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ISSN 2340-8235
Hacia un urbanismo abierto.
Catia 1100 - sistema de equipamientos comunitarios. Gabriel Visconti Stopello + Nelifred Maurera (colaboradora) www.aga-estudio.com | hola@aga-estudio.com
Gabriel Visconti Stopello. Arquitecto, editor y consultor. Estudió Arquitectura en la Facultad de Director AGA estudio y Aparatos Contingentes. Arquitecto en FIA-USM, Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Caracas, Venezuela. Diploma en Diseño e Innovación Social en UCABPeriodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García y una Prodiseño, Caracas - Venezuela. Estudios en Planificación Estratégica Maestría en Análisis, Teoría e Historia de la Arquitectura en la UNAM. Urbana en IU-FAU-UCV, Caracas - Venezuela. Escribió para el periódico Reforma, fue editor de la revista Arquine y consultor de la Subdirección General de Sustentabilidad y Técnica del Nelifred Maurera. Infonavit. Es autor de La utopía como modelo y ha editado más de 20 Investigadora asociada al Colectivo Red de la Calle y AGA estudio. libros sobre arquitectura, diseño, ciudad e infraestructura. Ha sido Geógrafa en FHIE-UCV. Maestría en Políticas Públicas para el Desarrollo becario del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y de la con Inclusión Social y Diploma Superior en Desarrollo Local, Territorial y Graham Foundation for Advanced Studies in the Fine Arts. Actualmente Economía Social, CLACSO-Argentina. Estudios en Planificación es becario del Programa Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Estratégica Urbana en IU-FAU-UCV, Caracas - Venezuela. Cultura y las Artes (FONCA), coordinador de Sustentabilidad en Empresas ICA y profesor de la Facultad de Arquitectura de la UNAM y AGA estudio. CENTRO. Equipo que reúne disciplinas del diseño y el fenómeno urbano, enfocados en el desarrollo de líneas de investigación aplicadas a las prácticas humanas, los objetos y el territorio, a partir de dimensiones sociales, económicas, políticas y tecnológicas que integren el arte, la ciencia y la cultura en el desarrollo social y ambiental, a razón del interés en la escala humana. _Finalistas Premio Oscar Niemeyer para la Arquitectura Latinoamericana 2018. _Premio Desarrollo Urbano e Inclusión Social en el Concurso C.A.F. 2018 (Aparatos Contingentes). _Premio Young Architect in Latin America por la CA’ASI en la Bienal Internacional de Arquitectura de Venecia 2018 (Aparatos Contingentes). _Premio Espacio Público Sustentable en la Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires 2017. _Premio al Hábitat Social y Desarrollo en su Concurso Mundial en la Bienal Panamericana de Quito 2016. _Premio Diseño Sostenible en el 1er Salón de Diseño Industrial Venezolano 2014.
Palabras clave ciudad, territorio, derecho a la ciudad, regeneración urbana
Abstract La ciudad latinoamericana, en buena medida, nos muestra cómo la planeación urbana se encuentra sobrepasada por el desarrollo diario de la vida, desde multitud de iniciativas y prácticas sociales que, con sus particularidades y distribuidas a lo largo de diferentes territorios, escapan a la lógica reguladora de las instituciones u operan donde estas no llegan del todo, modificando de manera adaptativa el entorno. Son procesos informales, abiertos, que amplían el contexto socio-espacial que nos conforma, dando un soporte para pensar: ¿cómo producir el territorio para que reconozca y potencie las formas alternativas de apropiación en la producción urbana? Catia 1100, en Caracas - Venezuela, es un sistema de proyectos interesados en ese entorno y la construcción social del él, soportando la fuerza de la interrogante planteada, empleando estrategias de intervención física integrada, desde identidades colaborativas en acción sobre el territorio. Este sistema de proyectos es, sobre todo, una propuesta para desarrollar perspectivas más allá de la planificación normativa dominante (aún), de pensar las condiciones y formas de actuar en común, y hacer de estas operaciones de organización, prácticas culturales locales e integración de conocimientos, protocolos reconocibles y utilizables de Urbanismo Abierto, reforzando el protagonismo ciudadano en la producción urbana.
