Relatos de un adolescente

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Relatos de un adolescente Alexander MartĂ­nez RiaĂąo



Relatos de un adolescente Alexander MartĂ­nez RiaĂąo

2016





Índice

Introducción ...................................................................................... 11 Al parque ........................................................................................... 13 Servicio público ................................................................................. 17 Él & él ............................................................................................... 20 Taxi .................................................................................................... 24 Impresionante .................................................................................... 27 Seco ................................................................................................... 30 Un par de montañas en Galerías ........................................................ 34 Curiosidad en sociedad ...................................................................... 37 La aventura de descubrir ................................................................... 41 Camisetas mojadas ............................................................................ 45

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Introducción

Mi nombre es Esteban, por lo menos es el nombre con el que algunos me conocen, mi nombre real a muchos he dicho, pero estos son relatos de la realidad y debo cambiar los nombres de los personajes, así que por qué no cambiar el mío, y usar el artístico, si es que así se le puede denominar. Soy un joven adolescente que vive en la ciudad de Bogotá, pero realmente vivo entre el sector del salitre y de chapinero. Por ahora descubro lentamente lo que ofrece la ciudad, y la vida misma, de alguna forma mi juventud se vuelve mi impulso, fuerza irreverente y arma de seducción, esta última más los halagos que recibo dan seguridad y determinación en mi personalidad. La verdad no se si así se sienten todos mis semejantes pero me siento especial, casi único, la ecuación perfecta.

Cuerpo de hombre + Menor de edad (prohibido) ------------------------------------------------------------Pensamiento maduro

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Al parque

Al parque

Hicimos contacto por una página de esas para conocer gente, exacta-

mente donde median que tan sexy eres. Luego de un par de mensajes simples y necesarios, como nombre, profesión, edad, y datos que salen dentro de la misma conversación, intercambiamos números móviles, acordamos una cita para el siguiente viernes, al salir del colegio, en uno de los parque más grandes de la ciudad. Era muy probable que esa cita no se diera, lo poco que hablamos no aseguraba una conexión o gusto fuerte como para asistir; para asegurarme antes de salir del colegio lo llame a confirmar, una vez manda a buzón, la siguiente ya cuando uno dice no va a contestar, dice: - ¡Alo! - ¿Alo? Hola, hablas con Esteban, de la página de internet. - Hola, ¿cómo estas? - Bien, llamaba para confirmar la cita de hoy. - Pero claro, yo pensé que ya venia en camino. Yo ya lo estoy esperando. - Bueno entonces ya nos vemos, a las 2.15 te veo. - Vale, yo lo espero ahí en la cabeza del libertador. - Bueno. - Chao. - Lo espero.

