SUEÑO CON OLIVAS
Textos: Alejandra Lopez
Dibujos: Jeshael Vega
Lucía escuchaba los sueños de sus amigos y se imaginaba qué era soñar; Mati, por ejemplo, le dijo que en la siesta del medio día había soñado que un pan de leche se convertía en una avioneta y él viajaba sentado en la esponjosa masa reconociendo los paisajes de Francia, Estonia y Katmandu; o su amigo Pepe le contó que siempre soñaba con miles de luciérnagas que alumbraban como bailarinas consteladas las madrugadas de luna llena en la �inca de sus abuelos o las noches oscuras encima de los techos de las casas de su pueblo natal.
Lucía no soñaba, por lo menos no dormida, al despertarse siempre tenía la sensación extraña de vacío porque cuando dormía todo se tornaba de color negro u oliva.
Se enteró que las personas soñaban porque Tita, su hermana mayor, pegó un grito en medio de la noche cuando todos dormían porque había tenido un “sueño raro”; soñó que trabajaba en una fábrica de enlatados de zanahorias y que tenía que llenar ochocientas latas con cincuenta tiras de zanahorias todos los días por ocho horas.
Este suceso no solo detonó el llanto de Tita, sino la intriga de Lucía, cuando en su familia se re�irieron al acontecimiento como una “pesadilla” y que “el mal sueño” pasaría pronto, fue entonces cuando se enteró que esos sueños raros eran tan habituales como las reiteradas veces que aparecían las luciérnagas en los sueños de Pepe. Una noche el pobre soñó que las luciérnagas salían de los cuencos de los ojos de su perro de compañía Milán y a las dos semanas el perro falleció. Los padres de Pepe dijeron que el sueño había presagiado la muerte.
Así fue que Lucía reconoció que los sueños decían o predecían cosas y se volvió un pasatiempo tratar de descifrar los mensajes ocultos que aparecían en los sueños de sus amigos y de algún modo jugar a anticiparse al futuro o por lo menos hacerle un guiño.
Lucía no sabía porque Tita, Pepe y Mati, tenían recuerdos de esa otra vida que tenían después de cerrar los ojos, le dijeron que existían diccionarios de sueños, que había personas que se dedicaban a estudiarlos; desde psicoanalistas hasta interpretadores a�icionados de sueños, pero aún era un terreno muy extraño para la ciencia porque era demasiado misterioso, particular, humano y escurridizo.
Lucía digitaba en los buscadores de internet: ¿Qué es soñar? ¿Por qué no sueño? ¿Cómo soñar? ¿Se puede soñar despierta? Al punto que sin proponérselo se volvió una sueñóloga profesional, pero las repuestas eran insatisfactorias; recomendaban tomar menjurjes de cilantro, leche tibia, meditar, quedarse a oscuras o contar ovejas; mecanismos que con cierto escepticismo y cierta fe probó a ver si en una de esas noches lograba viajar en su subconsciente y soñar.
Leyó en un libro de poesía de un autor portugués que no había motivos para no soñar y que “él no era nada, pero llevaba en él, todos los sueños del mundo”, llegó a pensar que el señor poeta de pronto le había robado sus sueños... Pasaron mil hipótesis por su cabeza y muchas noches para que Lucía pudiera reconocer que ese color oliva venía de un árbol, que tal vez no veía el tronco, porque soñaba en grande y con zoom. Ese verde tan intenso venía del Olivo que la abrazaba y le daba sombra, o tal vez (por esto de la interpretación), era un beso de su abuelita María Elena, pues siempre que llegaba de visita preparaba olivas con queso.
Lucía sueña.
Retintin de 86.400
Textos: Marte Crisantemo
Dibujos: Jeshael Vega
Disparidad
de 2000 tonos mortuorios
esperas irracionales
La ineficacia coqueta come pan de arroz con semillas a las que les falta uno o dos dientes; bebe falacias
crocantes traídas de Andrómeda y sus penitencias más cercanas;
7
escribe versos de azúcar volcánico que cuidan las arrugas y pasea con moño al hombro y zapatitos bien puestos en las orejas.
