EL GIGANTE Y LA CEIBA DE LA LIBERTAD Sร MBOLO DE LA INDEPENDENCIA REPUBLICANA
Humberto Montealegre Sรกnchez
Humberto Montealegre Sánchez E-mail: humonsa@hotmail.com
Magister en Historia de la Universidad Nacional de Colombia Miembro de Número Academia Huilense de Historia. Miembro de la Asociación Colombiana de Historia Regional y Local. Miembro de la Asociación Colombiana de Historiadores. Fondo: Monumento Revolución Francesa, 1789. Foto: Angélica María Montealegre Mora, París, Julio de 2013.
ISSN: En aprobación. Primera Edición Diciembre, 2013 Portada La Ceiba, El Gigante, 1989 Foto: Eduardo Bermúdez Rubiano Contraportada La Ceiba, El Gigante, 2012 Foto: Tuplandeviaje.com Diseño e impresión: Litocentral S.A.S PBX: 875 8014 www.litocentral.com.co Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia
Reconocimientos a la Ceiba La ceiba fue homenajeada el 21 de mayo de 1989 por la Federación Nacional y Comité Departamental de Cafeteros (Dr. Jorge Cárdenas Gutiérrez y Dr. Rodrigo Ocampo), con la participación de la Academia Colombiana de Historia (Germán Arciniegas) y la Academia Huilense de Historia, entre otras instituciones. En este memorable acto, le cantó Leonor González Mina, “la Negra Grande de Colombia”, acompañada de la tuna de la universidad Javeriana de Bogotá. La Ceiba ha sido declarada fuera de concurso y ha ganado certámenes a nivel nacional e internacional. Fue catalogada como el “Árbol Rey de Colombia”, en el Segundo Festival Nacional de árbol realizado por la Fundación San Joaquín en Villa de Leiva en junio de 1991. El 15 de julio de 1990 el Gobierno Nacional por intermedio del Ministerio de Comunicaciones y la Administración Postal Nacional le brindaron un homenaje filatélico, mediante la producción de un millón de estampillas con su imagen para el correo postal de circulación nacional e internacional. En este despliegue publicitario y periodístico es de recordar el trabajo meritorio y tesonero del fotógrafo de nacionalidad chilena, Luís Cortés Southerland y don Abel Díaz Manrique, ya desaparecidos.
EL GIGANTE Y LA CEIBA DE LA LIBERTAD SÍMBOLO DE LA INDEPENDENCIA REPUBLICANA
Humberto Montealegre Sánchez “Los documentos de rigor historiográfico hablan por sí solos”
Compendio documental de rigor historiográfico en homenaje a la memoria de la Ceiba en su Bicentenario 1813-2013.
El Gigante, 2013
Humberto Montealegre Sánchez
EL GIGANTE Y LA CEIBA DE LA LIBERTAD SÍMBOLO DE LA INDEPENDENCIA REPUBLICANA El Gigante asentamiento de españoles, criollos, mestizos, indígenas y esclavos, en su devenir histórico tuvo gran incidencia en el desarrollo económico, social, político y administrativo de la llamada hoy comarca huilense, así como en los procesos libertarios, con héroes que lucharon y dieron la vida por la independencia republicana. Su ceiba es ícono y representación viviente del movimiento independentista, cuando en el 2013 celebra sus 200 años de haber sido resembrada en la cuadrícula de la plaza pública como símbolo de la libertad.
EL GIGANTE Y SUS FUNDACIONES El poblamiento del territorio de El Gigante en los diversos sitios se inicia a partir de la entrega de mercedes o títulos de tierras en las primeras tres décadas del siglo XVII. Con el establecimiento de las haciendas y estancias y, la necesaria mano de obra, así como con el cruce de razas, etnias y castas, se fueron creando los asentamientos por poblamiento. Ahora bien, el poblamiento del territorio fue posible gracias a la observación de estos espacios naturales que hicieron los expedicionarios de la Conquista, en las travesías que hacían desde Timaná a Neiva y viceversa, siguiendo por lo general, las riveras del Río Magdalena1. La población de El Gigante comienza a surgir en torno a las actividades agrarias de la naciente hacienda en las últimas décadas del siglo XVII2. El poblado, al igual que la ciudad de Neiva, tuvo tres fundaciones, aunque en las dos primeras no se precisa su creación con exactitud en el tiempo, por cuanto, no surge como Timaná, Neiva y La Plata, con sus respectivos cabildos, éste tan solo es creado el 19 de diciembre de 1812, como “Colegio de municipio” (Cabildo) quedando constituida la municipalidad3 en El Gigante. La primera fundación, se hace con anterioridad a 1680 en Llano Arriba (sector de El Tendido y Palestro), donde a su vez, fue creada la viceparroquia de El Gigante. Hacia 1680, el clérigo Juan Celedonio de Avilés, en cumplimiento del auto para la composición de los títulos que tiene su madre Ana Calderón y Gaviria sobre las tierras de “La Guandinosa”, al mencionar los linderos de la misma, hacia el sur, expresa que llegan “(h)asta la quebrada grande donde tiene su poblazon, la dicha de mi madre, por el camino real para esta villa (Timaná)”4 . Esta fuente documental sugiere a Ana Calderón y Gaviria como una de las fundadoras de este primer asentamiento. Así mismo, el historiador Gabino Charry, señala cómo el “sitio del Gigante” era conocido en enero de 16865. Hacia 1698 se decía que en el sitio de El Gigante; “hay capilla, en ella han bautizado los presbíteros Ignacio Serrato y Celedonio de Avilés, y está radicado, con facultades para administrar los sacramentos, el licenciado Francisco Félix Wilches, como coadjutor del cura de Timaná6 . Para el 20 de julio de 1721, el párroco de la villa de Timaná, afirmaba tener noticia cómo “en el sitio de El Gigante en la viceparroquia se enterró el cuerpo difunto de un negro esclavo de Pedro de Valderrama”7, lo que sugiere la presencia de esclavos y esclavas en buena parte de las haciendas del territorio giganteño. La segunda se dio aproximadamente en 1750 en la vereda de La Honda, cuya viceparroquia tomó el nombre de “San Antonio de la Honda”. Con la decadencia de las haciendas por la crisis ganadera y por el mismo auge del cultivo del cacao, es cuando empieza el fraccionamiento de las tierras de La Honda y su respectivo poblamiento hacia mediados del siglo XVIII. La Honda se convirtió entonces, en una zona de gran producción cacaotera en la provincia, motivo por la cual hacia 1750, la viceparroquia de El Gigante fue trasladada a este nuevo sitio, con el nombre de viceparroquia de “San Antonio de La Honda”, dependiendo de la parroquia del Pital, hasta 17818. Territorio agrario de La Honda que prontamente desaparecerá, por 1 2 3 4 5 6 7 8
Ver MONTEALEGRE SANCHEZ, Humberto, Historia Económica y Social de El Gigante Colonial 1680 – 1800, Neiva, 2005, p. 162 Ibíd., ps. 128 ss. CHARRY, Gabino, Frutos de mi tierra, Imprenta Departamental, Neiva, 1922, ps. 59 y 60. Archivo General de la Nación, Tierras del Tolima, t. 6, f.322 bis r. CHARRY GUTIERREZ, Gabino, Frutos de mi tierra, p. 58. DIAZ JORDAN, Jenaro, Proceso Histórico de los Pueblos y Parroquias de la Diócesis de Garzón, Neiva, 2000, p. 61. Archivo Parroquial de Timaná, Defunciones, 1721-1739, t. 1, f. 1 r. Archivo General de la Nación, Mejoras materiales, t. 10, f. 212 v.
