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EL NUEVO AMIGO

Vengas de donde vengas estas aquí, con toda la ofrenda de tu risa en movimiento. O no sé si yo fui hacia ti, atraído como el satélite al astro al que por vez primera se aproxima sin saber que ya en el principio había trazado su camino.

Tu cercanía es como un barco henchido de promesas, como escalera para tocar la esfera más alta del alba. Y debes perdonarme primero, por no ofrecerte nada: tengo un puño de papel arrugado a mitad del pecho, idénticas cicatrices en ambos brazos y un miedo terrible como una devastación. Pero eso no se puede compartir.

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Me retas en un duelo de presunciones y apenas puedo tímidamente responder. Nadie me enseñó las reglas del juego, puso en mi mano la bandera de la conquista, me enseñó los apretones de la celebración. Pero aprenderé, pues la capacidad de aprender es de un muchacho la mayor virtud.

En este juego –lo sé muy bien–, a veces me ganarás, y otras me perderé.

Hoy es un tiempo nuevo, tupido de expectativas, lustroso como diamante.

Me estremezco, como el monte presintiendo el verano.

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