EL NOGAL

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Mi madre amaba a los árboles y los bosques, y tuve la suerte de que me dejara en herencia ese mismo amor y una colección de libros de bosques. Luego me vio plantar árboles. Dos tejos que serán milenarios cuando tú y yo ya no estemos aquí. Ahora ya tienen treinta y cinco años y miden más de quince metros. Dicen que las hojas del tejo son venenosas, pero a mí me parece que son «bienenosas». A mí me hacen mucho bien, me dan paz, serenidad. Con mi mujer también he plantado cipreses columnares, cedros del Himalaya, un arce rojo, abetos, un naranjo, un «bola de nieve», un jacarandá y… un nogal. Todos ellos nos han acompañado en esta vida, y aquí seguirán.

A la sombra de un peral muy viejo, escribí uno de mis primeros libros, y, con ellos ante mis ojos, he escrito todos los demás. Escribo sobre árboles, sobre caballos, sobre pájaros y gatos, sobre perros… Y también sobre niños. Porque, para mis ojos ya viejos, un niño es lo mismo que un árbol: seguirá aquí cuando yo ya no esté, verá cosas que ahora yo no creería, porque los dos, árbol y niño, son el futuro. En este libro, se unen los dos: una niña y un nogal. Un nogal que ya sería leña si no hubiera sido por la caricia tan tierna de una niña que, como yo, y seguramente como tú, también amaba, ama a los árboles. Esta es una historia de amor y vida. Y ya es tuya.

Nací en Vitoria-Gasteiz el último día de agosto de 1983. Pasé todos los veranos con mi padre, mi madre y mi hermana entre hayas y ríos, y una tienda de campaña. Nunca he dejado de dibujar, pero sobre todo nunca he dejado de dibujar árboles. Estudié Bellas Artes en Bilbao y, al acabar, decidí especializarme en Ilustración en la Escola Massana de Barcelona.

Desde 2016 vivo en Oslo, Noruega, con mi pareja y mi hija. He pasado mucho tiempo mirando hielo, interminables noches e interminables días, y también sauces, pinos gigantes y musgo.

Tengo un máster en Diseño Gráfico e Ilustración de la Academia Nacional de las Artes de Oslo. También trabajo en autopublicación, impresión y cómic. Y, claro, ¡me encantan los libros!

Publicado por AKIARA books

Plaça del Nord 4 pral. 1ª

08024 Barcelona www.akiarabooks.com info@akiarabooks.com

Primera edición: marzo de 2025

Colección: Akialbum, 30

Dirección editorial: Inês Castel-Branco

© 2025 Gonzalo Moure Trénor, por el texto

© 2025 Araiz Mesanza Iturritxa, por las ilustraciones

© 2025 AKIARA books, SLU, por esta edición

Depósito legal: B 2125-2025

ISBN: 978-84-18972-69-0

Impreso en España: @Agpograf_Impressors Todos los derechos reservados

En la tipografía, se ha usado Arno Pro. «Solo los niños creen posible lo que los adultos ven imposible». amarante

Este libro ha sido impreso sobre papel Offset Coral Book

White de 140 g/m 2 , y la cubierta sobre papel Imitlin

E/R55 Tela Neve de 125 g/m 2

Este producto está hecho con material proveniente de bosques certificados FSC bien manejados y de materiales reciclados.

Yo morí una tarde de noviembre.

Ahora intento resucitar.

Yo era el nogal de Maricruz, porque suyo era el terreno en el que crecí y viví. Junto a un pozo, un laurel y una escuela.

Me alimentaban el sol y la lluvia en mis hojas, y la tierra y el agua del pozo, pero también las risas de los niños en el patio.

Hasta que llegó el viento. He sufrido muchos temporales. El viento siempre me agarraba de las hojas y me sacudía, y mis raíces se aferraban a la tierra, a la vida. Esta vez fue imposible; esta vez ya no pude más.

Ese viento fue demasiado fuerte. Le pedí al dios de los nogales que no permitiera que me arrancara de la tierra. Y, sobre todo, que no hubiera nadie debajo si por fin caía.

Me caí hacia el sur. No, no había nadie debajo. Caí rendido con un susurro de hojas y un golpe seco contra el suelo, las raíces al aire.

Los árboles no morimos enseguida. La vida sigue circulando por nuestro tronco y nuestras ramas, por las hojas.

Ahora, mi tronco y mis ramas besaban la tierra, mi verdadera madre.

La vida había sido hermosa; mis nueces dulces, mi sombra fresca. Lo acepté.

A media mañana, se acercó a mi cuerpo caído una niña con un perro. El perro olía mi tronco con la trufa húmeda y fría. La niña se acuclilló a mi lado, me rozó con su mano y me pareció que lloraba. Era una niña de la escuela, y solía venir a por mis nueces. Luego vino más gente. Un hombre y una mujer.

Llamaban a la niña Áfrika. Ese nombre me sonaba cálido. Evocaba pájaros grandes, animales fantásticos, un sol enorme. Vino más gente. Escuché varias veces la palabra «leña». Convertirme en leña me daba miedo. Y me causaba dolor.

Una tarde de noviembre, llegó un viento muy fuerte que arrancó el nogal de la escuela. Su destino parecía ser la motosierra, la leña, el fuego.

Pero la voluntad de una niña lo cambió todo para siempre.

Esta historia real, que ocurrió en un pueblo de Asturias, nos la cuenta aquí el mismo nogal.

Y nos recuerda que la vida siempre puede volver a brotar.

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