Grimorio en Plenilunio Número 13, Marzo 2011

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Rita Guerrero De la Voz al Silencio Diabolus in Musica:

E A milie

utumn

Escritos de:

AĂąo Dos, NĂşmero 13 Marzo 2011

Alfonso Franco Aguilar Silent Natasha Mildred Lost Anna D. Lee


Editorial l volver a escribir esta editorial, tras poco más de uno año de ausencia de esta publicación me produce un placer, que no soy capaz de expresar en estas letras. Tras muchos impedimentos, desidias, asuntos de carácter personal y principalmente distracciones propias del auge de la Era Digital que hoy tenemos frente a nosotros; puedo decir no fue sencillo retomar este Grimorio en Plenilunio de nueva cuenta, al menos no sin primero, sopesar el hecho de era necesario aprender nuevos medios más propios de creación y edición y sobretodo darme tiempo entre el trabajo, mis gustos personales y la merecida atención a las personas que diariamente he tenido el gusto de contactar y conocer a través de medios como Twitter principalmente, en resumen: Tenia primero que darme un espacio para alinear esta baraja desparpajada que es mi vida cotidiana para poder traer hasta sus miradas de nueva cuenta un proyecto que para mí es uno de los más me enorgullece poder encabezar. Muchas personas cercanas siempre a “¿Almas Perdidas?” preguntaban qué había sucedido, que cuando volvería “El Grimorio” a dar un espacio a aquellos en las letras encuentran refugio para sus sueños, pesadillas y ensoñaciones; para sus alegrías, desesperanzas e ilusiones. Tengo que agradecerles, pues gracias a ese interés es que descubrí que aún existen públicos interesados en el formato del fanzine, un medio quizá más rustico y sobretodo informal para levantar la voz en este océano de información, pero que es de fácil alcance y más como este que hoy día toma las ventajas digitales para llegar a rincones y miradas de prácticamente cualquier parte de nuestro mundo. Hay mucha experiencia detrás de este nuevo número que hoy me place traer a ustedes, un poco más de madurez, aun con sus toques “underground” en su presentación y las obras aquí expuestas, pero ahora con la firme convicción de que ojos ajenos a la escena oscura, a México tengan la oportunidad de conocer a Grimorio en Plenilunio y ¿por qué no? De hasta disfrutarlo. Bienvenidos de nuevo sean todos, las páginas de este arcano libro de nuevo les esperan con ansia y jubilo.

De Profundis

Capitán Alñexander L

Gahan Orchild


Directorio Alexander L. Gahan Orchild Editor y Director General Capitana Lost (Voodoo Girl) Asesora General y Correctora de Estilo The Alexander L. Gahan Batcave Diseño

Agradecimientos Organización Espectral ¿Almas Perdidas? Editorial Sangre y Cenizas Sangre de las Musas Editorial Magon, Mictlan Radio Carpe Noctem, Noche Infinita Cristhian Chavero, Elizabeth Herrera Carlos Camaleón, Aydeé Bravo Alfonso Franco, Ana Ruíz Alaitz Uriagereka y a Adrián Fonseca.

Indice Horizonte

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Bruja

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Aguilar Alfonso Franco / Silent_Natasha Ana F. Ruíz García

Emilie Autumn a: c si u M in s lu 8 Diabo n Alexander L. Gaha

la voz al silencio e D : o r re er u G a 12 Rit z he Mitzi Galván Sánc

o Navegante etern

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le Festín Interminab

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Capitana Lost Anna D. Lee

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Horizonte

Alfonso Franco Aguilar Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oir, a fin de que lo cumplamos? Deuteronomio 30:13