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El Gigante y La Ceiba de la Libertad Símbolo de la Independencia Republicana
lo de la represa del Quimbo, perdiéndose la memoria histórica, al quedar sumergido para siempre, todo el patrimonio natural y cultural arqueológico indígena en aquel pequeño universo de cacaguales, platanales y pastizales que en épocas coloniales y republicanas fuera la base de la economía de sus pobladores. La tercera y última fundación se dio en 1782 en el lugar donde actualmente se encuentra la cabecera municipal, pasando de la categoría de viceparroquia a parroquia. Las desfavorables condiciones climáticas y de salubridad en la vega de La Honda, así como las inundaciones por las frecuentes crecientes de la quebrada de La Honda y el río Magdalena, obligaron a los dueños de las estancias y cacaguales a trasladar sus residencias al nuevo sitio de El Gigante, en terrenos que donara Jorge Miguel de Cuéllar, mediante escritura realizada el 17 de septiembre de 1782 a favor de “los vecinos de La Honda y sus sucesores, en precio y cuantía de lo que costare un cerco de piedra que le ha de hacer y construir por parte del vecindario (…)”9. El 11 de junio de 1785 se celebraron las fiestas de “colaboración” con motivo de “la traslación de todos los enseres de la iglesia de La Honda, su demolición y estreno de la nueva iglesia de El Gigante”10. Este transcurrir de “vivir en policía y a son de campana” era el embrión de la vida urbana11 en la nueva parroquia. Hacia 1799 El Gigante en su naciente zona urbana contaba con 10 casas y una pequeña iglesia.
Cartografía parroquia El Gigante y Viceparroquia San Antonio de La Honda, 1799 Fuente: Archivo General de la Nación, mejoras materiales, t. 10, f. 236. El nombre de El Gigante, según Gabino Charry procede de “unos enormes huesos que fueron hallados por los primeros moradores, que creyeron que fuera de raza de gigantes, cuando eran de animales antidiluvianos”12. Esta información la tomó Charry del informe de José María Rojas Garrido, gobernador de la provincia de Neiva, en visita que hiciera a la población el 20 de junio de 1856, cuando registró “que el señor Jorge Miguel de Cuéllar, regaló el terreno donde se encuentra hoy el poblado conservando el nombre de El Gigante que tenía el llano por haberse encontrado fósiles de dimensiones extraordinarias de animales antidiluvianos, que sus habitantes, poco entendidos en zoología, consideraron pertenecer a una raza de hombres superiores a la nuestra”13. En efecto, la hacienda donde se funda por tercera vez el poblado, se llamaba El Gigante. En la venta de las “tierras llamadas El Gigante”, según escritura del 16 de octubre de 1776 entre Bernardo de Cuellar a José Miguel de Cuellar, se incluye la parte que se dio como herencia a doña Isabel de Cuellar, hermana del comprador, en cuyos bienes figura “una esclava”14. Los límites de estas tierras estaban demarcados por las quebradas de La Guandinosa y El Gigante hasta la cordillera Oriental. 9 Archivo Notaría de Garzón, Protocolo-Gigante, t. 36, fs. 1 y ss. 10 DIAZ JORDAN, Jenaro, Proceso Histórico de los Pueblos y Parroquias de la Diócesis de Garzón, p. 175. Fiestas oficialmente llamadas de “Colocación”, cuando los pueblos eran elevados a la categoría de iglesia parroquial, Revista “El Vaticano” Núm. 549, Diocesis de Garzón, Marzo de 1950, p. 150 11 MORNER, Magnus, La Corona española y los foráneos en los pueblos de indios de América, Estocolmo, 1970, p. 18. 12 CHARRY GUTIERREZ, Gabino, Frutos de mi tierra, p. 59. 13 El Alto Magdalena, Periódico oficial año III, trim. 2, Num. 117, Neiva, Junio 28 de 1956, p. 4. 14 AHH., AH., Notaría única de Garzón, RPCC, vol. III, t. 2, p. 18, remitiendo al f. 29 de los documentos 1771-1804.
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EL GIGANTE CUNA DE PRÓCERES El Gigante en los procesos de independencia, es considerado uno de los pueblos de la entonces Provincia de Neiva, que contribuyera a la libertad republicana. En efecto, por ser un vecindario con descendencia española, algunas familias como los Montalvo, Cuervo, entre otras, tenían hijos educandos o parientes en Santafé que se vincularon a la causa independentista. Entre los próceres sobresalían José Miguel Montalvo, José Rafael Cuervo y Juan Agustín Gerardino, quienes luchaban por la independencia republicana. Montalvo hace parte de los mártires que entregaron la vida por ese precioso valor de la libertad. Representó notorio papel el 20 de julio de 1810 en Santafé junto a Acevedo y Gómez. Perteneció a las filas de Nariño en tanto que firmó el acta de independencia del Estado de Cundinamarca el 19 de Julio de 1813. Combatió hasta 1816 en las acciones de Palacé, Calibío, Juanambú, Tasines, Cebollas y Ejidos (Pasto). En el combate de Nóvita, fue puesto prisionero por las fuerzas realistas. El 29 de octubre de 1816 en la plaza de San Francisco fue fusilado en compañía de Caldas. Cuervo participó en los acontecimientos del 20 de julio de 1810 en la capital santafereña. Acompañó a Nariño en la campaña del Sur y combatió en Alto Palacé en 1813, y entre 1814 y 1816 batalló en Calibío, Juanambú, Tasines, el Palo y en la Cuchilla del Tambo, donde es apresado por Sámano. Liberado participa en 1824 en la batalla de Junín y Ayacucho. Hizo la campaña del Alto Perú (Bolivia) y con Sucre entró vencedor en la Paz en 1825. Murió muy joven a los 31 años de una penosa enfermedad en Chuquisaca (Bolivia) el 16 de noviembre de 182615. Gerardino participó igualmente con Nariño en la campaña del Sur; asistió luego a las batallas de El Palo, Cuchilla del Tambo y La Plata; en esta fue hecho prisionero, como insurrecto pasó luego a las tropas republicanas del general San Martín, hizo la campaña de la Sierra y participó en las batallas de Junín, Matará y Ayacucho, terminando como secretario del general Sucre y como tal hizo la campaña del Alto Perú. Fallece finalmente en Chuquisaca (Bolivia)16. Ahora, mientras giganteños participaban en los movimientos y gestas libertarias, representantes de los poderes eclesiásticos y civiles de la parroquia de El Gigante lideraban procesos independentistas en la provincia de Neiva. El párroco Pedro Joseph Maria de la Borda y Polanco y don José Manuel de Silva, tenían protagonismo en los movimientos independentistas de la villa de Timaná y comarca, que diera como resultado una de las primeras Constituciones Políticas locales sancionada en Garzón el 6 de septiembre de 1810. El cura de la Borda y Polanco había sido nombrado en 1812 presidente del Colegio Electoral de Neiva en los acuerdos que se dieron entre la dirigencia de la villa de Timaná y Neiva dentro del proceso de anexiones y desegregaciones de las parroquias, villas y ciudades de la provincia de Neiva. Aquí los clérigos fueron factor determinante en las luchas por la independencia de las provincias de la Corona española. Don José Manuel de Silva, considerado giganteño, aunque de ancestros garzoneños, Alcalde de El Gigante entre finales de 1812 y 1813, reelegido en 1815, Comandante de armas de la Provincia de Neiva; el día 8 de febrero de 1814 firmaba el Acta de independencia de la provincia de Neiva17.
EL ÁRBOL COMO SÍMBOLO DE LA INDEPENDENCIA REPUBLICANA
Monumento de la Revolución Francesa Archivo fotográfico Angélica María Montealegre Mora , París, Julio de 2013. 15 16 17
Ver RESTREPO SÁENZ, José María, Gobernadores y Próceres de Neiva, Biblioteca de Historia Nacional, vol. LXIII, Bogotá, ps. 227 y 436 ss. CHARRY, Gabino, Frutos de mi tierra, p. 64. Ibíd. p. 64. José Manuel de Silva había nacido en La Jagua - Garzón en 1771 y casado con la giganteña doña Francisca Trujillo Cuellar.
