Intro_ ducción El proyecto consiste en realizar un cartel partiendo de la caracterización del diseño gráfico como transmisor de mensajes para intentar persuadir. El tema al que está dirigido este tema de investigación son las corridas de toros e intentaremos demostrar que las corridas no son un deporte, ni arte ni cultura, sino que desde nuestra perspectiva son una tortura para los toros, siendo inhumano todo lo que sucede antes y después de entrar a la arena finalizando con la muerte lenta y dolorosa de los animales. Comenzaremos con la búsqueda de información y comprensión de las ideas con respecto a la cuestión de sus antecedentes, en qué consisten estas corridas, quiénes son los participantes, las clasificaciones de las corridas, qué es lo que sucede en la arena, función de cada participante incluyendo al
toro, entender dónde radica el desacuerdo al que debemos llegar para demostrar lo primero dicho, extraeremos las posibilidades del desarrollo de ideas, buscaremos los argumentos adecuados para formular y fundamentar nuestro objetivo, después ordenaremos los argumentos hallados. Para la realización del cartel iniciaremos buscando ideas y argumentos en relación con nuestra postura acerca de las corridas de toros y al objetivo al que queremos llegar. Definiremos al público al que nos dirigimos que será a partir de 12 años ya que a esta edad comienzan a tener mayor conciencia sobre principios y valores propios y en relación con el medio ambiente y otros seres vivos. Además de que queremos realizar un cartel que sea audaz y que no resulte
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agresivo para un público de menor edad. Se partirá de ideas comunes o tópicos que se verán transformados para resultar más eficaces y atractivos con la intención de lograr el objetivo previsto. Teniendo en cuenta estos aspectos al momento de iniciar nuestra creación, comenzaremos con la búsqueda de conceptos a transmitir que equivalen a los argumentos retóricos. Estas ideas preliminares nacen de forma textual para después transformarse en imagen. Pasado a la siguiente etapa crearemos la estructura. Los elementos gráficos en el formato de la retícula, un sistema de guías que establece la colocación del texto y de las imágenes. El boceto se perfeccionara la colocación de los elementos gráficos dentro de la retícula teniendo en cuenta su ordenación espacial dentro del formato. Después trabajaremos la expresión formal del discurso. Los argumentos buscados a través de los tópicos se transforman mediante operaciones retóricas para resultar más atractivos. Buscaremos las figuras retóricas más apropiadas para la expresión. Se crearán varios bocetos. Los elementos
gráficos serán transformados para potenciar su capacidad expresiva. Y dándoles coherencia disposición lógica de expresiones dando el uso oportuno y discreto de las figuras retóricas o tropos. El uso adecuado de la tipografía y relacionar correctamente el texto con la imagen.
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Plan_ teamiento Las corridas de toros son un espectáculo bochornoso en tres actos, de unos veinte minutos de duración, que escenifica la falsa superioridad que el hombre cree tener, adjudicándose el derecho a disponer a su antojo de la vida de otros seres vivos, llegando incluso a justificar y trivializar la muerte del toro como arte, deporte, diversión y cultura. La tauromaquia es el arte de torturar y matar animales en público y según unas reglas. En ello, constituye un desafío mayor a la moral, la educación, la ciencia y la cultura”. La crueldad que humilla a humanos o animales y destruye por el dolor jamás se podrá considerar cultura. Esas sólo serán costumbres odiosas contra el mundo y contra sí mismos. Como cualquier animal y con un sistema nervioso central, el toro siente: si vemos
a una mosca posarse sobre el lomo de un toro, apenas la percibe éste trata de espantarla. ¿Cómo no sentirá un toro la puya, las banderillas o la espada? Peor si pensamos que no solamente los toros son torturados, muchas veces los caballos de rejoneadores y/o picadores también caen heridos. Todo esto es evitable, sin embargo, incrementa el carácter macabro de la corrida. Demostraremos cómo durante la corrida el toro es torturado hasta su muerte y el acto inhumano que se comete contra estos animales y aunque se dice arraigado a nuestra cultura que es arte o un deporte, mostraremos argumentos que nos demuestran lo contrario, tenemos que hacer que las personas reflexionen sobre la esta situación y que actúen a favor de la vida y no en contra.
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Contenido argumen_ tativo Tortura en las corridas de toros Antes y después de salir de la arena Antes de entrar a la arena, el toro ha sido sometido a un encierro a oscuras para que al soltarlo, la luz y los gritos de los espectadores lo aterren y trate de huir saltando las barreras, lo que produce la imagen en el público de que el toro es feroz, pero la condición natural del toro es huir, no atacar. También se le han recortado los cuernos para proteger al torero. Y le fueron colgados sacos de arena en el cuello durante horas. Lo golpearon en los testículos y los riñones.