Quién sabe cuántos días. Sólo los periodos de oscuridad y luz marcaban una cuenta estéril, que no importaba. —Y es que el sol no sirve de nada si Nada se mueve. Quién sabe cuántos días. Hubiera querido decir que su nombre es Ismael, pero a duras penas podía leer, y cuando nada se mueve los nombres tampoco importan. A mitad de la paz de dios a quién le interesan los nombres o los pecados. En la paz del mar, en la sonrisa de dios, todos mueren solos. En la pequeña embarcación eran cuatro, un mulato homosexual que hacía de cocinero y de consuelo a los instintos del océano; dos hermanos que pagaban el salario y él. Él ahí solo frente a la sonrisa de dios. —Y es que el mar es el monumento a la omnipotencia divina. Omnipotencia, ni siquiera sabía bien lo que era. Siempre lo escuchaba cuando los sacerdotes lo repetían. Siempre, al pisar tierra, lo primero que hacía era buscar la iglesia más cercana, pero el mar, el horizonte, el horizonte que dibuja el mar era para él más que todas esas palabras. “Que Dios lo puede todo”, le explicaron alguna vez. Pero si el reflejo del poder divino era el mar para ese hombre, no sabía si dios podía sonreír. Sólo las tormentas y la indiferencia de un día si viento eran las manifestaciones que él conocía, entonces nada más que la cólera y la ausencia de la mirada del creador. Quién sabe cuántos días. Cerraba los ojos y pensaba en la mano que mueve las olas. Después de tantos años en medio del agua salada había tenido tiempo para crear una visión propia, sin ningún punto de referencia que no fuera la propia vida de ver ola tras ola. Fue así como el hombre que no era Ismael le construyó el rostro a dios, con los lugares comunes de su ignorancia y la majestuosidad de su experiencia y su ocio.

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Los ojos el cielo, las fosas nasales los espontáneos chorros de agua de las ballenas, tan esporádicos, porque él creía que dios era tan viejo que respiraba allá de vez en cuando. La boca el horizonte. Las barbas, el poder: el mar. Pero de noche dios le daba miedo. Quién sabe cuántos días. Todos contaban historias de aventuras en medio de tormentas, de olas que golpean y golpean, de cielo atravesado por rayos y fuegos de san Telmo. Pero él no, para él lo más impresionante era la quietud: la sonrisa de dios mirándolo como si dios sufriera de una sinestesia infinita y pudiera mirar con el horizonte y odiar con la misericordia. Entonces dios comenzó a darle miedo también de día; la prueba del poder divino en el mar se le transformó en hacha que pende sobre la cabeza de un condenado a morir de hastío. —Y es que de noche, el horizonte es la sonrisa de dios que se burla de nosotros, con la mirada de quien nos observa mientras dormimos y se mofa de nuestros sueños. Quién sabe cuántos días. Días con miedo, noches con pánico de saber que dios está ahí afuera y que su sonrisa ronda entre el cielo y las olas. Luego de tanto no contar llegaron a tierra. Buscó una iglesia, pero sólo pudo encontrar la paz de saber que no volvería a hallar a dios hasta que su sonrisa se convirtiera en noche salada y su nombre en Ismael. Quién sabe cuántos días, pero dios seguía ahí afuera.

Fragmento del nuevo libro de Alfonso Franco, aún sin nombre, pero ya casi listo.

