Garibaldi en salto 170 aniversario

Page 1

Cr贸nicas de un SALTO desconocido Aporte para un Turismo, Cultural, Hist贸rico y Patrimonial

Giuseppe Garibaldi, el H茅roe de dos Mundos

Cr贸nicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

-1-


Cr贸nicas de un SALTO desconocido

Monumento a la Batalla de San Antonio, obra del Arquitecto Giovanni Veltroni

-2-

Cr贸nicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Crónicas de un SALTO desconocido Aporte para un Turismo, Cultural, Histórico y Patrimonial Emotivo Homenaje

al “Héroe de dos mundos” en el 170 aniversario de la Batalla de San Antonio RECUERDOS DE SU ACTUACIÓN EN SALTO Por Alberto J. Eguiluz

Finalizaba el año 1845 cuando se supo que una división destacada de la escuadrilla nacional, salida de Montevideo remontaba el río, en operaciones de guerra, bajo el mando del coronel José Garibaldi, por tal época comandante general de las fuerzas navales de la Defensa. El general A. Díaz, comandante militar de Paysandú, informó de la novedad al coronel. Manuel Lavalleja, jefe de la plaza salteña, recomendándole, asimismo, las precauciones que debía tomar, insistiendo para que en caso de retirada destruyera las obras de defensa que pudieran, servir al enemigo. La escuadrilla de José Garibaldi llega al puerto del Salto con las últimas luces del día 2 de Octubre de 1845, y al día siguiente tomó posesión, sin lucha del pueblo, que Manuel Lavalleja abandonó en la noche anterior. Contra las expresas recomendaciones de A. Díaz, Manuel Lavalleja dejó casi intactas las obras de defensa que supo aprovechar Garibaldi, completándolas con la construcción de un reducto en la plaza Treinta y Tres, donde fueron ubicadas una colisa giratoria de 24 y cuatro pequeñas piezas montadas en tren volante. Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

-3-


Crónicas de un SALTO desconocido "La batería, dice un documento de la época, se situó en la bocacalle de la casa del salvaje Carballo, con la de Sorrosqueta (Uruguay y Florencio Sánchez en la actualidad) y seguía la calle Real hasta el café de Baldraco. En lo de Claverie había un cantón; en lo de Morel otro y en lo de Goyeneche cortaron la calle con un cerco de ladrillos. Manuel Lavalleja que al dejar inopinadamente el pueblo, había llevado consigo - de agrado o a la fuerza - a muchas familias pacíficas, estableció un campamento en la margen izquierda del arroyo Itapeby, cerca del paso que llaman del Potrero. Garibaldi, a quien la presencia de un enemigo tan cercano obligaba a estar en permanente vigilancia, determinó desalojarlo de su campo. Con refuerzo apropiado de caballerías criollas, dejó la plaza con todo sigilo, cayendo luego sobre el desprevenido Lavalleja que abandonó en derrota sus posiciones. Aunque sin mayor trascendencia como hecho militar, el combate de Itapeby tiene para la historia local alguna importancia por las víctimas que ocasionó entre personas avecindadas en el pueblo, que llevadas o voluntariamente guarecidas en el campamento, fueron muertas de bala al querer ganar los montes, en la confusión de la derrota. Dos personas muy respetables, los hermanos Eugenio y Mariano González, perecieron de tan triste suerte. Apresó Garibaldi un importante bagaje al enemigo y regresó al pueblo, donde el 6 de Diciembre de 1845, el general.argentino Urquiza, teñido con la sangre de los prisioneros orientales inmolados en India Muerta vino a ponerle cerco, al frente de un ejército de las tres armas, embriagado con recientes victorias. Los jefes sitiados revelaron sus propósitos de resistencia en estos términos: "Orden del día -Salto, Diciembre 6 de 1845 - Con esta fecha los señores coroneles don José Garibaldi, Jefe de la Escuadra Nacional, y el de los Departamentos del Norte de Río Negro, Bernardino Báez, hacen -4-

Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Crónicas de un SALTO desconocido saber a sus compañeros y al pueblo, que los buques estacionados en este puerto se hacen retirar de él porque están ciertos de que cada uno sostendrá su puesto con el valor que los enemigos jamás imitarán: en la inteligencia que el que no lo hiciere será fusilado por la espalda, como traidor a la Patria; lo que se comunica para conocimiento de todos, ¡ Viva la República ! ¡Viva Su Gobierno! ¡Mueran los opresores José.Garibaldi - Bernardino Báez Las líneas defensivas se reforzaron y completaron. El general Garibaldi, apurado en esos momentos, dice Ferrando llegó a saber que yo tenía, a una cuadra de la batería., un depósito de 2.000 fanegas de sal, en bolsas, y me ordenó hiciera entrega de ellas para formar el parapeto; todos sin excepción cargaban bolsas al hombro y en menos de dos horas ya todo quedó terminado pese a sus promesas e intenciones no tuvo ánimo Urquiza para llevar el ataque Tomarlo por asalto, oficiaba el entrerriano, no me costaría menos de 500 hombres, Se optó por un cerco estrecho (subrayado con cañonazos espaciados), durante el cual la guarnición sufría rigor de hambre por haber perdido los corrales de ganado. (1) En la antigua Casa de Llovet, Plaza Treinta y Tres, costado, Sudoeste, se conserva un barrote de la reja de una ventana, torcido por un proyectil de los Cañones de Urquiza. Esa Ventana Correspondía a la habitación de Anzani, segundo Jefe de Garibaldi.

El Gral. Urquiza intenta la Toma del Salto Dieciocho días más tarde, Urquiza fue pasar el río encima de Salto, pero no en las barcas de la escuadrilla nacional como lo había prometido. Poco después su ejército repasaba el río en tres fuertes columnas, una por el Hervidero, otra por el Salto Grande .y otra por la isla del Herrero, situada al Sur de Constitución. Sólo dos divisiones de caballería, al mando de los oficiales superiores Lamas. y Vergara, quedaron para mantener él asedio, Vergara tomó la dirección de este. El 9 de Enero de 1846 Las fuerzas sitiadas hicieron una salida y lo sorprendieron y derrotaron cerca del Paso de las Piedras del Daymán. Sus dispersos llegaron hasta Paysandú. La defensa no se descuidaba un instante. "Mi cama es la plataforma de nuestra batería", escribía Garibaldi a su mujer Anita, en los mismos días. Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

-5-


Crónicas de un SALTO desconocido Imperiosas necesidades de sustento, exigían extender el radio de la plaza, y se unía a esto el interés de proteger la entrada del refuerzo que constituía la división del general Anacleto Medina, cuyo arribo día a día se venía anunciando.

