Libro del gentil y de los tres sabios

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rase una vez un gentil, es decir, un hombre que no practicaba ninguna religión. Era muy sabio, pero no tenía ningún conocimiento de Dios ni creía que hubiese nada después de la muerte. Buscando remedio a su tristeza, llegó a un bosque lleno de fuentes y de bellos árboles frutales. Mientras tanto, tres sabios se encontraron a la salida de una ciudad. Uno era judío, el otro cristiano y el tercero musulmán. Al verse, se saludaron, se acogieron y se acompañaron. Cada uno hablaba a los otros dos de su creencia y sus pensamientos, y hablando, hablando, llegaron al bosque por donde andaba el gentil… Con el Libro del gentil y de los tres sabios, Ramon Llull (1232-1316) nos ofrece una sorprendente parábola interreligiosa con un desenlace desconcertante.

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Con una guía de lectura para ir más a fondo

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Libro del gentil y de los tres sabios

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Parece ser que nací en Mallorca en 1232. Me casé y tuve dos hijos, pero los dejé después de que se me apareciera Cristo crucificado. Desde entonces, me dediqué a aprender, contemplar, escribir y viajar incansablemente. En mi tiempo, todo el mundo escribía en latín, pero yo lo hice también en catalán y en árabe (de joven, ¡incluso en provenzal!). Los eruditos dicen que escribí 260 obras. Algunos me llaman Ramon lo Foll (el Loco); otros, Doctor Iluminado. ¿Y quién soy yo para juzgar si lo que he escrito es obra de locura o es docta iluminación? Morí en 1316. Mi Arte me ha sobrevivido.

Nací en Barcelona en 1980. Estudié humanidades porque con una sola carrera podía acercame a la lengua, la literatura, la historia, la filosofía y el arte. Mis intereses se fueron decantando hacia la literatura y el pensamiento, y especialmente hacia la incidencia que tiene en ellos el factor religioso. Enseño literatura catalana en la Universitat Pompeu Fabra. En el año 2007, con Inês Castel-Branco, fundamos Fragmenta, una editorial al servicio de todas aquellas personas que se hacen preguntas y que no excluyen las aportaciones que las espiritualidades y las religiones han hecho para tratar de responderlas.

Nací en Barcelona en 1972. Estudié pintura y grabado en Bellas Artes. Acto seguido, comencé a trabajar como ilustradora, y desde entonces no he parado de inventar mundos, publicar un montón de libros e impartir cursos y talleres relacionados con este tema que tanto me apasiona. Además, me fascina dar vida a mis personajes a través de la animación. Es por ello que ahora combino la ilustración con la imagen en movimiento en la productora thetreeonthesea. He ilustrado el álbum Funámbulus (Fragmenta, 2015), con texto de Àlex Tovar.

Publicado por Fragmenta Editorial | Plaça del Nord, 4, pral. 1.ª | 08024 Barcelona | www.fragmenta.es | fragmenta@fragmenta.es Colección: Pequeño Fragmenta, 6 | Directora de la colección: Inês Castel-Branco | Primera edición: marzo del 2016 | Impresión y encuadernación: Agpograf, S. A. © 2016 Ignasi Moreta, por la adaptación del texto y la «Guía de lectura» | © 2016 Àfrica Fanlo, por las ilustraciones y la cubierta | © 2016 Fragmenta Editorial, S. L . , por esta edición Depósito legal: B. 2.973-2016 | ISBN: 978-84-15518-37-2 | Printed in Spain | Reservados todos los derechos


Versiรณn de Ignasi Moreta Ilustraciones de ร frica Fanlo


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rase una vez un gentil, es decir, un hombre que no practicaba ninguna religión. Era muy sabio, pero no tenía ningún conocimiento de Dios ni creía que hubiese nada después de la muerte. Un día, aquel hombre empezó a pensar en la vejez, en la muerte y en la pérdida de los placeres de este mundo. Le gustaba mucho la vida mundana, y pensar que la muerte significaría el fin de todo le causaba un enorme desconsuelo. Mientras pensaba en ello, sus ojos se llenaron de lágrimas y sintió que su corazón se afligía de tristeza y dolor.



Buscando remedio a su tristeza, llegó a un bosque lleno de fuentes y de bellos árboles frutales, con animales terrestres y aves de varias especies. El gentil pensó que ver y oler las flores y contemplar la belleza de los árboles, las fuentes y las riberas le daría algún consuelo frente a los pensamientos que lo atormentaban. Comenzó, pues, a oler las flores y a comer los frutos de los árboles para comprobar si eso le ofrecía algún remedio. Pero cuando pensaba que tenía que morir y convertirse en nada, su dolor y sus llantos se multiplicaban. Angustiado, se arrodilló, levantó las manos y los ojos hacia el cielo, besó la tierra y se preguntó entre llantos: —¿Por qué fui engendrado? ¿Por qué vine al mundo?



El gentil quedó muy sorprendido por estas palabras, así como también por el extraño comportamiento y las extrañas vestiduras de los tres sabios. —Buen amigo —le dijo uno de los tres—, ¿de dónde venís? Parecéis triste y desconsolado. ¿Qué os ocurre? ¿Por qué habéis venido a este lugar? ¿Quizás os podemos consolar y ayudar en algo? El gentil contó que venía de tierras lejanas, que era gentil y que estaba preso de un gran dolor y pena. Y añadió: —He quedado maravillado por vuestra salutación deseándome la ayuda de Dios, que ha creado el mundo y que resucitará a los hombres, porque no había oído hablar nunca de este Dios que decís ni de la resurrección. —Buen amigo —le dijo uno de los sabios—, ¿no creéis en Dios ni tenéis esperanza en la resurrección? —No, señor —le respondió el gentil—. Y si me podéis explicar qué significa eso que decís, os ruego que lo hagáis, ya que me provoca una gran tristeza sentir que me acerco a la muerte y que después de la muerte me convertiré en nada.




Entonces, los tres sabios trataron de demostrarle la existencia de Dios y el hecho de la resurrección. Una vez demostrado esto conjuntamente, cada uno de los tres intentó que el gentil se convirtiera a su creencia particular: el judío quería que se hiciera judío, el cristiano lo quería cristianizar y el musulmán quería que se convirtiese al islam, la religión de los musulmanes. —¿Cómo? —dijo el gentil—. ¿No actuáis todos según una misma ley? —No —le respondieron los sabios—. Uno de nosotros es judío, el otro cristiano y el tercero musulmán. —¿Y cuál de las tres religiones es la verdadera? —preguntó el gentil.


rase una vez un gentil, es decir, un hombre que no practicaba ninguna religión. Era muy sabio, pero no tenía ningún conocimiento de Dios ni creía que hubiese nada después de la muerte. Buscando remedio a su tristeza, llegó a un bosque lleno de fuentes y de bellos árboles frutales. Mientras tanto, tres sabios se encontraron a la salida de una ciudad. Uno era judío, el otro cristiano y el tercero musulmán. Al verse, se saludaron, se acogieron y se acompañaron. Cada uno hablaba a los otros dos de su creencia y sus pensamientos, y hablando, hablando, llegaron al bosque por donde andaba el gentil… Con el Libro del gentil y de los tres sabios, Ramon Llull (1232-1316) nos ofrece una sorprendente parábola interreligiosa con un desenlace desconcertante.

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