Valladolid sobre ruedas AntologĂa de relatos Varios autores
© de las ilustraciones de portada y página 3: Jesús Redondo © de la introducción: Carmen Rodríguez Jiménez-Alfaro © del prólogo: José Ignacio García © del preámbulo: Joaquín Díaz © de los relatos: Adolfo García Ortega, Ángela Hernández, Carlos Aganzo, Elena Santiago, Luis Marigómez, Yolanda Izard, José González Torices, Boris Rozas, José Ignacio García, Vicente Álvarez, Gustavo Martín Garzo, Rodrigo Martín Noriega, Santiago Redondo Vega, Ramón García Domínguez, Mar Sancho, César Pérez Gellida, Rubén Abella, Antonio Salinero, Fernando Conde, Germán Díez Barrio, David Acebes Sampedro, JM Barbot, Cristina Sandín Catacora y Ángel Vallecillo © de las ilustraciones: José Ramos Charro, Monique de Roux, Fernando Noriega, Rafael Vega, ‘Sansón’, José María Nieto, Susana Saura, Miguel Ángel Soria y Sergio Arranz Bartolomé © de la edición: Asociación Cultural ROMBO Carta de Miguel Delibes cedida por Carmen Rodríguez Jiménez-Alfaro Archivo fotográfico cedido por Carlos Aganzo, Carmen Rodríguez Jiménez-Alfaro, Joaquín Díaz, Asociación Cultural ROMBO y Juan Carlos Real Fotos de Miguel Delibes, cedidas por la Fundación Miguel Delibes Directora de edición: Carmen Rodríguez Jiménez-Alfaro Coordinador: José Ignacio García Asesores de edición: David Acebes Sampedro, Fernando Conde y Carlos Velasco Maquetación: Alberto R. Torices Edita: Asociación Cultural ROMBO C/ Pío Baroja Nº 33, 3º B · 47008 Valladolid Telf. 627 093 063 / 983 24 81 02 · e-mail: rombocyl@hotmail.com Este libro se ha editado con la colaboración del Ayuntamiento de Valladolid Imprime: Imprenta Municipal de Valladolid ISBN: 978-84-16678-25-9 Dep. Legal: VA 185-2018 Primera edición: abril de 2018 Todos los derechos reservados. Está prohibida la reproducción, total o parcial, de los textos o las ilustraciones por cualquier procedimiento, y el almacenamiento o transmisión de sus contenidos por cualquier método sin la autorización expresa de los titulares del copyright.
A Valladolid, nuestra ciudad
INTRODUCCIÓN
Conmemoraciones
E
n 2018 se cumplen 120 años del nacimiento de Manuel Jiménez-Alfaro y Alaminos, fundador y primer Consejero-Delegado Director Gerente de FASA, y 65 años de la aparición del 4/4 en España, primer utilitario fabricado en nuestro país y único declarado Bien de Interés Cultural. Ambos aniversarios son la ocasión perfecta para poner en marcha el motor de la creatividad y arrancar con este sueño hecho realidad que se llama Valladolid sobre ruedas. Desde que Miguel Delibes me escribió en 2007 la maravillosa carta que abre y fundamenta este libro, no he dejado de soñar con recuperar vidas e historias relacionadas con Valladolid y con Renault que, como muy bien dice mi querido don Miguel, “no deben separarse nunca”. FASA fue una ilusión hecha realidad. Llegó de la mano de mi tío abuelo Manuel en una época de penuria económica, y se convirtió en el motor de arranque de una ciudad que pudo dejar atrás el arado y apostar por la industria. Mucho han cambiado la vida y los automóviles desde que en 1953 naciera aquel pequeño Renault 4 CV, conocido popularmente como 4/4 por sus cuatro puertas, sus cuatro cilindros y sus cuatro caballos, con su motor trasero y sus tres marchas, y que arrancaba sin problema a pesar de los rigores de la climatología en aquella España en blanco y negro. Hoy en día todo 11
es completamente diferente, los automóviles se han convertido en una parte fundamental de nuestras vidas y han ido evolucionando al ritmo que ha ido marcando la sociedad. Cuando conocí a José Ignacio García, gran escritor e hijo de “fasero” de los que ejercen, nos pusimos a intercambiar impresiones y emociones, y se encendió esa mecha de la ilusión que ha hecho posible esta joya de la narrativa vallisoletana. Quisimos reunir a los mejores escritores e ilustradores de nuestra tierra, para que convirtieran en protagonistas a Valladolid y a esas máquinas que han formado parte de nuestro paisaje y de nuestra vida durante tantos años. Ha resultado conmovedora para mí la buenísima acogida que ha tenido nuestra propuesta entre los participantes de esta antología, que se han prestado a colaborar desde el primer momento, mostrando una gran implicación con el proyecto conmemorativo. Este libro —como decía al principio— es la ocasión perfecta para reproducir el maravilloso texto de Miguel Delibes, en el que nos relata sus recuerdos y experiencias con el 4/4, y que da paso a magníficos relatos en los que el lector se encontrará con diferentes versiones y visiones, con distintas maneras de contar historias, pero todas ellas con la intención de hacerle pasar un buen rato, y rendir un bonito homenaje a nuestra querida ciudad y a los coches que la modernizaron. Quiero agradecer su generosa colaboración al Ayuntamiento de Valladolid y a todas las personas que han participado en este libro. Y a usted, amable lector, le invito a sentarse al volante, a abrocharse el cinturón de seguridad y a comenzar este viaje sobre ruedas a través de esta magnífica obra que tiene entre sus manos. Carmen Rodríguez Jiménez-Alfaro Presidente de la Asociación Cultural ROMBO
