargo de regidor resultaron electos 1.295 hombres y 406 mujeres. Sexo

Alcalde Provincial

Regidor Provincial

%

%

Total

195

100

1.701

100

Hombre

186

95

1.295

76

Mujer

9

5

406

24

Fuente: Jurado Nacional de Elecciones. Elaboración: Dirección de Registros, Estadísticas y Desarrollo Tecnológico del JNE.

Estos resultados deben ser un llamado de atención para los partidos políticos con miras a incorporar a las mujeres en labores políticas y de gestión pública. O. C. P: Para ir terminando este artículo, debemos insistir en que mejorar la situación de las mujeres peruanas y sus oportunidades de desarrollo en el país es un reto en el cual todos debemos trabajar, y sobre todo de manera activa y comprometida desde el Estado y la sociedad civil. Todos los días constatamos que aún persisten grandes disparidades regionales y locales en áreas sensibles del desarrollo como la salud y la educación en el caso de las mujeres rurales; asimismo, la continuidad de la violencia de género, incluyendo el feminicidio, el incremento del embarazo adolescente y los retrocesos en el campo de la participación política son problemas que deben exigirnos una mayor reflexión. R. B. G: Reitero que debemos focalizar la inversión pública en programas y

BRÚJULA Nº 25

servicios especializados, pero también hacer un esfuerzo sistemático que aporte al cambio en las representaciones sociales de género y los patrones socioculturales que legitiman este tipo de discriminaciones y las relaciones asimétricas de poder entre hombres y mujeres. A continuación quiero presentar dos cuadros del estudio continuo del Grupo de Opinión Pública de la Universidad de Lima sobre la situación de la mujer. Universidad de Lima: Preguntas sobre género en la Encuesta Anual en Lima Metropolitana sobre la Situación de la Mujer (2007) Porcentaje según sexo del entrevistado Preguntas

Categorías Sexo de Hombres Mujeres respuesta

¿En los últimos Sí años se ha logrado o no se ha logrado No mayor igualdad de oportunidades NS/NR entre hombres y Total mujeres? ¿Las mujeres Sí en el Perú No tienen iguales oportunidades de NS/NR trabajo que los Total hombres? ¿Las mujeres Sí en el Perú No tienen iguales oportunidades en NS/NR la política que los Total hombres? De ¿Está de acuerdo o en desacuerdo acuerdo En con que las mujeres puedan desacuerdo formar parte de NS/NR la jerarquía de la Total iglesia católica?

Total

77,2

77,5

77,3

21,4

19,8

20,6

1,4

2,8

2,1

100,0 100,0 100,0 62,1

50,6

56,3

37,6

49,0

43,3

0,4

0,4

0,4

100,0 100,0 100,0 72,3

63,9

68,1

26,6

34,7

30,7

1,1

1,3

1,2

100,0 100,0 100,0 71,3

69,1

70,2

21,5

23,6

22,6

7,2

7,4

7,3

100,0 100,0 100,0

25


Universidad de Lima: Preguntas sobre discriminación y machismo en la Encuesta Anual en Lima Metropolitana sobre la Situación de la Mujer (2007) Porcentaje según sexo del entrevistado Preguntas ¿En el Perú hay o no hay discriminación contra la mujer? ¿Considera que vivimos en una sociedad machista?

Categorías Sexo de Hombres Mujeres respuesta

Total

78,3

87,0

82,7

No

21,0

2,4

16,6

NS/NR

0,7

0,7

0,7

Total

100,0

100,0

100,0

84,6

93,9

89,3

No

13,5

4,6

9,0

NS/NR

1,9

1,5

1,7

Total

100,0

100,0

100,0

O. C. P: Los resultados de esta encuesta hacen evidente que la percepción de las mujeres sobre la discriminación es bastante distinta que la de los varones, así como sobre las oportunidades laborales y de participación en la política. Hay mucho por trabajar pero también por reflexionar, tanto varones como mujeres, sobre nuestros derechos y deberes. Las mujeres

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vamos asumiendo más roles y creo que las nuevas generaciones sentimos que debemos demostrar que podemos hacerlo todo y con éxito. Creo que empezamos el siglo veintiuno con un ejército de mujeres maravilla o que intentan serlo por competir con los varones. Donde incluso nos planteamos debates existenciales sobre lo que debe ser prioritario en nuestras vidas, donde incluso llegamos a poner en una balanza nuestro rol en el trabajo y nuestro rol en la familia. Aún hay mucho por recorrer y debemos ir juntos construyendo este cambio. R. B. G: Sin duda. Creo que estos tiempos son de reacomodo de roles, y serán reformas de largo aliento y de cambios lentos. Pero por justicia, por economía, por educación, o por lo que sea, todos debemos apoyar y participar de esto, porque a largo plazo ganamos todos. Ganan nuestras familias y gana nuestra sociedad. En esta tarea los varones tenemos una gran responsabilidad. Pero estos cambios tampoco son sencillos para nosotros, por eso pido a las mujeres que entiendan que esta revolución muchas veces es más grande para nosotros que para ustedes.


**20.00**

4338 9600 1234 5678



Viento en popa

Ve r ó n i c a

Z a v a l a

L o m b a r d i

¿En qué oficio la pondría? Algunas ideas para alcanzar mayor justicia en el empleo femenino La igualdad de género es un tema que me atañe, me interesa y con el cual en distintos momentos de mi vida he buscado contribuir. Debo dejar claro que este no es, ni pretende ser, un artículo académico, sino una reflexión más bien personal aunque informada sobre la incorporación de las mujeres al mundo laboral. Soy consciente de que este es un tema en el cual se ha avanzado positivamente pero, definitivamente, no con la velocidad necesaria ni con la contundencia que el discurso igualitario –que hoy es también mayoritario– habría sugerido.

BRÚJULA Nº 25

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Una de las preocupaciones de sociedades como la peruana es, y está bien que así sea, encontrar un mejor equilibrio entre hombres y mujeres en materia de acceso a oportunidades. Pienso que sobre esto nos preocupamos algo menos de lo que deberíamos pero, sobre todo, nos “ocupamos” mucho menos de lo que deberíamos. La brecha entre lo que nos preocupa y lo que no nos ocupa –la diferencia entre lo que asumimos en el discurso y lo que hacemos en la práctica– parece difícil de entender pero ahí está y es responsabilidad de todos: de la clase política, del sector privado, de la escuela, de los medios de comunicación, etc. La desigualdad en números: las mujeres acceden menos al mundo laboral y sus retribuciones son menores que las de los hombres Recientemente Hugo Ñopo, especialista en educación del Banco

« La desigualdad en

números: las mujeres acceden menos al mundo laboral y sus retribuciones son menores que las de los hombres. »

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Interamericano de Desarrollo (BID), ha publicado el libro Nuevo siglo, viejas disparidades, sobre brechas en ingresos de mujeres y grupos étnicos en América Latina y el Caribe, cuyas reveladoras cifras nos permiten centrar el argumento y dimensionar el problema. Sobre el primer punto –cantidad de empleo– resulta que tres quintos de los empleos en América Latina los tienen los varones. La buena noticia es que esa es una brecha que se viene acortando a lo largo de toda nuestra región y en Perú en particular también. Hoy, dos de cada tres mujeres está trabajando o buscando trabajo. Hugo Ñopo apunta que el empleo en los hombres se ha mantenido estable, en tanto que el empleo de las mujeres viene creciendo. Ello coincide con el hecho de que las mujeres se demoran más en tener hijos y que la tasa de natalidad tiene una tendencia decreciente. Esto, a su vez, tiene relación con que el grupo que más ha incrementado su pertenencia (o vocación de pertenencia) a la PEA es el de las mujeres casadas sin hijos. Este es un tema muy relevante al que volveré luego, en el sentido de que si bien más mujeres trabajan y contribuyen con el hogar, ello no ha ido acompañado en la misma medida con una mayor responsabilidad de los padres en las labores de la casa. El segundo tema es la remuneración del empleo. Un dato que sale de la encuesta de hogares de Perú (ENAHO) analizada por Ñopo es que la brecha en salarios entre hombres y mujeres es


mayor al 20%. Si a esto le sumamos que las mujeres tienen mayor escolaridad que los hombres, tenemos una brecha aún mayor que lo que nos dice es que, haciendo un mismo trabajo, un hombre gana más que una mujer y, asimismo, que para acceder a ese empleo la mujer tuvo que estudiar más. La brecha existe en todos los tipos de empleo, pero cabe anotar que es mayor en los sectores más pobres y en los sectores informales. De alguna manera, la mujer de menores recursos queda más expuesta a situaciones de mayor injusticia. En cuanto a edades, cuando la mujer tiene más de 30 años la brecha se agranda, reflejando lo que la sociedad piensa; por ejemplo: que la madre tiene la responsabilidad de cuidar a los hijos y el hogar y, por tanto, no tendrá la cabeza puesta en el empleo, y en el peor de los casos cuando estamos ante esas mujeres pobres y jefas de hogar porque su necesidad es tal que están dispuestas a trabajar por el salario que sea. El tercer punto es que la escalera de ascenso no acepta tacones: a las mujeres les cuesta mucho más ascender en los empleos. En la parte baja de la pirámide de empleos se aprecia claramente una identificación de empleos de “hombres” y de “mujeres”: más hombres en el rubro construcción y más mujeres en temas de salud, más hombres en minería y más mujeres en hoteles y restaurantes. Y una vez que se comienza a ascender, los puestos se reparten también de manera distinta. La misma encuesta de ENAHO comenta

BRÚJULA Nº 25

« La escalera de

ascenso no acepta tacones: a las mujeres les cuesta mucho más ascender en los empleos. »

que hay 60% más hombres en puestos de dirección y alta gerencia que mujeres. Este no es un tema exclusivo del sector privado. En el Estado hay una población femenina muy importante. Sin embargo, a pesar de los discursos y de algún esfuerzo temporal, a nivel de ministros y viceministros las mujeres desaparecen. Yo tuve la suerte de pertenecer a un gabinete en el que éramos seis ministras de un total de 15 carteras existentes en ese momento, si excluimos el premierato. Pero luego, en el propio gobierno de Alan García, este número disminuyó a un ratio estable de 3-4 mujeres por gabinete. En este gobierno, el segundo gabinete tuvo seis mujeres y con el ingreso reciente de la ministra de Trabajo nos acercamos a una paridad que es importante, pero que aún no es estable. Y digo que no es estable porque los puestos de viceministros y directores generales tienen todavía mayorías masculinas.

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Lo mismo ocurre en los organismos internacionales donde hay paridad de género si uno analiza el ingreso de personal, pero a nivel de mayor responsabilidad la participación femenina se vuelve menos frecuente. En el caso del BID en particular, donde me desempeño y participo del Consejo Asesor de Diversidad e Inclusión, la población en los cargos profesionales de menor responsabilidad es paritaria, pero a nivel de especialistas líderes la participación de mujeres está por debajo de 30%, y en el nivel gerencial debajo de 25%. Esto ocurre en una organización cuyos gobernadores –es decir los ministros de Hacienda de todos sus estados miembros, prestatarios y no prestatarios– acordaron una meta cuantitativa de incrementar el número de mujeres en cargos de mayor responsabilidad a 40%; es decir, que tiene todas las ganas de promover a la mujer, aunque como comentaré más adelante esto no es fácil. La desigualdad está mal y además es ineficiente Cuando se habla de trabajar en la igualdad de género hay un acuerdo a nivel conceptual y de derechos: a (casi) nadie le parece bien discriminar a la mujer solo por serlo, (casi) todos creen que la mujer debe tener derechos iguales que los hombres y por tanto igual acceso a educación, empleo, etc. Es un tema de respeto, justicia y equidad que vamos aprendiendo como sociedad. Entonces, no discriminar a la mujer es “correcto”. He puesto el tema

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« Cuando se habla

de trabajar en la igualdad de género hay un acuerdo a nivel conceptual y de derechos: a (casi) nadie le parece bien discriminar a la mujer solo por serlo... »

en negativo, “no discriminar”, porque una cosa es la conducta pasiva de no hacer el mal, y otra distinta la conducta activa de “hacer el bien”. Respecto de esta segunda, pienso que hay una mayoría, aunque no tan contundente, que considera que “hacer” algo para que la mujer acceda a mejor empleo, salario y, por tanto, calidad de vida, es algo que la sociedad o la empresa deben hacer, así en lo abstracto. Pero el siguiente paso, el “qué hacer” nos encuentra mucho más divididos y por allí están las explicaciones de por qué los números no acompañan el discurso igualitario. Queda claro que incluir a la mujer en el mundo laboral es lo “correcto”; eso está en textos que van desde la Constitución y las leyes laborales a las misiones organizacionales de las empresas, y entendería que ello incluye la progresión laboral porque sería imposible entender primero que es “correcto” incluir a


mujeres, para luego frustrarlas privándolas de una carrera gratificante y competitiva. Lo que sí es más novedoso –y menos intuitivo para algunos– es la evidencia empírica de que la inclusión de la mujer y su promoción es también eficiente. Desde el punto de vista social, el tema es relativamente fácil: la sociedad invierte en educar a las niñas; lo lógico es que esta inversión produzca lo más posible. Visto de otro modo, dado que el talento está repartido de manera pareja –hombres y mujeres tienen la misma distribución de CI– y dado que se ha cultivado de igual manera dicho talento en la escuela y cada vez más en la universidad, no reclutar mujeres en un contexto de crecimiento sería absurdo. Ello es cierto allí donde hay empleo pleno, y en el mundo empresarial también lo es a nivel gerencial. Si bien no tengo datos estadísticos completos sobre la magnitud de la escasez de gerentes, el incremento en los sueldos de estos en el

« Lo que sí es más

novedoso –y menos intuitivo para algunos– es la evidencia empírica de que la inclusión de la mujer y su promoción es también eficiente. »

BRÚJULA Nº 25

último lustro es sustantivo y la explicación viene por el lado de que no hay suficientes. En el nivel de la empresa, reclutar y promover con equilibrio de género es lo inteligente, lo eficiente. Cuando me tocó contribuir al diseño de la estrategia de diversidad e inclusión en el BID nos topamos con unos datos que son muy reveladores: el desempeño financiero de las empresas (medido por precio de la acción cotizada en bolsa y otras métricas “duras”) cuyos directorios tienen diversidad de género frente a las que tenían monopolio masculino fue superior en 26% anual, habiéndose estudiado los resultados de las empresas en un período de seis años. A nivel de órganos corporativos, este es un dato consistente entre distintos estudios de consultoras de prestigio. Un estudio de la reconocida firma de consultoría McKinsey encontró que las empresas con más de tres directoras en su consejo directivo tenían mejores resultados en términos de ventas y de desempeño financiero que las que tenían monopolio de hombres. En el caso de América Latina, y de Perú en particular, el ingreso de la mujer al mundo laboral se está dando con fuerza y esto explica en parte el crecimiento económico: teníamos un recurso subutilizado que se ha incorporado o reincorporado sin generar costos a los empleadores. Este fenómeno viene haciendo que haya más decisiones de consumo hechas por mujeres. Globalmente, la mayor cantidad de estas decisiones es hecha por mujeres. Por ello

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no es de extrañar que las empresas con mayor participación de mujeres en las decisiones sean las que tienen mejores ventas. Desde la perspectiva de la innovación, tener una fuerza laboral diversa –lo que implica que sea balanceada en términos de género, raza, cultura, edades– también aporta a la gestión empresarial eficiente. Esto que es intuitivamente fácil de entender es algo que también tiene estudios que lo sustentan. Siendo que hay consenso en que la discriminación por género es incorrecta y habiendo datos claros y estudios consistentes que sostienen que la inclusión y promoción de la mujer es productiva y eficiente, queda por resolver el porqué de la lentitud con que las mujeres se incorporan y progresan en el mundo laboral, tanto a nivel del sector público como del privado.