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El Gigante y La Ceiba de la Libertad Símbolo de la Independencia Republicana
La historia de la siembra del árbol como símbolo de la libertad nace en la Francia Revolucionaria. El árbol, desde la revolución francesa, representa la libertad de los pueblos. Allí el árbol significa el adiós a un viejo mundo y el nacimiento de otro nuevo. Tras el movimiento de la independencia en la Nueva Granada de 1810, Nariño recogió las banderas de la revolución francesa, retomando el símbolo del “Árbol de la Libertad”, junto con la traducción y divulgación de los derechos humanos. El 29 de abril, Nariño en la plaza mayor de Santafé sembró un arrayán. Entre los poemas que adornaban y otorgaban significado al acto del Árbol, Manuel del Socorro Rodríguez, poetizó de la siguiente manera: “No al vil libertinaje bruto y fiero / Se dedica esta fiesta deliciosa/ sino a la dulce Libertad amable/”18. Con la siembra del Árbol se iniciaban las celebraciones cívicas, las fiestas políticas y las afirmaciones públicas de la libertad. Debía convertirse en una verdadera fiesta popular en donde todos, grandes y pequeños, blancos y manchados de la tierra, asumían un mismo papel: el de ciudadanos igualados por la libertad, los deberes y los derechos19. La Gazeta Ministerial de Cundinamarca de mayo 20 de 1813 en alusión al Árbol de la Libertad, hace la siguiente proclama: “Los habitantes de Cundinamarca que siempre han detestado la tiranía y el despotismo, y que fueron los primeros en sacudir el pasado yugo que habían llevado por más de tres siglos, no habían tenido hasta ahora la satisfacción de haber levantado el Árbol (…). Hoy tienen el placer de ver plantado en su suelo el Árbol en que se simboliza la libertad, (…)”20. Después de las fiestas de Santafé, la siembra del árbol se extendió por las poblaciones de la provincia de Tunja y de Cundinamarca. Ahora, por asistir a las fiestas y ocupar un papel destacado en ellas, muchos fueron perseguidos durante la reconquista hispánica, entre ellos los clérigos. Al franciscano Sebastián Mora se le acusó de “haber plantado con sus manos el árbol de la libertad”. Al presbítero Ignacio Losada se echó en cara haber recorrido las poblaciones de Guasca, Guatavita, Zipaquirá, Ubaté, Fúquene, Chiquinquirá y Saboyá predicando sermones cívicos y plantando en sus plazas los reprobables árboles21. La provincia de Neiva para esta época hacia parte del Estado de Cundinamarca. Algunos de sus clérigos parroquiales amantes de la independencia republicana continuaron con la tradición de la siembra del árbol. En La Plata, el padre Inocencio Valencia y Vivas por orden del padre Ordoñez y Cifuentes “siembra en 1813 en el centro de la plaza el árbol de la libertad, que según la tradición es una ceiba; ésta se rajó dando lugar a la siembra de la que hoy se tiene en el mismo lugar, plantada el 16 de diciembre de 1901”22. El Gigante durante el siglo XIX era uno de los mayores asentamientos de criollos y españoles de la provincia, con reconocidos próceres que luchaban en los movimientos independentistas. En medio de ese fervor por la independencia republicana, muy probablemente, el vecindario tomó la decisión liderada por su párroco Pedro Joseph María de la Borda y Polanco de plantar la ceiba de la libertad hacia finales de 1813, tal como venía sucediendo en Santafé y demás poblados de los hoy departamentos de Cundinamarca y Boyacá23, donde los curas tuvieron su protagonismo en la siembra de los árboles. No hay que olvidar que Nariño en su trayecto de la “Campaña del Sur”, tendiente a reconquistar a Popayán y pretender someter a la realista Pasto, hizo arribo a La Plata el 27 de octubre de 1813, manteniendo su cuartel general hasta el 22 de diciembre del mismo año en dicha ciudad, en cuyas filas se encontraban los giganteños José Miguel Montalvo, José Rafael Cuervo y Juan Agustín Gerardino24. En su recorrido y estadía en La Plata (cerca de dos meses), se infiere que delegaciones de las parroquias circunvecinas hicieron presencia en esta ciudad para brindar apoyo a su ejército. El camino real que comunicaba a El Gigante con La Plata no era tan distante, este se hacía vía La Honda, El Quimbo y Paicol25. 18 19
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Gazeta Ministerial de Cundinamarca, núm. 112, Santafé, 1813, ps. 532 y 533. HERNANDEZ DE ALBA, Gonzalo, Los Árboles de la Libertad, Ecos de Francia en la Nueva Granada, Bogotá, 1989, ps. 135-137. Los símbolos de la revolución fueron el gorro figio y el arbol de la libertad. En las fiestas de conmemoración patriotica se acostumbró la siembra del árbol, principalmente en los años 1813 y 1814. OCAMPO LOPEZ, Javier, “El proceso político, militar y social de la Independencia”, en Nueva Historia de Colombia, t. 2, Editorial Planeta, Bogotá, 1989, p. 19. Gazeta Ministerial de Cundinamarca, núm. 112, t. 2, Santafé, 1813, p. 530. HERNANDEZ DE ALBA, Gonzalo, Los Árboles de la Libertad, ps. 142 y 143. TELLO ORDOÑEZ, Constantino, Cronología de la ciudad de San Sebastián de La Plata, Neiva, 1998, ps. 47 y 74. Ver MONTEALEGRE SANCHEZ, Humberto, El Gigante Republicano en el contexto de la Provincia de Neiva, 1810-1857, Neiva, 2010, p. 104. SILVA VARGAS, Rodrigo, “De la Comarca Apacible a la Provincia Rebelde”, en Historia General del Huila, Neiva, t.2. 1996, p. 91. Archivo General de la Nación, Cartografía, Mejoras materiales, t. 10. f. 236 v.
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En el listado de las delegaciones visitantes debieron estar representantes de la parroquia de El Gigante, liderada por el párroco de la Borda y Polanco, amante de la libertad republicana y oriundo de La Plata, acompañado del vecindario, en especial de los familiares de los próceres que hacían parte de las fuerzas patriotas. Ahora, cómo no hacer presencia de la Borda y Polanco en su tierra natal, cuando era el líder político y de las causas independentistas más notable e importante que tenían las parroquias que hacían parte de la villa de Timaná, en tanto había dirigido la redacción y aprobación de la Constitución política local en 1810, además de ser elegido en 1812 presidente del Colegio Electoral de Neiva en los acuerdos políticos entre el Cabildo de Timaná y la Junta Provincial de Neiva. Este liderazgo del clérigo y el apoyo que brindara a los ejércitos republicanos, fue lo que seguramente le llevó a ser llamado con justicia “poderoso auxiliar de los patriotas”, según Constantino Tello26, connotación que sugiere una estrecha vinculación y cooperación del párroco de la Borda y Polanco con las fuerzas patriotas que luchaban por la independencia. Estas inferencias desafortunadamente no tienen soporte documental, por cuanto los archivos, tanto del Cabildo como de la parroquia de El Gigante, de los primeros siete lustros del siglo XIX desaparecieron. No obstante, al someter los textos de la “historia oficial”, a la crítica con rigor, estos carecen de validez historiográfica. Es entendido que Nariño establecía conversatorios sobre temas políticos, económicos, constitucionales y libertarios con autoridades y vecindario de las ciudades, villas y parroquias por donde transitaba. Allí Nariño debió sugerir la idea de sembrar los árboles como símbolo de la independencia, tal como había sucedido en la capital santafereña y demás pueblos del Estado de Cundinamarca y provincia de Tunja. Árboles como los alisos fueron sembrados en las plazas públicas de las ciudades, villas y parroquias de climas fríos y templados, mientras las ceibas fueron plantadas en ambientes templados y cálidos. El Gigante en su zona urbana hacia principios del siglo XIX presentaba una temperatura templada, por la escasa desforestación de sus bosques para la época, clima que favorecía la siembra de las ceibas. José María Rojas Garrido, gobernador de la provincia de Neiva, en el informe de la “VISITA” que hiciera el 20 de junio de 1856 a la cabecera de la localidad de El Gigante, describe la plaza “como espaciosa y limpia, teniendo en la mitad un ceibo”27, fuente documental que sugiere un árbol adulto y por consiguiente, de gran envergadura. La siembra de las Ceibas, lo ratifica Nariño, cuando estando por cuarta vez en prisión en 1820, en las cárceles de Cádiz, España, añorara aquellos espacios, cuyos árboles se esparcían en las plazas públicas, así lo daba a conocer en carta a Francisco Antonio Zea: “Cuánto diera porque a la sombra de un ceibo o un aliso garláramos quince dias seguidos sobre las cosas de la patria, economía, política y constitución (...)”28. Estos argumentos soportados en fuentes documentales sugieren que la Ceiba de El Gigante, es una representación natural, documental y monumental que simboliza la independencia republicana.
