3 minute read
PALABRAS PARA EL QUE ESTUVO ENFRENTE
PALABRAS PARA EL QUE ESTUVO ENFRENTE
(Adrián fue el primer amigo que tuve cuando me mudé de ciudad para estudiar letras. Es castaño y de nariz aguileña. En ese tiempo era alcohólico. Compartimos casa y llegamos a pelear mucho; tanto que le rompí un diente. Ha pasado por varios brotes psicóticos y, desesperado, se refugió en la religión. Aun es un buen amigo.)
Advertisement
Porque es bueno que la simpatía le cambie el ceño fruncido a la vida, y era mejor lidiar con tu carne y con tu hueso que con los fantasmas que acosan las soledades, nos buscábamos por los bares de esta fría ciudad, me enviabas señales de humo con tu cigarro de fiesta.
Y si eras como yo: impulsivo, desgastado de placeres, ebrio de deslices y de ensayo y error, ¿Por qué no darle una oportunidad a la ilusión y jugar a que éramos amantessin disputa; dejar que tus cabellos despeinados cayeran a veces en el pozo extraño de mi vida? La embriaguez a solas no tiene mayor diversión si únicamente conduce a la locura.
Pero... ¿qué más quieres que te diga así, con este gusto a caramelo macizo, si ya habíamos acordado que lo que digo puede,indudablemente,ser utilizado en mi contra?
No, no es necesario que mienta, porque cuando nos quedábamos callados o nos insultábamos en juego, midiéndonos tontamente la soberbia, decíamos más de lo que creemos. Es imposible que neguemos con la actuación lo que nos dicta la entraña, la semejante canción que nos recorría las venas y nos identificó.
¿Cómo podía estar yo tan solo a la hora en la que hablaba con los enseres de baño frente al espejo?
Basta. Me reservo el derecho. No diré más. Porque la palabra es la más contundente evidencia; y el tribunal de la vida –donde la injusticia es ley–siempre habrá de condenarnos.
PABLO Y YO NOS CONOCIMOS
(Pablo hizo realidad mi fantasía de tener sexo con un soldado. Está casado ya y tiene una hija. Es aficionado a la cerveza. Él sabe de la existencia de este texto y le dio gusto que haya sido ya traducido al inglés. Lo abordé en un viaje que hizo a Guanajuato para un festival cultural. Solo he visto dos veces en mi vida. Es moreno y lampiño.)
Nos conocimos como se conoce al destino: inesperadamente. Dos chicos sin preocupación, buscando regodeo por las calles que apenas podían contener nuestra inquietud.
Te vi: cabello corto, músculos delgados, manos fuertes y una mirada que buscaba un otro en quien espejearse, un oído en el que sonar las palabras más urgentes: las de la noche, las del deseo. Yo no sé… Y sólo pude hablarte: —¿Estás solo? Miré tu rostro. Parecía resplandecer, como una señal que me invitara a descifrarla.
Y quise ser tu amigo, aunque fuera sólo por aquella noche; que bebiéramos de la misma botella; contarte confidencias; ensayar contigo mi modesta capacidad de imaginarla dicha. Te invité a mi casa –que siempre será latuya–; y en el camino, por momentos, quise montar tu espalda, como en aquel juego de infancia.
Ya en el calor apacible de mi alcoba,gastamos en desenfreno la noche llena de músicas. Toda ella vibraba de percusiones invisibles. Yo no supe actuar entonces sino con gestos de ángel cariñoso. Me fue imposible no buscar tu perfume natural, alargar la hiedra de mi tacto hacia la columna de tu cuerpo, apegarme a ti como rémoraa la embarcación.
No: no era mi plan. Pero la naturaleza me traicionó. Y al momento de la somnolencia, preferible fue tu pecho a la almohada más mullida, el ángulo de tu codo al rincón más cálido de la cama. Tus pezones morenos como azúcar quemada se erguían a la delectación de sentirme tan cerca, murmurando palabras de gozo. Como un gato te me iba restregando, y no tuve reparo entonces en lamerte.
Pronto mi boca se apresuró a buscar la tuya; y tu respuesta me dijo más que muchos libros. Me fue estrictamente necesario entonces que me penetraras, con tu carne, con tu aliento. Y así, no quise estar tranquilo sin tener de ti el semen espeso resbalandoen mi garganta: dulce blancura, luz líquida.
Y por la mañana aún permanecí abrazado a ti como un avaro que hubiese encontrado un saco de oro. Pero tuve que despedirte con un ademán de camaradería. Y te vi partir en busca del autobús de mediodía.
Me dices desde lejos que volveremos a vernos, que pasaremos más momentos agradables bebiendo cerveza espumosa. ¿Pero... será entonces todo igual o mejor