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Las ciudades contemporáneas de América Latina representan estructuras complejas y mestizajes diversos, con acelerados cambios de escala, de construcción de nuevos escenarios e imaginarios permitiendo entender que nos encontramos en un momento de transformaciones que recorren lo económico, lo político y lo cultural. En este sentido, nuestras ciudades, no solo dan cuenta de las discusiones sobre distintos modelos de gestión cultural, política y económica, asociados a ellas, sino que principalmente dan cuenta de la permanencia en sus formas de producción social del hábitat, el hábitat popular: con las condiciones y con los mecanismos de acceso y de gestión de grupos sociales al suelo urbano y en consecuencia inmediata a la ciudad. El hábitat popular, su producción, como tema y problema es actual e histórico y, en último término, responde a los modelos de desarrollo de cada uno de nuestros países y a las prácticas planificadoras y urbanísticas modernizadoras y post-modernizadoras, vinculadas y apoyadas en métodos y modelos derivados de los aplicados en Europa o Estados Unidos. Sin embargo, vivimos una etapa que se enuncia en la transformación de las nociones tradicionales socio-territoriales, del cambio de símbolos y ambientes emblemáticos, del lenguaje significante y en los paradigmas de los siglos XIX y XX. En Venezuela, han sido muchas las lógicas que han orientado la (re) producción social del hábitat, a saber, las prácticas colectivas autogestionarias, los movimientos reivindicativos, los procesos organizativos a escala vecinal/local, el apoyo velado y/o manifiesto del Estado y su injerencia en el hábitat popular, las políticas socio - urbanas, entre otras, signando fuertemente el espacio urbano. En este relacionamiento se hacen visibles tres dimensiones: la primera de ellas es de orden espacial - demográfico y se evidencia en los altos porcentajes de pobladores urbanos concentrados; el segundo de orden económico que tiene rostro de desigualdad y exclusión; y un tercer estadio, fundado en una multiplicidad de prácticas populares que reorganizan el espacio. Reconocer el rol de estas dimensiones en la (re) producción social del hábitat en la ciudad de Caracas es fundamental para entender una forma presente (futura) e importante en la construcción emergente de sectores completos de ciudad. Complejidad Territorial. Problematizar el sistema de funcionamiento de los dispositivos regulatorios (hegemónicos y anacrónicos) ante el proceso de configuración y reconfiguración urbana, nos ha servido de resistencia crítica para, por una parte, reconocernos en el proceso de participar en darle cualidad a los espacios que co-habitamos, y aunque no siempre esa realidad responde a las expectativas del compromiso o la militancia, la participación ciudadana surge como motor del proceso, pero entendida no solo como debate y deliberación, sino reflejado en acción directa en la construcción de la ciudad. Por otra parte, nos remite ineludiblemente a entender estructuralmente el territorio 1: el contenido social, la función, el sentido, las identidades, los límites que lo componen. Distintas capas que dan cuenta de sectores completos de ciudad. Ambas partes aportan complejamente al territorio, y nos han proporcionado la fuerza necesaria para ser productores y consumidores del mismo, identificándonos con otros agentes 2 interesados en formas abiertas de urbanismo, que generan o regeneran superficies construidas colectivamente. Específicamente nos hemos relacionado con ciudadanos que han coproducido su hábitat, llamados barrios 3; complejas entidades urbanas con autonomía, términos de gobernabilidad y procesos organizativos que soporta un entramado de particularidades que escapa desde su origen a la noción normada, dominante y colonizada, de hacer ciudad. Esto responde principalmente al que dicha noción no atiende sus necesidades en función de sus posibilidades, por lo que el barrio se ha constituido desde la definición de formas altamente adaptadas de ocupación
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territorial, saberes empíricos y socialización de estos, legitimidades y sobre todo redes abiertas de colaboración y participación para la autogestión y la toma de decisión articulada y distribuida.
Figura 01. Descripción: Vista territorial de los barrios Canaima y Los Frailes, en Catia – Caracas. Autor: José Bastidas. Fuente: Gabriel Visconti Stopello.
En Caracas, el barrio representa una forma de extitucionalidad, como explica Vivero de Iniciativas Ciudadanas, a partir de Serres y Tirado (1995): Se proponen como superficies en las que pueden ensamblarse, eventualmente, multitud de agentes. De materialidad y temporalidad difusas, la extitución nos sirve para entender las relaciones de poder que toman forma en el capitalismo blando, pero también puede problematizarse y servir como sistema de funcionamiento crítico ante las organizaciones institucionales normativas. Es decir, en contraste a las formas institucionales de hacer ciudad, el barrio es un ensamblaje de ciudadanía, infraestructuras y dispositivos auto-producidos con procesos de organización, colaboración y cogestión en búsqueda de reivindicar aspectos propios de la complejidad territorial que los arropa, los define y los sostiene, que eventualmente derivan en el diseño y ejecución de redes de servicios e infraestructura, equipamiento comunitario y otros componentes sociales que atiendan dichas complejidades. Estos procesos, impulsan y adoptan una perspectiva que no se ancla en lo meramente defensivo, sino que formulan transformación, creando nuevos espacios de lo colectivo que parten de la vivienda para desplegarse y hacer ciudad; lo que no solo hace funcional la vivienda, sino que demuestra la importancia del entorno. Es este tipo de entidad urbana, por su naturaleza abierta, extitucional, la que nos permite participar en un proceso situado de gestión territorial denominado Catia 1100 4, un proyecto que opera sobre los barrios Canaima y Los Frailes, en Catia, dos comunidades vecinas asentadas al noroeste de la ciudad de Caracas, solapadas parcialmente con el parque nacional Waraira Repano, incorporando y articulando diversos agentes (vecinos 5, instituciones 6, técnicos profesionales 7) en acciones distribuidas sobre lugares practicados 8 por ambas comunidades y a partir de los “modos de hacer” (Cebrelli y Arancibia, 2005) que condicionan las visiones de entender el territorio.
