escribiendo Malvinas

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aguafuerte producciones editoriales

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MALVINAS Stories about the Malvinas

Español · Inglés




Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur República Argentina


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MALVINAS Stories about the Malvinas

cuentos

aguafuerte producciones editoriales


ESCRIBIENDO MALVINAS. - 1a ed. Ushuaia : Aguafuerte producciones editoriales; Editora Cultural Tierra del Fuego, 2013. XX p. ; 21x15 cm. ISBN 978-987-28630-2-9 1. CUENTOS. I. Título CDD A861

escribiendo MALVINAS Stories about the Malvinas Editores Editora Cultural Tierra del Fuego editoracultural@tierradelfuego.gov.ar

AGUAFUERTE · producciones editoriales Ruiz Galán 539 · 9410 Ushuaia 2901 - 51 2695 produccionesaguafuerte@gmail.com

Ilustradores Fernando Cany Soto · Omar Juárez · Rodrigo Crespo Germán Pasti · Omar Hirsig Traductora Jorgelina A. Capaccio · Instituto Fireland Foto de tapa: gentileza Gustavo Groh www.gustavogroh.net Impreso en abril 2013 Cantidad de ejemplares 500 - Primera edición Número de ISBN xxxxxxx

Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723 No se permite la reproducción parcial o total sin el permiso previo y escrito del autor.

Libro editado en Tierra del Fuego · Argentina


Comité Ejecutivo Editora Cultural Tierra del Fuego Presidente Lic. Sergio Daniel Araque Secretario de Cultura de la Provincia de Tierra del Fuego Representante de la Editora Cultural Tierra del Fuego Sr. Luis Omar Comis Representante de los Artistas Plásticos Prof. Verónica Flores Representante de los Escritores Sra. Norma Ramello Representante de los Músicos Sr. Héctor Coria Representante de los Artesanos Sra. Alicia Frangi Representante de la Subsecretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Ushuaia Prof. Gustavo Pérez



Introducci贸n


escribiendo Malvinas

Introducción

Necesariamente, al hablar de Malvinas, hablamos de nosotros, porque es imprescindible el sabernos. Somos los ciudadanos del mundo que elegimos vivir en la provincia más austral. Abrazamos las islas y las aguas que hacen a nuestro ser fueguinos y a nuestro particular modo de vida insular. Los de aquí, los venidos, los traídos, los que decidimos quedarnos, hacemos en el día a día la voz que nos nombra, y que cuenta, desde hace treinta años, esta historia que duele; la voz-memoria que será justicia, esa que en cada vigilia del 2 de abril, recuerda a los ausentes, a los presentes, a ese todo que puebla la Tierra del Fuego. El viento sigue hablando, desde siempre y para siempre. Hoy nos trae estas historias que surgieron a partir de la convocatoria del Primer Concurso Literario de Cuentos Cortos “Escribiendo por Malvinas 2012”, impulsado por la Secretaría de Cultura Provincial y el Centro de Ex Combatientes de Ushuaia, y editado desde el Estado Provincial a través de la Editora Cultural Tierra del Fuego. Hemos asumido el desafío cultural de presentar la obra en forma bilingüe, como el viento, que hermana el decir de los hombres. Los textos de los autores y las ilustraciones, con su inmenso valor simbólico y soberano, seguirán construyendo el futuro, porque los pueblos se asientan en sus historias para proyectarse hacia el mañana. Aprendimos que la memoria es la defensa, ojalá nos defienda del olvido.

Lic. Sergio Araque Secretario de Cultura Provincial

Escritor Luis Comis Editora Cultural Tierra del Fuego

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Stories about the Malvinas

Introduction

When speaking about Malvinas, we necessarily speak about us because it is important to know about ourselves. We are citizens of the world who chose to live in the southernmost province. We embrace the islands and the sea that make us Fuegian islanders with a very particular way of life. Those of us born here, or those who chose to come or were brought, and those of us who chose to stay make the voice that speak about us day after day, that voice that has been telling a painful story for the last thirty years; it is that memory-voice that will become justice, that which on the Eve of 2nd April makes those absent, those still present and everyone else living in Tierra del Fuego soil remember. The wind keeps on speaking as always and forever. Today it brings us these stories that emerged after the 1st Short Story Competition called “Writing for Malvinas 2012”, promoted by the Secretariat for Culture of Tierra del Fuego and Ushuaia’s Veteran Centre, and edited by the Provincial State through Editora Cultural Tierra del Fuego. We have taken the cultural challenge of introducing this bilingual edition, which like the wind brings together the opinions of men. Both the texts and illustrations, with their enormous sovereign symbolic value, will continue building a future because people cherish their roots to project themselves into the future. We learnt that memory is a defence; hopefully, it will defend us from oblivion.

Lic. Sergio Araque Secretary for Culture Tierra del Fuego Province

Luis Comis, writer Editora Cultural Tierra del Fuego

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escribiendo Malvinas

Introducción

Centro de Ex Combatientes de Malvinas en Ushuaia

Durante el año 1987, un puñado de veteranos de la Guerra de Malvinas, residentes en la ciudad de Ushuaia, se auto convocaron con la finalidad de conformar una Asociación que los agrupe. Su objetivo primario fue el de revertir la campaña desmalvinizadora que por ese entonces se gestaba en nuestro país: mantener siempre viva la llama de la Gesta de Malvinas; ayudarse en la búsqueda de soluciones para sus problemáticas de salud, desocupación, vivienda; construir en la ciudad un Monumento que recordase a nuestros héroes caídos en defensa de las Islas Malvinas, y lograr el objetivo de poseer una sede propia donde desarrollar sus actividades. Nace así el 2 de abril del año 1987, el Centro de Ex Combatientes de Malvinas en Ushuaia, que obtuvo la personería jurídica el 3 de marzo de 1989. Con el correr de los años e incansables esfuerzos, mayor cantidad de veteranos de Guerra comienzan a sumarse a la institución. Con el ilimitado respaldo de gobiernos, instituciones y la ciudadanía toda, sus objetivos comienzan a hacerse realidad. La inauguración del Monumento a los caídos en Malvinas –hoy Monumento Nacional-, se concreta el 2 de abril de 1994. Tiempo después se obtiene un predio y una pequeña vivienda cáscara en la Avenida Leandro N. Alem, que en pocos años y con esfuerzo propio se convierte en la actual sede de este Centro. Con el transcurrir del tiempo, miles de Veteranos de Guerra se suman y hacen escuchar su voz, de una punta a la otra de nuestro país, revirtiendo en gran medida aquella campaña de desmalvinización que a partir de nuestra vuelta del conflicto se gestara. En esta Provincia, con el incondicional apoyo de todo el pueblo fueguino, se gestó una Ley Provincial de beneficios para Ex Combatientes, para obtener puestos de trabajo, lograr accesos a planes de vivienda, salud y educación para sus asociados. 10


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Introducción

Hoy este Centro de Ex Combatientes se encuentra abocado a generar acciones que devuelvan a la comunidad su permanente acompañamiento. Es así que constantemente se colabora con diversos colegios, escuelas, jardines e instituciones en general, en la provisión de determinados elementos. En estrecha colaboración con distintas entidades se dictan charlas sobre la historia de Malvinas, a alumnos de diversos colegios e instituciones, sembrando así la semilla Malvinera en las nuevas generaciones que serán las encargadas de llevar a futuro la Causa de Malvinas, la que de ningún modo puede morir en quienes participaron del conflicto bélico, sino que debe pasar a ser una Causa de todos los argentinos, labor mancomunada que realizamos como institución, en conjunto con la Federación Nacional de Veteranos de Guerra de la República Argentina. Hoy reafirmamos que las ISLAS MALVINAS, por historia, por geografía, por derecho y por la sangre entregada, son y serán siempre argentinas. Sabemos que los 649 argentinos muertos, son un verdadero ejemplo para nosotros y las generaciones venideras, pues juraron defender nuestra bandera hasta perder la vida. Ellos cumplieron y por eso son nuestros Héroes Nacionales. Aquí mostramos cómo a pesar de los años, los Veteranos de Guerra seguimos en la lucha. Nuestro aporte es mantener viva la memoria, por nuestras reivindicaciones de soberanía, y principalmente por ellos, NUESTROS HÉROES.

Los Veteranos de Guerra en Ushuaia

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Stories about the Malvinas

Introduction

History Malvinas Veteran Centre in Ushuaia

During 1987, a small group of veterans of the Malvinas war residing in the city of Ushuaia, met for the purpose of founding an association to represent them. Their primary objective was to revert the “de-Malvinasing” campaign that during those days was taking place in the country and to keep alive the memories of the Malvinas War; and also to assist those in need of health solutions, employment and housing; to build a monument in commemoration of the heroes fallen in action, and to acquire a property in which to organise events. On 2 April 1987 the Malvinas Veteran Centre in Ushuaia was founded obtaining its legal recognition on 3 March 1989. After some years of tireless efforts: more veterans began to join the institution. With the unconditional support from governments, institutions and the society as a whole their goal was beginning to become true. The monument to commemorate the fallen of the Malvinas war was inaugurated on 2nd April 1994 and today it is recognised as a National Monument. Shortly after, and by the institution’s own means, a little piece of land with a tiny house located on Avenida Leandro N. Alem became the central office of the Veteran Centre. Time went by, thousands of veterans joined and had their say, their voices were heard across the country reverting in great part the “de-Malvinising” campaign that had been taking place shortly after the war ended. In this province, with the constant support from the Fuegian people, a Provincial bill was passed to provide more benefits, employment opportunities, and access to housing, health and education to all its associates. Today, the Veteran Centre is dedicated to the organisation of initiatives in appreciation of the support from people and that is why the Centre is permanently collaborating with schools, kindergartens and institutions in general for the provision of certain materials. 12


Stories about the Malvinas

Introduction

In conjunction with other institutions and in particular with the Argentine Federation of Veterans, the Centre delivers talks to students from many different schools, thus sowing the Malvinian seeds in the new generations that will be responsible for bringing forward the Malvinas cause, which in no way can die with the ones who took part in the war; Malvinas should be a cause for all Argentinians. Today we reconfirm that the MALVINAS ISLANDS, due to the history, geography, rights and blood shed over them, are and always will be Argentine. We know that the 649 Argentineans who died are a true example for the future generations, and us since they swore to defend our flag till the end of time. They kept their word and that is why they are our National Heroes. Here we show that although time goes by, the Veterans are still fighting. Our contribution is to keep their memory alive for our sovereignty claims, and most importantly, for them, OUR HEROES.

Veterans of the Malvinas War in Ushuaia

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Cuentos


Fernando Cany Soto


El Cuadernito Lucas Potenze


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El Cuadernito

El Cuadernito Lucas Potenze

Mi primo Fernando Coronato, incansable viajero y coleccionista de papeles raros, me trajo del Imperial War Museum de Londres, un sobre con copias de un cuadernito que estaba expuesto en una vitrina secundaria, de objetos de la guerra de Malvinas, que no sé cómo consiguió que se lo fotocopiaran: “No quería traerte las boludeces que venden en todos los museos –me dijo– así que te traje esto que me pareció que te iba a interesar más”. Me confesó que él aún no lo había leído, de modo que lo abrimos juntos y, no sin cierta aprensión, comenzamos a revisarlo. Eran varias páginas de un cuaderno escolar que originalmente, de acuerdo a su portada, había tenido 48 hojas rayadas, y según se explicaba en el museo, había sido hallado en las inmediaciones de Puerto San Carlos, después de la cruenta batalla que se libró en ese lugar. Me dijo que había también recortes de diarios, que lamentablemente no se los dejaron copiar, aunque recordaba que se trataba de información de los meses de abril y mayo de 1982, que, evaluados a la distancia, chocaban por el tono frívolo y triunfalista propio de aquellos días. En las primeras páginas había anotaciones de carácter personal: datos de un regimiento, un número de fusil, el grupo sanguíneo, el nombre de un barco y algunas fechas y horarios que supusimos que tendrían que ver con su traslado a las islas. Después aparecían varios cuadraditos de los que se usan para llevar el tanteador en partidas de cartas y unas pocas cifras que hacían pensar en el tanteo de la generala. Mechados aquí y allá había varios dibujos, algunos de soldados, otros de casitas con su correspondiente arbolito, los más de mujeres desnudas, todos hechos con un trazo bastante torpe. En la página 10, estaba la planificación detallada de un operativo: Este iba a tener inicio a las 18.00 del día martes; el objetivo 18


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Lucas Potenze

era la aprehensión y posterior faenado de una oveja que, a los fines de su identificación había sido bautizada como “Beauty”; el comando estaría compuesto por seis efectivos, previéndose tareas de patrullaje y vigilancia, movimientos de distracción, ataque combinado sobre el objetivo, aislamiento y cerco del mismo en una esquina formada por dos alambradas, apresamiento y traslado al punto denominado B donde sería carneada por el grupo de tareas M. En el renglón de “enemigos” figuraban, como principal (infiltrado en las filas propias), los suboficiales Cruz y Rossi y como secundario Mrs. Thompson, que debía ser la dueña de la granja. En la página siguiente había lo que podía ser una carta de amor, con todas las cursilerías que se pueden volcar en siete renglones, y en la siguiente unos dibujos de naipes españoles y los resultados de un campeonato de algo. Y enseguida la carta de una madre, escrita con otra letra y en otro tipo de papel. Estaba fechada el 1º de mayo y decía así: “Hijo querido: Espero que cuando recibas ésta te encuentres bien y con salud, quedando nosotros igual y extrañándote mucho. Todos aquí preguntan por vos y te mandan saludos y fuerza, y nosotros nos ponemos orgullosos de que estés defendiendo las Malvinas aunque rezamos para que no te pase nada. Te mando recortes de los diarios donde vas a ver que lo más probable es que no haya guerra de verdad porque hay muchas negociaciones en las Naciones Unidas y nadie quiere que haya muertos. Igual confío en que Dios te va a ayudar. El botarate de tu hermano está de lo más excitado con la guerra y el otro día se fue a ofrecer de voluntario. Por suerte lo rechazaron porque no tiene 18 años y menos mal porque si no lo encerraba con llave en su pieza. Tu padre sigue trabajando con la construcción y dice que para cuando vuelvas estaremos en condiciones de mudarnos. Ojalá, así descansa un poco, que a veces pienso que se va a enfermar. Bueno, hijo querido. No sigo porque sabés que no soy buena para escribir pero quería que te llegaran noticias nuestras y todo nuestro cariño. Te mando muchos, muchos besos y de nuevo: cui-da-te y no hagas locuras. Mamá”. Enseguida había un diccionario al que le faltaban algunas páginas, porque empezaba por la letra “E”. Las definiciones eran: Enemigo: Persona malvada a la que tenemos que matar; Fusil: Artefacto largo 19


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El Cuadernito

de hierro y madera para tirar balas. Dicen que es la novia del soldado y que hay que cuidarlo, besarlo, lubricarlo y no dejarlo nunca pero los soldados de la Compañía B dicen que es frío, duro y malhumorado. Guerra: Enfrentamiento entre dos países: uno cagado de hambre y otro que no aparece. Hermanos: Coloane, Saldaña y yo. Isla: Tierra rodeada de agua que hay que defender. Jefe: Persona que está siempre enojada y piensa que los enemigos somos nosotros. Kilómetro: Distancia que nos separa de la cocina. Limpieza: Cosa que ya no nos acordamos qué era. Militar: Casta superior… y aquí terminaba una página y se ve que las siguientes fueron arrancadas o se perdieron. La última estaba muy sucia y tenía dibujado un blanco parecido al que se usa para los dardos y finalmente algo que debía ser la contratapa donde había una calcomanía con la leyenda “Argentina te quiero”. Nos miramos con Fernando sabiendo los dos que ya que no íbamos a descansar hasta encontrar al dueño de aquel cuaderno, tarea que, si los datos del museo eran correctos, parecía bastante fácil: en la batalla de Puerto San Carlos participaron sólo grupos de dos o tres regimientos por lo que bastaría buscar entre los soldados de esas unidades los nombres de Coloane y Saldaña. Así fue, y gracias a la información que nos dieron en el ejército y la que recabamos en la red que tienen los veteranos de guerra, conseguimos los datos de Jesús Coloane y lo fuimos a ver a su casa, en Comodoro Rivadavia. Resultó ser un criollo de buena estampa, atento pero receloso, lo que era bastante lógico frente a dos forasteros. Abrió el sobre con desconfianza pero, al mirar la primera página, le cambió la cara y necesitó sentarse para disimular el temblor. –El cuaderno de Rojas… –murmuró mientras lo ojeaba con indisimulada emoción; –¿de dónde lo sacaron? Le explicamos la historia mientras Coloane seguía leyendo en silencio. Al terminar, y sin que hiciera falta preguntarle nada, comenzó a contarnos: –Este cuaderno, ahí donde lo ven, llegó a ser nuestra última amarra con la civilización. Era de Marcelo Rojas, el estudiante de nuestro pelotón, que lo cuidaba como a un tesoro. Al principio le tomábamos el pelo, pero a los pocos días se convirtió en algo importante para todos. 20


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Lucas Potenze

Pasaba las páginas y nos iba señalando: –…las anotaciones del truco, ¿ven? Esto fue mientras teníamos los naipes; un día no sé qué pasó que se mojaron y se pegotearon todos… fíjense acá: Rojas dibujó otros para armar un mazo, pero antes de que los empezáramos a usar llegaron los ingleses y se acabó la timba; estos otros son de la generala, después se nos perdieron varios dados y jugábamos a ver quién sacaba el número más alto no más… ¡ah! ¿Ven? Esta era la “carta tipo”. Una vuelta nos dejaron escribir a nuestras casas y hasta nos dieron papel pero la mayoría de los chicos apenas si sabían escribir. Entonces Rojas, ¡qué tipazo! se ofreció a escribir una “carta tipo” para que los que quisieran la copiaran con el nombre de sus novias o amigas. ¿Y acá? –y se reía–… los famosos dibujos; no sabía dibujar así que lo único que quedaba claro era que las minas tenían tetas grandes; decía que ya se había olvidado de cómo era el original. ¿Y esto? –y largó la carcajada–, el operativo “Beauty”... Fue un fracaso total pero él estaba encantado con haber preparado todo según el protocolo militar. Y después el diccionario, ¿ven? Estaba completo, lo íbamos haciendo entre los tres, con Saldaña que era un chico de Sarmiento, una letra cada uno. Me acuerdo que la última palabra era zorro y decía algo así como “pozo para guardar agua y fabricar barro donde ponen a los soldados”. Ese lo había hecho yo. Y éste fue el último de nuestros juegos –dijo señalando el blanco–; fue cuando ya nevaba, estábamos terriblemente aburridos y a Rojas se le ocurrió hacer esto para jugar a una especie de tejo; la cuestión era arrimar una piedrita o un botón; y jugábamos por plata, ¿ven? Estas anotaciones son las deudas que se iban sumando, pero al final nadie les daba bola. Dejó para el final la carta de la madre: –Me acuerdo cuántas veces la leyó y ya a lo último nos dejaba que la leyéramos nosotros. Esa vez fue el único del grupo que recibió carta y nos pusimos muy contentos con los recortes; él, Rojas, pensaba que los ingleses no iban a desembarcar, pero Saldaña y yo creíamos que sí, que iban a bajar pero que los íbamos a barrer porque nosotros estábamos mejor preparados. Y eso que estábamos reventados de hambre y frío pero, bueno, queríamos creer. –¿Y después? ¿Cómo siguió la historia? 21


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El Cuadernito

–Ustedes saben que al final, creo que ese cuadernito era lo único que nos relacionaba con lo humano; allá donde no hay libros ni diarios ni revistas ni nada, cualquier cosa escrita es como que nos recuerda que podemos entendernos y que no sólo nos sabemos comunicar a los tiros. Miren, yo soy de ascendencia mapuche y les puedo decir que en nuestro pueblo, cuando en un toldo había un escribiente, que generalmente era un cristiano cautivo, y un lenguaraz, las guerras disminuían inmediatamente. –¿Y todos los muchachos se enganchaban con el cuadernito? –Y sí, de alguna forma. Veo que le faltan muchas páginas; algunas no sé, se habrán roto o se mojaron, pero otras Rojas las arrancaba para dárselas a los chicos para que pudieran escribir o dibujar. Por turno usaban la birome de Rojas y me acuerdo la tragedia que fue cuando se le acabó la tinta. –Y al final ¿qué pasó con Rojas y Saldaña? –Saldaña vive, o vivía por lo menos, en el Gran Buenos Aires. Nos vimos una vez, hace mucho, en una reunión que se hizo y quedamos en volvernos a ver pero después no tuve noticias. Y Rojas no, Rojas murió. No estaba preparado para la guerra. Si ni sabía usar el fusil; cuando lo tenía que cargar me preguntaba a mí. Además no podía apuntar porque era miope del ojo derecho. Pero no fue solo por eso; murió por culpa del cuadernito. –¿? –Sí; ellos desembarcaron y ahí ya no hubo más lugar para palabras. Les hicimos una buena resistencia pero finalmente hubo que replegarse. El teniente ordenó que cuatro tiradores cubrieran la retirada y el inconsciente de Rojas enseguida se ofreció como voluntario. Alcancé a decirle que no sea loco, que él no podía cubrir la retirada de nadie, y ahí me dijo en voz baja, como si fuera una travesura: “Se me cayó el cuadernito, Negro. Está ahí nomás, al lado de aquella piedra, tiro unos tiros, lo agarro y vuelvo”, y saltó hacia atrás sin darme tiempo a impedírselo. No llegó ni cerca del cuadernito porque le dieron enseguida, y nosotros ni siquiera pudimos llevarnos el cuerpo. Al principio pensamos que lo habían recogido los ingleses y que tal vez lo habían podido curar, pero la guerra terminó y él no apareció en ninguna de las listas. Nos quedamos pensando qué habría sido del cuerpo de Rojas. 22


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Lucas Potenze

Unos días después conocimos a su madre, a quien le llevamos el cuadernito. Al año siguiente, Fernando viajó con ella al cementerio de Darwin, donde tampoco está su nombre en ninguna de las lápidas, por lo que pensamos que no debía llevar encima su identificación. También escribimos al museo para pedir los originales; la madre resolverá si se lo queda o lo lleva a Malvinas para enterrarlo junto a la tumba de algún soldado desconocido, como sugirió Coloane. Sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido, todavía no hemos recibido respuesta.