Le indujeron diarrea al poner sulfatos en el agua que bebió. Todo esto es con el fin de que llegue débil al ruedo y en completo desorden. Se le ha untado grasa en los ojos para dificultar su visión y en las patas se le puso una sustancia que le produce ardor y le impide mantenerse quieto, así el torero no desluce su actuación. Los caballos de los picadores se eligen a caballos que ya no tienen valor comercial, por que el animal muere en 3 ó 4 corridas a lo mucho, es muy habitual que el animal sufra quebraduras múltiples de costillas o destripamientos. Se les coloca un peto simu lando que se les protege, pero en realidad se trata de que el público no vea las heridas
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al caballo que con frecuencia presentan exposición de vísceras.
El trabajo del picador Si el torero percibe que el toro embiste con mucha energía, ordena al picador hacer su trabajo: consistente en desangrar al toro para debilitarlo, clavándole en el lomo una lanza que destroza músculos (trapecio, romboideo, espinoso y semiespinoso, serratos y transversos de cuello) Lesiona, además, vasos sanguíneos y nervios. Esto es para que el torero pueda brindar la expresión artística que se supone debe tener este espectáculo. Un solo puyazo podría destrozar al toro, por eso se hace en tres tiempos “para mayor goce de la afición”.
Las banderillas Las banderillas aseguran que la hemorragia siga. Se intenta colocarlas justo en el mismo sitio ya dañado con los ganchos de metal. El gancho se mueve dentro de la herida con cada movimiento del toro y con el roce de la muleta, el peso de las banderil-
las tiene precisamente esa función. Algunas banderillas tienen un arpón de 8 cm, y se les llama “de castigo”, a las cuales es sometido el toro cuando ha logrado evadir la lanza del picador. Las banderillas prolongan el desgarre y ahondamiento de las heridas internas. No hay límite al número de banderillazos: tantos como sean necesarios para desgarrar los tejidos y piel del toro.
El matador La pérdida de sangre y las heridas en la espina dorsal impiden que el toro levante la cabeza de manera normal, y es cuando el torero puede acercarse. Con el toro ya cerca del agotamiento, el torero no se preocupa ya del peligro y se puede dar el lujo de retirarse del toro después de un pase especialmente artístico, echando fuera el pecho y pavoneándose al recibir los aplausos del público. Cuando el toro alcanza este estado lastimero, el matador entra en el ruedo en una celebración de bravura y machismo, a enfrentarse a un toro exhausto, moribundo y confundido.
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La Espada El toro es atravesado con una Espada de 80 cm de longitud, que puede destrozarle el hígado, los pulmones, la pleura, etc., según el lugar por donde penetre en el cuerpo del animal, de hecho, cuando destroza la gran arteria, el toro agoniza con enormes vómitos de sangre. A la hora de matar, si el toro corre con un poco de suerte muere de una estocada, pero no como se piensa de una estocada al corazón si no que la espada penetra pulmones y diafragma, a veces una arteria mayor, y de ahí la hemorragia que se aprecia del hocico y de la boca. A veces mueren ahogados en su propia sangre.
Descabello La tortura sigue: el toro, en un intento desesperado por sobrevivir, se resiste a caer, y suele encaminarse penosamente hacia la puerta por la que lo hicieron entrar, buscando una salida. Pero entonces lo apuñalan en la nuca con el DESCABELLO, otra larga espada que termina en una cuchilla de 10 cm. El animal no suele morir de inmediato
por su gran fuerza, pero finalmente cae al suelo, porque la espada ha ido destrozando sus órganos internos.
Puntilla Lo rematan con la PUNTILLA de 10 cm. con lo que intentan seccionarle la médula espinal, a la altura de las vértebras atlas y axis. El toro queda así paralizado, sin poder siquiera realizar movimientos con los músculos respiratorios, por lo que muere por asfixia, muchas veces ahogado en su propia sangre, que sale por la boca y la nariz.
El arrastre Después que le destrozan las vértebras, el toro pierde control sobre su cuerpo desde el cuello hacia abajo, sin embargo hacia arriba se mantiene intacto, por lo que esta consciente de todo el horror y de cómo es arrastrado fuera del ruedo.