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Aunque yo siempre había recibió el apoyo de mis amigos más cercanos del salón, esta vez les preocupaba que me fuera a ver con un extraño, literalmente, porque nadie conocía, ni habría como localizarme en casa de emergencia, lo único que se tenia claro era la información que me había dado, Camilo, del Huila, estudiante de química farmacéutica, hermano gemelo. A pesar de ello cogí un taxi como todos los días con un grupo que vivía cerca, lo bueno es que la ruta me dejaba justo en la entrada de la cita. Tan solo un par de minutos tarde llegue al punto de encuentro, con muchos nervios me acerque, sin ver a nadie, pues él estaba al respaldo, esperando recostado con los pies estirados, llevaba gafas de sol negras, un buzo azul celeste de algodón con capota de cordones beige, un jean, unos tenis no recuerdo bien como eran, mientras que yo vestía mi sudadera del colegio y un morral cruzado. Sin mucha expresión me saludo, me invito a sentarme, el lugar no era muy cómodo, había mucho sol, solo charlamos un par de cosas. No se si era notable mi incomodidad combinada con los nervios, pero decidió pararse de su cómoda y déspota pose para ir a caminar por el parque, preguntado un poco más sobre su vida trate de corroborar la información que me había dado. Siguiendo la ruta de las bicicletas, llegamos a un punto del parque donde habían altos arboles que daban la frescura de la sombra que tanto añoraba al inicio, unas pequeñas montañas que no permitían ver lo que ocurría al otro costado de la misma. Dejándome guiar por el anfitrión que ya tenia experiencia en esta clase de citas, y sin negar lo oportuno del lugar para cumplir mi deseo de un beso, nos sentamos, y para ser franco luego del segundo beso nos acostamos en el pasto. Digo que camilo ya tenia experiencia, porque me comento que en los dos años que llevaba en la ciudad, ya había venido a este lugar precisamente a que se lo chuparan, una confesión que vino con una insinuación y propuesta, a la que me acobarde por miedo a hacer visto por uno de los vigilantes, por su puesto este miedo no lo tenia él, directo al pantalón una de sus manos, con una combinación de caricias delicadas y fuertes se iba colando entre el pantalón y la pantaloneta, lo que provoco que se detuviera la serie de besos que me venia dando, ahora sin tanto preámbulo halo la pantaloneta con el bóxer para dejar descubierto mi pene duro que reboto contra mi pelvis, un par de segundos viéndolo y su cabeza se inclino a chuparlo, yo solo disfrutaba, definitivamente los nervios de estar con un desconocido en un espacio tan publico, me dejaban sin iniciativa, pero en una intensa excitación. Sus labios se turnaban entre besar mi abdomen y chuparlo, claro que sus manos no permitían que mi miembro se quedara sin estimulación, muy pocas veces el subía su mirada para verme o para ver su alrededor, parecía tan seguro que nadie nos fuera a ver, que decidió sacar su pene y también masturbarse, solo alcance a ver como entre sus dedos aparecía algo de un tamaño promedio, bañado en lubricante natural, que impulsivamente agarre

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Al parque

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para continuar halando, mientras recibía un beso que paso por mi cuello y salto de nuevo a mi entre pierna. El tiempo aunque era corto, no parecía importar, la adrenalina de estar en un sitio publico, en plena luz del día hacían sentir los minutos segundos. El placer que sentía me había hecho olvidar la tarea que voluntariamente había empezado, con los ojos cerrados, al sentir un aliento corto salir de mi boca, abrí los ojos que chocaban con la luz de un cielo blanco, blanco como había quedado mi abdomen entre un rio de semen, que recorría los dedos de Camilo y nacía desde la cabeza de mi viril miembro. El éxtasis de él seguía en furor, se dio media vuelta para ver al cielo, se limpio la mano en el pasto y termino con él. Recuperando el aliento prestaba atención a que nadie nos estuviera viendo o que se acercara alguien, pero el morbo de la juventud desviaba mi atención a la espera del clímax, y aunque rápidamente mi mente producía imágenes de un chorro gigante impulsado e inspirado por la imagen de mi cuerpo, solo vi como se derramo un par de gotas Camilo que restregó en el pasto y otro par que muy seguramente al secarse quedarían como marca en el bóxer de él. Yo ya me había vestido, el con prisa y tomando conciencia de donde estábamos se abrocho su pantalón, se levanto, -Camine. Que forma tan seca de terminar un momento, pero siguiendo sus palabras caminamos a hacia la salida del parque. Ya con más confianza pregunte si estas acciones eran habituales en el parque, a lo que respondió que mucha gente de la que habíamos visto mientras caminábamos estaban en busca de un encuentro sexual, que por eso le gustaba el parque, y que su fachada era la lectura. Con un apretón de mano y sin volver a ver atrás nunca más volví a ver a Camilo, claro que al pasar por este parque no pierdo oportunidad de curiosear y buscar entre los arboles personas que estén en busca de un encuentro sexual.

