Algunas páginas de «Este cuento se ha acabado»

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eSTE CUENTO SE HA ACABADO



Luis Miguel R abanal

este cuento se ha acabado PoesĂ­a reunida (2014-1977)

C a lle

del

A ir e

R E N A C I M I E N T O


Este libro responde a una iniciativa del Club Cultural Leteo y para su publicación ha contado con la ayuda del Ayuntamiento de Riello, la Fundación Cerezales y la Fundación Monteleón.

© Luis Miguel Rabanal © Frontispicio: Antonio Gamoneda © Prólogo: Tomás Sánchez Santiago © Epílogo: MJ Romero © 2015. Editorial Renacimiento www.editorialrenacimiento.com p o lí g o n o nave ex po , 1 7 4 1 9 0 7 va l en cia d e l a co nce pció n (s evill a) tel.: (+34) 955998232 editorial@editorialrenacimiento.com

Diseño de cubierta: Equipo Renacimiento depósito legal: se 286-2015 Impreso en España

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isbn: 978-84-4872-544-2 Printed in Spain


Frontispicio (quebrado, obv iamente) para la poesĂ­ a (inquebrantable , a mi juicio) de Luis Miguel R abanal A ntonio Gamoneda



L

uis Miguel,

pon tus ojos en los límites, pero no respondas si alguien te habla desde los límites. Será una falsa divinidad. Ya tenemos suficiente falsedad verídica con nosotros. Si quieres hablar, habla con la que falta. Es hermoso, preciso y suavemente mortal. Habla con la que falta, con la que ayuda a derramar la botella de cera en el fuego, la que amó y se nublan sus ojos. La que falta y todo cuanto nos falta es nuestra única herencia; lo demás, como te digo, es todo falsedad. No es problema mayor si, más o menos, sabemos de qué va la falsedad. Como sabes, algunas veces, no muchas, sucede la difusión atmosférica de una sangre perversa, o la visión de un relámpago que atraviesa el silencio, o la polifonía, audible o inaudible, esto es secundario, de una música especialmente apta para anestesiar lo tenebroso, y, excepcionalmente, puede suceder también que alguien, desde lejos, te ama. Es infrecuente pero no imposible. En cualquier caso, por si las moscas, conviene tener disponibles cincuenta años de olvido. En fin, visto lo que, previsoramente ciegos, nunca hemos visto, sabiendo, eso sí, que hemos de beber el silencio del mundo (…) en larguísimos tragos, y que los fusilados, que también nos faltan, aún tienen sed, prepara también, por si acaso, cincuenta años de amor. Prepara asimismo pájaros y ascuas en cantidad suficiente para defenderte de vivir y de no vivir. Ambas circunstancias, ambas intrascendentes e indeseables circunstancias, son, probablemente, la misma circunstancia, o, al menos, lo parecen, opino. 9


En relación con este asunto, después de leer ciertas palabras tuyas, las que dicen tendré que comenzar de nuevo a morirme a mi aire, he dado en pensar que la muerte pueda ser la madre de la vida o viceversa, pero no he logrado resolver el dilema y lo he dejado a su albur. En la profundidad que no tiene, el asunto carece de importancia. He podido examinar el armario de las adversidades y me he dado cuenta de algo que, en tu caso, y también el mío, es, en paridad con cuanto llevo anotado, necesario y conveniente: procede que, entre las preparaciones, dispongas de una abundante infusión espantosa, particularmente dispuesta para obsequiar a quienes acostumbran a respirar en la crueldad. Pero no todo ha de ser tormenta o tormento más o menos insoportable. Debo felicitarte porque, advertido o soñado, da igual, hayas averiguado, suave y claramente, supongo, que las calles en penumbra y la nieve (…) nombran la dicha. Algo es algo. Por lo que concierne al pasado, y también por lo que no concierne al pasado (ya sabes, cuerpo roto que se abre al pasado etcétera), no te preocupes: el pasado no existe. ¿Puedes tú, por ejemplo, tener un inmenso dolor de muelas y exigir «¡Que venga ahora mismo!» al dentista que te saque la muela en el pasado? Por otra parte, es verdad también que no existe el presente, dado que el presente está siempre cesando, continuamente cesando. De igual modo, el futuro tampoco existe, es decir, no ha llegado y nunca va a llegar, nadie, en rigor y de verdad, es ni está en el futuro. Este asunto del tiempo es, me parece, una trivialidad. Bien dicho está, a los efectos temporales, lo que tú bien dices: confundir su íntima geometría y no tener («no tengo», dije yo no sé cuándo) «miedo ni esperanza». Prosigo. En verdad, no eclesiástica, obviamente, te digo que disfruto a todo disfrutar con la gravedad sensible de tus sílabas, precisamente de tus sílabas insomnes. Cuando dices, por ejemplo, que dentro de su boca habitaba la lluvia, disfruto enormemente. No me pregunto nada; una pregunta a este respecto sería una pregunta excesivamente estúpida; yo sé que, efectivamente, dentro de su boca habitaba la lluvia. Es una realidad creada por ti. Disfruto también enormemente, en aquella ocasión, y en otras muchas, en que informas de que una criatura desahuciada (…) advierte su destino en el fondo siniestro de la copa, y de que la criatura era el rey de las culebras, y de que le asiste con dulzura la mujer amarilla. 10


Dices también en algún otro momento, que el delito sería haber llegado hasta aquí. No te confundas ni preocupes, no hay delito: nunca se llega a ninguna parte. Se explica tu confusión, pero no vuelvas a confundirte. Vuelve, en todo caso, a ti mismo; a tu sufrimiento, si quieres, pero que, inexcusablemente, vuelvas para convertir tu sufrimiento y convertirte a ti mismo en sílabas transparentes, reconociendo y comunicando al que era, a la que era o a lo que era recuerdo de un recuerdo, y, en su caso –podría ser, podría– recuerdo de un olvido. No te digo más. Nombra, nombra sin descanso, estos, aquellos, luminosamente frutales, poseídos muslos de ciruela. Nombra también, si quieres, el horror, y piensa; piensa libre y horriblemente, si quieres, que no amanece nunca, pero retornando siempre a la contemplación del cuerpo que flota en las derivas que coinciden con tu propia dulzura a causa, precisamente, de su dulce superstición, y, una vez más y siempre, a la música natural de tus sílabas, a la secreta y providente música que genera tu pensamiento, secretamente musical, a su vez. Porque, cuando declaras que pienso en ti a la hora de las llamas, y en otros innumerables cuandos, estás pensando, muy ciertamente pensando, tu música silábica, estás ciertamente creando, generando tu pensamiento en su naturaleza rítmica. Bien sabes tú, aunque tantos no lo sepan, que así aparece tu propia y verídica lengua, tu lengua «otra» y poética, «antes (decía Eliot) sensible que inteligible». Bien lo sabes y, sabiéndolo, tú eres tú, precisamente tú. Por esto y porque puedes y quieres, tiéndete, si ciertamente es tu voluntad, muy cerca del abismo, dado que el abismo es tuyo en razón de haberlo creado, y también es tuyo, dado que a ti concierne, aunque convertido en palabra frutal nos lo cedas, cada centímetro de pena. No se trata de creer lo ajeno (…) propio ni de sobrecogerse en la prolongación adversa, sino de hacerse entender por el amigo que escapa en la sombra. Entendimiento, amistad y sombra. Este es nuestro más caudaloso patrimonio. Asimismo, nuestra más bella y necesaria obligación consiste en olvidarnos de no haber sido felices. ¿Qué más decirte si tú ya has dicho todo, casi todo? Aunque aún puedes, eso sí, abrasar gozosamente, horriblemente, mis ojos, abrasarlos definitivamente con tus brasas silábicas. Considera que yo, aún, todavía, soy capaz de volver una más, muchas veces más, a la hora de las llamas, si eres tú el que enciende la hora, y que también puedo resistir, como tú, tres inhalaciones, ¡qué digo!, todas las inhalaciones que sean necesarias para amar o aborrecer más, mucho más, en tu nombre, 11


secundariamente en tu nombre, Luis Miguel Rabanal, en tu nombre apellidado vegetalmente, tan vegetalmente como el mío o quizá más, todas las inhalaciones necesarias, insisto, para sostener mi lascivia. La tuya, lo sé, permanece firmemente lasciva. La lascivia, está claro, es nuestra más hermosa ligazón con la vida. Bueno, termino. Dentro de lo posible y de lo imposible, termino y me despido; me despido provisionalmente, hasta tu próximo libro, ya sabes: al dolor le sigue una página nueva que no ha escrito todavía tu mano. Queda tuyo, tuyo mientras tanto y siempre, siempre y jamás (perdona, siempre y jamás viene a ser lo mismo), éste que lo es en su intransitiva, perfectísima, ebúrnea (¿qué significará ebúrnea?) ancianidad poetástrica, éste que lo es y redunda, con frecuencia redunda, por algo será, fraternalmente, Antonio

Las palabras o frases que aparecen en letra cursiva pertenecen a Luis Miguel Rabanal y han sido tomadas literalmente de su obra. En algunos, en muy pocos, casos, el orden de la literalidad ha podido ser mínimamente alterado. También, dentro de la cursiva, ha podido colocarse, pocas veces también, un signo ortográfico (puntuación, por ejemplo) o una palabra (esto en menos ocasiones aún) conveniente para mantener, en el presente contexto, el sentido de las palabras de Luis Miguel.

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cinco maneras de con vocar la intensidad Tomรกs Sรกnchez Santiago



Respirar y respirar y respirar como un fragor y un abuso. L. M. R.

¿e

legirá el poeta siempre los nombres que hasta él llegan? ¿O serán ellos los que buscan por su cuenta una intensidad y caen escalfados ahí, a plomo y sin respeto, en el espacio blanco y descarnado que precede al poema? Son las palabras las que esperan al poema y no al revés. Alarmadas, sus sílabas chorrean como los animales crudos y empieza el baile de combustiones que acaban llevando al lenguaje –a ese lenguaje– a algún sitio oscuro y peligroso, más allá de lo verbal previsto; un extraño locus amoenus donde reina la desmesura y lo impropio, también más allá de la propia intención de quien lo urde. En todo caso, siempre hay que pensar –para hablar de esto– en unas afueras que ahí están, esperando detenidas. A esas afueras se debe, asimismo, el poeta, ese coleccionista de determinaciones que luego no cumple: el que se encuentra de noche con la nevada roja de unas palabras y las saluda como si ya las estuviera esperando (pero no) el que dictamina sobre el gas de su propia escritura como si la dominara (pero no) el que mira el poema culminado como si contemplase un saldo que debería reflejar con exactitud lo que él deseaba asentar (pero no)

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Pero no. Y entonces vuelve a escribir. Seguramente, el mismo poema otra vez. Con otras palabras que suenan distintas pero dejan la misma incisión en el papel. Varía la cicatriz de la herida pero proviene de una misma extensión. Por eso mismo, el lector mira con estupor la carátula de esta obra titulada así, como un desafío a la naturaleza de jirón y de voladura que es la poesía: Este cuento se ha acabado. Y luego un juego de fechas –hacia atrás, hacia el revés imposible de las alcantarillas del tiempo–: (2014-1977). Otro desafío.­­ Pero no. Nunca se puede hablar de obra completa. «Nadie sabe la edad que tiene porque nadie sabe cuándo va a morir», decía aquel viejo adagio de Manuel Alcántara que se me apareció en la infancia, ya ni sé dónde y ya ni sé cómo pero ahí sigue, cabeceando dentro de mí entre las sombras de la insistencia. La vida, ¿qué es? No una suma de años que ingenuamente celebramos mientras consultamos calendarios y relojes –esos yacimientos invertebrados– sino una resta continua («minuendo», «sustraendo»… también «cociente» –lo que se cuece–; aquellos misteriosos conceptos escolares que hablaban en realidad –luego lo supe– de una aritmética vital). Lo incompleto, lo que nos falta, ese es el territorio natural de la creación. Porque la plenitud no es la totalidad. De ese territorio del quehacer, de lo que aún queda, ha ido manando la poesía hirviente y llena de imágenes musculosas del gran poeta que es, que sigue siendo, Luis Miguel Rabanal. Y detrás de ese inicial aviso estupefaciente espera un discurso que se sigue moviendo hacia sí mismo. Hacia la intensidad y hacia la suspensión que exige la escritura poética, nunca del todo controlada por la misma mano que la provoca. La poesía no es el lenguaje de las determinaciones. No puede serlo. Toda obra creativa es un concurso abierto que implica a la naturaleza de lo imprevisto. Eso es lo primero que un lector puede pensar al darse de cara con el frontis de este volumen que va de lo reciente a lo remoto, de Tres inhalaciones a Variaciones. Trayecto inverso. Del destino al origen. De las últimas presencias arrebatadas al magma insólito de los recuerdos que obedecen a una extraña escapatoria («El furgón / Del recuerdo dijo adiós»). Del tufo amargo de las despedidas al olor candeal que da un matinal saludo, el saludo de quien ya sabe, con Álvaro de Campos, que toda fraternidad con las cosas se logra en las despedidas: 16


podrán venir a buscarnos a hacernos daño estaremos listos para la partida para que despídanse las amapolas

Ese es el poeta. El que ha sabido como nadie nombrar las cosas para que la lejanía llegue a investirse de inmediaciones. Decía Yeats que lo local es el guante que el poeta se pone para tocar el universo. Luis Miguel Rabanal sigue probando el mundo en un espacio natal que se le ha preparado; alguien le abre el camino de lo inverso («Alguien espala la nieve / para que vuelvas a Olleir») como quien escarba en el espesor de los documentos para rescatar el olor de la natalidad: es la inmensa aventura del retorno. Y puede buscarse una articulación de ese mismo curso a través de cinco secuencias retrocedidas –por lo menos cinco–, cinco maneras de convocar la intensidad.