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Las corridas de toros en la opinión pública Las corridas de toros tienen mala imagen, y no es fácil presentar la muerte como arte, comida o libertad. Pero si el requisito para un festín es la matanza de un animal y los tiros son los precursores de la libertad, quienes se lucran fomentando la diversión a costa de la vida animal también necesitan justificar y enfocar la atención de los consumidores y usuarios en la supuesta utilidad de sus productos y servicios apoyando obras de interés social; por ejemplo, a través de una corrida de beneficencia, un acto aberrante e insolidario que, sin embargo, puede servir de reclamo al tranquilizar algunas conciencias, sobre todo si el baño de sangre beneficia supuestamente a un asilo de ancianos, los pobres, una asociación que defiende a los discapacitados como la Fundación Padre Arrupe, o instituciones como la Asociación Española Contra el Cáncer o la Cruz Roja, que también entró a formar parte del negocio taurino con la explotación del servicio de alquiler de almohadillas en la plaza de Sevilla.
La destrucción de cualquier vida, supuestamente en beneficio de los demás, es éticamente inaceptable. Se trata de justificar diciendo que es parte de nuestra cultura, incluso las monjas de la Hermandad del Santo Cristo del Consuelo y Nuestra Señora de los Desamparados celebraron el año pasado en Ciudad Real una novillada o “festival taurino-religioso”, incumpliendo el artículo 2.418 del catecismo, donde se dice que hacer sufrir a los animales va contra la dignidad humana. Otro ejemplo pintoresco, impropio de una sociedad democrática y civilizada, que no guarda relación con una actitud solidaria y humanitaria hacia los discapacitados y los animales, tuvo lugar en Alcuéscar, Cáceres, donde el alcalde construyó con dinero público una rampa y una zona especial para que 80 espectadores en sillas de ruedas pudieran ser testigos de un linchamiento repugnante de animales físicamente sanos. La Diputación de Málaga también se ha sumado a este inusitado interés taurino por los discapacitados físicos, aportando dinero público para que la plaza de La Malagueta sea
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la primera del país en instalar un ascensor para minusválidos, que previamente eran trasladados en brazos por los empleados, habilitando el ruedo para todos los públicos, con la creación de rampas de acceso a la plaza y una barandilla para sujetar las sillas de ruedas. Las administraciones públicas a pesar de las quejas de la inmensa mayoría de los contribuyentes que no desean apoyar con sus impuestos esta barbarie nacional que los intereses taurinos tratan desesperadamente de mantener e incentivar, siguen exigiendo un mayor número de corridas en los pliegos de adjudicación de los concursos taurinos; una carnicería anual, estéticamente impresentable que, con más de mil representaciones escenificando la masacre de un pacífico animal herbívoro que acaba muerto, amenaza con ahogar con sangre, incluso, el interés de sus más fieles e incondicionales cómplices, ética y físicamente discapacitados, de una cobardía que a todos envilece.
Detrás de la barrera que les aísla de la sangre, los aficionados a la muerte y al dolor ajeno, se jactan de alimentar un biocidio aberrante y estéril con la compra de abonos que les permiten ver hasta la saciedad un espectáculo nauseabundo en el que se torturan, uno tras otro, miles de veces, seis magníficos animales, condicionados desde el nacimiento para representar, junto con el caballo, el papel más funesto del guión, dividido en tres “suertes”, en las que unos siniestros mercenarios muestran su desprecio a la vida, acosando y “castigando” a un noble toro, manipulado y traicionado, con arpones y picas afiladas, hasta que muere, asfixiado o ahogado en su propia sangre con los pulmones destrozados por la espada del matador, o apuntillado con un puñal con el que intentan seccionarle la médula espinal. Pudiendo haber sido sometido, según estudios veterinarios, a toda clase de mortificaciones fraudulentas, incluyendo, además del afeitado (del cual, según el artículo 47.2 del reglamento de 1996, son supuestamente responsables los ganaderos), el suministro de fármacos y purgantes, que actúan como
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hipnotizantes y tranquilizantes, que pueden producir falta de coordinación del aparato locomotor y defectos de la visión antes de comenzar la farsa taurina y ser descuartizado por los picadores, que le clavan el hierro, abriendo, a modo de palanca, un tremendo agujero con la cruceta, cortando y destrozando los tendones, ligamentos y músculos de la nuca para obligarle a bajar la cabeza y poderle matar más fácilmente. Continuando con el suplicio de las banderillas; tres pares de arpones de acero cortante y punzante (llamadas también “alegradores”), que le rompen la cerviz, quitándole fuerza y vitalidad, antes de ser estoqueado por los sicarios de la espada y el puñal; una labor premiada con las orejas, rabos y patas arrancadas de sus víctimas, incluso antes de su muerte, como trofeos que testifican el grado de deshumanización de sus verdugos y quienes les alientan con apoyo, el inconsciente o un silencio cómplice. Las corridas de toros, además de carecer de sentido ético y apoyo social, como ya hemos visto fomentan el desprecio hacia los animales y la insolidaridad entre los ciudadanos, acos-
tumbrados a permanecer impasibles ante el linchamiento de un ser vivo. No siendo tampoco un espectáculo que cuente con el apoyo incondicional de sus más fervientes aficionados que protestan contra “la invalidez de los pseudotoros” y el incumplimiento reiterado de las normas que regulan la tortura del animal, cada vez más debilitado y “falto de casta”, que sufre la dolorosa indignidad del afeitado, una práctica que implica el corte de un trozo de pitón, dentro del mueco donde se le inmoviliza, sufriendo el llamado lumbago traumático, y destrozándose los músculos y tendones al luchar desesperadamente por librarse del yugo que sujeta su cabeza, saliendo desvencijado en el cajón hacia los corrales de la plaza, a donde llega tullido y sin fuerzas para afrontar los desgarradores puyazos que le inflinge el picador. Un vergonzoso fraude, tolerado y muy extendido, según los propios taurinos, que debería bastar para condenar y aislar públicamente a los matones que han impuesto, con el beneplácito institucional de sus vasallos políticos, este sucio negocio como emblema de la España negra y “fiesta nacional”.