La Batalla de San Antonio. Garibaldi dispuso una salida que se efectuó de inmediato. La expedición formada con 180 legionarios italianos y 100 soldados de caballería, fue atacada a corta distancia de las fortificaciones, por una división de 1.000 jinetes y 230 infantes del batallón de Patricios mandados por el comandante argentino Cesáreo Domínguez. El general Servando Gómez era el jefe superior de estas fuerzas. La caballería de Báez, que acompañaba al futuro general de la República Romana, no se sostuvo en el campo, Y los legionarios unidos a unos veinte jinetes criollos desmontados, debieron parapetarse en la tapera llamada de Don Venancio y en los escombros de unas piletas de salar cueros, para resistir las repetidas cargas del enemigo. Destinados a sucumbir al número y al cansancio, pese a su admirable bravura, Garibaldi dispuso la retirada, la que se efectuó en perfecto orden, durante la noche, llevándose todos los heridos. Garibaldi buscó la protección del monte que bordea el arroyo de San Antonio, se internó luego en la frondosa ribera del Uruguay, confluente de dicho arroyo, y por ésta hizo camino al Salto, a donde llegó sin mayores contratiempos.

La batalla de San Antonio (8 de Febrero de 1846) le costaba 30 hombres muertos. Los heridos distribuidos en las casas de familia, algunas de las cuales albergaron hasta siete, fueron objeto de generosos cuidados, y Garibaldi tuvo un recuerdo perdurable de esta solicitud para con sus queridos legionarios. En sus memorias autobiográficas, redactadas cuando la inmortalidad - que trae olvidos había tocado ya su leonina cabeza rubia, escribía: "Pobre pueblo del Salto, cuánto has sufrido en las variadas suertes de la guerra, yo te recordaré siempre con profunda gratitud. -6-

Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Crónicas de un SALTO desconocido Poco después del combate de San Antonio, el general Anacleto Medina llegaba en auxilio de la plaza, temporariamente librada de enemigos, y a fines del mismo año 46, Garibaldi regresó a Montevideo, abandonando para siempre estas tierras salteñas que su actuación había ilustrado para las épocas.

Servando Gómez y la Toma del Salto La revancha de San Antonio no estaba lejana. Faltaban pocos días para el primer aniversario cuando en la Plaza, ocupada hasta entonces por fuerzas del Gobierno defensor de Montevideo se sintió la proximidad de las fuerzas oribistas, compuestas de soldados orientales y argentinos, mandados por el coronel Servando Gómez. El 6 de Enero de 1847, tuvo lugar un primer choque entre las guardias avanzadas de la plaza y la extrema vanguardia de los atacantes, que formaban unos 225 tiradores bajo las órdenes del teniente coronel Gregorio Vergara. Las guardias de la plaza cedieron el terreno, retirándose hacia el pueblo y dejando en poder del enemigo una parte de sus caballadas. El grueso del ejército de Gómez, que estaba acampado en el Daymán, se acercó al Salto, disponiéndose luego el asalto en tres columnas. La de la derecha, que atacó por el lado del cerro obedecía al coronel Diego Lamas y tenía dos piezas de artillería de a 4. El coronel Nicolás Granada comandaba la izquierda, que tenía dos cañones idénticos a los anteriores y trajo, el ataque por la orilla del Ceibal. Formaban en esta columna, 20 tiradores de la Escolta Libertad y 22 del Regimiento 1º, a las órdenes del teniente coronel Lúcas Píriz. Se reservó Gómez el mando del centro, que atacó por la parte del Este. Su artillería la componían 4 cañones de 9, 6 y 4, que comandaba, en batería, el comandante Joaquín Teodoro Egaña. Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

-7-


Crónicas de un SALTO desconocido El jefe de la guarnición, era el valiente coronel Luciano Blanco, pero los elementos de pelea de que disponía en hombres y en pertrechos, no correspondían ni a sus méritos ni a la fuerza del enemigo. Las tropas de la plaza, en efecto, estaban trabajadas por la anarquía y recientemente había sido necesario aprehender al oficial José Mundell, voluntario inglés de carácter díscolo. La presencia del enemigo reunió, no obstante, a todos en un solo haz, compuesto de unos 500 hombres, entre los cuales numerosos vecinos, que, por voluntad o por fuerza, tomaron las armas. (1) José Ferrando. hermano del cronista don Manuel, que hemos citado otras veces, murió el primer día del ataque, de un balazo en la cabeza, recibido en uno de los cantones de la plaza.

Garibaldi en la época de su regreso a Italia procedente del Uruguay, según el retrato litografiado de Gallino de 1949.

A las 4 de la mañana del día 8, los oribistas estaban a tiro de fusil de la plaza cuya primera línea de defensa la constituían 6 cantones sobre las azoteas más dominantes.

La segunda, y la verdadera línea defensiva, la formaba el cuadro de la plaza 33, que conservaba todavía como punto de apoyo la fortaleza construida por Garibaldi en el ángulo Noreste que ahora constituía, según el parte de Servando Gómez, un parapeto, su forma la de un reducto cuadrado con dos piezas de artillería de a 4", en cuyo centro se elevaba "un reducto semicircular de cuatro toesas de altura con 6 piezas de artillería de los calibres 16, 12, 10 y 6". Del lado Sur de la trinchera inferior arrancaba una "parapetada" que cubría todo el frente Este de la plaza. -8-

Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Crónicas de un SALTO desconocido El sentimiento de resistir era francamente manifiesto en el Coronel Blanco: un parlamentario que se presentó a las 5 de la mañana fue recibido a balazos. El combate se inició en seguida con encarnizado afán, más para desdicha de los defensores el coronel Blanco cayó muerto al pie de un cañón a las 8. Tomó el mando el mayor Mariano Ereina y se sostuvo aunque con desventajas hasta mitad de la tarde hora en que también lo mataron. Un consejo de oficiales designó para sucederlo al comandante José Antonio Reyes, quien según testimonio del testigo Manuel Ferrando, no cesó de recorrer las líneas infundiendo ánimo a sus subalternos. No obstante, al caer la noche, la defensa estaba reducida a las trincheras, bastante maltrechas de la plaza vieja

Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

-9-


Crónicas de un SALTO desconocido Ataque a las Embarcaciones

Una fuerza enemiga, se había corrido por la costa hacia el puerto para rodear completamente a la guarnición y evitar que fugase en los barcos "Sosa" y "Resistencia", y algunos de menor cuantía que estaban al ancla. A media noche se desencadenó un furioso pampero y, envueltos en un torbellino de humo y tierra, los defensores evacuaron la población, en la madrugada, refugiándose en la escuadrilla. Pero, ese mismo vendaval que contribuyó a facilitar la salida, vino pronto a ser fatal para los buques, impidiéndoles marchar por el río, aguas abajo. Servando Gómez entró al Salto por la mañana y la escuadrilla estaba sólo a .dos kilómetros del puerto. Lúcas Píriz con un escuadrón de tiradores y una pieza de artillería manejada por el teniente Mamerto .Garay fue enviado a la altura donde actualmente está "La Conserva", .y echó a pique a cañonazos al pailebot - 10 -

Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Crónicas de un SALTO desconocido "Sosa", una parte de cuya tripulación se refugió - a nado o en botes - en la costa entrerriana, donde la gente de Urquiza la hizo prisionera, Los heridos - militares y paisanos – así como algunas familias inermes perecieron todos en el barco. La goleta "Resistencia" embicó también en la costa y sus tripulantes quedaron en manos del enemigo. Sólo pudo adelantarse al desastre una pequeña balandra, cuyos ocupantes buscaron salvación tomando la costa oriental para ganar el pueblo de Paysandú caminando por entre el monte del Uruguay. Perseguidos por partidas de los vencedores, fueron alcanzados entre los arroyos Guaviyú y Chapicuy, y casi todos 30 fueron muertos; 8 cayeron prisioneros y los restantes, - que atravesaron a nado el torrentoso río, vinieron a parar a manos de la gente despiadada de Urquiza. Quedaron prisioneros de los vencedores, los jefes comandantes J. M. Reyes, Francisco Caraballo, Luis Larrobla, Aldama y los oficiales Alemán, Romero, Obando y unos 84 individuos de tropa, de los cuales 24 heridos. El comandante del, ”Sosa”, Napoleón y el del “Resistencia”, Fonrouge fueron tomados en Entre Ríos, y en el grupo que huía para Paysandú, cayó el después general Fausto Aguilar "el indio Fausto", según lo mencionan simplemente los partes de la época. El vencedor Servando Gómez, aseveró haber hecho su siguiente botín: 12 cañones, 282 fusiles, 183 carabinas, 305 lanzas, 67 pistolas, 82 sables, pero consta asimismo que mucho de este material, así como la mayoría de las municiones, estaban inutilizados. El número de muertos fue grande y se quemaron los cadáveres según aseveran las "Memorias", de Ferrando.

El pueblo fue entregado al saqueo, que comenzó el día 9 Vino finalmente la paz de Octubre de 1852, firmada por el triunfo de los aliados en Monte Caseros, que puso término a tan espantosos hechos. Del cálculo aproximado de las fortunas que existían en el año 1842 (dicen los apuntes de Serrano aceptados por la Junta) resulta que se perdieron en la Guerra Grande 4 millones de pesos, pues sólo en los treinta establecimientos que están entre Daymán y Arapey y al Este a la distancia mayor de veinte leguas, había más de doscientas mil cabezas Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

- 11 -


Cr贸nicas de un SALTO desconocido de ganado vacuno, sin contar las caballadas, yeguadas, ovejas criollas y merinas que pose铆an en proporci贸n de sus haciendas estos individuos.

- 12 -

Cr贸nicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Cr贸nicas de un SALTO desconocido Aporte para un Turismo, Cultural, Hist贸rico y Patrimonial

Giuseppe Garibaldi H茅roe de dos Mundos Cr贸nicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

- 13 -


Crónicas de un SALTO desconocido Aporte para un Turismo, Cultural, Histórico y Patrimonial Emotivo Homenaje

al “Héroe de dos mundos” en el 170 aniversario de la “Batalla de San Antonio” RECUERDOS DE SU ACTUACIÓN EN SALTO Por Alberto J. Eguiluz

Homenaje de las colectividades: Lombardos, Ligures, Toscanos, Sociedad Italiana, Partido Colorado e Intendencia Municipal de Salto, al cumplirse los 200 años del nacimiento de Giuseppe Garibaldi, nacido el 4 de Julio de 1807 en la ciudad de Niza. Salto lo homenajeo en el monumento que lleva su nombre Episodios Interesantes Tan sobresaliente, valerosa y meritoria ha sido la actuación del general José Garibaldi en nuestro país que hemos querido también nosotros asociarnos a esa ofrenda de admiración, justicia y gratitud que le dedican todos los amantes de la causa de la libertad, y para no incurrir en - 14 -

Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Crónicas de un SALTO desconocido repeticiones, dado lo mucho que se ha escrito sobre la personalidad de Garibaldi, y ofrecer en cambio una lectura interesante, decidimos reproducir, por su sabor local, especialmente, la narración que de la acción de San Antonio, librada a pocas cuadras de esta ciudad, escribió el mismo héroe que se encuentra inserta en sus “Memorias”. Después de relatar su arriesgada expedición al Uruguay, dice Garibaldi: Entretanto, el coronel Báez venia desde Brasil con doscientos soldados de caballería. El general Anacleto Medina reclutaba gente y le esperábamos de un momento a otro. Con efecto el 7 de febrero de 1846, recibí un mensaje suyo en el que me anunciaba que al día siguiente se hallaría en las alturas del Itapeví con quinientos jinetes. Me pedía noticias del enemigo, y algún socorro en caso de ataque. Su mensajero le llevó aviso de que el 8 de febrero estaría pronto con fuerzas suficientes para proteger su entrada en el pueblo por las alturas del Itapebí; y en cumplimiento de mi aviso, a cosa de las nueve de la mañana, salí con ciento cincuenta legionarios y doscientos jinetes. Costeando el Uruguay fuimos a las Taperas del San Antonio, tres leguas poco más o menos del Salto y flanqueados por cuatrocientos enemigos, pertenecientes al cuerpo del general Servando Gómez, únicas fuerzas que en aquellos momentos se encontraban de observación ante el Salto, tomó nuestra infantería posición bajo una tapera. Una tapera es un techo de paja sostenido por cuatro vigas, el cual no nos ofrecía más ventaja que el de librarnos de los ardientes rayos del sol. La caballería, mandada por el coronel Báez y el mayor Carballo, se extendía hasta el Itapebí. Anzani había quedado defendiendo el Salto, con treinta o cuarenta soldados enfermos. Él, por su parte, también sufría un acerbo dolor en una pierna. Doce hombres guardaban la Batería. Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

- 15 -


Crónicas de un SALTO desconocido A las once y media de la mañana vi avanzar desde las llanuras del Itapebí, hacia las alturas en que yo me encontraba un número considerable de jinetes enemigos. Cada cual llevaba en las ancas de su caballo un soldado de infantería. Con efecto, a poca distancia de las alturas en que yo estaba, se apearon de los caballos los infantes y se organizaron para venir a nuestro encuentro.

Plano de la Batalla de San Antonio

Plano del combate de en los campos de San Antonio en el Salto, por 250 hombres defensores de la República al mando de los coroneles Garibaldi y Báez, contra 1500 enemigos mandados por Servando Gómez. Dedicado a la Legión Italiana. Este plano ha sido levantado sobre el mismo campo de batalla por un testigo ocular

Nuestra caballería comenzó inmediatamente a disparar contra el enemigo, pero como las fuerzas de este no eran superiores, cargaron sobre ella y la pusieron a fuga. Huyendo, vino a guarecerse en nuestra tapera, hasta donde llegaban ya las balas enemigas. Comprendiendo yo entonces que la verdadera resistencia sería la que opusieran mis bravos legionarios, y que donde ellos estuvieran tendría lugar el combate, me lancé a buscar a nuestros contrarios; pero al llegar a - 16 -

Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Crónicas de un SALTO desconocido las primeras filas, en medio del fuego sentí de repente que flaqueaban los cuartos de mi caballo, y cayó haciéndome sufrir su misma suerte. Al caer, lo primero que pensé fue que al verme en el suelo los míos iban a figurarse que había sido muerto, y esta creencia podía introducir el desorden entre ellos. Para evitar el mal, tuve bastante presencia del ánimo, cogí de mis pistoleras una pistola, y al levantarme instantáneamente la disparé en el aire para darles a conocer que estaba sano y salvo. Así es que apenas me vieron caer cuando yo estaba de pie y en medio de ellos. Sin embargo el enemigo avanzó, fuerte siempre con sus mil doscientos jinetes y sus trescientos infantes. Abandonados nosotros por nuestra caballería, quedamos reducidos al número de ciento noventa hombres entre todos. Me faltaba tiempo para dirigirles un discurso, y como por otra parte, no han sido nunca de mi agrado esa clase de alocuciones, levanté mi vos y no les dije más que estas palabras:”Los enemigos son numerosos nosotros pocos; tanto mejor, cuanto menos seamos más glorioso será el combate. Calma, no hagamos fuego mas que en un caso desesperado y carguemos la bayoneta”. Estas palabras iban dirigidas a hombres en los cuales hacia cada una el efecto de una chispa eléctrica. Por otra parte, cualquiera determinación nos hubiera sido muy funesta en semejante caso. A una milla poco más o menos del sitio en que nos encontrábamos, teníamos a nuestra derecha el Uruguay con espesos bosques, pero una retirada, en aquella situación, hubiera sido la señal de nuestra total pérdida. Yo así lo comprendí: verdad es que tampoco traté de llevarla a cabo.