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Bruja

Ana F. Ruíz García / Silent_Natasha

Ella es una bruja, lo supe desde que entré a su “hogar” por vez primera, de alguna forma el resto del mundo hacía caso omiso de su verdadera identidad, yo lo descubrí sin obstáculo alguno. Su casa está llena de menesteres propios de su profesión y no comprendo cómo es que los otros no se percatan del aura sombría que envuelve nuestros cuerpos intentando asfixiarnos, de robarnos la vida con su invisible abrazo. Donde la gente común observa fotografías de una familia sonriente yo soy capaz de ver los demonios que acechan en esos ojos opacos y los colmillos retraídos en las sonrisas congeladas: Marido noble, hijos perfectos, tan solo muñecos por su sangre animados. Inmaculadas paredes vestidas con un tapiz de figuras caprichosas que pasan sin gloria para los necios, si mirasen con cuidado podrían encontrar secretos inhumanos en las intersecciones de sus líneas, almas prisioneras en la comisura de sus curvas… El ruido es intolerable, podría reclutar a muchos en la locura, no hay descanso para las gargantas incorpóreas cuyo aliento putrefacto no es percibido aunque sus narices están casi dentro de la cavidad de sus rostros; los pisos tiemblan con los huesos arrojados. Al tacto helado no hay escapatoria, por qué no se estremecen con sus toques, por qué no salen despedidos tras sus embates, por qué no “sienten” los arañazos en sus pieles y huyen mientras pueden… Nadie escucha los gemidos estremecedores que se encierran en la oquedad de la porcelana tan dedicadamente dispuesta sobre carpetas de impoluto crochet; miran las curiosas posturas de pequeñas bailarinas que sonríen mientras sostienen su arabesque eterno; les enternecen las pícaras sonrisas de ángeles decapitados, rostros de infantes sin absolver del pecado original, sin pensar que son los trofeos de rituales obscenos. Ella es una bruja que comparte las viandas de su mesa a ciegos, sordos y mudos que engrosarán su colección; manjares de cartílago, tuétano y costilla humana atiborrarán sus estómagos,. Sentada bajo la luz moribunda de la tarde ella planea la próxima noche de ausente luna, extraña el cielo en llamas de aquelarre, confía sus secretos a oídos ávidos y labios sellados. La inquisición la pasó por alto cientos de ayeres como lo hace hoy el resto, la ciencia se ha olvidado de enseñarle a los hombres el temor a los hechizos y la fe en los amuletos; solo en los rincones apartados de la tierra hay quien coloca tijeras bajo las almohadas de los niños y rezan a la vista de fuego en el aire; hoy mientras sonríe por un día más de victoria, lejos de la creencia que podría aniquilarla, acaricia mi lomo mientras duermo en su regazo, como cada noche y canta en susurros conjuros de mal de ojo.

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Ésta es la terrible verdad sobre esa mujer de tacones blancos y vestidos coloridos hechos a medida, la que acude a la iglesia a rezar el ángelus y pide perdón por los pecados que no le pesan. La de rostro amable, cuya edad se esconde en la ausencia de líneas de expresión pero evidenciada por el reflejo de sus platinadas raíces, es la peor de todas las brujas, porque a diferencia de muchas, ella ni siquiera lo parece. Ella solo es Ella, una bruja gozando del anonimato, anhelando el próximo aquelarre. ¿Cómo es que lo sé? Tan solo porque soy su protegido.

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Diabolus in Musica

Emilie Autumn

Un Violin, algunos muffins y té de Ajenjo para Acompañar Alexander L. Gahan Orchild Llamada por muchos una Hada Gotica, Femme Fatal, Gothic Lolita e incluso una Maria Antonieta post-apocalíptica, Emilie Autumn es hoy día una figura que poco a poco ha logrado cautivar al público Underground de todo el mundo. Pero más allá de un una figura femenina atractiva y llamativa, su destacada interpretación violín y la mezcla de este con elementos del industrial, indie rock, música neo clásica, visual kei, darkwave y toques de metal. Añadiendo una mezcla de ritmos electrónicos que distan de la crudeza pero muy bien definidos, teclados que evocan a un órgano propio de una eucaristía, que ella misma ha catalogado como “Victorian-Industrial” Emilie comienza sus lecciones de violín a los 4 años de edad en su natal Malibu, California. Seis años después ingresaría al “Colburn School of Performing Arts” donde inicia la experimentación e improvisación inspírada por el violinista Nigel Kennedy. Emilie no tardo en alejarse de la educación clásica optando por aprender en casa “todo bajo el sol, desde la música a la literatura feminista hasta Shakespeare”. A los 15, gana un lugar en la prestigiosa “Indiana University School of Music” en Bloomington, Indiana, pero desertaría luego de dos años por problemas con las autoridades escolares por su nada ortodoxa interpretación y vestimenta: largo y colorido cabello (violeta primero y luego los tonos magenta y rojo), sus corsets y las botas industriales que identificarían posteriomente su estética. Musicalmente siempre se vio atraída por músicos y escritores como Annie Lennox, Sting, Morrissey y Jimi Hendrix. Emilie misma confesó que fue violada de joven, lo cual fue inspiración para muchas canciones aunque nunca detalló mucho sobre ello. De regreso en Los Angeles, Emilie se interesó en expandirse desde lo clásico y medieval a lo renacentista y barroco. Continuó explorando géneros modernos como el Rock y el Jazz. Al año siguiente comenzó a cantar en sus canciones y no solo interpretar el violín, gracias a esto logró firmar con una disquera desconocida.