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Figura 02. Descripción: Vista territorial de los barrios Canaima y Los Frailes; i - La Plaza; ii - La Ceiba; iii - La Canchita; 1100 m.s.n.m. Autor: José Bastidas. Fuente: Gabriel Visconti Stopello.
Paradigmas Autónomos. La (re) producción de las ideas y los imaginarios que articulan lo urbano, se determinan entre los valores del orden establecido por quienes lo construyen, en tal sentido, Catia 1100 como intervención en la complejidad del tejido social y urbano en una comunidad barrial al margen de Caracas, propone confrontar distintas problemáticas urbanas que, lejos de reproducir un menú de recetas aprobadas en distintos contextos urbanos sin reconocer las particularidades de su territorio, plantea, por el contrario, modos propios de pensar, producir y aplicar formas colectivas de hacer ciudad, que comprendan la complejidad de las realidades que construyen las relaciones entre los sectores barriales (varios) y la ciudad dotada - asistida, orientado a la construcción de nuevas - nuestras prácticas e instrumentos de planeación participativa con visiones compartidas de ciudad y territorio; una práctica de la ciudad desde las redes contemporáneas y el urbanismo complejo que las compone, que reconoce la relevancia del accionar permanente de sus agentes en la definición y práctica de sus territorios, en busca de comprender como nuevas formas de colaboración y la composición de redes diversas definen la coproducción urbana. Un proyecto de esta naturaleza, parte por reconocer al otro, aprender en grupos heterogéneos, cruzar modelos y funcionar en diversos órdenes. Esto es, darle sentido a las acciones juntos, entendiendo que, hacer desde el barrio, construir en él y con él, implica ajustarnos a una forma propia de accionar en el mundo: la concreción de capacidades y creaciones […] en la búsqueda incesante de hacerse un sitio en la ciudad […] los barrios reflejan las contradicciones y conflictos que cohabitan en la estructura urbana [… y] la potencialidad creativa de sus habitantes (Ontiveros y De Freitas. 1996). Una manifestación relevante de esto, en Canaima y Los Frailes, es la autoconstrucción, entendida como un proceso en el que se aplican las capacidades individuales o colectivas, para identificar y producir las estructuras que soportan sus actividades cotidianas. La
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autoconstrucción se entiende como una herramienta eficaz para enfrentar y resolver los problemas comunes y se desarrolla acompañada de aspectos como la participación de los distintos agentes en la toma de decisiones, colaboración, contribución y trabajo voluntario para la búsqueda de soluciones. Ejemplos de esto existen desde las propias viviendas, cada escalera y pasaje que los comunican. Es posible entender cada componente desarrollado como ejercicio de autonomía social y cooperatividad.
Figura 03. Descripción: Estructuras autoproducidas para el acondicionamiento barrial. Autor: José Bastidas. Fuente: Gabriel Visconti Stopello.
La autoconstrucción en tanto forma de constitución de identidades y territorios, logra ubicarse como tema que marca agenda, define y da orden al conjunto de discusiones, en el imaginario y en lo práctico que le otorgaron un sentido y una orientación a las formas en que se concretarían las intervenciones del proyecto. La realización de aquellas prácticas llevadas a cabo por los vecinos, que están relacionadas con la representación que éstos tienen acerca del trabajo y su aporte en la concreción del proyecto, por lo general están relacionadas con los oficios de la herrería, la albañilería, la carpintería, lo cual permite decir que por un lado los paradigmas que tienen los vecinos sobre la construcción de sus espacios son autónomos a partir de su aporte constructivo, y al mismo tiempo son estos paradigmas los que hacen visibles sus representaciones. Así mismo, ha resultado potente el cruce de ese conocimiento popular con la experticia técnica que podemos representar los profesionales de las disciplinas del diseño y el fenómeno urbano, dando nacimiento a formas de comunicación que, como recursos, son capaces de dinamizar y potenciar diversas formas de conocimiento, convención o hábito, en dominio compartido sin rigidez. Un despliegue de relaciones, desjerarquizadas y horizontales, que permiten operar consistente y contingentemente a la vez, integrando procesos de formación divergentes y generando continuidad entre dominios de conocimiento antes segregados. El saber se constituye en formas de aprendizaje colaborativo y construcción de conocimientos transversales mediante el desarrollo de mecanismos educación-acción y el ensamblaje de mediaciones en un ciclo de motivación y autoregulación de participación abierta: hacernos en las prácticas.
