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CONSTRUYENDO OPINIÓN
El que el agua no llegue a los usuarios en la cantidad necesaria, con la presión adecuada y la continuidad deseada, no necesariamente es consecuencia de que no se esté inyectando suficiente agua a la red.
Hay una serie de causas que pueden estar provocando estas situaciones: Una mala planeación del sistema; La deficiencia o la ausencia de una red primaria, diseñada para mover las cantidades de agua necesarias entre distintos puntos de la ciudad sin grandes pérdidas de presión, con válvulas de seccionamiento y más importantemente con válvulas que permitan controlar las presiones y no sólo los flujos en la red, como pueden ser válvulas reguladoras de presión o retenedoras de presión; Una mala gestión del sistema que no detecta oportunamente los problemas y no aplica las medidas necesarias; Existencia de un número de fugas importantes por el mal estado de las tuberías; Presencia de tomas clandestinas; equipos de bombeo sin la potencia necesaria; tuberías con diámetros insuficientes; Falta de mantenimiento en redes y equipos; Etc.
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La detección y corrección de todas estas causas es un imperativo para poder tener una red de agua operando en condiciones de servicio aceptables y con precios del agua que permitan operar adecuadamente el sistema sin presentar una carga económica excesiva a los usuarios. Las fugas en la red, es una de las principales causas por las que se puede presentar falta de agua en las redes. La cantidad de agua que se pierde en ellas fácilmente puede llegar a representar un gran porcentaje del agua que se inyecta a la red, y este porcentaje aumenta conforme se incrementa la presión en las redes. A la relación entre la cantidad de agua que llega a los hogares y la cantidad de agua que se inyecta a la red, se le conoce como eficiencia física. Esta eficiencia normalmente se expresa en porcentaje y es muy común encontrar valores que oscilan entre el 30% y el 70% en los sistemas de agua operando en nuestro país.
Durante los años 2002, 2003 y 2004, fui Director General de CCAPAMA y en mi gestión nos guiamos por cuatro políticas directoras, que a la vez se priori- zaron y permitieron orientar las acciones hacia la obtención de mejores resultados.
Estas políticas las enumero a continuación en orden prioritario:
1.Conservación del acuífero en cantidad y calidad;
2. Mejora del servicio;
3. Reducción de los costos de operación y mantenimiento;
4. Reducción de tarifas.
Con estas políticas y prioridades guiando la operación de CCAPAMA fue fácil detectar que una de las principales acciones para mejorar la disponibilidad de agua en la red era la reducción de fugas a fin de reducir los volúmenes perdidos a través de las fugas en las tuberías, y estos volúmenes recuperados ponerlos a disposición de la población.
Claramente se puede ver que estas acciones están perfectamente alineadas con las políticas directoras ya mencionadas por lo que se implementó un programa de Recuperación e Caudales que, alineándose perfectamente con las políticas directoras, resultó muy exitoso.
Al reducir las fugas, se evita tener que aumentar la extracción de agua del acuífero para poder solventar las necesidades de la población, contribuyendo entonces a la primera prioridad: Conservación del acuífero.
La reducción de fugas, al mantener una mayor cantidad de agua en la red, permite que llegue más agua a los usuarios, mejorando la eficiencia física y cumpliendo con la segunda prioridad: Mejora del servicio.
El reducir las fugas, se requiere inyectar una cantidad menor de agua a la red, por lo que se reducen los bombeos y por consiguiente el consumo de electricidad, contribuyendo entonces a la tercera prioridad: Reducción de los costos de operación y mantenimiento.
Y finalmente al reducirse los costos de operación y mantenimiento, es factible reducir las tarifas sin afectar las finanzas del organismo operador, cumpliendo así con la cuarta prioridad: Reducción de tarifas.
Como resultado de estas acciones se logró reducir la extracción anual de agua para abastecer al municipio de Aguascalientes, de 91.85 millones de metros cúbicos en 2001 a 81.96 millones de metros cúbicos en 2005 (Figura 1), lográndose una reducción en la extracción anual del orden de 10 millones de metros cúbicos, a pesar de que en el mismo lap - so la población en el municipio se incrementó en alrededor de un 10%.
Este ahorro de casi 10 millones de metros cúbicos anuales, equivale a la producción anual de poco más de 10 pozos con una producción de 30 litros por segundo, o de alrededor de 16 pozos con gasto promedio del orden de 20 litros por segundo. Es decir, se logró proporcionar a la población 10 millones de metros cúbicos anuales sin necesidad de perforar pozos. Debo aclarar que, durante este periodo de tiempo, sin embargo, sí se perforaron algunos nuevos para reponer pozos que se es- taban agotando o para atender nuevos desarrollos habitacionales y comunidades aisladas de la red municipal.
Al mismo tiempo, con estas acciones, se logró llevar la eficiencia física de 40% a 50%, mejora que pudiera parecer poco importante, pero no lo es, pues ese 10% de mejora, representa un 25% adicional si se compara con la eficiencia del 40% que se tenía.