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Aunque haya disminuido el apoyo popular a las corridas de toros, el fin de las fiestas taurinas dependerá del grado de respaldo de los medios de comunicación, de los intereses económicos y de las instituciones públicas y religiosas que tradicionalmente las han justificado y mantenido, política y materialmente, permitiendo la implantación del “status quo” taurino y la pérdida de valores éticos y religiosos del modelo egoísta de sociedad actual, intolerante y cruel, que se manifiesta a través de las retransmisiones taurinas, la violencia deportiva y doméstica. El fomento de la crueldad y el desprecio a la vida llega incluso a redefinir y condicionar el comportamiento y la identidad cultural de los aficionados a la sangre, a través de nuevos videojuegos como “Torero, arte y pasión en la arena”, con una opción, presentada por un conocido torero, que enseña a dos jugadores las técnicas más refinadas para torturar y matar a sus víctimas virtuales o potenciales. Al igual que los esfuerzos, claramente tendenciosos para presentar una corrida de toros simbólicamente,
con descaro o sutileza, como una expresión artística fascinante y respetable, a través del cine o del teatro, que llenan los escenarios de sangre real, vertida para satisfacer el morbo de los espectadores, o la película “Hable con ella”, del director Pedro Almodóvar, quien organizó corridas de muerte en Madrid y Guadalajara, que costaron la vida a varios toros, destruyendo la magia incruenta del cine para manchar de sangre a los espectadores y hacerles cómplices involuntarios de una atrocidad éticamente incomprensible e injustificable. Uno de los factores que contribuyen a mantener y fomentar las corridas de toros es el aporte de dinero público de las instituciones locales y regionales a las escuelas taurinas, que surgieron junto a los antiguos mataderos municipales, donde se entrena a niños de doce y catorce años en “el arte de matar”, mediante competiciones y prácticas con terneros y vacas, que sufren atroces heridas e incluso, como en la escuela taurina de Madrid, mutilaciones de las orejas y el rabo antes de morir. Forman parte del ritual de las corridas, apoyadas y justificadas por
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representantes taurinos de la cultura, como el escritor y catedrático de ética de la Universidad Complutense de Madrid, defensor de las corridas de toros y de las víctimas del terrorismo, Fernando Savater, quien se jacta de que “las barbaridades a veces también tienen su mérito, su estética y su ética”, justificando demagógicamente la crueldad por no ser, según él, “el objetivo de la diversión”, sino “un ingrediente necesario”. El gobierno de Andalucía, que también apoya las corridas de toros, justifica las escuelas taurinas que subvenciona haciendo una lectura parcial de los artículos 35 y 46 de la Constitución Española, que tratan del derecho al trabajo y la libre elección de un empleo o una profesión, así como el fomento y conservación del patrimonio cultural español, sin tener en cuenta el artículo 15, que trata del derecho a la vida, sin miedo a la tortura y a un trato inhumano y degradante, que convenientemente no se aplica a los toros y caballos víctimas de las corridas. Otros factores económicos que contribuyen a mantener las corridas son la asistencia, nada grata, del turista ocasional
que apoya, a menudo involuntariamente, el espectáculo y la diversificación económica de los ruedos. Asimismo, mientras algunos ganaderos se benefician de la ayuda económica de la Unión Europea, destinada a la producción de carne, otras subvenciones públicas permiten la celebración de corridas de toros en pueblos y ciudades que carecen de medios económicos para organizarlas por su cuenta. La venta de carne de los animales sacrificados a los gourmets taurinos, que ignoran o desean ignorar la importante liberación de toxinas producida por el estrés de las víctimas y las enfermedades habituales relacionadas con su consumo, como tuberculosis, nefritis y parasitosis hepática, también contribuye a hacer más rentable la masacre taurina.
