MEMORIAS de encendedores
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El recuerdo es un poco de eternidad. Antonio Porchia
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¿Qué es un atlas? ¿Para qué sirve?, realmente más que una guía de objetos o mapas, este libro busca comunicar algo más que relatos o memorias, busca evocar momentos, recordar situaciones a través de un objeto clave: El encendedor. Encendedores. Al trascender de la simplicidad objeto para prender un cigarrillo, el encendedor es una puerta, por ejemplo: Al salir de una fiesta aburrida a fumar un cigarrillo, encontramos la excusa perfecta para hablar con mas personas, hacer nuevos amigos o sencillamente entablar una conversación con alguna persona de interés, entonces el encendedor pasa de ser un simple objeto a convertirse en algo más, un puente comunicador que es a su vez justamente lo que busca a hacer este libro tomando como punto de partida los encendedores y recuerdos de las diferentes personas.
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BOGOTÁ
ron a dar entre los dos, y hoy por hoy conservo ese encendedor, y también lo conservo a él, a mi lado, y siempre lo haré.
Había alguien que sabía que yo fumaba, y nunca me imagine que ese alguien se iba a volver en una persona indispensable en mi vida. Es más, para ser más específica, nunca llegue a pensar que esa persona iba a ser el amor de mi vida. Él sabía que yo fumaba, por lo que eventualmente me encontraba cajetillas de cigarrillos en mi casillero, luego me empecé a enterar que él las dejaba ahí. Un detalle pequeñísimo, que se volvió algo vital para que me empezara a enamorar. Un día no encontré cajetillas, sino que encontré un encendedor, era rojo. De una u otra forma las cosas se empeza-
hoy por hoy conservo ese encendedor, “ Yy también lo conservo a él, a mi lado, y
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Cuando era joven solía fumar con cierta frecuencia, cuando tenía ansiedad, frío, o simplemente porque quería. De joven también tenía mucha fama de ‘rompe-corazones’, mis amigos me molestaban, me pusieron de apodo “corazón de hielo”, ya que ningún muchacho me llegaba a interesar lo suficiente como para formalizar las cosas. Los veía a todos muy niños -por así decirlo-, infantiles e incluso algo inmaduros, y yo siempre fui una mujer muy centrada y decidida, sabía lo que quería, aún lo sé.
siempre lo haré.
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MADRID
En fin, para lograr recuperarme encontré un refugio en los cigarrillos. Me encantaba fumar, porque siempre que me sentía con ansias después de comer, me las podía quitar fumando. Al principio de mi viaje, mis únicos compañero fueron mis cigarrillos; después de un tiempo conocí algunas amigas, salía con bastante frecuencia -cada semana, para ser más exacta-. Una noche fuimos a un bar, me sentía completamente segura de mí misma, linda, coqueta. Y de repente, paré de sentirme así, por lo que sentí una inmensa necesidad de salir a fumar, así que lo hice, corrí al callejón de afuera, y para mi gran suerte, había dejado el
encendedor en la casa. Creo que el desespero de fumar se veía en mi cara, y de hecho, era tan evidente que un hombre que llevaba un tiempo afuera, me prestó su encendedor. Cigarrillo tras cigarrillo, nos quedamos hablando durante aproximadamente una hora, y al final, cuando ya nos íbamos a devolver, él me regaló su encendedor.
tras cigarrillo, nos quedamos “ Cigarrillo hablando durante aproximadamente una
hora, y al final, cuando ya nos íbamos a devolver, él me regaló su encendedor.
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Al graduarme del colegio me tomé seis meses de descanso, quería despejar mi mente de todo, alejarme de todos. Once había sido un año difícil para mí, tuve muchos problemas relacionados con mi imagen corporal, y una cosa llevó a la otra y terminé algo deprimida por un tiempo. Un tiempo antes de graduarme, fui capaz de tomar el primer paso para superar mis trastornos, y de a poquito pude lograrlo, claro está, que lo hice al tener una motivación. Mis papás me dijeron que si lograba superar mis inconvenientes, me regalaban un viaje de intercambio al lugar que quisiera. Yo decidí Barcelona, ya que su arquitectura siempre me ha fascinado. La verdad, no fue fácil lograrlo, creería que aún hay ciertos momentos en los que me siento débil, ya que no es sencillo superar algo así.