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Figura 04. Descripción: Taller didáctico de fabricación. Aprender haciendo. Autor: José Bastidas. Fuente: Gabriel Visconti Stopello.
Esta particular práctica de autonomía posee un correlato físico que se traduce, debido a las condiciones a las que se enfrentan los habitantes de barrio y desde la necesidad de actuar en forma práctica, en el que construir no siempre ha significado una valoración por el espacio común. Esto configura el hecho de que los espacios practicados colectivamente son reducidos en superficie y con acondicionamientos casi invisibles. No obstante, el potencial dinamizador de dichos espacios y el sentido compartido construido alrededor del proyecto Catia 1100, nos permitió otorgarle una mirada colectiva y visibilizo qué formas toma la espacialización de las dinámicas vecinales, es decir, entender cuáles son prácticas situadas con suficiente apropiación territorial, con cualidad y valor colectivo; esto es, los procesos instituyentes 9 que dan forma a los territorios. Arquitectura como soporte. Catia 1100, en su conjunto de operaciones, soporta las complejidades y los paradigmas del contexto donde se inserta, dado que no se trata de aprovechar una oportunidad de diseño en un terreno cualquiera -sin utilización en el perímetro de la ciudad- sino de hacer propuestas en territorios que están en continua construcción, por la gente que ha decidido adaptar un lugar a sus necesidades, deseos y obligaciones de vivir en la ciudad (Bolívar, Rodríguez, Erazo, 2015). El proyecto pasa a ser un mecanismo determinado a caracterizar, comunicar y gestionar múltiples recursos de tipo estético, tectónico, tecnológico, organizativo y significaciones espaciales de las comunidades Canaima y Los Frailes, como de los demás involucrados, en tanto son (somos) agentes activos de la intervención. La articulación y conexión de todos esos factores y la gestión que se hace de ellos, genera una nueva materialidad, prototipada y fabricada en función de potenciar lógicas socio-espaciales existentes, con sus latencias en distintos niveles de visibilidad y/o fuerza en las formas de interacción social presentes, desde formatos sociales de intercambio establecidos e instituidos, como una reunión de asociación civil o la celebración de fiestas tradicionales , hasta situaciones sociales de carácter informal que surgen espontáneamente y mantienen temporalidades difusas, como las dinámicas recreativas de práctica deportiva y los encuentros cotidianos para el afecto. Esto nos
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dirigió identificar lugares de proximidad y de coexistencia concreta, con cualidad tanto para compartir costumbres recíprocas derivadas de la vecindad, como para edificar. El primero 10 de estos espacios está solapado con el Parque Nacional. Ha servido como lugar de paso y/o reposo de los habitantes del barrio en el tránsito cotidiano. Una doble condición que se ha decidido fortalecer y en simultaneo se ha procurado desarrollar una experiencia formativa y productiva apoyada en la consolidación de un patio común a las viviendas, al estar ubicado hacia la parte menos urbanizada de la comunidad y a partir de una relación de aprovechamiento sostenible con los elementos que proporciona el terreno. El patio cuenta con un huerto y aprovecha un muro de estabilización construido a partir de la técnica de permacultura, todo gestionado por familias vecinas. La idea ha sido utilizar el espacio como un taller-escuela de formación en el manejo de ecosistemas al interior del barrio, incluyendo la protección y preservación del Parque Nacional.
Figura 05. Descripción: La Plaza. Vista previa a la intervención. Autor: José Bastidas. Fuente: Gabriel Visconti Stopello.
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Figura 06. Descripción: La Plaza. Se observa el patio común a las viviendas. Vista posterior a la intervención. Autor: José Bastidas. Fuente: Gabriel Visconti Stopello.
Al interior de Los Frailes, los vecinos han resguardado durante más de veinte años una magnífica porción de terreno, un vacío sin ocupar en el sector llamado La Ceiba 11, nombre que toma por la presencia de un árbol preexistente. Este vacío sin construir, que no se ubican fácilmente en los barrios caraqueños, fue planificado por los propios habitantes con la expectativa de construir un lugar de gestión colectiva a futuro. La comunidad propuso y sostuvo el concepto de parlamento abierto, impulsando un carácter más político y participativo del espacio. Que se convirtiera en tribuna para deliberar y afrontar los asuntos públicos, sala para el cuidado y la atención social, un espacio público para celebrar la convivencia y relacionarse con otros. No un edificio. El terreno presentaba una pendiente pronunciada y una configuración semejante a múltiples terrazas, lo que facilitó que el proyecto tomará la forma de distintas estancias en diferentes niveles, a modo de plazas distribuidas a lo largo del lote articuladas por los usos previstos y gestionables por los vecinos.
