Miércoles 21 Octubre 2016
El día de hoy, descrito subsecuentemente, fue la primera vez, en el tercer semestre de mi actual licenciatura, en que tuve la oportunidad de asistir a un jardín de niños; acudimos en quipo, a la institución asignada previamente, que en el caso particular, corresponde a la escuela “Estefanía Castañeda” en Jerez de García Salinas, municipio vecino a zacatecas, a 40 min de la capital y aproximadamente 58.9 km. Un jardín agradable y espacioso, inmerso en un contexto afable, alberga alrededor de 120 niños de entre 3 y 6 años de edad; cuenta con espacios abiertos, área de juegos, plaza de actos cívicos, salones equitativos y regulados, acorde a la matricula, múltiples áreas verdes, una completa planta docente en relación aula-maestro, aunado a un salón de computo, donde también se les imparte como segunda lengua, el inglés, por el mismo docente de computación. Se encuentra en la avenida insurgentes y la calle Churubusco, no muy lejano al jardín principal del pueblo, por tanto, en torno a la llegada de los niños no existe gran problema, sin embargo, detrás de la institución se encuentra la carretera, por donde transcurren diariamente incontables coches, y por ende, atraviesan muchos de los niños ahí educados. Así pues, mi equipo y yo acudimos puntuales a las ocho y treinta de la mañana, con el firme propósito de percibir, reunir, y adherir nuevos saberes y experiencias a nuestras, aun escasos conocimientos. Para algunos integrantes de mi equipo fue un tanto difícil la llegada a la institución, sin embargo, tomando las medidas necesarias y previniendo las situaciones,
habíamos tomado el tiempo necesario para encontrar el jardín de niños, evitando la llegada, después de la hora indicada. Al llegar a la escuela, nos pareció sumamente amplia y agradable con respecto al buen desarrollo de un niño en condiciones contextuales, además
de
múltiples
áreas
verdes
para
su
recreación.
La directora de la escuela, tardo unos minutos en llegar por lo que nos dio un margen de tiempo para poder conocer los alrededores dentro y fuera del jardín de niños. Al llegar la directora, acudimos a presentarnos formalmente en su oficina, a lo que respondió amable y cordialmente, dándonos a mí y a mí equipo la bienvenida a su institución. Nos platicó un poco la manera en que se realizaban las actividades y procedió a hacer la rifa de los lugares que ocuparíamos cada uno de nosotros en lo grados correspondientes de la escuela; contando con solo un grupo en el primer grado, la mayoría de mis compañeras y yo, ansiábamos obtener ese lugar, pero por demás sabíamos, no era posible conseguirlo todas. Así pues a una de mis compañeras se le asigno, tan anhelado lugar, mientras que los demás conocíamos el grado que la suerte nos demandaba. Al culminar la rifa de los grupos, la directora atentamente, nos acompañó a cada uno de los integrantes del equipo al salón correspondiente, presentándonos antes con la maestra titular. En mi caso se me asigno el tercer grado, grupo “B”, el cual me colmaba de emoción conocer sus integrantes. Al llegar, al salón de clases la educadora, ya estaba puntualmente en espera de sus alumnos y con toda la cordialidad, me recibió en su aula. De manera amena, comentaba sus estudios y logros escolares, lo cual me
parecía, un buen comienzo en base al trabajo que desempeñare en la semana próxima de prácticas. Siendo las nueve de la mañana, sonó el timbre, se cerraron puertas y comenzaron las clases, siendo como primera indicación, la formación ordenada de alumnos, con el fin de acudir a la plaza principal, a realizar lo que se conoce como “rutina”, una activación física que se realiza diariamente por turnos intercalados entre la educadoras de la institución. Terminado el ejercicio motriz, acudimos nuevamente al salón de clases, tratando de no desviarse de la formación. Al llegar al aula, (adornada en relación a las fiestas patrias y una organización visible de material y mobiliario) y después de sentar a los niños, la maestra me presento ante ellos como una maestra más, quien trabajaría por un tiempo con ellos, por lo cual los niños se emocionaban y preguntaban ansiosamente mi presencia en su salón. Seguido de ello, la maestra comenzó sus clases, como de costumbre, comenzando por anotar la fecha del día de hoy en el pizarrón, con ayuda de los niños. Para después continuar, tomando la asistencia, con ayuda de hojas de máquina, donde los niños debían poner su nombre como síntoma de haber asistido ese día a clases. Subsecuentemente la maestra mencionaba que recordarían lo analizado en la semana anterior, lo cual consistía en la identificación de portadores de texto, dando como ejemplo palpable, cajas de cereal, bolsas de Sabritas, recetas médicas, cartas, revistas, libros, donde los niños iban tratando de contestar correctamente, referente al portador que se les mostraba. Como actividad, la educadora, pidió a sus alumnos escribir con las letras que conociesen, el nombre del portador de texto que iba colocando en su mesa, como pase para, lavarse las manos y proseguir con el almuerzo.
Llegada la hora de comer y después de lavarse las manos, los niños se dispusieron a comer lo que sus tutores habían mandado como loche, mientras que los que no lo llevaban, se les daba una porción de comida del comedor, por la cantidad de $20 pesos, constando este día, de una tostada de ensalada, una tuna, un mazapán y agua de sabor. Terminado el almuerzo, la maestra dejo salir a los niños a jugar y tomando su posición cotidiana, con el afán de hacer guardia en un lugar determinado del jardín, para poder tener un control y cuidado sobre los riesgos y peligros que los niños pueden llegar a pasar. Al inicio de clases nuevamente, la educadora posiciono a los niños en forma circular para que pudieran alcanzar a escuchar a uno de sus compañeros, relatar un cuento. Los niños parecían interesarse en la narración de un cuento por su amigo, por lo que la maestra dejo que varios alumnos más, prosiguieran. Finalizada esta actividad la maestra los llevo a la clase de capitación, la cual no puede apreciar puesto que la educadora, dejo castigados en el salón a tres alumnos que, durante todo el día, no hicieron caso a las consignas y llamadas de atención de la maestra, por tanto me quede con ellos.
Como actividad final asistimos, a la clase de inglés en la misma aula de cómputo, junto con el mismo maestro, donde solo pude rescatar algunos de los contenidos que se encontraban trabajando, como lo eran los saludos despedidas con ayuda de canciones y videos proyectados en inglés. Dicha clase, se las dan, durante treinta minutos, después de la hora de salida.
Así pues en punto de las doce treinta, los padres de familia y tutores a cargo de los alumnos, acudieron a recogerlos. La
maestra
los
despedía
alegremente
y
me
platicaba
múltiples
experiencias enriquecedoras como docente a lo largo de 15 años de servicios. Al finalizar el día, mi equipo y yo agradecimos de una manera formal, tanto a las educadoras como a la maestra y salimos del jardín de niños, ansiosos por regresar.