« Si las niñas no

conocen ejemplos femeninos de alcaldesas, doctoras, ingenieras y astronautas es difícil que piensen que ellas también pueden serlo. »

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¿En qué oficio la pondría? Roles, estereotipos y prejuicios implícitos Estoy convencida de que la lentitud de los cambios deseables y eficientes para incluir a las mujeres cada vez mejor educadas en la fuerza laboral y hacer que tengan acceso a las mismas oportunidades que los hombres no es un tema de maldad masculina. Genuinamente, la mayoría de los colegas con los que he tratado el tema –mujeres y hombres– quisiera ver cambios más rápidos, quisiera que sus equipos fueran más innovadores, mejores vendedores, que sus hijas tuvieran las mismas oportunidades que sus hijos, etc. Pero eso no ha sido suficiente porque la solución al problema tiene que ver con estereotipos arraigados, con roles para cada género que perpetuamos en la casa y en la escuela, y porque aún muchos de los que estamos comprometidos con aportar a eliminar la discriminación tenemos lo que se llaman “prejuicios implícitos”. Un primer elemento es la visibilización: si las niñas no conocen ejemplos femeninos de alcaldesas, doctoras, ingenieras y astronautas es difícil que piensen que ellas también pueden serlo. En una de estas discusiones sobre el tema, un colega finlandés comentaba que a un grupo de niños de su país se les había hecho la pregunta tradicional: “¿qué quieres ser cuando seas grande?” y a un niño se le preguntó si no querría ser presidente. El niño miró al adulto con incredulidad y le dijo lo que para él era una verdad inmutable: “Presidenta es un oficio para


las mujeres”. No es una respuesta loca si eso es todo lo que había conocido en su vida, en un país en que por doce años la presidencia la ejerció Tarja Halonen. Lo terrible con la falta de visibilización de la mujer es que tiene efectos en lo que pasará en las próximas generaciones. La relativa invisibilización de minorías, de mujeres, de discapacitados en libros, en películas, en textos escolares o en las noticias tiene efectos inerciales que demoran el cambio hacia una sociedad más equitativa y paritaria. Para promover y visibilizar a la mujer necesitamos “cambiar de chip”. La creatividad para cambiar estereotipos y visibilizar a mujeres y minorías en otros países ha hecho maravillas: se me vienen a la mente las novelas en Brasil que pioneramente pusieron a madres en directorios empresariales, personas de ascendencia africana en posiciones de poder y parejas gay como baluartes de estabilidad familiar. Todos los países desarrollados han puesto atención a lo que imprimen en sus textos escolares para asegurarse de que los valores de igualdad se vean reflejados. En esto la evidencia incluida en el libro de Hugo Ñopo muestra que, lamentablemente, los textos educativos del Perú están rezagados pues presentan a más hombres que mujeres –lo que no es coherente con la realidad demográfica–amén de perpetuar a las mujeres en roles tradicionales. La visibilización es importante para definir qué es lo que los niños(as) y jóvenes piensan que pueden ser de grandes; pero

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« La visibilización es

importante para definir qué es lo que los niños(as) y jóvenes piensan que pueden ser de grandes. »

hace falta más. Aun los adultos conscientes tenemos modelos de género y los tenemos a pesar de nuestros valores para cuando votamos por alguien o contratamos a alguien. No me parece casualidad que, con posterioridad a la decisión del presidente Bill Clinton de designar a Madeleine Albright como secretaria de Estado, hayamos visto cancilleres mujeres en muchos otros países y que dos de sus tres sucesoras lo hayan sido. De igual manera vemos que luego de que se “impone” a través de una ley de cuotas la participación política de la mujer hay una natural evolución a elegir mujeres, incluso cuando se elimina la mencionada ley. Otro elemento importante, intrínsecamente relacionado con la visibilización pero con manifestaciones distintas, son los estereotipos de género. Aun cuando creemos que las mujeres sí pueden desempeñarse laboralmente

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« Aún cuando

creemos que las mujeres sí pueden desempeñarse laboralmente igual que los hombres, sentimos que la responsabilidad del hogar o de los niños es solo, o principalmente, de ellas. »

igual que los hombres, sentimos que la responsabilidad del hogar o de los niños es solo, o principalmente, de ellas. De un lado tenemos que cuando ambos padres no están juntos, en nueve de cada diez casos los niños están con la madre. Como comentamos antes, esto hace que la madre tenga que aceptar trabajos más flexibles, más informales, con menos proyección de carrera y con remuneraciones menos competitivas. Cuando ambos padres están juntos la responsabilidad principal por la casa y los niños sigue siendo de la mujer. Esto, lo sabemos todos, no es culpa de los varones, las mujeres también creemos, consciente o inconscientemente, que estamos mejor capacitadas para esas tareas. A eso hay que sumar las leyes para “ayudar” a la mujer a cumplir con

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su rol estereotípico que, lejos de ayudar, hace que las diferencias se agranden. Los países desarrollados con fuerzas laborales importantes a lo largo de toda la escalera laboral tienen leyes de descanso posnatal que reflejan que ambos padres tienen responsabilidad cuando llegan los hijos. A su vez, esta conducta hace que el ejemplo de lo que debe hacer la generación siguiente esté influenciado por el hecho de que son los hombres los que tienen el empleo más serio e importante mientras que las mujeres trabajan a tiempo parcial, de manera informal o en puestos de menor responsabilidad. Otro elemento fundamental tiene que ver con los prejuicios implícitos. Aun aquellos con valores igualitarios tienen a veces sesgos que no controlan. El test que uno se puede auto-aplicar vía Internet en implicit.harvard.edu es revelador. En mi caso, el test mostró que si bien yo considero a mujeres y hombres similarmente aptos laboralmente, al mismo tiempo creo que la mujer está mejor capacitada para las responsabilidades del hogar. Estos prejuicios implícitos se pusieron de manifiesto en el caso – muy documentado– de la participación femenina en las orquestas sinfónicas en Estados Unidos. El hecho es que, para evitar favoritismos de cualquier tipo en las contrataciones, las orquestas sinfónicas decidieron poner cortinas para ocultar a los candidatos durante las audiciones; práctica que se inició en las principales orquestas en los setenta. Como fruto


de este procedimiento la participación de la mujer subió de menos de 5% a más de 25%, y las probabilidades de ser contratada subieron en 50%. En el caso de los músicos-jurado probablemente tenían una “imagen” del músico perfecto –que seguro no vestía falda sino frac– que les llegó a distorsionar incluso el oído. De manera similar a la cortina en el caso de los músicos, las organizaciones que quieren ser mas incluyentes –y eficientes– están buscando eliminar sus sesgos implícitos, lo que puede pasar por eliminar el nombre, la edad, el centro de estudios de origen y el requerimiento de fotos en las solicitudes de empleo hasta muy avanzado el proceso de selección de personal. Algunas ideas para avanzar más rápido Como vemos, aún hay mucho que hacer para avanzar en la igualdad de género y quisiera comentar algunas ideas que han demostrado tener impacto. La mayor responsabilidad que asume la mujer en el cuidado de los niños, de la casa y cada vez más de los adultos mayores, limita su incorporación y promoción en el empleo. Medidas que ayudan a mitigar este desbalance tienen que tratar igual a hombres y mujeres, de lo contrario veremos efectos no solo no deseados sino acrecentadores de la diferencia. Entre este tipo de medidas destacan la flexibilidad en el trabajo (trabajo a distintas horas, trabajo desde la casa) y los días de descanso posnacimiento para los padres.

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« La mayor

responsabilidad que asume la mujer en el cuidado de los niños, de la casa y cada vez más de los adultos mayores, limita su incorporación y promoción en el empleo. »

Otra área de acción, tanto desde lo privado como a nivel de políticas públicas, es la promoción de centros para el cuidado de los niños como los Wawa Wasis, que permitan que la madre pueda tener un empleo con horario a tiemplo completo, lo cual implica que accederá a empleos más estables y probablemente con mejores salarios. Desde la perspectiva cultural-social hay una labor principal para el Ministerio de Educación: asegurarse de que los libros con que se enseña tengan imágenes y textos acordes con valores igualitarios. Además del Estado hay espacio para que a nivel de la creación cultural –desde las novelas hasta las películas, pasando por los libros– se visibilice más a la mujer. Con lo habladoras que supuestamente somos las mujeres parece irónica la estadística de Melissa Silverstein (Indiewire) que muestra que las actrices de películas solo tienen el 32% de los roles hablados.

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En el ámbito laboral, hay mucho que hacer para contratar talento femenino en las empresas e instituciones. Un buen punto de partida son prácticas de procesamiento de los currículos que eliminen información irrelevante al puesto al inicio del proceso. También es positivo implementar paneles de selección con igualdad de género, que son un mitigador de los prejuicios explícitos. Sin embargo para que la institución sea realmente incluyente, es necesario que haya un compromiso desde la alta gerencia. En

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ese sentido, las mujeres que hemos tenido la suerte de avanzar en el mundo profesional tenemos una responsabilidad. Esta responsabilidad se puede materializar de distintas maneras, pero una muy importante es haciendo de mentoras, ayudando a las generaciones siguientes a aprovechar mejor los espacios. De lo contrario se corre el riesgo que anuncia Madeleine Albright de “terminar en un sitio especial en el infierno reservado a las mujeres que no ayudan a otras mujeres”.


C l a u d i a

R o s a s

L a u r o

Las mujeres en la historia y la historia de las mujeres Durante las últimas décadas del siglo veinte, la temática sobre la mujer adquirió gran importancia en todos los campos del conocimiento, lo que se debió no a una moda pasajera sino a transformaciones sociales y culturales muy profundas que se dieron a nivel mundial y que obligaron a plantear el tema para la comprensión de la participación de las mujeres en los procesos históricos y su condición en el presente1. El campo de la historia no fue ajeno a estos cambios; por el contrario, fue allí donde se buscaron los orígenes o las explicaciones últimas de una serie de fenómenos vinculados con la evolución de la condición femenina para entender el rol protagónico de la mujer en la sociedad, su progresiva incorporación en los ámbitos laboral, político y científico, y su lucha para obtener derechos y alcanzar la igualdad.

1 Véase Hobsbawm, Eric. Historia del siglo XX. Barcelona: Crítica, 2006.

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El cuestionamiento de la llamada historia positivista o tradicional, con la consiguiente irrupción de novedosos temas y nuevos campos, significó no solo un gran avance hacia la interdisciplinariedad, sino también una verdadera democratización de la historia, pues en adelante todos podían ser protagonistas en el discurso histórico y ese “todos” incluía también a las mujeres2. Es así como la historia de las mujeres y, más tarde, los estudios de género3 empezaron a cobrar vida y a tomar forma dentro del quehacer del historiador, y la mujer se convirtió en una de las preocupaciones por considerar en el análisis histórico. En este sentido, se trata de uno de los temas de gran interés en la actualidad y uno de los campos del conocimiento que más se ha estado desarrollando a nivel mundial a fines del siglo veinte e inicios del veintiuno. Por ello el objetivo de este artículo es explicar –a manera de síntesis– la trayectoria de la historia de las mujeres partiendo de la idea de que el pasado permite comprender el presente y, al mismo tiempo, mostrar cómo la construcción de una historia del país donde tengan cabida las mujeres es importante en la formación integral de mujeres –y hombres también– del siglo veintiuno.

La historia de las mujeres en la escena historiográfica La historiografía positivista de fines del siglo diecinueve e inicios del veinte resaltaba la gesta heroica masculina porque privilegiaba la historia política, militar e institucional en pos de la objetividad científica. En ese discurso histórico los protagonistas principales eran los hombres, y no cualquier tipo de hombre. Se trataba de los “grandes hombres”, artífices de la vida política y militar de sus sociedades, así como los principales gestores del devenir histórico. Evidentemente, las mujeres resultaban invisibilizadas en esta perspectiva histórica. La revolución historiográfica que se produjo en Francia en la década de 1930, en torno a la llamada Escuela de los Annales, significó la ampliación del campo de estudio de la historia a lo social y lo económico, abarcando otras fuentes, renovados métodos y distintas áreas. Este nuevo paradigma historiográfico llevó a transformaciones que más adelante darían como resultado un terreno fértil para el desarrollo de campos como el de la historia de las mujeres. No hay que olvidar que la historiografía marxista también colaboró con esta toma de conciencia.

2 Véase un esbozo del panorama historiográfico 2 actual Véase un del panorama historiográfico en esbozo Peter Burke. “Obertura: la nueva actual en Peter Burke. “Obertura: la nueva historia, su pasado Burke, ed. historia,y su futuro”, pasado en y Peter su futuro”, en Formas Peter de hacer historia. Madrid: Alianza, 1993, pp. 11-37. Burke, ed. Formas de hacer historia. Madrid: 3 Perrot, Michel. ¿Es posible una historia de mujeres? Lima: Flora Tristán, 1988.; Pérotin-Dumon, Alianza, Anne. El 1993, géneropp. en 11-37. la historia. París, 2001; Navarro, Marysa y Catherine Stimpson, comps. ¿Qué son 3 los Perrot, Michel. ¿Es posible historia estudios de mujeres? México:una Fondo de Cultura Económica, 1999.