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The Little Notebook

The Little Notebook Lucas Potenze

My cousin Fernando Coronato, tireless traveller and a born collector of rare papers, brought me a little notebook that had been sitting on a secondary exhibition shelf on which objects gathered after the Malvinas war were exhibited. I do not know how he managed to get a photocopy of it: “I did not want to bring you the shitty souvenirs sold in every museum – he said – therefore I brought you this which I thought you would be more interested in”. He confessed he had not read it, therefore we opened it together and not without some sort of apprehension we gave a look at it. It had been a school notebook with several pages, according to its cover it had had 48 striped pages, and according to the exhibit in the museum, it had been found near Puerto San Carlos after the bloody battle that had taken place over there. From what Fernando told me, there were also some pieces of newspaper clip-outs which unfortunately he was not allowed to photocopy, although he remembered they dated back to April and May 1982 and which evaluated years later, sounded strikingly frivolous and triumphalist, typical of those days.On the first pages there were some personal annotations: details of a regiment, a rifle number, blood type, the name of a ship and some dates and timetables which we supposed had something to do with a transfer to the islands. There were also several little squares as the ones used to write the scoring in the truco card game and a few figures that looked like the generala annotations. There were also several sketches every now and then, a few soldiers, others were little houses with their trees, most of them were naked women, but what they had in common is that they were all done with very clumsy strokes. On page 10, there was an operation plan described in detail: it would start at 18.00 on the Tuesday; the objective was to get and slaughter a sheep, which for identification purposes was named “Beauty”; six 24


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commandos would make the attack, surveillance and patrolling as well as strategies such as diversion, combined attacks, isolation and cornering the objective against the fencing, would be applied to capture and transport the objective to a point called B where it would finally be slaughtered by the M task force. On the “enemies” line there were, most importantly, (the infiltrated in their own ranks) NCOs Cruz and Rossi and less importantly Mrs Thompson, who would be the owner of the farm. On the next page there was what looked like a love letter, with all the rather sentimental stuff that one can write on 7 lines, and on the next there were some drawings of Spanish cards and the results of a game of some sort followed by the letter of a mother, written on a different paper and in a different handwriting. The letter was dated 1º May and read as follows: “Dear son, I hope this letter finds you well and healthy, we are fine and missing you a lot. Everybody here asks about you and send their regards and strength, we are very proud of you defending the Malvinas although we pray that nothing happens to you. I am attaching some newspapers clip-outs where you can read that most probably there will be no real war, because there are lots of negotiations in the United Nations, nobody wants people to die. I trust God He will help you. The idiot of your brother is so excited about the war that the other day went and offered himself as a volunteer. Fortunately he was rejected because he is under 18, but I would have locked him in his room though. Your father is still working in the construction and says that when you come back we will be able to move in. I hope so, I want him to rest a little, and sometimes I think he will get ill. Well my dear son, I will not continue because I am not good at writing but I wished you to receive our news and all our love. I send you lots and lots of kisses and again: ta-ke ca-re and do not do crazy things. Mum”. Right after the letter there was a dictionary of which some pages were missing because it started with letter “E”. Definitions went as follows: Enemy: evil person we have to kill; Rifle: Artefact made of a long iron bar and wood designed to shoot bullets. It is said to be the girlfriend of the soldier and needs to be kissed and taken care of, and it should never be abandoned but the soldiers in the B Company say that it is cold, hard and 25


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The Little Notebook

ill-tempered. War: Confrontation between two countries: one starving out and the other missing. Brothers: Coloane, Saldaña and I. Island: Piece of land surrounded by water that has to be defended. Chief: Person that is always angry and believes us to be the enemy. Kilometre: Distance between the kitchen and us. Cleanness: something we can’t remember. An army man: upper caste … and this was the end of one page and it looked like the others were torn out or lost. The last page was very dirty and on it there was a drawing of a bullseye target; finally on something that looked like the back cover there was a sticker reading “Argentina I love you”. Fernando and I looked at each other knowing that both of us would not stop until we found the owner of that little notebook, task that if the data of the museum was accurate, did not seem difficult: in the battle of Puerto San Carlos only groups of two or three regiments participated, therefore we only needed to look for the soldiers Coloane and Saldaña in those units. Finally, thanks to the information we were given by the army and the data we gathered through the network that the war veterans have, we managed to get the contact details of Jesús Coloane and we went to his home, in Comodoro Rivadavia. He turned out to be a well-built creole, kind but distrustful, which made sense given the fact that he was in front of two total strangers. He opened the envelope suspiciously but when he saw the first page his face changed and he needed to sit down to hide the shaking. -Rojas’s notebook …-, he muttered as he flipped through the pages with undisguised emotion; - where did you get this? Fernando told him the story of those photocopies while Coloane continued reading quietly. When he finished, there was no need for us to ask, he started telling us the story: -This notebook, as you see it, was the last rope that kept us in contact with civilization. It belonged to Marcelo Rojas, the student in our squad; he cherished it as if it were his treasure. At the beginning we made jokes but soon it became very important to us all -. He flipped through the pages and pointed out: -… the truco annotations, you see? This was while we had the cards deck; one day I do 26


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not know what happened but the deck got wet and the cards got sticky… look here: Rojas sketched others in order to complete the deck, but before we started using them the Brits arrived and the game was over; these are the generala annotations, as we lost a few dice we then just played to see who drew the highest number.… ah! See? This was the “standard letter”. One time we were allowed to write home and they even gave us some paper but most of the guys could barely write. So Rojas, what a guy! offered to write a standard letter so those who wished could write the names of their friends or fiancées. And here? – he started laughing- … the famous sketches; he could not draw so the only clear thing was that women had big tits; he used to say that he had forgotten how the original were. And this…and he burst out laughing-, “Operation Beauty”... It was a total failure but he was delighted to have done everything according to the military protocol. And there was also the dictionary, you see? It was complete; the two of us worked on it, together with Saldaña who was a guy from Sarmiento, a letter each. I remembered that the last word was foxhole and the definition would go like “hole where to keep water and make mud and where soldiers are kept”. I made that one. And that was the last of our games –he said pointing out at the bullseye-; it was already snowing, we were bored stiff and Rojas had this idea to play a kind of shuffle-board; the idea was to make a little stone come near a button; we gambled money, see? These annotations are the debts we would start accruing, but in the end nobody would care. He left the letter from his mother till the end: -I remembered how many times he read it and at the end he let us all read it. That time we were the only group to receive letters and we were all very happy with the clip-outs; he, Rojas, thought that the Brits were not going to disembark, but Saldaña and I did not think like him, we thought they were going to come but we would sweep them off because we were better prepared. We believed so even though we were starving and suffering the cold but we wanted to believe. - So? What happened next? - You know that in the end, I think this little notebook was the only thing that linked us to anything human; over there, where no books, newspapers or magazines arrive, anything written reminds us that we can 27


Stories about the Malvinas

The Little Notebook

understand each other and that we can not only communicate through shootings. Look, my ancestors were Mapuche and I can say that for my people, when there was one who could write, in general a Christian prisoner, and one good at speaking, the number of wars would go down immediately. - did all the guys get hooked on the little notebook? -Yes, in some way. I see that there are many pages missing; some I do not know, they may have been torn out or got wet, but others Rojas would tear them out and give them for the guys to write or sketch. They used Rojas’s pen in turns and I still remember what a tragedy it was when they ran out of ink. - So what happened with Rojas and Saldaña? -Saldaña lives, or lived at least, in Greater Buenos Aires. We met once a long time ago, in a meeting that was organised, we said we would meet again but I had no news thereafter. And Rojas, no, Rojas died. He was not prepared for the war. He didn’t even know how to use the rifle; each time he had to load it he would ask me. Moreover, he was not able to aim at the target; he had myopia on his right eye. But that was not all; he died because of the little notebook. -¿? -Yes; they disembarked and there was no room for words. We made a good resistance but in the end we had to withdraw. The lieutenant tasked four shooters to cover the withdrawal and the insane of Rojas readily volunteered. I told him he was crazy, that he could cover nobody’s withdrawal, and he quietly said to me, as if playing a prank: “I dropped the little notebook, Negro. It is over there, next to those rocks, I fire a few shots, get it and come back”, and jumped backwards without giving me time to stop him. He did not even get near the little notebook, he was shot there and then; we were unable to get his body. At first we thought that the Brits had got him and perhaps would have cured him but the war was over and his name did not appear on any of the lists. He may not have had his identification on him because his name does not appear on the tombstones of the Darwin cemetery either. Fernando was there with Rojas’s mother, whom we met when we took the pages of the little notebook. We also wrote to the museum to ask for the 28


Stories about the Malvinas

Lucas Potenze

original: his mother will decide whether she is keeping it or if she takes it to Malvinas to bury it next to a tomb as Coloane suggested, but, although many years have gone by, we have received no answer yet.

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Omar Juรกrez


La Guerra de Malvinas Mara MartĂ­n


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La Guerra de Malvinas

La Guerra de Malvinas Mara Martín

Estaba por amanecer. No sabíamos muy bien lo que pasaba alrededor. Ni con luz podíamos saber si estaban cerca ni reconocer los lugares, así que imaginate en la penumbra, nosotros caminando por el campo muertos de miedo, buscando un refugio que habíamos cavado a la tarde, para ver si podíamos dormir un rato sin que nos vieran. De golpe cayó una bomba, muy cerca. Empezamos a correr y nos cruzamos con otros dos pibes que también corrían, yo agarré a uno de la manga para que vinieran con nosotros al refugio. Si dijimos algo en ese momento no lo sé, no se escuchó, porque cayó otra bomba. Esta vez tembló el suelo. El Mono cayó dentro del pozo primero y pegó un grito, nos mandamos para ahí y nos metimos todos, muy juntos, apretados contra el fondo, del lado de donde caían las bombas. Uno de los pibes empezó a llorar y el Mono también lloraba, estábamos abrazados, bien apoyados contra la pared y el Mono preguntó ¿Qué pasó, loco? No nos dijeron que iba a haber bombas. En ese mismo momento uno de los pibes, el que no lloraba, también habló, pero habló en inglés. Todos nos dimos cuenta de que éramos enemigos. Pero no pensé “enemigos”, pensé ¡La mierda, estos pibes son ingleses! Y se hizo un silencio terrible. Te asustás, porque qué sabés, a lo mejor los tipos eran unos fanáticos, o estaban dados vuelta y sacaban un revolver o un cuchillo, o nos metían la bayoneta en el estómago. Estábamos quietos, en silencio, creo que los cuatro queríamos evitar que los otros pensaran boludeces y nos cagaran matando. Pasamos así un tiempo que pareció muy largo. Tenía miedo de que cayeran más bombas, de que nos mataran esos pibes, no sabía qué hacer. Nunca había tenido una pelea cuerpo a cuerpo, ni antes de ir a la guerra. No me imaginaba pelear en ese pozo, en la oscuridad … ni afuera. -Creo que nadie peleó cuerpo a cuerpo en Malvinas. Después sonó otra bomba, muy cerca y cayó una lluvia de barro. Nos apretamos más, nos queríamos 32


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hacer chiquitos, protegernos y nos quedamos quietos, escuchando los ruidos y esperando. Cuando me desperté era de día. El Mono estaba al lado mío y al otro lado un gringo. El otro pibe se había acostado arriba de nuestras piernas y tenía la cabeza apoyada en la panza del Mono. Parecía un hermano menor, un perrito, una novia, cualquier cosa. Qué soldado enemigo ni qué carajo, si tenés enemigos en este mundo no están metidos con vos en una fosa, durmiendo en la panza de tu amigo. No me extrañó que nos durmiéramos, porque dormíamos en las situaciones más increíbles, a lo mejor por el frío, pero a veces me llegué a dormir con el jarro en la mano en vez de comer, con el hambre que teníamos. El inglés de al lado mío también se despertó y ahora que podíamos vernos, nos miramos. Era un poco más grande que nosotros, rubio y con la cara lastimada, como si ya lo hubiera agarrado una bomba. La herida no era muy profunda, pero era grande, con la piel recién crecida y desde esa herida que me dio lástima lo miré a los ojos y la verdad es que no vi nada malo en los ojos del gringo -Miedo, angustia, pero también algo amistoso. Me hubiera puesto a llorar, pero el gringo sonrió un poco y puso una cara como diciendo ¡mirá donde estamos hermano, qué cagada! Debo haber levantado las cejas, porque dice mi mujer que es lo que hago siempre que alguien me dice “qué cagada” o cosas como esa. Y nos quedamos así hasta que se despertaron los otros. El inglesito que estaba acostado se asustó. Primero abrió ojos normales, pero después levantó la mirada y nos vio a nosotros y puso los ojos grandes, como de carnero degollado. Fue un segundo, se notaba que se acordó de lo que ya sabía y se vio muy expuesto, pero el otro le habló y se calmó un poco. Seguimos esperando, no sé qué carajo, pero no queríamos salir, hasta que escuchamos a unos tipos por ahí, y que se acercaban a nosotros. No oíamos lo que decían, pero las palabras a lo lejos hacen distinto ruido según el idioma que se hable. Y estos eran ingleses. Nos miramos y sentí que ya tenía tanto miedo que iba a explotar. Creo que tenía el corazón en la boca -propiamente, viste, como dice la gente. Si uno de los gringos hablaba, si salía corriendo, si los llamaba, nos iban a matar. Después pensás en todo lo demás -prisionero, torturas, tus 33


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viejos. En ese momento lo único que se te ocurre es que los tipos se paran al borde del pozo y te ametrallan, como en las películas. Pero los pibes se quedaron tan paralizados como nosotros. Vaya a saber qué pensaban, a lo mejor creían que si los agarraban así, escondidos en un pozo con dos argentinos, los iban a considerar traidores, cobardes, o cosas peores. A lo mejor ellos también pensaron en eso mucho después y en ese momento también se los imaginaban parados con las piernas abiertas, vaciando las ametralladoras en nosotros. No hicieron nada y los tipos se fueron. Más tarde decidimos salir. Primero asomé la cabeza y miré que no hubiera nadie, así que salí del agujero y después salió uno de los gringos, salió el Mono, salió el otro pibe. Nos miramos. Si te tuviera que decir, eran miradas serias, pero raras, como si de pronto tuviéramos vergüenza, un poco la cara que ponen los amigos cuando te dan un patadón en un partido, como pidiéndote perdón pero no sabiendo si te tienen que pedir perdón o hacerse los boludos. También nos daría miedo separarnos, pero no por lo que los otros fueran hacer, por no quedarnos solos. Entonces nos agarramos, así, de los brazos, como si nos quisiéramos abrazar pero no nos animáramos. Hubiera sido como fuera de lugar, o demasiado fuerte, o demasiado arriesgado. No sé que hicimos, me parece que al final sí nos abrazamos. Fue raro, esos gestos de camaradería, sintiendo también todo lo que nos separaba. Lo que tenía que separarnos. En seguida salimos corriendo. Nosotros volvimos para donde estaban nuestros compañeros el día anterior y ellos corrieron para el otro lado. Me alegró que se fueran, porque yo no quería que me maten, pero tampoco quería matar a nadie. Nunca fui de los que decían que había que dar la vida para defender a la patria. Iba a pelear, claro, no iba a ser desertor ni traidor y si podía impedir que le pasara algo a los nuestros lo iba a hacer, -lo hice, al final, después de eso. Pero había unos pibes que estaban como locos, así como con ganas de matar. A veces hasta me parecía que estaban contentos de ir a la guerra y nadie les decía nada, no fuera a ser que se pensaran que éramos maricones, como decían los zumbos, -maricones tu abuela, zumbos de mierda-. Los otros no decíamos nada, estábamos asustados con la posibilidad de la 34


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muerte, de que nos maten, pero también de tener que matar. Nadie normal está preparado para eso, para la guerra, solamente los de Apocalipsis, con los helicópteros con música, porque esos ya estaban enloquecidos hace tiempo. Pero, hasta que enloquecés, no estás preparado -¿cómo se prepara uno para matar a un tipo, para que te vuelen la cabeza? Además, teníamos dieciocho años, diecinueve. Te imaginás, matar a un tipo, de cerca, apuntarle y apretar el gatillo. No me lo podía imaginar, ni en pedo. Los que tienen que disparar un cañón es otra cosa, porque no saben lo que pasa al otro lado. Cuando volví se lo conté a mi vieja solamente y ella me dijo que no dijera nada, porque no sabés cómo lo va a interpretar la gente y sólo los que estábamos ahí sabemos lo que nos pasó. Me imagino que los gringos tampoco contaron nada, ni el Mono, pobre, que no volvió. Después ví que se hablaba mucho de la guerra, pero en el fondo nadie quería batir nada. Se hablan muchas cosas, pero los pibes nunca contaron nada, le contarán a la familia, a los amigos y algunos contaron que los torturaron, pero pasaron muchas otras cosas, que nadie contó, también es que habíamos firmado lo del Secreto Militar. En cambio los de la dictadura, viste, en los juicios, dijeron cosas muy jodidas. Contaron cosas que a mi me parecía que no se podían contar, que no podían salir de una boca, por el dolor, por las cosas de mierda que les pasaron, como una mujer que contaba en la televisión cómo la torturaron, que estaba embarazada y era una piba, y ahora estaba ahí contándolo. Después me impresionó mucho Victoria Montenegro, contando que quería al viejo con locura y lo veía como un gran héroe, hasta que se dio cuenta de que el chabón había matado a sus verdaderos padres, y que su guerra contra la subversión había sido una masacre y una mentira grande como una casa. Tanto tiempo estuve pensando en esa piba, en las cosas que habrá tenido que pasar cuando se iba dando cuenta, lo que debe ser, comerte ese garrón, toda la locura del tipo, tus viejos asesinados como perros. Y la piba se pone delante una cámara y lo cuenta, lo cuenta todo. Pero el que más me impresionó fue Videla. Nadie esperaba que los milicos se arrepintieran o pidieran perdón, pero alguna vez tenían que reconocer lo que habían hecho, por lo menos para que no siga habiendo 35


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gente que piense que es mentira, mi vecina, por caso, que se pasó la vida diciendo que los desaparecidos estaban en España cagándose de risa. El tipo un día tomó la decisión de hablar. No habrá contado todo, pero dijo bastante. Explicó lo de los desaparecidos, por ejemplo y lo de los curas y cuánta gente se tuvo que meter la lengua en el traste. Pensará que entre tantos cobardes que hicieron lo mismo que él y se callan la boca, Dios lo va a premiar por confesarse, pedazo de hijo de puta. No sé lo que piensan todos, pero les debe hacer bien hablar y le hace bien al que escucha, porque nos vamos enterando de las cosas. A mí me parece que es mejor hablar, a lo mejor la gente entiende más y se dejan de decir boludeces, pero no sé, también pienso que nadie quiere que se aclare lo de la guerra. A lo mejor, ahora con ese informe que van a publicar empieza la movida. Porque si de entrada hubiéramos hablado todo hubiera sido distinto. Pero entre que nos queríamos olvidar y nos parecía que nadie entendía nada y los milicos, que fueron los primeros que no querían que habláramos, nos quedamos callados. A lo mejor si enseguida hubiéramos hablado, si no le hubiéramos tenido tanto miedo a los recuerdos, al final hubieran sido eso, recuerdos nada más y no se hubieran matado tantos tipos. Por eso ahora voy a contar. También porque nunca oí que alguien confesara cosas como esa, pero supe que otros también se escondían con los gringos cuando había quilombo, que compartieron la comida y se ayudaron cuando estaban heridos. Las cosas que pasaron fueron casi todas una mierda, pero también ahí, en ese infierno también, en ese pozo oscuro lleno de hielo, estuvimos nosotros abrazados, muertos de miedo, como hermanos, incapaces de dañarnos. Eso también es la guerra de Malvinas.

