Virgen del Remedio y "La libertad de ser libres" de Hannah Arendt

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Ensayo realizado por Alba María Penalva Aledo | albmpenalvaledo@gmail.com | 2020

Virgen del Remedio y "La libertad de ser libres" de Hannah Arendt Todo comienza en febrero de 2020, cuando mi compañera y amiga Nerea y yo decidimos adentrarnos en el pequeño mundo (e inmenso, al mismo tiempo) del barrio Virgen del

Remedio para conocer los modos de vida que lo habitan. Desde un primer momento, nos hemos introducido en él apoyándonos en la lectura de textos que nos han permitido

entender su realidad desde una perspectiva más amplia. A pesar de tener la profunda sensación de no conocer prácticamente ningún aspecto de este barrio —debido a la

infinitud de situaciones que comprende y a su complejidad—, considero que hemos

aprendido mucho sobre esta pequeña barriada. Realmente, el conocimiento que tengo hoy me permite poder entender, como arquitecta, diversas cuestiones que definen lo que es

Virgen del Remedio en la actualidad.

Virgen del Remedio es un barrio situado en la Zona Norte de la ciudad de Alicante junto con otros seis suburbios: Colonia Requena, Virgen del Carmen, Juan XXIII 2º Sector,

Cuatrocientas Viviendas y Sidi-Ifni Nou Alacant. La denominación “Zona Norte”, además de manifestar la ubicación geográfica de los mismos, surge de la necesidad por referirse a una serie de barrios que comparten unas características similares: “fuerte índice de

desempleo”, “débil tasa de actividad económica”, “alto nivel de pobreza y exclusión”,

“necesidad de reconversión resultante de dificultades económicas y sociales”, “elevado

número de inmigrantes y minorías étnicas”, “bajo nivel educativo, importante déficit de cualificaciones y elevado índice de abandono escolar”, “nivel elevado de criminalidad y

delincuencia”, “tendencias demográficas precarias” y “degradación medioambiental de la zona”. (Ayuntamiento de Alicante, 2008)

Los vecinos de Virgen del Remedio, en realidad, subsisten en una de las muchas realidades que hay repartidas (en forma de guetos) por todo el mundo. Por lo que este barrio

simplemente ha permitido que tenga en cuenta una realidad a la que muchas personas

están sometidas. Todos estos meses de exploración me han llevado a reflexionar sobre la

opresión a la que los habitantes de un gueto están sujetos. Lo que la investigación subraya es, entre otras cosas, la gran escala que comprende esta subyugación: desde la opresión en

forma de urbanismo, hasta la que toca lo más íntimo de una persona. Y es este aspecto del que parte el ensayo que aquí se presenta.


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Hannah Arendt, en su libro La libertad de ser libres (2018), habla de cómo las revoluciones surgen con motivo de “liberar a los que se hallaban coartados por la opresión política” y

“por las meras necesidades de vida” (Arendt, 2018, p. 14). Es, entonces, la libertad de “les malhereux, los desgraciados” el objetivo que se plantea y la revolución el modo.

“Una de las principales consecuencias de la revolución en Francia consistió en que, por primera vez en la historia, el peuple salió a la calle y se hizo visible. Cuando sucedió

aquello, se descubrió que no únicamente la libertad, sino también la autonomía para ser libres, había sido desde siempre el privilegio de unos pocos” (Arendt, 2018, p. 14)

A pesar de que la Revolución Francesa terminara en desastre, supuso un punto de

inflexión en la historia de Francia debido a la importancia de que el peuple se visibilizara.

Este hecho tuvo una gran repercusión puesto que, según Arendt, “allí donde los hombres viven en unas condiciones verdaderamente miserables, tal pasión por la libertad es algo

desconocido” (Arendt, 2018, p. 13). Este acontecimiento puso de relieve la significación de que existía un grupo considerable de personas que no estaba siendo considerado a la hora de plantear aspectos políticos y sociales.

Desde la llegada del capitalismo (y, con este, del poder que tiene el capital como productor del mundo en el que vivimos), ha existido una intención por estructurar el terreno en

función del dinero que poseen las personas. El poder sobre el pueblo (el peuple, la clase

obrera) imposibilita la liberación (y, por consiguiente, la libertad) de las personas que

están sometidos a él. Como sostiene la Internacional Situacionista (IS), en su libro

Urbanismo situacionista (2006): “no vivimos en un barrio de una ciudad, sino en el poder. Vivimos en algún lugar de la jerarquía”. (Ivain, Kotany & Vaneigem, 2006, p. 25). Sin embargo, que el pueblo se diera cuenta de esta opresión y la Revolución Francesa

permitiera visibilizarlo, “liberó a los pobres de la oscuridad y de la invisibilidad” y puso de relieve que “todos los hombres han sido creados iguales” y que, según Arendt, como

Robespierre dijo, “la revolución marca la grandeza del hombre frente a la pequeñez de los grandes” (Arendt, 2018, p. 15).

Surge, entonces, la importancia que tiene el pueblo como generador de cambios. Y es que,

según Hannah Arendt, ser libre y empezar algo nuevo “es lo mismo” (Arendt, 2018, p. 19).

Teniendo en cuenta que el significado original de revolución es restauración, la revolución tiene como objetivo la restauración y el contenido de dicha restauración es la libertad. Es


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por esto por lo que la revolución es indispensable para que se produzca un cambio. Como decía la IS, “para la clase obrera no existe otra política eficaz que no sea la lucha revolucionaria” (Ivain, Kotany & Vaneigem, 2006, p. 10).