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de mujeres? Lima: Flora Tristán, 1988.; Pérotin-Dumon, Anne. El género en la historia. París, 2001; Navarro, Marysa y Catherine Stimpson, comps. ¿Qué son los estudios de mujeres? México: Fondo de Cultura Económica, 1999.


La democratización de la historia significó la irrupción de un nuevo sujeto: la mujer. Junto con otros actores de la historia como los niños, los enfermos, los pobres o los delincuentes las mujeres hicieron su aparición en la escena historiográfica. Cabe señalar que inicialmente se hizo referencia a la mujer en general, sin embargo esta expresión rápidamente empezó a ser cuestionada. De la mujer en abstracto se pasó a las mujeres de carne y hueso de todos los sectores sociales, de diversos orígenes étnicos y diferentes generaciones. De esta manera, el carácter heterogéneo de este grupo se hizo evidente. Una muy buena muestra de historia de las mujeres es el proyecto que llevaron adelante Michelle Perrot y Georges Duby, que reunió a alrededor de cien especialistas en varios volúmenes, para ofrecer una visión de la evolución de las mujeres en “la larga duración”, de acuerdo con la expresión del historiador francés Fernand Braudel4, que se iniciaba en la antigüedad clásica y llegaba hasta nuestros días. Este resultó siendo el modelo para otras obras colectivas y es un ejemplo por seguir que bien podría realizarse para nuestro país. Sin embargo, y a todas luces, fue el movimiento feminista el que colaboró enormemente con la toma de conciencia acerca de la situación de la mujer y llevó a la politización del problema. A grandes rasgos, la denuncia de la sociedad patriarcal

« De la mujer en

abstracto se pasó a las mujeres de carne y hueso de todos los sectores sociales, de diversos orígenes étnicos y diferentes generaciones. »

y la victimización de las mujeres fueron, inicialmente, los ejes de la protesta por los derechos de las mujeres. Justamente el hecho de que la historia de las mujeres fuese el fruto del movimiento de mujeres llevó a posiciones críticas o resistencias frente a este campo de estudio, que a la fecha debieran ser superadas. Esto contrasta con lo que se ha dado en otras áreas como la historia de la infancia o la historia de los jóvenes, donde no hay detractores por considerarse que no representa un problema estudiar a estos sujetos históricos. Ahora veamos cómo la historiografía evoluciona y se pasa de la historia de las mujeres a la historia de género. De la historia de las mujeres a la historia de género En los años ochenta se produjo un cambio importante en el enfoque del problema, al introducirse el concepto de

4 4 Un Un caso caso representativo representativode deesta estatendencia tendenciaes el esfuerzo colectivo dirigido por Georges Duby y Michelle Perrot,colectivo directores. Historiapor de Georges las mujeres. Madrid: Taurus, 1993. es el esfuerzo dirigido Duby y Michelle Perrot, directores. Historia de las mujeres. Madrid: Taurus, 1993. BRÚJULA Nº 25

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género en los estudios sobre historia de las mujeres. El género apareció como una categoría neutral diferente de sexo, palabra que tenía una fuerte connotación biológica o física. Se trataba de un término usado para teorizar la diferencia sexual que surgió en las ciencias sociales y se aplicó a la historia para estudiar la construcción sociocultural de los géneros masculino y femenino a lo largo del tiempo histórico. El género como categoría de análisis histórico resultaba útil porque permitía complejizar nuestra comprensión de la organización social al introducir un nuevo criterio de diferenciación, y hacía posible estudiar a hombres y mujeres de forma interrelacionada5. Esta categoría tiene un carácter relacional, pues los géneros masculino y femenino se entienden en relación. La concepción y rol de las mujeres se establece en relación a los hombres y, a su vez, la concepción y rol de los hombres se construyen diferenciándolos de las mujeres. Esto se vincula no solo a roles, funciones y espacios, sino también a la construcción de identidades, la masculinidad y la femineidad. En este sentido, la historia de género no es solo historia de las mujeres, sino también de los hombres. Cabe señalar que estos últimos 5

« El género como categoría

de análisis histórico resultaba útil porque permitía complejizar nuestra comprensión de la organización social al introducir un nuevo criterio de diferenciación, y hacía posible estudiar a hombres y mujeres de forma interrelacionada. »

no han gozado de mucha atención por parte de la historiografía. Además, el género es extensivo a la cuestión de las diferencias y, en ese sentido, se le debe cruzar con otras categorías de análisis social como raza, etnia, estatus, clase, generación, entre otras6. Otro elemento importante para la comprensión de las relaciones de género es el poder. En el caso de la disciplina histórica, la propuesta teórica de Joan Scott se ha

Scott, Joan. Algunas reflexiones sobre S. el Amelang tema las ofrecen Joan.“El “Elgénero: género:una unacategoría categoríaútil útilpara para el6 análisis histórico”. En: James y Mary el análisis En: James S. Amelang Verena Stolcke. “Sexo es a género lo que raza Nash, eds. histórico”. Historia y género: las mujeres en layEuropa moderna y contemporánea. Valencia: Alfons el Mary Nash, 1990, eds. Historia y género: las mujeres es a etnicidad”. En: Márgenes, Año V, Nº 9. Magnanim, pp. 23-56. la Europa moderna 1992; y Marfil “Género, clase 6 en Algunas reflexiones sobre yel contemporánea. tema las ofrecen VerenaLima, Stolcke. “Sexo es aFrancke. género lo que raza es ay Valencia: el Magnanim, 23etnia:Francke. la trenza“Género, de la dominación”. En: la Tiempos etnicidad”.Alfons En: Márgenes, Año V,1990, Nº 9. pp. Lima, 1992; y Marfil clase y etnia: trenza 56. de ira 1990, y amor. Lima: Desco, 1990, pp. 77-106. de la dominación”. En: Tiempos de ira y amor. Lima: Desco, pp. 77-106.

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« Otro elemento

importante para la comprensión de las relaciones de género es el poder. »

convertido en el texto de cabecera de quienes se dedican a la historiografía de género7. Para Scott, el género es un sistema de organización social que regula las relaciones entre sexos a partir de formas primarias de relaciones significantes de poder. Dicha organización social está ordenada sobre la base de una construcción cultural que atribuye determinados roles, funciones y espacios al sujeto social, de acuerdo al sexo al que pertenezca. Esta construcción simbólica estructura relaciones de poder sobre la base de valoraciones dominantes y prestigiosas vinculadas al género. Es decir que en la categoría de género se cruzan variables que llevan a legitimar el estatus de determinados grupos en función de

los roles que les son atribuidos y del comportamiento social que practican. De lo expuesto, vemos que se está aplicando la categoría de género a la historia; sin embargo, no se ha dejado de hacer historia de las mujeres. Agentes de su propia historia. Las mujeres en los procesos históricos peruanos En el caso de la historia del Perú, si bien en las últimas décadas han aparecido estudios sobre esta temática, se han concentrado en ciertos aspectos y determinados períodos, por lo que todavía tenemos mucho por investigar. Para citar algunos ejemplos, que distan de ser un panorama de los estudios sobre historia de las mujeres, pero que nos dan una idea de lo que se está investigando, tenemos el trabajo de Sara Beatriz Guardia, quien ofrece un panorama general de las mujeres en la historia nacional8, o los estudios compilados por Scarlett O’Phelan y Margarita Zegarra para América Latina en los siglos dieciocho al veintiuno9. Por otra parte, se ha estudiado la construcción sociocultural de la maternidad partiendo de los trabajos sobre

8 Guardia, Sara Beatriz. Mujeres peruanas. El 7 Scott, Joan. “Historia de las mujeres”. En: 7 Scott, Joan. “Historia de las mujeres”. En: Peter Burke, otro ed. Formas hacer historia. Alianza, lado dede la historia. Lima: Madrid: CEMHAL, 1986. Peter Burke, ed. Formas de hacer historia. 1996, pp. 59-88. 9 O’Phelan, Scarlett y Margarita Zegarra, eds. Madrid: Alianza, 1996, pp. 59-88. familia y sociedad en1986. la historia de 8 Guardia, Sara Beatriz. Mujeres peruanas. El otro lado Mujeres, de la historia. Lima: CEMHAL, América Latina, siglos XVIII-XXI. Lima: Instituto 9 O’Phelan, Scarlett y Margarita Zegarra, eds. Mujeres, familia y sociedad en la historia de América Riva-Agüero / Instituto Francés de Estudios Latina, siglos XVIII-XXI. Lima: Instituto Riva-Agüero / Instituto Francés de Estudios Andinos / Centro de Andinos / Centro de Documentación de la Documentación de la Mujer, 2006. Mujer, 2006.

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Europa10, para explicar el proceso en el Perú del siglo dieciocho, como muestran las investigaciones de Claudia Rosas, y para fines del siglo diecinueve e inicios del veinte, como en el caso de María Emma Mannarelli11. Asimismo está el libro de Francesca Denegri, que estudia la aparición, la consolidación y el ocaso de la primera generación de mujeres ilustradas en el Perú12, en torno de las cuales se ha trabajado con intensidad, como muestra el aporte de Ismael Pinto sobre la literata Mercedes Cabello de Carbonera13. Por su parte, Alicia del Águila analiza los cambios en la lógica de los espacios público y privado, así como la conceptualización del cuerpo femenino y masculino en lugares como los salones, las alcobas, los baños, entre otros14. Estas pinceladas muestran la variedad de enfoques y aproximaciones al tema, que van de la historia de las mujeres al uso del concepto de género como categoría de análisis. Sin embargo, los avances de

« Los avances de la

investigación no se traducen a nivel de la formación escolar, de tal manera que el presente tan activo de las mujeres choca con su ausencia en el pasado. »

la investigación no se traducen a nivel de la formación escolar, de tal manera que el presente tan activo de las mujeres choca con su ausencia en el pasado, en la historia oficial; tanto así que su papel puede llegar a ser invisibilizado e, incluso, poco valorado. En general, la enseñanza de la historia del Perú a nivel escolar, tradicionalmente se refirió a las mujeres a través de casos de damas ilustres de nuestra historia como

10 Badinter, Badinter,Elizabeth. Elizabeth.L’amour L’amourenenplus. plus. Histoire 10 Histoire de l’amour maternel, XVIIe XXe siècle. París: Flammarion, de l’amour maternel, XVIIe XXe siècle. París: 1980. 1980. véase Rosas Lauro, Claudia. “Madre solo hay una. Ilustración, maternidad y 11 Flammarion, Para el caso peruano 11 medicina Para el caso Rosas En: Lauro, en el peruano Perú del véase siglo XVIII”. Anuario de Estudios Americanos Nº 61/1 (enero-junio), Claudia. “Madre solo hay una. Ilustración, Sevilla, 2004, pp. 103-138; y Mannarelli, María Emma. Limpias y modernas. Género, higiene y maternidad medicina en el PerúLima: del siglo cultura en la yLima del Novecientos. Flora Tristán, 2000. XVIII”. En: Anuario de Estudios Americanos 12 Denegri, Francesca. El abanico y la cigarrera: la primera generación de mujeres ilustradas en el Perú. Nº 61/1 (enero-junio), Sevilla, 2004, pp. 103Lima: Instituto de Estudios Peruanos / Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, 1996. 138; y Mannarelli, María Emma. Limpias y 13 Pinto, Ismael. Sin perdón olvido. modernas. Género, higieney ysin cultura en la Lima del Novecientos. Lima: Flora Tristán, 14 Del Águila, Alicia. Los velos y las pieles.2000. Cuerpo, género y reordenamiento social en el Perú republicano. 12 Lima: Denegri, Francesca. El abanico y la cigarrera: Instituto de Estudios Peruanos, 2003. la primera generación de mujeres ilustradas en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos / Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, 42 1996. 13 Pinto, Ismael. Sin perdón y sin olvido. Mercedes Cabello de Carbonera y su mundo. Biografía. Lima: USMP, 2003.


Santa Rosa de Lima; la Perricholi, la artista y famosa amante del virrey Amat; Micaela Bastidas, esposa del líder Túpac Amaru II y conocida por su activa participación en la rebelión de 1780; o Francisca Zubiaga, llamada la Mariscala, esposa del caudillo Agustín Gamarra y a quien se le atribuyen dotes masculinas. Estas mujeres, que en muchos casos se distinguían por su relación con un destacado personaje masculino, correspondían a los modelos de santa, mujer de mala vida, revolucionaria o mujer macho respectivamente. También son mencionadas Flora Tristán, Clorinda Matto de Turner o Mercedes Cabello, las literatas. Sin embargo, y más allá de las biografías, el papel de las mujeres de todos los tiempos no se veía reflejado en el proceso histórico nacional y estas se encontraban al margen de la historia oficial. A manera de reflexión final En las últimas décadas, la historia de las mujeres y los estudios de género se han convertido en una perspectiva de análisis fundamental en las ciencias

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sociales y humanas. ¿Por qué es importante volver nuestra mirada a la historia de las mujeres? Lo que sucede es que dependiendo de cómo construyamos un discurso histórico que incluya a las mujeres peruanas, estas serán formadas como mujeres del siglo veintiuno, lo cual nos va a permitir pasar del conocimiento al reconocimiento. A esto se suma el hecho de que los grandes cambios que se han venido produciendo en la situación de las mujeres en la actualidad deben estar acompañados de transformaciones en el conocimiento y la enseñanza de la historia, donde se traduzcan estos procesos. Y esto se relaciona también con la contribución que se hace a la construcción de una identidad nacional donde todos se vean representados, incluso las mujeres. Se trata entonces de la construcción de una historia inclusiva que permita comprender cómo las mujeres han sido agentes de su propia historia en el pasado y son agentes de su propia vida en el presente.

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F a b i o l a

L e ó n -Ve l a r d e

S .

La mujer y el desarrollo científico. Una mirada desde la universidad Las mujeres constituyen cerca de la mitad de la población mundial; sin embargo, habitualmente se observa desigualdad de condiciones de empleo, y aún más en posiciones de influencia y liderazgo. En gran parte del mundo percibimos disparidad de género en cuanto a la participación de la mujer en la fuerza laboral y en el desarrollo profesional. Uno de los campos donde la mujer se encuentra particularmente ausente es en el de la ciencia, tecnología e innovación (CTI).