CINCO

La sombra. La sombra que cae descolgada desde algún sitio con la autoridad de

ocultarlo todo, de detenerlo todo. Tú sales cada tarde a recibirla de memoria, en esa hora en que los avergonzados se recogen en las casas a apurar las reservas, entre músculos blandos y agujas torcidas. Están también los que se despojaron de los nombres a la orilla de los sanatorios y lo van a lamentar porque nada va a quedar ya de ellos allí dentro, tras este golpe negro: la sombra y su caída como una trenza que gira y gira en la malevolencia. Tan solo los poetas, que negocian con las manos abiertas y saben destazar el corazón de las palabras en silencio cada tarde, son los que pueden encender luces y hacer señales tirando un comité de limones al cielo. Tú sabes de eso. Avisos amarillos de auxilio cuando el lenguaje se queda en las afueras, cuando las palabras no describen el pesar que nos aterra, es como si quisiesen descubrir lejos de nosotros nuestra desmesura, así nos hallamos un atardecer

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ante el espejo que no refleja sino la sombra de una sombra que bien podría asemejarse a esto que ahora podría ser que somos

Y es entonces cuando llega el vértigo y sus comandas: aquí llega el vértigo a plantar sus jazmines

Eso has dejado puesto como un plato enfriándose sobre los manteles del comedimiento: vértigo y jazmines. Proceden de mundos de una diversidad sobresaltada pero tú los has puesto arrimados en un verso donde conversan la carne voladiza y el candor. La sombra y sus olores residuales. Restos de la memoria carbonizada. Tú vuelves a encenderlos con la mirada tensa. Sabes buscar esa sombra en Montecorral: un niño que desde entonces atraviesa corriendo sin parar por una fiesta que los adultos celebran a su modo. Entra y sale espantado. Lleva en el corazón una canción de avispas («El niño cuchichea al correr con su sombra y sonríe»). Luego escribirás, también, esto otro: Todo lo que te aterra, mañana será sombra.

CUATRO

Lo inmediato es el cuerpo. Sus nombres, que son los nombres de una involucra-

ción. A veces la excesiva cercanía es justamente lo que provoca la invisibilidad, como cuando metemos demasiado el ojo en la piel y se termina la juerga de la contemplación. Son verbos demasiado peligrosos por su pérdida de recado: escudriñar, por ejemplo

tiene que ver con esa otra palabra: escrutinio. Nunca encajó bien en los diccionarios de la emoción. Pero en tu poesía hay eso mismo, el repaso, tira por tira, de una anatomía secreta: 18


Han clavado en tu carne gladiolos

O: Te nace en la garganta un tumor con forma de cubo de basura

Te tratas de cerca a ti mismo, como quien pide hacer un zoom en una fotografía para que la carne despotricada ya en las imágenes ingrese en otra dimensión. La dimensión que sabe captar el naturalista. Como en los autorretratos de Bacon, como en los animales despellejados de Soutine o en aquel buey de Rembrandt, que debería tener bajo el marco del museo una palangana donde goteara sangre con constancia irregular, tú nos ofreces el sacrificio de un cuerpo que macera, en su extraña sabiduría, al tiempo de otra manera. Nos desvelas de noche a todos hasta una agitación nocturna con las imágenes que nos plantas ahí, en plena cara, para procurar el ejercicio del mandoble. Por ejemplo, un niño interrogado por un afilador («IN ICTU OCULI», sin duda). La muerte y sus ruedas que echan chispas. Queda el verso flotando entre los otros de ese libro esforzado por iluminarse –Fantasía del cuerpo postrado, ese es– y nos vamos alejando deprisa y a propósito de esa conversación de trallazos que no pueden traer más que la disipación de la benevolencia. Nadie quiere aguantar el peso de la verdad. Quien sabe la verdad es, siempre, el poeta. Nos revela dónde se halla pero se apiada y no lo repite. El verbo del poeta es, también, el verbo señalar por una vez. Y basta.

TRES

El alboroto del amor, más allá de los nombres («Y tú, amor mío, eres lo que no

se nombra, bulto casi que me mira desde el humo de esta ciudad verde»). Primero una obsesión que va ocupando todo, tal una epidemia ineludible, y llena de arena caliente todos esos libros: Diez poemas para leer (y amar) detrás de los saúcos

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O podríamos amarnos sin que nadie se entere Palabras para Obdulia Rená, a solas con nosotros Labios de la locura Obdulia azul.

Hay un carrusel de imágenes escarchadas, como si el territorio del amor fuese la disipación y tuviese que encarnarse en un atrezzo improbable y fantástico, en una sintaxis tendida donde las palabras se hacen ritmo y así disculpan su condición de piezas sujetas en el cartón de sus estancias romas: me dijo que soñaba con caballos de vidrio y con vendavales aromando sus sábanas y con atardeceres que ceñían su rostro, descubrí entonces su amor trazado de afectos improbables y le tendí mis reductos de negrura, llevaba flores desiertas en su pelo y mordí su quietud y añoré su óptima tristeza, y besé su cintura como si no hubiese tiempo ya en su mudez de pronto, te estoy besando tanto ahora, las manos tan azules, te estoy besando ahora las aves que no vuelven, pero no obstante, ven, ven, ven.

El enamorado sabe que deja algo en cada cuerpo rozado. Uno sale de un cuerpo con un déficit que nunca sabe concretar. No existe en el amor la palabra «luego». Cuando llega este adverbio a pedir cuentas, nos encuentra siempre inermes e inexactos, fuera de los horarios y de las filas sociales de los hombres. Peinados a raya por la decepción. De pronto, Rabanal lo confiesa: te diré algo todavía, el pesar de poseernos es que a su vez somos poseídos y entonces es la pérdida, pero no me importa, ven a mis sepulcros cálidos que te estoy pensando lentamente

Lo mismo que proclama el abaratamiento irremediable de las palabras frente a ese sentimiento que le inunda de luz sin nombre y sin desdoro: Obdulia, jamás podremos destruir las baratijas heladas de tu boca.

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Y a veces lo que se hace constar es el amor amenazado. Esos seres acechantes que lo arañan con uñas en vilo y lo llevan al territorio comatoso de lo efímero, como ocurría en el mundo de Lorca una y otra vez. Ahora también así: Los niños de la niebla se saben tu espalda de memoria, yo les pido que dejen tu sombrilla de bondad para otros días, pero ellos no quieren entenderme. Los niños de la niebla, esos gnomos que llueven de los barrios violeta, conocen tan bien el territorio descubierto de tu vientre que a veces temo por tus labios, temo por los cofres cargados de peces quejándose que ocultas.

Pero no es eso lo único. Las versiones de lo erótico en la poesía de Luis Miguel Rabanal llegan aún más allá, más allá de la experiencia palpitante. Hay un juego de voces que desanuda la identidad del amante; entonces el poema se deja reflejar en el respaldo ampuloso de la tradición amontonada. Puede ser la procacidad de aquellos poemas de Catulo en los que la lengua conversacional y el desprejuicio lo ganaban todo con gracia y riesgo pedagógico: (consejos de un padre bochornoso) Vamos, Silvia, déjate besar. Es un día como cualquier otro y huele bien bajo los tilos. Yo comprendo al muchacho que te ama: tiene prisa. Debes concederle un momento de tu boca y verás cómo tus ojos y sus ojos se quebrantan. El tiempo, es tópico, lo sé, no perdona nunca. Déjale que hurgue, que se agrande, que te lastime un poquito.

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Ese muchacho, Silvia, te conviene. Mañana cumplirás cuarenta años.

En otras ocasiones, el poema amoroso puede revolverse más; puede ser también otra manera de remontarse hasta la tremolina lírica primera de la lengua castellana, aquellos vagidos donde una muchacha balbuceante se quejaba y pedía amor a toda costa: Anda, amor mío, solo esta noche. Que oculta el corazón alarmas y no cesan, que no soy la misma mujer que galopabas los lunes de aquel año.

Versiones del amor. Calibres diferentes que conviven sin quitarse el sitio en el álbum de escenas instantáneas que es esta obra poética donde la obsesión, el humor, la agonía confesa, el desahogo o el divertimento saben presentarse en lenguajes filtrados y bien reconocibles. Una fiesta en carne viva.

DOS

¡Qué fuerza la del prefijo «des-», su trapería deshuesada que viene a dejar inverte-

brado todo lo que toca! Es la bandera de los que se niegan a comprender el color de los minutos: remontarse al origen. (desnevios, por ejemplo). Un viaje inverso para vengarse de los relojes y de los almanaques. Hay teorías sostenidas sobre esto y el sentido primordial de la poesía (la misma palabra ‘verso’, ¿no es una propuesta para llevar al lenguaje una y otra vez a un punto de partida? La propia palabra ‘estrofa’, ¿no se tomó por los griegos del verbo agrícola que representa al buey dando vueltas en torno a la tierra, sin avanzar jamás en su itinerario obsesivo, circular?). También sucede eso aquí, en Este cuento se ha acabado: las evocaciones contrariadas, «las nociones enrevesadas del recuerdo», escribiste tú mismo (Olleir, Olleir), la propia configuración de este libro en que lo reciente precede a lo remoto, su título claudicante como enseña inicial (el verbo ‘acabarse’ como deto22


nante y mortaja a la vez). De adelante hacia atrás, hay un esfuerzo por desandar. Andadura de salmón. Búsqueda de la luz seminal. Un amor a las cuestas. El cumplimiento del rito de vivir justo al contrario («como el cocido leonés», tú pudiste decir alguna vez). Y, desde luego, la no aceptación de la duplicidad: El sobrio, aquel que ensuciaba cuartillas con enajenadas palabras, ha desmenuzado repentinamente el mercurio del espejo y se refriega con camomila y cautela el fondo espectacular de los ojos. Alguna vez se llenó de quemaduras y se tiró a la calle y se borró la cara (…).

Es ese gesto contra natura –borrarse la cara– el que una y otra vez surge de las arborescencias del lenguaje en esta poesía. Se escribe para tachar. Se avanza para retroceder. La barba deja paso a la mejilla de cera. Las palabras no son añadiduras sino borrones del color de los arrepentimientos necesarios. ¿De qué tratar entonces? De lo que roen los animales del abandono: de la niñez y sus causas oscuras; de los lugares edénicos, sumergidos bajo la manta espesa de lo anodino. Episodios y escenarios en que los gestos de la vida diaria, de tan remota, se han convertido ya en escenografía extrema. Es lo que tiene el olvido: convierte en exótico lo que estaba manchado de la pureza negra del aburrimiento. Toda la escritura de Luis Miguel Rabanal expone un retorno. Siempre fue así. La historia del hombre es una sucesión de regresos. El cazador que vuelve con el animal desollado al hombro y mira desde lejos la caverna saqueada. Las criaturas invernales de Brueghel allí, en lo alto, contemplando la vida festiva y ajetreada de los que los esperan y ríen entre juegos de hielo porque aún no saben que ellos llegan con las manos vacías. Aquellos emigrantes que entraban de nuevo en nuestros pueblos con ropajes bien extraños y palabra híbridas, a medio masticar, partiéndoles los labios con interjecciones estrambóticas. Subirse al origen. Remontar, ese es el verbo del poeta. Y hacer inventario de lo que sale al encuentro en el camino del revés: En el camino de vuelta a casa los gusanos de luz y un amor descompuesto.

