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Gaudí
Ruta por el noroeste de España
© J. F. Chimeno, 2017 © Soporte gráfico: J. F. Chimeno © Ilustraciones capítulos I, II, IV y apéndice II: Carlos Sáez López © Ilustraciones capítulo III y apéndice I: Roberto Díaz de Orosia © Mapa ruta Gaudí, p. 16: Diego Chamorro © de esta edición: EOLAS ediciones, 2017
www.eolasediciones.es Dirección editorial: Héctor Escobar Diseño y maquetación: Alberto R. Torices ISBN: 978-84-16613-78-6 Depósito Legal: LE 256-2017 Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. www.conlicencia.com · 91 702 19 70 / 93 272 04 47 Impreso en España Con la colaboración de:
Ayuntamiento de Comillas
J. F. Chimeno
Gaudí
Ruta por el noroeste de España
(Astorga · León · Gijón · Comillas)
eolas ediciones
Dedicado al ferrocarril, que desde el siglo XIX hasta nuestros días ha llevado al viajero a descubrir parajes insólitos, conocer arquitecturas exóticas… y a la fotografía que de todo ello ha permitido mantener vivos los recuerdos.
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IN ITINERIBUS MAGNUM GAUDIUM
AGRADECIMIENTOS
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Por su inestimable colaboración a los Ayuntamientos de Astorga, León y Comillas; los cuales, desinteresadamente, han aportado su visión y dado su apoyo a este libro.
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ÍNDICE
Prólogo . . . . Introducción . . . . Primera parte. Arquitecto sin arquitecturas
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Capítulo I. ASTORGA (1889-1913) Capítulo II. LEÓN (1891-1893) .
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. .
21 53
Segunda parte. Arquitectura sin arquitectos
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Capítulo III. GIJÓN (1902-1924) . Capítulo IV. COMILLAS (1883-1885)
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. .
91 123
Post scriptum. El modernismo (1890-1910) Apéndice I. Epílogos de los Ayuntamientos Apéndice II. Bibliografía y documentación
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PRÓLOGO Un buen viajero no tiene planes fijos ni la intención de llegar. Lao Tse
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P
ara el Diccionario de la Real Academia Española la palabra «intrahistoria» fue un concepto creado por Miguel de Unamuno para «aludir a la vida cotidiana de las personas que sirve de fondo a los acontecimientos históricos». Sobre estas claras premisas se va a desarrollar el argumento de esta guía que, como si de una «novela de época» se tratase, ha de narrar, junto a los documentos históricos, aquellas anécdotas, vivencias y hasta chascarrillos que hicieron posible la construcción de cuantas geniales edificaciones forman el corolario de Gaudí, Ruta por el noroeste de España. La historia de estos edificios se sustenta, cual pilares de una laboriosa investigación, en diversas fuentes; ya sean el Archivo de la Diócesis de Astorga (planos y documentos), Archivos Municipales de Astorga (documentos), de León (actas municipales), de Gijón (planos) y de Comillas (actas municipales). Algunos de estos documentos han pasado desapercibidos para los estudiosos de la obra de Antonio Gaudí, quizá por considerarlos del todo irrelevantes. Pero nada más lejos de la realidad, pues han servido, a quien les habla, de fuente de inspiración, percepción de la vida social y acervo cultural, 13