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Servicio público

Servicio público

El transito en la ciudad de Bogotá se caracteriza por tener una alta congestión, una de las soluciones que el gobierno ha desarrollado es el Transmilenio. Tenia una cita con mi mejor amigo en una de las estaciones de la Av. Caracas, pero salí tarde de mi casa, sabia que la forma más rápida de llegar era tomando un Transmilenio, no dude en ir hacia la estación más cercana, pero al ser una hora pico, la congestión ya no era de carros, era de personas. Con prisa luche por entrar en el primer bus que me servía, no tenia como moverme, quizás mi espacio personal estaba reducido a cuatro centímetros a la redonda. En la siguiente parada del bus, varias personas salieron, pero entraron aun más, ahora si ya no quedaba nada de mi espacio personal; me tope de frente con un hombre más alto que yo, por su puesto con unos años más que yo, pero con el mismo atrevimiento. La fuerza con la que arranco el bus hizo que perdiera mi estabilidad, aunque trate de sostenerme, el peso de mi cuerpo solo se detuvo contra aquel joven, con una ligera mirada y un susurro me disculpe, solo basto un par de segundos con esa mirada para que él se atreviera a seguir chocando su cuerpo con el mío bajo la excusa del fuerte movimiento del bus, lo particular del asunto es que solo chocaba su pelvis contra la mía y por ende con mi mano, así fue

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como descubrí que su pene lentamente se engrosaba para poner tenso el jean que llevaba puesto. Para dejar de pensar que estaba alucinando buscaba su mirada, solo tardaba un par de segundo para encontrarla y era el doble de tiempo el que se mantenía fija su mirada y la mía, poco a poco cuando mi mano se fue deslizando por el tubo para tocar su mano blanca, de dedos largos y poco velludas, con mi dedo meñique rosaba su mano mientras veía sus carnosos labios. Un fuerte movimiento interrumpió mi estado desinhibido, apropiado para darme cuenta si las personas estaban siendo testigos del impulso juvenil, morboso y exhibicionista que estaba viviendo, afortunadamente cada uno estaba en su propio pensamiento o conversación, así como él seguía manteniendo nuestra conversación corporal, ya más atrevido sujetando mi entrepierna de manera fuerte, queriendo arrancarme el pantalón o por lo menos el botón, es muy probable que ese fuerte apretón que sentí me impulsara a besarlo, un beso que fue correspondido con la misma intensidad y pasión, por su puesto no fueron muchos los segundos que duro, pero al despegar nuestros labios mi manos se sentían húmedas, una por el sudor, y la otra por aquel fluido restante que su pantalón no absorbió. Un par de caricias más, otro beso ya no tan intenso como el primero, pero con la misma adrenalina, y de fondo la grabación del Transmilenio que anunciaba su próxima parada, así fue como los últimos diez segundos de esta aventura terminaron, al abrir la puerta en la estación Escuela Militar, él sonrío, dio la vuelta y siguió su camino, mientras yo solo trataba de entender lo atrevido que me sentía y de cuentas paradas más faltaban para ir a contarle lo que me había ocurrido a mi amigo.

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Servicio pĂşblico

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Él & él

En un día de esos en los que no hay nada que hacer, pero hay ganas de hacer, fui a caminar, reconociendo los nuevos establecimientos que habían abierto en la zona gay de la ciudad, la verdad es que me gusta estar enterado de como se mueve el comercio para este tipo de Target caracterizado por su gran potencial. Entre una de estas calles vi una puerta que me llamo la atención, tenía un par de jóvenes estudiantes en uniformes, una caricatura estilo manga, el nombre del establecimiento no era protagonista en esta puerta, en letra amarilla y en una esquina “Él & Él”. Con fuerte impulso y determinación cruce la calle y abrí esta puerta, que literalmente se debía girar la perilla, lo primero que veo es un hombre sentado de tras de un mostrador que me sonríe con picardía y gusto, veo que en su pantalla están abiertas varias conversaciones de Facebook, al lado tiene una Coca Cola que muy seguramente saco de la nevera que se encontraba allí, su camiseta amarilla era lo único claro de este sombrío lugar, ya que a pesar del color blanco en las paredes, la poca luz y el tiempo reflejaban un color gris. Con un saludo, el precio de la hora y el ofrecimiento de preservativos, interrumpe mi rápida lectura del lugar, lo que me da a entender de qué se trata, unas cabinas que como bien lo decía la letra menuda de la puerta era un glory hole. Por ahora solo recibo el número de la cabina que me corresponde y sigo con mi reconocimiento, un pasillo aun más oscu-