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Después, después de la pelea y los gritos, llueven cucharas.

UNA

A lguna vez alguien quiso contar cómo se fundó la animadversión. Se trataba de

restablecer una escritura que oscilaba entre las inmersiones y los desbordamientos. De aquel juego de émbolos solo podían salir trallazos y humo rubio. Así leí en noviembre de 1986 aquel libro cubierto de la uralita de las enumeraciones: La memoria buscando sus disfraces. Cayó aquella música sobre mí como la trompetería asustada de esos mensajeros que nos avisan de una falsificación: también los recuerdos tienen estupor de labios y esa música omitida que se elabora poco a poco en las amputaciones: Yo pondré en tus manos un líquido país de incertidumbre.

Eso leí. Y me adjudiqué el recado. ¿Cuál era, Luis Miguel, ese país? Tú hablabas entonces de pantanos de agua dulce bajo la que desaparecían, aún más, los muertos, enlodados sus húmeros por ese abismo de agua: «agua dulce y helada, / en la espuma agonizan los niños como un sueño / que comienza a mancar los tejados, / los senderos, las eras». Más allá de los alardes hidroeléctricos, había un comportamiento dictaminado por las analogías. La memoria era definitivamente aquel líquido país de incertidumbre con el que solo podíamos contar en adelante si lo apresábamos así, como quien frota pistilos para descifrar el ruido que hacen las desapariciones. Ya lo suponía. El bocado del pasado tiene algo de esas tartas tristes lanzadas a la cara en el final de las películas mudas. Más bien hay novedades en las que brillan las banderas de la desesperación. Tú apostaste por abrazar «nombres oscuros» –así lo dejaste dicho entonces– y por consignar que ya no hay olor a obediencia en la infancia sino los niños recónditos que escupen tizas en tu pelvis

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Dinos a nosotros en qué almacén de intensidad encontraste esa manera de negociar con los nombres como si fueran moluscos que viven arrastrándose hacia el origen y saben descifrar el forro oscuro de los abecedarios. Nombres como Olleir, como Ecrem, con el esfuerzo de sus sílabas a contracorriente, tal como si no quisieran entrar con los demás nombres en los desgastes que el tiempo y el uso desmedido deja en la piel amostazada de todo cuanto sirve para creer en las designaciones. El habitante inestable de tus poemas nos ha ido hablando de todo eso. Tú lo proclamaste en el lenguaje de las noticias que expiran en sí mismas y no admiten acudir a la prueba del nueve para mostrarlas en el espejo glacial de lo que puede comprobarse: Existió en las ventanas un muchacho que dibujaba la melancolía subido a los árboles en julio

De ese muchacho sin suelo –desolado– aprendí que el gesto súbito de los relámpagos y la maquinaria del cuerpo en el amor tienen que ver también, como la aparición de los recuerdos, con la ley furiosa de la improvisación. Leerte, desde entonces, es salirse del cauce de los actos y tomar el lenguaje por la sílaba que más arde. Y a ver qué pasa. Para volver a saber que hay alguien que vigila las palabras y las cepilla a contracorriente, como se cepillan los trajes de las ceremonias infantiles y el cabello azulado de las mujeres que aún viven contigo en las primeras baldas de la alacena de tu corazón, jamás domesticado.

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DIEZ POEM AS PA R A LEER ( Y A M A R) DETR ÁS DE LOS SAÚCOS (1990)


«otro vivirá mi vida, que en una tarde extrema de juventud, habrá él también preguntado, esperado, introducir la suya dentro de la vida de todos, ser como todos: se le aparecerán los hombres de un día de entonces». Umberto Saba


N

adie nos ha visto llorar.

Solo tú conoces este viento vastísimo golpeando los ojos llegado de la noche, profundo y miserable. Si no es la infancia aún quien renuncia a los nombres jamás recordados, pálida memoria oculta en el bosque de junio, aciaga o laberinto que grita. Nadie nos ha visto llorar como entonces lo hacíamos, al pie de un árbol calcinado y sin siquiera dolor. Salvo tu cuerpo lo demás fue bruma. A veces la necesaria condena que la bondad no sabe. 447


LA NIÑEZ QUE IGNOR AS

Di que las eras de Riello

cubrían tu niñez de colores posibles, de pelotas de goma con que triunfar una tarde de sol. Di que perdiste en su seno los años execrables, los años que no cesan jamás de narrar su exacta lejanía, que ganaste amargura. Di que sí, que el tiempo reconoció tu otro cuerpo prestado a los héroes de papel y de nieve, que ahora resulta que no eres tú de ningún modo quien fuiste. Di también que ha pasado casi ya todo.

UN JUEVES

Crecer deprisa para que el corazón

no nos alcance, para que el destino inunde de salamanquesas la noche y de pájaros muertos. Es algo que contemplas por última vez: la capacidad de haber querido, lacerada. 448


Si algún día fuiste libre de decidir que el sentimiento era de otro, nunca tu boca se pareció tanto a mi boca. Si creyeras en los lugares sagrados para mí –el río, la casa vieja, Ceide, la huerta del abuelo–, no fatigarías más con reproches al tiempo. Basta haber sobrevivido hasta hoy. Un jueves triste.

DESNUDO

Claro que besé tu nuca en ascuas una tarde calurosa en silencio. Pero de aquella quietud más lejana de la carne, del ansia que vuelve otra vez con gestos cansados, retuve solo la locura. Ya sé de esos vientres hundidos en la llama espesa y cálida del gozo, sé que en su revés se encuentra tu misma súplica de la tarde que recuerdo. Me llamaste corsario infinito que dejas en mis pechos azúcar y derroche, me obligaste a soñar en tu cintura ogros que comen a los niños, crueles cual la esencia de tu cuerpo. Y a veces el amor no importa. 449


EN EL RÍO OMAÑA

Con frecuencia lo más verosímil

ayuda a descubrir en la memoria condicionamiento y pasmo. Como nosotros, idéntica la infancia, un día volverán los alerces y sus ropas azules van a ser la orilla fresca del estío. Desde que el tiempo es tiempo y nos ardió en las ingles algo nos conmina: será la servidumbre más molesta que la desidia expresase. Igual que nosotros nadarán en la corriente, nueva cada año, de la desaparición y el silencio. Como fue nuestra la leyenda de un mundo hermoso, no lejos de allí el Pantano les espera insondable y maldito.

PAR A CUMPLIRSE

Como las muchachas castigaron

tus labios a ser desoladores, un beso a escondidas después de la cena, cuando bostezan lechuzas en la pared de la Fuente. Como las muchachas amaron 450


sus cuerpos en tu cuerpo, cercanas, con ahínco, frotando tu sexo consentidor y suyo con penas pausadas o penas extrañísimas. Como las muchachas culparon tu hábito de la soledad, tu útil franqueza y estrenaron vestidos para ti, tenaces todavía, porque sus bocas ofertaban la esperanza que no. Como aquellas muchachas, como el tiempo que tan bien ha ceñido nuestras manos con amor imperdonable. Si fue que tu pasado tuvo una razón para cumplirse.

BAJO LOS ENEBROS

R ecordar como quien todo

lo ha perdido. Al amparo de aquel árbol abracé su cuerpo, milímetro a milímetro confundí la pasión con fieras veloces, y semejaban casi desgarro sobre su frente los aguzos. Viviese en el embuste hasta que su vulva, palabra a deshora y no liquen, me habló de cuanto es lícito callar, perdernos. Lo que ves frente a ti, 451


lo que nunca conseguiste sopesar con tus manos vacías, hoy te hace muecas. Alguien me dijo que el amor era eso.

SAN JUAN (AGOSTO)

De los prados que la música

puso al alcance de los gozos en pleno atardecer primero y después la noche, fui feliz contando las parejas que se amaban. De cada niño a quien le explotan petardos verdes en los dedos y el ruido de tómbolas, me sonrojaba mirar por la hendidura lo imposible que era la alegría final y extrema del verano. En contadas ocasiones sufrí por las luces chillonas que dificultaban ver más allá de la Fiesta –más acá de la vida–, rendidos los cuerpos y el amor rendido. Un año más que sucede monótono, sin prisa y fiel espejo de sí mismo llevándonos de vuelta a casa la simulación en noches como esta. Atrás quedaban la música, sí, sí, los borrachos y a veces el recuerdo. 452


CELEBR ACIÓN DE LO QUE ACABA

Porque gracias a ti, a lo que representa

tu esfuerzo por volver a paisajes que ya han sido dichos, aguardo un sórdido mañana, un después que nos conduzca a ataduras mejores, quizá raíces nuevas y hondas de tu boca, ciudades que vislumbro penetradas de aquello que fuera instinto fugaz en burdeles de paso y normas que uno no alcanza a comprender, como acariciar frente a su cuerpo la estatura interminable del adiós, o se hará de noche pronto. Porque pasan tus ojos y preguntan.

DE LA PALABR A

¿De dónde procedía su aliento

cálido pero asimismo tenebroso? ¿De qué lugar llegó dejándonos la piel marcada con morados de lujuria o golpes dulcísimos? Acaso su desnudez fingía felices episodios de una edad malograda en las sebes del tiempo. ¿Con qué labios fue a mentir? ¿Con qué manos supimos acercarla al desdén y al deseo? 453


A cada poema un cuerpo le sigue creciente y desamparo, indagaba así su afectada soledad, sus légamos recíprocos. ¿Será cierto que descuidamos aquella suerte convenida? ¿Y es la palabra, al fin, el niño en apuros?

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PA L A BR AS CON ÉL MJ Romero



L

a casa tiene un ritmo diario muy especial de horarios puntuales adaptados a su vida. A las doce de la mañana no aparece por arte de magia sentado en la silla de ruedas delante del ordenador, antes hemos pasado por unas horas previas y laboriosas que omitiré. Pero una vez que aparece, la parte de la casa que él habita se convierte en un reducto dedicado a la palabra. Hace seis meses que no compartimos mesa de escritura. Él frente al mundo de su ordenador y yo frente al mío. Él en paralelo a la ventana y yo de frente. Así puedo verlo como una figura de perfil recortada por la luz que entra. Quisiera ver trazadas las líneas imaginarias que van de su cerebro al ordenador, y regresan y vuelven en un vaivén de palabras interminable. Si hablo un poco alto, se estropea el programa que recoge su voz. Si hago algún ruido extraño, protesta el micrófono. Si suena el teléfono, se colapsa todo. Si él tose, dragón recoge el sonido traducido en palabras extrañas. Me acerco, se lo arreglo y solucionado. Pero lo que para mí es solo una anécdota sin importancia, para él es un gran contratiempo, una pérdida de minutos que lamenta porque no dispone de todo el tiempo del día para escribir, corregir, leer y responder los emails que le llegan. Por lo demás, se entienden de maravilla el programa de voz y él. Hace seis meses que no compartimos las dudas: Necesito un sinónimo, busco adjetivos que rompan esta rima interna, ese verbo lo repito demasiado… Estos pequeños detalles forman parte del trabajo del poeta y él lo es, lo sé desde siempre, desde el momento en que leí “Variaciones” recién editado, cuando sus pies aún lo sostenían y paseábamos por el camino de Ceide, cuando escribía sin problemas, un poeta niño, el poeta niño que nunca ha dejado de ser y al que la enfermedad le ha ido paralizando el cuerpo. Fue duro ir adaptando el brazo derecho al enorme esfuerzo que le suponía escribir según iba perdiendo movimiento, elegir 735


el bolígrafo o la pluma adecuados, ni demasiado gruesos ni demasiado finos, para que la mano pudiera manejarlos; luego, cuando ya no respondía el brazo y apenas si quedaba el movimiento de la mano, adaptarse al ordenador recién comprado; después ya solo había un mínimo movimiento de un dedo para el ratón del ordenador; hasta que al final entró en casa el dragón, un poderoso programa de voz, y Luis Miguel con mucha paciencia se puso a estudiar lo que había que decirle: Pasar a modo comandos, arriba, abrir, tres a la derecha, a trabajar, a dormir… Ahora en una especie de simbiosis perfecta navegan juntos durante dos horas por la mañana y dos horas por la tarde. Entonces él está en el mundo y el mundo, un mundo de amigos, está con él. En ese tiempo puedo irme, salir de casa, dejarlo en la más absoluta soledad que tanto necesita para escribir. Con un poco de suerte nada fallará durante mi ausencia y si no es así, a mi regreso lo encontraré en silencio delante de la pantalla mirando la fotografía aérea de Riello que cuelga de la pared. Ahora somos dos mundos un poco aislados el uno del otro. Le oigo toser y voy hacia él, seguro que el dragón ha desaparecido con el sonido de la tos. Clic aquí, clic ahí y dragón listo para seguir con su dictado. Avilés, 1 de julio de 2014