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Los productores comenzaron a querer alterar su material, despojándola del control artístico que prefería: “Las cosas se deterioran muy rápido cuando otro escritor es agregado, cuando otro puede agregar sus arreglos, y de repente, mis canciones no sonaban mas como si fueran mías, mi violín comenzó a desaparecer a causa de que los productores creían que el publico masivo se vería “amenazado” por cualquier referencia a lo “clásico”. Por supuesto, me revele, pero donde antes era tratada como princesa, ahora soy tratada como una rebelde a la que hay que mantener vigilada”.Emilie rompe relaciones con ellos para volver a desarrollarse a si misma de manera independiente, interpretando con amigos en un proyecto llamado “Ravensong”. En el 2000 establece su propia compañía discográfica llamada “Traitor Records” y con ello lanzá “On a day...”, disco donde interpreta algunas de sus composiciones clásicas con el violín. Llegando año 2001, volvió a Chicago para comenzar la grabación de su álbum “Enchant”, previamente lanzando el EP “Chambermaid”. Tambíen este año surge su primer libro de poemas “Across the sky & other poems”. Como tributo a las victimas del 11 de septiembre, lanzo un single a caridad titulado “By the sword”, donando todo a instituciones tales como “American Red Cross” y “AmeriCares”.En el 2003, lanzá “Enchant” y su estética denominada como “Fantasy Rock”, combinando géneros tales como la música clásica, el rock, el darkcabaret y diferentes influencias celtas. Emilie permitió que el disco pudiera descargarse de forma gratuita en su página web. Ya establecida como interprete, toma notoriedad en el año 2003 cuando fue descubierta por la líder de la banda Hole, Courtney Love, la cual le pidió ayuda para trabajar en su disco debut en Francia. Empezó a realizar giras con Love como parte de una banda de mujeres denominada “The Chelsea”. Gracias a Love, Emilie se conoció con el líder de Smashing Pumpkins, Billy Corgan. Cuando el tour de The Chelsea se vio afectado por los múltiples problemas legales de Love, Emilie regresó a Chicago y empezó a trabajar junto a Corgan. “DIA”, una canción del álbum solista de Corgan titulado “TheFutureEmbrace”, posee violines y coros interpretados por Emilie. El trabajo junto a el continuó hasta el 2005. Como parte de la moda denominada por ella misma “Punktorian”, diseñó varias ropas para el video “Walking Shade” de Corgan. Emilie regresa para trabajar en un nuevo álbum durante el 2005, entonces comenzó la grabación de su más importante trabajo: Opheliac. El disco es mucho más oscuro y agresivo que sus trabajos anteriores, incorporando géneros como el electrónico y el industrial, nuevos arreglos como fuertes voces, teclados eclesiásticos y su ya clásico violín eléctrico. Ella misma describe al disco como una obra autobiográfica.