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Él & él

ro que la entrada donde las paredes eran puertas metálicas medianamente cerradas atentas a observar quien era la persona que ingresaba, la que rondaba ese pasillo, o la golpeaba en la puerta vecina donde habría función. Particularmente me han asignado la cabina siete, un número culturalmente lleno presagios y fortuna, en la cabina 8 no hay nadie, en la 5, 6 y 9 alcanzó a ver a través de la abertura sus piernas que ven de frente a la pantalla. Lo primero que hago es revisar el historial, tengo claro que no quiero dejar mis datos personales en un lugar como estos, donde el anonimato es un factor fundamental en su atmósfera y su éxito; pero veo como ya algunos dejaron el rastro de su perfil y las rutas de navegación de fotos de sus contactos, casos muy puntuales realmente, porque la mayoría eran páginas de chats, de vídeos y cámaras pornográficas, un tipo de contenido del que aun no disfruto, aun así doy clic en uno de ellos esperando sorprenderme con algo innovador, y efectivamente es más de lo mismo, un par de bellos hombres penetrando, teniendo sexo oral, entonces prefiero buscar algo en vivo y entro a una de esas páginas de sex cam, a la única que conozco, mientras carga veo que ocurre en los otros angostos cubículos, el 9 ha cerrado su puerta, el 6 ya prendió motores y esta acariciando su entre pierna, lo que veo es atractivo, un jean, una camiseta, una joven que no será mayor a los 26, y sin darme cuenta la mano de un sujeto con esclava bañada en oro, atraviesa la ventana que conecta a 5 y 6, es una mano que va directo a relevar el trabajo de las manos de la cabina 6, solo bastaron unos segundos para que la mano de la 6 se cruzara hacia la 5 tomando la palanca de trabajo, yo alcanzó a ver esta acción antes que el sujeto del cubículo 6 decida cerrar mi vista. La página ha cargado y la cámara que he seleccionado empieza a darme una función privada, donde un español de barba y pecho marcado es protagonista de mi fantasía y seguro de cientos más en todo el mundo. La curiosidad me mata, escuchar pasos, algunas puerta que se abren, el grifo de algún lavamanos, decido girarme y abrir levemente mi puerta, solo veo unas zapatillas blancas, un par de hombres esperando turno para entrar al baño, ese panorama no se ve atrayente, vuelvo a mi pequeña fantasía, pero esta vez veo que la ventana del 6 se ha vuelto abrir para observarme, una cara conocida, no recordaba de donde; un sonido repetitivo que provenía del computador se lleva mi atención, era el chat interno del lugar, el hombre del cubículo 4 me había escrito, el del 6 es el ultimo que me hablo, me saluda y dice que estoy bello, yo pienso cuantos no me dicen lo mismo y a cuantos no les dirá eso. Es claro que ya no es el mismo hombre que estaba antes, sigue viendo por esa ventana, lo ignoro porque veo que en el cubículo 8 llega un joven, un jean, una maleta universitaria, unas manos largas y una verga linda, si linda, morena larga con un grosor apropiado, es inevitable mirarlo, y siguiendo el instituto guiado por lo que había visto previamente, me atrevo cruzar mi mano por aquella ventanilla, el me permite tocar su entrepierna, me hace señas para que yo baje mi pantalón, por supuesto no me iba a negar, tomándome por sorpresa sus manos halaron de mi viril miembro con la intención de llevarlo hasta ese agujero,

