Vía Luces | con comentarios de Fray Anibal E. Fosbery OP

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Entrar en comuniĂłn con el Resucitado a partir de los textos del Evangelio y los comentarios de Fr. AnĂ­bal Fosbery O.P.


“La devoción popular nos ayuda a conocer con claridad todos los acontecimientos que ocurrieron detrás de la pasión y muerte de Jesús, con el famoso Vía Crucis, el camino de la cruz, pero no existe una Vía Resurrecciones que nos ayude a tener en claro los hechos que ocurrieron después de la muerte del Señor con su resurrección” Fr. Aníbal Fosbery O.P.

Vía Lucis


Los acontecimientos del Vía Crucis concluyen en un sepulcro, y dejan quizá en nuestro interior una imagen de fracaso. Pero ése no es el final. Jesús con su Resurrección triunfa sobre el pecado y sobre la muerte. Y, resucitado, dedicará nada menos que cuarenta días en devolver la fe y la esperanza a los suyos. Después los dejará diez días de reflexión −a modo de jornadas de retiro y oración− en torno a María para que reciban la fuerza del Espíritu que les capacite para cumplir la misión que Él les ha confiado. En los encuentros de Jesús con los suyos, llenos de intimidad y de esperanza, el Señor aparece de improviso, donde y como menos se esperan, les llena de alegría y fe, y desaparece dejándoles de nuevo esperando. Pero después de su presencia viene la confianza firme, la paz que ya nadie podrá arrebatarles. Todo se ilumina de una luz nueva. El Vía Lucis es el camino de la luz, del gozo y la alegría vividos con Cristo y gracias a Cristo resucitado. Vamos a vivir con los discípulos su alegría desbordante que sabe contagiar a todos. Vamos a dejarnos iluminar con la presencia y acción de Cristo resucitado que vive para siempre entre nosotros. Vamos a dejarnos llenar por el Espíritu Santo que vivifica el alma.

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“Al anochecer, estando en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido. En silencio, atentamente miraba al Señor, mi alma estaba llena del temor, pero también de una gran alegría. Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: Jesús, en Ti confío. Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y [luego] en el mundo entero. Prometo que el alma que venera esta imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerte. Yo Mismo la defenderé como Mi gloria” Extracto del Diario de Santa Faustina Kowalska

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¿Cuándo rezarlo? El Vía Lucis es una excelente oración para rezar todos los domingos del año. No obstante, adquiere relevancia específicamente durante el tiempo pascual, es decir, desde el Domingo de Pascua hasta Pentecostés. ¿Cómo rezarlo? Es una oración especial para rezar en familia. Proponemos un esquema similar al que utilizamos para rezar el Vía Crucis: 01/ Enunciado de la estación. Después del enunciado de cada una de las estaciones: V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 02/ Texto evangélico correspondiente, con la cita de los lugares paralelos (en las dos últimas estaciones hemos tomado el texto de los Hechos de los Apóstoles). 03/ Comentario del padre Fosbery acerca de la estación o vinculado a la Resurrección de Cristo. 04/ Oración. ¿Dónde rezarlo? En cada estación te proponemos alguna imagen alusiva para que puedas ver y meditar por algunos instantes. No obstante, recomendamos rezar el Vía Lucis en torno a la imagen de Jesús de la Divina Misericordia. En ella podemos ver al Cristo vivo que nos bendice. De sus llagas, ahora gloriosas y llenas de luz, brota todo el Amor y la Misericordia del Dios Uno y Trino.

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Oración inicial Señor Jesús, con tu Resurrección triunfaste sobre la muerte y vives para siempre comunicándonos la vida, la alegría, la esperanza firme. Tú que fortaleciste la fe de los apóstoles, de las mujeres y de tus discípulos enseñándolos a amar con obras, fortalece también nuestro espíritu vacilante, para que nos entreguemos por entero a Ti. Queremos compartir contigo y con tu Madre Santísima la alegría de tu Resurrección gloriosa. Tú que nos has abierto el camino hacia el Padre, haz que, iluminados por el Espíritu Santo, gocemos un día de la gloria eterna. Amén.

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I Estación ¡Cristo Vive!: ¡Ha Resucitado!