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Para el 2005 surge el segundo libro “Your sugar sits untouched” que se acompaña con un CD de poesías en voz y música de Emilie, también agregó una banda de soporte en vivo para sus presentaciones, las llamo “The Bloody Crumpets”. Junto a ellas comenzó a interpretar el nuevo material de su próximo trabajo: el EP de edición limitada contendría 8 canciones de la versión final de Opheliac que fue lanzado en el 2006 bajo su propia compañia discográfica. Posteriormente, ese mismo año, anunció el lanzamiento de un nuevo Opheliac, sería un doble disco de edición limitada. En el invierno del 2006, después de su tour por Europa, Emilie grabó un nuevo disco completamente instrumental, este sería llamado “Laced/Unlaced”. El primer disco, Laced, es un re lanzamiento de su álbum “On a day...” (2000) con unas 5 composiciones adicionales interpretadas en vivo. El segundo disco, Unlaced, representaría perfectamente lo que define al estilo “Violindistrial”, todas piezas originales de violín eléctrico con muchos arreglos y agregados típicos del genero industrial. Desde el 22 de junio al 11 de agosto de 2007, Emilie se vería involucrada en un tour europeo para promocionar los álbumes Opheliac y Laced/ Unlaced. Interpretó en países como Alemania, Austria, Inglaterra y Holanda. En agosto del 2007 se edita nuevamente una versión de edición limitada del disco Enchant y una compilación de material previo desconocido titulado “A bit o’ this & that”. Y le sigue el EP titulado “4 o’clock” en el 2008. El 22 de agosto 2009 lanzá su quinto EP: “Girls just wanna have fun / Bohemian rhapsody”, este mismo contendría 6 canciones además de las dos ya mencionadas en el titulo, covers de Cindy Lauper y Queen respectivamente, y tras de este lanzamiento una re-edición de Lujo del Opheliac con tracks inéditos. Hasta donde se sabe, se encuentra finalizando un libro titulado “The alphabet book of XBoyfriends” el cual contendría ilustraciones realizadas por ella. También se rumoraba que se encontraba trabajando para el lanzamiento de “The Asylum for wayward victorian girls” el cual hasta el momento sigue sin ver la luz.

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Rita Guerrero: De la voz al silencio Mitzi Galván Sánchez

”¡Ah! Pues que tarde tan triste, ésta...” dijo en un tono melancólico y con un gesto de resignación, el chico con lentes que estaba frente a mí en la fila. Y sí, trágica, nublada y fría, como las que encuadran los velorios de películas. Así se enmarcó el de Rita Guerrero, que hará que la noche del 11 de marzo del 2011 quede grabada en la historia musical del país. Una fila que avanzaba a regañadientes, con cabezas agachadas o mirando al cielo, apenas uno que otro comentario surgía entre el silencio luctuoso de los asistentes, todos de negro, de “labios rojos y sangre pálida”, como cantaba la vocalista de Santa Sabina, una de las bandas más influyentes de rock en español desde los ochentas y hasta la actualidad. El Claustro de Sor Juana abrió sus puertas a los cientos, cientos de seguidores que fueron a darle el último adiós a esta artista, que con su enorme voz inundó no sólo los lugares en donde se presentaba, sino también las historias, los momentos, la vida de quien la escuchaba. Avanzamos de forma automatizada al contorno de los enormes muros que resguardan la Universidad hasta llegar a los torniquetes de seguridad, para después pasar al patio a seguir esperando, ahí se dejaron ver rostros distinguidos, como el del locutor Miguel Solís (conocido por su trabajo en la difusión del rock en español) que llegaba a saludar entre pésames, al músico, locutor y escritor, Fernando Rivera Calderón. Incierto destino La fila siguió avanzando, primero entre pasos desconcertados, guiados por quién sabe quiénes a quién sabe dónde, el final era seguro, todos sabíamos que llegaríamos al velorio, era la última vez que la veríamos. El silencio como coprotagonista de la tarde, se fue haciendo apabullante, ahí parados debajo de nubes cada vez más oscuras, vimos al poco sol cediéndole paso al dolor que de la noche es y con ella llegó. Sólo los enjambres de mosquitos despertaban del ensueño a más de uno; un gato de pelaje naranja caminaba al costado de la hilera una y otra vez como pasando lista a los asistentes, invadíamos su espacio, y él dejaba descubiertos la curiosidad y protagonismo que le avivábamos. Cualquier cosa que distrajera a los asistentes parecía darles la comodidad de no tener que verse entre ellos, había palabras tiradas por todo el piso. Las palabras vociferantes de Rita que hablaban de vida, de sangre, de amor, de olvido, estaban en cada lado pero nadie se atrevió a levantarlas.