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AGR ADECIMIENTOS

A Alberto R. Torices y a Antonio Gamoneda. Debido a la tenacidad del primero y al aliento del segundo puedes tener el libro ahora entre tus manos, sin olvidar a Rafael Saravia y sus maneras buenas. A Nacho Abad, Andrés Albuerne, Carlos Alcorta, Ángeles Alonso, Adolfo Alonso Ares, Antonio Odón Alonso Ramos, Mercedes Álvarez Saldaña, Francisco Álvarez Velasco, Nel Amaro, Emilio Amor Alonso, Luis Artigue, Antonio Luis Baena, José Ángel Barrueco, Víctor Bastida, Toño Benavides, Mar Benegas, Olga Bernad, Gsús Bonilla, Manuel Bores, Joan Brossa, Eugenio Bueno, Carmen Busmayor, Fernando del Busto, José Luis Campal, Juan Cano Ballesta, Amparo Carballo, Manuel Carmona, Luis Carnicero, Amando Casado, José María Castrillón, Antonio Chazarra Montiel, Antonio Colinas, Rafael de Cózar, Victoriano Crémer, Luis Alberto de Cuenca, Manuel Cuenya, Julia D. Velázquez, José Carlos Díez, Luis Mateo Díez, Ángel Díez Álvarez, Luis Díez Álvarez, Silvino Díez Quiñones, Luis de Dios, Jesús Epalza, Ernesto Escapa, Héctor Escobar, Rafael Escobar, Dolores Escudero, Tito Expósito, Chelo Fernández, Félix Fernández, Fulgencio Fernández, Saúl Fernández, Alejandro Fernández-Cotta, Gregorio Fernández Castañón, Horacio Fernández Invernoz, Yago Ferreiro, Ángel Fierro, Ernesto Frattarola, Carlos y Joaquín Froilán García, Patricia Furlong, Alicia Gallegos, Emilio Gancedo, Mar García Alonso, Pablo García Baena, Consuelo García del Cid, María García Esperón, Ángel García López, José Luis García Martín, Ángeles García Pascual, Alfonso García Rodríguez, Laura Giordani, Víktor Gómez Ferrer, Amancio González, Andrés González, David González, Juan Ignacio González, Antonio González-Guerrero, Pablo González de Langarika, Pedro A. González Moreno, Arantza Gonzalo Mondragón, Elías 737


Gorostiaga, Esteban Gutiérrez Gómez, Jorge Herrería Franco, Fermín Herrero, Jesús y José María Hidalgo Guerrero, José Hierro, Antonio Huerta, Peter Jensen Silva, Begoña Leonardo, Emilio López Castellanos, Fermín López Costero, Talía Luis Casado, José Antonio Llamas, Juan Manuel Macías, Antonio Manilla, Mariel Manrique, Félix Maraña, David Mardaras, Israel Marmolejo, Joaquín Márquez, Jaime Luis Martín, Ana Martín Puigpelat, José Enrique Martínez, Yaiza Martínez, Francisco Martínez García, Santos Martínez Perandones, Miguel Ángel Martínez de Vega, Miguel Melcón Fernández, Javier Menéndez Llamazares, Ramón Menéndez Suárez, Antonio Merayo, Isabel Mercadé, Juan Carlos Mestre, Nicolás Miñambres, Jorge M. Molinero, Pedro Montealegre, Belén Montes López, Toño Morala, Carlos Morales del Coso, Vicente Muñoz Álvarez, Ángel Muñoz Rodríguez, Julio Obeso, Daniel Ortiz Peñate, Eloísa Otero, Pepe Pereza, Felipe J Piñeiro, Joaquín Piqueras, Begoña y María Jesús del Pozo, Ramón Prendes, Pedro Provencio, José María de la Quintana, Alfonso Xen Rabanal, José Manuel Rabanal Llevot, Ángela Raya, Ildefonso Rodríguez, Publio Rodríguez, Manuel Rodríguez Díez, Concha Rodríguez de la Calle, Daniel Romero, MJ Romero, Juan José de la Rosa, Luis Rosales, Eloy Rubio Carro, Fernando Sabido Sánchez, Noemí Sabugal, Pere Salinas, Tomás Salvador González, Isabel Sánchez Chiara, Tomás Sánchez Santiago, Leopoldo Sánchez Torre, Enrique Señorans, Óscar Solsona, Elena Soto, Marian Suárez, Manuel Urbano, Álvaro Valderas, Francisco Velasco, Enrique Villagrasa, Felipe Zapico Alonso. Por último, mi agradecimiento infinito a María Jesús y a Luis Miguel por estar siempre cerca de mí. Y colorín colorado…

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bibliografía

Variaciones (Total S. E. ú O.), Imprenta Casado, León 1977 Obdulia azul, A.H.E., Colección La otra palabra, Mataró 1980 Labios de la locura, Jueves literarios, Avilés 1983; Premio Ana de Valle. Hay una 2ª edición no autorizada de 1985 Cuaderno de junio, Provincia, León 1984 Rená, a solas con nosotros, Celarayn, León 1984. Dibujos de Víctor Bastida. (Técnicas) para abrazar un oscuro nombre, Aldebarán, Sevilla 1985; Premio José Luis Núñez. Palabras para Obdulia, Provincia, León 1985 La memoria buscando sus disfraces, Barrio de maravillas, Valladolid 1986 O podríamos amarnos sin que nadie se entere, Leonor, Soria 1989; Premio Leonor. Diez poemas para leer (y amar) detrás de los saúcos, en el libro colectivo “Poemas de Zaragoza 1990”, Ayuntamiento, Zaragoza 1990 Libro de citas, Cuadernos Cálamo, Gijón 1993; Premio Cálamo de Poesía erótica. Cáncer de invierno, Provincia, León 1998; Premio Provincia. La última vez, Ajimez libros, Gijón 2000. Con litografías de Francisco Velasco. La casa vieja, en la Biblioteca digital de Portal de poesía, Gijón 2002. Al cuidado de Francisco Álvarez Velasco. Bocados de rosa, en la Biblioteca digital de Portal de poesía, Gijón 2004. Al cuidado de Francisco Álvarez Velasco. Camineros, jícaras, verdugos, Mikado libroblogs, Colección Traviesas de poesía, León 2008. Prólogo de Óscar Solsona. Al cuidado de Eloísa Otero. Mortajas, Eolas Ediciones, Colección Seinne, León 2009. Dibujos de Amancio González. Prólogo de Tomás Sánchez Santiago. Fantasía del cuerpo postrado. Los libros de Camparredonda (serie roja), León 2010. 739


Dibujos de Juan Carlos Mestre. Prólogo de Gregorio Fernández Castañón. Lugares, Ediciones Hontanar/Poesía, Ponferrada 2011. Este libro recibió una Ayuda a la Edición de la Junta de León y Castilla. Música para torpes, Baile del Sol Ediciones, Colección Poesía, Tenerife 2012 A la que falta, Editorial Origami, Colección La casa del pintor, Jerez de la Frontera 2013. Prólogo de Ana Martín Puigpelat. Tres inhalaciones, Amargord Ediciones, Colección Helado de mamey/Punto verde, Madrid 2014

Otras obras publicadas del autor

· Narrativa: Elogio del proxeneta, Ediciones Escalera, Colección Trayectos, Madrid 2009 Casicuentos para acariciar a un niño que bosteza, Ediciones Leteo, Colección Relojero de Banaguás, León 2010. Epílogo de Alberto R. Torices. · Traducción con MJ Romero: Miquel Martí i Pol, Lo dejo todo. Antología bilingüe, Ajimez libros, Gijón 2001. Selección y traducción. Con motivos gráficos de José Noriega.

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Ă­ndice



Frontispicio (quebrado, obviamente) para la poesía (inquebrantable, a mi juicio) de Luis Miguel Rabanal por Antonio Gamoneda . . . . . . . . . . . . . . . 7 Cinco maneras de convocar la intensidad por Tomás Sánchez Santiago . . . . . . . . . . . . . 13

TRES INHALACIONES (2011-2014) LAS LUCES LARGAS . . . . . . . . . . . . . . . . . 29

[ Al final de la curva… ] . . . . . . . . . . . . . . . 31 [ Sucumbir a lo otro… ] . . . . . . . . . . . . . . . 31 [ El cuento de quien… ] . . . . . . . . . . . . . . . 32 [ Extendido, el cuerpo… ] . . . . . . . . . . . . . . 32 [ Doblas los puños del… ] . . . . . . . . . . . . . . . 33 [ De paso adonde espera… ] . . . . . . . . . . . . . . 33 [ A la orilla de la noche… ] . . . . . . . . . . . . . . 34 [ Colocar así y no de otra… ] . . . . . . . . . . . . . 34 [ Adictos al desasosiego… ] . . . . . . . . . . . . . . 35 [ Es inútil reconocer… ] . . . . . . . . . . . . . . . 35 [ Atentos a cualquier… ] . . . . . . . . . . . . . . . 36


[ Creer lo ajeno como… ] . . . . . . . . . . . . . . . 36 [ Agravios comunes… ] . . . . . . . . . . . . . . . . 37 [ Suplantar el amor con… ] . . . . . . . . . . . . . . 37 [ Los amigos aborrecen… ] . . . . . . . . . . . . . . 38 [ En parajes sinuosos… ] . . . . . . . . . . . . . . . 38 [ Sudar la agitación lo… ] . . . . . . . . . . . . . . 39 [ Las despedidas rotas… ] . . . . . . . . . . . . . . . 39 [ Una carta con trazos… ] . . . . . . . . . . . . . . 40 PEQUEÑA GALERÍA DE POETAS SIN RELOJ . . . . . . . 41

Efraín Huerta se retracta de todo . . . . . . . . . . . 43 Rosa Chacel se despide de A. en Campo Grande . . . . . 44 Un tal Jaime Gil nos habla cada día . . . . . . . . . . 45 A Anna Ajmátova le duele el (dedo) corazón . . . . . . . 46 Philippe Soupault se asusta por poco . . . . . . . . . . 47 Neftalí Reyes se santigua a escondidas . . . . . . . . . 48 Unica Zürn se entretiene con muñecas y trapos . . . . . . 49 Victoriano Crémer no se acuerda de mí . . . . . . . . . 50 A Wystan Hugh Auden le pinga la nariz . . . . . . . . . 51 Luis Cernuda está sentado frente al espejo . . . . . . . . 52 Marina Tsvetáieva se cruza de brazos . . . . . . . . . . 53 Panayoti Seretide cuenta hasta siete . . . . . . . . . . 54 Carlos Edmundo de Ory traduce a Verlaine . . . . . . . 55 Álvaro Mutis aprovecha al máximo los eclipses de sol . . . . 56 Cesare Pavese se cansa de errar . . . . . . . . . . . . 57 Gottfried Benn se saca un poema de la manga . . . . . . 58 Marguerite Duras salta a la comba . . . . . . . . . . . 59 UN POEMA DE AMOR . . . . . . . . . . . . . . . . 61

[ no me des en la cara por favor he sido buena… ] . . . . . . 63


A LA QUE FALTA (2010-2013) CENIZAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73