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Si le damos una mirada a la población económicamente activa (PEA) en general, vemos que la mujer peruana representa un porcentaje menor de esta, tanto a nivel urbano (62,7% vs. 82,1%) como rural (76,1% vs. 90%). Los resultados de la ENAHO revelan también importantes diferencias por sectores: así, solamente el 6,5% de la PEA ocupada femenina se desempeña en los sectores agricultura, pesca y minería, el 10,6% en manufactura y el 0,5% en construcción, mientras que la PEA ocupada masculina participa con el 10,8%, 15,6%, y 10,8% respectivamente en los mismos sectores. El 51,3% de la PEA ocupada femenina se desempeña en el sector otros servicios y el 27,9% en el comercio, mientras que la PEA ocupada masculina participa con el 30,1% en otros servicios, y con el 15,7% en el sector comercio. En cuanto al tipo de ocupación, los hombres tienen más cargos de responsabilidad (7,7% vs. 4,0%), y las mujeres, trabajan más en el hogar (8,9% vs. 0,7%) y en trabajos independientes (36,6% vs. 28%). Probablemente este sea el hecho que explique que el ingreso de las mujeres en el nivel urbano sea 40% menor que el de los hombres, y que la tasa de empleo adecuado sea mucho menor (35,7% vs. 59,3%); además de presentar una mayor tasa de desempleo con respecto a la población total (9,5% vs. 6,4%). Ahora bien, siendo esta diferencia mayor de los 25 a los 44 años de edad, resulta bastante evidente que esto está vinculado al período de crianza de los niños y a la maternidad,

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« Los datos indican

que las mujeres preferimos las ciencias biológicas y la química, a la física, las matemáticas, ingeniería de minas, electrónica y de sistemas. »

pues la tasa de desempleo es también más importante en las mujeres de estas edades (5,3% vs. 2,6%). En el ámbito universitario, y particularmente en el de las ciencias y tecnología –esto es, la PEA vinculada a la ciencia y a la tecnología–, un estudio de Teresa Salinas (2006) muestra que en cuanto a los datos referidos a docentes universitarios y a profesionales en centros de investigación estatales, el porcentaje de profesionales por sexo fluctúa entre 73 a 100% de hombres y 27 a 39% de mujeres. Estos números se explican, en parte, por las notables diferencias con respecto al hombre en el porcentaje de mujeres matrículadas en carreras vinculadas a las “ciencias duras” y a la tecnología. Los datos indican que las mujeres preferimos las ciencias biológicas y la química, a la física, las matemáticas, ingeniería de minas, electrónica y de sistemas. Cuando se toma en cuenta el número de titulados, por

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ejemplo en ingeniería electrónica, se ve distancias tan grandes como de 3 a 97% entre hombres y mujeres. Algunas fuentes revelan que las mujeres abordan carreras de ciencia y tecnología en áreas principalmente relacionadas con profesiones del cuidado de la salud, para “cuidar de otros”, cualidad tan atribuída a las mujeres. La participación femenina en actividades de investigación científica a nivel mundial, incluso en países desarrollados, no llega al 30%, en los cargos de importancia nacional e internacional, representando solo entre el 5% o 10% del total de la población científica. En cuanto a uno de los más importantes reconocimientos en ciencia, el premio Nobel, solamente alrededor del 2,5% de los premios otorgados ha sido para mujeres. El problema: la historia Parte de la ausencia de las mujeres en los ámbitos propios de las ciencias se explica por su presencia tardía en el mundo universitario y en el de las sociedades científicas. El acceso a las instituciones científicas estuvo vedado para las mujeres hasta fechas increíblemente cercanas. Entre los siglos doce y quince las universidades europeas, debido a su carácter clerical, vetaban su ingreso. Tuvieron que pasar varios siglos para que como grupo, y con alguna que otra excepción, fueran admitidas en las universidades. En las universidades inglesas no se las aceptó hasta 1870, en las francesas hasta la década de 1880 y en las alemanas hasta la de

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« La participación

femenina en actividades de investigación científica a nivel mundial, incluso en países desarrollados, no llega al 30%, en los cargos de importancia nacional e internacional. »

1900. Las universidades norteamericanas, de más reciente creación, no eran muy diferentes. En España, las puertas de las universidades se abrieron para la mujer en 1868, pero solo con un permiso especial, el libre acceso no se permitió hasta 1910, y ninguna española pudo enseñar en la universidad hasta 1916. Las academias científicas tardaron más aún en admitir mujeres. Recién en 1945 la Royal Society admitió a dos mujeres, a pesar de que tenía casi trescientos años de existencia. Ciento trece años después de la fundación de la Academia de Ciencias francesa, una mujer fue aceptada en su seno. En el camino habían quedado figuras como Marie Curie, a pesar de que se le concedieran dos Premios Nobel en 1910. Ni en los estatutos de la Royal Society ni en los de la Academie Royal se prohibía expresamente la entrada de mujeres.


Esta segregación se debía más bien a que las sociedades de los siglos dieciséis a dieciocho eran política e ideológicamente masculinas (Pérez Sedeño, 2000). La historia nos muestra entonces muy claramente cuán tardíamente la mujer ha incursionado en ciencias, y aunque la apertura es hoy en día universal, los números siguen dando cuenta de la presencia desigual de hombres y mujeres en carreras científicas. Antes se pensaba que, dada la imposibilidad de que las mujeres se instruyeran en ciencia, no resultaba extraño que su número fuera escaso. No obstante hoy, cuando las mujeres se encuentran en igualdad de condiciones para acceder a los estudios en la gran mayoría de universidades urbanas, debería haberse producido un aumento espectacular en su participación, pero no

« Algunos estudios

defienden que las diferencias entre hombres y mujeres son consecuencia de los distintos procesos de aprendizaje emocional a los que son sometidos en la niñez (Keller,1983, 1992). »

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es ese el caso, por lo que el examen de los factores socioculturales, educativos y psicológicos que pueden afectar los logros futuros de las mujeres en ciencias deben tomarse más en cuenta. El problema: el contexto social No es, pues, posible ignorar el contexto social del sujeto cuando tratamos de explicar estos fenómenos. Algunos estudios defienden que las diferencias entre hombres y mujeres son consecuencia de los distintos procesos de aprendizaje emocional a los que son sometidos en la niñez (Keller, 1983, 1992). Para llegar a los cambios que se esperan para la mujer en el siglo veintiuno con respecto a su presencia en el mundo de la CTI es esencial dar un vuelco en los patrones de enseñanza relacionados a género. Por ejemplo, los materiales escolares de ciencias se caracterizan por una presencia mayoritaria de imágenes de hombres, o por la presentación de las mujeres en los roles tradicionales o maternales. Nuestro imaginario y nuestros patrones de enseñanza sobre los estereotipos sexuales asocian a la identidad masculina las cualidades necesarias para hacer ciencia (racionalidad, objetividad, independencia); este mensaje subliminal debe cambiar pues, en buena cuenta, los procesos de socialización de los roles masculinos y femeninos son determinantes para entender la escasa participación de la mujer en la producción de ciencia y tecnología (Gonzales García et al., 1996, 2001).

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En América Latina las ciencias “duras” siguen siendo predominantemente “masculinas”, mientras que las mujeres eligen “o son derivadas” hacia carreras más orientadas al servicio, reproduciendo a nivel laboral los estereotipos de género vinculados a la crianza y al cuidado de otros (Rodríguez, 2008). En este ámbito se ubican también las tareas de docencia universitaria, que congregan mayoritariamente a mujeres, lo que ha llevado también a una “feminización de las universidades” (Carlson, 2000), donde las estructuras salariales son más bajas en comparación con el sector privado, elegido mayoritariamente por los hombres. De otro lado, el juego de roles que nos son propios desde la infancia genera que por el matrimonio y la maternidad las mujeres releguen o abandonen su actividad científica. Cuando se analizan las estadísticas en la producción femenina,

« El juego de roles

que nos son propios desde la infancia genera que por el matrimonio y la maternidad las mujeres releguen o abandonen su actividad científica. »

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se observa que la maternidad influye en este indicador. Mientras que los hombres tienen un nivel de producción constante, las mujeres tienen picos y caídas que se corresponden con el embarazo y el primer año de vida del bebé. La carrera femenina es más lenta, las mujeres que persisten en avanzar en su profesión llegan al mismo lugar que alcanzan los hombres, pero con más edad que ellos (Ben Hassine, 2000; Informe ETAN, 2000). Acciones y medidas La ciencia y la tecnología son fundamentales en el desarrollo económico de los países. Y sin embargo, a pesar del creciente aumento de mujeres en los estudios científico-tecnológicos, su presencia profesional sigue estando muy por debajo de los porcentajes previsibles. Por ese motivo, la mayoría de países adoptó el compromiso derivado de la Conferencia de Beijing en 1995, reiterado en la Conferencia sobre Ciencia de Budapest (1999), de contemplar la variable sexo (y edad) como un paso previo para la elaboración de un diagnóstico de la situación de las mujeres en el sistema de ciencia y tecnología. Del mismo modo, y más recientemente, en la XI Conferencia Iberoamericana de Educación del 2011 se hace hincapié en la necesidad de abordar la educación desde la perspectiva de género. Asimismo, en el Quinto Coloquio Global de Presidentes de Universidades se trató el tema “Empoderando a la mujer para cambiar el mundo, qué podemos hacer


las Naciones Unidas y las universidades”, en la Universidad de Pennsylvania en abril del 2011. Estos eventos nos convocan a tomar acciones concretas e inmediatas. Más aún, en una época en que nuestros gobernantes hablan constantemente en sus discursos de la inclusión social, el tema de la mujer como productora y receptora de conocimiento científico debería figurar como asunto prioritario en los pendientes de nuestra agenda nacional. Es necesario entonces comprometernos a desarrollar algunas propuestas generales; a saber: Fortalecer las redes existentes que abordan aspectos de género, para facilitar una mayor comunicación e intercambio de experiencias entre grupos interdisciplinarios. Alentar y promover la creación de una comunidad global de investigación sobre temas de género, apoyando a los observatorios sobre el tema, como por ejemplo el de la CEPAL. Estos facilitarían canales de colaboración a través de las múltiples fronteras disciplinarias, lingüísticas y geográficas. Promover proyectos que hagan más visible la responsabilidad masculina en temas de género, y que reconozcan la responsabilidad familiar compartida. Apoyar y fomentar proyectos que reafirmen la necesidad de un cuidado infantil compartido, para permitir que mujeres de menores recursos puedan incorporarse más facilmente a la población económicamente activa.

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« El tema de la mujer

como productora y receptora de conocimiento científico debería figurar como asunto prioritario en los pendientes de nuestra agenda nacional. »

Promover proyectos que busquen empoderar a las mujeres, para así empoderar a las naciones en vías de desarrollo, pues educando a una mujer se educa a toda una comunidad. Promover intervenciones educativas claves con el objetivo de incluir a las mujeres en aquellas actividades donde todavía no tienen peso específico, como por ejemplo en la enseñanza de las matemáticas, ciencias y otras tecnologías. La educación debe ser inclusiva; por tanto, debemos estar preparados para una educación neutral en términos de género. Apoyar proyectos que permitan revisar el currículo nacional y los materiales educativos con enfoque de género. Son necesarios contenidos que atiendan a la diferencia y diversidad de la construcción de las identidades de género. Alentar la utilización y capacitación estratégica de los medios de comunicación para influir en autoridades y en el ambiente social sobre la importancia de

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la participación de la mujer en todos los campos, y que distribuyan contenidos que atiendan a la diversidad en la construcción de las identidades de género. Desde la universidad es fundamental: Incluir la visión de género en cursos de ciencias sociales, de la vida y de la salud, con una perspectiva menos positivista y biomédica, pues estos cursos presentan un enorme potencial para analizar criticamente las relaciones de género. Para ello se necesita reconciliar las ciencias sociales con las ciencias de la salud. En cursos de ciencias sociales, de la vida y de la salud entrenar más profesionalmente a los docentes en temas de género. Incentivar la presencia de la mujer en ciencia con acciones positivas como, por ejemplo, a igualdad de excelencia científica seleccionar proyectos con más mujeres. A igualdad de requisitos académicos preferir comisiones paritarias, para intervenir en los procesos de selección y evaluación de personal académico. Inculcar en los estudiantes un abordaje más participativo en los temas de género. Alentar más investigaciones empíricas basadas en el contexto local, focalizadas en problemas de género locales, y enriquecer los cursos con estas experiencias. Esto permitirá dialogar con los involucrados para saber si ellos (como comunidad) interpretan de la misma forma que nosotros, o le confieren los mismos significados a estos procesos culturales.

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« Incentivar la presencia

de la mujer en ciencia con acciones positivas como, por ejemplo, a igualdad de excelencia científica seleccionar proyectos con más mujeres. »

Incluir los temas de género como contenido transversal en los cursos existentes. Generar cursos y programas de actualización que permitan a las mujeres reanudar más facilmente su actividad profesional despúes de la maternidad. La universidad debe cubrir todos los aspectos del acceso a la educación para las mujeres, no solo preocuparse por el acceso, sino también porque terminen sus estudios y logren éxito en su carrera profesional. Para esto se debe tomar en cuenta: (1) su contexto familiar y el de su comunidad, pues esto afecta sus valores y sus creencias; (2) el tipo de “mercado” al que van a acceder, pues esto determina el tipo de educación que seleccionan; y, por último, (3) cómo se estructura el concepto de género en su país. Todos estos aspectos deben tomarse en cuenta en un análisis de género en el ámbito universitario. Generar programas de educación a distancia inter y multidisciplinarios con enfoque de género.