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BOGOTÁ
Abrimos la noche con un par de cervezas había un muy buen ambiente y a eso de las 12, mi ex me dijo que era hora de comernos su regalo, empezamos cada uno con media y media, pasaron 30 minutos, luego una hora y nada. Decidimos comernos cada uno una pepa mas, paso un tiempo, no lo
recuerdo que estaba en la terraza fumándome un cigarrillo(el sitio tiene dos ambientes), recuerdo que le dije a mi ex que nos fuéramos de ahí, que yo había encontrado otro dj en una nueva zona de la discoteca, la música era increíble y sentía que bailábamos sin parar. No recuerdo más. Desperté en mi casa con un terrible dolor de mandíbula consecuencia de la fiesta de la noche, lo único que estaba en mi mesa era un paquete maltrecho de cigarrillos y el encendedor, faltaba mi gabán y mi billetera llame a Laura (mi ex) y le dije que probablemente había botado eso en el último ambiente de Baum donde estuvimos, ella rio y me dijo que el lugar solo tenia dos ambientes. Al día de hoy no se que fue de mi billetera y mi abrigo.
noche se presenta Satoshi Tomiie, “ Esta tengo 4 pepas, tu y yo, qué dices?
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En cierta época de mi vida (no muy lejana) me encantaba la rumba electrónica, casi todos los fines de semana tenia que ir a algún club o discoteca a rematar. La vida no era muy complicada vivía solo en la capital y mis padres me mandaban dinero para suplir mis necesidades, me iba bien en mi carrera, estaba soltero, en fin disfrutaba y hacia lo que quería los fines de semana. Entre mis discotecas favoritas está un club que se llama Baum ubicado en el centro de la ciudad era famoso por que la fiesta se extendía hasta las 7 del otro día un sitio donde el genero que domina es el house. Un fin de semana como cualquier otro me llamo una ex novia: -Esta noche se presenta Satoshi Tomiie, tengo 4 pepas(éxtasis), tu y yo, qué dices? -De una. No lo dude ni un instante, nada podía salir mal. Entradas las 9 de la noche comencé a vestirme, me coloque una camisa azul un jean negro y mis botas, finalmente me puse mi gabán favorito aliste mis cigarrillos y agarre cualquier encendedor que tenia a la mano, nos encontramos la entrada del sitio, como era de esperarse estaba a reventar, no nos importo hicimos la fila y después de 20 minutos entramos.
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PRAGA
Nunca había estado con ninguna prostituta, pero sí me drogaba cada diez días -más o menos-, en Praga fue casi diario el drogarme. Viajé con mi mejor amigo, no sabía bien cómo decirle que quería comerme una puta, hasta que un día él lo dijo de la nada. Fingí sorprenderme -cuando en realidad me moría de ganas de hacerlo-. Salimos en la noche, y preguntamos en las calles, igual, no era difícil encontrar un puteadero. Antes de salir del hotel me había empepado. Y justo antes de entrar al prostíbulo, saqué mi Zippo, prendí un porro y fumé un poco de marihuana. Empecé a sentirme un poco mareado, pero no quise que esto me detuviera. Cuando por fin pude estar de cerca de la prostituta -cuyo nombre no recuerdo-, me emocioné demasiado, podía sentir como se me revolvía todo en mi estómago. Y fue ahí cuando lo sentí, se me devolvió todo lo que había comido ese día -e incluso, los días antes-. Vomité encima de ella, y extrañamente no pareció importarle. Me miró con desagrado y me echó, me fui tambaleando, avergonzado, drogado. No recuerdo muy bien cómo llegué al hotel, pero sé que lo hice.
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Siempre había querido viajar a Praga, prostitutas, drogas, alcohol, cigarrillos. De vez en cuando me gusta dejar perder el control de las cosas, que el mundo me coma vivo, y luego me escupa, y esto me paso en mi viaje a Praga, literalmente.
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CALI
Me acuerdo de mi abuela Judith, la mamá de mi papá. Ella solía fumar bastante. Murió hace casi un año, el 21 de diciembre. Cada vez que fumo me acuerdo de las tardes que pasábamos en la casa de ella los sábados, para mí esos momentos eran significativos. Tengo muy vivo el recuerdo del abuelo -cuando estaba vivo- tocándonos boleros en la guitarra, la familia de mi papá siempre ha mostrado un gran amor por la música. Estos “conciertos” eran en el antejardín, y mis tíos y la abuela fumaban mientras el abuelo tocaba guitarra con alguno de sus compadres. Me podía sentar por horas, mientras tomaba café, de hecho, los que éramos más pequeños solo tomábamos café. Eran tiempos más simples, supongo y siempre que miro mi encendedor pienso en eso.
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en eso.
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Gracias a todas las personas que colaboraron con este proyecto, contandome las historias de sus preciados objetos, permitiendome de una manera u otra plasmarlos y convertirlos en algo mรกs.
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