La batalla de San Antonio interpretada por el notable dibujante italiano Eduardo Matania. Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

- 17 -


Crónicas de un SALTO desconocido Cuando la columna enemiga se halló a sesenta pasos de nosotros, nos hizo una descarga que nos causó muchas bajas, pero los nuestros la contestaron con otra mucho mas desastrosa, tanto más cuanto nuestros fusiles estaban cargados no solo con balas, sino también con postas. El comandante de la infantería enemiga cayó en tierra, herido de muerte. Las filas se deshicieron, y al frente de mis bravos, con un fusil en la mano, los arrastré a dar una carga a fondo. La dimos muy a tiempo: la caballería llegaba ya a tocar nuestros flancos y nuestras espaldas.

La lucha fue terrible. Algunos soldados de la infantería enemiga debieron solo la salvación a su precipitada fuga; gracias a esto, puede hacer frente a la caballería. Nuestros hombres se volvieron hacia ellos como si cada uno hubiese recibido la orden de ejecutar esta maniobra. Todos combatieron como colosos: lo mismo los oficiales que los soldados. Algunos jinetes conducidos por un bravo oficial llamado Vega, avergonzados por la fuga de Báez y de sus soldados que nos dejaron solos, volvieron brida, queriendo mejor venir a sufrir nuestra suerte que continuar su cobarde retirada. Nosotros los vimos de pronto pasar por delante del enemigo y colocarse a nuestro lado. Mucho valor necesitaron para hacer lo que hicieron, yo lo aseguro; y la carga que practicaron al reunirse a nosotros nos sirvió de mucho en aquellos críticos momentos. Ellos separaron y trastornaron a nuestros contrarios, de los cuales una parte se dirigió en persecución de los fugitivos. Cuando hicimos la segunda descarga, al ver la caballería destruida su infantería y 25 o 30 de los suyos en tierra muertos por nuestro fuego, practicó un movimiento de retirada e hizo apearse a casi seiscientos hombres que, armándose de carabinas, nos envolvieron por todos lados. A nuestro alrededor teníamos una gran porción de terreno cubierto con los cadáveres de los soldados y de los caballos, tanto enemigos como nuestros. Podría referir en particular innumerables hechos de bravura, pero bastará que diga que todos combatieron como nuestros antiguos héroes del Tasso y del Ariosto, y que muchos estaban llenos de heridas de todas clases, de balazos, de cuchilladas, de lanzadas. - 18 -

Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Crónicas de un SALTO desconocido Un trompeta, joven de quince años, a quiénes nosotros llamábamos el Rojo y que nos animaba durante el combate con su clarín, fue herido de un lanzazo. Arrojar la trompeta, coger un cuchillo y lanzarse sobre el soldado que le había herido, fue obra de un instante pero expiró al matarlo. Después del combate fueron hallados los dos cadáveres agarrados el uno al otro: el trompeta estaba cubierto de heridas; el jinete tenía en un muslo la profunda señal de una mordedura que le había hecho su enemigo. También por parte de nuestros adversarios hubo actos de prodigio cuando uno de los que bajo el cobertizo alrededor del cual estábamos agrupado era por lo menos un abrigo contra el sol, cogió un tizón con llamas y hecho al galope su caballo, pasó por medio de nosotros y al pasar arrojó el ascua sobre el techo de paja. El tizón calló en el suelo, sin llenar el deseo del soldado; pero no por esto dejó este de practicar una acción temeraria. Mis soldados iban a descargar sobre él, pero yo lo impedí. Es necesario respetar a los valientes, les grité: ellos son de nuestra raza. Ninguno le hizo fuego. Parecía milagroso el ver como todo aquellos bravos me obedecían. Una palabra mía volvía las fuerzas a los heridos, el valor a los tímidos y doblaban el valor de los más fuertes. Cuando vi al enemigo diezmado por nuestro fuego, fatigados por nuestra resistencia, encontré entonces fue, y sólo entonces cuando yo hablé de retirada; pero diciendo, no “ retiremos”, sino “al retirarnos no dejaremos ni un solo herido en el campo de batalla”. No… no… gritaron todas las voces. Además, heridos lo estábamos todos. Cuando yo vi toda mi gente en calma y bien asegurada, di con la seguridad la orden de hacer la retirada batiéndonos. Por fortuna yo no tenía ni un solo rasguño, y gracias a esto pude hallar en todas partes, y hacer arrepentirse de su temeridad a los que se acercaban a nosotros. Los pocos que se hallaban sanos de entre los nuestros, cantaban himnos patrióticos, a los que respondían en coro los heridos. El enemigo no comprendía nada. Lo que más nos hacía sufrir era la falta de agua: unos arrancaban raíces y las machacaban, otros chupaban balas de plomo, algunos bebieron sus orines. Afortunadamente vino la noche, y con ella un poco de fresco. Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

- 19 -


Crónicas de un SALTO desconocido Hice formar en columnas a mis soldados, coloqué en medio a los heridos y solo dos que fueron imposible de transportar, quedaron en el campo de batalla. Les encargué muy eficazmente que no se separaran los unos de los otros, y que se retiraran en dirección a un pequeño bosque, del que se apoderó antes que nosotros el enemigo; pero logramos arrojarlos de él. Después de esto mandé a exploradores, los que tornaron diciéndome que nuestros adversarios habían casi todos echado pie a tierra y dejado pacer los caballos. Sin duda estaban persuadidos de que el hambre y la falta de municiones nos habían obligado a hacer alto; pero se equivocaban, porque no sentíamos hambre, y en cuanto a las municiones habíamos hallado sobre los cadáveres de nuestros enemigos tantas como hubiéramos podido desear. Todavía nos quedaba lo más difícil por hacer; nuestro enemigo se había acampado entre nosotros y el Salto. Después de un reposo de una hora, durante el cual le hice creer que permaneceríamos toda la noche donde nos hallábamos, di orden a mis soldados de volver a formar en columna, y al paso de carga y la bayoneta en ristre, nos lanzamos como un torrente en medio de él. Las cornetas tocaron a botar sillas, pero antes de cada cual encontrase la suya, las bridas y el caballo, logramos atravesar su campamento. Nos dirigimos de nuevo hacia un bosquecito, y una vez escondidos allí, ordené que se acostaran boca abajo. Las trompetas del enemigo que venía hacia nosotros tocaban a paso de ataque. Le dejé aproximarse a cincuenta pasos del bosque, y entonces mandé hacer fuego, dando yo el ejemplo. Veinticinco o treinta hombres y otros tantos caballos cayeron; los demás volvieron a grupas y entraron en su campamento. Sólo entonces fue cuando dije a los míos: “Vamos, queridos hijos, creo que ha llegado el momento de ir a beber”. Y costeando siempre nuestro bosquecito, conduciendo a nuestros heridos, teniendo alguna distancia a los más encarnizados de nuestros enemigos que no querían abandonarnos, ganamos la orilla de la ría. Al entrar en el pueblo nos esperaba una gran emoción: Anzani lloraba de alegría. Me abrazó él primero y quiso abrazar a todos los míos.

