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TRÉBOL DE CUATRO HOJAS
TRÉBOL DE CUATO HOJAS
Debo confesar que eres, ya, una esperanza que se bebe despacio por la sinrazón del caudal tibio y ancho en que fulgura un concierto de chispas y beldades. Lo siento como una fiesta tranquila de colores. Es leche que destila de tu rostro hace poco imberbe: una certeza de hacer el bien.
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Aspiración. Alegría. Un regalo encontrado que debe repartirse. (Estas palabras apenas sueltan el polen deseado en el despertar de simpatías reunidas para la manifestación de lo diáfano: el ser que comulga.)
Por suerte acerté tus ojos: nobleza; su mirada como un campo que alguna vez se revuelve. Y estaría dispuesto a regalarte mi corazón en la confianza sin cláusula de quien participa del pan de las almas danzando en el viento suave, el buen vino de los días multiplicado en la sangre.
Nada soy que no serías por ser humano. Te levanto en mi corazón para amarte más de cerca, profundamente agradecido por tan sólo haber figurado en el camino.