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The Malvinas War Mara Martín

It was almost dawn. We didn´t really know what was going on. Not even with light could we see if they were near nor recognize where we were, so imagine ourselves in the half-light, walking through the field scared to death, looking for a refuge we had dug in the afternoon, to see if we could get some sleep without being seen. Suddenly a bomb fell, very near. We started to run and came across two other boys who were also running; I grabbed one of them by the sleeve so that they came with us to the refuge. If we said something at that moment I don´t know, nobody heard, because another bomb fell. This time the ground shook. Mono fell into the pit first and shouted, we all followed and went in, very close, tight against the back, on the side where the bombs fell. One of the boys started crying and Mono cried too, we were holding on to each other, leaning against the wall and Mono asked: What happened, man? We weren´t told there would be bombs. At that moment, one of the boys spoke, the one who wasn´t crying, but he spoke in English. We all realized that we were enemies. But I did not think “enemies”, I thought: Shit, these guys are English! And a terrible silence followed. You get scared, because you know, what if these guys were fanatics, or stoned and they took a gun or a knife, or stuck the bayonets in our stomachs. We were immobile, in silence; probably the four of us did not want the others to think anything stupid and ended up being killed. The time we spent there seemed very long. I was afraid of more bombs falling, afraid that those boys killed us. I did not know what to do. I had never fought hand to hand, not even before going to war. I could not imagine fighting in that pit, in the dark … or outside. –I think nobody fought hand to hand in Malvinas. Then another bomb was heard, very close and mud rain started to fall. We got closer together, we wanted to 37


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The Malvinas War

become little, protect ourselves and we stayed still, hearing the sounds and waiting. When I woke up it was daytime. Mono was lying next to me and on the other side there was a gringo. The other boy was lying on our legs with his head resting on Mono´s stomach. He seemed like a younger brother, a dog, a girlfriend, anything. Don´t give me that crap of the enemy soldier, if you have enemies in this world they are not hiding with you in a pit, resting their heads on your friend´s stomach. I was not surprised that we had fallen asleep, because we slept in the most incredible situations, maybe because we were so cold, but sometimes I even fell asleep holding the jug in my hand instead of eating, considering how hungry we were. The English boy by my side woke up too and now we could see ourselves, although not look at ourselves. He was somewhat bigger than us, blonde and his face was bruised, as if he had already been struck by a bomb. The wound was not very deep, but it was big, the skin barely grown and I felt sorry and I looked at him in the eyes and the truth is that I did not see anything bad in the eyes of the gringo –Fear, anguish, but also something friendly. I would have started to cry, but the gringo smiled a little and made this face like saying: look where we are brother, this sucks! I must have lifted my eyebrows, because my wife says that´s what I do when someone says “this sucks” or something similar. And we stayed there until the other two woke up. The English boy who was lying got scared. First he opened his eyes normally, but then he looked up and saw us and opened his eyes wide, pleading. It was a second, you could see that he remembered what he already knew and felt very exposed, but the other spoke to him and he calmed a little. We continued waiting, I don´t know what, but we did not want to get out, until we heard some guys outside, coming towards us. We could not hear what they said, but words from a distance sound different depending on the language. And these were English. We looked at each other and I felt I was so afraid I would explode. I had my heart in my mouth –literally, you know, like people say. If one of the gringos spoke, ran away, or called them, we would be killed. Then you think the rest –being a prisoner, being tortured, and your parents. At that 38


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moment the only thing you can think of is that the guys stand at the edge of the pit and machine-gun you, like in the movies. But the boys were as paralyzed as we were. Who knows what they were thinking, maybe they thought that if they were found like that, hiding in a pit with two Argentines, they would be considered traitors, cowards, or worse things. Maybe they thought about that much later and at that moment they also could only imagine them standing with their legs open, emptying their machine guns at us. They did nothing and the guys left. Later on we decided to come out. First I stuck my head out to make sure nobody was there, then I came out of the hole and one of the gringos followed, Mono came out, the other boy came out. We looked at each other. I will be honest, they were serious looks, but strange in a way, as if we suddenly felt embarrassed, kind of like the face friends make when they kick you in a football game, like saying I´m sorry but not sure whether they should forgive themselves or pretend it didn´t happen. We were also afraid of separating, not because of what the others might do, but because we did not want to remain alone. So we held each other, like this, by the arms, as if we wanted to hug each other but did not dare to. It would have been out of place, or too moving, or too risky. I don´t know what we did, I think we finally did embrace each other. It was weird, to have a friendly gesture in the midst of all the things that separated us. Of what was supposed to separate us. We ran away immediately. We ran towards where our companions were the day before and they ran the other way. I was relieved that they left; because I did not want to be killed as much as I did not want to kill anyone. I was never one of those who said one should give their life to defend their country. I was going to fight of course, I wasn´t going to be a deserter or a traitor and if I could avoid something happening to one of ours I would do it, - I did, in the end, after that. But some boys were acting like crazy, as if they wanted to kill. Sometimes they even seemed happy to be in war and nobody said nothing to them, nobody wanted to be thought of as faggots, like the Ruperts or Rodneys said, -faggots my ass, bloody Ruperts or Rodneys -. We did not say anything, we were afraid of dying, of being killed, but also of having to kill. 39


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No one who is normal is prepared for that, prepared for war, only those from Apocalypses, with helicopters playing music, because they had gone crazy time ago. But, until you go crazy, you are not prepared – how do you prepare to kill a guy, to have your head blown? Besides, we were eighteen, or nineteen years old. Can you imagine, killing a guy, getting close, aiming and shooting? I could not; at all. It´s different for those who have to shoot a cannon, because they don´t know what´s going on at the other end. When I returned I told only my mother and she told me not to say anything, because you don´t know how people is going to take it and only those who were there know what really happened. I would think that the gringos didn´t tell either; not even Mono, who didn’t return, poor Mono. Then there was a lot of talking about the war, but nobody was saying anything really. Many things are said, but the boys never said anything, they may have told their families, their friends and some said they had been tortured, but many other things happened, that nobody ever told, because we had also signed the Military Secrecy. However those who were victims in the military dictatorship said terrible things during the lawsuits. They said things that to me were unspeakable, impossible to pronounce, because of how painful they were, because they had been in hell, there was this woman on TV telling everybody how she had been tortured when she was pregnant and just a girl, and now she is sitting there telling everything. I was also shocked when Victoria Montenegro told that she used to love his father very much and considered him a great hero, until she realized that the guy had killed her real parents, and that his war against subversion had been a massacre and a big fat lie. I thought often about that chick, about how she must have felt upon learning the truth, dealing with the insanity of that guy, your parents being killed like dogs. And the chick sits in front of a camera and talks about it, tells everything. But the one who shocked me the most was Videla. No one thought the militaries would show any regret or would apologize, but at some point they had to acknowledge what they had done, for those who still 40


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believed that the war had been a lie, like my neighbour for example, she spent her life saying that the missing/disappeared were in Spain laughing their asses off. One day the guy decided to talk. He did not tell everything, but he said enough. He talked about the disappeared for example, and about the priests and so many people who had to shut the fuck up. Maybe he thought that if so many cowards had done the same but did not say anything, God would reward him for confessing…son of a bitch. I don´t know what they all think, but talking must make them feel good and listening too, because we start learning things. I think it is better to talk, maybe people will understand better and stop talking nonsense, but I don´t know, I also think that no one really wants things to be known. Maybe with the report that is going to be published things start to move a little. If we had talked from the very beginning everything would have been different. But because we wanted to forget and we thought that nobody would understand and because the militaries did not want us to speak, we kept silent. Maybe if we had spoken immediately, if we had not been so afraid of memories, in the end they would have been just that, memories, and many guys would not have been killed. For all this I will speak now. Also because I never heard anyone confess anything like it, but I know that others also hid with the gringos when there was confusion, that they shared their food and helped each other when they were wounded. Almost all the things that happened there sucked, but there too, in that hell too, in that dark pit full of ice, we were able to hold each other, scared to death, like brothers, incapable of hurting each other. That too is the Malvinas war.

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Fernando Cany Soto


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Jorge Luis, John y Juan

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El hecho que refiero pasó en un tiempo que… Jorge Luis Borges, “Juan López y John Ward”.

Rápidamente: A poco de concluidas las acciones bélicas el más sabio de todos los ancianos literatos se dio a escribir lo que consigno como cita, “(… ) López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward en la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer El Quijote. “El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en un aula de la calle Viamonte.” Caramba. ¿Existiría en la historia inglesa algún soldado profesional al que le interesase tanto la literatura como para aprender otra lengua, a efectos de leer una obra famosa? En tal caso no hubiese elegido una carrera tan distante de esa clase de estudio. Pudo haber ocurrido con uno de esos oficiales aristocráticos dignos de ser interpretados en la pantalla de plata por David Niven o por sir Alec Guiness. O por aquel Peter O’Toole en Lawrence de Arabia. Mas no sería un hombre de tropa que estuviese frente a frente con el adversario. ¿Cuántos años debería de empeñar un angloparlante para comprender, en buen español, una obra tan complicada como atrevida? Y el López de Borges, ¿por qué iba a amar a Conrad? ¿Por la película “Apocalypse Now” (basada en textos de aquel polaco que escribía en inglés), que tan bien había funcionado en las taquillas argentinas? El 44


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viejo genio se equivocó hasta de geografía: la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en esos años, no funcionaba ya en la calle Viamonte, sino en Marcelo T. de Alvear y Junín. El López al que refiero yo estudió en el Colegio Nacional de Corrientes, junto al furioso río Paraná. Allí padeció, como casi todos los alumnos de la escuela pública, las clases obligatorias de inglés. No tenía la menor idea de quién podía haber sido Conrad; es más, como tantos miles de personas, asociaba con error al soliloquio shakespereano de Hamlet (la única aproximación que tenía con la literatura británica) a un hombre hablando con una calavera. Estaba haciendo el servicio militar obligatorio en el RI9 cuando estalló el conflicto por aquellas islas que –le decían desde la escuela primaria– fueran “la hermanita perdida”. Ward había terminado el High School en una escuela nada acomodada de Blackburn, Lancashire. No lo supo entonces (sí Borges) pero su apellido coincidía con la gracia de un colegio tradicional en la localidad de Ramos Mejía. El español le era ajeno e indiferente. Sabía del Quijote por películas como “Man of La Mancha”, con Sofia Loren. Que conocía por los diarios, ya que nunca la fue a ver. Dicen que esa película era bastante mala. Curiosamente en esos países escriben “Quixote”. Durante la moda de las calcomanías y los banderines había sido graciosamente famosa la imagen de un yacaré armado como un comando con la leyenda “Si la Argentina entra en guerra Corrientes la va a ayudar”. López y los muchachos recordaban ese texto para turistas con alguna sonrisa mientras el tren los llevaba hacia el puerto en el que abordarían un buque gris con proa a esas islas tan queridas. Entre los soldados ingleses que embarcaron en el dock de Southampton era vox populi que en unos días llegarían a recuperar esas islas de las que jamás habían oído. A muchos les llamó la atención saber que fueran frías: imaginaban a la Argentina como una enorme fábrica de carne enlatada. Rodeada de palmeras llenas de loros y de monos y con señoras voluptuosas con flores en el pelo. A unos les dijeron que iban a defender a la Patria. A los otros, que se trataba de un picnic. Los hechos los conocemos. Cuando llegó la hora de batallar los muchachos se batieron fieramente. Unos con frío, hambrientos, mal 45


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pertrechados, debajo de una pesada cadena de mandos entre oxidada y rota. Los otros, dotados de buenos abrigos, comida caliente y armas de última generación. Borges: “Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel. “Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.” Esto último hubiese sido casi imposible; es sabido de todos que los británicos caídos fueron enterrados en otras islas, indiscutiblemente suyas, cerca de Francia y de Escandinavia. En Darwin, sí, agitan los vientos una bandera belgraniana sobre las cruces blancas. López y Ward, o Ward y López, ya habían calado bayonetas. Érase el último de los combates. Habían sentido morir a varios camaradas. Ambos habían matado. Mientras se medían cayeron en la cuenta de que estaban solos. Al frente, a retaguardia, a los lados explotaban las luces de la muerte. Es imposible explicar lo que pasó en ese momento. Ellos bajaron las armas con cautela. Sin partir el contacto visual establecieron la tregua que precedió a la de los jefes. Sabían que por el cansancio o por el odio que cargaban sólo una cuestión de suerte podía haber definido al ganador en la pelea del hombre contra el hombre. Ese casi postrer gesto de humanidad –dicen López y Ward– les salvó del suicidio que no fuera ajeno a muchos de los camaradas de uno y de otro bando que regresaron a cada extremo del Atlántico. Ya en Lancashire, Ward dejó de llamar animals a los argentinos. Maldice la ignorancia de los jefes que hablaban de picnic. López no volvió a Corrientes. Desde algún lugar de la Patagonia mira al océano. Cada tanto la televisión le regocija con los goles de Tévez y de Agüero en la ciudad de Manchester. Y aunque no descarta de plano la idea, no ha logrado llegar a comprender, ni a querer, a los ingleses como colectivo. El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.

Como todos –vamos– los tiempos de los hombres.

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Jorge Luis, John and Juan Antonio Morgner

What I refer to occurred in a time that … Jorge Luis Borges, “Juan López and John Ward”

Rapidly: Shortly after the war actions had ceased the wisest of all literate old men dedicated to write the text I state as a quote. “(…) López was born in the city next to the immobile river; Ward in the city in which Father Brown walked. He had studied Spanish so he could read The Quijote. “The other professed Conrad´s love, which had been revealed to him in a classroom on Viamonte street.” Good heaven! Was there in English history a professional soldier so interested in literature as to learn another language in order to read a famous work? In such a case, he wouldn´t have chosen a career so distant from that type of study. It could have happened with one of those aristocratic officers worthy of being interpreted in the silver screen by David Niven or by sir Alec Guiness; or by Peter O´Toole in Lawrence of Arabia. But it would not be a man of troop fighting face to face with the adversary. How many years would it take an English speaker to understand, in good Spanish such a complicated and daring work? And why would Borges’ López love Conrad? Was it because of the movie “Apocalypse Now” (based on the texts written by that English writing Polish) which had been a great success in Argentina’s box offices? The old genius had been wrong in geography: the Buenos Aires Faculty of Philosophy and Letters was no longer on Viamonte Street but on Marcelo T. de Alvear and Junín. The López I refer to studied in the National School of Corrientes Province, by the furious Paraná River. There, he had to put up with 47


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obligatory English classes like all other students in state schools. He had no idea of who Conrad was: even so, like many other people, he mistakenly associated Hamlet´s Shakespearean soliloquy (his only proximity to English literature) to a man talking to a skull. He was attending the obligatory military service at the RI9 when the conflict over the islands –which since primary school were called “the lost sister”- started. Ward had finished secondary school in a not well-off school in Blackburn, Lancashire. He did not know then, (Borges did) but his last name coincided with the name of a traditional school in the neighborhood of Ramos Mejía. He was foreign and indifferent to Spanish. He knew about The Quijote from movies like “Man of La Mancha”, with Sofía Loren. He knew about the movie from the newspapers because he hadn´t seen it. They say it was a bad movie. Strange but in those countries they spell it “Quixote”. When stickers and pennants were on fashion, the image of an alligator armed as a command with the legend “If Argentina goes to war, Corrientes will help” became funnily famous. López and the chaps recalled that script made for tourists with a smile while the train took them to the port to embark on a grey ship with her bow towards those beloved islands. Amongst the British soldiers who had embarked on the Southampton dock; it was vox populi that in a few days they would recover those islands they had never heard of. Many of them were surprised to learn it was cold there. They imagined Argentina like a big factory of canned meat surrounded by palm trees full of parrots and monkeys and voluptuous women with flowers in their hair. Some were told they were going to defend their country; the others that they were going to a picnic. We know the facts. When it was time to battle the chaps fought fiercely. Some were cold, hungry, poorly equipped, under a heavy command chain that was half broken and rusty. The others had sufficient clothes, warm food and cutting edge weapons. Borges: “They would have been friends, but they met face to face only once on islands too famous, and each of them was Cain, and each Abel. 48


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They were buried together. Snow and corruption know them well”. This would have been almost impossible; it is known that all the British fallen were buried on other islands, undoubtedly of their own, near France and Scandinavia. In Darwin, the winds wave a Belgranian flag over the white crosses. López and Ward, or Ward and López had already fixed bayonets. It was the last of the combats. They had seen several comrades die. Both had killed. While measuring themselves against one another they realized that they were alone. Before them, on their rearguard, on their sides, the lights of death exploded. It is impossible to explain what happened at that moment. They put their weapons down cautiously. Without parting visual contact they agreed to a truce before their bosses did. They knew that because of their tiredness and hatred, only a matter of luck could have determined the winner in the face to face fight. That almost last one gesture of humanity –say López and Ward- saved them from the suicide that did not feel strange to any of the comrades of both sides who returned to each extreme of the Atlantic. Already in Lancashire, Ward stopped calling Argentines animals. He curses the ignorance of the bosses who talked about a picnic. López did not return to Corrientes. From some place in Patagonia he looks to the ocean. Now and then the television delights him with the goals scored by Tevez and Agüero in the city of Manchester. And although he does not disregard the idea flatly, he has not been able to understand, or to love The British as a collective. What I refer to occurred in a time we cannot understand. Like all times of man, come on.

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Rodrigo Crespo


Clara

Liliana Leonor PoncĂŠ


escribiendo Malvinas

Clara

Clara

Liliana Leonor Poncé

La sala estaba casi en penumbras. Parecía más el atrio de una iglesia que el palacio de tribunales... yo nunca había estado allí, me impresionó, pero me alegró haber ido, por que me parece que al capitán le gustó verme. Esbozó una sonrisa por unos instantes y volvió a su expresión habitual. El salón estaba en silencio, salvo por la voz monótona de los abogados y el ruido de la máquina de escribir que una señora muy seria tecleaba sin cesar, sin mirarla ni una sola vez. Cuando el oficial lo nombró, el capitán se paró con esa elegante lentitud que yo trataba secretamente de imitar… Entre disparos de flashes, caminó hasta un sillón de cuero y madera, se sentó y empezó a hablar, en voz baja, como siempre. La primera vez que lo escuché pensé que estaba afónico, como habíamos quedado con El Negro en la final del 78, con los goles de Kempes, sin poder hacernos escuchar ni a 2 centímetros. Esa fue la tarde en que la vi a Clarita por primera vez. Era compañera de escuela de la hermana del Negro, y había ido a estudiar a su casa para un examen de historia. Caigo lentamente, como flotando, pero sin poder detenerme. Voy cayendo en la oscuridad, hacia un abismo infinito. Me despierto sobresaltado. Estoy en mi cama, solo. “Reuní a mis 34 hombres en el muelle. Hacía un par de semanas que nos habían ordenado interrumpir los ejercicios frente a las costas de Mar del Plata, y estábamos todos en tierra sin saber bien por qué. Esa mañana del 2 de abril me había enterado por los diarios que tropas argentinas habían desembarcado en las Malvinas, y quería ser el primero en informarles a ellos. Por supuesto ya lo sabían”. “No llorés Clarita, no llorés”, mientras buscaba otra moneda en el bolsillo para que no se corte. La llamé desde el público del bar de la esquina de la facultad. NOVECIENTOS QUINCE, o sea Marina o sea 2 años adentro. Y Clarita que lloraba y lloraba, pero yo le había prometido 52


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que iba a ser la primera en saberlo, que en cuanto lo supiera se lo iba a decir, que siempre nos íbamos a decir todo. Ella había estado intentando saber dónde se hacían los sorteos, vaya a saber qué loca idea tenía en su cabecita, pero nunca pudo averiguarlo… nos enteramos por los diarios . Miércoles 15 de julio de 1980, 8 horas. La fecha estaba en la nota de citación. Me bajé del subte un par de estaciones antes, y fui caminando despacio. Llegué a Belgrano y Defensa, y me mezclé con el grupo de pibes que estaban en la puerta. Fueron llegando los micros, y los diferentes grupos se subían para ir a sus destinos. Pasaba el tiempo, hacía frío. Nuestro micro nunca llegó, y el oficial dijo “A caminar muchachos” y así llegamos hasta Costanera Sur, al “Centro de Concentración Permanente de Conscriptos”. Me hizo tanta gracia el nombre, tenía unas ganas de reírme, de hacer chistes, contárselos a los otros, pero no me animé a compartirlo con nadie. Al día siguiente me raparon y ya perdí las ganas de reírme, nos dieron el uniforme y estuvimos 10 días encerrados, entrenando. Después empezamos a salir los fines de semana. Casi dos meses más tarde me mandaron al Puerto de Mar del Plata. “Disculpe señor, ¿puede hablar un poco más alto, por favor?” “Si, les decía que teníamos solo 4 submarinos. Dos antigüedades, el Santiago del Estero, y el Santa Fe, y dos más modernos, los ARA Salta y San Luis.” “El Santiago del Estero, estaba tan viejo que ya no podía moverse… pero igual batalló. Un día ya no estuvo en la Base de Mar del Plata. En realidad lo habíamos sacado a escondidas, a remolque hasta Puerto Belgrano. Pero los ingleses solo sabían que había dejado el puerto…” sonreía orgulloso. “Fue otro de los fantasmas que recorrieron el Mar Argentino, y que ellos siguieron buscando y creyendo ver por semanas enteras”. Treinta años después sigo cayendo, y escuchando los misiles explotando a mi alrededor. Me sigo despertando en mitad de la noche y los latidos de mi corazón parecen cañonazos. “El ARA Salta… fue una pena, pero tenía esos ruidos en su navegación, era totalmente imposible utilizarlo en combate, lo iban a detectar enseguida. Nos quedamos entonces con el anciano Santa Fe, que tenía su retiro programado para agosto de ese año. Estaba ya tan estropeado que corría riesgo de explotar si operaba los tubos lanzatorpedos, y solo 53


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Clara

podía sumergirse a una sola profundidad, por lo que sería demasiado fácil detectarlo y hundirlo. Igual prestó un servicio heroico. Y nuestro querido San Luis…”, queda en silencio, ensimismado, y yo creo saber qué está pensando. “Mi Capitán… un ex compañero de colegio, el Negro, estudia acá al lado, en la Escuela de Buceo. Si Ud me permite, señor, le puedo preguntar si nos pueden dar una mano”. Me animé a hablarle al ver la desazón en su rostro. Era el 6 de abril, habíamos recibido la orden de estar listos lo antes posible para salir al mar, y en las primeras pruebas que se realizaron el Oficial al mando nota que no podíamos ir a más de 14.5 nudos, para enfrentar a la tercera potencia naval del mundo. Fueron horas de tensa revisación y por fin encontramos que los dientes de perro que cubrían el casco y la hélice también estaban incrustados en las tuberías de refrigeración de los motores de propulsión. El agua apenas podía entrar, se recalentaban y paraban a cada rato. No teníamos tiempo para sacar al San Luis del agua, así que el Capitán aceptó. “Fíjese si puede hacer algo, conscripto”. El Negro y los pibes se portaron. Laburaron sin parar, rasqueteando a mano el casco y las cañerías. Llegaron hasta a hacer turnos de 8 horas, buceando con unos tubos… el Capitán no sabía cómo agradecerles, y el 11 de abril pudimos zarpar. Pensaba que los problemas estaban resueltos… pero pocos días después la computadora de control de tiro dejó de funcionar. Habían pasado varios meses, y no la había llamado. Ella había intentado de varias formas comunicarse conmigo, pero yo no podía. Estaba paralizado, no lograba salir de mi cuarto. Clara, su inmensa tristeza. No quiero tocarla, no quiero llenarla de muertes, de angustias, no quiero mancharla de sangre… Su recuerdo hacía más doloroso el vacío, el frío, el silencio. “Teníamos un blanco perfecto, era una flota de tres buques, y varios helicópteros antisubmarinos. Operábamos manualmente, y ordené lanzar el primer torpedo. Estábamos esperando la detonación, cuando me informan “Cable cortado”. El capitán palideció nuevamente, como en esa terrible noche. “El torpedo, liberado, iría ascendiendo, buscando el blanco…delatándonos. Era cuestión de tiempo. Ordené descender a toda prisa”. Continuaba en voz baja. 54