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claro que me tuve que parar del asiento, pararme frente a esa división metálica, empezar a disfrutar y a descubrir esto que llamaban the glory hole. Sus labios sabían muy bien lo que hacían, la excitación se incrementaba, hasta ser interrumpida por una mano que tocaba mis nalgas, el hombre del rostro familiar había entrado a mi cubículo, había olvidado en ponerle el pasador, rechazando sus caricias hizo que el sujeto del 8 parara su labor oral, mientras yo me negaba a este sujeto me di cuenta que era el mismo que me había atendido en la entrada, volvió a ofrecerme preservativos observando hacia la ventanilla donde unas nalgas morenas y redondas sobre salían, ese chico realmente me sorprendía con su determinación, acariciando sus nalgas acentúe con la cabeza para que me trajeran un par de preservativos, que en el momento que llegaron ya no hacían falta porque aquel muchacho del cubículo 8 puso uno en mi miembro y con solo saliva lubrico mi pene que fácilmente introdujo, empezando a moverse y leves gemidos, este frío lugar empezaba a calentarse, en las paredes metálicas quedaban las huellas del sudor de mis manos que se sostenían ella, él decide parar quita el condón y me dice que si puede pasar a mi cubículo, al parecer el encanto de un glory hole no se compara con el hecho de tocar y frotar todo el cuerpo sin tener nada de por medio. Desde el cubículo 6 el hombre que atiende el lugar está observando como el hombre del cubículo 8 me visita para darme placer con su boca durante su auto-estimulación manual que dejó un par de líneas blancas en ese piso de vinilo gris, siguiendo la fantasía de aquel chico dejo que me embriague en placer, con una sensación de satisfacción y de poder me vengo en su cara, el gran chorro cae en su boca y son solo unas gotas las que dejan la evidencia en su mentón, desde arriba veo su cara de satisfacción, sonrío para hacer más ameno el momento donde el éxtasis del momento se acaba, él escupe en la basura, todo al rededor empieza a recobrar su sombría atmósfera, él se retira, yo recojo mis cosas y voy directo al baño a lavarme, al salir y pagar este sujeto de camiseta amarilla vuelve a sonreír con picardía, como si quisiera decirme que él sabe todo, que le encanto, recibo las vueltas y una tarjeta del lugar, cuando ya estoy en la calle de vuelta mi casa reviso el reverso de esa tarjeta, efectivamente hay un número y un nombre, que jamás he marcado.

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Él & él

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Taxi

Salía tarde de la casa de uno de mis amantes, por seguridad me ha pedido un taxi, me despido con un beso antes de abrir la puerta, doy un par de pasos y vuelvo a mirar, mi subconsciente me engaña, pues ya no se veía la luz del apartamento, indicador de otro capítulo cerrado, afronto mi nuevo camino con la cabeza en alto y un caminar fuerte. A la entrada del edificio me espera un taxi, verifico que sea la placa, luego miro al conductor; debo confesar que he tenido una ligera fantasía donde el conductor se interese en mi y no me cobre la carrera, vamos a probar suerte esta noche. - Buenas noches. - Buenas noches, me regala el código. Le respondo y le indicó el destino, reviso su fotografía en la planilla, miro por la ventana, miro su rostro por el espejo y me doy cuenta que se ve mejor en persona que en fotos, y mientras estoy haciendo un scaner de su rostro, su mirada se cruza con la mía, rápidamente la quito, no sé si se halla dado cuenta de como lo miraba, o si sintió incomodo. - ¿Esta música esta bien, o quiere escuchar otra cosa? - No, para mi esta bien, más para la hora, algo no muy fuerte... De hecho esa canción me gusta, le iba a decir si le puede subir un poco. - Claro

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Taxi

Esa pregunta me devolvió la confianza, y creo que él se dio cuenta, porque inicio la conversación con una crítica vana de la ciudad y los problemas de movilidad, además un consejo sobre la hora y estar fuera de casa, a esto último conteste con cierta picardía, dando a entender que había acabado de tener sexo, pero para ser más claro y sugestivo, toque mi entrepierna, como si estuviera excitado. - Jum! Pero lo dejaron como con ganas. ¿No le dieron las talla? Mientras preguntaba esto me veía por el espejo y trataba de buscaren el reflejo mi entrepierna. Yo solo puede sonreír y reír en voz baja, mientras giraba mi cabeza en búsqueda de la ventana, aun no me daba cuenta si estaba respondiendo a mi coqueteo, de forma tímida volví a ver su espejo, esta vez me detuve en sus labios carnosos - A usted lo deben de halagar por sus besos, dicen que a las mujeres les gusta besar más los labios gruesos. Me miro por el espejo y se rió, claramente el comentario no era muy creíble. - Pues yo no se si a las mujeres, pero a los hombres les gusta para mamar. Qué respuesta tan directa, fue contundente, me hizo pensar que esta noche yo me iba a dar el lujo de no pagar la carrera, por lo menos con dinero. El trafico a esa hora ya estaba muy suave, y cuando menciono su gusto por mi, giro a la derecha llegando a mi casa, sonreí y pregunte cuanto le debía, por supuesto en un tono seductor, él me miro por el espejo, vio el taxímetro y no dudo en dar una tarifa, mirándome de arriba abajo y acentuando en mi entre pierna, yo saque el dinero y antes de entregarlo le pregunte: - ¿Y entonces? - ¿Y entonces qué? ¿Me va dar alguito? - Alguito ¿como qué? - Pues como una pajita Mire por la ventana hacia mi casa, vi la luz apagada, luego vi como una luz de una casa vecina seguía prendida, le preferí decir que corriera el carro para otro lugar más tranquilo, empecé a tocarme, decía que estaba muy bueno, que me pasara para el frente, yo me negué preferí seguir atrás, el tipo estiró su brazo para tocarme, halo un par de veces - Vengase, ¿si? Yo quiero ver esa leche. Solo pasaron unos minutos para que la sensación de sentirme observado, deseado y prohibido, explotaran en un chorro de semen, él no se abstuvo a demostrar su gusto al verme, con un pañuelo agradeció por el espectáculo, y recordó cuanto había sido la tarifa, yo quede con un sin sabor, entregue el dinero y él me dio su número ofreciendo sus servicios para cuando lo necesitara, yo aun lo conservo, aunque he necesitado los servicios de un taxista,