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PRÓLOGO
La carta de don Miguel
C
onocí a Carmen Rodríguez Jiménez-Alfaro (tengo que coger aire para pronunciar su nombre de un tirón) porque teníamos que conocernos. El destino lo quiso así. Fue en el estudio de una emisora que durante años había sido como mi segunda casa, y al que —en esa ocasión— volvía para hablar, cómo no, de alguna de mis aventuras literarias. Entre ambos surgió enseguida una complicidad especial; y aunque esa mañana mi intervención radiofónica no fue demasiado larga, me quedé hasta que terminó el programa; y entonces Carmen y yo empezamos a hablar, a transmitirnos vivencias, sentimientos, emociones y recuerdos. Ella me invitó a participar en la edición especial que, con motivo de su cincuentenario, estaba preparando de la revista ROMBO y —como hijo de “fasero”, que recibía la revista en casa cuando era niño— acepté alborozado. Luego le expliqué en qué consistía un proyecto narrativo navideño que coordino desde hace un par de lustros y, mientras me escuchaba, noté cómo su deslumbrante sonrisa se agrandaba y un brillo especial nacía en el fondo de sus ojos. Carmen, que es un torbellino al que no se le puede negar nada y que contagia su optimismo arrebatador allá por donde pasa, me contó que en 2018 se conmemoraban dos efemérides muy importantes para ella y para la historia reciente de Valladolid. Me habló de su tío abuelo, Manuel Jiménez-Alfaro, del 13
primer 4/4, y de una carta que le había escrito en 2007 Miguel Delibes, hablando de esas y de otras cosas. En la carta, Delibes le decía que la usara como le pareciera, y que sería feliz si le valía para algo. Más adelante mentaba al 4/4 como primera piedra del despegue económico de Valladolid, y añadía que gracias a ese coche la ciudad iniciaba una nueva era y se lanzaba a conducir. Para don Miguel, Valladolid y Renault eran inseparables, uña y carne. Carmen tenía los ingredientes, pero llevaba tiempo dándoles vueltas, sin encontrar la fórmula de aderezarlos para conseguir —permítaseme el símil culinario— un estofado suculento que estuviera a la altura de la celebración. Y yo, que siento casi tanta pasión por los fogones como por las letras, le sugerí una receta. Fue así como empezó a cocerse este libro. A la sombra alargada y emblemática del escritor insigne ha crecido en Valladolid una estirpe de cuentistas y novelistas sensacionales. Basándonos en mis experiencias previas, Carmen y yo coincidimos en que ellos debían encargarse de contar la vida de la ciudad a través de los coches fabricados por FASA. Y a partir de ahí, el título del libro venía rodado. Carmen me pidió que encabezara esta nueva expedición literaria, y yo puse como condición única que lo haría si en ella estaban esos escritores que, según mi cuestionable criterio (claro está), y por unas u otras razones, pero todas relacionadas con su indudable categoría como narradores y su trayectoria literaria, tenían que estar. Y, para mi fortuna y la de los lectores venideros, la inmensa mayoría de ellos se ha sumado a la convocatoria, sin reticencias ni condiciones. Joaquín Díaz, etnógrafo y erudito que mantiene el entusiasmo de un aprendiz juvenil, ha escarbado con sus manos sabias en archivos y bibliotecas hasta encontrar un acontecimiento automovilístico fechado a principios del siglo veinte, 14
que podría enmarcar el primer contacto entre Louis Renault y la ciudad de Valladolid. Ese antecedente histórico sirve de preámbulo a los veinticuatro cuentos, relatos, remembranzas o evocaciones que nutren las páginas de este libro que probablemente, con el discurrir de los calendarios, llegue a convertirse en uno de los mejores escaparates de la narrativa vallisoletana actual. Adolfo García Ortega, Ángela Hernández, Carlos Aganzo, Elena Santiago, Luis Marigómez, Yolanda Izard, José González Torices, Boris Rozas, José Ignacio García, Vicente Álvarez, Gustavo Martín Garzo, Rodrigo Martín Noriega, Santiago Redondo Vega, Ramón García Domínguez, Mar Sancho, César Pérez Gellida, Rubén Abella, Antonio