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La veo acercarse lentamente hasta donde yo estoy: me toma la mano y la aprieta con fuerza, sin mirarme. Clara parece estar absorta en el relato del capitán. Me despierto en medio de otra pesadilla, pasaron ya tres años, y esa noche le cuento por primera vez “fue un infierno, escuchábamos las detonaciones de las bombas que lanzaban los helicópteros alredor nuestro, mientras nos seguíamos sumergiendo a ciegas. En un momento alguien gritó “torpedo en el agua” y lo escuchamos pasar, como si fuera una moto, por arriba nuestro. Pensé que nunca más te iba a ver. Seguíamos descendiendo, navegando por el fondo del mar. Cada centímetro que avanzábamos imaginaba que nos estrellábamos contra una roca”. Clara me abraza llorando. “Vayan todos a dormir!” Nos habíamos detenido y nos seguían buscando. El capitán repite en voz baja: “vayan a dormir”… Pensé que era una especie de chiste, pero él estaba tan serio, y todos los compañeros también… me temblaban las rodillas… fui hacia el camarote arrastrando los pies, apenas podía moverme. “Es para no gastar oxígeno pibe, quién sabe cuántas horas tenemos que quedarnos acá”. En completa oscuridad, para ahorrar energía, me tiré sobre la cama… dormir, escuchando los zumbidos de las sondas que nos rastreaban, y las explosiones de los misiles a diferentes profundidades que tiraban al azar, en un bombardeo desesperado. Varias horas después me despierto, nos estábamos moviendo, habían pasado más de 20 horas. Lentamente nos fuimos acercando a la superficie, hasta poder asomar el snorkel y la antena. Lo primero que escuchamos fue la noticia de que habían alcanzado al Santa Fe. “La realidad era que no podíamos atacar efectivamente: Los cables se cortaban, no podíamos seguir los torpedos. O chocaban sin explotar. Teníamos que operar realizando los cálculos manualmente. Nuevamente envié un mensaje a mis superiores: “El sistema de armas no es confiable”. Esta vez me indicaron regresar”. El capitán calla… el silencio en la sala es tan angustiante como entre nosotros durante el regreso al puerto. Agrega en un suspiro “Ya no volvimos a combatir”. El 19 de mayo, toda la fuerza submarina argentina en el mar éramos nosotros: 35 hombres, en un tubo metálico de media cuadra de largo y 5 55


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Clara

metros de ancho… habíamos estado treinta nueve días patrullando, de los cuales treinta y seis permanecimos sumergidos…. 864 horas. La mayoría de los instrumentos no funcionaban, no podíamos atacar y teníamos serias dificultades para permanecer ocultos, pero nos costó entender y obedecer cuando el capitán nos dijo, visiblemente emocionado, que había recibido órdenes de volver a puerto. Al llegar me entero que El Negro había muerto en Puerto Argentino. Clara me abraza para siempre

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Clara

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The room was almost in darkness. It looked like a church atrium rather than the Court Palace…. I had never been there before, although I was affected, I felt happy for going since I thought the captain was happy to see me. He smiled for a brief moment and went back to his usual expression. The room was quiet, save for the monotonous voices of lawyers and the sound of the typewriter, which was typed on constantly by a serious lady who looked at it not even once. When the officer called him, the captain stood up with his elegant slowness, which I secretly tried to imitate … He walked his way through the flashes of cameras, to a wooden and leather armchair, sat down and started speaking, in a low voice, as usual. When I first listened to him I thought he was dysphonic, as “El Negro” and I ended up after Kempes’s scoring in the ’78 world cup, we could not hear each other from 2 cms apart. That was the afternoon when I saw Clarita for the first time. She was the Negro’s sister’s schoolmate and had gone to their house to study for a history exam. I fall slowly, as floating, but without being able to stop. I am falling into darkness, to a never-ending abyss. I wake up startled. I am in my bed, alone. “I gathered my 34 men on the wharf. A few weeks before we had been ordered to stop workouts in front of the Mar del Plata coast and we were all ashore not knowing exactly why. On the week of 2 April I had learnt by the newspapers that the Argentine troops had landed on the Malvinas, I wanted to be the first to inform them. Of course they already knew”. “Don’t cry Clarita, don’t cry”, I said while I was looking for another coin in my pocket to avoid cutting off the communication. I phoned her from the telephone booth at the corner of the University. NINE HUNDRED AND FIFTEEN, which is “marine”, and meant 57


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serving for two years. Clarita cried and cried but I had promised that she would be the first to know, that as soon as I knew something I would tell her, and that we would always tell everything to each other. She had been trying to find out where the draft would take place, who knows what crazy idea she had in that little head, but she could never know…we learnt through the newspapers. Wednesday 15 July 1980, 0800 hours (08.00 am). The date was written in the draft letter. I got off the underground a few stations before and walked slowly. I reached the intersection between Belgrano and Defensa streets and mingled with the group of chaps standing in the doorway. The buses started to arrive and the different groups hopped on to go to their destinations. Time went by, it was cold. Our bus never arrived and the officer said: “start walking lads” and this is how we got to Costanera Sur, to the “Permanent Concentration Centre for Conscripts”. The name was so funny to me, I wanted to laugh, start joking and tell the others, but I was not able to share this feeling with anybody. The next day my head was clean-shaved and lost all desire for laughing. We were given the uniforms and spent 10 days locked up, working out. A while after we started going out at the weekends. Almost two months later I was sent to the Mar del Plata Wharf. “Excuse me Sir, can you speak up, please?” “Yes, I was just telling you that we had only 4 submarines. Two of them were antiques: the Santiago del Estero, and the Santa Fe, and two more modern: the ARA Salta and San Luis.” “The Santiago del Estero was so old that she could barely move…. but nevertheless she went into battle. One day she was no longer in the Mar del Plata Naval Base. In fact, we managed to tow her out to Puerto Belgrano. But the Brits only knew she had left the wharf…” he smiled proudly. “She was another ghost haunting Mar Argentino. A ghost they kept searching for and believed to have seen for weeks”. Thirty years later I keep on falling and listening to the missiles exploding around me. I keep on waking up in the middle of the night and my heartbeats feel like cannon shots. “The ARA Salta… a shame, but those noises while she sailed made her impossible to serve in battle, she could be detected very easily. So we 58


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only kept the old Santa Fe, which was due for retirement in August that year. She was so damaged that she could have exploded if the torpedo launching tubes were used, and she could only dive up to a certain depth, what made her an easy target. However, she served heroically. Our dear San Luis…., remains in silence, as if lost, and I think I know what she is thinking. “Captain … a former classmate in school, el Negro, is studying here next door, in the Diving School. If you allow me Sir, I can ask him if they can give us a hand”. I felt I could ask him that when I saw a feeling of hopelessness on his face. It was 6 April, we had been told to be ready as soon as possible to go to sea. During the first trials the officer in charge realizes that we could not go faster than 14.5 knots to fight against the third world naval power. It was hours of intense check ups to finally find out that the toothed clutches covering the cask and the propeller were also embedded into the refrigeration pipework of the propelling engines. Water could barely squeeze in, and the engines heated up and stopped every now and then. We had no time to pull the San Luis out of the water, therefore the Captain accepted. “See if you can do something, conscript”. El Negro and the guys did a great job. They worked non-stop, scraping the cask and the pipes with their own hands. They took 8-hour shifts; diving into the sea with tubes…the Captain did not know how to thank them. On 11th April we were able to depart. I thought all our problems were gone now… but a few days later the fire control computer stopped working. Several months have gone by and I had not rang her. She had tried to communicate with me in several ways, but I was not able. I was paralysed, I could not get out of my room. Clara, and her great sadness. I do not want to touch her, I do not want to fill her with deaths, anxiety, I do not want to stain her with blood…the memories of her made my emptiness, my coldness, my silence even more painful. “We had a perfect target, it was a fleet of three ships, and several anti-submarine helicopters. We were operating manually, and I ordered to fire the first torpedo. We were waiting for the detonation when somebody said “broken cable”. The captain went pale just as that terrible night. “The 59


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Clara

torpedo would go up…searching for the target….giving us away. It was just a matter of time. I ordered to descend at full speed”. He continued in a low voice. I see her coming slowly closer to me: she takes my hand and squeezes it strongly without looking at me. Clara seems to be engrossed in the captain’s story. I wake up in the middle of a nightmare, three years have gone by now and that night I tell her for the first time “it was like hell, listening to all those detonations of bombs launched by helicopters around us while we continued going down blindly. At some moment somebody screamed, “torpedo in water” and we heard it go past above us as a motorbike. I thought I would never see you again. We continued going down, sailing near the bottom of the sea. Every centimetre we moved forward I felt we were going to crash into a rock”. Clara hugged me in tears. “Everyone go to bed!” We had stopped and we were still being looked for. The captain repeats quietly: “go to bed” …I thought it was some kind of joke but he looked so concerned and all my colleagues too… my knees were shaking…I shuffled my feet on the floor towards my cabin, I could hardly move. “Boy we need to save oxygen, who knows how many more hours we need to stay here”. It was completely dark, in order to save energy, I dropped myself on the bed…sleeping…listening to the buzzing of the sonar searching for us and the missiles exploding at different depths trying to hit us in a desperate bombardment. Several hours later I woke up, we were moving, more than 20 hours have gone by. Slowly we reached for the surface until we were able to stick out the snorkel and the antenna. The first news we learnt was that the Santa Fe had been hit. “The truth was that we could not attack effectively: cables would brake, we could not follow the torpedoes, or they would hit without exploding. We had to operate and make calculations manually. I sent a message to my superior again: “The gun system is not reliable”. This time I was told to go back”. The captain remains quiet … the silence in the room is so frustrating like the moment we had to go back to the wharf. “We did not combat again”, he added with a sigh. 19 of May, all the argentine submarine force at sea were us: 35 60


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men, in a metallic tube 50 metres long and 5 metres wide‌we had been patrolling for about 39 days, of which 36 were spent under water ‌.864 hours. Most of the instruments did not work, we could not attack and we had serious difficulties to remain in disguise, but it was difficult for us to understand and obey when the captain told us, visibly moved, that he had received the order to come back ashore. Upon arrival I learnt that El Negro had died in Puerto Argentino. Clara hugs me for ever.

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Germรกn Pasti


Lita sin Lorenzo Marcela Carcer


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Lita sin Lorenzo

Lita sin Lorenzo Marcela Carcer

No sé si podré recordarla tal cual fue. Solo sé que jamás volvió a ser aquella que fue. La casa lindaba estrechamente, como abrazada, con la de su cuñada; o, mejor dicho, los hermanos habían levantado su hogar de modo tal que los humos de sus chimeneas se encontraran al igual que ellos en la ventana; y ellas, “las cuñadas”, se encargaban de que las flores del jardín mantuvieran estrechado el lazo que todos habían tejido alguna vez en Alfianello. Por aquellas callecitas de entonces, recién llegados a la Argentina, todo era familia o por lo menos todo era una gran necesidad de que el aire huela a presente y no a despedida. Calles amplias de tierras áridas y empedrados comenzaban a levantarse con aire de pueblo joven y murmullo de voces europeas. En el corazón de la manzana, Doña Triche y Don Ángel. Sobre una de las esquinas, Doña Elisa y Don Esteban. Resulta extraño; cuando yo llegué al barrio, muchos años después, las calles seguían de polvo y barro, sin cordón, con una zanja inmensa que hacía las veces de ruta para nuestros barcos en días de lluvia o una cueva donde esconderse en las tardes de sequía, pero la manzana ya se había adornado con casas alrededor y; aún así, yo estoy convencida de haberlas conocido tal y cual “Lita” me las describía en sus historias de siesta. Tal vez porque en su primera casa, la que había construido Esteban con ladrillos de barro y agua; entre aquellas paredes que habían custodiado su vientre; en la misma cocina con paredes teñidas de humedad y manchas secadas por el viejo mechero; en aquel dormitorio que acunó sus lágrimas de nostalgia; en esa, “su casa”, vivía yo. Llegamos allí cuando cumplí trece meses. Ángel y Triche dieron a una patria que no era la suya tres hijos 64


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varones; Esteban y Lita dos varones y una mujer. Las casas de sus propios hijos fueron adornando la manzana y los nietos se encargaron de dar luz y movimiento a los jardines y pastizales de alrededor. Seguramente habrá sido entonces, un barrio como cualquier barrio del gran Buenos Aires; con casas cuadradas de techos planos y jardines amplios; con tardes de mates en la vereda y mañanas de carros y feriantes en las calles; sin embargo para ella no habría lugar en el mundo como Alfianello. Del otro lado del mar, en el sur de su Italia, habían quedado la infancia; los hermanos; la iglesia; los animales; el campo. La familia. También la pobreza y los restos de la guerra con la ausencia inmensurable de su padre. Extrañaba a su madre tanto como le agradecía el haberla mandado a Argentina casada con Esteban. Argentina era un país joven con vida por estrenar; un escenario incipiente donde levantar hogares y ver crecer a los hijos; una tierra de vecinos nobles donde echar raíces. El mar después del mar, el lugar donde ensordecer los ruidos de la guerra. El remanso donde construir tiempos felices. Los hijos de Doña Lita también vistieron sus casas de vientres abultados y nueve nietos dieron sentido definitivo a su inmigración. Si mis padres no hubiesen alquilado su casa jamás la hubiera conocido. Esteban había muerto y la casa se había vuelto helada para ella. Jamás me sentí una extraña; crecí en medio de sus nietos como una más y con la suerte de haber sido la más pequeña. La que cabía bajo su larga falda de lunares negros y podía escabullirse tras sus abultadas caderas. Podía treparme a sus rodillas y acariciar su cabello blanco sin resentir sus rodillas percudidas. Su necesidad de no abandonar el italiano y ese castellano argentino a medias le habían dado un idioma propio; musical y divertido. No era mi abuela; sus nietos no eran mis primos; pero así crecí, a los pies de esa abuela, mezclada entre esos nietos, abrazada por esos primos. “Elisa”; Abuela LITA para nosotros, sabia de ausencias; tanto como 65


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Lita sin Lorenzo

afirmaba su presencia en todos los que la rodeábamos; entre todos los que ella reunía a su alrededor. Por Marzo le encantaba juntar flores de los árboles de cedrón y pasaba horas hablando de lo grande que se ponían los paraísos en las veredas. Todo crece a la par de ustedes... solía repetir. Todo árbol madura por el paso del tiempo y la caricia de las manos que lo han cuidado. Le gustaba hablar de su padre aunque inevitablemente su rostro se volvía añoranza. Había muerto en la guerra y el amor de su madre la había salvado cruzando fronteras a hurtadillas. Atesoraba de él interminables recuerdos; sin embargo jamás mencionaba la guerra. La palabra “guerra”... solía excusarse, no tiene traducción alguna; solo quien la florece en su piel puede conocerla y aun así se entierra en el mayor de los silencios; en el más oscuro y frío de los recuerdos. La guerra le jugó una mala pasada y ella jamás la nombraba; ¿para qué haber hecho tan extenso camino en busca de esta tierra joven y solidaria si no fuera para desechar tanto dolor? Lita fue el reloj del tiempo de ser felices. Su andar iluminaba caminos con el destello de su sonrisa y un mundo de infancia e inocencia nos circundó hasta entonces: Corrían días de otoño, su rostro empalideció ajándose como un paraíso antes de besar el suelo. Jamás volvió a ser aquella que fue: Lorenzo, el menor de los nietos varones, viajaría al sur. Sería poco tiempo. Lorenzo era muy hábil; buen deportista, delgado y ágil como un conejo. Ella misma se lo decía. Lorenzo, mejor compañero de su último año de secundario; lo había sido en cada uno de su historia escolar. Lorenzo preparaba un té para Lita cada tarde y ella horneaba bollitos para él. Lorenzo tenía una novia de ojos azules como los de ella y con el mismo deseo de ser amada que alguna vez había sentido. Lorenzo cerró su bolso improvisado y la besó en la frente. Ella no escatimó ternura en la sonrisa que él necesitaba ver. Fue la última vez que sonrió: jamás volvió a ser aquella que fue. Se aferró a una radio pequeñita que nunca abandonaba; y los 66


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encuentros de siesta ya no fueron de historias, hadas, hechiceras, sino de sombríos comunicados numerados. Cada noche inalterablemente, escribía una carta que luego pegaría prolijamente a la tapa de una caja de zapatos que cada martes llevaríamos, puntualmente, al correo para que no exista un domingo sin que Lorenzo coma bollitos de miel. Como a escondidas, en ahogado silencio; enganchaba alguna estampita que protegiera a su nieto como el destino no lo había hecho con su padre. Su vida había sido “la Italia” y Adrogué; no podía siquiera imaginar una Argentina grande y fría bañada en mar a los pies del territorio. Las noticias alentaban resultados gloriosos; el Papa visitaba la niña patria con su mensaje de paz. Lita transitaba las horas con su mirada hacia el sur. Nadie estaba ajeno a la partida de Lorenzo; o tal vez nadie estaba ajeno a la mirada de su abuela. El barrio entero se volvió pálido y silencioso. Recuerdo las calles, otrora coloridas, como sombríos corredores de ecos y murmullos de sus caminantes. Todos y cada uno hablaban del nieto héroe de Doña Lita. Todos y cada uno nos fuimos arropando en una mentira que tarde o temprano nos dejaría a la intemperie; desgarrados de coraje y desnudo desamparo: Argentina recuperaba sus Islas Malvinas. Lorenzo volvería a casa. En mi escuela, hablaban de los muchachos que habían partido y la suerte de quienes pudieron ir. La novia y la mama de Lorenzo recorrían cada tarde; cada iglesia en busca de ropa, mantas y alimentos para mandar a las islas. La mirada de Lita se perdía en aquel horizonte de casas bajas tan lejos del mar intentando comprender ¿dónde estaría ese sur? Lita sabía que la guerra no tiene norte. Los paraísos se pelaron; los días avanzaron; en verdad no recuerdo si solo fueron días; tal vez meses; y ella se volvía tan delgada y sombría como las ramas mismas. Mi alrededor se iba despertando... o se detenía, dormido para 67


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Lita sin Lorenzo

siempre; como si la niñez se fundiera en un letargo ahogado. Sentí que todo había envejecido, que el tiempo se detenía en un invierno interminable y que no volvería a ver flores en los tilos. Se oyeron mudos desgarros en las noches; mar y océano se volvieron sangre y aquellas hermanas de tierra y roca fueron sepulcro de veintiocho millones de esperanzas. El cielo mismo parecía haber detenido su paleta de colores. Como sombras peregrinas en duelo caminaban sin rumbo madres de tantos Lorenzos; novias de amores Lorenzados y esperas sin reloj de miradas que no volverían a encontrarse. Jamás volvió a ser aquella que fue. Lita digo, jamás volvió a ser aquella que fue; tampoco lo fue Argentina a pesar de seguir su rumbo; altanera y soberbia hace treinta años; tan alejada de aquel país joven con vida por estrenar; de aquel escenario insipiente donde levantar hogares y ver crecer los hijos que Lita había conocido. No se vuelve de la guerra; nadie se reencuentra con lo que fue. Y no hablo de vidas; ni de penas, de presencias o ausencias; sino de existencia. Todo sigue pero nadie vuelve: nosotros los de antes ya no somos los de entonces. Traicionera, la guerra, deja en la sangre del hombre su huella. No así en su suelo. Para la guerra ningún suelo acredita identidad; no reconoce continentes. Empedernida con el hombre atraviesa la raíz de sus habitantes; los atropella; los hiere sin más cura que el olvido cruel del tiempo y la resistencia tenaz de la historia de los hombres que la han sufrido. Desmadrada; la guerra no da a luz vencedores ni vencidos. Ella solo engorda el tirano ego de quienes la miran de rabillo. Ella no ha parido a Lorenzo; en tantos Lorenzos de inocencia arrebatada; lanzados como perdigones por monstruos sin rostro que en su propia avaricia se pavonean disfrazados de discurso soberano. Nunca regresó Lorenzo; dos cartas amarillentas se atrincheraron en el delantal pollera de la abuela y allí también su sonrisa. Su cuerpo se fue apocando, consumiendo y en tanto, pasaron las madres de tantos Lorenzos recogiendo cuerpos callados. 68


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Tantos Lorenzos que nunca llegaron y aun los que volvieron nunca regresaron porque dejaron en aquel suelo tan desconocido y tan suyo, una ladera en carne viva, turbal de sangre caliente de otros, que no eran más que ellos mismos; porque allí también murió quienes habían sido.