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Figura 07. Descripción: La Ceiba. Vista previa a la intervención. Autor: José Bastidas. Fuente: Gabriel Visconti Stopello.
Figura 08. Descripción: La Ceiba. Se observa la configuración de múltiples terrazas. Vista posterior a la intervención. Autor: José Bastidas. Fuente: Gabriel Visconti Stopello.
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Figura 09. Descripción: La Ceiba. Se observa la sala para el cuidado y la atención social, y el espacio público para celebrar la convivencia y relacionarse con otros. Vista posterior a la intervención. Autor: José Bastidas. Fuente: Gabriel Visconti Stopello.
El espacio practicado más relevante, con latencia más visible, es un lugar compartido por ambos barrios llamado por los vecinos La Canchita 12; Una edificación precaria, autoconstruida como superficie para la recreación deportiva, ejemplo de una narrativa posible desde la práctica del “3 x 3” o del “futbolito” como modos propios, adaptados y en general fuera de las prácticas normadas del básquet o futbol, respectivamente. La intervención respalda la consolidación de este espacio producido por los vecinos, resolviendo las vulnerabilidades producto del tipo de construcción, y sobre todo priorizando en el alcance el sentido lúdico y recreativo del espacio, despegado del modelo de competición y alto rendimiento. Un polideportivo reducido que no pretende dimensiones estándar, por el contrario, obedece a parámetros similares a los de su entorno: morfología irregular, orientación accidental, disposiciones no convencionales.
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Figura 10. Descripción: La Canchita. Vista previa a la intervención. Autor: José Bastidas. Fuente: Gabriel Visconti Stopello.
Figura 11. Descripción: La Canchita. Se observa el nuevo equipamiento, un polideportivo reducido. Vista posterior a la intervención. Autor: José Bastidas. Fuente: Gabriel Visconti Stopello.
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Figura 12. Descripción: La Canchita. Se observa las prácticas deportivas - recreativas en el espacio de dimensiones no estándar. Vista posterior a la intervención. Autor: José Bastidas. Fuente: Gabriel Visconti Stopello.
Este conjunto de equipamientos soportan la revitalización lo existente y estimulan una nueva energía sobre lo cotidiano, logrando conseguir que el desarrollo urbanoarquitectónico refunde el lugar, consecuencia de un diálogo social para el estímulo de la interacción cultural, deportiva, recreativa y educativa, por encima del logro de construir un grupo de equipamientos. La fuerza instituyente. En este proceso de concebir “lo que nos es propio”, reconocemos que el barrio presenta dos formas de atender la co-producción urbana: lo instituido y lo instituyente. Lo primero hace referencia a las representaciones socio-espaciales que se reproducen en formas cristalizadas de hacer y que plasman sus imaginarios como normas, valores, lenguaje, herramientas, procedimientos y métodos de hacer frente a las cosas y de hacer cosas (Castoriadis, 2005), sin que esto signifique rechazar que fueron creadas de forma natural. Lo segundo, lo instituyente, se refiere al colectivo que dinamiza las transformaciones sociales; plantea una variación crítica de lo establecido, una propuesta sobre los significados aceptados, reconociendo las creencias compartidas y las autorepresentaciones que cargan de sentido los lugares. En tal sentido la producción territorial existe sin que lo instituido este necesariamente en oposición de lo instituyente, por el contrario, halla en este último la energía necesaria para construir procesos de reconfiguración urbana que encuentran soporte en lo ya instituido. La fuerza instituyente genera oportunidades para potenciar el empoderamiento y la emancipación, siempre que posea capacidad transformadora, alcance y trascendencia de la acción; es entonces una corriente de significaciones que conduce una cantidad de prácticas convirtiéndolas en una red de significaciones aludiendo a un conjunto de significaciones por las cuales un colectivo – grupos, instituciones, sociedad- se instituye como tal […] al mismo tiempo que construye los modos de sus relaciones sociales
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materiales y delimita sus formas contractuales, instituye también sus universos de sentidos. (Fernández, 2007). Es en función de esto que entendemos en Catia 1100 el que cada uno de los lugares de la intervención tenía una carga significativa asociada a la práctica simbólica impresa en los espacios, con distintas formas y fuerzas que le daban vida. Estás formas que le dan latencia a cada lugar intervenido tiene que ver con los agentes identificados, la fuerza con las prácticas asociadas y el nivel de uso. En tal sentido entendimos tres espacios, La Canchita, La Ceiba y La Plaza, movidos por la necesidad, el deseo y lo cotidiano, acompañados de agentes practicantes, agentes con propuesta y agentes con intencionalidades. De los tres espacios, en un lugar “no cancha” con un proceso de apropiación (instituyente) fuerte, la intervención promueve mantener y fortalecer la existencia la práctica recreativa-deportiva, lo que permite la transformación continuada y la reinvención de un territorio compartido del barrio. La Canchita se construyó acompañada de agentes practicantes, lo que permitió que esta edificación soportara la fuerza de su propio éxito, manifiesto en un uso incesante, propiciando un nivel elevado de gestión para su mantenimiento por desgaste, y en la reinvención de sus protocolos de uso ajustándose constantemente a su dinámica.