Aumentar la edad de las mujeres para presentarse a una beca de estudios, perfeccionamiento o capacitación laboral. A manera de conclusión A nivel de la economía global, diversos estudios han calculado que, en los países con economías emergentes más importantes, una mayor inversión en la educación de la mujer podría significar un incremento del PBI en cerca de 0,2% por año. También se afirma que una reducción de la brecha de género en el campo del empleo –consecuencia potencial del progreso en la educación de la mujer– podría incrementar el ingreso per cápita hasta 14% más para el año 2020 y hasta 20% más para el año 2030. Se agrega, además, que el incremento de un punto porcentual en la educación de la mujer eleva el nivel promedio del PBI en 0,37% y aumenta la tasa de crecimiento

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anual del PBI en 0,2% en promedio. La educación de la mujer tiene, entonces, un efecto multiplicador en la productividad, la eficiencia y el crecimiento económico sostenido (Naciones Unidas, 2008). Hoy, en pleno siglo veintiuno, muchas instituciones y compañías tienen aún pendiente reconocer el vasto potencial de las mujeres como una fuerza económica importante. Estamos ante una gran oportunidad para revaluar el papel protagónico que deberían desempeñar las mujeres en el desarrollo de la humanidad, no solo en el campo científico y social, sino además en lo económico. En el ámbito de las ciencias, trabajemos rápidamente para incrementar la presencia de la mujer, pues esa otra mitad del mundo le dará sin duda otro tipo de aproximación a los problemas científicos y otro tipo de creatividad, que nace de otro tipo de experiencia vivencial y existencial.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Ben Hassine, O. 2000 “Femmes en Sciences: obstacle, defis et enjeux”. Lavori di gruppo. Mesa de mujeres del Mediterráneo. Blázquez Graf, Norma y Javier Flores, eds. 2005 Ciencia, tecnología y género en Iberoamérica. México: CEIICH-UNAM. Carlson, M. 2000 “Mujeres en ciencia y estadísticas”. Documento de trabajo. CEPAL. Encuesta Nacional de Hogares – ENAHO 2009, Instituto Nacional de Estadística e Informática. Lima. González García, M. I. 2001 “¿Deberían los psicólogos estudiar las diferencias sexuales?”. En: Pérez Sedeño y Alcalá, eds. Actas de las Jornadas Internacionales sobre Género y Ciencia. Madrid: Universidad Complutense, 2001. González García, M. I., J. A. López Cerezo y J. L. Luján López 1996 Ciencia, tecnología y sociedad: una introducción al estudio social de la ciencia y la tecnología. Madrid: Tecnos. Informe ETAN 2000 “Gender Equality in Science in the European Union”. European Technology Assessment Network, 2000. Keller, E. F. 1983 A Feeling for the Organism. Nueva York: W. H. Freeman. 1992 Secrets of Life, Secrets of Death. Essays on Language, Gender and Science, Nueva York: Routledge. Naciones Unidas 2008 “Invertir en las mujeres y en las niñas”. Documento de Antecedentes. Oficina de la Asesora Especial en Cuestiones de Género y Adelanto de la Mujer (OSAGI). Publicado por el Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas – DPI/2497, Rev. 1, febrero. Pérez Sedeño, E. 2000 “¿El poder de una ilusión?: Ciencia, género y feminismo”. En: M. T. López de la Vieja, ed. Feminismo: del pasado al presente. Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca. Rodríguez L., H. E. 2008 “Enfoque de género en la construcción de conocimiento científico”. En: Revista Digital Universitaria (UNAM). Vol. 9, Nº 7. Salinas, T. 2006 “Igualdad de oportunidades: género, ciencia y tecnología para la innovación y la Ccompetitividad”. Informe de la Comisión Nacional de Género, Ciencia y Tecnología (CONCYTEC).

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{

}



Mapa Mundi

S o l

C a r r e ñ o

C a r v a l h o

En busca de la verdadera libertad A veces me parece que vivimos al borde del ataque de nervios. La frase no es mía, obviamente; no pretendo apropiármela. Es de Almodóvar y es del siglo pasado. Pero yo también soy del siglo pasado y a ratos me parece vivir en una película tragicómica, así que creo que grafica bastante bien lo que es la vida de algunas de las mujeres del siglo veintiuno. En algún momento, que me imagino que mis antepasadas feministas no calcularon, se nos fue de la mano eso de la libertad y la igualdad, y nos convertimos en mezcla de brujas y heroínas que hacen de todo por partida doble. Estudiamos igual que ellos, trabajamos igual que ellos pero, además, hacemos miles de cosas que ellos no hacen. Dicen que los hombres modernos sí, pero yo no sé, creo que no los he visto mucho. En todo caso son tan pocos los hombres modernos que duran en una misma relación más de dos años que no sé si sea muy relevante su participación en esta evaluación empírica.

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Así que de igualdad, nada, quizá de derechos en el papel, pero no de obligaciones reales, y de libertad poco. Sí, podemos elegir, pero solo hasta cierto punto. Como en todo. Luego del compromiso, con cualquier cosa la libertad se limita y lo que toca es cumplir. El contrato, la promesa, la fecha límite para entregar el artículo, el horario, la dieta, las expectativas propias o ajenas. Así son las mujeres del siglo actual. Multitareas como una procesadora de cocina. Cumplidas como auto alemán de los de antes. Como consecuencia, vivimos en promedio contentas pero muy, muy cansadas. Y no hemos hablado todavía de las exigencias estéticas y de salud. Con el cuento de que los 40 son los nuevos 30 muchas mujeres están al borde, ya no del ataque de nervios sino del ataque cardíaco de tanto ejercicio que hay que hacer para desafiar a la gravedad.

« Así son las mujeres

del siglo actual. Multitareas como una procesadora de cocina. Cumplidas como auto alemán de los de antes. »

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¡Y encima obteniendo la energía de lechugas orgánicas y sin carbohidratos! Y algunas con inyecciones de toxinas que dejan la frente lisa y la sonrisa helada. No, definitivamente no es tan fácil ser una mujer del siglo veintiuno. (Confieso que esta última parte no la he logrado, mis visitas al gimnasio son esporádicas ¡y considero que las toxinas ideales provienen del tocino!). Me pidieron un testimonio personal, así que no esperen cifras, citas ni pruebas científicas. Acá va lo que yo siento respecto a ser mujer hoy. Desde mi experiencia y mi particular momento de la vida. Hoy que tengo más de 45, tres hijos, un esposo, una carrera estudiada y otra vivida. Esto es lo que vivo hoy. Cuando yo era chica, allá por el siglo veinte, veía a mi abuela feliz, con sus vestidos sueltos, la piel sin manchas porque no fue víctima del frenesí por el bronceado de los años ochenta, sin haber tenido nunca la menor idea de lo que era hacer un abdominal. No tenía que meterse en un jean talla 28 cuando estaba a pocos años de cumplir medio siglo. El ánimo estable, la sonrisa fácil, el tiempo para leer mucho y cocinar tamalitos en casa... Esa parecía ser la vida de quien había cumplido sus tareas principales y podía decir satisfecha que había criado bien a sus hijos y atendía bien a su esposo y a su casa; eso, para mí, era vida. Yo soñaba entonces con ser misionera, astronauta, arquitecta y actriz, con esa falta de límites de los niños optimistas


que creen que todo se puede si uno se esfuerza lo suficiente. ¡Pero también soñaba con que algún día iba a tener la paz de mi abuela! Paz para leer un libro de corrido, paz para dejarme las canas y no pensar en las arrugas ni en meter la panza. Paz para sentarme simplemente a conversar, a tomar té o café con galletitas, a contarles a los nietos historias bonitas de la familia y del país de antes. Mi abuela para mí tenía un enorme valor. Nunca se me hubiera ocurrido menospreciar lo que ella hizo de su vida. Claro, no tuvo todas las oportunidades que tenemos hoy para elegir, pero si las hubiera tenido, quién sabe, quizá hubiera optado por aquello que tuvo. Si hablamos en tono más serio no puedo dejar de reconocer que hoy la libertad de elegir de las mujeres, de clase media hacia arriba, es mayor que antes. Y eso está bien. Pero creo que se ha perdido de vista el valor que tenía el papel tradicional de la mujer. Y ese papel tradicional era, en mi opinión, absolutamente fundamental para la sociedad. Hace un tiempo un especialista de la salud mental me dijo que un niño tiene buenas posibilidades de lograr ser una persona feliz y de bien si tiene una buena madre, aunque no tenga padre. ¿Será que hay algo irremplazable en una buena madre? ¿Estamos valorando eso como se debe? Con la libertad de elegir que trajo la liberación femenina muchas mujeres optaron con todo derecho por seguir una carrera y ejercerla luego. Pero muchas

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« Si hablamos en tono

más serio no puedo dejar de reconocer que hoy la libertad de elegir de las mujeres, de clase media hacia arriba, es mayor que ante. »

también se han visto casi obligadas a hacerlo. Antes el trabajo estaba mejor repartido, si el hombre trabajaba fuera de casa la mujer lo hacía dentro. Si por un momento dejamos de lado el tema de elección, que no había, lo cierto es que el esquema parecía mejor equilibrado, al menos en términos de reparto de tareas. Hoy, elección de por medio, las mujeres ya no se quedan en casa. Salen a trabajar todos por igual. En muchos casos la participación de más de una persona en el sostenimiento de la economía familiar es imprescindible, así que no hay gran margen de elección. Pero si bien salen a trabajar por igual, no todas vuelven a trabajar por igual. Y más allá de los malabares de algunas para poder hacerlo todo, lo cierto es que los días siguen teniendo 24 horas y algo tiene que sacrificarse en el camino. La pregunta que me persigue es qué es lo que estamos sacrificando y qué tan libre es ese sacrificio. Porque una mujer que quiere trabajar, que se realiza en

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ello y que llega a su casa cansada pero feliz es una cosa, y otra es la situación de la que se desloma trabajando igual que cualquier hombre, recibiendo muchas veces un menor sueldo por la misma tarea, y que luego llega para atender a la familia entera, cocinar, revisar tareas, encargarse de los niños y de preferencia tratando de no perder ni la paciencia ni la cordura en el intento. El otro lado de la moneda y del que no se habla tanto es el caso de muchas profesionales maravillosas que viven sintiendo una culpa atroz por el tiempo que no pasan con sus hijos. ¿Se preguntarán ellas alguna vez cómo sería quedarse en casa? ¿Sentirán que realmente eligieron? ¿No será que hemos pasado de una sociedad en la que se decía: ¡cómo se te ocurre que vas a estudiar, el lugar de una mujer es su casa!, a una que pregunta: ¿cómo se te ocurre que vas a quedarte en tu casa, para eso fuiste a la universidad? ¡Recordemos que el mayor valor alcanzado era la libertad! ¿Son libres todas las elecciones? Y ante la pregunta sobre qué es lo que se está sacrificando en este camino, a mí me parece claro que una de las primeras cosas que se ha perdido es el tiempo. Tiempo personal y familiar. Y el tiempo familiar tiene un valor social que no se está sopesando adecuadamente. ¿Qué otra explicación puede encontrarse a la evidente falta de valores que se aprecia en el comportamiento social general? ¿Dónde se supone que aprenderán los futuros ciudadanos los valores de honestidad,

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solidaridad y disciplina que se requieren para que realmente soñemos con ser algún día un país desarrollado? Solo como detalle les cuento que una vez le pregunté a un terapeuta por qué los niños actuales tenían tantas terapias y la respuesta me dejó sorprendida y a la vez con una sensación de que era evidente. Me dijo que antes los niños aprendían todo en la casa y en el barrio, porque tenían madres que les hablaban (terapia de lenguaje), árboles en el parque, escaleras y juegos de canicas y pelota en la calle (terapia de motricidad gruesa, fina y social), compartían un solo baño, muchas veces un solo cuarto y un solo televisor (terapia familiar, capacidad de negociación y postergación, tolerancia a la frustración), así como una mujer en casa que podía renegar, podía quejarse, podía gritar e incluso –cuentan algunos– salir a dar escobazos para asustar, pero era amor incondicional en su estado más puro.

« El otro lado de la

moneda y del que no se habla tanto es el caso de muchas profesionales maravillosas que viven sintiendo una culpa atroz. »


« La verdadera

igualdad sería decir: “amorcito, ahora me toca a mí salir a triunfar y luego regresar y que me atiendan, tú encárgate desde hoy de todo lo que yo hice a través de la historia”.

¿Dónde encontrarán los niños todo eso hoy? ¿En los colegios? Con la situación de la educación, con las huelgas, el nivel general de la mayoría de los maestros, las dificultades que ellos mismos tienen que afrontar, ¿pretendemos que se encarguen de la formación de los peruanos del futuro? ¿Es esta una expectativa razonable? La educación de los niños era tradicionalmente una tarea familiar, principalmente femenina, y no hay modo de cumplirla bien si no se tiene tiempo y energía. Y no hay modo de tener tiempo y energía si es que se trabaja todo el día en otra cosa. Y no hablemos del tiempo que se requiere para simplemente dar amor. Claro, la mayoría lo intenta. Pero los resultados, y la falta de resultados, saltan a la vista. No son casualidad las crecientes noticias de chicos deprimidos,

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angustiados, que toman alcohol a edades muy tempranas. Son el resultado de algo. Ese algo, para mí, es la falta de tiempo de familia. Alguien quizá quiera algún día hacer un estudio que investigue la relación entre la corrupción y la falta de una buena madre. Estoy segura de que algo interesante encontrarían. Así que a la pregunta que se me plantea en la carta en la que me solicitaron esta colaboración, respecto a qué impacto ha tenido en la historia el abandono del rol tradicional de la mujer, debo responder que si bien considero positivos los avances, algunos de los impactos son negativos. Muchas mujeres estamos mejor, pero muchas familias, y por ende muchos hijos, cuentan menos con las mujeres. Abandono del rol tradicional es al fin y al cabo abandono, al menos en alguna medida. Si yo dejo de hacer algo que es necesario, alguien tiene que reemplazarme, ¿verdad? ¿Quién reemplaza a la mujer que dejó de ser tradicional mientras se abre paso hacia el futuro? La respuesta, igualitaria, debió ser “el hombre”. La verdadera igualdad sería decir: “amorcito, ahora me toca a mí salir a triunfar y luego regresar y que me atiendan, tú encárgate desde hoy de todo lo que yo hice a través de la historia”. Pero no es así, normalmente es otra mujer, más tradicional en algunos casos, la que toma la posta. Una que no ha podido tener la educación completa y que opta o se ve obligada a cuidar hijos y casas ajenas por necesidad. Esa a la que le debemos un infinito agradecimiento pero que, siglo

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más o siglo menos, sigue en la misma situación de falta de libertad de antes. La que nos obliga a preguntarnos cuánto hay de libertad para las mujeres del siglo veintiuno. Porque si hablamos de las mujeres de escasos recursos entonces vemos que tenemos mujeres que parecen de siglos diferentes. Ellas siguen sin tener el mismo acceso a la educación y por lo tanto a la libertad que da la educación. Desempeñan trabajos peor remunerados, muchas ni siquiera tienen verdadera libertad de elegir cuántos hijos tener, por falta de información o por machismo de sus parejas. Sus problemas son otros. Pero están allí. Para ellas el siglo veintiuno recién empieza y más vale que traiga un cambio cualitativo real. Porque de discursos y declaraciones de derechos no vive el hombre y menos aún la mujer.

