Primeras páginas de «Y el lugar era agua»

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La colección ANFITRIONES pretende mostrar tanto la poesía de autores hispanoamericanos como la de autores de otras lenguas que hasta ahora no pertenecen como debieran al canon de lo bienvenido en la lengua castellana. Una obligada restitución a favor de escrituras de primer orden.


Y el lugar era agua

colecciรณn anfitriones



Lorine

Niedecker Y el

lugar agua era

Antología poética

Traducción, selección, notas y prólogo de Natalia Carbajosa

eolas poesía



Lorine Niedecker, la poesía del lugar

L

orine Niedecker (1903-1970), poeta estadounidense que pasó prácticamente desapercibida para la escena literaria de su país mientras vivía, a pesar de haber llamado la atención de autores como Basil Bunting, Cid Corman, Charles Tomlinson o William Carlos Williams, es considerada hoy una de las artistas más interesantes e innovadoras de su tiempo1. Su poesía ha sido descrita como sutil, tersa, minimalista —tendiente al haiku y a decir lo máximo con el mínimo número de palabras—, clara y enigmática a un tiempo, sobria, escueta, basada en la elipsis entre secuencias, irónica, anti-romántica o anti-sentimental, y con una cualidad rítmico-sonora difícilmente igualable. Más 1 En español, la poeta y traductora argentina María Negroni publicó en 2007 cuatro poemas suyos en una antología de poetas norteamericanas del siglo XX donde también aparecen Marianne Moore, Elizabeth Bishop, H.D., Sylvia Plath, Anne Sexton, Adrienne Rich, Louise Glück, Rosmarie Waldrop y Susan Howe.

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aún, gran parte de su obra descansa sobre una síntesis personalísima entre el elemento popular y folclorista y las estrategias lingüísticas proporcionadas por las vanguardias de la primera mitad del siglo XX; síntesis que, ya en los fructíferos años anteriores a su muerte, evoluciona hacia una singular visión del paisaje y de la ubicación del ser humano en el mismo que prefigura, acaso sin pretenderlo, la corriente actual de la ecopoesía. Lorine Niedecker nace en Black Hawk Island, isla fluvial entre marismas junto a la población de Fort Atkinson en el estado de Wisconsin, en la confluencia entre el lago Koshkonong y el río Rock. Prácticamente todo el terreno pertenecía a sus abuelos maternos, que poseían un hotel y embarcaciones de recreo. Hija única, en la infancia disfruta junto a sus padres y abuelos de una relativa prosperidad, de la vida al aire libre y de los cuentos y canciones infantiles que su abuelo y su madre le transmitían. Sin embargo, con la gran depresión de la década de 1930 y la mala aptitud de su padre para los negocios (quien por otra parte fue un padre afectuoso y un hombre afable), que acabaría convirtiendo el hotel en un negocio de alquiler de cabañas, fundando luego otro de pesca de carpas, la fortuna familiar fue disminuyendo hasta transformarse en un cúmulo de deudas y pobreza que acompañaría a la poeta durante el resto de su vida. Por su parte, su madre, que a consecuencia del parto se quedó sorda, 8


fue retrayéndose en su mundo, más aún cuando su marido comenzó una relación con otra mujer a la que llevó a vivir a Black Hawk, en una cabaña contigua a la de ellos. El drama familiar de los Niedecker, tan presente en la poesía de nuestra autora, está indisolublemente unido al paisaje, la fauna, la flora, los sonidos y las estaciones tal como transcurren en ese espacio tan insólito para vivir como es un marjal. Asoman por doquier sus habitantes (ranas, musarañas, petirrojos, patos, piscardos, huilotas, grillos, conejos, chorlitos, algas, nenúfares, lirios, colibrís) y aflora, sobre todo, el verdadero abono sobre el que, valga la paradoja, todos ellos se asientan: el agua. Las constantes crecidas del río, más habituales tras el deshielo en primavera, ponían en jaque a la familia, que de pronto veía flotar sus enseres y combarse la madera de sus suelos. Pero la joven Lorine no habla de sus conflictos familiares ni de su lucha con el medio desde la queja o la autocompasión, sino desde una lúcida aceptación de los condicionamientos de la vida. Sin dejar de desesperarse de vez en cuando por la acuciante precariedad de sus ataduras, tanto materiales como emocionales, comprende que el paisaje (natural y humano) es de por sí precario y opuesto a la permanencia. Dicha comprensión se manifiesta, antes que en el contenido de sus poemas, en la forma misma: versos que se van arrastrando unos a otros como el agua arrastra el lodo; encabalgamientos 9