Con ello, además se logró, entre 2001 y 2005, reducir la dotación diaria de 331 a 259 litros/habitante/día. (Figura 2)
Indudablemente, como queda demostrado con la información anterior, la recuperación de caudales es una estrategia muy efectiva para reducir la falta de agua en las redes de agua potable y debe ser una prioridad que se debe de atender antes de inyectar agua de nuevos pozos.
Desgraciadamente, ante la presión social generada por los tandeos y la baja presión en las redes, los gobiernos y las autoridades responsables de la prestación del servicio de agua potable, frecuentemente optan por aumentar la cantidad de agua suministrada a las redes, para atender estas dos deficiencias, a pesar de existir una gran cantidad de fugas, lo que provoca que entre mayor sea la cantidad de agua inyectada y mayor sea la presión que se alcance en la red, el volumen de las fugas será mayor, por lo que además de que la mejora en el servicio, producto de estas acciones, es muy pequeña, se irá en contra de dos de las prioridades ya mencionadas: La conservación del acuífero, debido al agua perdida por las fugas en la red, y la reducción de los costos de operación y mantenimiento por el aumento en los bombeos y roturas en las redes en mal estado por el aumento de presión.
Actualmente, el municipio de Aguascalientes atiende a una población de aproximadamente 976,000 habitantes y para ello se están extrayendo poco más de 112 millones de metros cúbicos anuales, lo que significa una dotación diaria de 315 litros por habitante.
Ante la perspectiva de un cambio a un nuevo organismo operador del servicio de agua en el Municipio de Aguascalientes, al término de la concesión, es imperativo que en este cambio se contemple un estudio a profundidad del estado de la red y de él se deriven las acciones a seguir por el nuevo operador, que permitan que nuestro municipio pueda gozar de un servicio de agua potable eficiente, que sea capaz de proporcionar a los usuarios el agua necesaria, con la calidad y presión requeridas y con una tarifa justa.
El
caso de la Zona metropolitana del valle de México (ZMVM)
Texto de MSc. Arch. Urb. Raúl Martínez
El desarrollo de la ciudad de México, así como su expansión territorial mejor conocida como la Zona metropolitana del valle de México (ZMVM) una metrópolis que alberga más de 20 millones de habitantes que ha afectado drásticamente los recursos naturales que brinda su ubicación estratégica con el paso de los años.
La historia de la región de la CDMX brinda el contexto necesario para comprender su situación actual y la problemática que enfrenta. Originalmente, la zona donde se asienta la CDMX era un gran sistema de lagos. De hecho, la ciudad histórica de
Tenochtitlan, capital del imperio azteca, se estableció en una pequeña isla en los lagos del valle. Desde la llegada de los conquistadores españoles, el drenaje del lago se ha continuado hasta el día de hoy, reduciendo drásticamente la superficie del lago y confinándolo a pequeñas láminas de agua esparcidas sobre el valle de la Ciudad de México. (DE URBANISTEN, 2016)
La región, por tanto siempre ha estado estrechamente vinculada al agua. Fue un lugar estratégico elegido por las antiguas civilizaciones por su potencial natural y de desarrollo, albergó a los mexicas como primera civilización en habitar la zona. Se sabe que su civilización comenzó a desarrollarse en una isla en medio de la cuenca que por causas naturales luego se inundó, obligándolos a adaptarse al paisaje acuático que estaba cambiando en ese momento (DE URBANISTEN, 2016). Como resultado, se pusieron en marcha dos notables obras de ingeniería hidrológica; el primero eran represas para controlar los niveles de agua de los lagos adyacentes y al mismo tiempo dividir el agua dulce de las salobres en el oriente, y el segundo era un mecanismo agrícola de cultivo llamado chinampas un sistema basado en suelo relleno que les permitió cultivar en tierras de cultivo en la superficie del lago (DE URBANISTEN, 2016). Poco después del siglo XV y la conquista española, la ciudad de Tenochtitlan con alrededor de 200000 habitantes se sometió a un nuevo ideal urbano occidental. Sin embargo, el nuevo modelo de urbanización se vio desafiado por la combinación del entorno y la condición natural del lugar que lo inundó más de una vez.
En este sentido se ejecutó el primer sistema de canales artificiales, entonando así el drenaje de la cuenca. Muy pronto la infraestructura de drenaje continuó hasta finales del siglo XIX cuando se construyó el canal de drenaje de ingeniería más importante, erradicando así la mayor parte de la cuenca. (DE URBANISTEN, 2016). Como se explicó antes, la Ciudad de México creció y se expandió drásticamente destinando a más de 20 millones de habitantes dentro de sus límites metropolitanos, el drenaje de la cuenca continúa hasta el día de hoy lo que ha generado una ironía en el país, lo que antes era una