Del Evangelio según San Mateo 28, 1-7 Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. 2 De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. 3 Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. 4 Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos. 5 El Ángel dijo a las mujeres: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. 6 No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba, 7 y vayan en seguida a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán”. Esto es lo que tenía que decirles». 1

Comentario del padre Fosbery Nuestra Ciudad Miliciana siente ya el canto de los Ángeles en el cielo, ya preanuncia el toque de trompetas. La Ciudad Miliciana en medio de las vicisitudes del tiempo y de las cosas, en medio del dolor y de la muerte, se siente segura porque el cielo y la tierra pasarán, pero las palabras del Señor no pasarán (Mt. 24, 35) y los que hayan muerto creyendo resucitarán; porque Él lo dijo, porque Él lo prometió y la promesa del Señor se cumplirá. Bendita Pascua del Señor que nos limpia, que nos purifica y que nos pone en camino hacia este destino final. Hermano mío, que tu corazón se llene de alegría y de gozo; hermano mío, que tu esperanza se renueve y que sientas adentro la presencia de la gracia del Resucitado. Éste es tu Dios, el Dios victorioso que te llama y te aguarda. Oración Señor Jesús, hemos querido seguirte en los momentos difíciles de tu Pasión y Muerte, sin avergonzarnos de tu cruz redentora. Ahora queremos vivir contigo la verdadera alegría, la alegría que brota de un corazón enamorado y entregado, la alegría de la resurrección. Pero enséñanos a no huir de la cruz, porque antes del triunfo suele estar la tribulación. Y sólo tomando tu cruz podremos llenarnos de ese gozo que nunca acaba. Amén.

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Del Evangelio según San Juan 20, 10-18 Los discípulos regresaron entonces a su casa. María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro 12 y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. 13 Ellos le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?». María respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». 14 Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. 15 Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo». 16 Jesús le dijo: «¡María!». Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: «¡Raboní!», es decir, «¡Maestro!». 17 Jesús le dijo: «No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: “Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes”». 18 María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras. 10 11

II Estación El encuentro con María Magdalena

Comentario del padre Fosbery Podemos decir que la Magdalena es la primer testigo de la resurrección (Mc. 16, 9), porque llega al sepulcro, no entra, se asoma, ve la piedra quitada, piensen ustedes que las piedras que se ponían sobre el sepulcro eran enormes, en el caso de Jesús explícitamente dicen que fue una piedra muy grande, para asegurar que no ocurriera lo que ocurrió. Y vio los lienzos, el sudario de la cabeza, las vendas dobladas, puestos en un costado, y no vio el cuerpo de Jesús. Se alarmó, se asustó. Quería una explicación. Y entonces sale corriendo a Jerusalén, para contarle a los apóstoles lo que le había sucedido. Vuelven al sepulcro, y María Magdalena que había ido también detrás de ellos, llega de nuevo al sepulcro, y va a ser entonces María Magdalena la testigo de la primera aparición del Resucitado. Magdalena, la prostituta, una adúltera, una pecadora, a esta mujer se le presenta el Resucitado. Oración Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, la tradición cristiana nos dice que la primera visita de tu Hijo resucitado fue a ti, no para fortalecer tu fe, que en ningún momento había decaído, sino para compartir contigo la alegría del triunfo. Nosotros te queremos pedir que, como María Magdalena, seamos testigos y mensajeros de la Resurrección de Jesucristo, viviendo contigo el gozo de no separarnos nunca del Señor. Amén.

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III Estación Jesús se aparece a las mujeres

Del Evangelio según San Mateo 28, 8-10 Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y corrieron a dar la noticia a los discípulos. 9 De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense». Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. 10 Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán». 8

Comentario del padre Fosbery Esta historia la recibimos de los apóstoles, la han conocido los testigos de la resurrección primero y la comunidad cristiana la ha recibido de boca a boca, de corazón a corazón; es el secreto de una misteriosa comunión. Detrás del Resucitado, vamos los seguidores, porque nosotros buscamos que se cumpla esta promesa y esta esperanza de resurrección. No es fruto de una indagación racional, no es fruto de una investigación histórica, sino que la hemos recibido en el corazón, la hemos escuchado con los oídos del espíritu, ha llegado hasta nosotros con la voz de la Iglesia que nos proclamó que Cristo es el Resucitado y, detrás de este pregón, nosotros hemos tomado conciencia que ése es nuestro destino y entonces, dijimos con el Apóstol: “¿Dónde está muerte tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?” (1 Cor. 15, 55) Oración Señor Jesús, danos la valentía de aquellas mujeres, su fortaleza interior para hacer frente a cualquier obstáculo. Que, a pesar de las dificultades, interiores o exteriores, sepamos confiar y no nos dejemos vencer por la tristeza o el desaliento, que nuestro único móvil sea el amor, el ponernos a tu servicio porque, como aquellas mujeres, y las buenas mujeres de todos los tiempos, queremos estar, desde el silencio, al servicio de los demás. Amén.