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No, las 6 pm que anunciaban los relojes, no pertenecían a la cuidad de ciegos que estelarizó en vida Rita, daba la sensación de que el aire no se movía, estábamos ahí, en medio del caos, del metro, de la contaminación, pero su partida languideció el fin de semana llevándonos (como hacía con sus composiciones), al lado más siniestro, latente, y curiosamente luminoso de la muerte a quien tanto le cantaba, y que ahora la habitaba para nosotros, los espectadores incautos que asistimos a tan ambivalente evento. “Si el puerto es morir, libera mi voz...” En un tras patio esperaban dos pantallas con una secuencia fotográfica de su trabajo como maestra de coro en La Universidad del Claustro, Rita no sólo es reconocida por su carrera en el rock, sino también por su banda Ensamble Galileo y El Jardín de las Delicias, con los cuales llevó a toda la república mexicana música barroca y renacentista. La quietud sentó y amarró a todos a las hileras de sillas negras que amparaban a todo el que llegaba; la sombra de Lino Nava (vocalista de la banda de rock La Lupita) se paseaba con su dueño, cabizbajos ambos, igual que la de Luis Álvarez de la banda El Haragán; Iván Nieblas “El patas”, columnista de la revista R&R, y Huematzin Rodríguez de Canal 22 también esperaban por ella. Otros cercanos a Rita llegaron a la ceremonia, todos unidos en su mayoría por la escena del rock nacional, Salvador Moreno de La Casta, Rocko de La Maldita Vecindad, José Manuel Aguilera y Federico Fong de La Barranca, entre otros. El video atenuaba la ansiosa espera de poder llegar hasta su cuerpo impávido, nadie sabía qué vería ahí dentro, pero mientras, los coros liderados por ella resonaban entre los arcos de la construcción antigua que nos guardaba, lo coloreaban todo de una inmensa tristeza, de otra época que no era esta; de un fin que queríamos que no fuera el suyo; de lágrimas contenidas; de un pasado que no nos perteneció y que a través de su voz, lo hizo y lo hacía en ese momento, nuestro.