que hacen flotar las categorías gramaticales lo mismo que el agua hace flotar los enseres; finales inconclusos que en realidad podrían ser el comienzo de una realidad inevitablemente cíclica. El resultado son composiciones cuasi-orgánicas de una materialidad tal que desafían cualquier intento por parte del lector, si es que lo hubiera, de encontrar en el proceso rastro de designio divino alguno. Por otra parte, la intuición poética de Niedecker encuentra pronto adecuado refuerzo en su voracidad lectora. Existen cartas que atestiguan su conocimiento de los clásicos ingleses, los filósofos griegos o los padres de la democracia norteamericana. En 1922, además, comienza a estudiar literatura en una universidad cercana, Beloit College, teniendo no obstante que abandonar en su segundo año cuando la mala salud de su madre y las deudas de su padre la obligan a regresar a casa. Sin embargo, la ocasión para entrar en contacto con un mundo literario más allá de su pequeño reducto local2 se la proporcionan las vanguardias de los años 30. Aparece en ese momento en Nueva York la segunda generación de modernistas norteamerica2 Niedecker fue siempre reacia a darse a conocer como poeta en su entorno inmediato (Fort Atkinson) y entre sus compañeros en los diferentes trabajos poco cualificados que desempeñó. Aunque convierte a sus paisanos en protagonistas de muchos de sus poemas y admira su desparpajo, su energía (sobre todo en las mujeres) y el valor del trabajo manual, se cuida mucho de revelarles su faceta más privada.

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nos3, que se consideraban herederos de Ezra Pound y William Carlos Williams y se hacían llamar a sí mismos objetivistas. Sus principales representantes eran Louis Zukofsky, Charles Reznikoff y George Oppen, y abogaban por un tratamiento de las palabras dentro del poema como si se tratara de objetos, procurando suprimir toda tentación de referencialidad. Cuando Niedecker lee en 1931 el número de la revista Poetry dedicado al objetivismo y decide escribir una carta a Zukofsky, su poesía ya presenta concomitancias con el ideario del movimiento poético, si bien su estilo descansa a la vez en el surrealismo, esto es, en la capacidad del lenguaje para reproducir estados de conciencia no visibles, por ejemplo en el sueño o la vigilia. Siendo el surrealismo un movimiento que no ha tenido gran seguimiento en el mundo anglosajón, esta línea de la poesía de Niedecker no encuentra apoyo en Zukofsky, quien sin embargo sí muestra interés por sus poemas y responde a esa primera carta, comenzando así una relación epistolar que, con altibajos, se mantendría durante gran parte de sus vidas. Tras un breve e impulsivo matrimonio de juventud con un ayudante de su padre, Lorine Niedecker decide aceptar la invitación de Zukofsky para visitar 3 Nos referimos, claro está, al modernismo norteamericano, que aunque comparte rasgos con el modernismo hispano, no coincide del todo con este en el tiempo ni en la expresión. Al igual que sus compañeros de generación poética, Niedecker se sintió atraída en un principio por el imagismo de Ezra Pound y H.D.

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Nueva York en 1933. Allí entra en contacto directo con el ambiente intelectual, bohemio, cosmopolita y de compromiso político de la urbe; ambiente, por otra parte, inmerso en una pobreza material no tan distinta de la suya propia. Es interesante conocer, en la biografía sobre su vida escrita por Margot Peters, la condescendencia con la que algunos de los artistas que frecuentó se refieren a aquella mujer de pequeña estatura y timidez casi enfermiza que escribía extraños poemas. Otros, sin embargo, que se tomaron la molestia de conocerla mejor, hablan del carácter resuelto de una mujer que ya había cumplido los 30, con ideas claras sobre la estética que apreciaba en la poesía y, en el fondo, no tan impresionable ante las novedades de la ciudad. A pesar de todo, en ese período, y hasta mucho después, la autora se puso voluntariamente bajo la tutela literaria de Zukofsky. La aventura neoyorquina concluye cuando Niedecker se queda embarazada de Zukofsky y este insiste en que aborte a toda costa4. A raíz de este suceso, ella decide regresar a Black Hawk Island y no vuelve a salir de allí salvo en contadas ocasiones hasta que, casada 4 Es obvio que Niedecker, que esperaba gemelos y nunca tuvo hijos después de aquel episodio, vivió este aborto de una forma traumática, como también lo es la actitud sexista y soberbia de Zukofsky. Sin embargo, también es preciso entender que, en aquella época, el aborto era la forma más habitual de “contracepción” al alcance de las mujeres que se movían en el mundo artístico, y que el caso de Niedecker no tenía nada de particular en dicho contexto.