- 20 -

Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Crónicas de un SALTO desconocido También él había sostenido un combate, atacado con su escasa gente por el enemigo, quién antes de atacarle le habían propuesto su rendición, diciéndoles que todos nosotros estábamos muertos o prisioneros. Pero Anzani le había respondido: “Los Italianos no se rinden: levantad presto el campo, o caigo como un rayo sobre vosotros. Mientras tenga a mi lado un solo compañero, combatiremos juntos: y cuando me halle solo, incendiaré los barriles de pólvora para que vosotros y yo muramos juntos”. Al oír esto el enemigo no insistió en pedirles que se rindieran, y se alejó. También mis hombres, que hallaron abundancia de todo en el Salto, dirigiéndose a mí, me dijeron: Tú nos has salvado una vez, pero Anzani nos ha salvado otra. Salto Uruguay 3 de julio de 1907, Diario La Prensa

Placa de mármol colocada en la Sociedad Italiana de Salto Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

- 21 -


Crónicas de un SALTO desconocido

LUCAS ROLIN EL HIJO SALTEÑO DE GIUSSEPPE GARIBALDI Tengo por bien sabida su tradición a través del cuádruple testimonio venido de muy diversas épocas. El recordado historiador Dr. José M. Fernández Saldaña, que la conoció en sus pagos allá en la mocedad, solía referirlo en veladas inolvidables. De plano surgía el raro gesto de su coterránea, inductora de la victoria garibaldina en los campos de San Antonio, un rayo de esperanza en los peores días de la Guerra Grande. Sin eximirse del risueño comentario, Fernández Saldaña, recreó la situación en una conferencia, celebrada particularmente por la colectividad peninsular. Otras noticias provienen de una antigua dama sanducera, Dionisio Marote de González, hija del Capitán Abelardo Marote, muerto en la toma de la ciudad, y nieta de nuestro prócer el general José Artigas. Nuestra contertulia, que poseía un rico venero evocativo de la Guerra del Paraguay por su esposo, el futuro general Víctor Eloy González, conoció y trató de cerca a doña Tránsito Lascano y a su hijo Lucas Rolín, habido de la fugaz unión con Garibaldi. Referencias nunca desmentidas de aquella señora que pasó el nonagenario. Otro mentor al caso, fue el laureado poeta criollo Juan Escayola, acucioso tradicionalista, que supo las andanzas de Doña Tránsito allá en la década del 90. Lo reiteraba seguido, afirmando que el etilismo consuetudinario del general Servando Gómez, apurado hasta el colmo por su amiga salteña, lo llevó al campo de batalla en la peor beodez. Más todavía. En connivencia y buenas migas con Garibaldi, le vendió la plaza a su ex amante, dándole exacta razón de los futuros movimientos militares, secreto que vino a condicionar la victoria. El hito final de la investigación, es un repositorio escrito, data del año 1906, y fue trabajo de Rafael Barreda, intelectual argentino que abordó con igual éxito tradición y literatura rioplatenses.

- 22 -

Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Crónicas de un SALTO desconocido Se deduce sin embargo, a través de una prosa mal hilada y peor urdida, que estando de paso por la ciudad litoraleña, conoció “allí una anciana, de cuya peregrina belleza quedaban huellas imborrables”. “Le fui agradable”, dice, “y en uno de sus momentos expansivos me contó la anécdota que ahí va. Se llamaba Tránsito Lascano y aun debe haber por aquellos pagos quien recuerde a la criolla que en la noche del 8 de febrero de 1846, salvó al que llamaron “el Héroe de ambos mundos”. Al canto vale el testimonio que escuchara el inequívoco relator en la corta estancia lugareña. Sin embargo el fraguado romántico no resiste un cotejo de números, como la fábula de una pócima narcotizada con la que sumió a Don Servando en el mejor de los sueños. La resistida creación, publicada en la revista porteña “Caras y Caretas”, el 10 de febrero de 1906, importa por el trascendente recuerdo del hecho, vivo en la memoria pública. Queda aparte la hojarasca sin rescate posible. Los pormenores de la batalla son conocidos. Garibaldi en posesión de Salto, luego de subir el Uruguay, salió a campaña con 500 hombres a fin de enfrentarse con el general Anacleto Medina, aunque sabían cierto que merodeaban las huestes del veterano Brigadier General Servando Gómez, con cerca de mil efectivos. En vísperas del combate, Doña Tránsito no hesitó en comunicarle a Garibaldi las intenciones de Gómez, sus fuerzas de caballería y el número de armas, así como la intención de tomar el pueblo sin ninguna clase de dilaciones. Con la posesión del secreto, varias botellas de Carlón dijeron el resto. Recordaba Escayola, por menciones de los contemporáneos, el lastimoso aspecto de Gómez al iniciarse la batalla. “Sostenido a duras penas sobre el caballo, la cincha arrastró los cojinillos, hasta que algunos soldados vinieron a ponerlo en orden”. El resto es notorio. Cuatro Compañías de la Legión italiana que totalizaban unas doscientos veinte plazas, con la caballería de Bernardino Báez y sus inmediatos Francisco Caraballo y Timoteo Domínguez, bravos oficiales, lucharon toda la tarde del 8 de febrero de 1846, próximos al Saladero de Vicente Medina. Pese a la superioridad de sus hombres, la suerte de Don Servando fue muy dura, abandonando sobre el campo de batalla un crecido número de muertos y heridos. La victoria local, inclinóse decididamente a favor de los expedicionarios, gracias a la inteligencia de Doña Tránsito. El conocimiento exacto de las fuerzas e intenciones del fogueado general, sucumbieron ante los ardides de una Dalila americana, alejada para siempre del hercúleo y pelirrojo capitán de la gesta patria. Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

- 23 -


Crónicas de un SALTO desconocido Nota de Augusto I. Schulkin Especial para “El Día” 22 de enero de 1984.