tanto de una pequeña ciudad de provincias (Astorga) como de dos villas marineras (Gijón y Comillas) y por igual de la capital del Viejo Reino (León). ¿A dónde ir, qué ver y cómo aprovechar el tiempo empleado? Donde florecieron la industria, la vida social y las artes, sólo se puede ir, ver y aprovechar el tiempo con una guía que resuma en pocas palabras todo el bagaje socio-cultural de una época magnífica (finales del siglo XIX y comienzos del XX), en la que obispos como el doctor Juan Bautista Grau, empresarios como los Sres. Fernández y Andrés, jesuitas como el padre Cesáreo Ibero o indianos como D. Máximo Díaz de Quijano, hicieron posible que hoy en día podamos contemplar con rendida admiración una serie de edificaciones que, a pesar de la gran distancia que las separa, guardan un nexo común: todas fueron creadas bajo la herencia del lenguaje gaudinista. Y de entre todos los personajes vinculados con la obra de Antonio Gaudí, quisiera rendir un especial homenaje a Eusebi Güell i Bacigalupi (1846-1918). Este hombre de barba patriarcal, que adquirió en los últimos años de su vida, evidenciaba el carácter de un patricio romano y como tal se comportaba. Sus estudios de derecho y economía y su inclinación anglófila le hacían parecer un gentleman, hasta el punto de querer emular a la aristocracia inglesa en todo. Era, por consiguiente, un hombre culto, amante de las artes, coleccionista y uno de los mayores mecenas del modernisme català, cuyo buen gusto sigue siendo el espejo en el que mirarse para la actual generación de constructores hispanos, donde prima el interés crematístico por encima del arte. Gracias a su altura de miras hoy podemos disfrutar en toda su amplitud del corpus gaudiniano y por causa de su espíritu aventurero sabemos que, además, era un viajero incansable. Consejero de algunas de las empresas de su familia política, como el Banco-Hispano Colonial, Compañía de Tabacos de Filipinas, Compañía Trasatlántica Española o Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, a buen seguro que tuvo que desplazarse en numerosas ocasiones con este último medio de transporte. A casi todas 14
partes se llegaba por ferrocarril, representando por sí mismo el arribo del progreso —hoy en día, anecdóticamente, experimenta, cual AVE Fénix, un nuevo resurgir—, a cuyo rebufo se incorporó la fotografía; y de inmediato ambas novedades se convirtieron en «el mejor testimonio de una sociedad ensimismada con los avances de la técnica, pues no sólo reflejaba el progreso sino que además se convertía en un acto de representación del mundo que plasmaba el poder nacional de los Estados mediante la reproducción de aquellos lugares que habían conquistado…»1. Lugares tan apartados y exóticos que sólo estaban al alcance de nobles, príncipes y burgueses cuyo estatus social les permitía acceder a ignotas obras de arte. Por consiguiente, como antes ya adelantó el principal valedor del daguerrotipo, François Arago (1786/1853) «la fotografía iba a democratizar el arte»; máxime cuando esta no fue protegida por la ley de patentes francesa para que así estuviera al alcance de todos. Unos de los primeros gremios profesionales de que fue motivo de atención, arquitectos decimonónicos a los que en absoluto bastaban los dibujos y grabados para, así, adquirir un conocimiento exhaustivo del lugar de emplazamiento de sus caros proyectos, vieron, en las garantías que ofrecía su exactitud, que «el arte es la fotografía». Sin vanidad, los fotógrafos profesionales no aspiraban a sustituir la representación arquitectónica tradicional (planta, alzado, sección transversal y perspectiva) sino a ofrecer su trabajo como documento fidedigno que sirviera para que arquitectos de la valía profesional de Gaudí pudieran contemplar en la lejanía de su estudio, daguerrotipos con una finalidad claramente científica; en tanto que el viajero ilustrado, caso del conde Güell, optaba por demandar otra versión de la fotografía: la toma de una imagen pintoresca.