[ La vida acaba mal, conforme… ] . . . . . . . . . . . 75 [ Vistas las circunstancias… ] . . . . . . . . . . . . . 75 [ Adiós a cuanto se emponzoña… ] . . . . . . . . . . . 75 [ A los andares dubitativos del… ] . . . . . . . . . . . 76 [ Cada vez que se empeña en mirar… ] . . . . . . . . . . 76 [ Procuremos que el tiempo no aborrezca… ] . . . . . . . . 76 [ Que conste que no esperábamos… ] . . . . . . . . . . . 77 [ Aléjate de ella, le viene a reprender… ] . . . . . . . . . 77 [ De haber estado en el recinto… ] . . . . . . . . . . . 78 [ En sus manos no se presiente… ] . . . . . . . . . . . . 78 [ Acaso acontece que no fuimos nosotros… ] . . . . . . . . 78 [ El sobrio, aquel que ensuciaba… ] . . . . . . . . . . . 78 [ Las casas, o mejor dicho las sombras… ] . . . . . . . . . 79 [ No somos los mismos, no somos… ] . . . . . . . . . . . 79 [ Una jornada que transcurre con su… ] . . . . . . . . . 79 [ En su rostro deshecho por el olvido… ] . . . . . . . . . 80 [ (Desalmados) aquellos que han temido… ] . . . . . . . . 80 [ Precisamente él vaga meditabundo… ] . . . . . . . . . 80 [ Ojalá estuvieses aquí porque me… ] . . . . . . . . . . 81 [ El aire es un fracaso y al disgregarse… ] . . . . . . . . . 81 [ Los cuadros con polvo ofrecen su… ] . . . . . . . . . . 81 daños . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83

[ A ver si lo comprendes, el cuerpo… ] . . . . . . . . . . 85 Mambrú . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86 Torceduras I . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87 II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88


Ojos que al fin vi entre lágrimas . . . . . . . . . . . . 88 Estación de autobuses . . . . . . . . . . . . . . . . 89 Ganglio centinela . . . . . . . . . . . . . . . . . 90 La caza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91 Los licántropos del parque . . . . . . . . . . . . . . 92 Episodios de debilidad . . . . . . . . . . . . . . . 93 Habitación 114 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 Protocolo 13 dd . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96 Hemos visto al señor . . . . . . . . . . . . . . . . 97 Monsergas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98 DESNEVIOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

1. [ El niño se acostumbra a ponerlo todo… ] . . . . . . . 101 2. [ El niño anota mentalmente recados… ] . . . . . . . . 101 3. [ El niño sale de la casa con prisa… ] . . . . . . . . . 102 4. [ El niño colecciona cartones de cerillas… ] . . . . . . . 103 5. [ El niño se ha extraviado en… ] . . . . . . . . . . . 103 6. [ El niño apenas si consigue arrastrar… ] . . . . . . . . 104 7. [ El niño cuchichea al correr con… ] . . . . . . . . . . 104 8. [ El niño se levanta con dos dientes… ] . . . . . . . . . 105 9. [ El niño se hace más frágil… ] . . . . . . . . . . . . 106 10. [ El niño se distrae a menudo… ] . . . . . . . . . . 106

MÚSICA PARA TORPES (2007-2012) Nada de preámbulos . . . . . . . . . . . . . . . . 111 Sin sonrojarse . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112 Otra ingratitud . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113 El camarada acabó su Inistón . . . . . . . . . . . . . 114


De cualquier manera . . . . . . . . . . . . . . . . 115 Extrañas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117 Algún elogio más del dolor . . . . . . . . . . . . . . 118 Muchedumbres . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119 Vértigos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120 Las travesuras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121 Al camarada le sudan las manos . . . . . . . . . . . . 122 Pequeña mentira . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124 Los hijos de Pura . . . . . . . . . . . . . . . . . 125 Casi últimos disfraces . . . . . . . . . . . . . . . . 126 Ahí hay un hombre que dice algo . . . . . . . . . . . 127 Aguzos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128 Contra la burla . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129 El camarada ya no sale ya de casa . . . . . . . . . . . 131 Seguro que no es poema . . . . . . . . . . . . . . . 132 Una especie de planta . . . . . . . . . . . . . . . . 133 La última cena . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134

CAMINEROS, JÍCARAS, VERDUGOS (2007-2008) 1. [ Las palabras que no…] . . . . . . . . . . . . . . 139 2. [ Detrás… ] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139 3. [ Personajes tristes… ] . . . . . . . . . . . . . . . 140 4. [ Sobre su mandil… ] . . . . . . . . . . . . . . . 141 5. [ Los saúcos… ] . . . . . . . . . . . . . . . . . 141 6. [ Hombres que suben… ] . . . . . . . . . . . . . . 142 7. [ Días azules… ] . . . . . . . . . . . . . . . . . 143 8. [ El niño que jamás… ] . . . . . . . . . . . . . . 143


9. [ El Hombrefoca… ] . . . . . . . . . . . . . . . 144 10. [ La tinta… ] . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145 11. [ Crece la hierba… ] . . . . . . . . . . . . . . . 145 12. [ Que la congoja… ] . . . . . . . . . . . . . . . 146 13. [ Inicialmente… ] . . . . . . . . . . . . . . . . 147 14. [ Trancar la puerta… ] . . . . . . . . . . . . . . 148 15. [ Bajo los carteles… ] . . . . . . . . . . . . . . . 148 16. [ Huevos aborrecidos… ] . . . . . . . . . . . . . . 149 17. [ El viajante revuelve… ] . . . . . . . . . . . . . 150 18. [ Se conoce… ] . . . . . . . . . . . . . . . . . 150 19. [ Amanece deprisa… ] . . . . . . . . . . . . . . 151 20. [ Toda la sabiduría… ] . . . . . . . . . . . . . . 152 21. [ Daba pena… ] . . . . . . . . . . . . . . . . 152 22. [ El niño con su piedra… ] . . . . . . . . . . . . . 153 23. [ La bruma… ] . . . . . . . . . . . . . . . . . 154 24. [ Cuerpos afines… ] . . . . . . . . . . . . . . . 154 25. [ Signos que anuncian… ] . . . . . . . . . . . . . 155 26. [ Consolaba pensar… ] . . . . . . . . . . . . . . 156 27. [ El muchacho decide… ] . . . . . . . . . . . . . 157 28. [ La costumbre era… ] . . . . . . . . . . . . . . 157 29. [ Cruza los dedos… ] . . . . . . . . . . . . . . . 158 30. [ Tarareaba en silencio… ] . . . . . . . . . . . . . 159 31. [ Los palos… ] . . . . . . . . . . . . . . . . . 159 32. [ Se serena de noche… ] . . . . . . . . . . . . . . 160 33. [ Contra las tardes… ] . . . . . . . . . . . . . . 161 34. [ Es probable… ] . . . . . . . . . . . . . . . . 161 35. [ El que viene… ] . . . . . . . . . . . . . . . . 162 36. [ Secaba sus lágrimas… ] . . . . . . . . . . . . . 163


37. [ Cuellos de lana… ] . . . . . . . . . . . . . . . 163 38 [ Canciones… ] . . . . . . . . . . . . . . . . . 164 39. [ El pequeño cuenta… ] . . . . . . . . . . . . . . 165 40. [ Agradece estar… ] . . . . . . . . . . . . . . . 165 41. [ Perdona perdona… ] . . . . . . . . . . . . . . 166 42. [ La calle que acecha… ] . . . . . . . . . . . . . 167 43. [ Se les podía ver… ] . . . . . . . . . . . . . . . 168 44. [ Rostros leales… ] . . . . . . . . . . . . . . . . 168 45. [ Nadie más va a cantar… ] . . . . . . . . . . . . 169 46. [ La soledad era… ] . . . . . . . . . . . . . . . 170 47. [ El río congelado… ] . . . . . . . . . . . . . . . 171 48. [ Tarde o temprano… ] . . . . . . . . . . . . . . 171 49. [ Soñabas las llamas… ] . . . . . . . . . . . . . . 172 50. [ Cincuenta años como cincuenta… ] . . . . . . . . . 173

FANTASÍA DEL CUERPO POSTRADO (2006-2010) I. [ Después de las palabras la risa del muchacho… ] . . . . . 177 II. [ La tonta pesquisa del otro se contesta con líneas… ] . . . . 177 III. [ Los dedos que han ardido y el rumor… ] . . . . . . . 178 IV. [ El rostro extenuado quiere contentarse… ] . . . . . . . 179 V. [ Si pudieras probarlo, la ínfima hiel y su narcótico… ] . . . 179 VI. [ Al amor le sucede un pasillo oscuro… ] . . . . . . . . 180 VII. [ Escrutaba en los libros el final de la noche… ] . . . . . 180 VIII. [ No recuerdo bien su nombre, me conmovería saber… ] . 181 IX. [ Al volverlo a decir se atraganta… ] . . . . . . . . . 181 X. [ Dejar atrás los útiles del crimen… ] . . . . . . . . . 182


XI. [ No son momentos para claudicar… ] . . . . . . . . 183 XII. [ Vivir la crónica de quien desde lejos te observa… ] . . . 183 XIII. [ Alguna vez piensa en enternecerse después… ] . . . . 184 XIV. [ Detrás de la memoria, sin constancia… ] . . . . . . 184 XV. [ Calles que nadie ha transitado un día… ] . . . . . . 185 XVI. [ Cerca de mí, la afonía del cuarto… ] . . . . . . . . 185 XVII. [ Signos de que llegó el invierno… ] . . . . . . . . 186 XVIII. [ Sobre un rincón, como un presagio antiguo… ] . . . 186 XIX. [ Frases para el desvelo, te mereces una vida… ] . . . . 187 XX. [ Trozos de realidad cuando me veas sonreír… ] . . . . . 188 XXI. [ Con escalofríos escribes sin cesar, tu voz… ] . . . . . 188 XXII. [ Si él lo quisiese sobrarían los minutos… ] . . . . . . 189 XXIII. [ Cercos de la luz cuando anochece, miradas… ] . . . 190 XXIV. [ Te duermes sin acertar a decir cómo se originan… ] . . 190 XXV. [ Las palabras que un día escribiste… ] . . . . . . . 191 XXVI. [ No deberías, no deberías mirarlas… ] . . . . . . . 191 XXVII. [ Cuando se le antoja es compasivo… ] . . . . . . . 192 XXVIII. [ Se exterioriza cuando menos lo esperas… ] . . . . 193 XXIX. [ Flores de acacia y el recobrado perfume… ] . . . . . 193 XXX. [ Las fechas relegadas y la causa menos probable… ] . . 194 XXXI. [ Nadie nos lo contó… ] . . . . . . . . . . . . 194 XXXII. [ Vuelve a avasallar el dolor, me suplica un recodo… ] . 195 XXXIII. [ Son restos de palabras, escorias… ] . . . . . . . 196 XXXIV. [ El que guarda sus manos… ] . . . . . . . . . 196 XXXV. [ Siempre a lo lejos se desfigura un paraje… ] . . . . 197 XXXVI. [ Sin que sepa la soledad que te has ido… ] . . . . . 197 XXXVII. [ Se conoce que no tenía prisa… ] . . . . . . . . 198 XXXVIII. [ La mirada que comienza a gastarse… ] . . . . . 199 XXXIX. [ Cuando tuvo el amor su escuela de aire… ] . . . . 199


XL. [ Dejar que se vayan sin ninguna fatiga… ] . . . . . . 200 XLI. [ El cuerpo que ya no reconoce su propia escocedura… ] . . 200 XLII. [ En el camino de Arriba los solitarios… ] . . . . . . 201 XLIII. [ A la necesidad de marcharse… ] . . . . . . . . . 201 XLIV. [ Seguro que alguien desde lejos te ama… ] . . . . . . 202 XLV. [ El temor quiere una hendidura en su hombro… ] . . . 202 XLVI. [ En Olleir disfrazaban el suelo… ] . . . . . . . . 203 XLVII. [ Se cruza en la senda de los severos… ] . . . . . . 203 XLVIII. [ Son gestos para terminar rendido… ] . . . . . . 204 XLIX. [ Ella se apropia de tu dolor y lo transforma… ] . . . . 204 L. [ Detrás de él la puerta se ha cerrado… ] . . . . . . . . 205 LI. [ El enfermo no sabría explicarlo… ] . . . . . . . . . 206 LII. [ Tempestades a la hora de no dormir… ] . . . . . . . 206 LIII. [ Al abrazarse suceden cosas que te enfadan… ] . . . . . 207 LIV [ Los intervalos de mayor parsimonia… ] . . . . . . . 207 LV. [ Acércate hasta tocarme, dice él… ] . . . . . . . . . 208 LVI. [ El dios del fuego se arrima a sus párpados… ] . . . . . 209 LVII. [ El que jamás reniega de sus convicciones… ] . . . . . 209 LVIII. [ En el Escobio, probablemente, bañistas con pudor… ] . 210 LIX. [ En el instante de menor trascendencia… ] . . . . . . 210 LX. [ Lo atroz era perderse… ] . . . . . . . . . . . . . 211