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no lo he llamado, y muy seguramente no lo llamare.

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Impresionante

Impresionante

Eran las últimas horas del año, yo estaba ansioso por saber como terminaría la cita que estaba teniendo en uno de los centros comerciales más “impresionantes” de la ciudad; mi cita tomaba una bebida caliente, mientras yo degustaba un brownie, y conversábamos de quienes éramos y de lo que había pasado la noche que nos conocimos. A este hombre de 27 años lo conocí en la fiesta de quince de una compañera del colegio, no era una fiesta tan elegante como a las que había asistido, al contrario la mayoría vestía de jeans; recuerdo que después de bailar varias canciones entre merengue y reggaeton, decidí bajar a tomar un poco de aire, aunque baje acompañado, el clásico juego de miradas, que se desarrollaba con uno de los invitados que fumaba me ínsito a quedarme más tiempo allí, descubriendo su nombre, su profesión y su cara de seductor, ya que a pesar de haber planeado regresar a mi casa al finalizar la fiesta, preferí esperar, ver el alcance de este hombre, saber si me invitaría a su casa, pero al parecer el tampoco iba a regresar a la suya, no se si fue por mi o porque ya estaba planeado pero se quedaría en la casa de la cumpleañera; previamente ya habíamos intercambiado números, así que usando le tecnología recibí un mensaje de texto donde me proponía quedarme en la misma casa que él, realmente lo pensé mucho. No había mucho espacio y no éramos los únicos que dormiríamos allí, las niñas se quedaron en la habitación, el tío, el