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de nuevo ya cumplidos los 60, emprende una serie de viajes con su marido por distintos lugares de los Estados Unidos. A su vez, Zukofsky se casa en 1939 con la compositora Celia Thaew. En 1943 tienen un hijo, Paul, que llegará a ser un célebre violinista. De vuelta a casa, Niedecker trabaja para un proyecto federal llamado “Works Project Administration” (WPA), una iniciativa que permitía a escritores de todo el país obtener unos ingresos a cambio de participar conjuntamente en diversas publicaciones regionales, en este caso en la elaboración de una guía sobre la historia y las tradiciones del estado de Wisconsin. A través de esta iniciativa, Niedecker entra como investigadora de nuevo en contacto con el folclore que ya conocía de su infancia; en otras palabras, con la cultura popular de la clase trabajadora, empobrecida por la gran depresión, con la que comparte su día a día. La mezcla de esta influencia y del objetivismo en el que Zukofsky la seguía instruyendo a distancia dan como resultado la publicación de su primer libro, New Goose (Nueva Oca)5, en 1946. Lo local y lo universal, lo popular y la vanguardia se dan la mano así en una obra que tuvo una repercusión, si no masiva, sí favorable en círculos literarios de prestigio. Posteriormente, Niedecker trabaja como redactora de guiones radiofónicos, taquígrafa y correctora de 5 Véase la nota que encabeza la selección de poemas de Nueva Oca para comprender la significación del título.

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pruebas en distintos medios locales. Sus problemas en la vista, no obstante, la van apartando de estos empleos y la abocan finalmente a entrar como limpiadora en un hospital. Al mismo tiempo, cuida de sus padres enfermos, que mueren, con poca diferencia de años, en la década de los 50, y se ocupa de los múltiples quebraderos de cabeza que le ocasionan las escasas propiedades hipotecadas que hereda. Pasan los años y su segundo libro, titulado For Paul and Other Poems (Para Paul y otros poemas) en referencia al hijo de los Zukofsky que es entonces protagonista de las cartas que la autora y Louis intercambian, no llega a publicarse por la oposición creciente del matrimonio formado por Louis Zukofsky y Celia Thaew6. Hasta 1961, cuando un pequeño y entusiasta editor de Edimburgo llamado Ian Hamilton Finlay la descubre, Niedecker no publica su segundo libro, con el título de My Friend Tree (Amigo árbol). Por el camino queda una amplia experimentación con el haiku, que Niedecker transforma en una estrofa de cinco versos, y una vida de trabajo, amistades, lecturas y vivencias asociadas al paisaje y al lugar donde transcurren sus años de madurez sin notoriedad, mas no por ello sin resuelta inspiración y vocación. Se adensan en su obra la ironía, la claridad oblicua, el erotismo ambiguo y el poder de unas imágenes que, ocupando apenas unas 6 Véase, igualmente, la nota de la sección “Para Paul y otros poemas”, y los comentarios a los distintos poemas.

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pocas líneas de una página, suscitan vigorosamente sonidos, colores y movimiento asociados a un objeto cualquiera, por poco poético que resulte a priori (por ejemplo, una bomba de presión). A estas cualidades se suma la que ha estado presente en todas las épocas y estilos de la autora, esto es, la condensación. Como ella misma expresa oportunamente, y en cualesquiera que sean o hayan sido las circunstancias externas: “No me cesarán / de esta / condensación”. Tras su matrimonio con Albert Millen en 1963, hombre de muy distinta formación a la suya pero con el que Niedecker se siente a gusto, deja su trabajo en el hospital y juntos emprenden una serie de viajes en coche por la zona de los Grandes Lagos. En el transcurso de estos viajes, Niedecker toma incesantes notas que constituyen el germen de los poemas largos de su última época, sobre todo “Lake Superior” (“Lago Superior”) y “Wintergreen Ridge”. Con los extensos conocimientos de historia y geología que sus constantes lecturas le proporcionaban, junto a su afición a introducir en los poemas el estilo vernáculo de las conversaciones captadas al vuelo, la poeta convierte estos diarios de viaje en espléndidos collages de acontecimientos y sensaciones en los que el tiempo geológico apabulla a la escala humana con su presencia. Por la misma época, Niedecker culmina la composición de dos de sus poemas más aclamados, “My Life by Water” (“Mi vida junto al agua”) y “Paean to 15