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Del Evangelio según San Mateo 28, 11-15 Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido. 12 Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, 13 con esta consigna: «Digan así: “Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos”. 14 Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo». 15 Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy. 11

IV Estación Los soldados custodian el sepulcro de Cristo

Comentario del padre Fosbery Ustedes digan que llegaron sus discípulos, se robaron el cadáver mientras dormían (Mt. 28, 13) y entonces, este hecho, que tenía ya el tono de un milagro, se transforma en una historia. Que es la historia que los judíos han ido transmitiendo hasta el día de hoy, negando la resurrección. San Agustín, haciendo referencia a este hecho, dice perplejo a los judíos, ¡Ah qué bien!, ¿así que ustedes presentan testigos que estaban dormidos? Porque los soldados dicen: mientras dormíamos, vinieron los judíos y se lo llevaron. Si estaban despiertos se hubieran defendido, ¿por qué no se defendieron? Porque estábamos dormidos, ¿ah sí, presentan testigos dormidos? No vale. Oración Señor Jesús, danos la limpieza de corazón y la claridad de mente para reconocer la verdad. Que nunca negociemos con ella para ocultar nuestras flaquezas, nuestra falta de entrega, que nunca sirvamos a la mentira, para sacar adelante nuestros intereses. Que te reconozcamos, Señor, como la Verdad de nuestra vida. Amén.

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V Estación Pedro y Juan contemplan el sepulcro vacío

Del Evangelio según San Juan 20, 3-10 Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. 4 Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. 5 Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. 6 Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo 7 y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. 8 Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él vio y creyó. 9 Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos. 10 Los discípulos regresaron entonces a su casa. 3

Comentario del padre Fosbery Siempre Pedro el primero, Juan el discípulo amado. La resurrección es el punto culminante del plan salvífico de Dios. Si quitamos la resurrección la muerte de Jesús no tiene sentido, o pasaría por ser un hecho más de la historia humana. Pero la resurrección da el sentido escatológico a la misma vida de la Iglesia. Si Cristo ha resucitado entonces con Él tendrán que resucitar todas las cosas. La resurrección no opera de un modo individual, sino que opera de modo colectivo en el misterio de la Iglesia. Los bautizados sumergidos en la vida de la gracia por la resurrección del Señor, van a unir y ensamblar a todo el Cuerpo Místico construyendo una suerte de enorme templo, misterioso templo, con piedras vivas para dar alabanza a Dios. Oración Señor Jesús, también nosotros como Pedro y Juan, necesitamos encaminarnos hacia Ti, sin dejarlo para después. Por eso te pedimos ese impulso interior para responder con prontitud a lo que puedas querer de nosotros. Que sepamos escuchar a los que nos hablan en tu nombre para que corramos con esperanza a buscarte. Amén.

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Del Evangelio según San Lucas 24, 36-43 Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes». 37 Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, 38 pero Jesús les preguntó: «¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? 39 Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo». 40 Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. 41 Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: «¿Tienen aquí algo para comer?». 42 Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; 43 él lo tomó y lo comió delante de todos. 36

VI Estación Jesús en el cenáculo muestra sus llagas a los apóstoles

Comentario del padre Fosbery Lo interesante de esta aparición es que Jesús quiere mostrar que no es un fantasma, no es una imagen, no es una presencia virtual como diríamos hoy, es Jesús con su cuerpo, con su carne, y por eso le dice: vean, toquen las manos, toquen los pies, soy yo (Lc. 24, 38-40). El Evangelio no dice que lo hayan tocado, y probablemente por eso avanza en el argumento y les dice: bueno, ¿tienen algo de comer? (Lc. 24, 42-43). Un fantasma, una imagen, no tenía que comer, pero Cristo tiene un cuerpo verdadero y come. El cuerpo que ellos habían visto colgado de la cruz, que lo habían visto flagelado, que lo habían visto entumecido, contracturado, abierto por la lanza, ese mismo cuerpo es ahora el que muestra Jesús resucitado. Oración Señor Jesús, danos la fe y la confianza para descubrirte en todo momento, incluso cuando no te esperamos. Que seas para nosotros no una figura lejana que existió en la historia, sino que, vivo y presente entre nosotros, ilumines nuestro camino en esta vida y, después, transformes nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el tuyo. Amén.

