Número 103 - Album Letras Artes

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ALBUM Nº 103

portadas 103 PIERCING_ALBUM 19/02/13 9:08 Página 1

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Cranach ◆ Museos de Viena ◆ Illustration Now Asher B. Durand ◆ Liechtenstein ◆ Heinrich Kühn


La ninfa de la fuente, 1537 Galeria Nacional de Washington

LUCAS CRANACH Palacio de Bellas Artes de Bruselas (BOZAR)

Joaquín Lledó

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n el Palacio de Bellas Artes de Bruselas (BOZAR) puede verse, hasta el 23 de enero del 2011, El mundo de Lucas Cranach, Un artista contemporáneo de Durero, Tiziano y Metsys, una fascinante visión de la obra de este gran artista que a continuación también podrá contemplarse, del 9 de febrero al 23 de mayo del 2011, en el Museo de Luxemburgo de París. Se trata de la más importante exposición dedicada a este pintor hasta la fecha, pues presenta ciento cincuenta obras –del propio Cranach pero también de los artistas con él vinculados de una u otra manera-, que no sólo permiten admirar al trabajo de un artista sin ninguna duda excepcional, sino también reflexionar sobre un periodo fundamental en la formación de esa Europa de la que formamos parte. El longevo Cranach nació en 1472, es decir, en las postrimerías de la Edad Media, veinte años antes de que se descubriese el continente americano, y murió en 1553, por lo que vivió –y pintó- en el periodo en

el que se inicia la Edad Moderna, relacionándose a lo largo de toda su vida con los hombres más poderosos de su tiempo. En 1505 Lucas Cranach es contratado por uno de los más poderosos príncipes del Santo Imperio, Federico III el Sabio, que a partir de 1507 sería también el gobernador imperial, es decir, el representante del emperador cuando éste estaba ausente. Gracias a la explotación de las minas de hierro y plata, Federico tenía los medios necesarios para realizar sus ambiciones. Imitando el modelo de la corte vienesa, en 1502 ya había fundado en Wittenberg una universidad cuyo primer rector, Christoph Scheurl, que había estudiado en Bolonia, ayudó a la introducción del pensamiento renacentista italiano en el norte de Europa. Además, la importancia cultural de Wittenberg se acrecentó durante la Reforma, que allí nació y que se benefició del apoyo y protección del príncipe elector (es en las puertas de la Iglesia de Todos los Santos, la llamada Scholosskirche o Iglesia del Palacio, 22


Ricard Opisso, 1935


Asher B. Durand, 1857, Daniel Huntington

UN RETRATISTA DE ÁRBOLES Los paisajes americanos de Asher B. Durand (1796-1886) Gonzalo Pernas Frías

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os paisajes americanos de Durand han cruzado el Atlántico casi doscientos años después de que el artista lo hiciera. Como muchos de sus contemporáneos, acudió a la llamada de la vieja cultura ya en su madurez; una estrategia recomendada por algunas voces nacionalistas que abogaban por el Grand tour solo cuando el temperamento artístico norteamericano estuviese debidamente forjado. Hoy es su obra la que ha regresado al Viejo Continente para instalarse en la Fundación Juan March; se trata de la primera retrospectiva monográfica europea del que fuera uno de los fundadores de la Hudson

River School y uno de los pintores más importantes en el proceso de formación de la identidad cultural norteamericana. Ya en La abstracción del paisaje. Del romanticismo nórdico al expresionismo abstracto (5 de octubre de 2007 a 13 de enero de 2008), la Juan March trajo a la capital la obra de algunos paisajistas americanos contemporáneos de Durand: dibujos y grabados de Thomas Cole y Martin Johnson Heade y algunas pinturas de Frederic Church y Albert Bierstadt. Siguiendo la muy americana tradición del artista hecho a sí mismo, Durand aprendió a pintar directamente de los modelos clásicos. De ellos 26