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¿Arte, cultura o deporte? A continuación presentamos algunos de los argumentos que utilizan personas en favor de tan terrible tortura infligida a animales desprotegidos. La cultura humana consiste en una serie de acciones pautadas normalizadas (basadas en normas anteriores) cristalizadas en instituciones que siguen una serie de planes o programas operatorios con una finalidad. A estas normas y programas operatorios (de cómo hacer las cosas) con una finalidad les llamamos ceremonias. El hombre es un animal que realiza ceremonias que se transmiten culturalmente. Las conductas animales son rituales que no siguen normas sino que se adaptan al entorno (ejemplos:
ritual de apareamiento, ritual de la jerarquía social, etc.) mientras que las ceremonias humanas son más independientes del entorno porque proceden de las instituciones culturales históricas de cada sociedad (cultura objetiva es la que nos convierte en personas, así, un animal se lava para refrescarse o para limpiar su piel de parásitos que le pica pero un ser humano se bautiza, realiza abluciones, se lava las manos antes de una operación quirúrgica para mantener la asepsia, en todo caso, siguiendo unas normas) Según lo anteriormente dicho, las corridas de toros son una ceremonia de la cultura objetiva; es erróneo, por tanto, decir que los toros no son cultura sino tortura porque la propia tortura es una ceremonia
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cultural (y esto lo demuestra Gustavo Bueno en su libro El mito de la cultura en el que defiende la tesis de que no se puede asignar a la cultura un valor superior y elevador de la condición humana sustituyendo al concepto de gracia divina de origen religioso, pues tan cultura es una sinfonía como la silla eléctrica). Las corridas de toros son una ceremonia del eje angular (relaciones de los hombres con los animales) sin perjuicio de que, como hemos dicho, esté atravesada de relaciones radiales (con objetos naturales: sol, viento, lluvia y con objetos artificiales: estoque, banderillas, capote, traje de luces) y de relaciones circulares (con otros hombres: el presidente que concede o no las orejas, los aficionados que aplauden o abuchean). Y siguiendo la clasificación de las ceremonias propuesta por Bueno en su artículo de 1984 en la revista El Basilisco llamado «Ensayo de una teoría antropológica de las ceremonias» serán una ceremonia colectiva (porque en ella intervienen varios actores), de segunda especie (porque ha desbordado todo ritual zoológico natural), formalizada (con signos explícitos de apertura y clausu-
ra), protocolizada (cuyos pasos están determinados por reglas), plural (porque se repite un número determinado de veces; en dos ciclos temporales: en cada corrida la ceremonia se repite seis veces con seis toros, y las ferias taurinas se repiten anualmente) y distributiva (porque pertenece a la clase de las corridas de toros, todas ellas similares aunque cada faena sea distinta –pero no como ceremonia– de las demás). Las corridas de toros, según esta clasificación, pertenecen al mismo tipo de ceremonias que los debates parlamentarios, excepto en lo de ser angulares en vez de circulares. En cuanto si la tauromaquia es un deporte La definición de este según la RAE: “actividad física, ejercida como juego o competición, cuya práctica supone entrenamiento y sujeción a normas”. Pero, decir que el toreo es un deporte de competencia igualitaria entre dos rivales, es falso, pues esta condición no se cumple. Los sucesivos escándalos por el afeitado de los toros (cortar o limar la punta de los cuernos al toro para que su lidia resulte menos peligrosa) o las investigaciones que han dejado ver
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la manera en que los toros son preparados para la corrida en toriles; dejan mucho que desear a una afirmación como que el enfrentamiento se da entre dos rivales en iguales condiciones. Hoy una corrida de toros es un espectáculo de engaño y falsedad, donde los machos se enfrentan a un animal completamente minado en sus facultades físicas mediante el cansancio y el dolor. Los argumentos de la polémica, utilizado tanto por taurinos como por antitaurinos, es el de si las corridas de toros son o no son una expresión artística. Agible (acción o praxis en Aristóteles) designa las obras incorpóreas (pero materiales) que realizan los sujetos corpóreos humanos; Aristóteles decía que era un conocimiento universal pero no necesario acerca de las acciones de la vida humana, regulado por la prudencia (entendida como saber distinguir y decidir las acciones correctas) que es propio de la Ética y la Política. Factible (producción o arte o técnica o poiesis en Aristóteles) designa las obras corpóreas que realizan los sujetos corpóreos humanos susceptibles de ser hechas por operaciones manuales; Aristóteles