DEBATE SOBRE LOS VERDADEROS ORÍGENES Y MOTIVACIONES DE LA SIEMBRA DE LA CEIBA En el debate de las temporalidades y motivaciones de la siembra de la Ceiba de El Gigante surgen dos versiones. La primera, la “historia oficial” afirma que fue sembrada en 1851 como símbolo de la libertad de los esclavos y la segunda, la desvirtúa, al no resistir la crítica de rigor historiográfico, por tener serias contradicciones e inconsistencias en lo temporal e ignorar procesos y proyectos de ley, así como prácticas de sus protagonistas y, por el contrario, sugiere, que fue replantada en 1813 como ícono de la independencia republicana. De todas maneras, éste insigne árbol representa la libertad en nuestra nación. (Ver artículos publicados en el periódico La Nación en la sección Dominical Super domingo de septiembre 22 y 29 de 2013). Como era de esperarse, con la publicación de los citados artículos, personas de la municipalidad en evocando la memoria oral e intelectuales han entrado a opinar, por lo que escucharon, le dijeron o le enseñaron sus 26 TELLO ORDOÑEZ, Constantino, Cronología de la ciudad de San Sebastián de La Plata, Neiva, 1998, ps. 47 y 74. 27 El periódico oficial de El Alto Magdalena, año III, Trim. 2, Núm. 117, Neiva, junio 28 de 1856, p. 4. 28 GOMEZ HOYOS, Rafael, Pbro., La Revolución Granadina 1810, Ideario de una generación y de una época 1781-1821, t. 1, Bogotá, p. 272.
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El Gigante y La Ceiba de la Libertad Símbolo de la Independencia Republicana
antepasados, como lo señala el profesor Rodolfo Agudelo Salazar, en su artículo “La Ceiba de la Libertad” publicado el 29 de septiembre del año 2013, en el diario La Nación. En estas opiniones de la tradición oral, unos se refieren a la ceiba de 1851 y otros a un periodo anterior. En el mencionado artículo “don Gerardo de la Espriella, doña Blanca Álvarez, la profesora Stella Díaz, don Edgar Artunduaga, doña Rebeca Sánchez, doña Herminia Murillo, don Arnaldo Cuéllar y Anita Borrero (pariente del esclavista Félix María Borrero) afirman que la ceiba se sembró en conmemoración de la libertad de los esclavos durante el gobierno del general José Hilario López. Solo tres voces disonaron: don Reinaldo Guzmán, el profesor Fabio Rojas y don Hernando Cuenca, quienes dijeron haber escuchado de algún giganteño mayor que la ceiba debía ser más antigua”. Incluso la tesis que sugiere que la ceiba es replantada en 1813, ha creado fuertes reacciones en intelectuales como lo dice el mismo profesor Agudelo: “los escritores Marco Polo y Jorge Eliécer Peña sintieron profunda contrariedad al conocer la tesis del profesor Montealegre Sánchez”, cuando debieran participar en el debate con argumentos documentales, por cuanto las “verdades” no siempre son absolutas, en tanto, parte de la historia nacional, provincial y local está construida a base de falacias, como considero, sucede con la “historia rosa de la Ceiba”. Recurriendo a la oralidad, fuentes que el profesor Agudelo recoge para defender las versiones de la “historia oficial”, hay testimonios de ilustres intelectuales que aportan al tema en discusión. Uno es el de don José Manuel Silva Gutiérrez (QEPD), descendiente de don José Manuel de Silva, quien fuera elegido primer alcalde por el vecindario de El Gigante el 18 de diciembre de 1812 y ejerciera probablemente hasta finales de 1813, además de ser Comandante de armas de la Provincia de Neiva y de haber firmado el día 8 de febrero de 1814 el Acta de independencia de la provincia de Neiva29. De Silva como autoridad y vecino parroquial ha tenido probablemente que ver con la replantada de la Ceiba. El Doctor Iván Silva Borrero, hijo de don José Manuel Silva Gutiérrez, en el conversatorio académico de la “Giganteñidad” celebrado el 5 de octubre del año 2013, fue claro al manifestar que su señor padre, siempre consideró que la ceiba había sido replantada en 1813, por esta razón fue persuadido por don Abel Díaz Manrique (QEPD) y el fotógrafo chileno Luís Cortés Southerland (QEPD) para que cambiara su versión y se inventara una historia sobre la ceiba de 1851. Don José Manuel así lo hizo, advirtiendo, que una cosa era la “real fecha histórica” de su siembra en 1813 y otra la ficticia “fecha turística de José Hilario” de 1851. Esta fuente oral ratifica el comentario que me hiciera don José Manuel a mediados de la década del ochenta del siglo pasado en nuestra matria, El Gigante, cuando al interrogarlo sobre los orígenes de la ceiba, respondiera “que pasaba a creer que había sido sembrada en 1813, cuando Nariño pregonaba que se sembraran arboles en todos los pueblos y ciudades como símbolo de la libertad republicana”. Estos testimonios son los que han incomodado al profesor Rodolfo Agudelo, cuando en su artículo publicado por La Nación en la sección Super domingo de noviembre 3 de 2013, titulado “Don José Manuel Silva, adalid de la historia de Gigante”, en forma equivocada remata diciendo que es “un homenaje de desagravio por algunas afirmaciones en las que se puso en tela de juicio la palabra histórica del admirado educador, hechas el 5 de octubre en la celebración del Día de la Giganteñidad en la ciudad de Neiva”. Cómo pensar que su hijo, el reconocido jurisconsulto Dr. Iván Silva Borrero, fuera a mancillar la memoria y el insigne nombre de su señor padre, cuando sus palabras fueron producto de largas y entretenidas conversaciones sostenidas con su progenitor. Todo parece indicar que las opiniones válidas para el profesor Agudelo, son las que tienen que ver con la “historia oficial” de la ceiba, fruto de creaciones literarias. Fiel a la palabra empeñada, don José Manuel Silva Gutiérrez, retomando la versión de don Abel Díaz Marique, pasó a inventarse entonces, “la historia de don Feliz María Borrero”, el mayor esclavista de El Gigante a mediados del siglo XIX, señalándolo como la persona que “organizara en el Gigante una fiesta para conmemorar la libertad de los esclavos el 5 de octubre de1851, sembrando una ceiba de 60 centímetros en la mitad de la plaza”30. Borrero, seis meses antes de sancionarse la ley de la libertad de los esclavos (Ley del 21 de mayo de 1851), es decir, el 29 de noviembre de 1850 mantenía aun 3 esclavos adultos (Juan Ma., Eulalia, Evaristo) y 4 infantes (Jerónima, Simón, Bonifacio y Francisco)31, sin que ni siquiera diera cumplimiento a los decretos de manumisión. Ahora, es de advertir que de acuerdo al censo nacional de 29 CHARRY, Gabino, Frutos de mi tierra, p. 64. 30 Entre los participantes en la fiesta junto a Félix María Borrero se encontraba el parroco Manuel Fontal, Manuel T(eod)oro Silva, Antonio Borrero y autoridades civiles, entre otros. DÍAZ MANRIQUE, Abel, SILVA GUTIERREZ, José Manuel y otros, GIGANTE, Monografía y Geografía, Neiva, 1989, p. 33. 31 Archivo General de la Nación, República, Manumisión, t. 1, fs. 372 r-v, 375 r y 377 v.