Giuseppe Garibaldi Mason, fue iniciado en Montevideo Giuseppe Garibaldi (1807 – 1882) fue iniciado Masón, en Montevideo, en agosto de 1844 en la Logia “Les Amis de la Patrie” dependiente de la Gran Logia de Francia, según Trazados que guarda la Gran Logia de la Masonería del Uruguay, en su Archivo Histórico. Cuando el Gran Oriente de Uruguay, obtiene su reconocimiento como potencia masónica regular el 17 de Julio de 1856 el “héroe de dos continentes” continúa relacionado con los Masones del Río de la Plata, que le reconocen su trayectoria en la Orden y le designan Miembro de Honor de su Logia Madre, tal como surge de los Cuadros Lógicos que se exhiben en el Palacio Masónico de Montevideo. Garibaldi nació en Niza, el 4 de Julio de 1807, hijo de marino, en su juventud siguió desde adolescente la vocación de su padre, realizando sus primeros viajes al Mar Negro. Se embarca en 1834, como segundo capitán en un barco que parte para Brasil y a su arribo pasa a servir en la “Revolución Farrouphila Republicana” de Río Grande del Sur, en la que están comprometidos varios exiliados italianos, como Livio Zambeccari, Rossetti y otros. Arriba a Montevideo en 1841 por tierra, arreando una tropa de ganado vacuno. Asume como Jefe de la marina de guerra del Gobierno de la Defensa. Organizó y fue Jefe de la Legión Italiana de Montevideo. Como tal emprende numerosas operaciones entre las cuales el 8 de Febrero de 1846, la Batalla de San Antonio en Salto.

- 24 -

Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Cr贸nicas de un SALTO desconocido

Monumento original a la Batalla de San Antonio, obra del Arquitecto Giovanni Veltroni

Cr贸nicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

- 25 -


Crónicas de un SALTO desconocido

Partes de la Batalla de SAN ANTONIO Antonio Díaz, en su excelente obra "Historia Militar y Política de las Repúblicas del Plata", refiriéndose al combate de San Antonio en el Salto Oriental, dice: “Muy erradas son las versiones que sobre este hecho de armas dominan hay tiempo la opinión pública, y que, ya sea por la propaganda política, ó por afecciones mas o menos interesadas, ha llegado á desnaturalizarse de tal manera, que los que han presenciado como nosotros ese hecho de armas, al oír hoy su relato, creerían que se trataba de un suceso distinto. El combate de San Antonio es y será una vergüenza para las armas del General Oribe, y una indisputable gloria para Garibaldi y para el Coronel Báez, quien fue también actor é infatigable adalid de aquella defensa, pues no fue otra cosa, como vamos á explicarlo, por medio de los documentos oficiales de la referencia de uno y otro partido – De ese modo se podrá abrir un juicio exacto sobre el echo, sin omitir por nuestra parte las apreciaciones á que dan lugar tales antecedentes.

Partes de la Batalla División de operaciones al Norte del Río Negro Exmo. Señor Brigadier General en Jefe del Ejército D. Anacleto Medina. Pongo en conocimiento de V.E. que ayer á las 12 del día marché, según se lo anunciaba en mi anterior, á posesionarme de las alturas de San Antonio, frente al paso de abajo, con el objeto de recibir á V.E. y hacer más fácil la incorporación, pues en mi última le instruía de nuestro estado, y del de los enemigos, así como de los puntos que estos ocupaban. Al efecto, invité para esta operación al señor coronel Garibaldi, quien, con el mismo gusto é interés de siempre, se puso á la cabeza de cuatro compañías de infantería; y marchamos, ocupando él la costa del Uruguay, y yo por la cuchilla con el escuadrón del comandante Caraballo, que constaba de 400 hombres. Los enemigos en número de 300, así que salimos, siguieron nuestro movimiento tomando nuestro flanco derecho, hasta que llegamos al lugar indicado. En él hicieron los enemigos varias escaramuzas, con el objeto, sin duda, de descubrir la fuerza nuestra que había marchado por la costa: pero nuestros tiradores le impidieron llenar sus intenciones. En estas circunstancias, y como á la una y media de la tarde, apareció - 26 -

Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Crónicas de un SALTO desconocido Servando Gómez, con una columna como de 900 hombres, á mas de los que ya teníamos al frente; y como era ya imposible hacer una retirada para el pueblo sin que los enemigos se apercibiesen, y juzgasen que era temor, resolvimos esperarlos en la tapera de D. Venancio. Esta posición no ofrecía mucha ventaja, pero era la que mas nos convenía. Servando hizo circunvalar con sus escuadrones de caballería la posición nuestra, y destinó 300 infantes á cargar los nuestros, que eran cien menos: el escuadrón del comandante Caraballo constaba de dos compañías; la primera de tiradores, y la segunda de lanceros. Su comandante había sido herido levemente momentos antes, y encargué de él al de igual clase D. Timoteo Domínguez; mandé que la primera compañía desmontase é hiciese fuego á la par de nuestros bravos legionarios; y yo con la de lanceros quedé á caballo, para acudir donde fuese necesario. Cuando la infantería enemiga cargó á la nuestra, cargaron también todos sus cuerpos de caballería, y entonces con la compañía de lanceros dimos carga á dos escuadrones que venían mas inmediato; y sin embargo que nos dieron la espalda y fueron lanceados, acudieron otros escuadrones, tomándonos los flancos: pero entre su cobardía y el valor de nuestros soldados había un espacio que supieron guardar, razón por la cual pudimos entrar al pueblo, sin mas pérdidas que la de 18 individuos, que la mayor parte rodaron en el escabrosisimo campo del tránsito. Entre estos 18 están incluso tres oficiales: pero puedo asegurar á V.E que la pérdida de ellos fue triplicada. Este acontecimiento me separó del punto donde el coronel Garibaldi continuaba haciendo prodigios de valor; mil veces le acometían por todos lados la infantería enemiga y toda la caballería; pero mil veces fueron rechazados, dejando en pilones sus cadáveres, sin perder de vista el recoger el armamento y las municiones de los enemigos que caían en gran número. Debo asegurar á V.E. que la pérdida de los enemigos no baja de doscientos hombres, entre estos un jefe y varios oficiales. Así continuó el coronel Garibaldi en la misma posición, hasta una hora después de anochecer, en la cual emprendió su atrevida y honrosa retirada, trayéndose todos sus heridos, muchas armas y municiones de los enemigos, la caja de guerra que ellos tenían; y dejó 30 individuos de tropa muertos, que existirán siempre en el corazón de sus compatriotas, como ejemplo de gloria y de valor. Los enemigos se empeñaron inútilmente en seguirlo hasta estas inmediaciones; pero inmutables continuaron su marcha hasta este pueblo, que les tributó elogios merecidos de tales vencedores. Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

- 27 -


Crónicas de un SALTO desconocido Al cerrar la presente quisiera tener expresiones con que recomendar á V.E. la conducta en general que los señores jefes, oficiales y tropa han observado en la gloriosa jornada de ayer, por la cual felicito, en la persona de V.E., á todos nuestros compatriotas. Dios guarde á V.E. muchos años. Bernardino Báez Salto, Febrero 10 de 1846 Salto, Febrero 10 de 1846. Exmo. Señor: El día 8 del corriente ha tenido lugar en los campos de San Antonio el mas terrible combate, entre la División de Servando Gómez fuerte de 1,200 hombres y 200 hombres de la Legión Italiana (salidos para sostener la entrada del señor General en Jefe) á los cuales se habían reunido unos 20 hombres de la División Báez entre oficiales y soldados. Dicho coronel y el señor General en Jefe, que tenemos el honor de tener con nosotros al frente de una fuerza respetable, entraron en este pueblo el día 9, é informarán detalladamente á V.E. del suceso. Lo que puedo asegurar es, que como todos mis oficiales, que se hallaron en la refriega, nunca nos honraremos tanto como de haber sido soldados de la Legión Italiana, el día 8, en los campos de San Antonio. La Legión tuvo 30 muertos y 53 heridos; el enemigo ha tenido sin duda, más pérdida, particularmente en su infantería, que fue completamente derrotada. Dios guarde á V.E. muchos años. José Garibaldi