decía que es el conocimiento universal pero no necesario propio de las ciencias poéticas (técnicas y artísticas diríamos hoy) entre las que podríamos incluir tanto a la Medicina como a las Ingenierías, la Alfarería, la Música y la Literatura. Pero, tanto lo agible como lo factible son instituciones (con sus ceremonias) reguladas por normas, es decir, lo agible y lo factible confluyen en algunos casos. Pues bien, éste es el caso de las corridas de toros: en ellas el torero realiza una faena siguiendo unas normas y técnicas (por eso es arte, porque esas normas son normas estéticas: una buena o mala faena se juzga por su belleza) pero, también el torero está arriesgando su vida y ha de tomar decisiones guiado por la prudencia (por normas éticas, morales y legales), ha de saber cómo actuar frente al toro para no ser lastimado y sacar de estas acciones una faena bella. El toreo es un arte o factible (en la que hay una parte fingida o representada –como en las otras artes– para obtener un producto estético: aquí una bella faena) pero en una situación de decisión real o agible (el torero se la está jugando de verdad, es un actor sin
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papel aprendido, que tiene que elegir las acciones correctas para terminar bien su interacción con el toro: coger la distancia al toro, llevar la muleta con temple, dirigir bien la muñeca, citar al toro en el momento y lugar, etc. son acciones guiadas por la prudencia ética y por normas estéticas). Al torero se le llama maestro porque la lidia es conocimiento, así, los toreros saben cómo se comportan los toros de cada tipo de encaste y les ejecutan la lidia ajustada, además tienen en cuenta las características individuales de cada animal, las circunstancias climáticas, etc. Por tanto, en el toreo hay arte y ética, tragedia representada y real. Es verdad que puede considerarse que las corridas de toros no son un arte estético (como dicen los antitaurinos que es un espectáculo cruel para pasar el rato divirtiéndose viendo cómo sufre el pobre toro). Es cierto que la consideración estética de cualquier obra de arte tiene una componente subjetiva emocional, sentimental e intelectual una parte objetiva, esto es, la propia obra en cuanto ente real y una parte normativa que sigue unas reglas y modelos. Y viéndolo de esta parte, veremos que el
arte es un proceso de creación y construcción, que da vida. Como interpretación de una representación mental, algunos autores han definido al toreo como seductor, en tanto niega lo absurdo y trágico de la muerte humana, trascendiendo y humillando la animalidad del toro. Para Hilda Salmerón, el toro le recuerda al hombre la angustia por lo limitado de su naturaleza animal, y se proyecta en una superioridad simulada ideando instrumentos de tortura y lidiando al toro con ellas a través de las diferentes suertes o lances de la corrida. Con ello, el torero representa la trascendencia a su propia condición mortal, a su propia condición animal. Sin embargo, lo que sucede no es el enfrentamiento de toro con torero, sino un animal contra el arsenal del torero. Éste destruye y aniquila, en búsqueda de la ansiada “inmortalidad” que consigue efímeramente bajo el disfraz de la fama, de salir por la puerta grande y de premiar al diestro a merced de las orejas y/o la cola de un pobre animal que ha sido el fantoche en la farsa. En este arte no construye ni da valor. Antes bien, destruye todo lo enaltecedor del arte para la vida humana.
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El despertar de la conciencia pública Los continuos esfuerzos de las instituciones en apoyo de las corridas de toros y las fiestas crueles, en las que se torturan animales de varias especies, se enfrentan al creciente rechazo de una juventud más crítica que busca una relación más sincera y armoniosa con los animales y la naturaleza, y a una opinión pública más escéptica y dispuesta a cuestionar, no sólo la calidad y el origen de los alimentos, sino también las diversiones más aberrantes. Lo cual posibilitaría el fin de la permanente sangría nacional y un mayor progreso económico, social y cultural del país haciendo realidad el sueño de erradicar las costumbres violentas, insolidarias y crueles, como las corridas de toros, prohibidas hace más de dos siglos por nuestros ilustres antepasados como una enfermedad social que se manifiesta, de múltiples formas, destruyendo nuestra sensibilidad y el sentido ético y estético de cuantos aceptan como normal que las partes mutiladas de un animal herbívoro pacífico sirvan de recompensa a sus verdugos, y fomentando incluso el machismo y la violencia de género; ya que si se acepta que
un ser vivo pueda ser torturado por lucro y diversión, también la condición humana puede ser objeto de la misma consideración. José Vargas Ponce, resumió en su Disertación sobre las corridas de toros, escrita en 1807, en la que el autor condena las diversas perversiones que se resumen en la corrida de toros: “Esto es en el fondo el objeto de cada corrida; esto es lo que representa y multiplica las escenas: fiereza procurada por el hombre, daños y carnicerías voluntarias, dechados perennes de crueldad y de ingratitud, y sangre vertida y mezclas de sangres, y siempre sangre y más sangre. Pues si estos son los ejemplos de los toros, ¿qué pueden producir los toros? Dureza de corazón, destierro de la dulce sensibilidad y formas tan despiadadas y crueles como el espectáculo que miran”.