Ineficacia no lo sabe.
Ineficacia miente...
¿Cuánto es 1 + 2?
Ineficacia llora a solas, da paso a pasito los pasos pasitos.
Estoy en una farra surreal. La tierra tiembla y todo es de color rojo con luces titilantes.
El humo de los que fuman se mezcla con cables en espiral.
La luz poco a poco se desvanece, ¿qué es el tiempo y hace cuánto llegué aquí?
A mi lado un grupo de personas con lencería de cuero habla tranquilamente...
¿Por qué putas huele a cebolla?
La muerte de los cisnes es poética...
¡De pronto un cisne barroco canta mientras agoniza de placer!
aunque nunca he visto a un cisne
morir.
Ha sido Lucy quien me ha besado. No tiene sentido que luche, ¿para qué pelear con el placer ?
Quélindo es castigarse...
¿Acaso sabía que esto iba a ser un carnaval erótico?
Tal vez y me gusta.
Ya no sé quién me rodea, sé que vine acompañado. Los buscaría pero en mis pies siento gelatina... Gel gel gel y una tina para morir.
Cuero rojo...
Creo que soy un idiota con mucha fe en mi mismo, pero, si algo he aprendido esta noche, es que un día te la crees y ya.
Solo te la crees.
Estoy tan lejos de cualquier grito.
Veo tulipanes derretidos ante la luz de una vela violeta violeta violencia.
¿Cuál es tu color preferido?
El naranja. Colecciono colores
¿Sabes?
La verdad estoy tan en mi mierda que el mundo me es ajeno esta noche y mil años.
uC e r ,o b r i l l,o e s p e r m a , p l a c e r . . .
Texto: Paris Ilustraciones: Vela R
Para… ¿Para quién?
Para Antonia
Millares de muertos evaporados entre densas nubes de humo negro, enrojecen las mejillas secas de tanto fingir sonrisas.
No la veo, no la veo
Revolotean las ánimas cándidas entre cavidades y pústulas que excretan los restos de mariposas consumidas por el cansancio y el desdén de no saber nadar entre los infames jugos que las provocan.
¿Dónde? ¿Está?
Huracanes se precipitan sobre la cabeza, las corroídas vías que dibuja la mancha cerebral están rotas.
Los articulados las han destrozado con tan inútil pensadera diaria.
No, no está
Un vórtice negro, tan negro que pervierte los ventrículos gangrenados se posa a la izquierda de mi flácido pecho.
No la busques
Agujero espinoso que el mismo Cristo habría rehusado cruzar envuelve todo cuanto se puede resentir.
No. No. No.
Las envenenadas agujas no distinguen el bien y el mal, han contaminado todo, espinas carmesíes se mimetizan con mis venas, me matan tan lento que apenas hace un tiempo me di cuenta.
¿Quién soy?
¿Cuántos años me quedan?
¿Cuántos más he de aguantar esta silenciosa peste? pues aquí la tengo y no la puedo ignorar, no sabría cómo.
Cómo he de…
La reciento en mis manos cuando abrazo, en mi frente cuando pienso, en mi pecho cuando siento, en mi estómago cuando despierto. Y
Al llegar la hora de conciliar el sueño, la orquesta de mi infierno toca la sinfonía abominable. Aleluya, aleluya, las lágrimas del mundo anuncian otro día de ruido y furia.
No te vayas nunca
Mi amada encapuchada, no quites la mirada. Ya es bien sabido lo infame que puede ser encontrarse con mi alma ten misericordia.
¿A dónde va?
Regálame en vida un poco del silencio que me espera en el abismo. No es más que un adelanto. Eso sí, dime cuál es tu moneda, no quiero confundirme de nuevo.
Pues en las furiosas noches los cigarros se hacen cuchillas, las verdes flores me huelen a gas y el perico me sabe al óxido de un puñal.
Paris de Amaril
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