El tercer piso (2019), de Aleqs Garrigóz

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ALEQS GARRIGÓZ

EL TERCER PISO

© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS: ALEJANDRO GARRIGÓS ROJAS, MÉXICO, 2019

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ÍNDICE En un día de enero / p. 3 Biblioteca / p. 4 A veces la música te hiere / p. 5 Monotonía / p. 6 Los soñadores partirán con un corazón destrozado / p. 7 Hablar solo / p. 8 Contrapunto / p. 9 Temporada de fiestas / p. 10 Divina comedia / p. 11 La ternura esquizoide / p. 12 Joven interrumpido en su música / p. 13 Gente / p. 14 Alejandro / p. 15 A pesar de todo / p. 16 No quiero crecer ya más / p. 17

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EN UN DÍA DE ENERO No basta un café cargado sin azúcar. A veces, incluso, te repele tocar a las personas; y es necesaria la dulzura. Hay poco entusiasmo, sin embargo, por encontrar cualquier paja en esos ojos, una nueva migaja en sus manos. Teoría y práctica del desapego. Es la división del pan en cada esquina: la comunión sólo en la carencia. El ceño fruncido de tu rostro que anhela enderezarse.

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BIBLIOTECA Aquí dejar las primeras canas. En este orbe de sueño y reposo como vino que se escancia en pocos labios. Y amar la tranquila soledad de la palabra. Y ofrecer una línea sinuosa al muerto caro, escrita al margen, como al azar. No podremos alcanzar a leernos nunca en suficientes libros. Pero entre estas lápidas viviremos mejor acaso como un insecto que teje su capullo en la sombra para volar hacia la luz del significado.

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A VECES LA MÚSICA TE HIERE Y no quieres hacer nada, mas que darte en posesión. –Un secreto cordón umbilical se presiente en todo alrededor–. Como una red siempre recomenzada, algo teje con aguja finísima. Pez inocente, apenas te darías cuenta de tu lugar. El mundo es un silencio crepuscular comunicado sólo en lo incomprensible. Sin embargo, el hombre gime. Pues es el alimento de los dioses. A veces te das cuenta: fluyes a la deriva en una resaca ancestral que del carnaval tiene el sacrificio. Y no quieres hacer nada.

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MONOTONÍA Es tarde. El sol asoma tímido a bañar espaldas en conmiseración dudosa. No vamos a reflexionar. Una sedición inadvertida se ajustaría a su lugar entre las cosas. Porque estamos enojados, desdeñamos la belleza. Así los niños olvidan los asombros primarios y ya nadie mira la trampa. Pero, como sin querer, un estar tan así te delata con su irresponsabilidad; y la pregunta finalmente te reclama: bostezar o vivir.

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LOS SOÑADORES PARTIRÁN CON EL CORAZÓN DESTROZADO ¿Por qué si el mundo es ancho nos pudre el mismo rincón? El amigo no nos abraza. Nuestro Dios no nos sostiene. La rueda de la fortuna nos ha dejado abajo. Es un orden diminutivo cegando simpatías: un despiste perverso de alimentar formas sin contenido y castigar los respiros. Falsedad abominable sólo por la ignorancia de estrecharla como a la mayor dádiva de la historia. Calla, habla. Alude, desdeña. Esto no es un poema. Es un torpor de cristales de melancolía sobre un blanco que sigue esperando.

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HABLAR SOLO No lo niegues. A veces, muchas, la galaxia de movimientos y entes rebalsa tu posibilidad de diálogo. Y entonces opera un lenguaje involuntario como río de lodos espesos que atraviesa diques. Y aparecen blasfemias, arrinconadas contestaciones al poder que te conforma: palabras de amor a los fantasmas. Mas, mira bien: no eres tú quien habla. Es el pequeño demonio sentado a tu izquierda quien pone en ti palabras como alguien la cuchara en boca menesterosa; mientras el ángel se ocupa en dejar la belleza de tu rostro intacta.

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CONTRAPUNTO No es verdad. Que estudiamos para ser mejores; lo hacemos por entretenernos y servir en la entrega de la vida a la muerte plástica. No es verdad que nos gobiernan los hombres: lo hace la necesidad de cerrar las puertas temprano y hundir el cuchillo por el ansia de poseer la carroña. Pero es verdad que la vida es para ser feliz: ser feliz con una cama, tres comidas calentadas, un techo que tapa toda estrella, un puñado de escrituras y el amigo ocasional.