Las corridas de toros y los derechos naturales de los seres vivos. El significado histórico de los derechos civiles, la libertad de expresión y la extensión de los derechos naturales a los seres humanos y a los animales, por primera vez
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con criterios puramente humanitarios, surgió de una profunda reevaluación de los valores éticos y las prioridades humanas que permitió cuestionar cualquier forma de explotación animal como la domesticación de animales, que es un modelo para el sometimiento social, al igual que la caza, que históricamente ha representado una afirmación de poder y virilidad, y la vivisección que, además de una atrocidad científica. Para hacer frente a las corridas de toros como una costumbre cruel e institucionalizada, antes es necesario entender la relación existente entre este arcaico espectáculo y la primitiva escala de valores de la cultura carnívora en la que se sustenta, que considera a los seres humanos y a otros seres vivos como enemigos potenciales a quienes es posible dominar o sojuzgar, además de consumir sus despojos. Dado que una forma de explotación suele justificar la otra, y ambas pertenecen a una mitología que aparta a los animales de nuestro ámbito moral. Joseph Ritson (1752-1803), decía en 1802, en su Ensayo moral sobre la abstinencia, que la relación entre el consumo de animales y el comportamiento cruel y
despiadado del ser humano, es un hecho históricamente demostrado. Y que el origen de los mal llamados deportes bárbaros e insensibles de los ingleses, como las carreras de caballos, la caza, el tiro con escopeta, el acoso con toros y osos, las peleas de gallos, los combates profesionales de boxeo, y otros tantos, está en la adicción a la carne. El mayor rechazo de la sociedad a las guerras y los espectáculos crueles en los que se torturan y matan animales por lucro y diversión, debería generar una actitud menos tolerante con la violencia que sufren los animales y degrada a toda la sociedad; sin embargo, aunque algunos festejos crueles, como el lanzamiento de una cabra del campanario de una iglesia, ya no se permitan; otros, como el “Toro de la Vega”, que consiste en perseguir a un toro por el campo hasta matarlo con una lanza para disputarse sus testículos como trofeo, encuentran su justificación en las corridas de toros y siguen contando con el suficiente apoyo institucional, representado por intereses taurinos, que no permiten educar a la sociedad a valorar por igual a todas las víctimas de la violencia, impidiendo la adopción y ejecución de una verdadera ley estatal de protección
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animal, acorde con una sociedad democrática evolucionada que respeta los intereses de los más vulnerables. Si podemos establecer Si nuestros alimentos son nuestra medicina, también pueden permitirnos redefinir el significado de lo que llamamos diversión, aprendiendo a apreciar los alimentos obtenidos sin violencia ni crueldad. Si realmente somos seres compasivos, cada uno de nosotros debemos ser parte de la solución y pedir la abolición de las corridas de toros y de toda su simbología supremacista que hace una fiesta del dolor, centrando nuestros esfuerzos en debilitar los cimientos políticos y económicos que hacen posible que perdure un anacronismo de nuestro pasado sangriento que no tiene lugar en una sociedad que se autodefine como moderna, democrática y solidaria. Actuemos en favor de la vida.
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Relación texto imagen Los cuernos connotativamente los usamos relacionándolos al texto diciendo NO a la tortura, además de ser un elemento gráfico que llama mucho la atención y resulta impactante. Las manchas de sangre refieren a la tortura y la sangre que cae del animal cuando esta muriendo siendo atravesado por espadas y las banderillas, también podemos encontrar 2 banderillas que se encuentran superpuestas en forma de una X aludiendo a lo que no se debe hacer, lo que está mal y son rojas porque nos connota a la sangre que hacen derramar del animal. El color rojo también nos remite a la prohibición y es un color agresivo que, hasta cierto punto, es lo que buscamos en la realización de nuestro cartel. Así mismo la figura en general nos hace recordar un simbolismo relacionado con las banderas piratas, que es el uso del cráneo junto con las tibias.
En nuestro cartel hacemos alusión a esto con la colocación de los cuernos (que representan al cráneo) sobre dos banderillas que cruzan sobre sí (las tibias) y tenemos como resultado una imagen disociada de una bandera pirata, las cuales fueron pensadas para infundir el miedo a las víctimas antes del abordaje a barcos de mercenarios, sicarios y ladrones. Dicho símbolo lo encontramos en la actualidad en envases de sustancias tóxicas como advertencia de peligro o de muerte. Eso buscamos, hacerle ver al público que las corridas de toros representan muerte a animales indefensos. Nuestro texto reza “Ni deporte ni cultura, las corridas de toros son TORTURA” y pensamos que representar un simbolismo de muerte relacionándolo con un toro es una forma directa que crea el impacto necesario para que el cartel resulte llamativo a pesar de ser un mensaje reticente y con una carga visual muy simple.
