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Depósito legal: B 17474-2024
ISBN: 978-84-18972-59-1
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Cuando lo plantes, como si fuera un niño, cuida al cerezo.
MATSUO BASHO
Para Almu, por atreverte a vivir nuestra maravillosa locura. JAVIER SOBRINO
Para Carlos, raíz, tronco, fronda. CONCHA PASAMAR
En mi infancia, viví en una casa rodeada de prados y árboles, en Las Bajuras de Pimiango, y mis juguetes favoritos eran unas vacas de madera que construía con trozos de roble. Otro juguete que tenía en una higuera era una bicicleta, la única que he tenido, y corría por los caminos, incluso volaba.
Mi familia se trasladó a la ciudad, Santander. La hierba se convirtió en asfalto y los árboles, en farolas. En aquellos años, todavía quedaban en mi barrio huertas con frutales. Y todos los años me regalaban sus frutos. Mi primer destino como maestro fue en Piñeres, Peñarrubia, un pueblo de montaña y pastos con un bosque. Allí, con mis alumnos y alumnas, comencé a hacer semilleros de los árboles que nos rodeaban.
Años después, me construí una casa en un pueblo con un bosque de encinas, cerca del mar, Pechón. He ido plantando un árbol aquí, una flor allá. Y ahora lo hago con mis hijos. Como veis, mi vida ha estado unida a esos maravillosos seres y también a los libros como el que tenéis en las manos.
De niña, me gustaba todo lo que estaba hecho de hojas: dibujar en cuadernos, leer libros, jugar y soñar entre árboles. Luego me hice profesora, y hubo un largo tiempo en que solo los libros poblaron mi mundo. Pero sus hojas pálidas fueron convocando a las demás: con mis hijos volví, casi sin darme cuenta, al color de los cuadernos y al verde de los bosques.
Entonces recordé que la palabra libro, en latín, primero había nombrado la corteza de los árboles, y que un códice era, sencillamente, un tronco al que se sujetaban, ligeras, las hojas. Nuestros antepasados vieron árboles en aquellos nuevos soportes de imágenes y palabras. Recordé también que los unos están hechos de los otros, y que todos, libros y árboles, hacen renacer el mundo, muchos mundos, cada día.
Así que ahora, en clase, riego las palabras que otros sembraron mientras en casa cultivo algunos libros o pinto el patio de verde y de color. Me gusta plantar el mundo de savia y papel.
Primera edición: octubre de 2024
Colección: Akipoeta, 9
Dirección editorial: Inês Castel-Branco
© 2024 Javier Sobrino, por el texto © 2024 Concha Pasamar, por las ilustraciones © 2024 AKIARA books, SLU, por esta edición
AKIARA trabaja con criterios de ecoedición, optimitzando el diseño, seleccionando papeles certificados y buscando una producción de proximidad para minimizar el impacto ambiental.
Este libro ha sido impreso sobre papel Offset Arena Natural Rough de Fedrigoni, con un gramaje de 200 g/m2 para la tripa y de 300 g/m2 para las cubiertas dípticas, cosidas con hilo visto.
En la tipografía, se ha usado Futura Light BT.
Este producto está hecho con material proveniente de bosques certificados FSC® bien manejados y de materiales reciclados.
¿Qué pasó en el mar?
El mar se llenó de jacarandás cuando la primavera llegó. El azul se hizo flor, el verde en hoja se convirtió. Las espumas se esparcieron y los árboles poblaron la tierra.
¡Háblame
de los árboles!
Los árboles se parecen entre sí, pero todos son distintos: los hay frondosos y ralos, rugosos y lisos, altos y bajos, gruesos y delgados.
¿Cómo son de verdad?
Árbol y árbol son árboles. Ellos siempre se unen en parques y arboledas, en florestas y bosques, en selvas y junglas.
¿Con qué sueñan los árboles?
Sueñan con ver la luna y las estrellas, con los duendes y las hadas.
Sueñan con tener luz y agua, con viento y brumas.
Sueñan con juegos de niños, con tener nidos y casas colgadas.
Sueñan con ser verdes y altos, con palabras de enamorados.
Sueñan con ser viejos y caminar como sus ancestros.
Sueñan con tocar las nubes y volar con el viento.
Tenemos que plantar, plantar en las llanuras, plantar en las montañas, plantar en los valles, plantar hasta en los desiertos, y llenar la tierra de árboles.
Tenemos que plantar el mundo.