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AMARILLO

Como la ternura de la flor que crece sobre el cardo, igual que el oro que alumbra el corazón de la montaña despiadada y el maíz entregándose en forma de amor a los pueblos, amarillo eres. Y en tu bondad ocupas, tú solo, el caluroso nombre de tu género.

Y cuando me siento en ti soy lo mismo que el desamparado que duerme en torno a la fogata: cercano y agradecido.

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