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Lita without Lorenzo

Lita without Lorenzo Marcela Carcer

I don´t know if I can remember her the way she was. I just know that she was never the same again. The house stood alongside her sister in law´s house; somehow embracing or; in other words, maybe the brothers had built their homes in such a way that the smoke in their chimneys could meet just like they did by the window; and; they, “the sisters in law” would make sure that the flowers in the garden maintained the tight bond they had knit long ago in Alfianello. Recently arrived in Argentina, those little streets were all about the family, or at least the need to smell the present in the air and leave behind departures. Broad unpaved streets were starting to lift with the spirit of a young town and the murmur of European voices. In the heart of the block were Doña Triche and Don Angel. In one of the corners were Doña Elisa and Don Esteban. How strange; years later when I returned to the neighbourhood; the streets were still unpaved, without curbs, and a huge ditch we could use as a road for our ships on rainy days or as a cave to hide in during dry afternoons, but the block was now all embellished with houses and; even still, I am convinced to have known them exactly the way “Lita” described them in her “siesta” time stories. Maybe because in her first house; the one Esteban had built with mud bricks, between the walls that had guarded her womb, in the same kitchen with the walls tinted by the mole and spots dried up with an old burner, in the room that cuddled her nostalgia tears; in that house; “her house”; I had lived. We went there when I was three months old. Angel and Triche gave birth to three sons in this land, which was not their land. Esteban and Lita gave birth to two sons and one daughter. 70


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The houses built by their own sons began to embellish the block, and their grandchildren gave light and movement to the gardens and surrounding grazing land. At that time the neighbourhood must have been just like any other in Greater Buenos Aires, square houses with flat roofs and wide gardens; spending the afternoons drinking mate on the sidewalks and the mornings amongst carts and stallholders in the streets; however there was no other place for her in the world like Alfianello. Her childhood, her siblings, the church, the animals, the field and the family, were all left behind on the other side of the sea, in the South of Italy. And so were poverty and the remains of the war, with the immeasurable absence of her father. She missed her mother as much as she was grateful to her for having sent her to Argentina married to Esteban. Argentina was a young country full of life ahead; an emerging scenery for building homes and seeing one´s children grow; a land with noble neighbours where to put down roots. The sea beyond the sea, a place they could silence the noises of the war; a haven for building happy times. Doña Lita’s children also occupied their homes with big wombs and nine grandchildren gave definitive meaning to her immigration. If my parents had not rented her house I would have never met her. When Esteban died the house became freezing cold for her. I never felt like a stranger; I grew up amongst her grandchildren like one of them, lucky to be the youngest one. I was the one who could fit under her long black polka dot skirt, and hide behind her big hips. I could climb on her knees and caress her white hair and not resent her rough knees. She spoke a language of her own, musical and fun, the combination of half Argentine Spanish and her forever Italian. She was not my grandmother, her grandchildren were not my cousins, but that´s how I grew up; by the feet of that grandmother, mingled amongst those grandchildren, embraced by those cousins. “Elisa”, Grandma LITA to us, knew about absences as much as she confirmed her presence in all the people around her; amongst all the people she brought around her. 71


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Lita without Lorenzo

In March she loved to collect flowers from the cedron trees and spent hours talking about how big the bead trees in the sidewalks got. Everything grows at the same pace as you do... she used to repeat. Every tree matures with the passing of time and the caress of the hands that have taken care of it. She liked talking about her father although inevitably her face revealed yearning. He had died in war and her mother´s love had saved her by sneaking out the frontiers. She treasured endless memories of him; however she never mentioned war. The word “warâ€?..., she used to excuse herself, has no translation; only someone who has lived it may know, and even still it buries in the biggest of silences; the darkest and coldest memories. The war had played a bad trick on her and so she never named the war. Why would she have come such a long way looking for this young supporting land if not to leave so much pain behind? Lita herself was the time of happiness. She illuminated the way as she walked by with sparks on her smile, and the world around us was purely childhood and innocence until then: It was during the autumn, her face got pale and wrinkled like a bead tree before kissing the ground. She was never the same again: Lorenzo; her youngest grandchild; would travel south. It would be for a short time. Lorenzo was very skilful; athletic; lean and agile like a rabbit. She used to tell him that herself. Lorenzo was the best classmate in his last high school year; in all his school years. Lorenzo prepared tea for Lita every afternoon and she baked buns for him. Lorenzo had a girlfriend with eyes as blue as hers and with the same hope of being loved she once had felt. Lorenzo closed his improvised bag and kissed her on the forehead. She did not spare any tenderness in the smile he needed to see. It was the last time she smiled: she was never the same again. She clung to a small radio she never abandoned; and the siesta encounters were no longer about stories; fairies, spells; but about gloomy numbered announcements. Every night inalterably, she wrote a letter she would then stick tidily on the lid of a shoebox that each Tuesday we took to the post office 72


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Marcela Carcer

on time, so there would not be one Sunday in which Lorenzo did not eat his grandmother´s buns. Like hiding, in a suffocated silence; she attached the image of a saint to protect his grandchild the way destiny had not protected her father. Her life had been Italy and Adrogué; she could not even imagine a big and cold Argentina bathed by the sea at the feet of the territory. The news encouraged glorious results; the Pope visited Argentina to bring his peace message. Lita passed the hours with her look towards the South. Nobody was indifferent to Lorenzo´s departure; or maybe nobody was indifferent to the look in his grandmother´s eyes. The whole neighbourhood became pale and silent. I remember the streets, once colourful, like gloomy corridors with the echoes and murmurs of the people walking by. All and each of them talked about her hero grandchild. All and each of us began to protect ourselves in a lie that sooner or later would leave us nakedly exposed; void of courage, and helpless. Argentina was recovering its Islas Malvinas. Lorenzo would return home. In my school they talked about the boys who had departed, about how lucky they were that they could go. Every afternoon Lorenzo´s girlfriend and mother visited every church looking for clothes, blankets and food to send to the islands. The look on Lita´s face got lost in the horizon delimited by the low houses, so far away from the ocean, trying to understand where that south was. Lita knew that wars had no north. The bead trees lost all their leaves; the days passed; I don´t really know if they were days; maybe months and she became so thin and gloomy like the branches. All around me was waking up… or becoming still, asleep for ever; as if childhood was melting into a suffocated lethargy. I felt everything had grown old, that time was stopping in a never-ending winter and that I would never see flowers in the lime trees again. During the nights you could hear the silent desperate crying; the 73


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Lita without Lorenzo

sea and the ocean turned into blood, and the two sisters of land and rocks, were the tomb of twenty-eight million hopes. The sky itself seemed to have stopped its palette of colours. Mothers of so many Lorenzos wandered aimlessly like pilgrim shadows mourning; girlfriends of so many Lorenzos and the timeless waiting of so many eyes that would never meet again. She was never the same again. I mean Lita, she was never the same again; and nor was Argentina although it kept her way; arrogant and haughty thirty years ago; so distant from that young country full of life ahead; an emerging scenery for building homes and seeing one´s children grow that Lita had known. There is no return from war; nobody goes back to what they were. And I do not mean lives; or suffering, or presences or absences; I mean existence. Everything continues but nobody returns: we, the old ones, are not anymore those we were. War is a betrayer, leaving its mark in man´s blood, but not on its soil. War does not recognize the identity of any soil; it does not recognize continents. Obsessed with man, war penetrates the root of its inhabitants; it runs over them; it hurts them; and sadly the only cure is the cruel oblivion of time and the tough resistance of its victims´ history. Chaotic; war does not give birth to victors nor vanquished. It only feeds the tyrant ego of those who see it out of the corner of the eye. War did not give birth to Lorenzo; in so many Lorenzos whose innocence was snatched away; launched like pellets by faceless monsters that selfishly show off disguised in sovereign speeches. Lorenzo never came back; two yellowish letters entrenched beneath his grandmother´s apron as well as her smile. Her body began to deter, to languish and meanwhile; the Mothers of many Lorenzos walked around picking up quiet bodies. Many Lorenzos who never returned and even those who did, never came back actually, because they left in that unknown but own land at the same time, an open-wounded hillside, and a wetland of hot blood from others, who were nothing but themselves; because what they had been has died there as well. 74


La Bolsita de Jean

Andrea Fabiana Schumacher


Omar Juรกrez



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La Bolsita de Jean

La Bolsita de Jean

Andrea Fabiana Schumacher

La relación con mi primo Víctor era especial, éramos más compañeros que con nuestros propios hermanos. Tal vez nos unía la escasa diferencia de edad entre ambos (menos de un año), la cercanía de nuestras casas, la buena relación entre ambas familias, o los juegos…Sí en eso estoy pensando: en los juegos. Corrían los años 70 en nuestra ciudad natal: Paraná. Víctor y yo íbamos a la misma escuela primaria, la del barrio, pero con la diferencia de que mi primo iba al turno tarde y yo a la mañana. Casi todos los viernes, después de aquellas siestas que nuestros padres nos obligaban a cumplir, me dedicaba a realizar mis tareas escolares. Ansiosamente esperaba este momento donde iba a transcurrir el fin de semana en la casa de mis tíos. Mamá me preparaba un bolsito con una muda de ropa, más una remera vieja para dormir y las viejas zapatillas de cuerina blanca con las cuales tenía permitido embarrarme o jugar en la canchita de la esquina. Caminaba las seis cuadras que me separaban de la casa de mis tíos: tranquilo, feliz, respirando libertad, apoyando esa infantil idea de que toda casa o comida ajena era mejor que la propia. Algunas veces llegaba antes de que Víctor regresara de la escuela, otras casi con él. ¿Cuáles eran nuestros pasatiempos? Si los días eran soleados jugábamos a la pelota con los chicos del barrio, remontábamos barriletes o realizábamos feroces campeonatos para ver quién ganaba más figuritas o bolitas. Otras veces nos entreteníamos con los soldaditos. Cuando nos regalaban algunas monedas, las guardábamos y comprábamos unas bolsas surtidas de soldados que portaban fusiles y que estaban en posición de ataque o de cuerpo a tierra. Si nos alcanzaba el dinero, adquiríamos tanques, helicópteros, etc. Eso sí, jugábamos solo nosotros dos, no invitábamos a amigos porque cuidábamos cada una de las piezas con mucho esmero. Recorríamos las obras en construcción de la zona recolectando puñados de arena, canto rodado, maderas viejas, y algunos restos de césped recién 78


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cortado. Con todos estos materiales preparábamos el terreno de guerra en el patio de la casa de mis tíos. Construíamos “montañas”, “mares”, “trincheras” y allí nuestros soldaditos de plástico le ponían vida a las más variadas geografías. Este es el mejor recuerdo que tendré por siempre en mi memoria sobre mi relación con Víctor. Mi tía Esther nos hizo una bolsita de jean para guardar todo. Fue un día de furia al ver tanto desorden. Tomó un viejo vaquero de jean que tenía y le cortó una pierna, la cosió abajo y arriba le puso un elástico. En treinta minutos tenía el problema resuelto: puso en ella a todos nuestros soldaditos. Esa bolsita contenía nuestro gran tesoro y el producto de ahorros, por eso decidimos tomar un marcador y escribir en letra mayúscula VÍCTOR en una cara y DIEGO en la otra. Así pasaban nuestros días y así transcurrió nuestra infancia. Era fines del año 1981, ambos teníamos 18 años. Recuerdo muy bien ese día. Era la fecha en la cual sorteaban a los futuros Conscriptos para el Servicio Militar Obligatorio. Habíamos apostado un asado en el cual al que le tocaba “hacer la colimba” debía pagar, si ambos debíamos realizarla compartíamos el gasto, y si nos salvábamos, lo hacíamos igual, para festejar. Resultado: a mí me tocó número bajo, y Víctor recibe la triste noticia de escuchar su número de D.N.I seguido del número 768, por lo cual debía incorporarse al Ejército Argentino. Por semanas fue candidato a bromas y chistes acerca del futuro corte de pelo y las inyecciones “para caballos”. En el mes de enero del siguiente año Víctor recibe la Cédula de Presentación, y en febrero él se va y nos despedimos con un fuerte abrazo. La tía me contó tiempo después que recibió noticias de su hijo, que tuvo algo más de veinte días de adiestramiento, y que apenas pudiera, él iba a ir a visitarla. Tuvo la suerte de que su destino fuera la Brigada Blindada II “General Justo José de Urquiza” de nuestra ciudad. Transcurre el tiempo, logré verlo en dos oportunidades a Víctor y escuchar sus peripecias vividas. Pero aquel 2 de abril de 1982, todos los argentinos nos despertábamos contentos con la noticia de la recuperación de las Islas Malvinas por fuerzas militares argentinas por lo que estábamos aunados y festejábamos tal acontecimiento. Mis tíos, los padres de Víctor, recibieron la noticia con mucho pesar, sabiendo que era muy probable que 79


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La Bolsita de Jean

su hijo participara en el conflicto bélico. Un día Víctor logró llamar a su madre desde el Comando informándole que en pocos días estarían partiendo para la ciudad de Comodoro Rivadavia. Allí comenzaron a suceder los hechos que todos los que no fuimos a las Islas Malvinas conocemos: las donaciones de dinero y joyas, las abuelas mancomunadas tejiendo gorros y bufandas, los comunicados número…. donde nos informaban sobre la situación. Recuerdo profundamente una imagen que no me olvidaré jamás….Yo vivía en la casa de mis padres, sobre la avenida Ramírez (camino recomendado para llegar al túnel subfluvial Hernandarias y atravesar el río Paraná para arribar a la ciudad de Santa Fe); durante varios días y noches desfilaban tanques y camiones provenientes de la provincia de Corrientes, con muchachos de mi misma edad camino hacia un lugar que jamás pensaron que conocerían, afrontando una situación para lo cual no estaban lo suficientemente preparados, pero con un fervor patrio, con un entusiasmo propio de los jóvenes, y una fuerza descomunal que nos hacía estar orgullosos de nuestro pueblo argentino. Los vecinos les alcanzaban chocolates o un atado de “puchos” para mitigar un poco el frío que iban a soportar. Pasaban los días, informándonos sobre noticias que nos brindaban los diferentes medios de comunicación, lo que comentaba la gente en la calle y lo que escuchábamos en radios de Uruguay a través de una radio Tonomac multibanda, que mi padre había comprado años atrás. Todas las voces no llegaban a un punto en común, había disparidad sobre las versiones. Estábamos confundidos. El 14 de abril y gracias a un amigo que la familia tenía en el Comando, mi tía logró hablar por radiotransmisor unos pocos minutos con su hijo. Víctor le comenta que habían llegado a Comodoro Rivadavia, que también se encontraban allí tropas de diferentes provincias y que en cualquier momento podrían ir a las islas, que no se preocupara, que todo estaba bien y controlado y que él se sentía muy orgulloso de la función que Dios le había encomendado. A principios de mayo mi tía Esther recibió una carta, donde Víctor contaba que la noche del 25 de abril arribaron a las Islas Malvinas; que era un lugar frío y ventoso, que les dieron unas ropas que le ayudarían 80


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a sobrellevar ese clima, que se quedara tranquila, que estaba comiendo bien y que era un día soleado muy lindo, que le mandase saludos a su novia Nancy, a los abuelos, a sus hermanos y padre y que les escribieran tan pronto como pudieran hacerlo; a mí, “su mejor primo” que lo espere con un asadito para cuando él regresase para festejar. Además, le comentó a su madre, que las trincheras no tenían mucho que envidiarles a las que hacíamos con los soldaditos en el patio de su casa. Todos nos pusimos muy contentos por recibir noticias y conjeturábamos de cómo serían esos cerros, ese mar azul, las eternas noches bajo el frío y oscura noche malvinense. Comenzamos a escribir cartas haciendo más preguntas que noticias a dar. Realmente la situación era esa: ellos fueron los que vivieron la guerra; para los que nos quedamos en el continente, la guerra de Malvinas no produjo ningún cambio en nuestra vida cotidiana, sólo la escuchábamos a través de los medios de comunicación, encontrándonos pendientes de las noticias. Sí estábamos orgullosos de nuestros hombres; sí, teníamos fe de triunfar, pero no sentíamos en la piel lo que experimentaron nuestros héroes: ese frío y humedad que cala los huesos, ese viento que ensordece, esas luces nocturnas producto de bombardeos que nadie hubiese querido ver en su vida, ese desgarrador sonido nocturno de las bombas… Esto me lo imaginaba, pero no podía hacerle transmitir en la carta estos sentimientos a mi entrañable primo Víctor, más bien esperaba que en una próxima carta él me lo contara. Sonó en mi casa el teléfono a las 9 de la mañana del día 5 de mayo, era Esther pidiendo por favor que fuésemos a su casa. Su voz estaba quebrada, sus palabras fueron muy escuetas y concisas. Sin perder tiempo mamá y yo caminamos o corrimos, no recuerdo bien, esas seis cuadras que recorría de chico con destino final la casa de mis tíos. Allí estaba ella, con los ojos hinchados de tanto llorar; y un papel…un húmedo y ajado papel, que en pocas palabras decía que Víctor había muerto en combate la tarde del 3 de mayo. 2012, han pasado 30 años de aquella triste y desgarradora noticia. La semana pasada fui a visitar a mi tía. Ella ahora es viuda, sus otros hijos ya están casados, es abuela de cinco hermosos nietos, está delgada, arrugada, ¿o será que la ausencia de su hijo le sumó varios años encima? Esther sabía 81


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La Bolsita de Jean

que yo iba a ir, motivo por el cual me esperó con el mate recién preparado y la casa olía a bizcochuelo casero. Luego de una breve charla caminamos juntos hacia el dormitorio de Víctor. En esta habitación el tiempo parecía haberse detenido, su madre quiso que fuera así, lo dejó tal cual para cuando su hijo regresara. Tendió la cama, pero no cambió la sábana, dejando en ella su último olor. Miré las paredes y allí estaba todo igual: la foto del viaje de egresados, un póster del club favorito de Víctor y en las puertas internas del ropero fotos de las chicas de Olmedo, algo subidas de tono para la época. Pocas veces la tía permitía que alguien ingresase, pero ésta era una ocasión muy especial. Me despedí de ella escuchando un sinfín de buenos consejos con respecto a mi deseo a cumplir y llevando en mis manos lo que había ido a buscar, la bolsita de jean. No he podido despegar los ojos de la ventanilla del avión, las lágrimas nublaron mi vista. Allá abajo, en un mar increíblemente azul, se divisaba la silueta de las Islas Malvinas. ¡Cuánto esperé este momento! Estrujé entre mis manos aquel tesoro infantil, la bolsita de jean. Mi mente era un torbellino de viejas imágenes de nuestra infancia que coincidían con este lugar 30 años atrás: soldados, camiones, tanques, batallas, trincheras… Ya faltaba poco para encontrarme con mi primo Víctor en el cementerio de Darwin; para poder dejarle a él esa rústica y vieja bolsa de tela, que está colmada de recuerdos y de buenos momentos vividos; donde con marcador dice en letra mayúscula VÍCTOR en una cara y DIEGO en la otra. Demasiados años estuvo cerca de mí, era hora que la tenga su otro dueño.

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Andrea Fabiana Schumacher

The Little Denim Bag Andrea Fabiana Schumacher

The relationship with my cousin Victor was very special; we were closer to each other than to our own brothers and sisters. Perhaps the little age difference between us (less than a year), or our houses very near each other, or the good relationship between our families, or the games…yes, that is what I am thinking: the games. This happened during the 70’s in our hometown: Paraná. Víctor and I attended the same school in the neighbourhood, but my cousin would go in the afternoon and I in the morning. Almost every Friday, I would do my homework after the siestas our parents obliged us to take. I anxiously waited to spend the weekend at my uncle’s. Mum would prepare a bag with some clothes, an old t-shirt for sleeping and the old white sneakers with which my mother would let me get muddy or play in the court at the corner. I used to walk down the six blocks that separated me from my uncle’s: quietly, happily, breathing freedom, always occupying my mind with the childish idea that every house or food that someone else had was better than mine. I sometimes arrived before Victor from school; sometimes we arrived at the same time. How we spent the time? If it was sunny we would play football with the kids in the neighbourhood, or we would fly kites or compete for picture cards and marbles. Some other times, we would play with little soldiers. When we were given coins we would save up to buy bags of assorted little soldiers carrying rifles and in attack or combat crawling positions. If we had enough money we could buy tanks, helicopters, etc. It was just the two of us; we would not invite friends because we took good care of every toy. We used to go to the constructions in the area looking for sand, rolling stones, old pieces of wood and some fresh grass. All these would be eventually used in the battlefields we would build in my aunt’s patio. We built “mountains”, “seas”, “trenches” and 83


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The Little Denim Bag

our little plastic soldiers gave life to our most varied landscapes. These will always be the best memories I will ever have of my relationship with Victor. My aunt Esther made for us a little denim bag to keep all our toys. It was a day when she grew very angry to see what a mess we had. She got an old pair of blue jeans and cut a leg off, she stitched the bottom up and put elastic on the top. In half an hour she had solved the problem completely by stuffing all our soldiers in. That little bag is still our greatest treasure and the product of our savings, that is why we had decided to get a marker and wrote in capitals VICTOR on one side and DIEGO on the other. This is how we spent our days and how our childhood went by. At the end of 1981, we were both 18 years old. I remember that day very well. It was the day on which the draft would take place. We had bet that the “unlucky” one had to pay, if both of us had to go, then we would share the expense and if we both were lucky we would share anyway in order to celebrate. The result: I got a low number and Victor received the unfortunate news announcing his ID number followed by number 768, therefore he would be a draftee of the Argentine Army. For weeks he was the centre of jokes and teasing about his future haircut and injections “for horses”. In January the following year, Victor received the draft letter and in February we gave each other a big goodbye hug. Later, my aunt told me that she received news from her son telling her that he was trained for some twenty days and that as soon as he could he would come to visit her. He was lucky that he was assigned to the II Armoured Brigade “General Justo José de Urquiza” in our city. Time went by, I managed to see Victor twice and listened to his new experiences. But on that 2nd of April, all Argentineans woke up happily with the news that the Argentine Army was recovering the Malvinas Islands; we were all celebrating as one. My uncle and aunt, Victor’s parents, received the news very sadly, knowing that most probably their son would have to take part in the conflict. One day Victor managed to phone his mother from the Commando, letting her know that in a few days he would be setting off to Comodoro Rivadavia. 84


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At that point, those of us who did not go to Malvinas, knew what went on: fund- raising efforts, jewellery donations, grandmothers knitting scarves and caps, or the usual TV Reports Nr x’s informing citizens of the situation. I deeply remember an image I will never forget ….I was living with my parents, on Ramírez Avenue (the suggested road to reach the Hernandiarias tunnel to cross under the Parana river and get to Santa Fe City); for several days and nights we would see tanks and trucks coming along from Corrientes with kids my age on their way to a place they would have never thought to see, facing a situation for which they were not yet ready. With a patriotic spirit and an enthusiasm natural to youths they were showing an unusual strength that would make us feel proud of our Argentine nation. Neighbours would give them chocolates or packets of cigarettes to mitigate the coldness they would have to bear. Days went by, we received the news through different media. We heard people on the street and also the news from an Uruguayan radio through a multiband Tonomac radio that my father had bought years before. News was confusing, different information was released all the time. We were confused. On 14th April, thanks to a friend of the family who happened to be in the Commando, my aunt managed to speak with her son for a few minutes over a radio transmission. Victor told her he had arrived in Comodoro Rivadavia, where troops from different provinces were also concentrating and that they would go to the islands any minute soon; he asked her not to worry, and assured her he was fine and looked after and that he felt very proud of the mission God had given him. In early May, my aunt Esther received a letter from Victor saying that on the night of 25th April they had arrived on Malvinas; he added that it was very cold and windy, they were given some clothes to keep them from the bad weather, he was reassuring and told her to take it easy, he was eating well and that day it was nice and sunny; he also asked her to send his regards to his girlfriend Nancy, to his grandparents, brothers and father and that he would like them to write to him as soon as they could; to me, his “best cousin” the message was to wait for him with an “asado” to celebrate his return. In addition, he 85


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The Little Denim Bag

told his mother that the trenches could not be compared to the very good ones we made for our little soldiers at the back of the house, in the patio. We were all very happy at receiving the good news and started guessing how those mountains would look like, how blue the sea was or how the long cold Malvinas nights were. We started writing letters to ask more and more questions. In actual fact, they were the ones who were living the war, for us who stayed in the continent, the Malvinas war changed nothing in our daily lives, but for the fact that we were all anxious to hear the news on the radio. We were proud of our men; yes, we had faith in our victory but we could not feel in our flesh what our heroes felt: such penetrating coldness and humidity, a deafening wind, those night flashes after bomb explosions that nobody would have liked to see, as well as the bloodcurdling sounds of bomb attacks … I could imagine these, but I was not able to convey these feelings in my letter to my beloved cousin Victor, in turn I would wait for him to explain to me how it felt. It was 9 am on the 5th of May when the phone rang at home, it was Esther who with a broken voice asked us to come over. Her words were concise and she was straight to the point. Without hesitating, my mom and I walked or run, I cant remember right now, those six blocks I would always run on the way to my aunt’s. There she was, her eyes were swollen after so much crying; a very wet torn piece of paper gave the news that Victor had died in combat the afternoon of 3rd May. Year 2012, 30 years have gone by after the heart-breaking news. Last week I visited my aunt. She is now a widow, her other children married and gave her five beautiful grandchildren. She is thin and has wrinkled a lot, perhaps the absence of her son withered her. Esther was waiting for me with mate and I noticed she had just baked a cake. After a brief chat we both walked into Victor’s room. It looked as if time had frozen, his mother wanted it to be like that, she left it just as Victor had left it. She had made the bed but never changed the bed-sheets wanting to keep his last perfume. I looked at the walls, everything stayed the same: the high school graduation photograph, a poster of Victor’s favourite football team and in the inside doors of the wardrobe 86


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Andrea Fabiana Schumacher

the photos of the Olmedo girls, some of which were a bit hot for the time. Few times my aunt had let someone get into the room but this was a very special occasion. I took the little denim bag and said goodbye to her listening to her endless list of good advices in connection to my long yet unfulfilled wish. Tears were rolling down my eyes; still I could not get my eyes off the window of the plane. Down there, in a deep blue sea, I could see the Malvinas Islands. How long had I waited for that moment! I squeezed that treasure from childhood, the little denim bag. Old images from childhood were storming in my mind coinciding with this place 30 years before: soldiers, trucks, tanks, battles, trenches‌ Soon I would meet with my cousin Victor at the Darwin cemetery to leave with him this little old denim bag stuffed with memories and good shared moments; the bag which on one side has a big V for Victor written with a marker, and on the other D for Diego. Too many years the little bag spent by my side, it was high time for it to come to its rightful owner.