MORTAJAS (2004-2009) PALABRAS PARA OLVIDAR . . . . . . . . . . . . . . 217

[ Alguien lo ha visto maldecir… ] . . . . . . . . . . . 219 [ La fiebre oscura y el dolor… ] . . . . . . . . . . . . . 219 [ Se suceden siempre los días… ] . . . . . . . . . . . . 220


[ Lo explicable… ] . . . . . . . . . . . . . . . . . 221 [ En cada uno de sus gestos… ] . . . . . . . . . . . . . 221 [ La ventana que se cierra… ] . . . . . . . . . . . . . 222 [ Las manos que ha extraviado… ] . . . . . . . . . . . 222 [ A la voz errada del que mira… ] . . . . . . . . . . . 223 [ Se cuentan del invitado… ] . . . . . . . . . . . . . 223 [ Dejar a un lado… ] . . . . . . . . . . . . . . . . 224 [ Al atardecer sangran… ] . . . . . . . . . . . . . . 224 [ Cauterizan así mejor… ] . . . . . . . . . . . . . . 225 [ Sobre su frágil corazón corchos… ] . . . . . . . . . . . 226 PALABRAS PARA OLVIDAR . . . . . . . . . . . . . . 227

[ El cuerpo que se rompe… ] . . . . . . . . . . . . . . 229 [ Vienen y se van… ] . . . . . . . . . . . . . . . . 229 [ Apenas una franja de sol… ] . . . . . . . . . . . . . 230 [ Te asaltan a menudo lugares… ] . . . . . . . . . . . 231 [ Siempre recuerdas… ] . . . . . . . . . . . . . . . 231 [ Se desvanece muy despacio… ] . . . . . . . . . . . . 232 [ Afuera el viento, la idea… ] . . . . . . . . . . . . . 232 [ Desde lejos la noche… ] . . . . . . . . . . . . . . . 233 [ Llueve inmensamente… ] . . . . . . . . . . . . . . 234 [ En secreto produce estupor… ] . . . . . . . . . . . . 234 [ Cada uno se arrepiente de algo… ] . . . . . . . . . . . 235 [ Movimientos del cuerpo… ] . . . . . . . . . . . . . 235 [ Sueñas que te has marchado… ] . . . . . . . . . . . . 236 PALABRAS PARA OLVIDAR . . . . . . . . . . . . . . 239

[ Ignoro cuanto ocurre alrededor… ] . . . . . . . . . . . 241 [ Crece junto a mí, se estira… ] . . . . . . . . . . . . 241 [ La compasión y la negra ronda… ] . . . . . . . . . . 242


[ Después de cada ritual… ] . . . . . . . . . . . . . . 243 [ Yo bebía agua sucia… ] . . . . . . . . . . . . . . . 243 [ Donde producen las arañas… ] . . . . . . . . . . . . 244 [ Me creo sus motivos… ] . . . . . . . . . . . . . . . 244 [ La justa medida de un cuerpo… ] . . . . . . . . . . . 245 [ El monigote desesperado confiesa… ] . . . . . . . . . . 246 [ Manifestar lo impropio… ] . . . . . . . . . . . . . 246 [ A solas con mi imagen reflejada… ] . . . . . . . . . . 247 [ Quien ha venido de lejos… ] . . . . . . . . . . . . . 247 [ Al que contempla más veces… ] . . . . . . . . . . . . 248

LUGARES (2002-2011) I. [ Sobre Montecorral la lluvia… ] . . . . . . . . . . . 251 II. [ Lo dice el que menos recuerda… ] . . . . . . . . . . 252 III. [ Cada noche un presentimiento… ] . . . . . . . . . 254 IV. [ Nadie más apropiado que él… ] . . . . . . . . . . 255 V. [ Únicamente sustraerles la rabia… ] . . . . . . . . . 256 VI. [ El argumento roza la barbarie… ] . . . . . . . . . 258 VII. [ A veces lo has ansiado exageradamente… ] . . . . . . 259 VIII. [ Completada la cena, el visitante… ] . . . . . . . . 260 IX. [ Ella pensaba que las provenientes… ] . . . . . . . . 262 X. [ Crecen con apremio… ] . . . . . . . . . . . . . . 263 XI. [ Cierra bajo llave los libros antiguos… ] . . . . . . . 265 XII. [ Desde Oterico a Socil… ] . . . . . . . . . . . . 266 XIII. [ Han sido palabras que hace daño… ] . . . . . . . 268 XIV. [ Murias para abarcar la mueca… ] . . . . . . . . . 269


XV. [ Serán aguas que reflejan sin cejar… ] . . . . . . . . 270 XVI. [ El cuerpo maniatado también… ] . . . . . . . . . 272 XVII. [ Volver a llamar por su nombre… ] . . . . . . . . 274 XVIII. [ Nada que mantener… ] . . . . . . . . . . . . 275 XIX. [ Asas de cántaro… ] . . . . . . . . . . . . . . 277 XX. [ Sin tardanza comparecía… ] . . . . . . . . . . . 278 XXI. [ Le nacen al tiempo arenas… ] . . . . . . . . . . 280 XXII. [ Quieren expresarse, se describen… ] . . . . . . . . 281

BOCADOS DE ROSA (2000-2004) Juan Carlos García y Dolores Gómez . . . . . . . . . . 285 Clara G. y Vanesa B. . . . . . . . . . . . . . . . . 285 M. M. y J. A. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 286 Barbra Courtney y Diego Arrojas . . . . . . . . . . . 286 Luis Roizo y Carmen Valdés . . . . . . . . . . . . . 287 Pedro Martínez y Sandra Esteban . . . . . . . . . . . 287 Merce Rohca y Antonio Vera . . . . . . . . . . . . . 288 José Enrique González y Amelia Ortuondo . . . . . . . . 289 Alfredo Dulces y Blanca Fernández . . . . . . . . . . 289 Marisa Cifuentes y Pelayo Junquera . . . . . . . . . . 290 Leonardo Jiménez y Asun Garralda . . . . . . . . . . 290 Jesús Ángel Hernández y Delia Asís . . . . . . . . . . 291 Inés H. y Maravillas C. . . . . . . . . . . . . . . . 291 Basilio Pérez y Anna Ozores . . . . . . . . . . . . . 292 Luis Flórez y Dionisio Guzmán . . . . . . . . . . . . 292 María Antonia Celas y Wenceslao Ares . . . . . . . . . 293


Conrado Álvarez y Virginia Estrada . . . . . . . . . . 293 José Esparza y Clara Gutiérrez . . . . . . . . . . . . 294 Celia Rodríguez y Baltasar del Campo . . . . . . . . . 294 D. N. y Lucio Estrada . . . . . . . . . . . . . . . . 295 Siria Agúndez y Ernst Cantón . . . . . . . . . . . . 295 Carlos Evelio y Lina Palma . . . . . . . . . . . . . . 296 C. E. y A. A. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 297 Isabel Arias y Francisco Palomero . . . . . . . . . . . 297 Enrique Vicente y Penélope Díaz . . . . . . . . . . . 298 Obdulia Soler y Gonzalo Andrés . . . . . . . . . . . 298 David Fuentes y Ariadna Leal . . . . . . . . . . . . . 299 Fina García y Víctor Ordóñez . . . . . . . . . . . . . 300 Sara Bernabé y Begoña Álvarez . . . . . . . . . . . . 300

LA CASA VIEJA (1999-2002) Inicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 303 Los delitos que alguien enfatiza . . . . . . . . . . . . 303 Los que no volvieron . . . . . . . . . . . . . . . . 304 En Montecorral . . . . . . . . . . . . . . . . . . 304 Pajares del fuego . . . . . . . . . . . . . . . . . . 304 Medidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 305 La casa vieja I . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 305 Escorias, Valdeluna . . . . . . . . . . . . . . . . . 306 Detrás de las casonas . . . . . . . . . . . . . . . . 306 El día triste . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 306 Las palabras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 307


Dejarse la piel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 307 La casa vieja II . . . . . . . . . . . . . . . . . . 308 Grises . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 308 Las sangrías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309 Dile que la quiero . . . . . . . . . . . . . . . . . 309 Ñuberos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309 Las cuevas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 310 La amistad es un globo tan rojo . . . . . . . . . . . . 310 B. B. y ella . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 311 Arroyos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 311 Después de decirlo . . . . . . . . . . . . . . . . . 312 La casa vieja III . . . . . . . . . . . . . . . . . . 312 Acercar el rito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 312 Espejos partidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 313 Testamento muy lírico . . . . . . . . . . . . . . . 313 Breviario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 314 Niños que tosen . . . . . . . . . . . . . . . . . . 314 Alibabá y Remedios . . . . . . . . . . . . . . . . 315 Poema del pordiosero . . . . . . . . . . . . . . . . 315 El grito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 315 No creas a G. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 316 Hablar del miedo . . . . . . . . . . . . . . . . . 316 Amores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317 La casa vieja IV . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317 La barbarie . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 318 Rosales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 318 El mar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 318 Para tus ojos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 319


Acacias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 319 Con alegría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 320 Niñas hechas y derechas, extraviadas en las urces . . . . . 320 Cosas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 320 Cumpleaños lejos de Olleir . . . . . . . . . . . . . . 321

LA ÚLTIMA VEZ (1998-2000) CUATRO PRELUDIOS . . . . . . . . . . . . . . . . 325

Es la pura verdad . . . . . . . . . . . . . . . . . 327 Las batallas, sobre todo las perdidas . . . . . . . . . . 328 El menoscabo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 329 Etcétera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 330 DETRÁS DE LAS CASONAS . . . . . . . . . . . . . . 333

Un nombre por lo menos . . . . . . . . . . . . . . 335 Adiós a las seis de la tarde . . . . . . . . . . . . . . 336 Breve historia de B. B. . . . . . . . . . . . . . . . 337 Pecados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 338 Ex Libris . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 339 Gaspar y la noche . . . . . . . . . . . . . . . . . 340 El niño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 341 CASI DE MEMORIA . . . . . . . . . . . . . . . . . 343

I. [ Mirar el mar con los ojos de mi hijo… ] . . . . . . . . 345 II. [ La brutalidad que la remota memoria deposita… ] . . . 345 III. [ Que se vaya de aquí el dolor… ] . . . . . . . . . . 346 IV. [ (Eran vencejos y al atardecer dispersaban… ] . . . . . 346 V. [ Adentrarse en el socavón perpetuo de… ] . . . . . . . 347


VI. [ Escribir, por ejemplo, la infinita tristeza… ] . . . . . 347 VII. [ Merecen benevolencia quienes a duras penas… ] . . . . 348 VIII. [ (Se deshacían en elogios para con su hermosura… ] . . . 349 IX. [ Esta sed no puede ser la mía… ] . . . . . . . . . . 349 X. [ Escribir la verdad que acontece cuando… ] . . . . . . 349 XI. [ El placer termina cuando nadie se… ] . . . . . . . . 350 XII. [ (Se diría que el tiempo se diluye… ] . . . . . . . . 350 XIII. [ Se oyen pasos cerca de mi corazón… ] . . . . . . . 351 XIV. [ Volver a recordar con amargura los actos… ] . . . . . 351 XV. [ Escribir, en un aparte de la noche… ] . . . . . . . . 352 XVI. [ Algún día tendré que comenzar de nuevo… ] . . . . . 352 XVII. [ (Su voz nos recordaba la del misionero… ] . . . . . 353 XVIII. [ Encontrar, al fin y al cabo, el despeñadero… ] . . . . 353 XIX. [ Coágulos de sangre arrebatados al bello mensajero… ] . 354 y XX. [ Como pasa el invierno sin cesar… ] . . . . . . . . 354 ESCORIAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 355

La negra certidumbre . . . . . . . . . . . . . . . . 357 En el rincón oscuro . . . . . . . . . . . . . . . . . 358 Los vencidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 359 Reliquias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 360 Las sombras, los saúcos . . . . . . . . . . . . . . . 361 Algún elogio del dolor . . . . . . . . . . . . . . . 362 Oscura palabra . . . . . . . . . . . . . . . . . . 363 Y nunca volver . . . . . . . . . . . . . . . . . . 365