« Porque si hablamos

de las mujeres de escasos recursos entonces vemos que tenemos mujeres que parecen de siglos diferentes. »

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Los cambios en el mayor reconocimiento de derechos de las mujeres son sin duda positivos. Hoy vemos que hay muchas que verdaderamente tienen el poder de participar en todos los ámbitos y destacar en ellos: doctoras, presidentas (algunas de espanto, por cierto), abogadas, periodistas, astronautas, científicas, en fin. La mujer está en todo. Pero, como una vez leí, quizá se pueda tenerlo todo, pero no todo a la vez. Tenemos que reconocer que con cada elección hay una renuncia, y la clave de la felicidad quizá sea aceptar con la misma satisfacción lo que se obtiene que el precio que se paga por ello. Porque todo tiene un precio es esta vida. Lo importante es conocerlo para saber si vale la pena pagarlo. Y así regreso a lo mismo: si me preguntan qué de bueno tienen los nuevos tiempos, sin duda lo que me viene a la mente es la libertad. Pero esa libertad debe tener como fundamento la igualdad de acceso a la decisión y el respeto a cualquier decisión que se tome, algo que todavía no se logra para todas las mujeres. Por eso el gran reto del siglo veintiuno debe ser ese. Yo quisiera que todas las mujeres puedan realmente elegir, que tengan las armas para hacerlo, siendo la fundamental una educación de calidad. Que se revalore además a la que escoge trabajar en el hogar y que se entienda que ese es, de por sí, un trabajo de tiempo completo, que requiere entrega, imaginación y vocación, igual o más que cualquier carrera. Que hombres y mujeres


puedan escoger realizarse en las tareas que más les satisfagan y que los hagan sentirse bien consigo mismos. Sea en casa o fuera de ella. Que más hombres escojan la casa si sus mujeres optan por trabajar afuera. Y que a ambos se les aprecie y reconozca por ello. Que las mujeres del siglo veintiuno sean respetadas en sus opiniones y elecciones. Que no se sientan forzadas a ser más que los hombres para recibir iguales –o a veces menores–

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reconocimientos. Que se valoren los atributos tradicionalmente femeninos, tanto como los que no tienen género. Pero sobre todo quisiera que encontraran la paz al final del día y un tiempo para reflexionar, agradecer lo que son y lo que tienen, y transmitir sabiduría a la siguiente generación. De preferencia rodeadas de seres queridos. Como mi abuela. Eso es, al menos, lo que quisiera para mí.

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N i d i a

V í l c h e z

Yu c r a

Participación política de la mujer y políticas públicas La participación de la mujer en diferentes dimensiones de la sociedad es creciente pero todavía insuficiente. Una de estas dimensiones es el ámbito político, donde en efecto han surgido pocos pero importantes liderazgos locales y regionales, como los de Cristala Constantinides (IU), alcaldesa, diputada y presidenta regional de Moquegua; Iris Medina (PAP) y Luzmila Temple (Indep.), presidentas regionales de Tumbes y Huánuco respectivamente.

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Liderazgos desarrollados, encumbrados y muchos de ellos desaparecidos, o ausentes del quehacer político actual, con algunas excepciones. En estos años he tenido especial interés en promover nuevos liderazgos de mujeres, convencerlas de la importancia de asumir responsabilidades en cargos públicos y las competencias de estas. Comparto con ustedes mi experiencia en la política, solo a modo demostrativo (primera vez que lo hago), para motivar a otras mujeres a incursionar en este campo, sin dejar de lado los roles que como mujeres desempeñamos, pero que también tiene costos, como en otras actividades. Analizaremos los factores que favorecen o limitan la participación política de las mujeres y el porqué es necesario contar con ellas en los niveles de decisión e involucrarlas como hacedoras de políticas públicas, desde su formulación, aplicación y evaluación. Finalmente veremos algunos temas pendientes de ser abordados por el Estado, la Academia y la cooperación para acortar las brechas de género que aún persisten en nuestro país. La mujer y la política Dos antecedentes importantes: el otorgamiento del derecho al sufragio y la ley de cuotas. Derecho al sufragio Se han cumplido 57 años del voto femenino en el Perú. En 1955 se nos otorgó

BRÚJULA Nº 25

« En estos años he

tenido especial interés en promover nuevos liderazgos de mujeres, convencerlas de la importancia de asumir responsabilidades en cargos públicos y las competencias de estas. »

el derecho al sufragio y a la inscripción en el Registro Electoral, pero fue recién en 1979 cuando todas las mujeres mayores de edad pudieron ejercerlo, recién allí se incluyó a la población analfabeta y de comunidades indígenas. Las cuotas de género En 1997, en respuesta a la baja participación femenina en los procesos electorales, la incidencia del movimiento feminista y organismos internacionales y el compromiso de parlamentarias y parlamentarios de distintas bancadas, se incorpora por primera vez en la legislación electoral peruana la disposición sobre cuotas de género, pasando de un mínimo de 25% a un 30% en el 2002. La misma que ha sido incorporada en la Ley de Partidos Políticos para las listas de candidatos, cargos directivos y de elección popular.

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“(…) la mujer, aportando las armas y los instrumentos de su propia liberación concurrirá con los ciudadanos, con los trabadores manuales e intelectuales, las clases medias, obreras y campesinas a transformar el Estado peruano, haciendo no un Estado opresor; sino un Estado de libertad, de justicia y de igualdad económica” (Luis E. Heysen Incháustegui. Asamblea Constituyente de 1931). Como participar en política sin morir en el intento Partimos de la premisa de que hacer política, participar como militante activa en un partido político no es algo que apasione a las mujeres, algunas consideran que es una “pérdida de tiempo”, otras “que es mucho problema”, “hay muchos hombres” o “que no tienen tiempo”, o “no le tengo confianza a los políticos”, etc.

« Participar como

militante activa en un partido político no es algo que apasione a las mujeres, algunas consideran que es una “pérdida de tiempo”, otras “que es mucho problema”. »

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Permítanme compartir con ustedes mi transición y participación en política. Era el año 1977 cuando una turba de estudiantes apedreó mi colegio en Huancayo, no quedó un vidrio sano, hubo heridos y desesperación. Entonces me pregunté: ¿por qué?, ¿por qué nosotros?, ¿por qué estudiantes contra estudiantes? Luego de muchas preguntas y sobresaltos –porque se decía que entrarían al colegio– encontré explicación en un maestro y luego en casa: mi colegio no había acatado un paro en rechazo al gobierno militar. Me di cuenta de que hasta ese momento había permanecido ajena a lo que pasaba a mi alrededor, era consciente de que estábamos bajo un gobierno militar porque recuerdo los toques de queda, en casa llegaba mi padre algo más temprano y mi madre tenía un salvoconducto para ir a trabajar al hospital. Pero esa agresión a mi colegio marcó mis trece primeros años, ajena al mundo que no fuera mi casa, mi colegio, el deporte y de cuando en cuando una fiestecita. Los sábados por la tarde jugaba ping pong, fulbito de mesa o ajedrez; al terminar teníamos una chocolatada y cantábamos. Uno de esos sábados conversamos sobre lo ocurrido, una persona mayor nos explicó lo que ocurría a nivel nacional, me fui interesando más y culminé en una reunión con otros escolares de los colegios Santa Isabel y Nuestra Señora del Rosario. Era en el local del Partido Aprista donde concurríamos a jugar y fue mi primera incursión política, pues terminé integrando el Comando Escolar Aprista (CEA).


Mi inscripción en el PAP En mayo de 1979 me inscribo en el Partido Aprista, en el calor de la Asamblea Constituyente, meses después con el dolor de la pérdida del maestro Víctor Raúl Haya de la Torre, quien antes de partir refrenda la Constitución Política de dicho año, en su condición de presidente de la Asamblea Constituyente. Desde entonces he participado activamente en todos los estamentos del partido: los Chicos Apristas (CHAP), la Juventud Aprista Peruana (JAP), el Comando Universitario Aprista (CUA). He sido secretaria general del Comité Ejecutivo Regional de Junín, secretaria nacional de Organizaciones Femeninas y Populares del CEN del PAP y actualmente miembro de la Comisión Política. Elegida como miembro de Asamblea Universitaria de la UNCP

la

En 1984 participamos como Alianza Revolucionaria Estudiantil (ARE) –era nuestro nombre de fachada del CUA– para elegir por primera vez los órganos de gobierno, Asamblea Universitaria, Consejo Universitario y Consejos de Facultad de la Universidad Nacional del Centro del Perú, logrando una representación en minoría con el glorioso ARE, cuatro miembros en la Asamblea Universitaria (dos mujeres y dos hombres) y dos en el Consejo de Facultad; por cierto también obtuvimos representación en varios Consejos de Facultad.

BRÚJULA Nº 25

« He sido secretaria

general del Comité Ejecutivo Regional de Junín, secretaria nacional de Organizaciones Femeninas y Populares del CEN del PAP y actualmente miembro de la Comisión Política. »

Elecciones regionales En 1990 participamos en el proceso electoral regional en la Región Andrés Avelino Cáceres, conformada por los departamentos de Huánuco, Pasco y Junín; la provincia de Pampas-Tayacaja y el distrito de Huando del departamento de Huancavelica. Este proceso electoral se dio en un contexto donde Sendero Luminoso tenía una presencia activa, había asesinado a más de 380 autoridades apristas. Encabecé la lista regional con extraordinarios compañeros como Luis Llanos de la Mata, Arturo Miranda Valenzuela –exmiembro de la Asamblea Constituyente– y otros compañeros de Jauja y Tarma. La edad mínima para postular era 25 años (estaba a días de cumplirlos). Antes de inscribir la lista, los dirigentes de mi partido en Junín recibieron una llamada de Lima, un dirigente nacional recomendaba que conversaran conmigo y que me pidieran que cediera el primer

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lugar a uno de los compañeros arriba mencionados, aduciendo que era muy joven y ellos tenían mayor experiencia en el trabajo político. Les confieso que me molestó esta insinuación de “falta de experiencia” o de ser “muy joven”, a lo que respondí que haría valer los resultados de las elecciones internas, donde el voto de la militancia me había otorgado el honor de representarla encabezando la lista. Así fue, hicimos respetar los resultados e inscribimos la lista tal cual. Electa diputada regional El Gobierno Regional Andrés Avelino Cáceres tuvo 72 representantes: 24 alcaldes provinciales, 24 delegados regionales y 24 diputados regionales. Una de estas diputaciones correspondió al PAP en Junín y siendo la más joven de los 72 fui miembro de la mesa directiva en la instalación del Gobierno Regional,

« Les confieso que

me molestó esta insinuación de “falta de experiencia” o de ser “muy joven”, a lo que respondí que haría valer los resultados de las elecciones internas. »

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la bancada aprista la conformamos 27 personas. Esta experiencia duró hasta el fatídico 5 de abril de 1992, cuando Fujimori cierra el Congreso de la Republica y una semana después los gobiernos regionales. Esta coyuntura me dio tiempo para sacar mi título, estudiar una maestría en el naciente Centrum de la PUCP y trabajar profesional y políticamente en mi región y a nivel nacional. Candidata a la presidencia Gobierno Regional de Junín

del

El año 2002 se convoca a elecciones regionales, el PAP participa a nivel nacional y por Junín asumo la candidatura a la presidencia del Gobierno Regional. Ganó una lista independiente de un exmilitante de Acción Popular y el PAP quedó en segundo lugar, algunos hablaban de empate técnico. A nivel nacional ganamos 12 gobiernos regionales. Congresista de la República designada ministra de Estado

y

En el 2006 Junín elige cinco representantes: dos del Partido Nacionalista-UPP (un hombre y una mujer), un representante del fujimorismo (hombre), uno de Unidad Nacional (mujer) y uno del PAP (mujer). En el período 2006-2011 me cupo el honor de representar al PAP en el Parlamento y, por invitación del presidente García, fui nombrada ministra de Vivienda,


« En el período

2006-2011 me cupo el honor de representar al PAP en el Parlamento y, por invitación del presidente García, fui nombrada ministra de Vivienda. »

Construcción y Saneamiento, y después ministra de la Mujer y Desarrollo Social. Una oportunidad extraordinaria de servir a la población más necesitada, con mirada provinciana, con mirada de mujer, con mirada de profesional, con mirada de militante de un partido político, y con un profundo compromiso de justicia social que Haya de Torre nos legó. Mi condición de mujer nunca fue limitante para participar activamente en política, ni para ser dirigente, menos aún para asumir responsabilidades de gobierno. Ámbito familiar Sin duda alguna que hay un lado que no se ve en todo este relato político partidario: el ámbito familiar, la postergación o la invisibilidad de un entorno que influye favorable o negativamente en las mujeres cuando asumimos responsabilidades de gran magnitud, y no soy la excepción.

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Provengo de una familia aprista muy unida, soy la mayor de tres hermanos, los dos menores son varones. Mi padre Abdón –ya no está con nosotros– me formó política y doctrinariamente, y mi madre Ruth me ha transmitido y me transmite su fortaleza y entereza, especialmente en los momentos difíciles. Ambos me dieron el soporte emocional. Mi madre es quien me brinda la tranquilidad de desplazarme fuera de casa, pues ha visto muy de cerca a mi hija Nardy (11 años), mi razón de vida y de lucha. No hubiera podido desarrollar actividad alguna de no saber que la mirada de mi madre siempre estaría con mi hija. Sin embargo no todos contamos con una familia que nos brinde su apoyo o con un partido político que nos proporcione formación doctrinaria e institucionalidad política. Durante estos años he podido identificar liderazgos de hombres y mujeres, especialmente de estas últimas, tanto en la zona urbana como rural, como las lideresas del Programa Juntos, de los comedores populares, del Vaso de Leche, de construcción civil, del programa “Agua para Todos”, Víctimas de la Violencia. Lideresas en los comités de emprendedoras, en las cámaras de comercio, en los colegios profesionales, asociaciones de mujeres munícipes y otras organizaciones gremiales. Sin embargo, cada liderazgo tiene una historia, factores que facilitaron su incursión en movimientos sociales, gremiales o en política, pero también los

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hay de aquellos que tuvieron que vencer muchas dificultades, incluso a costa de sus propias familias o de sus propias vidas, como nuestra recordada María Elena Moyano o como Angélica Quintana, entre muchas, que murieron en el anonimato pero cuya contribución en la defensa de la democracia ha sido muy importante. Factores que favorecen la participación política de las mujeres a) La decisión personal de participar en política. b) La aplicación de la Ley de Cuotas. c) La presencia de mujeres en cargos de autoridad: alcaldesas, regidoras, presidentas regionales, consejeras, ministras de Estado, vicepresidentas de la República y congresistas de la República. d) La atención a la igualdad de género en los partidos políticos. e) Los liderazgos de mujeres en las organizaciones de base. f) La existencia de voluntad política en el más alto nivel para incorporar mecanismos de democratización de la gestión pública. g) La educación de la opinión pública en temas e igualdad de género. Factores que limitan la participación política de las mujeres a) El temor de incursionar en política. b) La familia y los roles sociales. c) La cultura patriarcal que somete a

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« La presencia de

mujeres en cargos de autoridad: alcaldesas, regidoras, presidentas regionales, consejeras, ministras de Estado, vicepresidentas de la República. »

la mujer al ámbito privado, que no reconoce su trabajo doméstico, familiar y social, o la convierte en víctima de violencia física o psicológica. d) La invisibilidad política de las mujeres, que a pesar de participar en todos los movimientos sociales apenas han logrado una pequeña mención. e) La baja capacidad técnica de los funcionarios públicos de todos los niveles para el diseño y ejecución de políticas y programas de desarrollo local y regional con perspectiva de género. f) Falta de articulación real del Estado en sus tres niveles de gobierno. g) La exclusión de las mujeres que participan en los movimientos sociales de las negociaciones y del diseño de políticas públicas.