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Rodrigo Crespo


Estamos Ganando Jonatan Sebastiรกn Berruti


escribiendo Malvinas

Estamos Ganando

Estamos Ganando Jonatan Sebastián Berruti

“Para competir en suelo inglés, entrenamos en suelo argentino” El sublime y conmovedor spot publicitario, donde se reivindica la soberanía sobre las Islas Malvinas, junto al perpetuo recuerdo de los héroes argentinos protagonistas del conflicto bélico, se ha inmortalizado en una insignia y condecoración, en medio de laberintos históricos y de pasadizos adversos. Las imágenes corrieron vertiginosas, a pesar del bramido de las aguas que ofuscan el presente, en una batalla sombría contra un adversario voraz. Una nueva cruzada de milicianos jóvenes y valientes, quizá sin estrellas o medallas, aunque hambrientos de honor por la Patria, en esta Nueva Guerra contra el Reino Unido. Tal vez la historia se equivoque. Tal vez era cierto que estábamos ganando el asalto, como atestiguaban irrisoriamente ciertos medios, aunque fuera lo contrario. Tal vez sólo citaban una realidad profética y ulterior a las páginas conocidas. Tal vez el tiempo y el destino, paradójicamente, entretejían un sutil y silencioso enroque, en medio de tinieblas que rugieron cínicas sus harapientos dictámenes. Pues hoy, los sentimientos se bifurcan vigorosos por infinitos senderos y en todos, sin lugar a dudas, Argentina flamea ardiente. Algunos juzgan que el conflicto contra Inglaterra culminó aquel triste 14 de junio de 1982, fecha del cese de hostilidades entre ambas naciones. Que perdimos. Que nunca hubiésemos derrotado al gringo opresor. Que éramos infantes con piedras y palos, contra el omnipotente Goliat. Que fue una disputa estéril desde el principio, aún antes de esbozarse la primera rebelión y la añeja cachetada. Que nunca dejarán de ser Falklands y demás tangos y milongas. Pero es un error de cálculo. Es otra falacia pronta a ramificarse.

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Jonatan Sebastián Berruti

Los ingleses apoyan la “autodeterminación” de los isleños, manteniéndolos astutamente como “rehenes involuntarios”. Prisioneros perpetuos para sostener sus intereses. Además, presionan a 3000 kelpers para que sean soberanos de un patrimonio ajeno. Y que ellos escojan su futuro. Ante lo cual, la legisladora malvinense, Jan Cheek, sostuvo la posibilidad de una “independencia isleña”. Y eso, compatriotas, también es otro error de cálculo y falacia. Fernando Zylberberg, jugador de hockey sobre césped, fue el estoico protagonista en las emotivas imágenes que apasionaron al pueblo entero, en un auspicio valiente y sin preámbulos. Es sobrecogedor pensar que en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, haremos retumbar nuestro deseo, nuestra fe y la ferviente convicción diplomática. Es más, a muchos, las postales de Zylberberg en pleno corazón abierto de Malvinas, nos recordó la atrevida “Operación Rosario”, cuyas imperecederas bitácoras se petrifican emotivamente en los corredores del espacio y el tiempo. Desde el instante que (según los británicos) perdimos la guerra, Argentina ganó decenas, tal vez cientos de batallas, que perpetúan patriadas de ensueños, entrelazadas ínfimamente a nuestro eterno deseo por recuperar el trébol asaltado. Para comenzar nuestra reseña y palmarés (tal vez siendo una de las más elocuentes y felices hazañas), podemos proclamar que la derrota en Malvinas precipitó la caída de la Junta Militar, junto a la erradicación de los años de plomo del Terrorismo de Estado. Alrededor de 30.000 desaparecidos fueron vengados, cuando el regreso de la Democracia al país, tras abismos andrajosos y turbios que desbastaron la República entera en mil escombros. Más tarde, sería completado el banquete con la ansiada partida de aquellos nazis del poder. Primera bravura adentro, el “Zafarrancho Oesterheld”. 1

(1) · El “Zafarrancho Oesterheld”, es una maniobra ficticia, que simboliza la Dictadura. La referencia de Héctor Germán Oesterheld, guionista y padre de El Eternauta (obra cumbre de la historieta nacional), es una mención alusiva sobre los desaparecidos. Y Juan Salvo, el viajero del tiempo, testimonio viviente en la Batalla contra Ellos, el enemigo opresor.

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Estamos Ganando

Hoy perseveran los fervientes reclamos por la soberanía de las Islas, gracias al retorno del derecho democrático. También, todos fuimos Avellaneda e Independiente aquella Final Intercontinental en Tokio ( Japón), contra el Liverpool de nuestros verdugos europeos. Todos gozamos con los laureles del conjunto de José Omar Pastoriza y 2 sus once Pucará. ¡En las calles gritábamos por Bochini, por Clausen, por Burruchaga, por Enrique, por Trossero y por la celeste y blanca! Y aún es erigida en los túneles de nuestra memoria, aquella sempiterna corrida de Percudani y su regate al corazón de la red, un 9 de diciembre de 1984 nacional, Rojo e inmortal. Así se sucedieron, una a una, las victorias albicelestes, en cada antecámara de los fortines y trincheras invisibles del tiempo. Luego, el 22 de junio de 1986, en el Mundial de fútbol desarrollado en tierra Azteca, Diego Maradona fue un cabo más, análogo a los comandos anfibios que jamás flaquearon aquel célebre desembarco del 2 de abril. Y todo el país fue un “Barrilete Cósmico”, elogiando aquellas simetrías de quiebres de cintura y esa bendita mano pirata, ante el estupor de Peter Shilton y de Miss Margaret. Al fin Don Antonio, indomable Rattín, volvía a estrujar aquella banderita azul y roja en medio del Estadio de Wembley, al igual que en 1966, cuando argentinos y uruguayos fueron asaltados por árbitros 3 bucaneros, en la Copa del Mundo organizada por Inglaterra. ¡Qué recitar acerca de las atajadas de Carlos Roa sobre los disparos de Ince y Batty, aquel mítico 30 de junio, por los Octavos de Final de Francia 1998! En sus vuelos aritméticos, la Fuerza Aérea guerreó nuevamente contra los buques antagonistas, con repertorio heroico, al igual que en 1982.4

(2) · El FMA IA-58 Pucará (“Fortaleza” en quechua) fue un avión de observación y de ataques ligeros, de diseño y construcción argentina. El vuelo inaugural de este modelo ocurrió en 1969. Fue una aeronave bimotor de turbohélice, con importante participación en la Guerra de Malvinas. (3) · Por los Cuartos de Final del Mundial de Inglaterra 1966, los organizadores dispusieron que un árbitro alemán (Rudolf Kreitlein) dirigiera el encuentro de Inglaterra-Argentina, mientras que un colegiado inglés ( James Finney), impartiría justicia en el cotejo que enfrentarían Alemania Federal-Uruguay. En ambos encuentros, las selecciones sudamericanas sufrieron expulsiones absurdas. Casualmente, alemanes e ingleses disputaron la Final. (4) · La Fuerza Aérea hundió, o dejó fuera de servicio, a los siguientes buques ingleses: “Antrim”, “Coventry”, “Glasgow” y “Sheffield”. A las fragatas: “Ardent”, “Plymouth”, “Antelope” y “Argonaut”. Al mercante “Atlantic Convevor” y a los navíos de desembarco “Sir Tristam” y “Sir Galahad”, entre otros.

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escribiendo Malvinas

Jonatan Sebastián Berruti

Pero las patriadas no envuelven únicamente a nuestro deporte predilecto. Hoy, 30 años después del inicio de los desembarcos del 2 de abril, Argentina continúa reclamando la liberación de su añorada y perdida perla austral. Entonces, cada combate es una falta-envido para la Corona, pues durante las nuevas batallas, además de bravuras ideológicas o culturales, convergen nuevas estrategias y ofensivas. En cada intervalo, sus mandatarios políticos quedan en jaque, con estratagemas hambrientas de nuevos podios. Es necesario referir, entonces, el “boicot” multimillonario contra las importaciones de productos ingleses. Ello, junto a la “prohibición” del amarre a buques con bandera británica o de conveniencia, para así presionar a las armadoras del Reino Unido, en rechazo a la militarización del Atlántico Sur y a la expropiación ilícita de los recursos naturales, en nuestras anheladas y sitiadas plataformas marinas, 150 kilómetros al norte de la codiciada región. Nuestra osada, firme, audaz y eterna “Ley Gaucho 5 Rivero”, hasta la gloria. También es necesario bosquejar que en 2010, un grupo de nacionalistas hackeó la página de Internet Penguin-News, principal periódico del archipiélago austral. El “ataque virtual” se prolongó durante varias horas en el ciberespacio. Y si bien sólo se subieron fotografías del reclamo perpetrado en Buenos Aires y leyendas que caligrafiaban “Aguante Argentina”, la original picardía tuvo repercusiones internacionales. Una estocada que muchos juzgarían absurda, pero noble gemido de vanguardia contra el avance de tropas opositoras. El film “Iluminados por el fuego”, dirigido por Tristan Bauer y protagonizado por Gastón Pauls, fue filmado en Puerto Argentino, en el Cementerio de Darwin y muchas zonas donde se libraron los principales combates en 1982. Sin olvidar la película “Fuckland”, realizada en 1999 en el seno de las Islas. Un año ilustre, por ser el primero en que los argentinos (5) · Antonio Rivero fue un peón de campo rioplatense, que en 1833 lideró un alzamiento contra la ocupación británica de Malvinas. La Ley Gaucho Rivero (Ley Provincial N°852, en TDF), plantea la prohibición de “toda permanencia, amarre o abastecimiento, u operaciones de logística en territorio provincial de buques de bandera británica o de conveniencia que realicen tareas relacionadas con la exploración, perforación o explotación de recursos naturales en la cuenca de las Islas Malvinas, sobre la plataforma continental argentina”. La Ley busca contrarrestar el interés británico y que sus barcos no atraquen en países del Mercosur, pues significaría aceptar la jurisdicción actual del archipiélago.

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Estamos Ganando

visitaron Malvinas, tras 17 años de abstinencia impuesta por Gran Bretaña. Otra afable victoria, tras el ilícito “derecho de admisión” para nosotros los hooligans sudamericanos. Nos juzgan, irónicamente, de ser una nación que consolida “políticas de confrontación”. ¿Cómo calificaríamos las invasiones inglesas a Buenos Aires y a Montevideo entre 1806 y 1807, cuando sus expediciones militares atacaron el Virreinato del Río de La Plata, antes de las también patriadas: La Reconquista y La Defensa? Un atropello desleal y conquistador. Hoy, el pueblo argentino reclama resuelto, a pesar de los corazones agrietados o de las constantes bajas, pues los muertos posguerra, tristemente, superan a los caídos en combate. Hoy cargamos con tres décadas de experiencia, desencuentros, aflicciones y lágrimas. Y protestamos cada tanto fraudulento en esta simbólica partida de naipes. No ofreceremos tregua. Por ello, denunciamos el “conveniente silencio” de las Naciones Unidas, con el sobrecogedor apoyo de la mayoría de nuestros hermanos latinoamericanos, en esta decisiva disputa bilateral. Y nuestras nuevas armas serán la palabra, la paciencia y diplomacia, la educación y las espadas de estrategias salomónicas. La batalla (según la historia), duró 74 días. Pero la Guerra de Malvinas comenzó antes de 1982. Y desde entonces, se ha perpetuado rencorosamente y resiste hasta nuestros días, luego de 180 años de usurpación británica. Carlos Latorre, Presidente del Centro de Ex Combatientes de Malvinas de Ushuaia, Tierra del Fuego, dijo: “Se combatió al oponente en inferioridad de condiciones, pero con verdadero coraje criollo. Nuestras armas fueron empuñadas por valientes héroes que no vacilaron en cumplir el juramento de defender su bandera, hasta perder la vida”. Y añadió, como dirigiéndose a las generaciones futuras, con esa visión que sólo poseen los próceres: “La lucha de Malvinas continúa, con el reclamo por vía de la paz. Lo hicimos primero con la espada. Y ahora lo haremos con la pluma y la palabra.” 6 (6) · Fragmentos del discurso de Carlos Latorre, Presidente del Centro de Ex Combatientes de Malvinas de Ushuaia (TDF), pronunciadas en el acto central por el Día de los Caídos y del Veterano de Guerra, en la capital fueguina. Algunos pasajes del discurso, fueron ilustrados en una nota del Diario del Fin del Mundo, el 3 de abril de 2012.

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Jonatan Sebastián Berruti

Los argentinos continúan de pie, como colosos de granito forjados para el porvenir, cuyas pinceladas del orbe se funden en la eternidad de las estrellas. “Estamos ganando” (quizás), por primera ocasión en 30 años. Mientras, el mundo entero empieza a percibir el rumor de las olas. Las cadenas tiranas se cortan día a día. Caen las murallas de los sitiadores. La celeste y blanca flamea inmortal, en los corazones de jóvenes que continúan guerreando con valor. El viento es favorable contra el colonialismo. Y la marea trae buenas nuevas de paz. El Imperio inglés conoce el espíritu combativo y la estirpe criolla que caracterizó históricamente al gaucho. Así, mientras se oigan nuestros latidos, permaneceremos firmes en el horizonte infinito, con el alma en el pecho.

¡Coronados de gloria, vivamos! ¡Oh, juremos con gloria a morir!

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We are Winning

We are Winvning

Jonatan Sebastián Berruti

“In order to compete in English soil, we train in Argentine land “ The moving advertising spot claiming sovereignty over the Malvinas Islands together with the perpetual remembrance of the Argentine heroes, who took part in the war, has been immortalized in a badge and medal, amid historical adverse passageways. The images were running dizzily despite the roaring of water obscuring the present in a grim battle against a voracious opponent. A new crusade of brave young militia, perhaps without stars or medals, although hungry for the honour of their country in a new war against the United Kingdom. History may be wrong. May be it was true that we were winning, as the media shamelessly announced. Perhaps they were only announcing a prophetic truth beyond the pages we know. Perhaps time and destiny, paradoxically, were knitting a subtle quiet twist amidst the darkness roaring cynically in its ragged judgment. Today, feelings part forking ways, undoubtedly Argentina’s heart beats feverously. Some say that the conflict against England ended that sad 14 June, 1982, date on which the hostilities between the two nations ceased. Not only did we lose, but also we would have never defeated that gringo oppressor. It is judgmentally said that we were infants with sticks and stones against the almighty Goliath, and that it was a sterile dispute from the beginning, even before the first light of rebellion and the old slapping. It is said that they would never stop being Falklands with its tangos and milongas. But, that is all just an error in calculation. It is another fallacy soon to be branched-out. British people support the islanders’ “self-determination”, keeping them, in a sneaky-way, like “involuntary hostages.” (They are) Perpetual prisoners in order to sustain their interests. Furthermore, they 96


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Jonatan Sebastián Berruti

push 3000 kelpers to become owners of a foreign patrimony. And (the British) support them to chose their own future and therefore, Malvinas legislator, Jan Cheek, supported the possibility of an “independency of the island.” And that, countryman, is also another error in calculation and a fallacy. Fernando Zylberber, hockey player, was the stoic protagonist in those sensible images that were heart-felt by a whole country, a brave commercial with no introductions. It is overwhelming to think that in the Olympic Games in London 2012, we will make our wish, our faith and our fervor diplomatic conviction resound. Even more, the Zylberberg postcards in the middle of Malvinas´ open heart, reminded us of the daring “Operation Rosario”, whose imperishable binnacles petrify with emotion in the pathways of space and time. From the instance that (according to the British) we lost the war, Argentina won dozens, maybe hundreds of battles, which perpetuate the patriotic actions of daydreams, intertwined humbly to our endless wish to recover the assaulted clover. To start our brief description and palmares (maybe being one of the most eloquent and happy deeds), we can proclaim that the Malvinas´ defeat hastened the fall of the Coupe d’ Etat, together with the eradication of those years of heavy State Terrorism. Around 30,000 people disappeared and would eventually be avenged with the restoration of democracy after the ragged muddy abysses that turned the whole Republic into debris. The banquet would later be completed with the long awaited departure of the Nazis that had come into power. First inside bravery, the “Zafarrancho Oesterheld”.1

(1) · “Zafarrancho Oesterheld”: it is a fictional operation symbolizing the Dictatorship. This reference of Hector German Oesterheld, scriptwriter and creator of The Eternauta (top work of the national cartoon), is a commemoration of the disappeared in Argentina. Juan Salvo, the time traveller, is a living testimony of the Battle against Them, the oppressing enemy.

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We are Winning

Today, those ardent claims of sovereignty over the Islands persevere, thanks to the return of democratic law. Also, we all wore the football shirt of teams such as Avellaneda and Independiente, especially during the Intercontinental final in Tokio (Japan), against the one wear by our European executioners from Liverpool. We all celebrated the laurels of the Jose Omar Pastoriza and his eleven Pucará 2 music band. On the streets we were chanting for Bochini, for Clausen, for Burruchaga, for Enrique, for Trossero and for the white-and-light blue! That perennial run of Percudani and his dribble to the centre of the net, a 9 of December 1984, is still present in our memory, red and immortal. In that, one-by-one, the Argentine victories took place in the hallways of invisible fortresses and trenches of time. The, 22 of June 1986, during the Football World Cup that took place in Aztecs´ lands, Diego Maradona was another soldier, analog to the amphibian commandos that never gave up on that glorious disembarking of April 2nd. And the whole country was a “Cosmic Kite”, praising those symmetries of lumbar pain and the blessed pirate-hand, to the astonishment of Peter Shilton and of Miss Margaret. At last Don Antonio, untamable Rattin, came back to squeeze that little red and blue flag in the midst of Wembley Stadium, same as 1966, when Argentineans and Uruguayans 3 were assaulted by buccaneer referees, in the World cup hosted by England. What to say about Carlos Roa’s ball interceptions over the shots given by Ince and Batty, that mystical 30 of June, for the Quarter Finals in France 1998! In his arithmetic flights, the Air Force battled again

(2) · The FMA IA-58 Pucara was an airplane for observation and light attacks designed and manufactured in Argentina. It was a dual engine turbo-propeller aircraft, with important participation in the Malvinas War. Its inaugural flight took place in 1969. (3) · For the Quarter Finals of the Woldcup in England 1966, the organizers appointed a German referee (Rudolf Kreitlein) for the game England vs Argentina, while a British collegiate (James Finney), would impart justice in the collating that would confront Federal Germany to Uruguay. In both encounters, the South American teams suffered absurd expelling. Coincidentally, Germans and British met at the Final.

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Jonatan Sebastián Berruti

against antagonistic vessels, with heroic repertoire, same as 1982.4 But the patriotic actions aren´t just wrapped around our favorite sport. Today, 30 years after the disembarking of April 2nd, Argentina continues claiming over the liberation of its longed for and lost Southernmost pearl. So, every combat becomes a “falta envido” for the Crown, and so during the new battles, besides the ideological or cultural braveries, new strategies and offensives converge. In each interval, its political chiefs are in jack mate, with hungry stratagems of new podiums. It is also important to mention the multimillionaire “boycott” against all imports of British products which together with the “prohibition” of mooring of British-flag (or convenient-flag) vessels, puts pressure on to U.K. ship owners, in total rejection of any kind of military mobilization to the South Atlantic as well as to the illegal expropriation of natural resources in our yearning and well-located marine platforms, 150 kilometers north of the coveted region. Our 5 bold, firm, audacious and eternal “Gaucho Rivero’s Law”, to the glory. It is also necessary to mention that in 2010 a group of nationalists hacked the Internet Webpage: Penguin-News, major newspaper of the Southern archipelago. This “virtual attack” lasted during several hours in the cyberspace. And even though the outcome was just an upload of a few photographs of the claim in Buenos Aries and some stories that were titled “Come on Argentina,” the original mischievousness had international repercussions. A stab that many would judge as absurd

(4) · The Argentine Air Force sank, or left out of service, the following British vessels: “Antrim”, “Coventry”, “Glasgow” and “Sheffield”; as well as Frigates: “Ardent”, “Plymouth”, “Antelope” and “Argonaut”. The “Atlantic Convevor” merchant and the disembark warships “Sir Tristam” and “Sir Galahad”, among others. (5) · Antonio Rivero was a fieldworker in the River Plate countryside. In 1833 he lead an uprising against British occupation on Malvinas. The Gaucho Rivero Law (Provincial Law number 852, in Tierra del Fuego), states the prohibition of “any permanence, mooring or supplying, as of any other logistic operation to be carried out in provincial territory by vessels of British flag or convenience flag which may lead to carrying out activities related to exploration, perforation and/or exploitation of the natural resources in the watershed of the Malvinas Islands, over continental Argentinian Platform.” This law seeks to counteract the British interest over the islands and at the same time prevent vessels from attacking Mercosur countries, cause it would mean acceptance of the current jurisdiction of the archipelago.

