Inês Castel-Branco
Neus Caamaño
UN PAISAJE UNA FLOR
Inês Castel-Branco
Neus Caamaño
Inês Castel-Branco
Neus Caamaño
Nenúfar blanco Nymphaea alba
Purificador de las aguas
El nenúfar blanco pertenece a la familia de las Nymphaeaceae, nombre que evoca a las ninfas, los espíritus acuáticos de la mitología clásica. Cuenta la leyenda que Cupido disparó una flecha a la diosa Diana, pero esta logró esquivarla a tiempo y la flecha atravesó a Ninfea, una de sus ninfas. Ninfea se lanzó a las aguas para morir y calmar así su pasión, pero Diana la rescató y la transformó en un precioso nenúfar. Desde entonces, las aguas donde crecen nenúfares son aguas tranquilas.
El nenúfar vive en lagos y grandes estanques de hasta un metro y medio de profundidad. Se cierra cada noche, como si durmiera; por eso, en Japón lo llaman suiren, ‘loto durmiente’. Sin embargo, aunque se parece a la flor de loto, que también crece en aguas tranquilas y tiene sus raíces en el barro, sus flores suelen flotar sobre el agua, mientras que las del loto se elevan por encima de la superficie.
En el centro de la flor, de pétalos blancos y perfumados, se encuentran los estambres, de un intenso color amarillo. ¡Una invitación perfecta a la polinización! El nenúfar tiene dos tipos de hojas: unas más grandes, que crecen sumergidas, y otras más pequeñas, que flotan en la superficie y están cubiertas por una capa de cera resistente al agua.
¿Sabíais que los nenúfares, además de ser un regalo para la vista, purifican los estanques y les aportan incontables beneficios ecológicos? De hecho, ayudan a refrescar el agua, contribuyen a aumentar la concentración de oxígeno, absorben toxinas y controlan la proliferación de algas. También atraen libélulas, mariposas, ranas y sapos, y constituyen un refugio para los peces.
¿Cómo agradecerles tanta belleza, pureza y generosidad?
Las flores son seres maravillosos, arraigados en la tierra y orientados hacia el cielo. Estallan en los prados y las montañas, en los lagos y los estanques, en los bosques y las selvas, en las ramas de los árboles y en el borde de los caminos, en la arena y en medio del desierto.
Cada una de ellas está intrínsecamente asociada a un lugar concreto, a un tipo de suelo y de clima que han forjado su personalidad y la han hecho tal como es. Cuando se juntan, crean un paisaje único teñido de blanco, amarillo, naranja, rojo, rosa, morado, azul…
Si por un instante nos detenemos a contemplarlas, nos daremos cuenta de que son uno de los regalos más delicados y sorprendentes de la naturaleza, un espejo donde encontrarnos y redescubrir quiénes somos. Y es que cada flor es una obra de arte, un milagro, un prodigio de la inteligencia de la vida. ¡Cada flor llena el mundo de belleza!
Con ilustraciones que captan la esencia de cada paisaje y cada flor, este libro es un recorrido a través de los colores y las características extraordinarias de treinta flores muy especiales de todo el mundo.