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DIVINA COMEDIA Algunos fuman sólo por ocupar sus músculos. Porque el espectáculo es más que sombras y marionetas: carne y sangre; tú y yo torciendo el pellejo en el mito atávico de la existencia. A ningún otro importa. Cada uno conoció el grano de alpiste que anima al diminuto pájaro en su jaula. Mas, ni lo pienses: hay teología. Cuando hablas contigo rezas. Al dormir visitas a un dios en su caverna. Quizá no has considerado que este desparpajo sea la bondad toda, predicada.

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LA TERNURA ESQUIZOIDE —A veces he querido amar la memoria de un rostro bajo el sol de los invictos. Pero apenas pongo mis manos en tus hombros y ya te suelto: no tengo fuerzas. Mas te amo como los árboles aman la luz. Como el diluvio ama la gota sola. Y tengo miedo de mí, de tus ojos que miran arrasándome. —Basta. Una estrella no es todo el universo. Cuando a deshoras apagas una lámpara has creído que necesitaría vivir. Nada está entre tú y ese amor que no puedas sobrevivir. Respira sin intoxicarte de ti. Ve más allá del voraz centro tuyo que te absorbe. —Ayúdame. Tengo miedo. Te necesito.

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JOVEN INTERRUMPIDO EN SU MÚSICA La música provee un infierno personal: fuego derribando mezquinas fronteras. El sueño de la sangre. Una música bronca es el mundo. Nunca algo ajeno. Hasta el niño querría correr por ella con la piel incendiada. Indulto a la oquedad, incluso un hielo conoce su afilada insidia: mi para carecer; si para llorar la condición; sol para aterrorizar. Mas si me llamas con el pensamiento, voltearé. Pero ahora estoy distraído. Nada podrá haber entonces: sólo un paisaje embebido sin dolor ni belleza: agua alejándose por la cañería. Y yo que no había terminado de nacer para ti.

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GENTE Toda gente está condenada. Por una ancha pista de patinaje se avecina el desastre. Le gente es sucia: porque el ángel, cortado de las alas, solo puede revolcarse en el fango. En todos lados, sin caber, es un ejército sumiso a la doctrina de la muerte. La gente ama sólo la materia, como a una momia. El cabello contaminante del panadero celestial fue dejado a propósito en la masa. La gente cocina sus tragedias caseras con humillación ajena. Y la olla estará un día más, más cerca del loco silbido con que explota la presión soterrada con todo lo conocido.

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TEMPORADA DE FIESTAS No tenemos otra religión que esta vacuidad rellenada como pavo al horno para celebrar un día de hipotecado cenáculo. La mano congelada tiene obligación de abrazar –pero una esfera contiene todos los valores, todo el amor afuera de la vida–. Y los suéteres están tejidos con hipocresía. Si te revienta un cohete al oído, habrás aprendido una lección valiosa por toda la vida: emborráchate para que la noche acabe ya y reaparezcas como el náufrago salvado en la orilla de una cama.

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ALEJANDRO No defiendo a los otros y a veces me escudo en ellos. Me delatan dos o tres gritos ahogados. Camino a prisa. Bebo amargura. Y es cada tarde un túnel de luces inciertas en que voy silbando mi delirio. Giro como calidoscopio de sombras cuando se vierte un grano más de sal sobre la herida de mi nacimiento. Aunque te amara, el mundo seguiría comunicando el mismo dolor, como si nada.

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A PESAR DE TODO Esta vida no puede decirse desgraciada. Recibimos dádivas sorbidas deliciosamente. Fuimos fuego para el cardiaco impulso del odio. Al amor nos apegamos, babeantes, como a una almohada. El suspiro nos hizo al fin respirar más acá del vapor nocivo. Y vimos la vida como un pasatiempo: crucigrama irresoluble. Esta vida no puede ser tan mala si es verdad que es insensible el universo. El dolor sería sólo ilusión de falsos profetas.

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NUNCA QUIERO CRECER YA MÁS No quiero crecer si eso es dejar detrás el reguero de espuma en que la vida dispersa el sentido. Si la niñez de nube, la rosa púber o la oscuridad adolescente no se sacrificarán ya a las divinidades por el recuerdo de lo que, acaso, aguardaba más allá. Si el cuerpo no saldrá descubierto a recibir los hurgamientos del día; y el espanto cabrá entero en el avaro cofre cerrado de la mano. Si maduramos tan sólo como el fruto perfecto para la boca trituradora. Nunca deberíamos crecer como un remordimiento. Si no levantaremos más los dedos a la luz para colorearlos de sangre.

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