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but still a noble moaning of leadership against the advancing of the enemy’s troops. The film “Iluminados por el Fuego”, directed by Tristan Bauer and starred by Gastón Pauls, was shot in Puerto Argentino, in the Darwin Cemetery and in a few other locations where the main battles took place back in 1982. Last but not least, there was “Fuckland”, another film shot in 1999 in the center of the Islands. A memorable year, the first one in which Argentineans were able to visit Malvinas after 17 years of abstinence imposed by Great Britain. Another famous victory, especially after the illegal “no admittance” imposed on us, the South American hooligans. We are ironically judged as being a nation that consolidates “policies of confrontation.” How would we qualify the British Invasions to Buenos Aires and to Montevideo between 1806 and 1807, when her Majesty’s military expeditions attacked the Rio de la Plata Viceroyalty, before the other patriotic actions: La Reconquista and La Defensa? A disloyal and conquering outrage. Today, Argentineans are firmly making a demand, regardless of our cracked hearts or the dead in combat, because the postwar dead people, sadly, overcome those fallen in combat. Today we charge with three loaded decades of experience, dis-encounters, afflictions and tears. And so, we protest once in a while cheating on this symbolic game of cards. We don´t offer a truce. And due to that, we denounce the “convenient silence” of the United Nations, with the overwhelming support of the majority of our beloved South American brothers, in this decisive bilateral battle. And our new weapons will be the word, the patience and diplomacy, the education and the swords of Solomon strategies. The battle (according to history), lasted 74 days, but the Malvinas War started before 1982 and ever since has been perpetuated spitefully resisting until now, over 180 years of British usurpation. Carlos Latorre, President of the Centre for Malvinas Ex Combatientes in Ushuaia, Tierra del Fuego, said: “(We) fought against the opponent under inferiority of conditions, but with true creole courage. Our weapons were gripped by heroes who did not doubt to 100


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Jonatan Sebastián Berruti

accomplish their oath to defend the flag even if it meant losing their own lives.”He went on like addressing future generations with a vision that only heroes possess: “The claim over Malvinas still continues peacefully. We first did it with the sword. And now we will do it with the quill pen and 6 the word”. Argentineans still stand proudly, like giants built in granite with brushstrokes that melt into the eternity of stars. “We are winning” (maybe), for the first time in 30 years, while, the whole world starts to perceive the waving rumor. The tyrannical chains are cut day after day and the walls of the besiegers crumble. The light blue and white waves immortal in the young hearts, which are still battling with valor. The wind is favorable against colonialism, and the tide brings good news of peace. The English Empire knows about the creole combat spirit and its lineage, which personifies the gaucho throughout history. In that way, while the beats of our hearts can be heard, we will remain stoic in the infinite horizon, with the soul in our chest.

Let’s live crowned with glory! Oh, let’s swear to live in glory!

(6) · Fragments from the speech delivered in the central act in observance of the Day of the Fallen and War Veterans by Carlos Latorre, President of Ushuaia’s Centro de Ex combatientes de Malvinas (Tierra del Fuego). Some passages from the speech were illustrated in an article published by the daily Diario del Fin del Mundo on 3 April, 2012.

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Omar Hirsig


Resilienciado

DamiĂĄn Maximiliano Ă lvarez


escribiendo Malvinas

Resilienciado

Resilienciado

Damián Maximiliano Álvarez

Me despertaron los estruendos, aunque antes de sentirlos, el frío no me dejaba ya dormir bien, que como en una lucha, en una transición lenta y dolorosa, iba tornándose por una de las posibilidades. Pero, ¿qué digo? Si no estoy durmiendo, no estoy durmiendo, estoy perfectamente despierto, digo, dormido. Sí, sí, estoy dormido, durmiendo. ¿Qué pasa afuera? ¿Qué mierda son esas explosiones, esos gritos? ¿Dónde estoy? ¿Qué pasa? ¿Qué es esta inmundicia? Debo estar dormido, sí, estoy casi seguro de estar soñando. ¿Por qué digo casi? ¿En qué carajo estoy pensando? Me voy a volver loco, no puede ser, ya no quiero seguir durmiendo y debo despertar pero estoy despierto. ¡Ah! Cierto. Ahora creo poder explicármelo todo. Me habré dormido, seguramente, ahora lo recuerdo bien, queriendo escribir ese cuento, ese maldito, esa porquería de cuento, ese puto relato. ¿Serán bombas las que suenan? Sí, este es el relato, seguro que sí. ¿Será mi pluma que inventa sonidos, charcos que se esparcen en el aire, con el fin de cubrir aquello que habrá de haber sido un cuerpo? ¿Será esta pluma macabra que inventa explosiones y rivales, hambres y fríos, genocidios e irracionalidades y en otra realidad más deseada esto no es otra cosa que un papel manchado de palabras? Estoy en una sucia trinchera (al menos eso creo), ¿y qué otro calificativo le cabría que sucia? Miles, miles seguro; y ninguno de ellos sería motivo de orgullo. Abajo el piso, inundado en barro, turba y sangre y, a un costado, una puerta flameando como en un juego de ocultar lo inevitable. Es otoño. Irremediablemente es otoño; un otoño que declina. Pero esto quiere ser literatura y nada pasa, pero por más que lo repita, lo único que no pasa es el frío que se recubre de huesos y se hace carne. Me levanté. Junté fuerzas de donde ni siquiera intuí que las tendría, sin sentir más que la desgarradora punción que el frío disemina por el cuerpo 104


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Damián Maximiliano Álvarez

y me senté sobre el tablón mojado y frío en que posaba la masa decrépita que constituyo. Vi el reflejo de mi cara en un charco que se formaba entre mi ubicación y la entrada al foso. Un vendaje posaba sobre mi cabeza constituyéndose éste en el único abrigo que cubría, al menos, una parcialidad de mi cuerpo. En patas, como me encontraba, me paré e inmediatamente una nueva contracción de escalofrío se apoderó de todo. Caminé, tembloroso, hasta la entrada, a no más de un metro, y asomé la cabeza, lentamente, con los hilos de antebrazo apoyados en el montículo barroso, con los hilos de ropa que flameaban a mi frente como en señal de rendición. Todo era confuso. La turbación en que me encontraba no permitía percibir más que lo extremadamente perceptible. Esta masa naciente que me constituye, que me inaugura de tan mala espina, de prematura desesperación, lanza mi rendición y comprendo que sí, que es un sueño, una puta pesadilla y grito, y saco un poco más la cabeza y grito a toda voz, desgarrada de frío, de humedad, de hambre, de miedo, que no quiero más, que me rindo, y lloro e imploro y caigo de rodillas al charco de sangre y barro y turba y las lágrimas se pierden, se borran en un rostro empapado en mugre, en desesperación. ¡Me rindo a vos, puto capricho de la nada! Hasta esos instantes el dolor no había usurpado el lugar que sí había para otro, que todo lo ocupaba hasta el momento, la desesperación. ¿Dónde estaba cuando me dormí? En mi cama, seguro. No, no. No tendría el frío que ahora siento. ¿En un bar? Nunca me pasó eso y además no lo recuerdo, no recuerdo nada por fuera de este cuento. Mil interrogantes y tan nada de respuesta. ¿Cómo sé que esto es un cuento, que no es “lo real”, porque por más que cuento a la realidad se inscribe? ¿Cómo sé que pretendía una historia sobre el absurdo de una causa ridícula y ajena; que pretendía el relato de un pibe desesperado que maldecía cada milímetro cuadrado de esa tierra, de esta gente, de todo estúpido juego de la muerte? ¿Cómo, yo, podría imaginar, inventar semejante salvajismo? Me paré. Un balazo me silbó en la frente y un grito indescifrable a mi sien derecha. Quedé paralizado y enseguida un tackle de frente me sentó de culo sobre el charco de barro y sangre y nos vimos frente a frente. Ese 105


escribiendo Malvinas

Resilienciado

rostro lo conocía, sabía que lo conocía, que ya lo había visto y no recordaba dónde. Qué difícil, hasta hoy, poder entender, sentir y, peor, vivir lo que esos pibes sufrieron tan al puro pedo, lo que sufro yo, ahora, tan al puro pedo. Qué difícil se me hace, mas ahora que un rostro conocido me habla sin poder entenderlo, en otro idioma, y me apunta a la cabeza y yo río porque veo mi pluma dibujar su cara en sendas de palabras. No se da cuenta, pobre tipo, que ya la tengo cagada y, además, esto es un cuento y estoy dormido. ¡Qué zumbido tan fuerte! Qué asqueroso tener que escribir tu propia muerte. Gatilló, qué… qué gringo pelotudo.

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Damián Maximiliano Álvarez

Resilienced

Damián Maximiliano Álvarez

I was awaken by a rumbling, although before hearing it, the cold had not let me sleep well, I was fighting as in a long and painful transition turning into any of the possibilities. But, what am I saying? If I am not sleeping, I am not sleeping, I am perfectly awake, I mean, asleep. What’s going on out there? What the bloody hell are those explosions, those screams? Where am I? What’s going on? What’s this shit? I must be asleep, yes, I am almost sure that I am dreaming. Why do I say almost? Bloody hell, what am I thinking? I am going crazy, I don’t want to sleep anymore and I must wake up, but I am awake. Gosh! That’s it. I think I see things crystal clear now. I must have fallen asleep, surely, now I remember very well, in an attempt to write that short story, that damn, bloody, fucking short story. Are those bombs? Yes, this is the story, I am sure it is. Is my pen inventing these sounds, the splashes booming out in the air to cover that, which could have been a body? Is this sinister pen inventing explosions, enemies, hunger and cold, genocide and irrationalities and in a most desired different reality this is not more than just words scattered over a piece of paper? I am in a filthy trench (at least that’s what I think) and what other word can I use if not filthy? Thousands, surely thousands; none to be proud of. The floor is covered with mud, peat and blood; on one side there is a door waving to and fro as if trying to cover the unavoidable. It is autumn. Inevitably autumn falling down. But this is supposed to be literature and nothing happens, but even though I repeat, the only thing that stays on is the cold covering the bones and turning into flesh. I got up. I gathered strength from do not know where, feeling nothing else but this heart-breaking pain running through my body; I sat this decrepit mass I have turned into on the cold wet plank. 107


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Resilienced

I saw myself in a puddle collected between my place and the entrance of the hole. A bandage wrapped round my head protects at least part of my body from the cold. On bare foot, as I was, I stood up immediately and my body was chilled. I walked trembling, not more than a metre’s far, towards the door, and stuck my head out slowly, with my forearms lying on the muddy mould and the threads of my clothes flying out as if surrendering. Everything was confusing. So confused was I that I could only perceive the obvious. This rising mass in which I turned into, presents me in such a bad shape with premature despair shouts out my surrender, I understand that this is a dream, a bloody nightmare and I scream, sticking my head out a little bit more and crying out with my voice torn by the cold and damp and hunger and thrill, that I want no more, that I surrender, and I cry and beg and fall down on my knees to the puddle of blood and peat with tears hiding away into a dirty face that shows despair. - I surrender to you damn whim! Up to that moment the pain had not taken over the place that had been filled with despair until then. Where was I when I fell asleep? In my bed, of course. No, no. I would not feel as cold as I feel now. In a bar? It never happened to me, besides I don’t even remember, I do not remember anything outside this story. Thousands of questions and no answers. How do I know this is a story, that it is not reality, because even though it is a story it very much resembles reality? How do I know I wanted to make up a story of a ridiculously absurd cause; that I wanted to make up the story of a desperate guy that hated every square millimetre on earth, hated people, all this stupid death game? How could I invent such savageness? I stood up. A gunshot whistled into my forehead and a loud scream got out of my right temple. I was paralysed and suddenly I was tackled and I landed on my ass into the puddle of mud and blood; and we looked at each other, face to face. I knew that face, I knew it, I had seen it before but could not remember where. How hard it is even today to understand, feel and live what those guys suffered uselessly, what I suffer today, now, also pointlessly. How 108


Stories about the Malvinas

Damián Maximiliano Álvarez

difficult I find to understand this face that speaks to me in a language I do not know and aims at my head, and I laugh because I see my pen draw this face in these words. He does not realize, poor guy, that I am already fucked up, that it is just a story and that I am sleeping. What a loud buzzing! How disgusting it is to write about your own death. The gringo fired, what ….what an asshole.

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Omar Hirsig


Moncholo conoce a los gringos colorados en Tumbledown

RaĂşl FabiĂĄn Sanz


escribiendo Malvinas

Moncholo conoce a los gringos colorados en Tumbledown

Moncholo conoce a los gringos colorados en Tumbledown Raúl Fabián Sanz

Soy Pantaleón Moncholo Ortiz, un Correntino de piel amarronada, bocón y con los bigotes que me crecen en las puntas, tipo bagre. Aquí estoy en nuestras Malvinas, haciendo honor al legado de mis mayores, que siempre me dijeron: si la Argentina entra en guerra, la República de Corrientes la va a defender. Si es para estar orgulloso, correntino como el General San Martín, el sargento Cabral y el tambor de Tacuarí. Además peleando con estos gringos, que ya nos había anoticiado la maestra, los corrimos en 1806 y 1807, con aceite caliente nomás, cuando quisieron invadir Buenos Aires. Habían sido los vecinos organizados y un militar Liniers, que la maestra no nos quiso contar, porque lo habían fusilado años después. Tomando la idea de una revista Billiken que había en la escuela, dibujé muchos balcones desde los que tiraban el aceite, a esos gringos invasores, que quedaban más colorados y corrían como hormigas. Le preguntaba a la maestra ¿Si dicen que son colorados? ¿Cómo son? ¿Como las hormigas coloradas de Corrientes? ¿Como los pieles rojas esos, que en las películas peleaban con los vaqueros? La maestra me decía que eran igualitos a algunos de los jefes del ferrocarril y los gurises, se reían de mis ocurrencias. Después ya más grande, fui con mi familia al emplazamiento de La Vuelta de Obligado. Ahí me explicaron que con barcos encadenados y el bravo General Mansilla, también le paramos la chata. ¡Gringos del demonio, no aprenden más! Ahora se habían venido en una flota con los franceses. Así que estoy en Malvinas y pronto a ser parte de esta historia de correr gringos invasores. Hasta ahora está todo muy aburrido desde que llegamos, pues 112


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Raúl Fabián Sanz

salvo tres alertas de ataque aéreo, no hemos hecho nada más que los pozos de zorro. Yo le comenté en guaraní al sargento, que el zorro es más inteligente, porque la cueva la hace en alto y no se le inunda como a nosotros. ¡Adónde nos mandan cavar! se rió con una carcajada y lanzo un sapucai. Por suerte no lo consideró una observación irrespetuosa. Además de la humedad, en los últimos días es difícil dormir, por el bramido del cañoneo naval inglés y los fogonazos. Antes de ayer fuimos a ver una posición Argentina costera que habían alcanzado los cañones ¡daba miedo! No había quedado nada, de hombres y equipos. ¡Es brava la guerra! Hace dos meses que estoy aquí y todavía no vi ningún inglés, pero me dicen que ahora se vienen como moscas a la miel. En la compañía B, apareció un centinela degollado, dicen que debe haber sido un tal Gurka, unos morochitos que tienen los ingleses con unos cuchillos filosos. Yo también tengo mi cuchillo Correntino. Lo forjó Lito el herrero del pueblo, con un elástico de camión. Por ahí nos entreveramos entre negritos, a cuchillo nomás. Ahora sí, nos están tirando con todo y nosotros respondemos con lo poco que nos queda. Solo quedan unas pocas latas de viandadas frías y la ropa siempre húmeda. Al comandante le ha venido la orden de retirarse pero él no quiere saber nada. Un observador de ametralladora pesada me llama: ¡Moncholo! Y me presta los prismáticos. Hay poca luz pero veo claramente un gringo colorado grandote, que avanza con dos negritos como el chocolate, más negros que nosotros y bajitos. Ahí abre fuego la ametralladora, caen los tres y se desata un infierno. Estoy tirado con dos heridas muy graves. ¡Esto se acabo! Cumplí la palabra de mis mayores, defendí a la Argentina, aunque no pudimos correrlos como las veces anteriores. Qué cosas tiene la vida, yo vine a recuperar Malvinas y en cambio ahora formaré parte de este paisaje, con una cruz y un rosario, bajo este manto de neblina en la más hermosa perla austral y me cuidará la Cruz del Sur. 113


escribiendo Malvinas

Moncholo conoce a los gringos colorados en Tumbledown

Solo deseo, que en mi tumba, una niña trigueña deje un ramito de Ceibo y Amancay. Mientras una voz destemplada, informaba desde Buenos Aires, que el combate de Puerto Argentino había finalizado, que la rendición sería efectiva a las 23:59 hora zulú, del 14 de junio que incluía todas las fuerzas y señalaba que aún había esporádicos combates, con bajas no precisadas.

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Raúl Fabián Sanz

Moncholo knows the redskin gringos in Tumbledown Raúl Fabián Sanz

My name is Pantaleón Moncholo Ortiz. I am from Corrientes, my skin is brown, I have a big mouth and a catfish moustache. Here I am on our Malvinas Islands, paying a tribute to our elderly who always told me: If Argentina goes into war; the Corrientes Republic will defend it. I am a proud man from Corrientes, like General San Martin, Sergeant Cabral and the Tacuarí drum. The teacher had told us that in 1806 and 1807 when these gringos attempted to invade Buenos Aires, we kicked them out with no guns just with boiling oil. The neighbours achieved this by organising themselves under a military man called Liniers, whom the teacher did not want to tell us about because he was executed years later. Taking the idea from a magazine for kids called Billiken, which I found in school, I drew many balconies from which boiling oil was poured down to those invading gringos who got redder than usual and ran like ants. I used to ask the teacher – Are they red people? What do they look like? Do they look like the red ants in Corrientes? Are they like those redskins that fought against cowboys in films? The teacher would say they were just like some railway chiefs and the kids would laugh at my ideas. When I got older I went with my family to the Vuelta de Obligado site. In that place, I was explained, the brave General Mansilla with chained ships also managed to stop them. These bloody gringos don’t learn! This time they have come with an Anglo-French fleet. So, I am on the Malvinas and soon to be part of the story of kicking gringo invaders out. Since our arrival everything has been very boring with the exception of three air attack warnings. Apart from that, we haven’t done anything else but dig foxholes. 115


Stories about the Malvinas

Moncholo knows the redskin gringos in Tumbledown

I happened to comment to the sergeant in Guaraní language that the fox is more intelligent than us because it digs its den on a high surface unlike us who will always get our holes flooded. Where are we asked to dig! He burst into laughter and yelled out a sapucai. Fortunately he did not consider my observation disrespectful. Apart from the damp, it has been difficult to get some sleep lately due to the noise of the English naval gunfire and the flashes. The day before yesterday we visited a position on the Argentine shore that they had reached. It was scary. Nothing was left, no man, no equipment. War is something tough! I have been here for two months and I have not yet seen any Brit but I am told that they are now coming like flies to honey. In the B Company, a sentry was found slaughtered, some say it must have been a Gurka, some dark skin people with sharp knives that the English have. I also have my knife from Corrientes. Lito, the blacksmith of the town, forged it from a lorry spring. May be we mingled with the black men, use our knives and that’s it. Now they are firing heavily and we fire back with the little we have left. There are only a few tins of canned meat and our clothes, always wet. The commander received the order to withdraw but he does not want to do so. A heavy machinegun observer calls me: Moncholo! And hands me the binoculars. There is a weak light but I can clearly see a big redskin gringo coming closer accompanied by two men as dark as chocolate, even darker and shorter than ourselves. T he machinegun opens fire and the three of them fall down and hell starts. I am lying on the floor seriously wounded. This is over! I kept my word to my elders; I defended Argentina, although we could not kick them out this time as we did before. Life has its odd things, I came to recover the Malvinas islands and instead I will be part of this landscape with a cross and a rosary 116


Stories about the Malvinas

Raúl Fabián Sanz

under a mantle of fog in the Southernmost beautiful “pearl” looked after by the Southern Cross. All I want is that on my tombstone a dark-complexioned girl leaves a sprig of Ceibo and a lily. Meanwhile a harsh voice informed from Buenos Aires that the combat in Puerto Argentino had finished, that the withdrawal of all armed forces would take place on 14 June at 23:59 Zulu time, and that there were some isolated combats every now and then with an unspecified number of casualties.