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Tipografía Rockwell es probablemente la más típica de las tipografías slab-serif. Fue diseñada por Monotype en 1934 y ahora es utilizada en todo tipo de diseños que requieren gran impacto visual. La versión original de esta tipografía fue creada por la fundición Inland en 1910 bajo el nombre de Litho Antique. La American Type Founders la recuperó en los años 20 cuando Morris Fuller Benton le añadió nuevos pesos. Más tarde, en 1934, la Monotype Corporation presentó su versión de Rockwell. Existen textos que erróneamente se refieren a ella como Stymie Bold creando una confusión que aún existe hoy. Su apariencia fuerte y armoniosa la convierten en un alfabeto particularmente flexible, válido para títulos y carteles e incluso en bloques
de texto cortos. Por tal razón, utilizamos la tipografía Rockwell en el cuerpo del mensaje, por su claridad y legibilidad, además de que nuestro texto es bastante corto. Para la palabra TORTURA utilizamos la tipografía Desdren Firestorm cuyo nombre hace referencia al ataque aéreo que sufrió el centro histórico de la ciudad de Dresden durante la segunda guerra mundial. Es, por tanto, una tipografía creada para connotar sufrimiento, confusión, muerte, los mismos estadíos por los que atraviesan los toros durante una corrida.
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Figuras retóricas En el cartel son utilizados las siguientes figuras retóricas: Se usa una sinécdoque particularizante, debido a que se toma una parte del animal (los cuernos) por el toro en si mismo También es utilizada una sinécdoque en cuanto las manchas de sangre ya que toma la sangre derramada por el acto en el que someten al toro por la tortura que sufre y la sangre derramada por las espadas, banderillas que lo atraviesan. Aplica una metáfora en las banderillas ya que por la superposición de estas se asocia con una X diciendo que no esta permitido y no se debe por lo tanto llevarse acabo (no sólo el uso de las banderillas, si no refiriendo a las corridas) También este
mismo elemento incluye una sinécdoque ya que utiliza las banderillas representando a toda la corrida de toros. La metáfora también la podemos situar en las manchas de sangre ya que con ello podemos aludir a la violencia. Igualmente maneja una reticencia porque los elementos que utiliza dicen más de lo que representan es decir dicen mucho con pocas palabras, como el simbolismo de la bandera pirata. En el caso del argumento: “ni deporte ni cultura las corridas de toros son tortura”, nos da información sobre que se piensa que las corridas son consideradas en muchos casos parte de la cultura o un deporte. En cuanto a los elementos gráficos sucede lo mismo hay una reticencia ya que en los cuernos, las banderillas y las manchas de san-
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gre nos dicen que es un acto sangriento en contra de los toros con las banderillas que son utilizadas en ellos, y que esto no debe suceder que hay que decir NO con la expresión utilizada “cuernos”. Además en la última frase nos dice que reflexionemos y actuar a favor de la vida Podemos encontrar también una dilogía por el elemento que nos dice dos cosas diferentes con un mismo elemento: los cuernos ya que los cuernos son parte del animal refiriéndonos a el y también utiliza la expresión “cuernos” de decir no. Y finalmente encontramos una antítesis ya que se manejan 2 ideas contrarias en el cartel que es sobre la vida y la muerte del animal que parece absurdo pero en el contexto se vuelve aceptable ya que habla de debes tener conciencia sobre que están matando a estos animales y que actúes para que vivan.
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Conclu_ siones Las corridas de toros son un acto que nos parece deleznable. Va más allá de una tradición, es una matanza vil en contra de animales indefensos y sólo hace notoria la crueldad a la cual podemos llegar como seres humanos. El realizar este trabajo nos permitió mirar de cerca el proceso de tortura al cual son sometidos los toros. Pensamos y creemos firmemente que es una actividad que debe terminar cuanto antes. Hacer un cartel en contra de las corridas de toros nos parece cooperar, en cierta forma, para evitar que esta actividad continúe. Tal vez buscando formas creativas de acercar este mensaje al público les permita abrir los ojos y unirse a una causa que va en favor a la vida.
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Ín_ dice Introducción / 3 Planteamiento / 5 Contenido argumentativo / 6 Relación texto - imagen / 21 Tipografía / 22 Figuras retóricas / 23 Conclusiones / 25