Salto, Febrero 10 – 1846 Exmo. Sr. Ministro de Guerra y Marina D. Francisco Joaquín Muñoz. Tengo el honor de poner en conocimiento de V.E. que el día 6 del presente pisé suelo de mí patria, haciendo mi pasaje en el paso de las Vacas en el Uruguay, trayendo conmigo 220 hombres entre jefes, oficiales y tropa con que llegué á esta plaza el 10, donde estoy organizando la fuerza que pueda reunir para principiar de nuevo y rendir servicios á mi patria. Adjunto remito á V.E. el parte original que el Sr. coronel Báez me pasa del hecho de armas que tuvo lugar el 9 del presente, en el que el coronel Garibaldi y sus compañeros se han cubierto de inmensa gloria pues han rendido un servicio de un valor indefinido. - 28 -

Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Crónicas de un SALTO desconocido Recomiendo á la consideración de V.E. á los valientes de la guarnición de esta plaza, y en particular á los legionarios, á quien mi patria debe inmensos servicios, y nuestra gratitud debe ser eterna. Dios guarde á V.E. muchos años. Anacleto Medina A la Comisión de la Legión Italiana.

Salto, Febrero 10 de 1846 Hermanos: Anteayer tuvo lugar en los campos de San Antonio, como á legua y media de esta villa el más terrible y mas glorioso combate. Las cuatro compañías de la Legión y como 20 hombres de la caballería en protección de estas, no solo se sostuvieron contra 1.400 hombres de Servando Gómez, sino que destruyeron completamente la infantería enemiga, que nos cargó en número de 300, no siendo nosotros sino 200. El combate principió á medio día y dura hasta media noche; a los enemigos no les valió las cargas repetidas de sus masas de caballería, ni sus embestidas de los escuadrones desmontados que a pié nos asaltaban por todos los costados, con la única defensa de una tapera, donde no había sino algunos tirantillos de pié. Los Legionarios, repelieron los repetidos ataques del más encarnizado enemigo; yo y todos los oficiales, hemos hecho de soldados ese día. A Ansani, que quedó en el Salto, el enemigo le intimó la rendición de la plaza, á lo que contestó con la mecha en la mano y el pié en la Santa Bárbara de la batería, a pesar de que le habían hecho creer que todos habíamos sido muertos y prisioneros. Nuestra pérdida es de 30 muertos y 53 heridos. Todos los oficiales están heridos, menos el capitán Scarrones, teniente Sacarelo, y Traveso, pero todos levemente. Yo no daría mi nombre de Legionario Italiano por todo el globo lleno de oro... A media noche entramos en el Salto, haciendo frente al enemigo y repeliéndolo, que á pesar de su número, de 1,200 hombres, mostraba estar muy acobardado. J. Garibaldi ¡VIVAN LOS DEFENSORES DE LAS LEYES! ¡MUERAN LOS SALVAJES UNITARIOS! El General encargado del Norte del Río Negro. Daiman, Febrero 14 de 1846. Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

- 29 -


Crónicas de un SALTO desconocido Al Exmo. Sr. Presidente de la República General en Jefe del Ejército Unido Libertador de argentinos y orientales, Brigadier General D. Manuel Oribe. Con fecha 8 dirigí á V.E. mi primer parte, reservándome dar el segundo mas detalladamente, lo que no he podido hacer antes por hallarme ocupado en algunas operaciones militares de interés. Como anuncié á V.E. en mi primer parte, llegué hasta legua y media del pueblo sin que me sintieran los salvajes, donde habiendo tenido parte del comandante Vergara que el salvaje Garibaldi con 250 infantes y 200 de caballería al mando del salvaje Báez, se dirigían á la barra de San Antonio, distante del pueblo del Salto como media legua, me puse inmediatamente en marcha á trote y galope con el fin de interponerme entre los salvajes y el pueblo, como lo conseguí. Sin la mas pequeña detención les llevé el ataque, pues á pesar que el enemigo ocupaba una posición fuerte en unas casas de material, mandé echar pié á tierra al bravo batallón patricios de Buenos Aires, al mando de su distinguido jefe D. Cesáreo Domínguez, y que atacase en su posición al enemigo, lo que verificó á pecho descubierto, sufriendo un vivísimo y sostenido fuego de la infantería enemiga, que despreciado por nuestros valientes marchaban al paso de vencer, sobre el obstáculo, y decididos á morir antes que retroceder. En estas circunstancias dispuse la caballería del modo siguiente: destacando al benemérito coronel D. Nicolás Granada jefe del primer cuerpo con los escuadrones de los de su mando, á distancia de cuatro cuadras de la retaguardia de nuestra infantería, colocando al mismo tiempo otro escuadrón del mismo cuerpo á las órdenes del bizarro teniente coronel D. Ramón Bustos sobre el arroyo San Antonio, al bravo comandante D. Gregorio Vergara con la divisa de su mando, sobre el costado del Uruguay, y el valiente teniente coronel D. Lucas Piriz que mandaba el escuadrón Escolta marchaba sobre el flanco izquierdo de nuestra infantería como á distancia de dos cuadras, llevando el ataque á la caballería enemiga: viéndose así los salvajes circundados por todas partes por nuestros valientes, se vieron en el caso de cargar sobre el escuadrón Escolta que era el que iba mas aproximado, y en el acto fueron acuchillados y perseguidos por el señor comandante Piriz y comandante Vergara que los cargó por el flanco derecho, desprendiéndose otro escuadrón por el flanco izquierdo á las órdenes del mayor Angulo. Después de haber acuchillado la caballería hasta las orillas del pueblo, se - 30 -

Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Crónicas de un SALTO desconocido volvió á rehacer nuestra fuerza ocupando el señor comandante Vergara la posición que antes tenía. La infantería enemiga aun se sostenía, pero dentro de pocos momentos se puso en fuga la mitad de ella con el salvaje Garibaldi, quedando la otra mitad sosteniendo la posición, pero luego que los primeros salieron como á distancia de una cuadra, fueron acuchillados por el comandante Vergara y su brava división hasta el patio de las casas donde se hallaban los segundos; este fue el motivo porque volvieron de nuevo á sostenerse en la posición que tenían anteriormente. En estas circunstancias se nos acabaron las municiones de infantería y fue preciso hacer retirar al batallón: este fue provisto de municiones de caballería y en el acto volvió á hostilizar al enemigo en su posición, así como ochenta tiradores de caballería que se desmontaron bajo la dirección del señor comandante Vergara, mandados de inmediato por los valientes capitanes D. Miguel Gutiérrez del escuadrón de Dragones Orientales, número primero de la legión Fidelidad, y D. José Rojas de la división Granada. En este estado, permanecimos hasta las 8 de la noche, á cuya hora el enemigo cuya posición distaba solo cuatro cuadras de la costa del Uruguay, salió precipitadamente y consiguió ganar el monte y emprender por él su retirada para el pueblo, en que á las 11 de la noche consiguió entrar vivamente hostilizado y completamente deshecho por el batallón patricios y tiradores del comandante Vergara, que para el efecto recibieron oportunamente las órdenes necesarias, y por el señor comandante D. Lucas Piriz, que habiendo quedado sobre el pueblo en observación después de su carga, tuvo una parte activa en los últimos momentos en que nuestros valientes pudieron escarmentar á esos malvados. En este combate se han disparado 8,000 tiros de infantería y 6,000 de carabina, y su resultado ha sido quedar en el campo muertos 135 salvajes, de las dos armas, por cuyo número se puede fácilmente calcular el de la porción de heridos que llevaron, tomándoles 20 prisioneros, 60 fusiles, 30 carabinas, 50 lanzas, 37 sables, y las vainas de los sables de los denominados oficiales de infantería, entre las que se encontraba la del pirata Garibaldi, que para que nos les causara estorbo en su huida las tiraron al salir de la posición en que se habían sostenido. Entre los muertos se encuentran algunos de los titulados jefes y oficiales, quienes siéndonos desconocidos ignoro sus nombres. La pérdida de nuestra parte la verá V.E. en la lista nominal que acompaño: cumpliendo con el justo deber de recomendar á V.E. la Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

- 31 -


Crónicas de un SALTO desconocido brillante compartición del Jefe del E.M. D. Constancio Quintero y mis ayudantes de campo y demás Sres. Jefes, oficiales y tropa que han tenido parte en este combate. En justicia Sr. Presidente debo recomendar muy particularmente á la alta consideración de V.E. al Sr. comandante D. Cesáreo Domínguez y su batallón de su mando, cuyo valor rivaliza sin duda con el de los mejores soldados del mundo, así mismo el señor teniente coronel D. Gregorio Vergara y su bizarra división, y capitanes D. Miguel Gutiérrez y D. José Rojas. Sírvase V.E. aceptar mis felicitaciones por este suceso de armas y las de los Sres. Jefes, oficiales y tropa que se hallan á mis órdenes. – Dios guarde á V.E. muchos años.Servando Gómez Antonio Díaz, luego de presentar en su obra "Los Partes" de los diferentes actores en la batalla de San Antonio, nos brinda su conclusión final, que es la siguiente:

Como el General Gómez lo dice en su parte logró interponerse entre Garibaldi, Báez y el pueblo del Salto. Cuando estos se vieron cortados, subieron á la altura y se refugiaron en una tapera insignificante, casi destruida y cercada de palo á pique, pero con claros, que repararon los que se refugiaron allí para defenderse. Desmontando el batallón Patricios, comandante D. Cesáreo Domínguez, de fuerza de 230 plazas, el General Gómez ordenó que á pie firme y á distancia de dos cuadras de la tapera abriese fuegos, sin reparo alguno, en campo libre, lo que produjo una gran baja en aquel batallón, siendo igualmente expuestos á los fuegos de la fuerza de Garibaldi colocada en la tapera, los demás cuerpos de caballería que á distancia de cuatro cuadras la circunvalaban, sin otra orden que permanecer á pié firme. El escuadrón del comandante Piriz y dos del comandante don Gregorio Vergara, con estos jefes á la cabeza, cargaron espontáneamente á las fuerzas de la tapera, desesperados de la actitud á que estaban condenados, y fue tal el impulso de esta carga, que dos ó tres soldados y un sargento de Piriz y Vergara, penetraron en la tapera y fueron muertos por los legionarios en el patio. - 32 -

Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Crónicas de un SALTO desconocido Viendo el comandante D. Cesáreo Domínguez, que el General Gómez no tomaba determinación alguna para posesionarse de la tapera, y que sus soldados eran sensible é impunemente diezmados por los fuegos de los legionarios, le dijo que le permitiese atacar la posición enemiga, que le respondía del éxito. El General Gómez contestó, que no había necesidad, porque estaban acorralados, y acabarían por rendirse antes de la noche. En esta actitud llegó esta, y Garibaldi saliendo con los hombres que le quedaban, tomó á toda prisa la orilla del bosque y corriéndose por un zanjón que hace barra en el Uruguay paralelo con el San Antonio, se puso en retirada para el Salto donde llegó perseguido por las fuerzas de Gómez, que ni aun en esas 35 o 40 cuadras que hay de trayecto pudieron cortar á los fugitivos. Cierto es el número de muertos, prisioneros y heridos que denuncia el parte de Gómez referente á la pérdida sufrida por Garibaldi, con poca diferencia; pero es completamente diminuta la lista que presenta el señor Gómez de sus pérdidas. Estas fueron mayores que las de Garibaldi, en razón de haber estado recibiendo los sitiadores, un fuego nutrido á cuerpo descubierto.

Tal fue el combate de San Antonio, sin otros episodios de poca ó ninguna importancia. La impericia del General Gómez, proporcionó á Garibaldi la ocasión de lucirse en ese hecho, que puede considerarse efectivamente uno de los más gloriosos de la carrera militar de este hombre.

Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

- 33 -


Cr贸nicas de un SALTO desconocido

Cuadro que se encuentra en la casa de Anita Garibaldi en la ciudad brasile帽a de Bento Gonzalvez.

Cuadro de Anita Garibaldi - 34 -

Cr贸nicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Crónicas de un SALTO desconocido

Primitivo cementerio del Salto. Sepulturas de los Legionarios de Garibaldi; al fondo silueta de la línea fortificada de 1845, según un dibujo publicado en Turín en 1848. (Colección de Fernández Saldaña).

Bandera de la Legión Italiana Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

- 35 -


Crónicas de un SALTO desconocido

Suplemento del diario “EL NACIONAL” de Montevideo después de la Batalla de San Antonio - 36 -

Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Cr贸nicas de un SALTO desconocido

Legionarios Garibaldinos

Busto de Garibaldi en la Sociedad Italiana Cr贸nicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

- 37 -


Cr贸nicas de un SALTO desconocido

- 38 -

Cr贸nicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Cr贸nicas de un SALTO desconocido

Cr贸nicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

- 39 -


Cr贸nicas de un SALTO desconocido

- 40 -

Cr贸nicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Cr贸nicas de un SALTO desconocido

Cr贸nicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

- 41 -


Cr贸nicas de un SALTO desconocido

- 42 -

Cr贸nicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Cr贸nicas de un SALTO desconocido

Cr贸nicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

- 43 -


Cr贸nicas de un SALTO desconocido

- 44 -

Cr贸nicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Cr贸nicas de un SALTO desconocido

Cr贸nicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

- 45 -


Cr贸nicas de un SALTO desconocido

- 46 -

Cr贸nicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz


Crónicas de un SALTO desconocido

Investigación Histórica y Fotografías, Alberto J. Eguiluz

Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

- 47 -


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.