El comienzo de un futuro cercano
Todo comenzó el lunes 28 de septiembre, el clima estaba fresco; yo estaba muy nerviosa y emocionada a la vez, salí muy temprano de mi casa, tomando las precauciones necesarias, para ir hasta Calera, pues ahí me correspondía asistir en mi primera observación. Mi mama fue hablando todo el camino sobre los cuidados que debía en el jardín de niños, perecía estar más histérica que yo; yo solo podía pensar con lo que me encontraría al llegar. Nunca antes habíamos ido a Calera, por lo que nos pasamos muchísimo de las calles por las que debía entrar. Preguntamos a varias personas y fue así como, pedacito a pedacito logramos llegar, ya era un poco tarde por lo que me baje corriendo del carro; los niños ya comenzaban a entrar y los maestros preparaban los honores, hablamos con la directora, rifo los salones para que nuestra asignación a grados y grupo, fuera democrática. Mi papelito decía 3 “C”, ansiaba conocer a mi grupo; una a una nos fueron llamando, colocándonos junto a la maestra y grupo, para comenzar honores. Me encantaron desde que los conocí, el maestro muy amablemente me hablaba. Comenzaron los honres, no sin antes, se nos diera la bienvenida con unas cortas per significativas palabras por parte de la directora y el más bonito aplauso por parte de los niños. La pequeña banda de guerra comenzó a tocar y la escolta salió a dar su recorrido. Los niños cantaban el himno, nunca había oído cantar así a tantos niños juntos, fue una de las sensaciones más bonitas que he sentido, mi piel se enchinaba por tan inesperada sensación. De ahí para adelante todo fue hermoso y más de lo que esperaba, los días pasaban sin avisar, las horas y minutos no eran nada. Me encantaban los desayunos rodeada de todos los niños, las platicas interminables de los
sueños que habían tenido, de, el que querían ser cuando serian grandes, del trabajo de sus papas, en fin, las mejores platicas que habría podido desear para de desayunar, el verlos reír y jugar legraba totalmente mi día, el recibir un abrazo, antes de irse con sus mamas, el escuchar un “No se vaya, aquí se puede quedar con nosotros” todo, todo era incomparable con cualquier otra cosa. La primera vez que me dijeron maestra, un nudo se formo en mi garganta, privándome de emitir palabra alguna. El último día fue el más triste, nos despedimos, nunca mencione que podría ser que no los volviera a ver, me abrazaron todos juntos y me dieron las gracias, me encariñe más de lo que debía y no pude evitar llorar, fueron por ellos como a diario y así, uno a uno los vi alejarse. Me encanto en una palabra, la experiencia que Dios y la vida me permitió vivir y que he escogido por profesión para el resto de mi vida…