Figura 13. Descripción: La Canchita. El desgaste del equipamiento producto del uso incesante es evidente, así como la naturaleza reapropiándose del lugar. Vista posterior a la intervención. Autor: José Bastidas. Fuente: Gabriel Visconti Stopello.
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Figura 14. Descripción: La Canchita. El equipamiento tras un proceso de actualización y mantenimiento. Vista posterior a la intervención. Autor: José Bastidas. Fuente: Gabriel Visconti Stopello.
La Ceiba era un espacio no practicado, con al menos dos fuertes intensiones: la primera, dotarlo de otro significado más allá de la carga de “cuidado” que existía; la segunda, aprovechar la posibilidad que supone uno de los escasos recodos vacíos que ofrece el barrio como espacio común para el intercambio. El proceso instituyente se apalancó principalmente en el deseo de integrar nuevas-otras prácticas de encuentro en el barrio, que con potenciar prácticas existentes. Esta ausencia de práctica previa a la intervención se ve reflejada en el nivel de significación de La Ceiba, el cual, si bien es reconocido como lugar de encuentro, de celebración y de asamblea, responde a un programa dominado por la eventualidad, sin embargo, al pasar de ser un espacio con intensión de uso a ser un espacio practicado, el proceso de reconocimiento y apropiación del mismo sigue en construcción.
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Figura 15. Descripción: La Ceiba. Las dinámicas eventuales y colectivas que se desarrollan en el equipamiento. Vista posterior a la intervención. Autor: José Bastidas. Fuente: Gabriel Visconti Stopello.
Figura 16. Descripción: La Ceiba. La sala para el cuidado y la atención social funciona para la inclusión de nuevos programas recreativos-formativos. Vista posterior a la intervención. Autor: José Bastidas. Fuente: Gabriel Visconti Stopello.
Otro espacio de intervención, La Plaza, es impulsado por hacer más cómoda la cotidianidad, una cotidianidad que, en términos de práctica, respondía esencialmente a un lugar de descanso para quienes “pasan” por el lugar y donde los usuarios no alcanzaban a generar vínculos con el mismo más allá de utilizarlo como estación de descanso, lo que devino en que su apropiación únicamente responde al uso cotidiano
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preexistente de “lugar de paso”, debido a la usencia de agentes de resignificación, colocando en crisis el resto de las intenciones que pivotaron alrededor.
Figura 17. Descripción: La Plaza. El lugar de reposo mantiene su carácter. Vista posterior a la intervención. Autor: José Bastidas. Fuente: Gabriel Visconti Stopello.
Figura 18. Descripción: La Plaza. El patio común a las viviendas resuelve ser un lugar de encuentro. Vista posterior a la intervención. Autor: José Bastidas. Fuente: Gabriel Visconti Stopello.