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Ahí estaba ella en las fotos, como si fuera a aparecerse en cualquier instante, con sus enormes ojos oscuros que irradiaban luz a través de su voz, con sus infinitos labios rojos que seducían y encantaban cada vez que dejaban escapar un pedazo de ella en cada canción; ahí estábamos nosotros, los dolientes y curiosos viendo su piel mortecina cubierta por telas aterciopeladas, trajes antiguos y corsetes que endulzaban su belleza. Estando aquí no estoy Sale un coordinador, dice que podemos pasar 20 personas, todos los de las primeras filas se levantan como oleajes para dejarse caer a montones en la estrecha puerta de madera. Desfilan sacos de terciopelo negro, encajes, ojos ahumados de tristeza y sombra negra, cabellos de colores estrafalarios, y entramos; haciendo fila de nuevo, llegamos a una sala en donde sólo había arreglos florales, alguien que ya estaba ahí observa y le dice a su acompañante “míralos, Rita les dejó un gran legado, todos son una pequeña parte de ella y ella vive en ellos”. Un reportero cual vil sanguijuela pasa rozando mi hombro, lleva en lo alto de su mano imprecisa e insensible, un micrófono mientras le pregunta a algún quizá familiar o amigo de Rita “Cuéntanos, ¿qué impresión tienes, qué te queda de ella, cómo vas a recordarla?”, el hombre abordado, sale corriendo, con un ademán que le dice que no contestará nada. Los arreglos florales, todos blancos, vocean presunciosos el lugar del que han salido. Se leen remitentes como OCESA o VIVE LATINO. Y al frente, una canasta con gomitas escarchadas de azúcar; atrás, gente más cercana a la cantante se abrazaba entre gestos de consolación, de risas mustias que no tienen cabida en el recinto, algunos que con alegría estrechan su saludo, misma que se diluye cuando recuerdan porqué están ahí. Esperamos, en la fila se escucha a una chica decir forma perturbada: “yo me voy, no me gustan estos rituales, yo no quiero verla, ya me voy”. Sentí lo mismo, una invasión de llanto que había reprimido a lo largo de todo el recorrido amenazaba con derramarse ahí mismo, ya no quería llegar al frente de la capilla, vislumbraba un altar dorado, con un inmenso cuadro de Sor Juana Inés de la Cruz, y en donde sabía que de seguro estaría Rita. Pero estaba inmóvil, sobre mis pasos estáticos que seguían sin voluntad la fila, vi a mucha gente sentada en bancas, ya entrando a la capilla, algunos con la mirada perdida o hacia el altar, una parvada de rostros ensimismados y opacos adornada el recinto: El esposo e hijo de la comandanta, como solían llamarla sus amigos y conocidos por su trabajo activista en la lucha contra el cáncer y en apoyo a las culturas indígenas, estaban ahí, junto con Alejandro Otaola, amigo suyo y guitarrista de Santa Sabina, Alfonso André y Sabo Romo del grupo Caifanes.

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Luz, oscuridad, la muerte. Luz, oscuridad, la vida. Caminamos, a unos veintitantos pasos habitaba el motivo, estaba ella como flotando, recostada sobre un talud, iba de salida también uno de los periodistas más importantes de rock en el país, Chava Rock con su cámara en el pecho y la tragedia en su rostro. Vi pero no quería ver; arriba, estatuillas doradas que parecían volar estáticas sobre el cuerpo, 24 cirios encendidos nos bañaban en el claroscuro de sus llamas, colocados entre flores blancas de alcatraces, geranios, azucenas, nardos, y pétalos de rosas blancas parecían haberse llovido entre pequeñas velas danzando en el piso. “Acércate más si quieres, para que puedas verla más tiempo”, me dijo la mujer que estaba tras un cordón que cercaba el altar. Ahí estaba Rita Guerrero, recostada, con su belleza inmutable a pesar de la enfermedad que la hirió irreversiblemente, el cáncer de mama; vestida con una túnica roja y motivos dorados, parecía tan joven debajo de la gasa blanca que cubría sus 46 años. Sus labios infinitamente rojos dejaban entre ver la pila blanca de su sonrisa y su piel era espectral, pálida como en vida, gélida. Tenía frente a mí a la mujer que le abrió paso con su mezcla de jazz, rock y gótico a más mujeres en el país; a la mujer vanguardista que mezcló su voz con la teatralidad ofreciendo una gama de posibilidades artísticas para diversos públicos; a la mujer que tocó la historia de las cientos de personas que nos reunimos para verla por última vez y a las miles que todo el país resintieron su pérdida, incluido de manera casi cómica, el presidente Calderón. Ahí parada, el recuerdo de Rita cantaba dentro de mí la estrofa final de la canción Alas negras: Arrójame en el mar, duérmeme en tu corazón para no ver el fin. Trágame para dormir en paz..., se me doblaron las rodillas, explotaron en mí todas las lágrimas y rostros desolados que había a mis espaldas, en forma de un sollozo incontenible que me hizo salir a pasos agigantados del lugar. Voltee por última vez, imaginé todos los posibles versos que con su voz resonaban en la memoria de cada asistente, sentado ahí, frente a su altar, tratando de digerir una pérdida que indirectamente le pertenecía a todos a través del legado artístico que nos ha dejado la prodigiosa Rita Guerrero.

