Latitudes presenta: Internados para estudiantes con AIESEC Puerto Rico

Vol. 1: Septiembre

Más allá del 100 x 35

BRINCANDO EL CHARCO Conoce las historias de viaje y trabajo de varios miembros estudiantiles de AIESEC-Puerto Rico a través de Revista Latitudes

51 años formando estudiantes líderes Por Alyssa A. Méndez Batista

La Asociación Internacional de Estudiantes de Ciencias Económicas y Comercio, mejor conocida como AIESEC (por sus siglas en francés), ha estado más de 50 años en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR).

Esta organización sin fines de lucro se ha dedicado a ayudar a universitarios a adquirir destrezas de liderazgo para entrar en el mundo laboral.

En un principio, los programas ofrecidos eran dirigidos a estudiantes de Administración de Empresas pero, actualmente, está abierto a otras facultades. AIESEC en Río Piedras era una extensión de la oficina de New York University y diez años después se consolidó y se conviertió en lo que hoy es AIESEC en Puerto Rico.

La organización tiene oficinas en 107 países, haciéndola la segunda más grande después de la Cruz Roja. Actualmente, existen cuatro centros de AIESEC alrededor de la Isla: en los Recintos de Río Piedras y Mayagüez de la UPR; en la Universidad Católica en Ponce y en la Universidad de Sagrado Corazón.

Puerto Rico pertenece a la Región Iberoamericana de la Asociación y se encuentra en la posición número 22 en cuanto a la cantidad de estudiantes que se van de intercambio y regresan. AIESEC se ha especializado en ofrecerles a sus miembros oportunidades de intercambio a nivel internacional, al igual que les brinda conferencias sobre liderazgo y desarrollo empresarial. Compañías como Triple-S (SSS), Electrolux y Microsoft preparan un perfil de requisitos de estudiantes que necesitan para que trabajen en sus internados que fluctúan desde un período de un mes y medio hasta un año.

María Mercedes Rodríguez, presidenta del Comité local y estudiante de Administración de Empresas, tuvo su experiencia de internado con AIESEC a partir de su primer año en la Universidad.

“Lo primero que hice fue irme en intercambio”, expresó al contar que estuvo mes y medio en Buenos Aires, Argentina, ayudando a una fundación llamada Vida y Esperanza. Esta organización, por ejemplo, se dedica a rehabilitar a jóvenes que viven en las calles y Rodríguez, tuvo la oportunidad de ayudarlos recaudando fondos de empresas argentinas. “Fue una experiencia super buena, una vez en la vida”, dijo la presidenta en entrevista a Latitudes.

Por otro lado, los procesos de reclutamiento se dan principalmente en las mesas de información acerca de la organización y donde también los estudiantes interesados llenan una solicitud. Luego, es seguido por una sesión informativa donde los egresados y miembros que se encuentran activos en AIESEC comparten sus experiencias dentro de la Asociación para que otros universitarios tengan un conocimiento a fondo. Después, son llamados a una entrevista para que los evaluadores conozcan al alumno y, finalmente, el evento de inducción a la organización que sirve para hacerles un perfil y saber dónde los pueden ubicar para ofrecerles oportunidades de internados en el área que les interesa. “(Los internados) no tienen que ser de la facultad que son”, indicó Jessica Seiglie, estudiante de la Facultad de Humanidades y miembro de AIESEC. A pesar de que AIESEC no ofrece becas ni otras ayudas económicas para los estudiantes que se van de internado, los mismos miembros se ayudan entre sí: buscan cartas de auspicio de las compañías afiliadas y consiguen, en muchas ocasiones comida y hospedaje para los que se deciden ir. “Es una empresa dirigida por estudiantes”, dijo Seiglie al explicar que entre los mismos universitarios que pertenecen a la organización se encargan de realizar las conferencias y las actividades de AIESEC. Por otro lado, mencionó que este organismo provee las herramientas necesarias a sus miembros para que, a largo plazo, puedan dar iniciativas y ser distinguidos dentro del mundo laboral.

La Revista Latitudes es una publicación digital que tiene como propósito principal brindarle a nuestra lectoría el análisis de política internacional y temas de índole global que afecten directa e indirectamente a la población puertorriqueña.

La Revista se complace en publicar el primer volumen de la alianza con AIESEC Puerto Rico para contar las historias de aquellos miembros estudiantiles que “Brincan el charco” en búsqueda de mejorar a nivel profesional y personal. He aquí la compilación pionera de sus anécdotas.