Salinero, Fernando Conde, Germán Díez Barrio, David Acebes Sampedro, JM Barbot, Cristina Sandín Catacora y Ángel Vallecillo conforman una nómina rutilante, variada y equilibrada, en la que se complementan a la perfección veteranía, oficio, responsabilidad, ilusión, futuro y —por encima de todo— imaginación y talento creativo. Cada uno de los escritores participantes en Valladolid sobre ruedas tiene un estilo propio y definido, y una forma de entender y de expresar la literatura; y esos estilos y esas formas se manifiestan de diversas maneras: por la fuerza demoledora de la prosa empleada, en unos casos; por la capacidad argumental, en otros; por el vertiginoso ritmo narrativo y la habilidad para resolver las tramas de forma sorprendente, en bastantes; o por el poder poético y conmovedor del verbo utilizado o su surrealismo, en los menos. Valladolid es el escenario habitual de casi todas las historias recogidas al abrigo de estas páginas, pero algunos autores se han dejado llevar, y han dado un aire viajero a sus relatos, lo que otorga un sugerente carácter entre local y cosmopolita a la recopilación. 15
Una vez recibidos todos los textos, como coordinador me quedaba un escabroso asunto por resolver, el de la colocación de los relatos. En otras publicaciones he recurrido al socorrido orden alfabético de los apellidos, pero aquí ese recurso no procedía; como tampoco parecía adecuado que me aferrara a la edad de los autores. Finalmente —y tras escuchar el consejo de Fernando Conde y de David Acebes Sampedro, que han añadido algunas tareas extraordinarias a su encomienda narrativa— decidí que, puesto que los protagonistas eran los coches fabricados por Renault, debían ser ellos, en función de su fecha de aparición en España, los que marcaran el índice de la edición. Un libro que habla de automóviles, y que recorre las calles, los paseos, las plazas y las carreteras de Valladolid y de su provincia, necesitaba un soporte gráfico en unos casos, y un complemento ilustrado en otros. Jesús Redondo, con su portada desenfadada, genuina e ingeniosa; y José Ramos Charro, Monique de Roux, Fernando Noriega, Rafael Vega, ‘Sansón’, José María Nieto, Susana Saura, Miguel Ángel Soria y Sergio Arranz Bartolomé, con sus variadas manifestaciones plásticas, que son primorosas estampas de los textos o de una ciudad en constante movimiento, realzan la belleza y el valor de esta auténtica y perdurable joya de la literatura vallisoletana. Le escribía don Miguel a Carmen en su carta que la usara como le pareciera, y que sería feliz si le valiera para algo. Ay, si don Miguel pudiera ver este libro, y lo que vale. Ay, si don Miguel supiera cuántos escritores e ilustradores hemos aceptado participar en este proyecto porque nos sentimos honrados de cobijarnos a la sombra alargada y emblemática de sus palabras castellanas, precisas, honestas y recias. Ay, si don Miguel levantara la cabeza… José Ignacio García Escritor y coordinador de Valladolid sobre ruedas 16
antologĂa de relatos
Mar Sancho
La vuelta al mundo Ilustrado por Rafael Vega, ‘Sansón’
N
unca he llegado a saber si mi padre compró el Renault dieciocho ranchera con la sinuosa intención de dar la vuelta al mundo o si fue tras comprar el coche nuevo cuando comenzó a acariciar la idea de circunvalar con él la Tierra. La vida era entonces temerosamente predecible. Papá se levantaba todas las mañanas a las seis en punto, salía de casa a las seis horas y veinticinco minutos y subía al autocar que partía hacia la factoría a las seis y media. El resto de padres del edificio donde habitábamos hacía exactamente lo mismo, en una coreografía impecable que los conducía a sus asientos. A su vez, buena parte de los padres de nuestra calle y de las calles colindantes obraban de idéntica manera, llevando todos ellos bajo el brazo pequeños paquetes de diferentes formas y colores que contenían el almuerzo. El autocar partía y los traía de vuelta a primera hora de la tarde. Si nos retrasábamos en el camino hasta el colegio, podíamos verlos caminar hacia todas las direcciones con los brazos caídos y las bolsas del almuerzo flácidas. Nos llamaba la atención que apenas conversasen entre ellos, como si fueran actores destinados a representar otra escena en vez de aquella. Los fines de semana eran diferentes. Las familias se marchaban bulliciosas en sus coches y el garaje quedaba completamente vacío, cual si todos los clanes del edificio se hubiesen extinguido hasta el domingo por la tarde. 121
Mar Sancho