Ricard Opisso, 1935


El Greco camina en el bar, 2006. Mark Summers

ILLUSTRATION NOW Sobre el estado del arte y el futuro de la ilustració n

Christoph Niemann Editorial Taschen

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l cambio más significativo al que he asistido en el mundo de la ilustración ha sido la eclosión de infinidad de nuevos estilos, de los cuales muy pocos han desaparecido o han pasado completamente de moda. De esta forma, existen muchos estilos “a la moda” que conviven armónicamente (imágenes con límites claros creados con el ordenador, el estilo pictórico de la escuela californiana, el extraño y pequeño garabato con una divertida línea en estilo copy-art). Hoy en día cada novedad, en lugar de sustituirse recíprocamente, queda fagocitada en los cánones de los estilos aceptados. Como es natural, la enorme cantidad de medios de comunicación ha desembocado en un incremento en la variedad de estilos. Ahí afuera existe un número asombroso de revistas de modo o de estilo a la vanguardia que proporcionan una imponente plataforma a una ilustración muy experimental y diferente. Creo que hoy 32


Ricard Opisso, 1935


Vista general Plaza de los museos

MUSEOS DE VIENA Ana Rimblas & Jesús Tablate Miquis Introduciéndonos en sus avenidas circulares recordamos esa Viena de los últimos años del siglo XIX, capital del imperio austro-húngaro, que generó tantos artistas y escritores. Sus espléndidos edificios, sus monumentos, sus museos, agrupados en el centro entre plazas y parques, nos transmiten el refinamiento cultural de esta gran ciudad.

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ara apreciar Viena en toda su grandeza es necesario tener dos almas; una, enamorada de la más extrema manifestación del clasicismo, el Barroco austriaco, y otra, fascinada por esa serie de extraños y fundamentales acontecimientos culturales y artísticos que tuvieron lugar en esta ciudad hacia 1900 anunciando e iniciando la modernidad. Porque podría decirse que por un lado se halla la hermosísima suntuosidad del Palacio Imperial, su Cámara del Tesoro y su Biblioteca, Schöembrunn y su laberíntico jardín o el admirable Palacio Esterhazi, y que por otro lado se encuentran Gustav Klimt y todos los artistas e intelectuales que originaron en esta ciudad un movimiento que de alguna manera culmina en ese recientemente inaugurado Barrio de los Museos,

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Arte Museo de Historia del Ricard Opisso, 1935


MUSEO LIECHTENSTEIN, VIENA El tesoro de los príncipes Jesús Tablate Miquis En el centro de Viena descubrimos este museo maravilloso, pero poco conocido por los viajeros culturales e incluso por los propios austriacos, por lo que hemos querido reflejar en este artículo sus maravillosas colecciones, creadas a lo largo de los últimos siglos por la familia Liechtenstein con un gusto exquisito que se transmite de padres a hijos, siguiendo cánones de belleza y calidad sorprendentes.

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a importancia del papel que juegan los coleccionistas en la creación y conservación de las obras de arte es muy grande. Pero si esto es así cuando se trata de personalidades individuales, como Calouste Gulbenkian, Ambroise Vollard o el barón ThyssenBornemisza, lógicamente esta importancia se acreciente aún más cuando el coleccionista no es un individuo aislado sino todo un linaje. Así ocurre con el de los príncipes de Liechtenstein. Ya a finales de la Edad Media, George von Liechtenstein (1360-1419), el primer

Principe Hans Adam II

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miembro de la familia que portó el título de Príncipe, en la época en que era obispo de Trento reunió un importante tesoro de obras de arte y una importantísima biblioteca en su castillo del Buonconsiglio, donde encargó por ejemplo la excepcional serie de frescos representando los doce meses del año que ornan la llamada Torre del Águila. En el siglo XVI, Hartmann II de Liechtenstein, que fue como su predecesor un apasionado bibliófilo, aportó a la colección algunos excepcionales retratos, como el del tío de su esposa Ladislaus von


Ricard Opisso, 1935


Narcisos en un jarrón, 1909

HEINRICH KÜHN El maestro pictorialista Un reflejo de Austria finisecular Joaquín Lledó

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mágenes turbadoras que parecen proceder, más que de los orígenes de la fotografía, de alguna extraña ensoñación de nuestra memoria. Captadas en los últimos años del siglo XIX o en los primeros del XX, cierto es que son testimonio de la primera época de la nueva técnica, huellas de la infancia de la fotografía. Pero además de transmitirnos de manera bellísima los primeros logros de lo que, en parte gracias a fotógrafos como él, iba a convertirse en un auténtico arte, en las obras de Heinrich Kühn (1866-1944) se deja también ver algo más, la imagen seductora, fascinante, pero también, por extrañas y miste-

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Ricard Opisso, 1935


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