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Germรกn Pasti


La Presencia

Rodrigo Adriรกn Guidi


escribiendo Malvinas

La Presencia

La Presencia

Rodrigo Adrián Guidi

Nuestro objetivo fue dejar presencia. Sembrar sus fértiles campos con nuestras semillas y retirarnos. Ellos solos harían el resto cuando fuera la época de cosecha. Para ese momento, tal vez un poco antes, daba lo mismo, verían su derrota. El camino silencioso, subterráneo, de las semillas llevaba a una conquista plena sin que ellos, aún con toda la tecnología a su favor, pudieran detener. Sesgar sus campos o inundarlos con una solución salina concentrada hubiera terminado de cuajo con las mieses que estaban creciendo; pero eso sería su propia muerte. No se expondrían con un genocidio de esa naturaleza ante el mundo entero. Deberían resignarse y agachar sus cabezas… Así comenzó su relato Wenceslao (nunca supe su verdadero nombre, por obvias razones). Habíamos acordado reunirnos en el bar de Sarmiento y Santa Fe. Yo venía haciendo un trabajo de investigación sobre la Guerra de Malvinas que luego publicaría en formato de artículo en el diario de la ciudad. Me interesaba hacer un relato cronológico, aséptico, objetivo; en definitiva, una recopilación histórica de los sucesos y nada más (en el fondo, ¿qué más se podía decir de una guerra perdida?). Cuando el jefe de redacción me hizo la oferta, para mí fue como recibir una bocanada de aire fresco y recuperarme del ahogo que me producía mi trabajo. Sentado en uno de los últimos escritorios de la redacción, mi computadora personal se resistía, empachada, de monótonas crónicas policiales ordenadas en cronológicos archivos. Y esto me daba la oportunidad de hacer algún tajo en mi rutina. Tampoco es que me obsesionara el éxito literario (una historia sobre Malvinas no dejaba de ser una crónica más en el mismo estilo que la práctica ya me había transformado en costumbre), pero al menos podía darle a mi pluma ribetes de cronista histórico. Lo que nunca imaginé es con lo que me iba a encontrar. Mi aseptisismo inicial sucumbió a la infección que provoca el germen del interrogante sin respuestas. Y para eso no hay otro antídoto que sumergirse 120


escribiendo Malvinas

Rodrigo Adrián Guidi

en mares de ansiedad braceando respuestas hasta encontrar la correcta. Es que a medida que avanzaba en la investigación, una idea empezó a rondar mi cabeza; muy descabellada, por cierto, pero para nada ilógica. Los documentos, artículos y libros consultados, no hacían más que regar mi mente con aguas de sospechas. Los involucrados en la gesta que entrevisté para la ocasión, solían mirarme como si yo estuviera loco y algunos se empecinaban en construir diques de argumentos para contener esas aguas, que a esas alturas ya desbordaban por todos mis poros. Adentrado cada vez más en los sucesos de abril del 82, sus momentos previos y aún los posteriores, me resultaba incomprensible, hasta raro diría, tanta movilización y propaganda de nuestra parte para una guerra de tan corta duración. Por más que lo buscara no le encontraba sentido a un enfrentamiento bélico entre dos fuerzas tan disímiles, que desde el comienzo hacía presuponer su desenlace. Algo había. Algo se estaba ocultando. Las verdaderas intenciones no estaban en la guerra. Ese silencio posterior a la guerra, salpicado de vez en cuando con algún grito de recuerdo, con alguna escaramuza de verba diplomática; esa carencia colectiva de memoria, casi como destierro de la historia; me decía que algo más debía haber. No tenía dudas. Porque, tampoco, resultaba lógico un rebrote patriótico en estos momentos, más allá de conmemorar sus treinta años (si de reivindicación de actores se trata, se podrían haber conmemorado sus diez o sus veinte años). Fue entonces cuando apareció Wenceslao y su historia de ribetes épicos. Por azar había dado con un documento que de manera muy escueta mencionaba una sigla: “O.S.A.C.” Durante varios días esas cuatro letras me dieron vueltas por la cabeza. El documento, simplemente, refiere: “Autorizamos O.S.A.C.” ¿Qué era O.S.A.C.? ¿Qué significan esas letras? Volví al archivo del Batallón, donde había tomado contacto con el documento, para escrutar sobre su contenido. Es información clasificada y usted no tendría que haber tomado contacto con ella, por favor retírese; me dijo de manera muy seca el Suboficial que me atendió. Las sospechas se transformaron en realidad. La acción bélica fue una cortina de humo para algo más grande y ese algo era O.S.A.C. Ahora debía averiguar qué significaba. 121


escribiendo Malvinas

La Presencia

Estaba saliendo del Batallón y alguien detrás de mí, con una voz casi inaudible, me dice: -Operación Salir A Cenar. Es momento que se sepa. Yo me contacto con usted. No alcancé a darme vuelta que el sujeto había desaparecido por los pasillos del edificio. Su voz quedó resonando en mi cabeza: Operación Salir A Cenar. Es momento que se sepa. Unos días después recibí un llamado telefónico y quedamos con Wenceslao en vernos en el bar. …¡Debían resignarse! –su voz de nostalgia y satisfacción soltaban las palabras en el aire- Por eso debíamos movernos en silencio; vivir de sombras en sombras y dejar la semilla germinada convirtiendo esa tierra esquiva en una fértil estepa. La guerra fue parte del plan general, pero simplemente como un acto de distracción al verdadero objetivo, la Operación Salir A Cenar. Mientras un grupo de valientes soldados asaltaba las islas y escupía a diestra y siniestra balas de plomo soberano y el inglés imperialista y chupasangre, herido en su orgullo real, creía reagrupar sus fuerzas en una contraofensiva desaguisada; nosotros cruzábamos sus campos sigilosamente, invisibles, imperceptibles, para depositarles en el seno mismo de su sangre real la mancha que nos daría la victoria irrefutable en su destino mediocre. La presencia que teníamos que dejar, le diré, encadenaría sus más bellas flores; salpicaría sus horizontes europeos y les arrancaría sus mañanas en un aborto feroz de la historia... Wenceslao acariciaba cada palabra que salía de su boca y sus ojos se esparcían en el tiempo en una mirada tan poética como su relato. Veía en él a un hombre apacible pero enérgico. -No entiendo, Wenceslao, por qué si la verdadera misión fueron ustedes, se ocultó hasta ahora. La Operación Salir A Cenar debía guardarse en el más estricto secreto. Era fundamental para su éxito. Las flores del imperio debían ser polinizadas y nosotros fuimos las abejas encargadas de tal misión. Exogamia, amigo. ¿Sabe que es? -No, no sé; solté haciendo un esfuerzo por entender. 122


escribiendo Malvinas

Rodrigo Adrián Guidi

Cruzar nuestra sangre con la de ellos y esperar que el tiempo haga su trabajo. Toda conquista –reconquista en nuestro caso- deja vencedores y vencidos, teje odios y rencores que imposibilitan el entrelazamiento de los unos con los otros dando lugar a sociedades divididas. En cambio la vinculación de sangre tiende a homogeneizar los componentes sociales. Si los isleños eran mestizados, más temprano que tarde se convertirían en uno de nosotros. Entonces se ideó la operación: mientras les vendíamos humo con la guerra, un comando especial formado por los mejores seductores de nuestro país y adiestrados en la consigna, sedujimos a sus mujeres en una cópula soberana. Cuando lo advirtieron ya era tarde y, derrumbados en su amor propio, comenzaron a llorar el gen argentino que dejaron nuestras flechas cupidescas. -No salgo de mi asombro, Wenceslao. Es un plan magnífico el que me está revelando; pero no entiendo el silencio. ¿Por qué se sigue manteniendo en secreto? Ya no, amigo. Treinta años. Una generación necesitábamos, nada más. Treinta Años, amigo. Aquellos primeros hijos compartidos nacieron mitad argentinos y, entre ellos, algunos, formaron familias entre sí. La ecuación es simple: ya empezaban a tener ciudadanos tres cuarto argentinos. Ni la guerra, ni la diplomacia, pudieron lo que pudo el derecho de familia. La savia filiatoria de su árbol genealógico le dio la estocada mortal... -El ius sanguinis, dije yo emocionado. …Exacto. El derecho de sangre que es el orgullo real de su existencia, le juega en contra. Después de los sucesos nuestro comando viajó, de vez en cuando, en estos treinta años para llevar una gota más de la pureza nuestra. Hoy podemos gritar que Malvinas fueron, son y serán Argentinas y usted será el encargado de revelar esta historia… Después me dio algunos pormenores de cómo llevaron a cabo la misión, aunque me pidió reserva en los detalles. La Operación Salir A Cenar se puso en marcha algún tiempo antes del 82 y continuó hasta nuestros días. Aparentemente cuando la corona entendió que había perdido las islas, negociaron una salida decorosa. De ahí esa dialéctica discursiva entre ambos gobiernos; los pedidos internacionales de una 123


escribiendo Malvinas

La Presencia

solución pacífica y el cierre de la historia con el referéndum del año que viene que tiene un resultado cantado: si los isleños son argentinos, el voto está definido y el imperio haría la pantomima de aceptar la voluntad de aquellos fueguinos. Exogamia; un arma biológica que ellos no esperaban. Ataca sigilosamente étnica, social, cultural y luego políticamente. Lo hicieron muchos países invasores. Lo hizo Gran Bretaña entre sajones y normandos. Al sur del sur la historia le jugó en contra.

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Stories about the Malvinas

Rodrigo Adrián Guidi

The Presence

Rodrigo Adrián Guidi

Our objective was to leave our mark, to plant our seeds in their fertile soil and go away. They would see the results themselves in good time. At that moment, may be a little earlier, who cares; they would see their defeat. The silent under path of seeds would lead to a victory that they could not stop even though they had all the technology on their side. Skewing or flooding their lands with a concentrated salt solution would have cut the grain that was growing, but that was their own death. They would not expose such genocide to the rest of the world. They should accept their fate and bow… This is how Wenceslao’s story started (I never knew his real name, for obvious reasons). We had agreed to meet at the bar in the intersection between Sarmiento and Santa Fe streets. I was researching about the Malvinas War and would eventually publish an article in the local newspaper. I was interested in an aseptic, objective, chronological sequence of events; basically a historical compilation of events, that was all (in fact, what else was there to be said about a lost war?). When the editor in chief offered me this possibility, it was as if I had taken a deep breath of fresh air and recovered from the suffocation that my daily work caused me. I was sitting at one of the desks in the back of the publishing department; it was as if my personal computer was fed up with police reports arranged chronologically and would not feel like working. This was an opportunity to have a break in my routine. I was not obsessed with a literary success (a story about Malvinas was just another story in the same style that my profession got me used to), but at least in this case I could add some history to it. I never expected to find what came after. My initial aseptic approach was smashed down by the un-responded-question germ. For that ailment there is no other antidote than submerging into seas of anxiety and paddle the answers out until the right one is found. 125


Stories about the Malvinas

The Presence

As I progressed in my research, an idea began to grow in my mind: it was actually a very crazy idea that had no sense in itself. The documents, articles and books I referred to would only flood my mind with feelings of suspicion. Those I interviewed who had been involved in the conflict would usually look at me as if I were crazy and some would even do whatever they could to build arguments that would contain those feelings which by then could be seen on my skin. More aware now of the events occurred in April ’82, the prior and later moments, I was difficult and I would say weird for me to understand so much propaganda from our side for such a short war. No matter how hard I tried, I could not figure out the armed conflict between two dissimilar forces, which from the very beginning would make us guess the ending. There was something fishy there. The true intentions were not in the war itself. The silence that followed the war, spotted from time to time with memories, with some diplomatic tribulations; that collective lack of memory, as if exiled from history, was telling me that there had to be something else. I had no doubts because it did not seem right to organise a patriotic revival these days, apart from observing the 30 years after the war which in any case could have been observed after the ten or twenty. That is when Wenceslao and his epic story came to me. By chance I had found a document, which mentioned vaguely the acronym “O.G.O.D”. During several days those letters where playing on my mind with no meaning. The document simply read: “O.G.O.D authorised”. What did O.G.O.D stand for? What was the meaning of those letters? I went back to the archive of the Battalion, where I came across with the document, in order to find something else out of it. I was told that the document was classified and that I had no right to get near it, the Lieutenant had told me. My suspicion became true. The war was just a smoke curtain to cover up something greater, and that greater thing was O.G.O.D. But now I had to discover what all this was about. I was coming out of the Battalion when somebody behind me speaks to me in a very low voice: 126


Stories about the Malvinas

Rodrigo Adrián Guidi

-“Opertion Going out for Dinner ”. It is now time for this to be known. I will get in touch with you. When I turned round the guy had already vanished into thin air. His voice was still ticking in my mind: “Operation Going out for Dinner. It is now time for this to be known”. A few days later I received a phone call; Wenceslao and I agreed to meet at the bar. …They had to feel resignation! –his nostalgic voice of satisfaction unleashed those words into the air – that is why we had to move quietly; we had to live in the shadow and leave our seeds to turn that unproductive soil into a fertile land. The war was part of the general plan, but only a distraction strategy to cover the true objective, the “Going Out for Dinner” plan. While a group of brave soldiers were assaulting the islands and were spitting out iron bullets at the British Imperialist, hurt in its royal feelings, meant to regroup its forces in a counterattack; we crossed their fields quietly, invisibly, unnoticed, to leave in their royal blood the stain that would give us the victory in their mediocre destiny. The mark we had to leave, I should say, would chain their most beautiful flowers; would sprinkle over their European horizons and would rip the mornings off in a fierce abortion of history... Wenceslao touched each word coming out of his mouth and his eyes wondered in time lost in a look that was as poetic as his story. I saw in him an energetic yet peaceful man. - I do not understand, Wenceslao, why if the true mission were you, it has been hidden until now? Operation Going out for Dinner should be kept secret. It was fundamental for the success of it. The flowers of the empire had to be pollinized and we were the bees in charge of such mission. Exogamy, my friend, do you know what it means? -No, I don’t know; I said making an effort to understand all these words. To mix our blood with theirs and wait for time to do its job. Every conquest – re-conquest in our case – leave winners and losers, weave feelings of hatred and remorse preventing the interlinking of one 127


Stories about the Malvinas

The Presence

another giving way to divided societies. On the contrary, the linkage of blood tends to standardize the social components. If the islanders were metis, sooner rather than later would become one of us. Therefore the operation was planned: while we covered up with the war, a special commando composed of the best seductive men of our country, trained for this special mission, seduced their women in a sovereign copulation. When they realised it was already late and broken in their own pride, the argentine gen that the Cupid arrows had left in them, made them cry. -I can’t believe my ears, Wenceslao. It is a magnificent plan but I do not understand why it was kept in silence. Why is this truth still kept in secret? Not any more, my friend. Thirty years. We needed a generation, that is all. Thirty years. Those first shared kids were born half Argentine, and among them, some made their own families. The equation is simple: they were starting to have three quarter argentine citizens. Neither war, nor diplomacy could beat the family law. The kinship sap of the family tree gave its deadly thrust… - Ius sanguinis, I said enthusiastically. …Exactly. The right that is the royal pride of its existence is against it. After the incidents our commando travelled, from time to time, in these thirty years to carry one more drop of our purity. Today we can say that the Malvinas have been, are and always will be Argentine and you will be in charge of giving this secret away…. He then went on with some minor details about how the mission was carried out although he asked me not to reveal them. Operation Going out for Dinner was set in force some time before ’82 and has continued until now. Apparently, when the crown understood that they had lost the islands, they negotiated a painful way-out. Hence that dialectic discourse between both governments; the international requests of a peaceful solution and the closing of the story with the referendum that will take place next year, with an already known result: if the islanders are Argentinean, the vote would be decisive and the empire will act as if it accepted the will of those Fuegian. Exogamy; a biological weapon that they did not expect we 128


Stories about the Malvinas

Rodrigo Adriรกn Guidi

would have. It attacks silently on ethnic, social, cultural and political grounds. Many invading countries have used it before. Great Britain used it among Saxons and Normans. This time, in the South, history had played against them.

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escribiendo Malvinas

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Índice

Introducción Reseña · Centro de Ex Combatientes de Malvinas en Ushuaia

El Cuadernito Autor: Lucas Potenze

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The Little Notebook

31

Ilustración: Fernando Cany Soto

La Guerra de Malvinas Autor: Mara Martín

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The Malvinas War

43

Ilustración: Omar Juárez

Jorge Luis, John y Juan Autor: Antonio Morgner

47

Jorge Luis, John and Juan

51

Ilustración: Fernando Cany Soto

Clara Autor: Liliana Leonor Poncé

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Clara

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Ilustración: Rodrigo Crespo

Lita sin Lorenzo Autor: Marcela Carcer

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Lita without Lorenzo

Ilustración: Germán Pasti

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escribiendo Malvinas

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Índice

La Bolsita de Jean Autor: Andrea Fabiana Schumacher

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The Little Denim Bag

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Ilustración: Omar Juárez

Estamos Ganando Autor: Jonatan Sebastián Berruti

Ilustración: Rodrigo Crespo

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We are Winning

103 Resilienciado

Autor: Damián Maximiliano Álvarez

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Resilienced

Ilustración: Omar Hirsig

111 Moncholo conoce a los gringos colorados

en Tumbledown Autor: Raúl Fabián Sanz

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Moncholo knows the redskin gringos in Tumbledown

Ilustración: Omar Hirsig

119 La Presencia

Autor: Rodrigo Adrián Guidi

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The Presence

Ilustración: Germán Pasti

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escribiendo Malvinas

Autores

El Cuadernito Lucas Potenze nació en Bs.As. en el barrio de San Telmo, en 1950, y desde hace 20 años reside en Ushuaia. Es bachiller del Colegio Nacional de Buenos Aires, profesor en Historia de la U.B.A. y diplomado en Gestión Educativa por la FLACSO. Trabajó como profesor de Historia en el Colegio Nacional de Buenos Aires, en la Universidad de Buenos Aires, y en la Universidad Nacional de la Patagonia. Fue también profesor y primer rector del Colegio Nacional de Ushuaia. Más como pasatiempo que como oficio, ha incursionado en el dibujo y la fotografía. Además, desde hace más de treinta años, escribe cuentos, algunos de los cuales han sido publicados por Editorial Kapeluz, Editorial Huemul por “Editora de Tierra del Fuego”.

La Guerra de Malvinas María Rosa (Mara) Martín nació en la ciudad autónoma de Bs.As. en el año 1953, radicándose definitivamente en Tierra del Fuego, Ushuaia, en el año 1984. Es abogada y consultora psicológica. Ha trabajado en Tierra del Fuego, además del ejercicio de sus profesiones, en el ámbito de la prevención y asistencia de violencia familiar. Ha escrito múltiples artículos periodísticos en medios locales. Miembro activo del Movimiento Humanista Internacional.

Jorge Luis, John y Juan Antonio Morgner nació en la ciudad de Buenos Aires, el 23 de diciembre de 1960. Como profesor en Comunicación Social, y periodista, ha desarrollado una basta actividad en Tierra del Fuego, como así también en el partido de La Costa. Ha publicado varios trabajos, entre ellos se destacan: “Ese oscuro deseo del objeto”, febrero de 2011 (ha sido distinguido por la Universidad Rey Juan Carlos y la Universidad Complutense de Madrid). “Primera Antología del grupo EPOCA”, año 2006.

Clara Liliana Leonor Ponce nació en Bs.As. en 1955. Desde enero de 1986 y hasta diciembre de 2007 vivió en la ciudad de Río Grande, y desde entonces vive en Ushuaia. Ha presentado sus trabajos en el Concurso de Cuentos Cortos “Pulgar”, organizado por la Secretaría de Cultura de Tierra del Fuego, edición 2008, 2009 y 2011. Y recibió Mención Especial en el año 2008 y año 2011.

Lita sin Lorenzo Marcela Carcer nació en Lomas de Zamora, provincia de Bs.As., el 01 de agosto de 1968. Desde los diecinueve años vive en Ushuaia. Se desarrolló profesionalmente como docente de nivel inicial, y en el área artística en contextos sociales vulnerables. Su inclinación por la escritura le ha permitido expresar sentimientos y emociones

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Autores

personales, y así pudo crear historias y cuentos para sus hijos y sus alumnos, pero no había adquirido el hábito de dejar constancia escrita de sus obras, hasta esta presentación, motivada por amigos lectores.

La bolsita de jean Andrea Fabiana Schumacher, de profesión analista en computación, nació el 11 de febrero de 1972 en la ciudad de Paraná, provincia de Entre Ríos, y reside en Ushuaia desde el año 2001. “ La bolsita de Jean” es la primera incursión de la autora en la escritura, motivada por la convocatoria de este concurso.

Estamos Ganando Jonatan Sebastián Berrutti nació en Mar del Plata, provincia de Bs.As., en 1985. Desde 1988 reside en Ushuaia. Periodista, estibador portuario. “Desde que comenzó a bosquejar recuerdos en su alma, siempre soñó con construir una carrera literaria, con bocetos de historietas, guiones literarios, etc.” Actualmente se encuentra trabajando en una novela.

Resilienciado Damián Maximiliano Álvarez nació en Capital Federal, el 19 de marzo de 1985, y reside en Ushuaia desde el año 2000. Docente, músico y escritor, participa activamente en la vida cultural, en distintos ámbitos de la ciudad.

Moncholo conoce a los gringos colorados en Tumbledown Raúl Fabián Sanz nació en la ciudad de La Plata, provincia de Bs.As., el 30 de julio de 1952. Vive en la ciudad de Río Grande desde 1980, donde ha ejercido su profesión de arquitecto, en el Estado provincial. En la actualidad se encuentra jubilado. Desde el año 2011 integra el espacio de Tierra de Teatro. Desarrolla la actividad teatral como dramaturgo y actor. Actualmente realiza el Curso Federal de la Asociación Argentina de Actores y SAT.

La Presencia Rodrigo Adrián Guidi de profesión abogado, nació en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, el 16 de octubre de 1970. Ha participado en varios concursos literarios nacionales e internacionales. Colaborador del suplemento Cultural del diario La Capital de Rosario en el año 1988, y en Ushuaia, actualmente, en la revista Kuanip. Ha publicado varios artículos referidos a su profesión, y el libro de poemas “Siluetas”, seleccionado por la Editora Cultural Tierra del Fuego.

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Necesariamente, al hablar de Malvinas, hablamos de nosotros, porque es imprescindible el sabernos. Somos los ciudadanos del mundo que elegimos vivir en la provincia más austral. Abrazamos las islas y las aguas que hacen a nuestro ser fueguinos y a nuestro particular modo de vida insular. Los de aquí, los venidos, los traídos, los que decidimos quedarnos, hacemos en el día a día la voz que nos nombra, y que cuenta, desde hace treinta años, esta historia que duele; la voz-memoria que será justicia, esa que en cada vigilia del 2 de abril, recuerda a los ausentes, a los presentes, a ese todo que puebla la Tierra del Fuego. El viento sigue hablando, desde siempre y para siempre. Hoy nos trae estas historias que surgieron a partir de la convocatoria del Primer Concurso Literario de Cuentos Cortos “Escribiendo por Malvinas 2012”, impulsado por la Secretaría de Cultura Provincial y el Centro de Ex Combatientes de Ushuaia, y editado desde el Estado Provincial a través de la Editora Cultural Tierra del Fuego. Hemos asumido el desafío cultural de presentar la obra en forma bilingüe, como el viento, que hermana el decir de los hombres. Los textos de los autores y las ilustraciones, con su inmenso valor simbólico y soberano, seguirán construyendo el futuro, porque los pueblos se asientan en sus historias para proyectarse hacia el mañana. Aprendimos que la memoria es la defensa, ojalá nos defienda del olvido.

When speaking about Malvinas, we necessarily speak about us because it is important to know about ourselves. We are citizens of the world who chose to live in the southernmost province. We embrace the islands and the sea that make us Fuegian islanders with a very particular way of life. Those of us born here, or those who chose to come or were brought, and those of us who chose to stay make the voice that speak about us day after day, that voice that has been telling a painful story for the last thirty years; it is that memory-voice that will become justice, that which on the Eve of 2nd April makes those absent, those still present and everyone else living in Tierra del Fuego soil remember. The wind keeps on speaking as always and forever. Today it brings us these stories that emerged after the 1st Short Story Competition called “Writing for Malvinas 2012”, promoted by the Secretariat for Culture of Tierra del Fuego and Ushuaia’s Veteran Centre, and edited by the Provincial State through Editora Cultural Tierra del Fuego. We have taken the cultural challenge of introducing this bilingual edition, which like the wind brings together the opinions of men. Both the texts and illustrations, with their enormous sovereign symbolic value, will continue building a future because people cherish their roots to project themselves into the future. We learnt that memory is a defence; hopefully, it will defend us from oblivion.

FONDO EDITORA CULTURAL TIERRA DEL FUEGO


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