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NOÉ
Eres tú. Sin decir más. Tu lugar exacto en el planeta azul –tu mano en mi hombro–, incandescente momento del alcohol arrasando la noche; bocanadas de humo junto al baile, la deshora modulando el hechizo: mi inquieta cabeza que busca su equilibrio en los vellos de tu vientre.
Pero no es lo mejor. Lo mejor es la manía siempre crédula de ser niños de vuelta, enviándonos quásares, convites a descifrar al aliado que llama desde los laberintos en que deben perderse dos. (El pecho es para nosotros un atrio en expansión donde el afecto descubre que le place tocarse y en su ritmo encuentra su verdad.)
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El mundo ya se ahogó; no fueron buenos los hombres: no se amaron. Mas sobre nosotros no caerán maldiciones si…
Mi prójimo cercano, de pan y agua dulce para bordear la única tierra habitable.
Vivamos en tu música.