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VII Estación En el camino de Emaús

Del Evangelio según San Lucas 24, 13-32 (resumen) Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día a una aldea llamada Emaús (...). Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo (...) Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a Él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, Él les hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron diciendo: “Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída”. Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero Él desapareció. Ellos comentaron: “¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?” Comentario del padre Fosbery Esta aparición del Resucitado en Emaús nos permite algunas reflexiones, a nosotros que somos también itinerantes, que estamos peregrinando hacia la Casa del Padre, el Señor, el Resucitado, camina con nosotros, nuestro camino no lo hacemos solos, en este peregrinar hacia la Casa del Padre nos acompaña el Señor. Hay una vida presencia del misterio de la resurrección en el misterio de la Iglesia, ahí podemos encontrar nuestro caminar con el del Resucitado. No necesitamos estar en la cavilación y en la duda como estaban los de Emaús, nosotros ya sabemos que el poder y la fuerza del Dios resucitado están en la Iglesia. Y en todo caso, nuestra Ciudad Miliciana nos asegura que ese peregrinar nuestro, es peregrinar en la Iglesia. Peregrinando en la Iglesia estamos seguros de que vamos a caminar con el Resucitado. Oración Señor Jesús, ¡cuántas veces estamos de vuelta de todo y de todos! ¡tantas veces estamos desengañados y tristes! Ayúdanos a descubrirte en el camino de la vida, en la lectura de tu Palabra y en la celebración de la Eucaristía, donde te ofreces a nosotros como alimento cotidiano. Que siempre nos lleve a Ti, Señor, un deseo ardiente de encontrarte también en los hermanos. Amén.

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Del Evangelio según San Juan 20, 19-23 Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». 20 Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. 21 Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes». 22 Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu Santo. 23 Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan». 19

VIII Estación Jesús da a los apóstoles el poder de perdonar los pecados

Comentario del padre Fosbery Este es el día que hizo el Señor. Podríamos decir el día de la gran esperanza. Lo aguardábamos, lo esperábamos, porque es el día dela gran esperanza que ha sido depositada en nuestros corazones como don, como regalo, como misericordia. Lo necesitamos a Dios. Necesitamos que Él venga con la impronta de su vida. Él es el Dios de la vida. Él es el Dios de la esperanza. Si bien sabemos que el cielo y la tierra pasarán, pero las palabras del Señor no van a pasar, y esa esperanza se va a cumplir, y no puede ser de otra manera. Cobran fuerza las posibilidades de la esperanza, porque ya sé por dónde tengo que caminar. Tengo que caminar los caminos de la compasión, de la misericordia. Tengo que ablandar el corazón en la misericordia y en la compasión de Dios. Oración Señor Jesús, que sepamos descubrir en los sacerdotes otros Cristos, porque has hecho de ellos los dispensadores de los misterios de Dios. Y, cuando nos alejemos de Ti por el pecado, ayúdanos a sentir la alegría profunda de tu misericordia en el sacramento de la Penitencia. Porque la Penitencia limpia el alma, devolviéndonos tu amistad, nos reconcilia con la Iglesia y nos ofrece la paz y serenidad de conciencia para reemprender con fuerza el combate cristiano. Amén.

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IX Estación Jesús fortalece la fe de Tomás

Del Evangelio según San Juan 20, 26-29 Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. 25 Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!». Él les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré». 26 Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». 27 Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe». 28 Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!». 29 Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!». 24

Comentario del padre Fosbery Lo cierto es que nosotros no estuvimos allí. Y nosotros no pudimos decir con los apóstoles llenos de júbilo: ¡Hemos visto al Señor! Y sin embargo, formamos parte de aquella pléyade de hijos de Dios que iban a ser designados como bienaventurados porque sin haberlo visto creímos. Si bien no vamos a encontrarnos con el Resucitado, si vamos a participar los efectos de la resurrección, y en todo caso, con eso basta. Vivir la fe de la Iglesia, vivir en la Iglesia, es vivir sumergidos en las gracias de la crucifixión y de la resurrección, para que finalmente, participando desde la fe del conocimiento de Dios, participando desde la esperanza del auxilio divino, participando desde la caridad del bien de Dios y del amor de Dios, pueda finalmente yo ser glorificado junto a Cristo, que es el Señor de todas las cosas. Oración Señor Jesús, auméntanos la fe, la esperanza y el amor. Danos una fe fuerte y firme, llena de confianza. Te pedimos la humildad de creer sin ver, de esperar contra toda esperanza y de amar sin medida, con un corazón grande. Como dijiste al apóstol Tomás, queremos, aún sin ver, rendir nuestro juicio y abrazarnos con firmeza a tu palabra y al magisterio de la Iglesia que has instituido, para que tu Pueblo permanezca en la verdad que libera. Amén.

