Actinia Número 3 Ensenada, B.C., México 27 de marzo 2016
Ilustración: Enrique Alcántar Trez Designlab
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Presentación Desbalagados en la búsqueda del sendero, alcoholizados en la resignación colectiva. Seudoautónomos en nuestras decisiones. Hambrientos por la felicidad. Enamorados de la melancolía poética. Sublimes nuestras palabras y ásperas nuestras acciones. Delincuentes de nosotros mismos. Abogados de nuestras ideas compradas. Traficantes de sofismas. Triunfantes de la miseria. Enamorados de la omnipotencia. Diminutos de esencia. Convalecientes manipuladores. Sagacidad conveniente. Bomba de tiempo y entre ellos tú, y entre ellos, yo. Ilka Baudelia Rivera García
Dibujo: Kathy Pedrín
¿Qué es el fuego sino la tentación arrebatadora que te adrenalina el cuerpo tan solo de pensarlo? Ilka Baudelia Rivera García
Con el paso de los años... Durante mis edades he vivido bajo el techo que se escarcha cada día de cada año. Ese techo que se escapa que poco a poco se desbarata; que viaja en los hombros de mi padre, la blusa de mamá y mis carritos de juguete. Techo que llora con el cielo cual buenos amigos que comparten lagrimas sostenidas en cantaros y platos viejos. Mailo Rodriguez
“Arráncate el disfraz” Por: Luis Damián Ah, pero que belleza, poder poner mi cabeza, en el regazo de tu piel. Soltar mis manos salvajes, en el brebaje de tu carne, donde me hundo con mi miel. Invocar con un grito tuyo, a la luna que en su arrullo, su luz nos deja caer. Ah, pero que certeza, que perdidos en la maleza, dejemos de pensar, para volver a renacer.
Muerde mi alma herida, que eso haré con tu vida para tenerte cerca de mí. Arráncate el disfraz, querida, para que puedas tener paz desnuda frente a mí.
Vamos a hacer ese viaje olv铆date de tu linaje que esto es s贸lo para ti.
“Las estrellas están arriba” Por: Luis Damián Acabo de salir de un bar con un tipo que me encontré en la barra. Dice que iba conmigo en la prepa. Es mucho mayor que yo. Se me hace raro, no lo recuerdo. Me va a ayudar a buscar a mis compas. Creo que tomé de más. Tres tarros son mucho para mí. ¿Dónde están mis amigos? ¿Por qué siempre les hago caso a esos weyes? Ahora no los encuentro. El vato me dice que me va a llevar en su carro a donde están ellos. ¿Pues a dónde se fueron? La neta casi no conozco Tijuana, y ando bien pedo... Mañana temprano tengo que regresarme a Ensenada, tengo que irme a la escuela. Estoy tan borracho que hasta lo admito. Bueno, pues, me voy con este wey.
¡Oye, tú! compa, ¿este es tu carro? ¿Entonces a dónde vamos? ¡Respóndeme! Dime que vamos por unas viejas. Vine a Tijuana y me voy virgen. Vamos a un teibol. Dicen que aquí se pone bien hardcore. ¡Vamos al Hong Kong! Oye, por qué las luces de las tiendas y los bares se mueven tan rápido. Parecen líneas... ¿Pues qué tan rápido vamos? Je, je, je. ¡Mira, mira! que chistoso ese perro. Quiere cruzar la calle y no puede. No puede… ¡A la madre! ¡No! Lo atropellaron. Lo atropellaron. Pero tan bonito que estaba. ¿Por qué? ¿Por qué? Hay que levantarlo. ¿Qué si por qué hay que levantarlo? Porque lo van a seguir atropellando. ¿Por qué nos vamos? No conozco esta colonia. De hecho no conozco ninguna colonia, nomás he estado en el centro de Tijuana. Quiero mear. Para el carro. En serio, quiero mear. ¿Qué ahorita vamos a
llegar a un lugar? ok, pues, pero apúrate. Vamos a esa tienda, quiero unos cigarros. ¡Ándale! ¡Vamos! Aprovecho y tiro el agua. ¿Por qué sigues tan serio? ¿Nunca sonríes? ¿Tienes cigarros? Ah, no fumas. Me siento muy raro. Creo que necesito vomitar. ¿Por qué no dices nada? Mejor regrésame al bar. ¡Regrésame! ¿A dónde llegamos? ¿Tú casa? Puedo subir solo por las escaleras. Gracias,
no me caigo. ¡Que no me caigo! Ya quiero ir al baño. ¿Dónde está? Oye está bonita tu casa. Guau, ¿en qué trabajas? ¿Eres rico o qué onda? Tu baño está inmenso. ¿Hay alguien en la casa? ¿Nadie? ¿Por qué tu baño tiene dos pantallas de plasma? Oye, ¿ya me puedes llevar con mis compas? Oh, espera, espera. Que vistazo tienes aquí, cabrón. De seguro con estas ventanotas puedes ver toda la ciudad. ¡Hey! Tienes un telescopio. ¿Y por qué está apuntando hacia abajo? Que tonto eres. Ja, ja, ja. ¡Si las estrellas están arriba! Déjame veo. ¿A dónde vas? ¿Por qué prendes la tele? Bueno ya vete, yo por mientras miro aquí. ¡Oye! ¿Por qué el telescopio apunta hacia una primaria? ¿Qué horas son? ¿A dónde te fuiste wey? Bueno, pues, yo lo veo en el celular. ¡Las tres de la mañana! No me chingues ya es tarde. Déjame sigo viendo en el telescopio. Espérame déjame sigo viendo.