REDACCIÓN: Alyssa A. Méndez Batista | Yariana Rodríguez | Natalia A. Bonilla Berríos | FOTOS: Suministradas | DIRECTORA Y EDITORA: Natalia A. Bonilla Berríos © 2010 by REVISTA LATITUDES, INC. All rights reserved. No part of this publication may be altered or reproduced in any form without permission in writing from the publisher.

Por Natalia A. Bonilla Berríos Frente a un salón con 40 personas, ¿qué harías? Podrías desviar la mirada hacia tus pies o conversar con los presentes olvidándote del nerviosismo. Si le preguntaran a Natalia Gandía Soler antes de su viaje a Polonia en febrero 2010, probablemente dejaría que los nervios la acapararan. Pero, seis semanas después de un programa intensivo con AIESEC en ese país, la joven pudo vencer el miedo a hablar ante un público y conocer más de Puerto Rico y el mundo.

Brincando el charco: Polonia

“Lo mejor que yo me llevé fue la gente”

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La puertorriqueña, de 22 años, se graduó en diciembre 2009 de psicología en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. Aunque antes de graduarse, se enteró de las ofertas que brindaba AIESEC a través de un muchacho que había regresado de intercambio en Polonia y, después de notar varios pasquines que adornaban las paredes de ciertas es- cuelas y facultades del Recinto, decidió ingresar al programa de liderazgo luego de asistir a la conferencia de orientación.

Su interés inicial era un programa de internado en Rusia pero la joven optó por el programa Peace 2010 cuyo fin era esparcir la enseñanza cultural en las escuelas intermedias y superior de los pueblos sede.

Mediante esta iniciativa, Gandía impartió presentaciones sobre Puerto Rico donde habló sobre el clima tropical, las playas, sus pasatiempos y la sociedad en particular. Este proyecto de AIESEC en Polonia estuvo compuesto por 25 estudiantes de diferentes países con bagajes culturales impresionantes.

“Sí, la cultura influye, pero están en las mismas. Aprendes a observar y analizar, desarrollas ese tacto”, dijo Gandía, quien en sus primeras dos semanas compartió sus labores con nativos de Latvia y Albania, y que al principio, por la timidez, no le fue fácil conocerlos pero con el tiempo encontró zonas comunes. En el momento en que se abrió paso a intercambiar experiencias con ellos y otros miembros más del programa se dio cuenta que las “personas son personas” y que no se puede tener miedo a interactuar con los demás.

Asimismo, Gandía también experimentó un choque cultural con los habitantes de Polonia. La primera semana qu arribó a Varsovia, capital del País, no entendía el idioma principal –el polaco- que se hablaba en todas partes inclusive en las familias con las que se hospedaba pero, fue el

tiempo y la paciencia lo que la ayudó a aprender y “hasta con señas o dibujitos” se comunicó con ellos.

La joven nunca olvidará la primera familia que la acogió en su hogar. A ellos les tomó aprecio por su sencillez y afectividad. Aparte de dejar prendido un programa de traducción en la computadora para poder entender su inglés y viceversa con el polaco, le introdu- jeron a la comida polaca, en especial al pierogi, una pasta parecida a los raviolis, que se convirtió en su más grato recuerdo culinario de su estadía en la nación.

“Yo nunca había tenido esa experiencia de quedarme con una familia que no fuese la mía”, expresó la joven que todos los sábados o domingos, por un periodo de seis semanas, viajaba a otro pueblo y conocía a otra familia. “Eran tremendos, un amor, todo el mundo super pendiente (de uno)” comentó, no sin antes recalcar que “uno se aferra un poco a la famiia, te despiertas con ellos, iba al almuerzo, terminas siendo parte de ellos”.

Al final, su experiencia con AIESEC en Polonia la ayudó a enfrentar su timidez puesto que las herramientas para ir al país seleccionado ya se las habían otorgaron en las conferencias de liderazgo.

“AIESEC te prepara muy bien. Ellos te van llevando”, dijo, no sin antes dejar saber que “si regresaría, yo me encontraría con cuantas familias pudiera”.

Antes de despedirse de cada una de ellas, Gandía se aseguró de entregarles un libro de la Isla con imágenes e información básica para que tuvieran una memoria tangente de su estadía. Ahora, que ha decidido su rumbo a estudiar psicología industral, está convencida que a Puerto Rico “con cada viaje lo aprendo a querer más”.