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Del Evangelio según San Juan 21, 1-6 Después de esto, Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: 2 estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. 3 Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar». Ellos le respondieron: «Vamos también nosotros». Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. 4 Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. 5 Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo para comer?». Ellos respondieron: «No». 6 Él les dijo: «Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán». Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. 1

X Estación Jesús resucitado en el lago de Galilea

Comentario del padre Fosbery Nuestra fe en Cristo es fe en sus dos fases, el Cristo histórico que duró 33 años, y el Cristo resucitado cuya aparición duró 40 días. Nuestra fe tiene que terminar allí en la persona de Cristo, y en el Cristo resucitado. Creemos en el Señor Jesús resucitado, y tenemos que vivir de esta fe en la resurrección de Cristo. Nosotros, como los apóstoles tenemos que ser testigos de la resurrección del Señor, pero este testimonio lo tenemos que dar a partir de vivir interiormente la gracia de la resurrección, que nos llega en la Iglesia por los sacramentos. A partir del bautismo asumiendo conciencia de mi destino final de resucitado, debo buscar las cosas de arriba donde Cristo está sentado a la derecha del Padre. No debo hablar de las cosas de la tierra, sino de las cosas de Dios que iluminan en todo caso las cosas de los hombres. Oración Señor Jesús, haz que nos sintamos orgullosos de estar subidos en la barca de Pedro, en la Iglesia. Que aprendamos a amarla y respetarla como madre. Enséñanos, Señor, a apoyarnos no sólo en nosotros mismos y en nuestra actividad, sino sobre todo en Ti. Que nunca te perdamos de vista, y sigamos siempre tus indicaciones, aunque nos parezcan difíciles o absurdas, porque sólo así recogeremos frutos abundantes que serán tuyos, no nuestros. Amén.

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XI Estación Jesús confirma a Pedro en el amor

Del Evangelio según San Juan 21, 15-19 Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». Él le respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos». 16 Le volvió a decir por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Él le respondió: «Sí, Señor, sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas». 17 Le preguntó por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas. 18 Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras». 19 De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: «Sígueme». 15

Comentario del padre Fosbery La misión de Pedro será entonces seguir al Señor. Pedro, los “pedros” sucesivos vicarios de Cristo, tendrán que seguir al Señor. Para poder seguirlo al Señor, tendrán que participar de una gracia especial del Espíritu Santo, asistencia especial de ese Espíritu Santo que Jesús prometió a la Iglesia (Jn. 16, 7-15). El Espíritu Santo les hará participar de las dos notas distintivas de la personalidad de la Iglesia, que es la memoria y la conciencia. Memoria que le permitirá a la Iglesia estar siempre, absolutamente, imperturbablemente segura de lo que es de Cristo y lo que no es de Cristo, a pesar del transcurso histórico del tiempo y de los años. Conciencia que le permitirá percibir con una profunda finesa, que cosas pueden responder a la enseñanza de Jesús y que cosas no responden; también en el decurso histórico del hombre. Oración Señor Jesús, que sepamos reaccionar antes nuestros pecados, que son traiciones a tu amistad, y volvamos a Ti respondiendo al amor con amor. Ayúdanos a estar muy unidos al sucesor de Pedro, al Santo Padre el Papa, con el apoyo eficaz que da la obediencia, porque es garantía de la unidad de la Iglesia y de la fidelidad al Evangelio. Amén.

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Del Evangelio según San Mateo 28, 16-20 Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. 17 Al verlo, se postraron delante de él; sin embargo, algunos todavía dudaron. 18 Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. 19 Vayan, entonces, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo». 16