Comentario Tanto en el Perú como en América Latina aún están incompletos los procesos de adopción de medidas afirmativas y la inserción de mujeres en los partidos políticos, y en muchos países quedan pendientes las siguientes acciones: • La profesionalización de la carrera política. • La participación real y sustantiva en las comisiones parlamentarias. • La erradicación de la segregación en las áreas sociales. Políticas públicas, ¡urgente! “En el enfoque de género en desarrollo se asume la imposibilidad de integración de las mujeres al desarrollo si no se modifican las relaciones de poder asimétricas entre hombres y mujeres: en todos los ámbitos, en espacios públicos y privados, con la participación de toda la sociedad incluyendo a los hombres, respetando la diversidad de identidades de las mujeres y la singularidad de cada situación”. I. La cuestión de género evidencia avances, pero también se percibe una “feminización del tema”, en especial respecto a violencia, salud sexual y reproductiva, igualdad de género y empoderamiento Violencia contra las mujeres A nivel nacional, cuatro de cada diez mujeres es víctima de violencia. Los

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« A nivel nacional,

cuatro de cada diez mujeres es víctima de violencia. Los actos de violencia ocurrieron en mayor porcentaje en mujeres de 40 a 44 años (42,9%). »

actos de violencia ocurrieron en mayor porcentaje en mujeres de 40 a 44 años (42,9%); divorciadas, separadas o viudas (59,5%); con nivel secundario (42,3%) y ubicadas en la clase media (45,1%). El porcentaje en la clase alta fue de 29,8%. Comentario: Estos indicadores nos deben alertar acerca de la necesidad de una política de salud mental activa, de un trabajo de prevención desde los centros educativos y desde los hogares. Fortalecer a la familia y que las campañas de sensibilización involucren a hombres y mujeres. Salud sexual y reproductiva Las familias han pasado de tener siete hijos en los años cincuenta a dos hijos en promedio en el 2010. La esperanza de vida de la población peruana ha aumentado 14 años en las últimas tres décadas, pasando de 59 a 73 años de edad.

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« En las elecciones

de 1993 se eligió un 10,8% de congresistas mujeres. En el siguiente proceso de 1995 este porcentaje se duplicó y llegó al 20%. »

Cabe resaltar una característica en este proceso, y es la feminización del envejecimiento: el 6,4% es la población mayor de 65 años en el Perú, las mujeres constituyen el 54% de la población adulta mayor en relación a los hombres, que alcanzan el 46%. La reducción de la mortalidad materna es uno de los mayores retos en las agendas de salud de los países y se encuentra como ODM N° 5: reducción del 75% en la tasa de mortalidad materna entre 1990 y 2015. Aunque se ha avanzado la reducción, en promedio en un 1% por año, aún está muy por debajo del 5,5% anual requerido. Igualdad de género y empoderamiento En las elecciones de 1993 se eligió un 10,8% de congresistas mujeres. En el siguiente proceso de 1995 este porcentaje se duplicó y llegó al 20%: El mejor período fue el año 2006, cuando alcanzamos el

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29,2% de representantes mujeres en el Parlamento Nacional. En el período actual (2011-2016) tenemos una disminución de 7,7%. Donde percibimos que hay un mejor resultado es en cuanto a las regidoras electas. En 1983 fue un 6,3% del total de regidoras y en 1995 fue de 8,5%. Tras aprobarse la cuota de género el porcentaje se elevó a 26,2%. A nivel del Poder Ejecutivo, el presidente Ollanta Humala ha convocado a siete (de 19) ministras de Estado en las carteras siguientes: Justicia, Salud, Educación, Inclusión Social, Producción, Mujer y Poblaciones Vulnerables, y Trabajo. Es notable que hayamos pasado de las tres primeras mujeres que asumieron ministerios entre 1985 y 1990, a incorporar a mujeres en carteras ministeriales cuyos antecesores fueron hombres, me refiero a Transportes, Vivienda, Interior, Economía y Finanzas, Comercio Exterior, Cultura y a la Presidencia del Consejo de Ministros. No se ha quedado atrás el Poder Legislativo, que en tres oportunidades fue presidido por mujeres, igual que el Ministerio Público, la Defensoría del Pueblo y la ONPE. II. Aparecen nuevos temas que demandan una atención y medición más fina de los indicadores. Por ejemplo: En relación al embarazo adolescente: El 13,5% de las mujeres entre 15


y 19 años ya son madres; es decir, aproximadamente 190 mil adolescentes. De las adolescentes embarazadas, el 60% no planificó su embarazo. Ejercicio político de las mujeres que se desempeñan en cargos públicos: Vemos con frecuencia organizaciones sociales donde participan las mujeres muy activamente, como Vaso de Leche, comedores populares, Apafas, comités de salud, lideresas del programa Juntos, pero tienen serias dificultades para asumir la presidencia de sus comunidades. Emprendimiento productivo: Tenemos esfuerzos importantes de mujeres que se desempeñan eficientemente en la microempresa, cacao, café orgánico, en la industria del calzado y confecciones, entre otros productos, pero no son sujetos de crédito, su apuesta viene siendo sostenida con el esfuerzo propio. Los estudios de género deberían abordar los siguientes temas: Impacto del grado de instrucción de las mujeres a nivel urbano, cómo van a variar las relaciones de género en familias donde las mujeres tengan mayor ingreso y ocupen cargos de mayor responsabilidad empresarial. Emprendimientos productivos e impacto en las economías familiares, en especial con mujeres jefas de familia a nivel urbano y rural. Por supuesto subsisten situaciones de profunda inequidad:

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« Emprendimientos

productivos e impacto en las economías familiares, en especial con mujeres jefas de familia a nivel urbano y rural. »

Nivel de analfabetismo y permanencia de las mujeres en las zonas rurales: No es posible aplicar proyectos de desarrollo semejantes para mujeres que viven en contextos diferentes o que tienen intereses disímiles, lo que implica afinar las herramientas de diagnóstico y elaborar estrategias adecuadas para cada situación. Limitaciones de las mujeres para ejercer sus derechos: Contribuir y estimular la autonomía de las mujeres, promoviendo el desarrollo de capacidades que les permitan ejercer sus derechos como ciudadanas. Con esa finalidad se deben concentrar esfuerzos en fortalecerlas como personas y como colectivo. Comentario final Podremos encontrar consensos en la necesidad de transformar las relaciones de género en el contexto de la lucha por

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el respeto de los derechos humanos y la construcción de ciudadanía. Para lograrlo necesitamos lo siguiente: Buscar conscientemente el mayor protagonismo de las mujeres a nivel social y político, y legitimar su lugar de actores en la sociedad. Las mujeres deben ser capaces de expresar sus necesidades y defender sus intereses en el ámbito público y en el ámbito privado, así como ampliar sus entornos tradicionales de acción. No es suficiente contar solo con normatividad y procedimientos, se

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requiere superar las resistencias y promover voluntad política en altos niveles de decisión, mediante estrategias para la incidencia política innovadora y articulada, con el objetivo de revertir las inequidades con políticas públicas efectivas, haciendo transversal el tema de género en los tres niveles de gobierno. “Modificar la situación de discriminación que sufren las mujeres implica una transformación significativa y profunda de la sociedad. Las mujeres por sí solas no podrán hacerlo, pero sin la participación de ellas será imposible”.


Cuaderno de Rutas

J u d i t h

L .

A y a l a

M a r t í n e z

La mujer en el siglo veintiuno Haciendo una reflexión sobre mi trabajo y mi vida siento que ha habido un gran cambio generacional que se ha manifestado en muchos aspectos, especialmente en el rol de la mujer. Me refiero a los cambios de los años setenta y ochenta, cuando había muchas ganas de modificar el mundo y de romper con diversos mitos.

Como muchos de mi promoción, yo quería el cambio y el reconocimiento, la igualdad de derechos entre los hombres y mujeres, incluso compartir la rudeza de algunos trabajos. Escogí la especialidad de escultura porque me gustaba mucho y me identificaba con ella, sentía que era un reto para mí, además del placer que experimentaba al percibir el lenguaje del material.

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Por aquellos tiempos no había muchas mujeres escultoras, éramos muy pocas. Ahora este campo ha crecido y veo con gusto que la mujer de hoy es guerrera. Enfrentamos el gran reto de vivir la vida no solo como artistas, como ingenieras, como físicas, como químicas, etc., sino como seres que aportamos a la sociedad desde nuestra experiencia, desde nuestras vivencias, siendo conscientes de que la derrota no existe porque nuestro espíritu crece al crear, nos transformamos y seguimos con la vida. Mi opción es la escultura monumental, destinada a compartir percepciones y significados con los demás en el cruce de los caminos, y mi instrumento el manejo del hierro en formas abstractas que a la vez tienen que ver con mi proyecto personal de vida en el arte, como el esfuerzo de crear lecturas simbólicas, a la vez que significa el permanente interés de todos nosotros por los sentidos del mundo en que vivimos. Para eso está el hierro, metal asociado al esfuerzo de hombres y mujeres por dominar una naturaleza difícil. Lo mismo sucede con las dimensiones grandes y el espacio público, con sus mensajes dirigidos al caminante, al que avanza por el laberinto del mundo en busca de respuestas. Me esfuerzo por descubrir los elementos básicos simbólicos destinados como voluntad creativa.

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Como licenciada en artes plásticas en la especialidad de escultura vivo muy agradecida a mi alma máter, siento que es mi segunda casa y le doy gracias a Dios por haberme dado la oportunidad de aprender con maestros como Anna Maccagno y Adolfo Winternitz, entre otros, quienes me educaron con su gran sabiduría. Ahora veo a la nueva generación con más posibilidades y con más opciones que la PUCP les brinda, y que son retos de competencias y fortalezas, así como con una tecnología más avanzada en todas las actividades que se realizan. Como escultora me he especializado en el trabajo en metal y una de las obras emblemáticas, la famosa Cruz del CAPU, como otras que están en los jardines del campus, son de mi autoría. Además soy la encargada del mantenimiento de las obras de arte que son patrimonio de la PUCP. Todo eso me hace sentir aún más orgullosa de formar parte de esta gran familia. Cuando vengo sola al campus los domingos, a realizar el mantenimiento, siento vida y soy feliz. Mi consejo para las nuevas generaciones es que vivan el día a día y aprovechen todo lo que nuestra alma máter nos brinda. No hay imposibles, todos pueden lograr sus objetivos y más aún cuando encuentran lo que realmente los hace sentir bien. Cada día es un reto, una lucha y una felicidad constante.


M .

M a r g a r i t a

R a m í r e z

J e f f e r s o n

Vivir entre sapos y príncipes sin reino Las mujeres crecemos con un imaginario cultural que cambia con el tiempo. Hemos pasado de princesas a vengadoras y de súper heroínas a mujeres cibernéticas. Hoy en día disponemos de un sinfín de modelos por seguir. Nuestra sociedad tiene para todos los gustos. Políticas como Susana Villarán y Nadine Heredia han alcanzado lugares importantes a través del voto popular y liderando sus organizaciones partidarias. Deportistas como Kina Malpartida, Sofía Mulanovich y Natalia Málaga han luchado y sobresalido en sus respectivos espacios. Actualmente todas estas mujeres son representantes de su época y de los nuevos roles femeninos en el país, sin importar su clase social o estado civil. Justamente que estas dos categorías hayan perdido importancia en la apreciación del desempeño profesional ha permitido el inicio y despegue de la participación femenina en una sociedad con igualdad de derechos.

