Bocababa es un niño sin suerte. Tiene un ojo distraído y el otro sorprendido,
y se pasa el día tropezando con todo y coleccionando chichones porque no mira donde hay que mirar. Anda siempre con la boca abierta y el cuello de la camiseta empapado por el reguero de saliva que le va cayendo.
Raquitín es un pez sin color. Vive en el puesto de peces de la feria comarcal ambulante. Mientras los demás peces encuentran dueño enseguida, Raquitín va envejeciendo en una pecera minúscula y arrinconada. Un día la feria ambulante se instala en la calle de Bocababa… y nada volverá a ser como antes.
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Nací en Barcelona en 1976. Desde que aprendí a escribir no he dejado de contar historias, primero a mis padres y amigos, después a mis lectores y, desde 2009, también, y sobre todo, a mis dos hijas, Alba y Mar. He publicado las antologías de cuentos para adultos L’aeroplà del Raval (2006, textos escogidos del blog homónimo), Un altre got d’absenta (2012) y El parèntesi més llarg (2013, premio Mercè Rodoreda de cuentos y narraciones), y la novela Maic (2011). Y para el público más pequeño y exigente, he escrito El caganer més divertit del Nadal (2011), Pequeña historia del Palacio Güell (2011) y Totes les pors (2016). Además de escritora, también soy traductora y correctora. www.tinavalles.cat
Nací en 1966 y siempre he vivido al lado del río y los huertos, cerca de Barcelona. No tengo estudios ni títulos, solo el de patrón de velero. Mi abuelo arreglaba bicicletas, pero para ganar dinero trabajaba en una fábrica. Mi padre cuida un huerto, pero también trabajaba en una fábrica por un sueldo. A mí no me gustan las fábricas, y soy pobre. Pero prefiero pasear por el río, los gatos, la cerveza del atardecer, la luz del sol o navegar a vela. A veces estoy desanimado y a veces estoy contento, y acepto ambas cosas porque son parte de la vida, y la vida me gusta mucho. Soy un explicador, y todo esto es lo que explico dibujando y escribiendo. www.gabrielsalvado.com
Publicado por Fragmenta Editorial | Plaça del Nord, 4, pral. 1.ª | 08024 Barcelona | www.fragmenta.es | fragmenta@fragmenta.es Colección: Pequeño Fragmenta, 7 | Directora de la colección: Inês Castel-Branco | Primera edición: marzo del 2016 | Impresión y encuadernación: Agpograf, SA © 2016 Tina Vallès (de acuerdo con Silvia Bastos SL , Agencia Literaria), por el texto y la «Guía de lectura» | © 2016 Gabriel Salvadó (de acuerdo con MB Agencia Literaria, SL), por las ilustraciones y la cubierta | © 2016 Isabel Llasat, por la traducción | © 2016 Fragmenta Editorial, SL , por esta edición Depósito legal: B. 2.976-2016 | ISBN : 978-84-15518-40-2 | Printed in Spain | Reservados todos los derechos
Bocababa es un niño sin suerte. Tiene un ojo distraído y
el otro sorprendido, y se pasa el día tropezando con todo y coleccionando chichones porque no mira donde hay que mirar. Si anda hacia delante mira atrás, si lo llaman por la derecha se gira a la izquierda, si todo el mundo alza la vista al cielo él se mira los pies como si se los viera por primera vez en la vida.
Bocababa anda siempre con la boca abierta y el
cuello de la camiseta empapado por el reguero de saliva que le va cayendo. Y es que a la gente, cuando se distrae, se le abre la boca sola y, cuando se sorprende, se le abre aún más, así que a él se le abre el doble y, claro, no hay quien pare la baba.
Bocababa solo tiene un medio amigo, un niño arrugado,
escuchimizado y con la mirada vidriosa, que la mitad de los días está enfermo y la otra mitad dicen que está sano pero cuesta creerlo. Se llama Achaquillo, anda arrastrando los pies y tiene tan mala memoria que hay que decírselo todo dos veces.
Cuando Bocababa y Achaquillo van juntos todo el mundo los mira con una mezcla de compasión y
repelús, pero ellos no hacen ni caso, tienen otros problemas, como acariciarse los chichones del día o mirar con la boca abierta las líneas negras en movimiento que las hormigas dibujan en el suelo de su calle.
Raquitín ha visto como aquel niño baboso
no acertaba con el dardo, y lo ha visto como él ve las cosas, medio distraído y al mismo tiempo al borde de la sorpresa. Y, cuando el dardo ha ido a parar al ojo del feriante, se ha reído como se ríen los peces, sin hacer ruido. Pero con la mirada empañada de Bocababa se ha enternecido tanto que, si hubiera podido, habría soltado una lágrima bien salada.
Cuando el feriante se ha parado delante de la pecera de Raquitín todos los peces de
colores han respirado tranquilos. Bocababa no tiene aspecto de saber cuidar bien de un pez. Raquitín, sin embargo, no daba crédito a lo que pasaba y, con su cuerpito enclenque, se ha puesto a dar vueltas por la pecera, moviendo la espina loco de alegría.
Bocababa se ha acercado al cristal de la pecera para ver de qué color era
su pez. De ninguno. Después ha mirado los estantes del puesto, llenos de puntos móviles rojos, naranjas, amarillos, negros, azules. Y cuando ha vuelto a mirar a su pecera ha topado con los ojos desiguales de Raquitín y el corazón se le ha llenado de una felicidad desconocida.
Se puede querer a un pez desde el primer momento en que lo ves.
Bocababa lo acaba de comprobar. Se muere de ganas de enseñárselo a Achaquillo, pero antes quiere saber si es normal que se le vea la espina. El feriante, que tiene una cola que da miedo de niños esperando a tirar al blanco, se lo quita de encima diciéndole que es un pez ideal para él.
Bocababa es un niño sin suerte. Tiene un ojo distraído y el otro sorprendido,
y se pasa el día tropezando con todo y coleccionando chichones porque no mira donde hay que mirar. Anda siempre con la boca abierta y el cuello de la camiseta empapado por el reguero de saliva que le va cayendo.
Raquitín es un pez sin color. Vive en el puesto de peces de la feria comarcal ambulante. Mientras los demás peces encuentran dueño enseguida, Raquitín va envejeciendo en una pecera minúscula y arrinconada. Un día la feria ambulante se instala en la calle de Bocababa… y nada volverá a ser como antes.
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