XII Estación Jesús encarga su misión a los apóstoles

Comentario del padre Fosbery Miremos arriba, busquemos a Dios, busquemos las cosas de arriba donde Cristo está sentado a la derecha del Padre. Toda la Iglesia está llena de su gracia. La Iglesia es ese espacio especial para poder resucitar. Si Cristo ha resucitado, tengo que buscar las cosas de arriba. ¿Por qué esa cara triste, aburrida y aletargada de la vida?, ¿por qué no sientes el gozo profundo y la alegría de saber que caminamos hacia la resurrección, que caminamos hacia la vida? ¿Acaso no somos hombres de corrupción y de muerte que estamos caminando hacia la semejanza de Cristo, que vamos a ser resucitados con la semejanza del Señor? Nuestra inteligencia va a ser iluminada definitivamente por la luz y el esplendor del Señor. Nuestra voluntad se va a quedar definitivamente fija en el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Oración Señor Jesús, que llenaste de esperanza a los apóstoles con el dulce mandato de predicar la Buena Nueva, dilata nuestro corazón para que crezca en nosotros el deseo de llevar al mundo, a cada hombre, a todo hombre, la alegría de tu Resurrección, para que así el mundo crea, y creyendo sea transformado a tu imagen. Amén.

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XIII Estación Jesús asciende al cielo

De los Hechos de los Apóstoles 1, 9-11 Dicho esto, los Apóstoles lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de la vista de ellos. 10 Como permanecían con la mirada puesta en el cielo mientras Jesús subía, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco, 11 que les dijeron: «Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús que les ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir». 9

Comentario del padre Fosbery El Señor se fue al “inmortal seguro” como dice Fray Luis de León y la esperanza es la virtud de la Iglesia peregrina. Es virtud del homo viator, porque los condenados ya no esperan, están indefectiblemente condenados a no poder vivir esa infinita felicidad de la posesión de Dios. Dante lo decía y ponía en la entrada del infierno esa terrible frase: “llegar al infierno es estar sin esperanza”. En la Ascensión, Cristo pasa a estar sentado a la derecha del Padre, es el triunfo de Cristo. Pero no es solamente el triunfo de Cristo, es nuestro triunfo, porque como dice la Escritura, Él llevó consigo cautiva la cautividad. Es el triunfo de Cristo glorioso. Y se va a manifestar ese triunfo cuando Él vuelva, y vuelva ya como juez, a juzgar a los vivos y a los muertos. Oración Señor Jesús, tu ascensión al cielo nos anuncia la gloria futura que has destinado para los que te aman. Haz, Señor, que la esperanza del cielo nos ayude a trabajar sin descanso aquí en la tierra. Que no permanezcamos nunca de brazos cruzados, sino que hagamos de nuestra vida una siembra continua de paz y de alegría. Amén.

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De los Hechos de los Apóstoles 2, 1-4 Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. 2 De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. 3 Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. 4 Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse. 1

XIV Estación La venida del Espíritu Santo en Pentecostés

Comentario del padre Fosbery El Espíritu nos mueve a la conversión, porque nos hace descubrir quién es Dios y quién soy yo. Convertirse es salir del pecado para vivir en la gracia, salir del modo habitual de vida en el pecado, para que lo habitual empiece a ser la vida en la gracia. Eso también lo mueve el Espíritu. Pidámosle al Señor que venga el Espíritu: ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles, ilumina, purifica, sostiene, hazme abrir a tus fuerzas, a tu motivación, a tu iluminación. Que mis ojos de carne se vayan haciendo cada vez más espirituales. Que mi sensibilidad se espiritualice y así pueda acercarme a mi glorificación final que también será obra de tu Espíritu. Que la gracia de santificación y glorificación, que es gracia que está viva en la Iglesia a través del Espíritu, se haga presente también en nuestros corazones en este nuevo Pentecostés de la Iglesia llamada nueva evangelización. Oración Dios Espíritu Santo, Dulce Huésped del alma, Consolador y Santificador nuestro, inflama nuestro corazón, llena de luz nuestra mente para que te tratemos cada vez más y te conozcamos mejor. Derrama sobre nosotros el fuego de tu amor para que, transformados por tu fuerza, te pongamos en la entraña de nuestro ser y de nuestro obrar, y todo lo hagamos bajo tu impulso. Amén.

Vía Lucis

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Oración final Señor y Dios nuestro, fuente de alegría y de esperanza, hemos vivido con tu Hijo los acontecimientos de su Resurrección y Ascensión hasta la venida del Espíritu Santo; haz que la contemplación de estos misterios nos llene de tu gracia y nos capacite para dar testimonio de Jesucristo en medio del mundo. Te pedimos por tu Santa Iglesia: que sea fiel reflejo de las huellas de Cristo en la historia y que, llena del Espíritu Santo, manifieste al mundo los tesoros de tu amor, santifique a tus fieles con los sacramentos y haga partícipes a todos los hombres de la resurrección eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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