BRIN-

Brincando el charco: Italia

“Volvería a hacerlo sin pensarlo” Entrevista por Yariana Rodríguez Torres

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Sophia I. Llop Ríos nació el 27 de junio de 1991 y actualmente estudia en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rio Piedras, con una concentración en Historia del Arte.

Su meta es practicar un tipo de terapia para niños creando un programa de orientación en las escuelas a través del arte. Sus sueños de viajar y conocer el mundo la llevaron a formar parte de la organización estudiantil AIESEC con esperanzas de encontrar un internado, el cual obtuvo unos meses después de unirse al organismo.

Tuve el placer de comunicarme con Sophia y hablar sobre su experiencia en su primer internado, el cual la condujo a Italia.

Yariana: Sophia cuéntame un poco sobre AIESEC.

deben tener una paga que cubra estos gastos.

Y: ¿Por qué Iitalia? ¿La cultura es muy diferente?

S: Precisamente pensaba que en Italia la cultura sí iba a ser diferente, pero no a tal extremo que fuera a tener un gran choque cultural; por eso pensé que sería una buena opción para mi primer internado. La cultura (al norte, que fue lo que pude apreciar) es una un poco reservada; las personas no conocidas no son tan simpáticas como muchos aquí en PR. Me di cuenta de la mucha discriminación con los extranjeros (especialmente chinos y árabes) que hay en Torino; muy pocos son los que defienden sus derechos.

Y: ¿Cómo fue tu experiencia en Italia?

Sophia: AIESEC es una organización compuesta y dirigida por estudiantes y es la más grande de su tipo en el mundo. Esta organización prepara a los futuros líderes de todas partes del mundo, los une a través de conferencias, proyectos y asambleas para poder cumplir alguna meta o aportar “un granito de arena” con el propósito de formar un mundo mejor.

S: En el proyecto, participaban otras seis chicas; Aldona de Polonia, Salma de Egipto, JiaJia de China, Olga de Rusia, Dasha de Ucrania y Sonja de Alemania (por orden de llegada; yo fui la primera en llegar). Vivíamos en un apartamento bien pequeño y debo decir que no fue fácil. Pero aparte de todos los problemas, eventualmente crecí muy apegada a todas, pero especialmente a JiaJia y Aldona. En las escuelas también conocí a muchos jóvenes de mi edad Yariana: ¿Cómo llegaste a formar parte de este progra- ya que las escuelas superiores duran cinco años. Llegué ma estudiantil? a visitar la montaña Sestriere con una clase de la escuela Copérnico. Mi “buddy” (cada miembro del proyecto es Sophia: Me enteré de AIESEC un día a finales de septi- asignado un miembro de AIESEC para que lo ayude y le embre, saliendo de mi famosa clase de CISO (Ciencias So- enseñe alrededor), Edoardo Patti, fue otra persona a quien ciales). Resulta que vi una mesa promocionando a AIESEC agradezco inmensamente por todo. e invitando a los estudiantes a unirse a tal organización; Aparte de Sestriere, en Italia, sólo visité Milano ya que llené los papeles y fui a una charla ese mismo día donde ex- estaba un poco limitada con el dinero. Cuando terminé el plicaban lo que es AIESEC. Me gustó la idea y en octubre, proyecto en Torino, visité a Aldona en Polonia (krakow), luego de varias entrevistas y una conferencia inolvidable quien tuvo que abandonar el proyecto más temprano de lo formaba parte de AIESEC, en el grupo de IM (Information esperado.

Management). Estuve aproximadamente un mes buscando un internado; me ofrecieron uno en Colombia y en India. Y: ¿Cuánto duro el viaje?

Me contactaron de Italia y luego de dos entrevistas, me dijeron que fui seleccionada para participar en el programa S: Mi proyecto duró dos meses, ese es el mínimo tiempo “Torino Without Borders”, el cual consistía en visitar es- de duración para todo proyecto; el máximo es un año. No cuelas medias y superiores en Torino para dar charlas sobre convalidan créditos. Los proyectos o viajes sí están diPuerto Rico. sponibles durante todo el año, pero las aplicaciones para Y: ¿El viaje es muy costoso?

S: Los únicos costos que requiere AIESEC para irte de internado son una cuota fija de $300, el costo de la conferencia (en la cual es indispensable participar para poder ser EP) y los gastos indispensables que hay en cualquier viaje (pasaje, visa, ropa, etc.). Todos los proyectos de AIESEC cubren los gastos indispensables una vez estés participando en el proyecto (comida, alojamiento, transportación), si no,

ser EPs no se llevan a cabo durante todo el año.

Y: ¿Volverías a hacer un viaje con AIESEC? ¿A dónde?