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amigo del tío, un compañero del colegio y yo nos repartimos los dos sofás y un colchón que estaban en la sala, lo lógico seria que el tío y el amigo se quedaran juntos en el colchón, aunque con las bebidas y el cansancio no habían las condiciones para pensar, así que yo compartí colchón con aquel sujeto, y oportunamente la cobija. La adrenalina de ser descubierto es demasiado excitante en cualquier edad, no poder pronunciar ninguna palabra, ningún sonido, solo dejar que el sentido del tacto se agudice; sentir sus manos tibias tocando mi cintura, bajan lentamente para desabrochar mi pantalón, sin hacer un movimiento brusco y levantar sospechas de nuestro somnoliento público, con cada caricia la temperatura de mi entre pierna subía, sin sangre en la cabeza, por instinto cogía su pene entre mis dedos agitándolo, sus manos se pasaban por toda mi cintura, jugueteando entre mis nalgas y mi duro pene que estimulaba desde la base, con un poco de fuerza abrió mis piernas. Quizás se agudizo tanto mi sentido del tacto que no sentía nada, solo sus dedos que me acariciaban, y su abdomen que se acercaba contra mi espalda, pero allí abajo no sentía nada, a pesar de eso, la experiencia y la adrenalina dejaron la ilusión de volver a verlo y probar con mayor calma su cuerpo. Entonces ese 31 de diciembre, nos preguntábamos si alguien se habría dado cuenta de lo sucedido, del gran riesgo que cada uno tomo, y de la expectativa que nos había quedado, ¿y por qué seguir esperando?. - Debo ir al baño, ¿vamos? Pronuncio. - Ok… Continuando la conversación de lo que hablábamos hasta llegar a la entrada, donde yo aproveche para ir al orinal, sigilosamente él reviso el último cubículo, entro dejo la puerta abierta, espero que yo terminara para asomarse e invitarme a pasar; seguramente mi inconsciente era lo que estaba esperando, pero me tomo un par de segundos para caminar hacia él. Allí adentro no existía un afuera, solo dos cuerpos con deseo de más, ¡que refrescante! era tener las manos contra la pared fría, mientras mi pantalón caía a las rodillas y mi camiseta se levantaba para dejar al descubierto mi espalda baja, nuevamente sus manos tibias se pasean por mi cintura jugando entre mis nalgas y la base de mi pene, era irresistible no querer ser penetrado, pero todo debe tener la justa medida, y la adrenalina no nos alcanzo para eso. Con besos en el cuello y un último en la boca, nos despedimos en ese baño, él salió primero, yo en mi mente espere cinco segundos para salir, al volvernos a encontrar afuera nos deseamos un feliz año, esperando volvernos a ver para seguir intentando disfrutar de la plenitud del otro. De vuelta a casa sonreía porque no esperaba una cita con ese final, y menos un final de año “impresionante”.

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Seco

Un día saliendo de mi clase de ingles, apareció un chico de barba suave, cabello rizado, tez blanca, actitud amigable y retadora; sí, esta última cualidad fue la que me cautivo para hacer un intercambio de números después de haber obtenido el perfil básico de aquel joven de 25 años. No hubo mucho tiempo para charlar, así que se dejo abierta la invitación para pasar un día por su casa, luego de su trabajo y de mi clase de ingles. Como era de esperarse tan pronto tuve la oportunidad lo llame, nunca contesto, unos días después volvió aparecer a través de mensajes de texto, entonces mientras mi profesor preguntaba si todo estaba claro, yo intentaba tener claridad sobre la actitud de este hombre y aclarar la hora de nuestro encuentro, sin lograr nada, ya que los horarios no nos coincidían. En la siguiente clase, antes de empezar lo llame, mando a buzón, no quería parecer un intenso, por eso no seguí insistiendo, deje pasar varias clases, volví a escribirle, solo un saludo y una insinuación para pasar a su casa ese día, la respuesta no fue inmediata, pero si muy concreta, por fin me invitaba a su casa. Sabia que vivía por el sector de galerías, todos los días en mi trayecto a casa pasaba por allí, así que lo conocía muy bien, pero sin dirección exacta era difícil, ya estaba allí y no recibía respuesta de las indicaciones precisas,

