Había una pequeña semilla que un día cayó sobre el suelo. Allí estaba, observándolo todo, hasta que algo importante sucedió.
Había una pequeña semilla sobre el suelo. Llegó la lluvia y la mojó. Llegó el barro y la cubrió. Llegó el frío y la durmió.
Había una pequeña semilla que dormía. Durmió todo el invierno. Una mañana, la tierra que la abrazaba se tornó cálida.
Había una pequeña semilla que se despertó con la lluvia fresca y el sol de la primavera. Debajo del mantillo, enterradas, la vida y la semilla se agitaron.
Había una pequeña semilla que rompió su cáscara. Despacio, un hilito blanco se abrió paso. Necesitaba salir a buscar el sol y el viento, conocer lo que vivía arriba.
Había una pequeña semilla que todavía no era nada. Por eso empujó y empujó, hacia arriba y hacia abajo. Y fue un diminuto brote que un día, por fin, rompió la tierra y se asomó al mundo.
Había una pequeña semilla que un día cayó sobre el suelo. Allí estaba, observándolo todo, hasta que algo importante sucedió.
Había una pequeña semilla sobre el suelo. Llegó la lluvia y la mojó. Llegó el barro y la cubrió. Llegó el frío y la durmió.
Había una pequeña semilla que dormía. Durmió todo el invierno. Una mañana, la tierra que la abrazaba se tornó cálida.
Había una pequeña semilla que se despertó con la lluvia fresca y el sol de la primavera. Debajo del mantillo, enterradas, la vida y la semilla se agitaron.
Había una pequeña semilla que rompió su cáscara. Despacio, un hilito blanco se abrió paso. Necesitaba salir a buscar el sol y el viento, conocer lo que vivía arriba.
Había una pequeña semilla que todavía no era nada. Por eso empujó y empujó, hacia arriba y hacia abajo. Y fue un diminuto brote que un día, por fin, rompió la tierra y se asomó al mundo.
Había una pequeña semilla que un día cayó sobre el suelo. Allí estaba, observándolo todo, hasta que algo importante sucedió.
Había una pequeña semilla sobre el suelo. Llegó la lluvia y la mojó. Llegó el barro y la cubrió. Llegó el frío y la durmió.
Había una pequeña semilla que dormía. Durmió todo el invierno. Una mañana, la tierra que la abrazaba se tornó cálida.
Había una pequeña semilla que se despertó con la lluvia fresca y el sol de la primavera. Debajo del mantillo, enterradas, la vida y la semilla se agitaron.
Había una pequeña semilla que rompió su cáscara. Despacio, un hilito blanco se abrió paso. Necesitaba salir a buscar el sol y el viento, conocer lo que vivía arriba.
Había una pequeña semilla que todavía no era nada. Por eso empujó y empujó, hacia arriba y hacia abajo. Y fue un diminuto brote que un día, por fin, rompió la tierra y se asomó al mundo.
Había una pequeña semilla que un día cayó sobre el suelo. Allí estaba, observándolo todo, hasta que algo importante sucedió.
Había una pequeña semilla sobre el suelo. Llegó la lluvia y la mojó. Llegó el barro y la cubrió. Llegó el frío y la durmió.
Había una pequeña semilla que dormía. Durmió todo el invierno. Una mañana, la tierra que la abrazaba se tornó cálida.
Había una pequeña semilla que se despertó con la lluvia fresca y el sol de la primavera. Debajo del mantillo, enterradas, la vida y la semilla se agitaron.
Había una pequeña semilla que rompió su cáscara. Despacio, un hilito blanco se abrió paso. Necesitaba salir a buscar el sol y el viento, conocer lo que vivía arriba.
Había una pequeña semilla que todavía no era nada. Por eso empujó y empujó, hacia arriba y hacia abajo. Y fue un diminuto brote que un día, por fin, rompió la tierra y se asomó al mundo.
Había una pequeña semilla que un día cayó sobre el suelo. Allí estaba, observándolo todo, hasta que algo importante sucedió.
Había una pequeña semilla sobre el suelo. Llegó la lluvia y la mojó. Llegó el barro y la cubrió. Llegó el frío y la durmió.
Había una pequeña semilla que dormía. Durmió todo el invierno. Una mañana, la tierra que la abrazaba se tornó cálida.
Había una pequeña semilla que se despertó con la lluvia fresca y el sol de la primavera. Debajo del mantillo, enterradas, la vida y la semilla se agitaron.
Había una pequeña semilla que rompió su cáscara. Despacio, un hilito blanco se abrió paso. Necesitaba salir a buscar el sol y el viento, conocer lo que vivía arriba.
Había una pequeña semilla que todavía no era nada. Por eso empujó y empujó, hacia arriba y hacia abajo. Y fue un diminuto brote que un día, por fin, rompió la tierra y se asomó al mundo.
Había un pequeño brote que se alegraba mucho de crecer. Y se dejó mecer por el viento. Y se dejó regar por la lluvia.
Había un pequeño brote que bailaba y se estiraba. A veces tenía miedo. A veces estaba feliz. Así se convirtió en un pequeño árbol.
Había un pequeño árbol que crecía despacio pero sin parar. Mientras sus raíces se desplegaban bajo tierra, sus ramas se alzaban con fuerza hacia el cielo.
Había un árbol que se llenó de ramas, y sus ramas se llenaron de hojas, insectos y pájaros. Y pronto lo habitaron las ardillas. Así se convirtió en un gran árbol lleno de vida.
Había un pájaro, el rabilargo azul, que en aquel gran árbol decidió hacer su nido. Feliz y hambriento, picoteaba un fruto cuando, sin querer, una pequeña semilla resbaló de su pico.