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1851 había en la provincia de Neiva 237 esclavos, de las cuales 12 se encontraban registrados en el distrito parroquial de El Gigante32. La pregunta es: ¿Cómo hacer comprensible y explicable que los esclavistas de El Gigante conmemoraran la abolición de la esclavitud, mediante la siembra de la ceiba en 1851, cuando aun tenían 12 esclavos en este año?. Este interrogante crea serias sospechas e incertidumbres por las contradicciones presentadas, al no ser posible ni entendible que los explotadores de los esclavos, por más de tres siglos y, que por ley perdían dichas “propiedades”, fueran entonces, a celebrar su libertad, lo que amerita la invalidez historiográfica de la versión de don José Manuel Silva Gutiérrez. Hay que decir que en la provincia de Neiva había una fuerte oposición al proyecto de ley de abolición de la esclavitud, así lo daba a conocer Florentino de Bárcenas como Presidente de la Cámara de la Provincia de Neiva con el acompañamiento de José María Rojas Garrido, en fecha del 2 de octubre de 1850, suplicando al Congreso, se dictara una Ley de extinción de la esclavitud en toda la república: “Algunos se alarman con esta idea que reputan atentatoria al derecho de propiedad; pero esto consiste en que razonan en calidad de amos y no en calidad de esclavos. Es un contrasentido decir que hay libertad en un país en que hay esclavitud: pensar que somos iguales siendo siervos los unos y los otros amos (…)”33. El hecho de que, dos meses después de este pronunciamiento, a 29 de noviembre de 1850, Borrero aún mantuviese esclavos, es de advertir, que éste figurara entre los esclavistas que se oponían a la ley de extinción de la esclavitud, según el pedido de Bárcenas al Congreso de la República. Estos referentes de la “historia oficial” no tienen soporte documental alguno, siendo más bien, producto de la imaginación y fantasía, elementos que prostituyen la historia. Don Abel Díaz Manrique afirma que doña Antonia Montalvo al pedir la libertad de los esclavos, al general José Hilario López, al ser elegido presidente de la república, “un mes más tarde en la ciudad de Bogotá se sellaba la libertad de los mismos”34, como si las leyes se cocinaran y aprobaran de la noche a la mañana. Cómo pensar entonces, que una simple matrona de una lejana parroquia, incidiera en la libertad definitiva de los esclavos en la república, cuando en estas temporalidades la mujer, desde luego, blanca y noble, no tenía ningún protagonismo político y mucho menos injerencias en los temas de Estado de gran controversia nacional, ellas por el contrario, se beneficiaban de la esclavitud. En las mismas dotes de familias con prestigio social y económico, en las nupcias matrimoniales, desde periodos coloniales, era muy común dotar a la novia de uno o dos esclavos(as) para la servidumbre del naciente hogar. En el censo de esclavos en El Gigante a diciembre 24 de 1844 se registra a “Cándida Montalvo, esclava de primera clase de 28 años de edad”35. Ahora en una sociedad, en la que los grupos sociales de la plebe fueron tan rotulados y despreciados, cuyas relaciones eran de explotación y sometimiento como sucedía con los esclavos, estaba entonces, doña Antoñita a favor de la abolición de la esclavitud, cuando por tradición eran esclavistas y, en este caso, tenía que velar por el cuidado de sus diez hijos36. Crianza que muy probablemente no era fácil, sin el acompañamiento de la servidumbre. La versión de don Abel Díaz Manrique falsea hitos de la nación, por cuanto, la ley, fue sancionada después de dos largos años (21 de mayo de 1851) de estar ejerciendo la presidencia el general”, producto de contundentes debates, en tanto, que en el mensaje del general López al Congreso el 18 de marzo de 1851 en que cuestionaba la venta de esclavos para fuera de la Nueva Granada, por autorización de la legislatura de 1843, se refería “a la acogida favorable que han dado las Cámaras a mis indicaciones conducentes a la extinción de la esclavitud en la República, que he determinado proponernos la debida reparación de esta notoria injusticia (…)”37. Esta versión está viciada por las inconsistencias temporales, además de ignorar los intereses de los esclavistas, así como los procesos y proyectos legislativos que finalmente aprobaron la abolición de la esclavitud. Como se referencia, la aprobación de la ley no fue de autonomía y discrecionalidad exclusiva del presidente, ésta tuvo su trámite en candentes debates en el Congreso de la República desde 1850, al afectar intereses de sectores sociales esclavistas de la nación, entre ellos, los de las familias Arboleda y Mosquera en Popayán, debido al gran capital que representaba la propiedad de los esclavos. Estas dos familias tenían lo mejor de su capital en esclavos, cuyo poder económico era uno de los más grandes de la República. Comenzaron su venta, exportándolos al Perú y a Panamá. La más famosa de estas ventas, fue la realizada en 1847 por 32 33 34 35 36 37
Archivo General de la Nación, Censo General de población de la república de la Nueva Granada, 1851, fs. 84 y ss. RESTREPO CANAL, Carlos, La Libertad de los Esclavos en Colombia, Imprenta nacional, Bogotá, 1938, p. 88. DÍAZ MANRIQUE, Abel, SILVA GUTIERREZ, José Manuel y otros, GIGANTE, Monografía y Geografía, ps. 87 y 88. Archivo municipal de El Gigante, Historia, 1844, fs. 196 r-v. RESTREPO SÁENZ, José María, Gobernadores y próceres de Neiva, ps. 372, 376 y 506. RESTREPO CANAL, Carlos, La Libertad de los Esclavos en Colombia, p. 124.
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Julio Arboleda, consistente en 99 esclavos de su hacienda la Bolsa (53 hombres y 46 mujeres) quienes fueron exportados al Perú, junto con 113 hijos menores, lo que significa que eran libres en virtud de la ley de Cúcuta38. El general Mosquera, a principios de 1850, convencido de que la abolición final era inminente, “sacó numerosos esclavos de las fincas Coconuco y La Teta y los remitió a Buenaventura con destino a Panamá. En el Istmo entrarían a formar parte de los trabajadores que construyeron los primeros tramos del ferrocarril, (…) 39. No hay que olvidar que el general López, por sus convicciones políticas, no compartía las ideologías conservadoras y prácticas esclavistas, su pensamiento político quedó reflejado en la Constitución liberal de 1853, en la cual se dio la separación de la Iglesia y el Estado y, se ratificó la libertad de los esclavos; de ahí su distanciamiento con la clase política de Popayán, en tanto, que en las últimas décadas de su vida no regresó a ejercer la actividad política en su ciudad natal (Popayán), prefirió quedarse y morir en la provincia de Neiva. En efecto, las afirmaciones del profesor Agudelo no tienen fundamento, al lanzar juicios, sin ningún soporte documental, al señalar al general López como esclavista, cuando dice que, “tampoco puede haber duda de que el General José Hilario López, como uno de los mayores terratenientes (y no solo de Gigante), debió tener muchos esclavos, (…)”. Las fuentes documentales de mediados del siglo XIX del fondo “esclavos” del Archivo General de la Nación, como del archivo histórico del municipio de El Gigante, no lo registran como tal, antes por el contrario, fue un “gran benefactor” del distrito parroquial de El Gigante, en tanto que donó el puente de la variante por el costado norte del camino real de la nueva entrada a este distrito parroquial en el siglo XIX, que comunicara a Neiva con Timaná. En el informe de diciembre de 1842 del alcalde del distrito parroquial de El Gigante a la jefatura política del cantón de Garzón, informa que “el gral. Lopez deseoso de la salubridad, aseo, comodidad i ornato de la casa de la escuela a cubierto a su costa el piso del salón con ladrillo, y no contento con esta obra benéfica ha construido otra que es, un puente colgante de madera sobre la impetuosa quebrada de la Guandinosa. Estos hechos hacen digno de una manifestación de gratitud de parte de la jefatura (…)”40.
