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ME GUSTAS MUCHO

Me gustas desde el vello más pequeño de tu rostro, al dedo meñique de tu pie izquierdo. Y, al ver tu belleza, comprendo que tu ángel de la guarda es muy poderoso. Ni el cielo más estrellado, visto a través de lágrimas, iguala a tu cuerpo grabado de lunares en los que dejaría cada día un beso como quien deja ofrendas en un altar.

Bebería de tus manos el agua. Comería de tu boca. Respiraría el aire que exhalas. Sería un animal sumiso descansando entre tus piernas. Eres mi dicha culpable.

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Mas no puedo ni robarte un beso. Como el verano del inverno estamos separados por un silencioso no que como espada corta mi ilusión en dos. Y solo puedo soñarte despierto mientras tu imagen se diluye con el humo del cigarro. Mas seguirás iluminando este corazón donde has vivido tanto tiempo, como en un palacio. Y allí seguirás creciendo, si tú quieres.

Mi ambición debe conformarse hoy con escribirte otro poema, inseguro y tardo como yo mismo.

Recíbelo con ojos piadosos. Y déjalo que viva.

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