Place” (“Himno al lugar”). Volviendo a la confluencia entre historia familiar y espacio que la sustenta o, mejor dicho, sobre el que ella flota, en estos poemas de madurez Niedecker desarrolla dos nuevas técnicas: por un lado, la evolución de un ritmo más complejo, lo que le permite unir las típicas secuencias cortas de sus poemas más breves en una corriente de pensamiento sostenido que, como el río, fluye de modo natural en composiciones más largas hasta su conclusión; por otro, un mayor ahondamiento en el ciclo vida-muertevida que, sobre todo en el caso de “Himno al lugar”, poema de resonancias elegíacas, subraya la necesidad de la memoria como testimonio de quienes ahí vivieron sujetos al paisaje y, por ende, de la palabra poética que los resucita o, cuando menos, los mantiene a flote a través de la memoria. La muerte por un derrame cerebral en 1970 encuentra a Lorine Niedecker en plena fase creativa, con un nuevo libro editado en 1968, North Central, una antología recién publicada con el título T & G: The Collected Poems y otro volumen en preparación. Recibe el significativo reconocimiento por parte de poetas y críticos tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido. Sólo unos meses antes, el poeta y editor Cid Corman la había visitado en su casa para grabarla recitando sus propios poemas. Niedecker accedió a ello con cierta reticencia, ya que, a pesar de la textura sonora de sus poemas, siempre consideró que la poesía era 16


un género que requería una lectura silenciosa para el correcto desentrañamiento de su complejidad. Desde entonces, su fama no ha hecho más que crecer, y los estudios sobre su obra se han multiplicado. Aquellos que, en su Wisconsin natal, la calificaron en su día de “poeta regional”, como si las fronteras de su pensamiento poético fuesen las de su isla de Black Hawk, se sorprenderían hoy de descubrir cómo esa “poesía del lugar” ha rebasado sus propios límites; lo mismo que el agua del río, en época de crecida, reclama un espacio que supera hasta lo insospechado el de su cauce conocido. Natalia Carbajosa

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Y el lugar era agua



1 POEMAS 1928-1931


Transition Colours of October wait with easy dignity for the big change— like gorgeous quill-pens in old ink-wells almost dry.

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Transición Solemnes y en calma los tonos de octubre esperan el gran cambio— cual espléndidas plumas en viejos tinteros casi secos.

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Mourning Dove The sound of a mourning dove slows the dawn there is a dee round silence in the sound. Or it may be I face the dull prospect of an imagist turned philosopher.

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Huilota El lamento temprano de la huilota demora el alba hay un zureo de silencio en el sonido. O quizรก me enfrento a la insulsa perspectiva de un imagista convertido en filรณsofo.

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When Ecstasy is Inconvenient Feign a great calm; all gay transport soon ends. Chant: who knows— flight’s end or flight’s beginning for the resting gull? Heart, be still. Say there is money but it rusted; say the time of moon is not right for escape. It’s the color in the lower sky too broadly suffused, or the wind in my tie. Know amazedly how often one takes his madness into his own hands and keeps it.

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Cuando el éxtasis es inapropiado Finge una gran calma; todo trance de júbilo pronto termina. Canta: ¿quién sabe— si es comienzo o final de vuelo de la gaviota en reposo? Tranquilo, corazón. Di que hay dinero pero se ha oxidado; di que el tiempo lunar no es apto para la huida. Está el color bajo el cielo demasiado saturado, o en mi corbata el viento. Descubre, con sorpresa, cuán a menudo uno toma su locura entre sus propias manos y se la queda.

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© Herederos de Lorine Niedecker © de esta edición: EOLAS ediciones, 2018 © Traducción, selección, notas y prólogo: Natalia Carbajosa Fotografía de la autora, tomada por Gail Roub en 1967 junto a la cabaña de Lorine Niedecker, cortesía del Hoard Historical Museum, Wisconsin Carta manuscrita de Lorine Niedecker, cortesía de James Maynard (Poetry Collection Curator, University at Buffalo) y Bob Arnold (albacea literario de la autora) www.eolasediciones.es

Dirección editorial: Héctor Escobar Coordinador de colección: Tomás Sánchez Santiago Logotipo e ilustración de cubierta e interior: Benjamín de Pedro Diseño y maquetación: Alberto R. Torices ISBN: 978-84-17315-00-9 Depósito Legal: LE 1-2018 Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. www.conlicencia.com 91 702 19 70 / 93 272 04 47 Impreso en España



Esta primera edición de Y el lugar era agua, antología poética de Lorine Niedecker publicada por Eolas ediciones, fue compuesta en tipos Arno Pro Subhead 8,5/13 y se imprimió sobre papel Coral Book blanco de 100 gramos en los talleres de Gráficas Rigel (Avilés) en el mes de febrero de 2018, cuando hay

aún luces encogidas y un dulce malestar en los manjares y en la respiración





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