1 PÉREZ GALLARDO, H. Fotografía y arquitectura en el siglo XIX. Cátedra, 2015, pág. 41.
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MAR CANTÁBRICO
Lastres
Gijón
Avilés
A-8
Ribadesella Villaviciosa
A-66
LLanes
A-8
Unquera
Comillas
AS-I
Cangas de Onís
Oviedo
Salida Cabezón de la Sal-Comillas
Langreo Mieres
ASTURIAS
Parque Nacional Picos de Europa
SANTANDER Potes
Campomanes
AP-66
Riaño
N-621
Parque Natural Fuentes Carrionas y Fuente Cobre
Puerto de Pajares
Boñar La Robla AP-66
N-630
Guardo
N-625
León
La Virgen del Camino
Astorga
LEÓN
Cistierna
AP-71
Osorno
Sahagún A-231
A-6
A-66
Ruta Gaudí por el noroeste de España (Astorga · León · Gijón · Comillas)
INTRODUCCIÓN
Hasta la segunda mitad del siglo XX fueron anónimos maestros de obras o capataces los responsables de las edificaciones. Las ciudades europeas conservan innumerables ejemplos de edificios sólidos, útiles a la gente, agradables a la vista, levantados en el decurso de generaciones por artesanos honestos, los nombres de muchos de los cuales la gran Historia, y a menudo tampoco la pequeña, no ha registrado. 2
L
as ciudades españolas conservan numerosos ejemplos de sólidas construcciones, útiles y agradables a las gentes del siglo XIX, que fueron levantadas en el decurso de generaciones, por maestros de obras como Claudí Alsina o contratistas como Policarpo Arias. Capacitados para dirigir las obras desde sus cimientos, por igual lo eran para su inauguración; pero sólo los últimos arquitectos, con dotes de artesano, sabían de su enorme valía y capacitación como hombres de oficio. Es el caso de Lluís Domènech i Montaner (1850-1923) o de Josep Puig i Cadafalch (1867-1956) —representantes del Modernismo catalán—, ambos salidos de las primeras promociones de arquitectos de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, desde su creación, en el año 1875, fueron contemporáneos de Gaudí. No obstante, acabaron sucumbiendo al nuevo proceso de individualismo que se imponía en la profesión por causa del «proceso imparable de crecimiento de la complejidad en la ciencia, en la técnica y en el quehacer cotidiano
2 CASTELLAR-GASSOL, J. Gaudí, la vida de un visionario. Edit. de 1984, S.L.
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que exigía que los responsables de las edificaciones tuvieran estudios superiores, que ya no serían asequibles a todo el mundo». 3 Fue entonces, quizá más que en ninguna otra época de la Historia —a la altura de los arquitectos del Renacimiento como Brunelleschi, Miguel Ángel o Bramante—, cuando muchos arquitectos reivindicaron la condición de «artista», de profesionales tocados por la gracia divina, y rehusaron el trabajar por encargo o ser considerados artesanos anónimos; exigiendo, pues, se les considerase por encima de las viejas agrupaciones gremiales; congregándose en un status superior. Para tal fin contaron con la pujante burguesía decimonónica y los selfmade man que enriquecidos volvían de hacer las américas (los indianos). «La forma más visible de satisfacer esta debilidad humana era mandar levantar una casa ostentosa». Con estas premisas, el nuevo y flamante licenciado en Arquitectura se fue alejando paulatinamente del cerrado ámbito seudogremial que hasta entonces había caracterizado a la profesión, desde la Edad Media. No fue este el caso de Antonio Gaudí. El genial arquitecto catalán siempre tuvo en consideración la experimentada opinión y el buen hacer de sus colaboradores; ya fuera su «mano derecha», el eficiente delineante Francesc d´Assís Berenguer, como el maestro de obras Claudí Alsina o el contratista Policarpo Arias Rodríguez, a los que hay que añadir dos de los arquitectos que colaboraron con Gaudí, Joan Rubió i Bellver en la Sagrada Familia y Cristóbal Cascante Colom en El Capricho de Comillas. Todos ellos tuvieron su protagonismo en la lejanía de Barcelona, en concreto en la zona del noroeste de España —a finales del siglo XIX y comienzos del XX— hacia donde tanto el arquitecto Cascante como el maestro de obras Alsina, se trasladaron para residir permanentemente; aún en la distancia, ni uno solo de ellos renunció a ejercer su oficio y todos proyectaron su sapiencia bajo el incuestionable magisterio de Antonio Gaudí.
3 Ibídem.
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4. otros libros del autor
«Trilogía del Reino de León» (novelas históricas, siglos XII/XIII) · Pedro de Dios (El Geómetra). Editorial CSED-AKRON, 2010 · Mateo, el arquitecto del rey. Editorial CSED-AKRON, 2012 · El maestro de la luz. Editorial MADÚ, 2009 La herencia del «Lenguaje gaudinista» (Gaudí y la Arquitectura Contemporánea Española). Editorial CSED, 2014 Gaudí, la forja de un sueño (Astorga versus León). Editorial CSED, 2015 Fuimos un sueño (acaso amor). Editorial DUERNA, 2016
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