Puente colgante ingreso norte municipio de El Gigante, 1842 DIAZ MANRIQUE Abel y otros, GIGANTE, Monografía y Geografía, Neiva, 1989, p. 73. Ahora, con la compra que hizo el general de las tierras de Potrerillo en 184541, son periódicos sus aportes para el pago del maestro de la escuela, a quien llamaban preceptor. Al no presupuestarse en los fondos comunales del distrito parroquial, recursos para el sostenimiento del maestro, por la pobreza de ingresos al erario público, el Cabildo debía recurrir a las cuotas subsidiarias. El 7 de diciembre de 1845, el Cabildo Abierto del distrito de El Gigante: “habiendo sido necesario hacer nuevo reparto de contribución subsidiaria, (para) gozar (de) preceptor de la escuela en el año de 1846 (cuyo salario anual corresponde a) doscientos pesos, ha acordado el siguiente decreto: Art. 1º. Todos los individuos que se hallen en la siguiente lista pagarán contribución subsidiaria a lo que en ella se exprese: Sres. Jose Hilario Lopes dose pesos 12 (…)42. El 38 CASTELLANOS, Jorge, La Abolición de la Esclavitud en Popayán 1832-1852, Cali, 1980, p. 78. 39 HELGUERA, José León, “Coconuco: datos y documentos para la historia de una gran hacienda caucana, 1823, 1842, 1876”, en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Núm. 5, Bogotá, 1970, p. 193. 40 Archivo Municipal de El Gigante, Historia, 1842-1848, fs. 87 v y 88 r. 41 MONTEALEGRE SÁNCHEZ, Humberto, El Gigante Republicano en el contexto de la Provincia de Neiva, 1810-1857, ps. 143 - 151. 42 Archivo Municipal de El Gigante, Historia, 1842-1848, fs. 139 y ss.
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general López como terrateniente, benefactor y dirigente político de gran influencia en el distrito parroquial de El Gigante, hace del poblado una plaza liberal, en tanto, había participado en un cabildo abierto en 1842. La noticia de su elección como Presidente de la República la recibió cuando se encontraba en El Gigante en 184943. La crítica a los documentos historiográficos y lectura de la oralidad, me llevaron, lustros después, en el oficio de historiador profesional, a indagar sobre los verdaderos orígenes y motivaciones de la Ceiba, partiendo de la hipótesis de que la “siembra del arboles no fue tema de 1851, sino de 1813, temporalidad en que probablemente fuera sembrada la ceiba de El Gigante como símbolo de la independencia republicana”. Ahora, bajo el supuesto de haber sido sembrado el árbol hacia 1851, es decir, hace 162 años, los exclusivos soportes documentales orales, no son los más eficaces y confiables para abordar el tema materia de investigación. Se tiene indudablemente que recurrir a fuentes escritas. Por ello, valoradas y declaradas sin validez las versiones de la “historia oficial”, por la crítica de rigor ya referida, se hizo imprescindible revisar y analizar las fuentes documentales del archivo municipal de El Gigante y de la Biblioteca Nacional, entre otras, que dieran cuenta de la presencia de la ceiba durante el siglo XIX. La siembra de la ceiba obedeció, sin lugar a dudas, a un acontecimiento de trascendental importancia en la nación, en la cual debieron participar las autoridades civiles y eclesiásticas de la localidad, es decir, el alcalde con su cabildo y el cura párroco. De ahí que examinadas las actas, acuerdos y correspondencia de 1851, tanto de la alcaldía del distrito parroquial como del cabildo de El Gigante (tomos 1836-1867, 1840-1853 y 1850-1852) y documentos de la parroquia, no se encontró información alguna sobre la ceiba. La fuente más antigua se registra en 1856. El periódico oficial de El Alto Magdalena en el informe de la “VISITA” que hiciera el 20 de junio de 1856 a la cabecera de la localidad de El Gigante, José María Rojas Garrido, gobernador de la provincia de Neiva, describe la plaza “como espaciosa y limpia, teniendo en la mitad un ceibo”44 . Esta lectura es muy importante, en tanto, sugiere un “árbol adulto” con una edad mayor a uno o dos lustros, es decir, que debió ser replantado en las primeras décadas del siglo XIX, por cuanto, al haber sido sembrado en 1851, Rojas Garrido, se hubiera referido en términos de un “arbolito, ceibito o ceibita”. Especie que en sus dos primeros lustros, por su lento crecimiento, no alcanzaba, probablemente los cuatro a cinco metros de altura y un grosor o diámetro máximo en su tallo de 15 a 20 centímetros, según el arboricultor Eduardo Bermúdez. Ceiba de cinco a diez años, equidistante en una amplia cuadricula y, mirada en 1856 desde cualquier costado o distancia, muy seguramente quedaba perdida, para ser descrita como un ceibo. Ahora, siendo Rojas Garrido, amigo personal y de contiendas políticas (liberalismo radical) de José Hilario López, así como fiel defensor de las políticas y proyectos de su gobierno y, la persona de mayor información en la provincia sobre el tema de la Ley de la abolición de la esclavitud, por ser uno de los más fogosos en los debates en el Congreso como representante de la Provincia de Neiva, en tanto, había propuesto la abolición de la misma, en sesión del 7 de marzo de 1851, mediante proyecto legislativo, en el que se ponía fin a la esclavitud el 20 de julio del mismo año45, que fuera aprobada finalmente a partir del primero de enero de 1852, resulta explicable el hecho, de no haberse referido entonces, al ceibo como “símbolo de la libertad de los esclavos, en dicho informe”, cuando en el mismo, por informaciones de empleados y/o vecindario del distrito parroquial, precisara la procedencia del “nombre de El Gigante”. Aquí, según don José Manuel Silva, quienes fueron protagonistas de la presunta fiesta para conmemorar la libertad de los esclavos, mediante la siembra de la ceiba, entre otros, el cura párroco Manuel Fontal, Félix María Borrero, Manuel Teodoro Silva, Antonio Borrero y autoridades civiles46, probablemente Carlos María Silva, presidente del Cabildo, hermano de Manuel Teodoro, todos con desempeños en cargos importantes en la alcaldía y en la corporación legislativa, con razón no enteraron a Rojas Garrido del supuesto “acontecimiento”. 43 44 45 46
Ver MONTEALEGRE SÁNCHEZ, Humberto, El Gigante Republicano en el contexto de la provincia de Neiva 1810 – 1857, ps. 149 y ss. El periódico oficial de El Alto Magdalena (año III, Trim. 2, Num. 117, Neiva, junio 28 de 1856, p.4. CASTELLANOS, Jorge, La Abolición de la Esclavitud en Popayán 1832-1852, ps. 101-102. DÍAZ MANRIQUE, Abel, SILVA GUTIERREZ, José Manuel y otros, GIGANTE, Monografía y Geografía, p. 33. El párroco Manuel Fontal había sido elegido cabildante con la creación del cantón de El gigante en 1852. Carlos María Silva en 1851 era el presidente del Cabildo y en 1856 alcalde suplente de primer voto. Félix María Borrero se había desempeñado como tesorero de la alcaldía en 1850 y primer jefe político del cantón de El Gigante desde el 27 de marzo de 1852. Manuel Teodoro Silva había sido presidente del Cabildo en 1844 y jefe político del cantón de El Gigante desde el 1 de diciembre de 1852 y Antonio Borrero había ejercido como secretario del Cabildo en 1857. MONTEALEGRE SÁNCHEZ, Humberto, El Gigante Republicano en el contexto de la provincia de Neiva 1810 – 1857, ps. 154 y ss. Manuel Teodoro y Carlos María Silva eran hijos de José Manuel de Silva.
