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PRECISIONES
from Ágora número 32
by Ágora Colmex
Laura Duenas Couttelenc
habré LLegado hace apenas Una hora a esta casa tallada en piedra, viva cuando la decisión de morir se hace precisa.
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El anftrión repetirá un algoritmo bien conocido para hacerme sentir confortable. Saldré a conocer los jardines después de cambiarme por algo más fresco.
Escogeré un vestido ligero que pueda ser destruido por la marea. En un último ejercicio de vanidad desearé que mi cuerpo sea recogido desnudo.
Habrá una terraza sobre un acantilado con un barandal de cristal para evitar el apetecido salto. A mí me parecerá más bien una invitación.
Me asomaré y sentiré el vértigo de siempre. La montaña de granito recibe el golpe de mar desde hace milenios y construye el espacio que se ofrece como fnal y punto de partida.
Habrá una alberca cuyas aguas parecen fuir eternamente sobre el vacío y se alargan hasta tocar el mar y luego el horizonte.
Sabré desde el primer momento que este será el último espacio, el último día y el último canto de este mar al romper contra las rocas.
Estaré planeando la hora precisa y sabré que el tiempo social será la parte más difícil de todas.
Esperaré a la madrugada. No querré perderme esta puesta de sol que rayará en lo sublime, tampoco el risotto con camarones ni el rosado del Duero. Yo misma no hubiera elegido mejor una cena defnitiva.
Brincar sobre el pequeño barandal tomará un segundo eterno y pesado como el del momento de nacer; después mi cuerpo volará ligero en la brisa.
La marea lo traerá pronto a la pequeña playa de rocas. El mar devuelve todo después de jugar un poco, rechazando así cualquier apego.
Pasará un tiempo más o menos largo antes de que Anftrión note mi ausencia y asuma la verdad: alguien habrá elegido la muerte en el perfecto espacio para estar vivo.
Pasada la conmoción, las preguntas, los temas policiales y demás, vendrá el olvido. Más desgastante y certero que el mismo mar.
Yo habré muerto muy aprisa. La caída tiene sólo treinta o cuarenta metros, de manera que llegaré consciente al primer golpe que vaciará mis pulmones.
Luego, se llenarán de agua salada. Minutos más tarde la falta de oxígeno detendrá el trabajo muscular; habrás salido —por fn— de mi mente y todo habrá terminado.
Confrmaré entonces que se precisa muerte para los condenados a vida.