Plaf en la cocina . . . . . . . . . . . . . . . . . . 367 De la soledad que vuelve a decirnos su improperio . . . . . 367 Otra meditación . . . . . . . . . . . . . . . . . . 369 Escrito en Olleir . . . . . . . . . . . . . . . . . . 370


CÁNCER DE INVIERNO (1995-1998) I. [ Yo tuve mi cuerpo encadenado una vez… ] . . . . . . . 377 II. [ Sucede que grito de terror cuando amanece… ] . . . . . 378 III. [ Siempre me entretengo en contar los nombres… ] . . . . 379 IV. [ De aquella tendría que haberlo imaginado… ] . . . . . 380 V. [ Caminar a ciegas el reborde pantanoso… ] . . . . . . . 381 VI. [ Algún día soñaré contigo y celebraremos entonces… ] . . . 385 VII. [ La exacta dentellada y el pesar que discurre… ] . . . . 385 VIII. [ Si sientes la cercanía del carámbano… ] . . . . . . . 387 IX. [ El error me exime de haber caído como un muñeco… ] . . 388 X. [ El azar se considera sabio y soporta lugares… ] . . . . . 388 XI. [ El aliento es turbio y se marchan las visitas… ] . . . . . 389 XII. [ Sangre en los labios y alrededor el mundo del revés… ] . . 391 XIII. [ Por si volviese, como la bruma, a cubrir… ] . . . . . 391 XIV. [ Cuerpos voraces que han consentido… ] . . . . . . . 392 XV. [ Después no es demasiado fácil sobrevivir… ] . . . . . 397 XVI. [ Los mismos elementos del desastre… ] . . . . . . . 398 XVII. [ Y ha vuelto el secreto a disfrazarme… ] . . . . . . 399 XVIII. [ El delito sería haber llegado hasta aquí… ] . . . . . 399 XIX. [ De repente algo obstruye la mirada y tendría… ] . . . 400 XX. [ Si busco semejanzas con otro discurso que ayer… ] . . . 401 XXI . [ A pesar de la canción que los extraños fingen… ] . . . 402 XXII. [ Volver a intentarlo y que el poema restaure… ] . . . . 407 XXIII. [ Si estás conmigo procede a enfatizar lo raro… ] . . . 408 XXIV. [ Un rayo más de sol que me caliente… ] . . . . . . 409 XXV. [ De soslayo dijo… ] . . . . . . . . . . . . . . 410


LIBRO DE CITAS (1991-1993) S. KNOWS WHAT COCKS NEED . . . . . . . . . . . . . 415

[ Ya no sé el tiempo… ] . . . . . . . . . . . . . . . 417 [ Hay corsarios añiles de desmesurado… ] . . . . . . . . . 417 [ Todo es igual y sin quererlo me penetras… ] . . . . . . . 418 [ No hay ninguna razón ahora… ] . . . . . . . . . . . 418 S. EVEN TAKES THE HARDEST FUCK . . . . . . . . . . 421

[ Haremos de la noche… ] . . . . . . . . . . . . . . 423 [ En mi boca, una vez, hallabas… ] . . . . . . . . . . . 423 [ Sí, haremos de la noche… ] . . . . . . . . . . . . . 424 [ Porque eso es lo que eres… ] . . . . . . . . . . . . . 424 S. LIKES TO GET FUCKED VERY HARD AND LONG . . . . 425

[ Cuánto placer nos toca a cada uno… ] . . . . . . . . . 427 [ No eres tú el doble de mi cuerpo… ] . . . . . . . . . . 427 [ Y sé borrar de la memoria… ] . . . . . . . . . . . . 428 [ Yo puedo borrar… ] . . . . . . . . . . . . . . . . 428 S. IS SPOLIED IN HER FAVORITE POSITION . . . . . . . . 429

[ Parece mentira este cuidado… ] . . . . . . . . . . . . 431 [ Tu boca y mi boca no cejaban… ] . . . . . . . . . . . 431 [ Te la entrego… ] . . . . . . . . . . . . . . . . . 432 S. HAS NOTHING TO SAY AGAINST A QUICKIE . . . . . . 433

[ Y tienes que venir a mi memoria… ] . . . . . . . . . . 435 [ Tienes que venir y que te sienta… ] . . . . . . . . . . 435 [ Anda, amor mío, solo esta noche… ] . . . . . . . . . . 436 [ Ya digo, tienes que venir… ] . . . . . . . . . . . . . 436 S. DOESN’T GET MORE THAN HIS ACORN INTO HER MOUTH 437

[ Felizmente ha pasado la noche… ] . . . . . . . . . . . 439


[ Bello amante que ensucias mi bañera… ] . . . . . . . . 439 [ Lo único que siento… ] . . . . . . . . . . . . . . . 440 [ Qué estúpida, cariño, abrir… ] . . . . . . . . . . . . 440 S. DID GET THE TASTE OF SEX VERY EARLY (THE FINAL CUNT) 441

[ Más turbación es imposible: deformo… ] . . . . . . . . . 443 [ Mas de súbito vivir es insensato… ] . . . . . . . . . . 443

DIEZ POEMAS PARA LEER (Y AMAR) DETRÁS DE LOS SAÚCOS (1990) [ Nadie nos ha visto llorar… ] . . . . . . . . . . . . . 447 La niñez que ignoras . . . . . . . . . . . . . . . . 448 Un jueves . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 448 Desnudo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 449 En el río Omaña . . . . . . . . . . . . . . . . . . 450 Para cumplirse . . . . . . . . . . . . . . . . . . 450 Bajo los enebros . . . . . . . . . . . . . . . . . . 451 San Juan (Agosto) . . . . . . . . . . . . . . . . . 452 Celebración de lo que acaba . . . . . . . . . . . . . 453 De la palabra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 453 O PODRÍAMOS AMARNOS SIN QUE NADIE SE ENTERE (1988-1989) Dedicatoria pesadísima . . . . . . . . . . . . . . . 457 (inicios) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 457 El afilador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 458


(la norma) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 459 (ruego funcional) . . . . . . . . . . . . . . . . . 459 (el beso) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 460 [ Te sabe mal la sangre… ] . . . . . . . . . . . . . . 461 (la oscura historia de mi prima lola) . . . . . . . . . . 461 Sin título . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 462 (las muchachas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . 462 (servicios especiales) . . . . . . . . . . . . . . . . 463 «Hoy no me esperes porque la noche será negra y blanca» G. de Nerval . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 464 Los perros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 465 (spot utilísimo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . 466 (qué poca educación, señores) 1 . . . . . . . . . . . . 466 2 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 467 (de madrid al celo) . . . . . . . . . . . . . . . . . 467 (ladrones de fuego) . . . . . . . . . . . . . . . . . 468 (ofertorio no clasificado) . . . . . . . . . . . . . . . 469 Retrato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 469 (obivlo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 470 (mal de muchos… eso) . . . . . . . . . . . . . . . 470 (tan execrable) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 471 Interludio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 472 (las coincidencias) . . . . . . . . . . . . . . . . . 472 (otra historia otra) . . . . . . . . . . . . . . . . . 473 (walkiria’s room) . . . . . . . . . . . . . . . . . . 473 (dolor) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 474 (presentimiento de desastre n.º 28) . . . . . . . . . . . 475 [ Mira cómo su cuerpo avasalla… ] . . . . . . . . . . . 475


(boceto de despedida) . . . . . . . . . . . . . . . . 476 (noticia aparecida en los diarios censurada de algún modo) . 476 Su nombre más profano . . . . . . . . . . . . . . . 477 Aniversario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 478 (mon amour firestone) . . . . . . . . . . . . . . . 478 (melancolía) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 479 Habla Marta T. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 480 (tristeza de verano) . . . . . . . . . . . . . . . . . 480 «Ir hacia sí, y durante horas no encontrar a nadie» R. M. Rilke . 481 (grimorio) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 481 [ Después de haberte amado… ] . . . . . . . . . . . . 482 [ Fugit irreparabile tempus… ] . . . . . . . . . . . . . 483 (julia, julia) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 483 (asistencia social) . . . . . . . . . . . . . . . . . . 484 (aparición) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 484 (consejos de un padre bochornoso) . . . . . . . . . . . 485 Sin título tampoco . . . . . . . . . . . . . . . . . 486 (sospecha) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 486 «…que nos quisimos tanto» . . . . . . . . . . . . . 487 1. [ Si pudieras olvidar las veces… ] . . . . . . . . . . 487 2. [ Pero no lo sé a ciencia cierta… ] . . . . . . . . . 487 3. [ Quiero decir que con tu carne… ] . . . . . . . . . 488 4. [ Mas no era suficiente, y yo lo supe… ] . . . . . . . 488 5. [ Gracias a ti… ] . . . . . . . . . . . . . . . 489 6. [ Y qué decir de la cólera… ] . . . . . . . . . . . 489 7. [ Y sigo con más sombras que nunca… ] . . . . . . . 490 8. [ Y así vamos viviendo… ] . . . . . . . . . . . . 491


LA MEMORIA BUSCANDO SUS DISFRACES (1985-1986) ESCRITO EN OLLEIR, EL AGUA DULCE . . . . . . . . . 495

Escrito en Olleir . . . . . . . . . . . . . . . . . . 497 De ayer en adelante . . . . . . . . . . . . . . . . . 498 «Parece / que no ha pasado la muerte por nosotros» Ángel González . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 499 Las primas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 499 Camino de Ceide . . . . . . . . . . . . . . . . . 500 Aquella muchacha que encontró mis manos . . . . . . . 501 Los pinos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 502 El agua dulce . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 502 MONODIA SOBRE UN CUERPO QUE DUERME . . . . . . 505

[ Canto para una sola voz que destroce… ] . . . . . . . . 507 I. [ Vístete con el murmullo gris de los pájaros… ] . . . . . . 507 II. [ Ven, llega entonces. Paséate en mis dedos… ] . . . . . . 508 III. [ Sin música alguna que tropiece… ] . . . . . . . . . 508 IV. [ Dulcemente, regresando de otra noche… ] . . . . . . . 509 V. [ (extraña en una ciudad que ya olvidaste… ] . . . . . . 509 VI. [ He aquí las jaurías sutiles de la noche… ] . . . . . . . 510 VII. [ El ángel de la tristeza inundará tus manos… ] . . . . 510 VIII. [ Los latidos que atesoro en mis dedos… ] . . . . . . . 511 IX. [ Pero no hay sueño sin alas… ] . . . . . . . . . . . 511 X. [ Tienes que perdonar a la mujer altísima… ] . . . . . . 512 XI. [ (tu voz ha sido enumeración y caos… ] . . . . . . . . 512 XII. [ El tiempo desata los nudos que tejieras… ] . . . . . . 513 XIII. [ Y luego, al final, cuando el día… ] . . . . . . . . 513 VIEJA ESTACIÓN DE SÚPLICA Y OLVIDO . . . . . . . . 515

Retrato con máscara y cerezas . . . . . . . . . . . . . 517


Aglo y las edades . . . . . . . . . . . . . . . . . . 518 Aproximación al tema otoño . . . . . . . . . . . . . 518 Los niños . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 519 Para escapar de los diluvios . . . . . . . . . . . . . . 520 Cualquier tarde de sept. . . . . . . . . . . . . . . . 521 Buscando sus disfraces . . . . . . . . . . . . . . . 522 Jazz, trece de algún tiempo . . . . . . . . . . . . . . 523 El amor y el poema se descubren tachando las veces . . . . 524 Lo más sencillo era beberse las gotas la ternura . . . . . . 525 P. S. / TRES ANOTACIONES O FURIAS . . . . . . . . . . 527

[ La escritura de una serie de datos… ] . . . . . . . . . . 529 [ El oscuro elemento de las cosas… ] . . . . . . . . . . . 530 [ Hasta el último momento el poema… ] . . . . . . . . . 530 DONDE TODO TERMINA . . . . . . . . . . . . . . 533

El fulgor y la espuma . . . . . . . . . . . . . . . . 535 D. K., la nostalgia . . . . . . . . . . . . . . . . . 535 Sin título . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 538 A cambio de su nombre . . . . . . . . . . . . . . . 538 Donde todo termina . . . . . . . . . . . . . . . . 539

(TÉCNICAS) PARA ABRAZAR UN OSCURO NOMBRE (1984-1985) LA MEMORIA BUSCANDO SUS DISFRACES . . . . . . . 543

[ Tus labios encierran el mundo destruido y… ] . . . . . . . 545 [ Después de cada trago, después de una palabra… ] . . . . . 545 [ Un vaho sin sueños despierta… ] . . . . . . . . . . . 546 [ Claro que hay adagios en tu cuerpo… ] . . . . . . . . . 547