Había una pequeña semilla que cayó. Así comenzó su viaje: pico, aire, tierra. Soñaba con dormir todo el invierno y descubrir lo que vivía abajo.
Había un pequeño brote que se alegraba mucho de crecer. Y se dejó mecer por el viento. Y se dejó regar por la lluvia.
Había un pequeño brote que bailaba y se estiraba. A veces tenía miedo. A veces estaba feliz. Así se convirtió en un pequeño árbol.
Había un pequeño árbol que crecía despacio pero sin parar. Mientras sus raíces se desplegaban bajo tierra, sus ramas se alzaban con fuerza hacia el cielo.
Había un árbol que se llenó de ramas, y sus ramas se llenaron de hojas, insectos y pájaros. Y pronto lo habitaron las ardillas. Así se convirtió en un gran árbol lleno de vida.
Había un pájaro, el rabilargo azul, que en aquel gran árbol decidió hacer su nido. Feliz y hambriento, picoteaba un fruto cuando, sin querer, una pequeña semilla resbaló de su pico.
Había una pequeña semilla que cayó. Así comenzó su viaje: pico, aire, tierra. Soñaba con dormir todo el invierno y descubrir lo que vivía abajo.
Había un pequeño brote que se alegraba mucho de crecer. Y se dejó mecer por el viento. Y se dejó regar por la lluvia.
Había un pequeño brote que bailaba y se estiraba. A veces tenía miedo. A veces estaba feliz. Así se convirtió en un pequeño árbol.
Había un pequeño árbol que crecía despacio pero sin parar. Mientras sus raíces se desplegaban bajo tierra, sus ramas se alzaban con fuerza hacia el cielo.
Había un árbol que se llenó de ramas, y sus ramas se llenaron de hojas, insectos y pájaros. Y pronto lo habitaron las ardillas. Así se convirtió en un gran árbol lleno de vida.
Había un pájaro, el rabilargo azul, que en aquel gran árbol decidió hacer su nido. Feliz y hambriento, picoteaba un fruto cuando, sin querer, una pequeña semilla resbaló de su pico.
Había una pequeña semilla que cayó. Así comenzó su viaje: pico, aire, tierra. Soñaba con dormir todo el invierno y descubrir lo que vivía abajo.
Había un pequeño brote que se alegraba mucho de crecer. Y se dejó mecer por el viento. Y se dejó regar por la lluvia.
Había un pequeño brote que bailaba y se estiraba. A veces tenía miedo. A veces estaba feliz. Así se convirtió en un pequeño árbol.
Había un pequeño árbol que crecía despacio pero sin parar. Mientras sus raíces se desplegaban bajo tierra, sus ramas se alzaban con fuerza hacia el cielo.
Había un árbol que se llenó de ramas, y sus ramas se llenaron de hojas, insectos y pájaros. Y pronto lo habitaron las ardillas. Así se convirtió en un gran árbol lleno de vida.
Había un pájaro, el rabilargo azul, que en aquel gran árbol decidió hacer su nido. Feliz y hambriento, picoteaba un fruto cuando, sin querer, una pequeña semilla resbaló de su pico.
Había una pequeña semilla que cayó. Así comenzó su viaje: pico, aire, tierra. Soñaba con dormir todo el invierno y descubrir lo que vivía abajo.
Semilla que será árbol, árbol que dará semillas. Cada página de este libro es una historia sobre la fertilidad de la tierra y el milagro de la vida. Puedes empezar por donde quieras, por encima o por debajo de la superficie de la tierra, y unirte así al maravilloso ciclo de la naturaleza.
ISBN 978-84-17 4 4 0 -
9 788417
Había un pequeño brote que se alegraba mucho de crecer. Y se dejó mecer por el viento. Y se dejó regar por la lluvia.
Había un pequeño brote que bailaba y se estiraba. A veces tenía miedo. A veces estaba feliz. Así se convirtió en un pequeño árbol.
Había un pequeño árbol que crecía despacio pero sin parar. Mientras sus raíces se desplegaban bajo tierra, sus ramas se alzaban con fuerza hacia el cielo.
Había un árbol que se llenó de ramas, y sus ramas se llenaron de hojas, insectos y pájaros. Y pronto lo habitaron las ardillas. Así se convirtió en un gran árbol lleno de vida.
Había un pájaro, el rabilargo azul, que en aquel gran árbol decidió hacer su nido. Feliz y hambriento, picoteaba un fruto cuando, sin querer, una pequeña semilla resbaló de su pico.
Había una pequeña semilla que cayó. Así comenzó su viaje: pico, aire, tierra. Soñaba con dormir todo el invierno y descubrir lo que vivía abajo.
Publicado por AKIARA books Plaça del Nord, 4, pral. 1a 08024 Barcelona (España) info@akiarabooks.com www.akiarabooks.com Primera edición: octubre de 2020 Colección: Akipoeta, 3 Dirección editorial: Inês Castel-Branco © 2020 Mar Benegas, por el texto © 2020 Neus Caamaño, por las ilustraciones © 2020 AKIARA books, SLU, por esta edición
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Este libro ha sido impreso sobre papel Offset Arena Natural Rough de Fedrigoni de 300 g/m2 . Este producto está hecho con material proveniente de bosques certificados FSC® bien manejados y de materiales reciclados. En la tipografía, se ha usado la Mrs Lollipop y el título ha sido hecho a mano. Impreso en España: @Agpograf_Impressors Depósito legal: B 20.372-2020 ISBN: 978-84-17440-78-7 Todos los derechos reservados
AKIPOETA, la belleza de los detalles