UNA VIDA NUEVA Mi nombre es Amina, una niña de 13 años que vive, o por lo menos vivía en Libia. Cómo todas las mañanas, ayudaba a mi madre mientras que veía como mi hermano mayor se iba a estudiar Medicina. Al principio, mis padres se pensaron mucho lo de la carrera de mi hermano y lo de trasladarse a otro país. También había una gran duda respecto al carnet de conducir, dinero, etc. ¿Por qué? -Pensarás tú-. Pues en mi familia, como en todas las familias y países musulmanes no está bien visto lo de estudiar tanto, pero como era un hombre, más o menos se dejaba pasar. Cada día, llevaba a mis hermanos menores al colegio, y me preguntaba qué habría detrás de aquellas paredes. Pero no sé cómo mi familia consiguió quitarme esa ´´estúpida `` pregunta de la cabeza. Cuando estaba lavando la ropa en la terraza, de repente, divisé un avión de guerra en el cielo. De golpe, fue como si todo se oscureciera. La gente corría asustada a refugiarse en escuelas, casas, mientras que otros luchaban. Yo no comprendía nada, la alteración de la gente, por qué se pegaban…, pero estaba muy asustada. No sé cómo, controlé mi miedo. Varios días después, seguía la agonía de la guerra y mi familia y yo conseguimos salir de aquel país devastado. Estuvimos pensando mucho a dónde dirigirnos, pero una cosa teníamos segura: ¡Teníamos que salir de allí! Finalmente mi familia decidió que nos iríamos a España, y allí estaríamos con mi hermano.
Cuando llegamos a aquel país no teníamos dinero (nos lo habíamos gastado en el viaje) y las pocas provisiones que teníamos, habían sido arrasadas por la catástrofe guerrillera. La verdad es que todos estábamos asustados, incluso mi padre, pues no sabíamos qué o qué no debíamos hacer. No sé cómo, nos encontramos con una ONG que nos ayudó y nos dieron una casa. Hubo una conversación que me sorprendió mucho. Fue una pregunta que le hicieron a mi padre: -¿Ya han encontrado colegio para sus hijos?- dijo un misionero - A mi hija no la hace falta, pero lo de los niños ya está solucionado. El misionero muy sorprendido dijo: -¿Cómo? Aquí somos todos iguales, y lo siento mucho si va contra sus creencias, pero su hija debe ser escolarizada. Yo, cada vez que oía aquella palabra maravillosa ``colegio´´, más grande se hacía mi alegría, pero ésta no duró mucho. Mis padres se opusieron a la propuesta del misionero y yo quedé destrozada. Permanecí en mi cuarto durante varios días llorando amargamente, hasta que mis padres accedieron a escolarizarme. Ahora me encuentro en un instituto, estudiando 1º de ESO y me encanta. Veo que mi sentimiento de amor por la escuela no es el mismo que el de mis compañeros españoles (a ellos no les gusta). Por eso, yo me encargo de transmitir a mis compañeros la suerte de tener una educación. Espero terminar mis estudios, y dedicarme a ayudar a los demás difundiendo la igualdad.
María Pía Peláez Caro Alumna de 1º de ESO del I.E.S.Moraima Loja (Granada)