Papá partió un lunes. Fuimos incapaces de averiguar tanto en aquel tiempo como en el posterior si nuestra madre estaba al tanto de la hazaña, si cómplicemente la había alentado o si, por el contrario, fingía con nosotros un entusiasmo por aquel viaje imposible que en su fuero interno consideraba una desfachatez. Cuando llegó la hora de la cena y papá no apareció en la mesa, mamá silenció el motivo de la ausencia. Tres días después, y tras un torrente de preguntas infantiles, anunció que nuestro padre se había marchado para dar la vuelta al mundo en el dieciocho ranchera. Nos pareció la mejor ocurrencia posible para probar el coche nuevo y lamentamos que, por culpa del colegio, no hubiera podido llevarnos con él en tal aventura. Tardamos en tener noticias suyas pero cuando mamá nos leyó la primera carta que había llegado desde Irún supimos que conducía ocho horas al día, dormía otras ocho en un colchón que había echado en la ranchera y el resto del tiempo lo dedicaba a estirar las piernas y ampliar la mirada en aquellos lugares interesantes que atravesaba. Varios días después, mamá recitó otra misiva recibida desde Ginebra. Como siempre fue una mujer de costumbres, cada sábado al mediodía, después de tomar el flan que solía preparar para postre, leía una carta de papá arribada desde lugares sugerentes cuyos nombres a menudo escuchábamos por primera vez. Salzburgo, Brno, Cracovia, Minsk, Moscú, Novosibirsk, Ulán Udé. Aquellos relatos nos maravillaban de tal modo que mamá repetía la lectura hasta que memorizábamos los acontecimientos para poderlos narrar en el recreo del lunes a nuestros amigos. La mayoría de ellos anhelaban entonces que sus padres hubiesen comprado un dieciocho ranchera en lugar de otro modelo anodino carente de proezas. Algunos nos insistían en que llevásemos las cartas al colegio, principalmente para descubrir los sobres con sellos de lugares exóticos, pero mamá las atesoraba de tal manera que no solo impedía que las cogiésemos sino que tan solo 122
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ella podía leérnoslas. La más larga de las narraciones refería el difícil transitar del dieciocho ranchera por la ruta de los huesos entre Yakutsk y Magadan. Papá había conseguido cruzar la inhóspita Siberia remontando el coche desde el barro en repetidas ocasiones. Escribía como, en los pueblos que atravesaba la carretera, el frío era tan rencoroso que enterrar a los muertos resultaba inútil porque la gélida tierra los devolvía una y otra vez a la superficie. Para nosotros, la vida sin papá apenas era diferente a la anterior a su viaje circunvalatorio. Únicamente lo echábamos de menos en las salidas al campo, pues a mamá no le gustaba jugar al fútbol, y durante la compra mensual en el economato. Papá trazaba con el carrito de la compra un recorrido perfecto por la totalidad de los pasillos, nos dejaba ponernos de pie sobre las ruedas e infiltrar galletas, chocolate y otros antojos que no figuraban en la lista caligrafiada por mamá. Lo más dificultoso para el dieciocho ranchera había sido cruzar el estrecho de Bering. No existía un ferry que uniese Rusia con Alaska y, tras recibir negativas durante varias semanas de pequeños barcos pesqueros, papá consiguió embarcar al dieciocho ranchera en un ballenero que lo condujo hasta Nome. A mamá le enfadó desaforadamente que la hazaña apareciese en la revista Rombo. La referencia era escueta y sin embargo heroica. Un empleado de montaje dos, tras recorrer la totalidad de Europa, cruza con un Renault dieciocho desde Asia hasta América. Su épico objetivo es dar la vuelta al mundo. Todos los niños del colegio seguían de nuestros labios la gesta y, a su vez, la magnificaban después para sus padres que habrían de comentarla en el autocar o a la hora del almuerzo en la factoría, ambicionando partir también como papá había hecho. A través de la ruta Iditarod por donde discurrían las carreras de trineos con perros, cruzando la tundra y desmedidos bosques de píceas, había llegado hasta Anchorage. Las siguientes cartas hablaban de Juneau, de Vancouver, de Seattle y del parque 123