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Navegante eterno Capitana Lost

Buscando en pergaminos secretos Pude encontrar el vino de la inmortalidad. Busqué lo que quise, gocé lo que pude Y nada limitaba mi sed de vida… Hasta que llegaste. Te busqué sin saber quien eras. Te encontré en un sueño Sin saber que serías tú a quien daría mi alma. Cientos de noches a tu lado eran mi tesoro. Pero mi caprichosa esencia me obligó a perderte. Abandonarte a pesar de amarte tanto.

Mis pecados son pagados con agonía Navegando en las aguas de Leteo Espero mi condena... Dejo que los dragones devoren mi corazón Aunque su único dueño Serás siempre tú... “No hubo un solo amanecer sin que no te pensara” Diario de Anne Bonny

Ni siquiera la realidad me demostró Que no debí jugar con el destino. Violaba todas las reglas que incluso Violé mis principios. ¿Cómo recuperarte si me habías olvidado? Fue entonces que comprendí todo; Mi mayor tesoro, mi más grande anhelo... Simplemente lo perdí por mi inseguridad. Por cobardía a ser feliz a tu lado Después de acostumbrarme a perder tantas veces Esta derrota era insuperable. ¿Para que anhelo ahora la eternidad? Nada puede darle a mi alma lo que en verdad deseo. Lo que sinceramente necesito. Tenerte a ti Tenerte siempre Por siempre. Ruego a mi Dios recuerdes cada instante. Así como cada instante te recuerdo a ti. Que nunca me olvides. Que siempre esté en tu pensamiento. Guárdame al menos en tu olvido.

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Festín Interminable

Anna D. Lee

Confiaba en que buscando un refugio alejada de la inmundicia de aquellos infectados por los sentimientos de amor y afecto podría escapar. Me adentré a ese bosque siniestro y lúgubre, cogí las ramas más robustas y espinosas para que nada ni nadie tocasen sus paredes, las finqué sobre duras piedras para que nunca fueran abatidas por el viento y la lluvia, las cubrí del lodo para evitar que los rayos del sol entraran en él. Finalizada mi grotesca obra arquitectónica, sonreí orgullosa de mi obra “Nadie, nada… nunca podrá entrar. Ni calor ni frío, nunca, nunca jamás estarán sofocando mi piel”… Así fue como me establecí en ese pequeño espacio, oscuro, húmedo espacio en medio de la nada al que por durante mucho tiempo llamaría mi hogar.

Desconocía de la llegada del amanecer y del ocaso dentro de ese sepulcro. Con el paso de los días, poco a poco mi piel era más pálida, mi sangre más fría, y mi mirada más opaca. Sobreviví alimentándome de la hiel, de la rabia, del odio, de las lágrimas y la sangre de las cicatrices con las que ese ruin ser me bendijo, les devoré gustosa, ansiosa, hambrienta y sobre todo desesperada de terminar con ese festín amargo. Y en esa desesperación maldita mía, fui uno a uno dando fin a cada manjar, hasta terminar con todo, y dejar el cuenco roto y astillado donde todo estaba servido totalmente vacío.

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Me sentía… Satisfecha, no alegre, pero si libre, si más liviana de engullir cada platillo. Pero mi festín fue demasiado voraz, demasiado pronto, en el cuenco donde todo estaba servido comenzó a verse una vez más su reflejo, son claros ojos, su negro y lacio cabello, su sonrisa, todo su ser que era mi desgracia, mi soledad y demencia. Hiel, rabia, odio…. Lágrimas, ¡TODO! Estaba de nuevo llenando mi alma corrompida por su piel y sus caricias… nuevamente, mi hambre por olvidarle estaba servida… tenía que volver a devorarlo todo, hasta vaciar el cuenco nuevamente, hasta poder finalmente, reventar de comerme todas mis heridas.


Grimorio en Plenilunio es una producci贸n conjunta de


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