¡Mira, mira, mira! Allá arriba, una mujer está en la ventana. Está en brasier, está en brasier, está en brasier. Hoy es mi día de suerte. ¿Dónde estás? Bueno, déjame la sigo viendo. Está rebuena. Buenísima. Deberías de verla. ¿Dónde andas? Fuck, fuck, fuck, ¡me vio! ¡Me vio! me volteó a ver. ¡Me volteó a ver, cabrón! ¿Dónde estás? ¡Auch! ¿Qué traes? ¡Suéltame! ¿Por qué me pones esas esposas? ¿Qué chingados? ¡Suéltame! ¡Que me sueltes! En serio… Te va a cargar la chingada si no me sueltas. Tengo amigos policías, es más, tengo amigos narcos. Bueno, no tengo amigos narcos, pero te va a cargar la chingada. ¡No me arrastres! ¡No me arrastres! ¡Me duele! Estoy muy borracho. No. Esto es una pesadilla, es una pesadilla, es una pesadilla. ¿Por qué cierras las persianas? ¿Qué putas me vas a hacer? ¡Hey! ¿Estás jugando verdad? ¿Por qué le subes a
la tele? Dime que estás jugando. ¿Es una broma de mis compas, verdad? Los voy a matar en cuanto los tengo enfrente a esos hijos de la chingada. ¿A dónde vas? ¿Qué es eso? ¿Qué es ese palo? ¿Quién chingados eres?.. ¿Es un consolador? Wey, no, es un consolador ¡No mames! ¿A dónde vas? ¿Qué es eso? ¿Qué trae ese galón? No veo bien. Esto es un sueño, esto es un sueño, esto es un sueño, esto es un puto sueño. ¿Qué? ¿Para qué es ese galón? ¿Lubricante? Wey, no mames, no. ¿Qué vas a hacer? No me arrastres. No me arrastres. Me voy a vomitar. Te voy a vomitar a ti cabrón. Ni me intentes hacer algo porque vas a valer. ¿Para qué las tijeras? la ropa… la ropa… no. Es mi camisa favorita. ¿Quién eres? ¡No me voltees! ¡No me voltees! ¡No! ¡No me quites los pantalones! Ni lo intentes. ¡No! ¡Están tocando! ¡Están tocando a la puerta!
¡Auxilio! ¡Ayuda! ¡Me quieren violar! ¡Estoy amarrado! ¡Auxilio! ¡Te van a encerrar maldito cerdo! ¡Auxilio! ¡Policía! Policía… ¡Ayúdeme! ¡Quíteme estas cosas! Lo voy a matar, lo voy a matar a golpes. ¡Déjeme le pego! ¡Déjeme le pego a ese cabrón!... Pero… Esto es un milagro. ¿Cómo supieron que estaba aquí? ¿Cómo fue que llegaron? El telescopio… ¿Qué desde aquí alguien estaba espiando a una mujer? ¿Se los reportaron? ¿Entonces por eso vinieron? Oh, maldita sea, me voy a vomitar. ¿Qué? ¿Qué ya estaban investigando a este perro? Maldito enfermo casi me viola con esa cosa. Muchas gracias oficial, gracias, en serio, gracias. En serio… ¿Tenía tres averiguaciones previas? ¿Por acoso? Poli. Ya que anda fumando. ¿Me regalaría un cigarro? ¿No? ¿Por qué? ¿Por qué soy menor de edad?
Fugitivos urbanos
Foto: Nelly Calderón
Era su mirada el sonido acuático de ecos intrauterinos y la mía un órgano osificado que impedía el porvenir. Había animales
gigantescos merodeando el cielo y bajo su negrura transcurrían nuestros encuentros clandestinos. Calle abajo nos deslizábamos el uno al otro, permitiendo las secuencias de calladas fantasías, como un par de mecanismos rotos entre el incesante merodear del aceite y la gasolina, acurrucados en una esquina de la ciudad, inventando un nuevo sentido para el día. Yo le dije: "¿quieres jugar conmigo?, no haré trampa, conozco las reglas y si quieres puedo crear otras; si algo sale mal, prometo dejar reconocible tu cuerpo". Ella sonrió reluciendo sus afilados dientes, retrayendo sus garras. Alcancé a ver la empuñadura del cuchillo brillarle entre el vestido. Con mi voz, le cincelaba estatuas de la realidad, mientras me acariciaba el pecho con el filo de la hoja. Nos introducíamos en los edificios y, ocultando el equipaje de la carne,
esperábamos a que cerraran la entrada, escondidos de los vigilantes. Luego llenábamos el vacío de este mundo reventando las envolturas, vaciando los contenidos, permitiendo a nuestra presencia recorrer pasillos y escaleras, ventanas y puertas, silencio y sombra. Cuando abrían, caíamos como gotas de lluvia al mar, entre la gente, dejando secar al sol la nostalgia por la soledad perdida. Por: Mario de la Cruz Arreola