S: Sí, volvería a hacerlo sin pensarlo; es una experiencia inolvidable de la cual se saca mucho provecho. Me encantaría ir a un país subdesarrollado y aportar al crecimiento de una sociedad a través del trabajo con niños.

Por Natalia A. Bonilla Berríos

El primer invierno que Julio Noel Alvarado Mattei vivió fuera de Puerto Rico lo llevó a experimentar el frío a menos de 16 grados Celsius. Sus tres abrigos, dos bufandas y el gorro ruso que le regaló su compañero de habitación, apenas podían contener el calor de su cuerpo. Jamás había soportado la nieve tantos días corridos. Este cambio de temperatura dificultó su adaptación a la República Checa. Allá, en el pueblo de Olomouc el joven de 23 años trabajó como profesor de español por un período de diez meses en una escuela privada de Economía como parte del programa de intercambio de AIESEC. “En mi primera mañana en aquél bus checo, miraba por la ventana y decía ¿pero, qué hago aquí? Era un extranjero en un salón con una tiza en la mano, los checos se levantaron de sus pupitres en señal de respeto -como hacen con todos sus maestros-; estaba nervioso, era cierto, pero ya no era tiempo de correr atrás sino de ir adelante y hacer lo que había que hacer”, dijo en entrevista con Latitudes.

Enseñar a los estudiantes desde gramática hasta pronunciación oral fue todo un reto, pues ninguno de ellos conocía el idioma ni mucho menos el inglés. Por su parte, Julio no sabía checo y tuvo que ingeniárselas para comunicarse y armonizar con sus alumnos, la mayoría proveniente de una nueva generación que lucha por romper con la mentalidad tradicional.

“Vivir aquí es vivir en el desfase de dos generaciones y el devenir de una tercera. Lo más difícil a adaptarse es esto, que no perteneces a ninguna de las dos, ya que vienes de otro sitio. Pero, no es cuestión de sobrevivir es cuestión de entre vivir”, dijo.

Y en esa faena, Julio conoció el lado conservador de la República Checa. Muchos factores contribuyeron al contraste que encontró entre su Isla y el país del cual poco a poco se iba encariñando. La comida, por ejemplo, era sosa por la escasa variedad de especias. El tacto con los compueblanos era frío y distante, principalmente porque, según destaca Julio, su cultura es muy selectiva. “La diferencia que quiero presentar es que el puertorriqueño, al conocer a alguien muchas veces abre mucho la puerta o confía mucho de primera instancia; los checos son muy selectivos con quién, a quién y de quién hablan”.

Brincando el charco: República Checa

“Aprendí lo que puedo dar”

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Sin embargo, eso no aminoró su deseo por generar un cambio. En una ocasión celebró en Olomouc la noche “Puerto Rico Večer”, en la cual repartió “coquito”, bacalaítos e hizo una presentación sobre la historia y cultura de su patria. Su amigo Francis, también boricua, al conocer sus planes se unió al programa y viajó desde la ciudad donde trabajaba -a una hora del pueblo- hacia el lugar para dar clases de salsa. A partir de ese momento, todos los checos que asistieron quisieron visitar la Isla.

“Con ellos aprendí lo que puedo dar y lo que di. Echaré de menos lo bien que se siente que te digan ‘gracias a ti conozco el mundo’, ‘gracias a ti mi mente es otra’, ‘quiero conocer más del mundo’, ‘quiero salir de aquí’. Echaré de menos en fin el transferir esa iniciativa de ‘brincar el charco’ como decimos, ese influir en las mentes para mejorar nuestro mundo una mente a la vez”, expresó el joven.

Cuando Julio regrese a casa, lo primero que piensa hacer es ir a la playa y compartir con su familia y sus amigos. Luego, el graduado del bachillerato en Literatura Comparada y Literatura en Inglés de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, iniciará los trámites para solicitar maestría, preferiblemente, en el extranjero con la intención de “repetirlo todo de nuevo”.

Lo que sí tendrá presente en su andar es el entrenamiento que le brindó AIESEC antes de su partida al destino checo puesto que no es un “código distinto al que aprendes cuando tienes que sobrellevar tus ideas y tus metas en un sitio desconocido”.

Para él, este viaje le ofreció la oportunidad de superar sus miedos y eso, según cuenta, “es el retrato más fiel que ninguna postal podrá imitar”.

¿Qué esperas? ¡Tú podrías ser el próximo miembro de AIESEC “Brincando el charco” y contando tu historia!

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