En estas tres intervenciones que componen el proyecto Catia 1100 se manifiestan formas y niveles diferenciados de re-apropiación y re-significación, en tanto significantes y
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procesos instituyentes diferenciados, lo que da cuenta de la fuerza del carácter instituyente de los lugares, más allá de la aparente homogeneidad del territorio, de la calidad de lo arquitectónico y de las formas instituidas, trascendiendo la lucha, para, en algún punto, llegar a ser el universo social de significaciones que instituyen nuevos cambios. Hacia un urbanismo abierto. Al imaginar cómo han de transformarse las grandes ciudades del mundo en desarrollo, donde la informalidad cumplirá un papel preponderante, resulta conveniente tener en cuenta las principales influencias que modelaron su crecimiento urbano hasta conducirlas a su estado actual. Esto nos preparará mejor para anticipar […] y para poder influir de manera más adecuada en su evolución (Gouverneur, 2016). Las modalidades e instrumentos de control económico, político, cultural y, en ese sentido social, para la ocupación territorial, han correspondido en la trayectoria histórica de nuestras geografías, y contingente en nuestras ciudades, a los valores y las formas de actuación de una parte de la sociedad, en consecuencia no para toda ella, quedando esto en evidencia con la magnitud de las áreas urbanas autoproducidas, lo que también habla de la desconexión entre los métodos convencionales-regulatorios de gerencia en la ciudad, cuando esta no contribuye a satisfacer las aspiraciones y necesidades de sus habitantes. Por otra parte, demuestra la capacidad del ser humano de hacerse mejores condiciones de vida, sin subestimar los problemas y las serias inequidades existentes en esta dinámica. La planificación y regulación urbanística no toman en cuenta (aún) las formas de hacer ni las fuerzas que modelan a inmensos sectores de ciudad, los cuales dependen de la necesidad, la practicidad y la determinación de los que construyen su hábitat. Aceptar este hecho, y reconocer que en el conjunto de paradigmas, soportes y fuerzas que inciden en la formación de esos sectores de ciudad, hay aportes que evaden cualquier intento de enfrentar el reto de la urbanización en las décadas venideras con métodos ortodoxos y exógenos, no representa un problema, sino la oportunidad de combinar, cruzar, lo espontáneo con lo previsto, lo ordinario con lo específico, en miras al desarrollo de una modalidad de urbanización más equilibrada y eficiente, un sistema urbano híbrido. Esto constituye un buen punto de partida. Es desde ese contexto que entendemos Catia 1100, como sistema, como conjunto de bienes comunes urbanos con arquitecturas que soportan junto a los procesos instituyentes los modos de hacer espacios propios, que se resignifican en la medida en que esta red programa una secuencia de acciones que dinamizan el territorio, haciendo del proyecto una superficie de relación humana en lugares atravesados por situaciones claves, que permiten re-construir un “nosotros”, lo que da cuenta de la construcción de un “aquí”, un lugar de pertenencia, un espacio de referencia de experiencias como aproximación al llamado de reinventing planning (Framer, 2006) en un siglo urbano. El principal aporte de este artículo es asumir un nuevo enfoque, un enfoque urbano abierto, que contribuya a diluir la brecha entre las distintas formas de hacer ciudad en los procesos de urbanización, ofreciendo las bases para abordar los retos de las grandes ciudades por venir. Es un enfoque entre el conocimiento y la negociación, de carácter transformador e inclusivo, que se desarrolla en el aprovechar las condiciones del territorio mediante la fusión - iterancia de la planificación, el diseño y la gestión con lo que hemos descrito: paradigmas autónomos, la arquitectura como soporte y las fuerzas instituyentes. Esto es respectivamente:
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1. Vincular los atributos de los dinámicos entramados sociales y el conocimiento localmente enraizado producto de la experiencia y la técnica, con apropiación y capacidad de acción, para aumentar sus posibilidades de aplicación y adaptación en acciones explotables y explorables, hacia fórmulas de trabajo que permitan establecer protocolos, redes de cooperación y métodos disciplinares que transforman las estructuras ciudadanas y reconfiguran el territorio. 2. Aprovechar el proyecto como un mecanismo de participación, comunicación y gestión de múltiples recursos, para crear mayor diversidad funcional, en la polivalencia de sus componentes, en distintas centralidades y hacer posibles cambios a escala, teniendo en cuenta la complejidad y la variedad de prácticas urbanas e intentando responder a ello mediante soluciones integradas. 3. Nutrir con las fuerzas que socialmente construyen y sostienen en el tiempo la apropiación y el empoderamiento en la producción urbana, dado que viven procesos de actuación, pensamiento y autocreación colectiva, que en sus manifestaciones de tiempo propias desarrollan la capacidad de movilizar a la institucionalidad en función de los intereses que han construido. La aproximación que proponemos no es sobre la ciudad, sino desde la ciudad; en la necesidad de orientar el futuro, en función de nuestro propio mundo, nuestro propio tiempo, nuestra propia experiencia. Nota del autor: El presente artículo organiza y desarrolla una serie de reflexiones que exponen el autor y su colaboradora en los artículos Identidades y procesos instituyentes: formas colaborativas de acción sobre el territorio. El caso de Catia 1100. Venezuela. (Bogotá, 2019); The instituent praxis: creating our model (Roma, 2019); Open Urbanism: support for the complexity of the social and urban fabric (Medellín, 2019). Bibliografía citada. Bolívar, T., Rodríguez, M. y Erazo, J. (coord.) Ciudades en construcción permanente. ¿Destino de casas para todos? Abya-Yala. Quito, Ecuador. 2015. Castoriadis, C. Los dominios del hombre. Gedisa. Barcelona, España. 2005. Cebrelli, A. y Arancibia, V. Representaciones sociales. Modos de mirar y hacer. 1era ed. Salta, CEPHIACIUNSA, Argentina. 2005. Delgado, M. El Animal Público. Hacia una Antropología de los Espacios Urbanos. Anagrama. Barcelona, España. 1999. Farmer, P., Frojmovic, M., Hague, C., Harridge, C., Narang, S., Shishido, D., & Vogelij, J. “Reinventing planning: a new governance paradigm for managing human settlements”. In Position paper for the World Planners Congress, Vancouver, June 2006. Fernández, A. M. Las lógicas colectivas. Imaginarios, cuerpos y multiplicidades. Biblos. Buenos Aires, Argentina. 2007. Gouverneur, D. Diseño de nuevos asentamientos informales. Fondo Editorial Universidad EAFIT, Ediciones Unisalle. Medellín, Colombia. 2016. Llanos-Hernández, L. (Septiembre-Diciembre 2010). El concepto del territorio y la investigación en ciencias sociales. Agricultura, Sociedad y Desarrollo, volumen 7 (3), pp. 207-220.