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Los silencios en historia también son testimonios. De ahí que Rojas Garrido, tan solo la describiera como un “Ceibo”. Esta es la prueba reina, que sugiere que la ceiba no fue replantada en 1851. La siembra de árboles hacia 1813 en las plazas de las parroquias, villas y ciudades, entre ellos los ceibos, lo ratifica el mismo Nariño, cuando años más tarde, en 1820, estando por cuarta vez en prisión, en las cárceles de Cádiz, España, añoraba aquellos espacios, cuyos árboles se esparcían en las plazas públicas, así lo daba a conocer en carta a Francisco Antonio Zea: “Cuánto diera porque a la sombra de un ceibo o un aliso garláramos quince dias seguidos sobre las cosas de la patria, economía, política y constitución (...)” 47. Aquí Nariño se refería a los ceibos que se habían sembrado desde 1813 como símbolo de la independencia republicana, de los mismos que señalara Rojas Garrido en el informe de la visita, que décadas después (1856) hiciera a El Gigante. Por ello, en la plaza pública del distrito parroquial de El Gigante, “PUEBLO DE PRÓCERES”, no pudo estar ausente el árbol durante el periodo comprendido entre 1813 y 1851, cuando su siembra empezó en la mayoría de las parroquias, villas y ciudades de la nueva república desde 1813, por orden de Nariño. Recordemos que El Gigante es reconocido históricamente en la provincia de Neiva, por la contribución de algunos de sus hijos en los procesos independentistas (Montalvo, Cuervo y Gerardino), quienes como amantes de la libertad republicana, indudablemente debieron incidir en la siembra de los árboles, especialmente en sus pueblos natales. Ceiba que no fuera arrasada por las huestes de la reconquista española, sencillamente, porque sus ejércitos nunca visitaron la parroquia de El Gigante, según fuentes documentales. Es de anotar que Carlos Tolrá al mando de las fuerzas realistas al triunfar en la batalla de La Plata, y hacer su posterior arribo a la plaza de Neiva el primero de julio de 181648, transitó por el camino real que lo condujo por Paicol, hacia el paso de Domingo Arias en el rio Magdalena, hacienda el Ancón, rumbo a la ciudad de Neiva. Ahora, al desaparecer las fuentes documentales de 1813 del archivo municipal de El Gigante, que pudieran dar información sobre los verdaderos orígenes y motivaciones de la siembra de la ceiba, se sugiere una tesis que tiene que ver con los procesos libertarios, las temporalidades y sus actores, en la cual los clérigos tuvieron gran protagonismo en la independencia de la Nueva República y, por consiguiente, en la provincia de Neiva y particularmente en la villa de Timaná, a la que pertenecía El Gigante. La historia de la siembra del árbol como símbolo de la libertad, como ya se dijo, nace en la Francia Revolucionaria. Nariño retoma el árbol como símbolo de la Libertad”. Uno de los primeros actos públicos de siembra del árbol, lo hace el 29 de abril de 1813 en la plaza mayor de Santafé. Allí participa el presbítero Andres Rosillo y Meruelo pronunciando un discurso sobre la diferencia entre la libertad y el libertinaje49. Este clérigo había asistido como representante de la provincia del Socorro a la Suprema Junta de Santafé el 22 de diciembre de 1810. Después de las fiestas de Santafé, la siembra del árbol se extendió por las poblaciones de la provincia de Tunja y el Estado de Cundinamarca. Al franciscano Sebastián Mora se le acusó de “haber plantado con sus manos el árbol de la libertad”. Al presbítero Ignacio Losada se echó en cara haber recorrido algunas poblaciones predicando sermones cívicos y plantando en sus plazas los reprobables árboles50. La provincia de Neiva también fue sembrado el árbol, especialmente por clérigos amantes de la independencia republicana. En La Plata, por iniciativa del padre Ordoñez y Cifuentes se “siembra en 1813 en el centro de la plaza la Ceiba de la libertad51. Dicho párroco se vinculó como capellán de las tropas de Nariño en la Campaña al Sur, siendo preso en Popayán y trasladado a España donde murió52. Pedro Joseph María era el líder político y de las causas independentistas más importante de las parroquias de la zona centro y por consiguiente de El Gigante. Ahora, por abducción, es de pensar que la persona más indicada e interesada en sembrar el Árbol, por su vocación libertaria y tener de antejardín la plaza 47 48 49 50 51 52
GOMEZ HOYOS, 1781-1821 Rafael, Pbro., La Revolución Granadina 1810, Ideario de una generación y de una época 1781-1821, p. 272. SILVA VARGAS, Rodrigo, “De la Comarca Apacible a la Provincia Rebelde”, p. 94 y ss. Gazeta Ministerial de Cundinamarca, núm. 112, Santafé, 1813, ps. 532 y ss. HERNANDEZ DE ALBA, Gonzalo, Los Árboles de la Libertad, Ecos de Francia en la Nueva Granada, ps. 142 y 143. TELLO ORDOÑEZ, Constantino, Cronología de la ciudad de San Sebastián de La Plata, ps. 47 y 74. SILVA VARGAS, Rodrigo, “De la Comarca Apacible a la Provincia Rebelde”, ps. 91 y 97.
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pública, lo era el mismo clérigo, que fuera llamado con justicia “Poderoso Auxiliar de los Patriotas” 53, connotación que sugiere una estrecha vinculación al movimiento republicano y apoyo decisivo del párroco de la Borda y Polanco a las fuerzas patriotas que luchaban por la independencia. Este líder espiritual y de las causas independentistas fue muy apreciado por el vecindario de El Gigante. Después de ejercer su sacerdocio en esta parroquia, entre 1790 – 1815 y 1818 54, se queda en dicho distrito parroquial, muriendo allí el 25 de abril de 184855. Estos acontecimientos sugieren cómo la Ceiba de El Gigante, es una representación natural, documental y monumental de la independencia republicana, así como en ella, se refleja y evoca la simbología de la revolución francesa. Ceiba que viene siendo la mejor embajadora de la localidad en el universo en su devenir existencial56. Ceiba que hoy por hoy, se ha convertido en un objeto cultural histórico como signo y símbolo, en tanto significa la igualdad e independencia de las naciones y simboliza la libertad del hombre y de los pueblos de la tiranía colonial. Árbol que amerita un homenaje en su “Bicentenario” y en especial, la reiniciación de su tratamiento, en lugar, de haber restablecido, la administración municipal a cargo del Dr. Iván Luna Ortíz, el himno marcial, cuyo coro dice “Linda ceiba que luce galante, gran baluarte de la libertad (…)”, en alusión a la “ceiba (…) sembrada para conmemorar la libertad de los esclavos por el presidente José Hilario López”, según la “historia oficial” del autor Luís Cortés Southerland57, lo que es una afrenta a su memoria histórica.
