Durante los 15. Ailed Aréchiga 15 de febrero 2016 Durante la secundaria, en la etapa de los 15 siento que fue la temporada de la cual tengo recuerdos más bonitos, pero hubo uno que en especial me marco muchísimo, cercana la fecha de mis 15, mis papás me organizaron una sesión de fotos, para esto, traía mi vestido (el cual era color amarillo) y estaba muy arreglada, fuimos al centro de Zacatecas para encontrarnos con la fotógrafa, después de varias fotos, se le ocurrió una idea y para una foto me pidió que me recargara a un barandal enfrente de la Catedral y ella la iba a tomar desde enfrente, en lo que la fotógrafa tomaba la foto, paso una niña por donde yo estaba de 4 o 5 años aproximadamente de la mano de su mamá y la niña muy emocionada le dice ¡mamá mamá! Y la señora casi ignorándola contesta ¿qué paso hija? Y la niña dijo: mira mamá una princesa y tú me dijiste que no existían, al escuchar el comentario tan tierno de la niña voltee con una sonrisa de oreja a oreja y la saludé y solo me sonrió, mientras que su mamá la carrereaba al caminar. Después, cuando me entregaron las fotos, al ver todas, encontré una foto en la que salgo viendo a la niña con una sonrisa enorme y ella igual. La leyenda del Callejón del Solitario. Allá por los años porfirianos de 1880 a la calle Emiliano Zapata se le conocía con el nombre del callejón del Solitario, mismo que está en frente de la Escuela Leobardo Reynoso y al norte de la parroquia del Señor de Jalpa, que después se le llamo Calle del Santuario, ya que de ahí salían las peregrinaciones. Cuentan los que saben y que de todo se acuerdan que por esos tiempos vivía en el dicho callejón un viejo que por todo y por nada se enojaba, motivo suficiente para que nadie se le ocurriera siquiera pasar por el lugar, menos dirigirle la palabra o saludo. Hombre diremos que un tanto acomodado y como familiares solo tenía a su esposa y a su hija en edad del casorio, existiendo en su casa un joven trabajador, mismo que era un poco más fiel que el perro de la casa... Y como sucedió hasta lo que usted ya se imagina, y a sabiendas de que el padre nunca permitiría el amor de un don nadie con su hija, pues solo ellos sabían de sus pensares y pesares. Con los años, meses, semanas, días, horas, minutos y segundos pasaban; ella se daba cuenta de que también en vano su hermosura y frescura terminaban; por lo que sufría de día, y apoco más de noche, que se soñaba amada. Mientras que su enamorado seguía trabajando en la casa por y con la única finalidad de que aunque fuera de lejos y muy a las escondidas seguir viéndola, ya que hablar con ella era lo más imposible, por lo que solamente con la mirada gritaban todo el amor que se tenían...Por las tardes como era y es costumbre de las familias jalpenses, sacaban sus sillas y ahí sentadas. Tejían alguna o deshilaban alguna costura, mirar para el Santuario o ver llegar a cualquier mujer al templo. Ratos aprovechaba el solitario enamorado para también sentarse sobre una gran piedra en el mismo callejón, para aunque fuera de lejos ver no solamente a la mujer de sus sueños, sino hasta de su vida... así transcurrió el tiempo hasta que una extraña enfermedad marchito la vida de la joven, el solitario al ver este suceso aprovecho la ausencia del padre y con la complicidad de la madre se le acercó al lecho de muerte a confesarle a la moribunda, el amor tan grande que le tenía y que si en esta vida no se pudieron amar en la otra lo harían, expiro la bella dama
y el joven solitario a ver este desenlace fatal decidió en esa misma noche que la velaban y en la misma piedra que tanto tiempo pasaba contemplándola , quitarse la vida con el motivo de alcanzarla allá en la otra vida. Dicen los que saben y que de todo se acuerdan que se aparece al amante de la bella dama sentado en la piedra volteando hacia donde se solía sentar su amada.
Cuento El oso Había
envidioso
una vez, en un bosque, un oso al cual le llamaban “El oso envidioso”, siempre salía a pasear al bosque para recolectar comida, entonces un día, al salir a conseguir comida, le comentó al guardabosques que los lobos estaban robándose su comida, decía esto para tener más comida cuando fuera el tiempo de hibernar, de esta forma el guardabosques avisaría a los demás animales que no salieran por que los lobos andaban cerca. Pasó un tiempo y su amigo el conejo le pidió que le diera un poco de comida porque no había juntado comida para cuando hibernaran, entonces el oso le dijo: “los lobos me robaron toda la comida que junte en el año”, pero en realidad, la tenía guardada y reservada para ese tiempo. Después llego a visitarlo su amigo el venado, pidiéndole lo mismo, ya que había disfrutado muy bien el tiempo de calor en los arroyuelos y paseando con sus amigos, pero el oso le contesto lo mismo que al conejo. Al tiempo fue a la cueva el zorrillo, pero la respuesta del oso fue la misma. Faltando poco para el tiempo de hibernar, el oso salió a dar un paseo para recibir el sol, en eso sus amigos se organizaron para ir a su cueva y ver si en realidad no tenía comida. Para su sorpresa, tenía la mayoría de las frutas del bosque, por lo que fueron a buscarlo y a reclamarle por haber sido tan envidioso y no querer compartir la comida, ya que, no le costaba nada compartir un poco de comida. De esta forma, le hicieron ver que estaba mal ser tan envidioso y egoísta, así que desde allí compartía los alimentos del bosque con sus amigos.