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Ontiveros, T. y De Freitas, J. “Repensando el barrio: papel del antropólogo en la habilitación de los espacios autoproducidos”. En: La cuestión de los barrios. Homenaje a Paul Henry Chombart de Lauwe. pp. 127-135. Monte Ávila Editores Latinoamérica, Fundación Polar, Universidad Central de Venezuela. Caracas, Venezuela. Sen, A. Desarrollo y libertad. Planeta. Barcelona, España. 2000. Vivero de Iniciativas Ciudadanas. (Consultado en Junio 2019) Glosario Abierto. Madrid, España. Recuperado de https://viveroiniciativasciudadanas.net/wiki/glosario-abiertos/
Notas. 1. El territorio entendido más allá del reduccionismo físico-geográfico, como un concepto que existe porque culturalmente hay una representación de él, porque socialmente hay una especialización y un entramado de relaciones que lo sustentan y porque política y económicamente constituye una de las herramientas conceptuales más fuertes en la demarcación del poder y del intercambio (Llanos-Hernández L., 2010). 2. Un Agente puede ser entendido como aquella entidad que actúa y provoca cambios y cuyos logros pueden juzgarse en función de sus propios valores y objetivos, independientemente de que los evaluemos o no también en función de algunos criterios externos (Sen A., 2000). 3. Formas de asentamiento urbano precarizadas, determinadas en la autoproducción desde prácticas que buscan modos eficientes y alternativos de utilización de recursos en condiciones de vulnerabilidad económica y exclusión. Estas construcciones socio-espaciales tienen diversos nombres en la región Sur Americana, pero los denominadores y las carencias son comunes, así como las oportunidades. 4. Catia 1100 es una estructura de dos palabras. La primera hace referencia al sector de ciudad donde se ubica en Caracas, municipio Libertador, parroquia Sucre; la segunda a la cota de altura sobre el nivel de mar (m.s.n.m.) que legalmente está establecido como cota máxima habitable dentro del parque nacional Waraira Repano. Ver Figura 1. 5. Vecinos de los barrios Canaima y Los Frailes organizados en instancias de participación, articulación e integración entre las diversas entidades comunitarias. 6. Instituciones Promotoras: Vicepresidencia para el Desarrollo Territorial, Instituto Nacional de Parques INPARQUES; Instituciones Asociadas: G.M. Saber y Trabajo, Barrio Nuevo Barrio Tricolor, Misión Árbol. 7. AGA estudio; PICO; Arquitectos Colaboradores: Rodrigo Marín, Ricardo Sanz, Valentina Oquendo, José Bastidas, Karina Domínguez; Colectivo Red de la Calle; Producción y Logística de Obra: Johan Martínez, Adriano Pastorino, Dawinson Yépez, William Adjunta. 8. Nos interesa el concepto de Manuel Delgado: Lo que se opone al espacio es la marca social del suelo, el dispositivo que expresa la identidad del grupo, lo que una comunidad dada cree que debe defender contra las amenazas externas e internas, en otras palabras, un territorio. Si el territorio es un lugar ocupado, el espacio es ante todo un lugar practicado (Delgado M., 1999). 9. El hacer instituyente es un proceso de pugna por la transformación de lo instituido y las formas que la sociedad instituida ha generado; procesos de actuación, pensamiento y autocreación colectiva con manifestaciones de tiempo propias y la capacidad de movilizar la institucionalidad en función de los intereses que han construido. 10. Este espacio llevará por nombre La Plaza. Ver Figura 1 para su ubicación en el territorio. 11. Este nombre permaneció para el espacio. Ver Figura 1 para su ubicación en el territorio. 12. Este nombre permaneció para el espacio. Ver Figura 1 para su ubicación en el territorio.