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nacional de Yellowstone. Mamá las recitaba vívida, como si en cierto modo ella también viajase en el dieciocho ranchera, hasta que sus ojos se tornaban brillantes de lágrimas por tanta fascinación. La última carta que nos leyó había sido escrita en Nueva York y en ella papá, avanzando por las avenidas oscurecidas de rascacielos, se planteaba tomar rumbo hacia el sur para recorrer intrépido el resto del continente americano. Sin embargo, al día siguiente, mientras mamá ojeaba la enciclopedia y nosotros jugábamos apáticamente, papá entró por la puerta de casa. Nos abrazó como nunca antes lo había hecho y se encerró con mamá en la cocina donde conversaron hasta la hora de la cena. Todo recobró una rutinaria normalidad y dejamos de ser el centro de atención durante los recreos. El dieciocho ranchera no regresó. Supusimos que, por evitar el coste de fletarlo para atravesar el océano Atlántico, papá lo había vendido en Nueva York. Nunca nos dio explicaciones sobre este asunto y tampoco acerca de ninguna de las prodigiosas peripecias vividas durante su vuelta al mundo. Compró un erre diecinueve de aspecto inofensivo y sin ranchera con el que salíamos al campo los fines de semana y donde la compra del economato invadía inevitable nuestro asiento trasero. Cuando el asunto de la vuelta al mundo se hubo olvidado por completo, incluso mucho tiempo después, cada vez que Nueva York aparecía en una película mis hermanos y yo observábamos con suma atención, desatendiendo incluso el argumento, buscando en un segundo plano el dieciocho ranchera. Nunca llegamos a verlo pero aún seguimos imaginándolo, esplendente en su color bronce aceitunado, recorriendo las calles de Manhattan con aquellos dos pequeños círculos enmarcados sobre el salpicadero, uno con la estampa de San Cristóbal y otro con una fotografía nuestra, todos sonrientes y con los ojos siempre alzados, tratando de ver la vida transcurrir voraz más allá de la ventanilla. 124
Índice
Introducción: Conmemoraciones por Carmen Rodríguez Jiménez-Alfaro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Prólogo: La carta de don Miguel por José Ignacio García . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 Preámbulo: Un turismo muy particular por Joaquín Díaz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 Antología de relatos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 Adolfo García Ortega. El niño que miraba el Cuatro Cuatro de color pastel. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 Ángela Hernández. Un Dauphine en la vida de Baltasar Villaamil. . . . . 29 Carlos Aganzo. San Cristóbal, Perlita de Huelva y el Dauphine (Una historia casi real). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 Elena Santiago. Lo nuestro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 Ilustrado por José Ramos Charro Luis Marigómez. Delco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 Yolanda Izard. Habitación propia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53 Ilustrado por Monique de Roux José González Torices. Los amores del Renault-8 . . . . . . . . . . . . . . . . 61 Ilustrado por Fernando Noriega Boris Rozas. Proyecto 119 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71 José Ignacio García. Champán para todos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 Ilustrado por José Ramos Charro
Vicente Álvarez. Extraños juegos del tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87 Gustavo Martín Garzo. Un Renault para Jane . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 Ilustrado por Monique de Roux Rodrigo Martín Noriega. Cowboy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99 Santiago Redondo Vega. Héroes anónimos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107 Ramón García Domínguez. Maricastaña. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117 Mar Sancho. La vuelta al mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121 Ilustrado por Rafael Vega, ‘Sansón’ César Pérez Gellida. El mejor rincón del mundo para morir. . . . . . . . . 127 Ilustrado por José María Nieto Rubén Abella. Tigre, tigre. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139 Antonio Salinero. Juega duro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143 Fernando Conde. El coche, no. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151 Ilustrado por Susana Saura Germán Díez Barrio. Prueba conseguida. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161 David Acebes Sampedro. La destrucción fue mi Beatriz . . . . . . . . . . . 167 Ilustrado por José Ramos Charro JM Barbot. Renault Estanque . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173 Ilustrado por Miguel Ángel Soria Cristina Sandín Catacora. Olor a pino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179 Ángel Vallecillo. Wild Coke. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183 Ilustrado por Sergio Arranz Bartolomé Apéndice biográfico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189
Este libro terminó de imprimirse en la Imprenta Municipal de Valladolid el 18 de abril de 2018, día en el que el primer 4/4 que se fabricó en Valladolid cumplía 65 años.