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Crecí rodeada de cuentos de hadas: Blancanieves, La Cenicienta, La Bella Durmiente. Ellas fueron compañeras inseparables durante mi infancia, esa etapa maravillosa e inocente. Eran personajes delicados, silenciosos, obedientes, dulces. La encarnación de la perfección. Su única preocupación era esperar que apareciera su Príncipe Azul y las despertara del letargo y del anonimato en los que vivían sumergidas, para convertirse en mujeres importantes y valiosas. Es decir: esposas del príncipe. Yo creí por mucho tiempo que así era la cosa. Bastaba con esperar a que el príncipe soñado apareciera, me alzara en su caballo y, como por arte de magia, olvidaría todo lo vivido hasta ese momento. Comenzaría una vida soñada gracias a mi “salvador” (aunque había que tener la suerte de encontrar alguno en el camino). En mi caso, tal vez felizmente,

« Su única preocupación

era esperar que apareciera su Príncipe Azul y las despertara del letargo y del anonimato en los que vivían sumergidas, para convertirse en esposas del príncipe. »

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el esperado príncipe nunca apareció (por más sapos que besé). Luego, ya en la adolescencia, y convencida de que no aparecería ningún príncipe que me diera una vida de cuento, tuve más bien que enfrentarme al ogro. Ese que no era el del cuento, sino aquel hombre dueño de la calle que acechaba a las jovencitas que andaban por ahí. No debía arreglarme mucho porque podía suscitar deseos. Un pantalón muy apretado o un vestido ceñido podían significar un peligro de marca mayor. Había que protegerse y salir a enfrentar el nuevo mundo que aparecía ante mis ojos con gran expectativa y curiosidad. La mirada siempre atenta, los ideales como brújula y una sonrisa como carta de presentación. Para ese entonces aparecieron en escena Gatúbela, la Mujer Maravilla y Xenna. Las tres me contagiaron de su espíritu luchador e independiente. Desde ese mundo imaginario propiciaron en mí el deseo de poseer un arma que me permitiera hacerle frente a ese entorno misterioso y competitivo. Sin embargo, era imposible trepar por los techos como Gatúbela o volar como Linda Carter, menos aún convertirme en una guerrera que se enfrentaba cuerpo a cuerpo a hombres musculosos y ansiosos de poder. Por el contrario, tuve que elegir el camino de la sensatez y del conocimiento. Fue así que personajes como Mafalda me brindaron la posibilidad de una alternativa más atractiva, creativa y real: la de la universidad. La única opción para hacer


posible mi sueño de realización personal y profesional. Aunque, para ser sincera, no me libré completamente de los ogros, solo conocí otros más benevolentes. También hubo sapos maravillosos y, por supuesto, príncipes sin reino. Estos cambios en mi vida fueron acompañados por series televisivas en las que los roles femeninos eran los protagónicos, pero con una perspectiva renovada, fresca y autónoma. ¿Quién manda a quién?, en la que Ángela Bauer, una ejecutiva, divorciada y madre de un niño, contrata al recordado Tony Micelli para que realice las labores de amo de llaves. O Sex and the City, que gira en torno a cuatro amigas, dueñas absolutas de su sexualidad, que toman todo tipo de decisiones personales y profesionales, siempre a partir de sus propios intereses; mujeres divertidas, con sentido del humor, profesionales, con voz propia e intereses particulares, que reflexionan en torno al sexo, la amistad, el amor, el matrimonio y la maternidad sin culpa y con total libertad, desde sus propias discrepancias. En este momento, son los reality shows los que se han apoderado del imaginario nacional y siguen tratando de imponer nuevos referentes femeninos. Tomando en cuenta la cantidad de mensajes que constantemente recibimos a través de los diferentes espacios políticos, culturales y de entretenimiento, hoy más que nunca

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« Ser mujer durante estas últimas décadas ha sido y seguirá siendo un aprendizaje enriquecedor e interminable. »

debemos estar atentas a los discursos sobre los roles que la sociedad, a diario, decide que son los adecuados para la mujer. Felizmente coexisten algunas imágenes femeninas que podemos tomar como referentes positivos para fortalecer nuestra presencia en la sociedad de manera consistente, independiente y con orgullo de género. Ser mujer durante estas últimas décadas ha sido y seguirá siendo un aprendizaje enriquecedor e interminable. Estoy segura de que las nuevas generaciones de mujeres saben que no se nace libre, que la libertad es una opción, y que se logra a través de las decisiones que se toman a lo largo de la vida. Lo que he aprendido es que estas decisiones no deben implicar, por ningún motivo, una renuncia a nuestras aspiraciones personales.

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E l i z a b e t h

Va l l e j o

R i v e r a

Ser mujer en el siglo veintiuno Anoche a las dos de la madrugada, frente a mi computadora, experimentaba una pequeña crisis de angustia. Pensaba en todo lo que tenía que hacer cuando amaneciera: pasar notas de los alumnos, enviar un pronunciamiento a un canal de televisión por denigrar la imagen de las mujeres, rendir cuentas de un proyecto que dirijo, reunirme con uno de los voluntarios, llevar el gato al veterinario y, además, escribir este artículo. Como la mayoría de lectoras de esta revista, soy una mujer profesional, de clase media y limeña. Soy soltera y tengo 32 años. Me considero una mujer privilegiada en un país donde las mujeres siempre llevan la peor parte. Vivimos en una sociedad en la que las probabilidades de no acceder a educación superior y a empleos de calidad se incrementan si eres mujer; y, sin embargo, aquí estamos las lectoras y yo, en una posición llena de aparentes privilegios.

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Quiero volver a la escena que presenté al inicio: yo angustiada por tratar de cumplir con todas esas responsabilidades laborales, académicas y domésticas. No tengo hijos, no tengo novio, comparto un departamento con una amiga y tengo un gato. Pese a ello, siento que me desbordan responsabilidades que yo misma creo de forma casi compulsiva. Cuando alguien me pide algo vinculado a lo académico o laboral acepto casi sin pensarlo, cuando aparece la oferta de una consultoría la tomo, cuando me piden escribir un artículo lo hago. Como se imaginarán, duermo muy poco. Veo a mis amigas en la misma situación, quedándose hasta tarde en sus trabajos o escapándose temprano para correr a la maestría. Siempre parecen estar muy apuradas, como si alguien las persiguiera. Al igual que yo, ninguna de ellas tiene pareja: la queja más común es que no encuentran un hombre que logre interesarlas, y si lo encuentran, rápidamente sus planes como pareja colapsan: quieren cosas distintas y cada uno se va por su lado. Y entonces ellas vuelven a su refugio más seguro, ese que no decepciona: el trabajo. Es sabido que en las sociedades modernas el trabajo remunerado tiene

un lugar central, no solo en la medida en que permite la reproducción de la vida humana, sino que también fundamenta las identidades de las personas1. La gente se define en función de su profesión y de su trabajo. Esta afirmación ha sido particularmente cierta para el caso de los hombres, que –como resaltan muchas autoras2– han tenido al trabajo como eje central de la identidad masculina. Sin embargo, en la última década, esta afirmación se vuelve cada más cierta también para las mujeres. Las mujeres profesionales de sectores medios ven en el trabajo un vehículo de independencia, de autonomía, de movilidad social, y así ha sido. Sin embargo, al igual que pasaba con sus pares masculinos, muchas lo han convertido también en un refugio, en una rutina que les impide cuestionarse sobre lo que pasa fuera y dentro de ellas. Si están todo el tiempo ocupadas, ¿en qué momento reflexionan sobre lo que pasa en su comunidad o sobre el rumbo que está tomando su propia vida? Muchas han aceptado el modelo del éxito profesional sin cuestionarlo, sin tomar en cuenta que ya era bastante opresor para los propios hombres. A esto hay que 1

Dubar, Claude. La crisis de las identidades: la interpretación de una mutación. Barcelona: Bellaterra, 2002, 279 p. 1 Dubar, Claude. La crisis de las identidades: la interpretación de una mutación. Barcelona: Bellaterra, 2 Fuller, Norma. “The social constitution of 2002, 279 p. gender. Identity among peruvian men”. En: 2 Fuller, Norma. “The social constitution of gender. Identity among peruvian Vol. men”. En:3.Men and Men and masculinities. 3. Nº January masculinities. Vol. 3. Nº 3. January 2001. 2001.

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agregar otro tema: esta nueva expectativa de éxito profesional no anula a otras más tradicionales, sino que se suma a ellas, por lo que las mujeres se encuentran muchas veces con que deben cumplir roles que a veces se contradicen entre sí, o que al menos no pueden ser realizados a la vez, en el mismo tiempo y espacio. Me explico: las mujeres de clase media dan gran importancia al éxito profesional, pero mantienen también expectativas tradicionales como la maternidad, la belleza, el matrimonio y la vida de pareja. Estas expectativas son reforzadas constantemente por los medios de comunicación, en los cuales la mujer profesional casi no aparece representada. Se encuentran con expectativas contradictorias que podrían resultar en frustración al no poder ser cumplidas. Hace unos meses mi gastroenterólogo me comentó que cada vez recibe más pacientes mujeres de mi edad que presentan cuadros de gastritis debido a estrés, y hace poco un médico mencionaba en televisión que también cada vez más mujeres sufrían de ataques al corazón. Ninguno de estos datos me sorprendió.

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¿Qué ha pasado entonces? ¿Hemos equivocado el camino? Creo que en el caso particular del modelo de éxito que cuestiono, la ruta no está en cuestionar si las mujeres deberían o no “copiar” el esquema masculino de éxito (como le he oído decir a mucha gente), sino que es un buen momento para cuestionarnos como sociedad si esa expectativa neurótica de éxito profesional es psicológicamente sostenible para todos, hombres y mujeres. En el caso de la sobrecarga de expectativas en las mujeres, además, esta se aliviaría en gran parte si los hombres se comprometieran más con tareas con las que en la actualidad, en pleno siglo veintiuno, no se están comprometiendo: limpiar sus casas, cuidar al bebé, hacerlo dormir, recogerlo del colegio, etc. Entonces podremos hablar de verdaderos cambios. No hay mujeres del siglo veintiuno sin hombres del siglo veintiuno, y lo que lamentablemente puedo observar ahora es que los grandes cambios se han dado de un solo lado: recargando más a las mujeres de roles y manteniendo a los hombres en sus actividades de siempre. He ahí el detalle que faltaba.


Los de a Bordo

Judith Ayala Martínez Licenciada en Artes Plásticas con mención en Escultura. Docente en la especialidad de escultura y en estudios generales por veinte años. Estudios de maestría en Gestión Cultural en la Universidad Mayor de San Marcos y diplomado en ingeniería de soldadura. Autora del monumento representativo del CAPU, de la imagen de la Virgen del Carmen de la Legua, ganadora del proyecto del gran mirador de Quisapata en Abancay (Apurímac). Premio a la Investigación 2011 PUCP. Roque Benavides Ganoza Ingeniero civil por la PUCP y MBA por Henley Management College, Reading University (U.K.). Presidente Ejecutivo de Compañía de Minas Buenaventura S.A.A. desde marzo del 2011 y director de la Sociedad de Minería, Petróleo y Energía desde 1988. Entre 1999 y 2001 presidió la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (CONFIEP). Director de Sociedad Minera El Brocal S.A.A., Banco de Crédito del Perú y Cementos Lima. Presidente de la Asociación Egresados y Graduados de la PUCP. Otilia Caro Polay Economista de la Universidad de Lima. Actualmente es Directora Ejecutiva Adjunta del Instituto Peruano de Tecnología, Innovación y Gestión (IPTIG). En el ámbito del sector público ha ocupado los cargos de asesora del despacho del ministro de Agricultura y del viceministro de MYPE e Industria, y ha sido jefa del Programa del Compensaciones para la Competitividad (Agroideas) del MINAG. En el sector privado se ha desempeñado como gerent de Desarrollo y Proyectos de la CONFIEP y ha realizado diversas consultorías a la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Sol Carreño Carvalho Abogada graduada en la PUCP en el año 1990. Ha ejercido su profesión en el ámbito privado en las áreas laboral, de seguros y de banca. Docente de derecho constitucional en la PUCP y de periodismo en la UPC. Trabaja hace diecinueve años en programas de televisión vinculados a la noticia o a la política.

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Fabiola León-Velarde S. Estudió Biología en la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH), graduándose como DSc en Ciencias en 1986. Sus estudios sobre fisiología de adaptación a la altura le han permitido participar en proyectos de investigación con las universidades de París y de Oxford. Por su contribución al conocimiento del Mal de Montaña Crónico ha recibido dos veces (1995 y 2004) el Premio Nacional Hipólito Unanue a la mejor edición científica en Medicina, así como la Orden al Mérito de la Mujer 2012 por su trayectoria profesional. Pepi Patrón Costa Doctora en Filosofía por la Universidad de Lovaina-la-Nueva en Bélgica. Vicerrectora de Investigación de la PUCP, donde es también profesora principal de la Sección de Filosofía del Departamento Académico de Humanidades. Directora fundadora de Areté, revista de filosofía de la PUCP. Consultora internacional del Banco Mundial. Es autora de numerosos artículos en revistas académicas especializadas sobre temas de hermenéutica, filosofía práctica, filosofía política, desarrollo humano y género. Margarita Ramírez Jefferson Comunicadora visual y diseñadora gráfica. Magíster en Comunicación por la PUCP y Master of Arts por Lehman College (Nueva York). Coordinadora académica de la especialidad de periodismo en la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación y consultora en temas de comunicación gráfica y educación. Amplia experiencia en el desarrollo de proyectos gráficos editoriales y docente especializada en diseño periodístico y publicitario. Claudia Rosas Lauro Doctora en historia por la Universidad de Florencia (Italia) y magíster en historia por la PUCP, donde se desempeña como docente y coordinadora de esta especialidad. Ha publicado Del trono a la guillotina. El impacto de la Revolución Francesa en el Perú, 1789-1808 (2006) y está en prensa su libro Educando al bello sexo. La imagen de la mujer en el periodismo peruano del Siglo de las Luces. Carolina Trivelli Ávila Economista, magíster en Economía Agraria por The Pennsylvania State University (USA) y bachiller en Ciencias Sociales con mención en Economía por la PUCP. Actualmente se desempeña como ministra de Estado en el despacho de Desarrollo e Inclusión Social. Ha sido investigadora principal y exdirectora del Instituto de Estudios Peruanos, así como presidenta de Condesan (Consorcio de Desarrollo de la Ecorregión Andina) y del SEPIA. Se ha especializado en temas de pobreza rural, finanzas agrarias y rurales, y desarrollo rural.

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Elizabeth Vallejo Rivera Socióloga, docente del departamento de Ciencias Sociales de la PUCP y de Estudios Generales y Humanidades en la Universidad de Lima. Académica y activista en temas de género. Actualmente dirige el proyecto “Observatorio virtual de acoso sexual callejero”, financiado por la Dirección Académica de Responsabilidad Social de la PUCP. Acaba de ganar el concurso anual de proyectos de investigación 2013, lo que le permitirá desarrollar una investigación más profunda sobre el tema de acoso sexual callejero en Lima. Nidia Vílchez Yucra Doctora en administración y contadora pública (UNFV). MBA (Centrum PUCP). Consultora internacional de políticas públicas y sociales. Ex congresista de la República. Ha sido ministra de Vivienda, Construcción y Saneamiento, y luego de la Mujer y Desarrollo Social. Docente en las universidades San Ignacio de Loyola (USIL), San Martín de Porres y Federico Villarreal. Actualmente es miembro de la Comisión Política del Partido Aprista Peruano. Verónica Zavala Lombardi Nacida en Tacna, estudió Derecho en la PUCP y una maestría en Administración Pública en la Universidad de Harvard. Ha desempeñado la cartera de Transportes y Comunicaciones y ha ocupado cargos ejecutivos en el Banco Interamericano de Desarrollo y en el Banco Mundial. Ha sido reconocida con la Orden al Mérito del Servicio Civil en el grado de Comendador y nombrada Ex Alumna Distinguida por la Asociación de Graduados y Egresados de la PUCP.





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