INTERVENCIONES ANTRÓPICAS Y ENFERMEDADES ORIGINADAS EN LA CEIBA La Ceiba ha resistido los embates de la mano del hombre, que por su ignorancia le han producido graves perjuicios. Hacia 1961, con la intención de abonar sus raíces salientes, las autoridades de la localidad autorizaron hacerle un relleno de tierra, subiendo su nivel en más de un metro. En 1978 en una alcaldada, el burgomaestre Guillermo Aroca, al autorizar caprichosamente la construcción de un ruedo de piedra en un radio de 9 metros en relación al tallo, le cercenaron parte de sus raíces, sin que se le hiciera curación a las mismas. Para terminar, con la llegada en 1988 de Henry Castro Gerardino, como primer alcalde por elección popular, en el afán de hacerle tratamiento al árbol que presentaba serias muestras de deterioro, trajo a Bernabé Alvarado, jefe de patología del INDERENA de Medellín, quien tomó las primeras muestras de laboratorio, detectando el hongo tipo Phomes SP y Ganodema SP, causantes de las raíces con pudrición. Ahora, todo parece indicar, según Luis Cortés Southerland (qepd), Bernabé terminó aplicándole “formol”, acción que le aceleraba una eventual muerte, por cuanto prácticamente la “embalsamaba”, para fortuna la ceiba sobrevivió. No obstante, Bernabé al pronosticarle prontamente su muerte, según el arboricultorEduardo Bermudez, recomendó al burgomaestre, buscarle su inmediato reemplazo, resembrando a su lado una ceibita hija, de su propia semilla. Acto seguido, el alcalde mandó sembrar uno y dos arbolitos, lo que produjo la ira del pueblo, siendo estos descogollados y arrancados de raíces.
Hongo tipo Phomes SP y Ganodema SP. Excavación de las raices Archivo Eduardo Bermúdez, Bogotá, 1989 53 TELLO ORDOÑEZ, Constantino, Cronología de la ciudad de San Sebastián de La Plata, p. 158. El párroco de la Borda y Polanco había sido bautizado en La Plata el 5 de diciembre de 1765. Al ordenarse se desempeño como Vicario Pedáneo de la parroquia de Garzón. Fue amigo del sabio Francisco José de Caldas quien lo llamó “Hombre de talento”, por ser uno de los grandes exponentes de la cultura en la provincia. SILVA VARGAS, Rodrigo, El Garzón que emergió de una laguna, Bogotá, 1992, ps. 160 y 161. 54 DÍAZ MANRIQUE, Abel, SILVA GUTIERREZ, José Manuel y otros, GIGANTE, Monografía y Geografía, p. 31. 55 Parroquia San Antonio de Padua, El Gigante, Partida de Defunción, octubre de 2013. 56 MONTEALEGRE SANCHEZ, Humberto, El Árbol de la Libertad, Neiva, 2002, p. 89. 57 DÍAZ MANRIQUE, Abel, SILVA GUTIERREZ, José Manuel y otros, GIGANTE, Monografía y Geografía, ps. 52 y 53.
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TRATAMIENTOS A LA CEIBA Las afectaciones y el decaimiento del árbol llevó a la creación del “Comité Pro-defensa de la Ceiba” liderado por el Dr. Rodrigo Ocampo Ospina, miembro del Comité Departamental y Nacional de Cafeteros. Fue entonces, cuando la Federación Nacional de Cafeteros desde finales de la década del ochenta la adoptó, haciendo un gran despliegue nacional, al considerarla “Símbolo universal de la libertad y patrimonio ecológico de la humanidad”. La Federación en cabeza del Dr. Andrés Lloreda Londoño, jefe de relaciones, estableció todo un programa de rehabilitación con los mejores especialistas del país, equipo coordinado por el ingeniero forestal y arboricultor Eduardo Bermúdez y la asesoría de Francisco Sánchez, agrónomo dentrólogo, subdirector técnico del jardín botánico José Celestino Mutis de Bogotá. Para iniciar el tratamiento se aisló el árbol mediante su encierro con una reja, así como se efectuó una excavación a una profundidad de un metro aproximadamente, cuidando de no dañar las raíces principales y secundarias. Según el arboricultor Eduardo Bermúdez en su informe (2012), encontró en 1989 el 40% de tejidos muertos en sus raíces, no obstante, tratándose de un ejemplar monumental como la Ceiba, el 60% de tejidos vivos, era una masa vegetal suficiente y fuerte, que mediante tratamiento permitía mantener vivo el árbol. Estos tratamientos debían estar dirigidos a controlar plagas y enfermedades, aumentarle las defensas con el suministro de nutrientes. El 18 de abril de 1989 se realizó la primera evaluación sobre el estado de la ceiba y se programó un tratamiento de cuidados intensivos que duró cerca de un año. El árbol fue sometido a fertilizantes en el suelo y se le aplicaron inyecciones de nutrientes y fungicidas .
El Espectador, Periódico, Bogotá, 1 de Septiembre de 1992, p. 13-A.
El Espectador, Periódico, Bogotá, 16 de Enero de 1992.
Los anclajes o soportes no aguantaron el peso de la rama más larga del costado occidental, situación que llevó a cercenar dicho brazo (pesaba aproximadamente 5 toneladas). Con estos procedimientos se mantuvo su estabilidad y se continuó el tratamiento de fitopatología complementado con endoterapia, es decir, con inyecciones . No obstante, el 13 de enero de 1992, en horas de la noche se fue al suelo uno de sus brazos del lado sur. La última visita de los especialistas en el tratamiento del árbol se realizó en julio de 2002, es decir, hace más de 11 años. Ahora, con las obras de cemento construidas en el 2005, en homenaje al centenario de la creación del Departamento, al convertir la calle en zona peatonal en el costado oriental, hacia la casa cural, según el arboricultor Eduardo Bermúdez, le quitó espacio vital al árbol, provocando probablemente lesiones mecánicas a las raíces y disminución de la disponibilidad de oxigeno. Ceiba desmembrada y abandonada, que después de 200 años de ser replantada, sigue luchando por su supervivencia, así como lucharon aquellos hombres por la independencia. Ceiba que a pesar de sus males, conserva su vitalidad, permaneciendo viva su simbología como expresión de vida, libertad, paz y convivencia del hombre con la naturaleza y la sociedad.
Este compendio historiográfico es publicado gracias al apoyo financiero de las siguientes corporaciones, asociaciones, empresas y fundaciones: Coonfie. Consejo de administración. Favio Rojas Ramírez, Presidente. ADIH. José Luís Castellanos Chavéz, Presidente. Almacen y Distribuidora Gigante. Mauricio Peña Serrano, Gerente. Fundación Social “Amor y Vida”. Belén Ramírez Vargas, Presidenta.
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a Ceiba de la Libertad de El Gigante guarda innumerables recuerdos históricos. De ahí que sea testigo mudo de todos los gloriosos y nostálgicos acontecimientos dados bajo su ramaje desde el siglo XIX. Su cuadrícula ha sido el centro de las celebraciones cívicas, religiosas y profanas. Su espacio viene siendo escenario de manifestaciones y contiendas políticas, así como su entorno fuera el lugar para el mercado público desde épocas republicanas. La Ceiba por su altivez y belleza, patrimonio natural, cultural e histórico de la humanidad ha sido captada por la lente de fotógrafos aficionados y profesionales, además de ser fuente de inspiración de políticos, pintores, escultores, escritores, periodistas, teatreros, poetas y compositores, así como objeto de estudio de los historiadores. A los Giganteños les enorgullece su “Ceiba Bicentenaria”, ser viviente, más importante que la estatua de la Libertad de New York y, fiel representación natural, documental y monumental de la Independencia Republicana, en ella así mismo, se refleja y evoca la simbología de la revolución francesa. Ceiba que es la mejor embajadora de la localidad en el universo en su devenir existencial. Ceiba que hoy por hoy, se ha convertido en un objeto cultural histórico como signo y símbolo, en tanto significa la igualdad e independencia de las naciones y simboliza la libertad del hombre y de los pueblos de la tiranía colonial.
Un pueblo que no conoce su historia no tiene futuro, por ello, quien no conoce su historia está condenado a repetir los errores del pasado. La historia nunca se repite, en tanto, no habrá una segunda toma guerrillera en El Gigante como la de 1999, con los mismos actores, destrucciones y víctimas.