[ Mírame, descubre mi sollozo… ] . . . . . . . . . . . 547 [ Existe un fuego feliz e interminable… ] . . . . . . . . . 548 [ Es gozoso horadar la saliva indefensa… ] . . . . . . . . 548 [ Jamás podré decir tus palabras de dalia… ] . . . . . . . 549 [ No conoces aún el cuerpo violencia que teje el otoño… ] . . . 549 [ Es preciso contemplar el amor… ] . . . . . . . . . . . 550 [ Deberíamos romper nuestros recintos… ] . . . . . . . . . 550 [ Había en aquella noche blanquísima… ] . . . . . . . . 551 LA MEMORIA BUSCANDO SUS DISFRACES . . . . . . . 553

[ Me pierdo en la negligencia de tu boca… ] . . . . . . . . 555 [ Si alguien preguntara por tu sombra… ] . . . . . . . . . 555 [ Pregona el viento tu disuelta… ] . . . . . . . . . . . . 556 [ El mar, el tiempo que casi nos teje… ] . . . . . . . . . . 556 [ El cristal supo de los bastones blancos que golpeaban la tarde… ]. 557 [ Calandrias y buques… ] . . . . . . . . . . . . . . 557 [ La frialdad aguda de lo blanco… ] . . . . . . . . . . . 558 [ Morir. Embadurnar mi pecho con los ramos… ] . . . . . . 559 [ Háblame, decías, de ese fin de la noche cóncavo… ] . . . . . 559 [ A veces me pregunto hasta dónde puede… ] . . . . . . . . 560 [ Siempre están los vencedores de tu vientre… ] . . . . . . . 560 [ Pálidos anillos crecieron en tu sueño… ] . . . . . . . . . 561 [ Escucha mi corazón cuando llegan… ] . . . . . . . . . 561 LA MEMORIA BUSCANDO SUS DISFRACES . . . . . . . 563

[ Tensamente, recorriendo… ] . . . . . . . . . . . . . 565 [ No sabría poner mis labios en la puerta… ] . . . . . . . 565 [ Dijiste que no podía ser… ] . . . . . . . . . . . . . 566 [ Te recuerdo en los enjambres de la noche, allí es… ] . . . . 566 [ Primero fue el destino salobre… ] . . . . . . . . . . . 567


[ Maldigo tu cuerpo… ] . . . . . . . . . . . . . . . 568 [ Te extraviarás en el centro de la nieve… ] . . . . . . . . 568 [ Creías en tu cuerpo ciegamente, dañabas a los árboles… ] . . 569 [ Conforme, amor… ] . . . . . . . . . . . . . . . . 569 [ Hablo de soledad… ] . . . . . . . . . . . . . . . . 570 [ Si te recuerdo es porque sé que algo se nos muere… ] . . . . 570 [ Y te entregaré mi sonrisa para el convencimiento… ] . . . . 571 [ Moradas ya las hojas del otoño… ] . . . . . . . . . . . 571 [ Me quedaré en tus ojos advirtiendo cuanto pasa… ] . . . . 572

PALABRAS PARA OBDULIA (1984-1985) Inicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 577 Los descuidos de la voz . . . . . . . . . . . . . . . 577 Llueve en esta calle . . . . . . . . . . . . . . . . . 578 Las palabras y los párpados . . . . . . . . . . . . . . 579 De ayer en adelante . . . . . . . . . . . . . . . . . 579 A solas con nosotros . . . . . . . . . . . . . . . . 580 Siete . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 581 Descripción de la noche . . . . . . . . . . . . . . . 581 Memoria en Olleir . . . . . . . . . . . . . . . . . 582 Los niños de la niebla . . . . . . . . . . . . . . . . 582 Tan lejos de las playas . . . . . . . . . . . . . . . . 583 Los labios más azules . . . . . . . . . . . . . . . . 584 Breve viaje a su costado . . . . . . . . . . . . . . . 584 Contabas tu amor a las luciérnagas . . . . . . . . . . . 585 Caminos de saliva . . . . . . . . . . . . . . . . . 586


Después del sueño . . . . . . . . . . . . . . . . . 586 Cuerpos celebrando algunos exterminios . . . . . . . . 587 La soledad de espuma . . . . . . . . . . . . . . . . 587 Horarios del silencio . . . . . . . . . . . . . . . . 588 Los trenes nos salpican el cabello . . . . . . . . . . . 588 Las niñas cuando quejan sus mañanas . . . . . . . . . 589 Presencia en Shirley Bassey . . . . . . . . . . . . . . 590 Recoge mi memoria . . . . . . . . . . . . . . . . 590 El amor que tuvimos . . . . . . . . . . . . . . . . 591 Besos como hendiduras o nubes . . . . . . . . . . . . 592 Monólogos para la proximidad de la noche . . . . . . . . 592 Tu vientre reflejado en los espejos . . . . . . . . . . . 593 Déjame buscar tus estaciones . . . . . . . . . . . . . 594 Y esta mirada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 594 Penúltimos regresos . . . . . . . . . . . . . . . . 595 Descubres tu sonrisa . . . . . . . . . . . . . . . . 595 Ahora que estoy solo . . . . . . . . . . . . . . . . 596 Jamie Lee Curtis nos destruye . . . . . . . . . . . . . 597 Los tactos secretos . . . . . . . . . . . . . . . . . 597 Gesticulando el insomnio . . . . . . . . . . . . . . 598 Los cuerpos sin sus ruinas . . . . . . . . . . . . . . 598 Luego . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 599 Las mareas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 599 Las horas nuestras . . . . . . . . . . . . . . . . . 600 Final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 601


RENÁ, A SOLAS CON NOSOTROS (1983-1984) [ Por qué no estarás aquí ahora… ] . . . . . . . . . . . 605 [ Te presentía tanto al llegar la hora… ] . . . . . . . . . 607 [ Te besé los pliegues del verano… ] . . . . . . . . . . . 609 [ Te encontré callada en una habitación… ] . . . . . . . . 611 [ Y ya es la boca que te alarga… ] . . . . . . . . . . . 613

LABIOS DE LA LOCURA (1983) I . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 619 Urdimbres del poema . . . . . . . . . . . . . . . . 621 Este amor de pálidas esquinas . . . . . . . . . . . . . 622 Las niñas azules (Dolly Haze) . . . . . . . . . . . . . 622 Obdulia o nada . . . . . . . . . . . . . . . . . . 623 A veces hay muchachas que lloran su nombre . . . . . . . 624 Como los labios en octubre . . . . . . . . . . . . . . 625 La noche o la ternura de nosotros . . . . . . . . . . . 626 Adagio en Iman Haywood . . . . . . . . . . . . . . 627 II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 629 Porque es oscura . . . . . . . . . . . . . . . . . . 631 Poema diez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 631 Olleir / Los veranos de melancolía . . . . . . . . . . . 632 A veces, también, hay caminantes que lloran estrellas . . . . 633 Los besos, las cinturas . . . . . . . . . . . . . . . . 634 La soledad, un espejo roto, una añoranza . . . . . . . . 635 Labios de la locura . . . . . . . . . . . . . . . . . 635


CUADERNO DE JUNIO (1982-1984) I . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 641 [ Se trata de buscar su cercanía en los papeles… ] . . . . . . 643 [ Los días no son grises, no llevan en sus ojos… ] . . . . . . 644 [ Iniciales en las bocas, poderosos en sus manos… ] . . . . . . 645 [ El amor podría ser la rotura que apreciamos, la pausa… ] . . 646 [ Como si quisieran venir, las manos, aquellos rostros… ] . . . 647 [ Inútil hablarte de márgenes o bocas, decirte… ] . . . . . . 648 II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 649

[ Para que nadie nos ocupe, ni nos rompa en los delirios… ] . . 651 [ Los cuerpos perdurables que disponen de objetos… ] . . . . . 652 [ Llegan sus saludos, las manos fronterizas… ] . . . . . . . 653 [ Ocurren días solitarios en los cuales pensar en ti… ] . . . . 654 [ Se llamaba siempre, siempre la admirábamos… ] . . . . . 654 [ Pon tus manos en las piedras, verás cómo amanece… ] . . . . 655 [ Las permanencias del deseo, los niños pensados… ] . . . . . 656 [ Se va en lo sordo de las manos, se aleja… ] . . . . . . . . 657 III . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 659

[ Di que no, que ya se fueron los golpes y los labios… ] . . . . 661 [ Los premios, las cinturas, los lugares prescindibles… ] . . . . 662 [ Después del amor vienen los paseos vivos pero… ] . . . . . 663 [ Luego los ojos encimados a la noche, las bocas… ] . . . . . 664 [ Son estas las teorías del olvido, del amor… ] . . . . . . . 665 [ Ahora los hábitos de entonces, las ternuras… ] . . . . . . 666 [ Diremos al fin tus ganas de estar solo, tu aliento… ] . . . . 667


OBDULIA AZUL (1980) Obdulia esta noche larga . . . . . . . . . . . . . . 671 Obdulia nosotros . . . . . . . . . . . . . . . . . 672 Amor es del todo diferente . . . . . . . . . . . . . . 674 Acaso cuando el cuerpo se desnuda . . . . . . . . . . . 676 El amor también es algo que se escucha . . . . . . . . . 677 Solo la aspereza . . . . . . . . . . . . . . . . . . 679 Algo se está moviendo en el centro de esta sombra . . . . . 680 De tus labios se desprenden . . . . . . . . . . . . . 682 Ya estamos en el conjunto tremendo de las tardes . . . . . 683 Yo no sé nada de nada . . . . . . . . . . . . . . . . 684

VARIACIONES. TOTAL S. E. ú O. (1976-1977) PRIMERA PARTE . . . . . . . . . . . . . . . . . . 689

Anotaciones personales . . . . . . . . . . . . . . . 691 El uniforme rayado verde con que vistes . . . . . . . . . 692 Guía de presagios . . . . . . . . . . . . . . . . . 692 Instantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 693 Pequeño registro de datos informativo . . . . . . . . . 694 Variaciones sobre un retrato . . . . . . . . . . . . . 695 Contrastes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 695 Puedes anochecer . . . . . . . . . . . . . . . . . 696 Cementerio de comentarios . . . . . . . . . . . . . 697 Y como gomas de plata . . . . . . . . . . . . . . . 698 Estampa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 698


El poeta recuerda en hora punta . . . . . . . . . . . . 699 Ya veremos cómo el plato roto . . . . . . . . . . . . . 700 Presente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 700 Jacques Prèvert (Homenaje) . . . . . . . . . . . . . 701 Alborada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 702 Variaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 703 segunda PARTE . . . . . . . . . . . . . . . . . . 705

Hoy mandas, amor . . . . . . . . . . . . . . . . . 707 Cadenas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 707 Encuentro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 708 Momentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 709 No hay duda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 710 Comparaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . 710 Mínimo verso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 711 Apuntes para un poema de amor . . . . . . . . . . . 712 El barquero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 712 Colores que no existen . . . . . . . . . . . . . . . 713 Riello . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 714 El poeta compara . . . . . . . . . . . . . . . . . 714 Y del regreso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 715 Elga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 715 Poema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 716 La noche avanza sin temor . . . . . . . . . . . . . . 716 Árboles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 717 Indolente niegas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 718 Pensamientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 719 tercera PARTE . . . . . . . . . . . . . . . . . . 721

Y se olvida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 723


En abril . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 724 Las flores continúan . . . . . . . . . . . . . . . . 724 Silencio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 725 Contados los segundos . . . . . . . . . . . . . . . 726 Anochecen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 726 Motivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 726 Son los silencios . . . . . . . . . . . . . . . . . . 727 El furgón del recuerdo dijo adiós . . . . . . . . . . . 727 Noche . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 728 Oprimía dañaba mataba . . . . . . . . . . . . . . . 728 El polvo que fuiste . . . . . . . . . . . . . . . . . 729 No lo admitimos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 729 Final de las palabras . . . . . . . . . . . . . . . . 730 Palabras con él por MJ Romero . . . . . . . . . . . . . . . . . . 733 Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 737 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 739



Esta primera ediciรณn de Este cuento se ha acabado, de Luis Miguel Rabanal, se terminรณ de imprimir el 10 de marzo de 2015



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