Desde la antropología, Henri Lefebvre, en su libro El derecho a la ciudad (2017), postula la necesidad social de “actividad creadora”. Esta necesidad, según el filósofo, exige una

“revolución cultural permanente”, que se genera a partir de adjudicar poder al pueblo. Y es que, sin la clase obrera “nada es posible” (Lefebvre, 2017, p. 134).

“No se supo entender lo que significa que ese pueblo oiga discutir abiertamente su

situación por primera vez y que sea invitado a participar en esa discusión, y no se supo

entender lo que significa que se lleve a ese pueblo a una capital que no ha visto nunca y se le diga: estas calles, estos edificios y estas plazas, todo es vuestro, vuestra propiedad y, en consecuencia, vuestro orgullo.” (Arendt, 2018, p. 7)

El hecho de conceder dominio al pueblo de lo que les rodea y que esto permita que gocen

de la libertad para realizar lo que consideren sugiere un mundo nuevo al que no estamos acostumbrados. Es, por tanto, y como también sostiene Lefebvre, indispensable que el

peuple actúe, desde la revolución como único modo posible para conseguir un cambio de

los sistemas establecidos políticos y sociales: “Solo el proletariado puede centrar su

actividad social y política en la realización de la sociedad urbana. Igualmente, solo él

puede renovar el sentido de la actividad productora y creadora, destruyendo la ideología de consumo.” (Lefebvre, 2017, p. 166)

Hannah Arendt define las revoluciones como “acontecimientos extraordinarios”

puntualizando que, lejos de ser excepcionales por utilizar la violencia para llevarlas a cabo,

quienes las ejecutan “no «toman el poder», sino que más bien recogen los pedazos del

mismo que yacen en las calles.” (Arendt, 2018, p. 11). De lo que se trata es de advertir esas

imperfecciones que tiene quien conserva el poder y que facilitan la restauración del

sistema. Citando a John Adams, Arendt pone de manifiesto la importancia de que los

habitantes constituyan por ley corporaciones u órganos, pues, refiriéndose a la historia de

Francia, fue en las asambleas donde se forjó en primera instancia el sentimiento del

pueblo, y este es un punto fundamental para comenzar una revolución.


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Esa necesidad de actuar como comunidad para conseguir resultados es mostrada también en el pensamiento situacionista: “Sea lo que sea lo que podamos llegar a ser

individualmente, el nuevo movimiento revolucionario no se hará sin tener en cuenta lo

que hemos buscado juntos” (Ivain, Kotany & Vaneigem, 2006, p. 99). Además, es desde la vida cotidiana, como dice la IS, desde donde tiene que producirse dicho cambio: “La participación y la creatividad de las gentes dependen de un proyecto colectivo que

concierne explícitamente a todos los aspectos de lo vivido. Es también el único camino para “cabrear al pueblo” haciendo aparecer el terrible contraste entre las posibles

construcciones de la vida y su miseria actual” (Ivain, Kotany & Vaneigem, 2006, p. 99) Hannah Arendt sostiene también la importancia de actuar desde el día a día para que

exista una efectividad en lo que se plantea. Pues, según ella, “las revoluciones parecen

triunfar siempre con una facilidad pasmosa en sus fases iniciales” (Arendt, 2018, p. 11), ya que “resulta relativamente fácil hacerse con el poder, pero infinitamente más difícil

conservarlo, como señalaría en cierta ocasión Lenin, que no es mal testigo en esta clase de cuestiones” (Arendt, 2018, p. 20). De hecho, la autora sostiene que el mero hecho de tener capacidad para actuar y hablar (siendo la segunda, lo mismo que la primera) hace de

nosotros seres políticos. Pues “actuar ha significado siempre poner en movimiento lo que no existía antes”, lo que refiere, ni más ni menos, a producir un cambio, a implantar esa

restauración que tiene como definición la propia revolución. Es, entonces, desde aspectos meramente ordinarios, donde surge la política.

La importancia de construir un día a día que sea generador de cambio es defendida tanto

por Hannah Arendt como por el movimiento situacionista. Sin embargo, a pesar de que ese cambio sea consecuencia de acciones llevadas a cabo por el pueblo desde la cotidianeidad,

según Arendt, “los derechos y la libertad del pueblo consisten en contar con el gobierno de unas leyes en virtud de las cuales su vida y sus bienes puedan ser ante todo suyos; no consisten desde luego en participar en el Gobierno, pues esto no es algo que le pertenezca”. (Arendt, 2018, p. 16)

Por tanto, lo que propone Arendt es una revolución llevada a cabo por el peuple que

produzca un cambio en la realidad actual —pues esta es solamente símbolo de pobreza y

miseria— y cuyo objetivo es “la igualdad de los hombres”. Además, la autora sostiene que,

una vez se haya conseguido una restauración del sistema, donde cada persona forme parte de una vida digna, esta debe mantenerse. Asimismo, debe formarse un nuevo Gobierno que esté fundamentado en sus bases y que sea responsable esa nueva realidad.


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BIBLIOGRAFÍA Arendt, H., (2018). La libertad de ser libres [ePub r1.0]. Duard. Lefebvre, H., (2017). El derecho a la ciudad. Madrid: Capitán Swing. AA VV (1976). Panfletos y escritos de la Internacional Situacionista. Madrid: Editorial Fundamentos.

Ivain, G., Kotany, A., & Vaneigem, R. (2006). Urbanismo situacionista (p. 20). Barcelona: Gustavo Gili. Servicio de Coordinación de Proyectos, (2008). Plan Integral de Recuperación Barrios Zona Norte Alicante. Recuperado de

https://www.alicante.es/sites/default/files/documentos/documentos/plan-integralrecuperacion-barrios-zona-norte/plan-integral-norte.pdf


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