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Seco

decidí seguir mi camino, con algo de frustración y esperanza que respondiera pronto antes de pasar aquellos apartamentos de colores de la calle 53. Ocurrió que tan pronto cruce el puente recibí la dirección, me baje del autobús, cruce la calle tan rápido como pude y tome el primer bus que venia. Llegue a su casa, tuve que esperar un par de minutos afuera, mientras personas que cerraban sus locales de la misma casa se quedaban viéndome, al abrir la puerta sonreí, con la intensión de hacer más amable la situación y romper el hielo, no funciono, si en el primer encuentro su actitud era amigable y retadora, esta vez era seca y desinteresada. Su apartamento era un aparta estudio, cocina, zona de lavandería, sala y comedor quedaban en una sola habitación, un poco desordenada, con un cuarto de filete de pechuga en el azadón, su futura comida, su cuarto tenia una cama muy cómoda, destendida por supuesto, un baño y un gran televisor. El se acostó en su cama, me invito a sentarme en ella, con prudencia me senté a la orilla, estaba en una pantaloneta y una camiseta, se podía percibir que practico deporte, en medio de la conversación confirmo que había practicado futbol en la universidad, también me conto de su amor, del cual muy seguramente seguí enamorado, pues la razón para separarse fue un viaje al exterior. Una de mis debilidades frente a un hombre son las piernas, sobre todo las pantorrillas, y él si que las tenia marcadas, las toque sin pedir permiso, él tampoco se resistió. - Además de tener buenas piernas, las tienes suaves. - ¿Le parece? Respondió, mirándome levemente y volviendo a poner su mirada en el televisor. Yo me preguntaba que era lo que estaba esperando para irme, cual había sido la razón para invitarme si se encontraba en esa actitud. Decidí respirar, pero antes de quitar mi mano de su pierna él la tomo y la puso encima de su pantaloneta azul oscura de algodón, su miembro viril estaba se estaba endureciendo. - ¿No tiene calor?... Quítese la chaqueta. La verdad si tenia mucho calor, ese día llevaba una chaqueta acolchonada que con caminar solo un par de cuadras subía mi temperatura, para estar más cómodo me la quite, mientras él dejaba al descubierto su pene que sostenía con su mano y detenía el resorte de la pantaloneta. - ¿Quiere? Me acerque a su cuerpo, para intentar besarlo, él con la mano que guardaba tras su cabeza me detuvo para impulsarme suavemente hacia su entrepierna, accediendo a su deseo tome entre mis dedos y mi boca su pene, que al igual que sus piernas era suave, se sentía muy bien aquel trozo que saboreaba, pero ninguno de mis movimientos lograban quitarle la mirada de la pantalla del televisor, tome una pausa para ver que sucedía, mirándome me pregunto: - ¿Qué le paso? ¿se canso? Yo solo sonreí y solté un sonido de risa irónica. - Estoy como cansado…

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Seco

- Ok, entonces me voy o… ¿quiere que termine? Volvió a mirarme y sin mayor emoción respondió - Hágale. Empezaba a tomar este encuentro ya no como algo de placer, sino como un reto, por lo que empecé a mover mi cuello, mi lengua, apretar mis labios de tal forma que no tuviera excusa para dejar llevarse por el placer. De repente siento como su pelvis se levanta y sus manos me detienen la cabeza, este joven se levanta de su cama, me lleva de la muñeca hacia la entrada de su cuarto, cierra la puerta descubriendo un gran espejo, donde me para de espaldas, baja mi pantalón, empieza chupar mi pene, mientras agarra con fuerza mis nalgas, que siento como se van tensionando, el disfruta del reflejo del espejo y con otro impulso me pone de lado, frente a una pared, sube mi camiseta lo más que puede, con sus dos manos me agarra de las caderas, me hala hacia atrás para ajustar la altura, como si fuera cualquier maquina de gimnasio y sin preguntar me da una fuerte nalgueada, un sonido agudo que se mezcla perfectamente con mi gemido instantáneo, nunca me habían nalgueado, y con ver mi reacción este joven no dudo en utilizar la otra nalga, para empezar a jugar con ellas de manera fuerte, mientras yo solo disfrutaba de ese dolor placentero y excitante, consolado con los latigazos de su pene, y su voz entre dientes que preguntaba si me gustaba. Cada vez me movía sus manos firmes me halaban para retomar la posición y aprovechaba para impulsar con sus pulgares mi cadera de tal forma que se arqueara más. Con fuerza me giro para agacharme a su entrepierna, con las nalgas rojas y mi pene tan duro que parecía que se iba a reventar, no dude en chupárselo de nuevo, esta vez con mayor ganas y disfrutando dejar mi saliva en su pelvis. Nuevamente me levanto, para ponerme de espaldas y arquear mi espalada, entonces me nalgueo un par de veces más, jugando con sus dedos y frotando su pene entre mis nalgas, como mi camiseta lo incomodaba, me la quito de forma agresiva sin que yo dejara de estar de espaldas, empezó a masturbarse de forma fuerte, yo sentía como sus testículos chocaban levemente con el inicio de mis nalgas, y como el sudor de sus manos hacía que me tomara con mayor fuerza de la cadera, manteniendo tan curva mi espalda asegurándose que ninguna gota de semen callera al suelo. La primer letra del alfabeto en un tono fuerte, masculino y seco salió de su boca mientras que más abajo expulsaba su semen, que se reposaba en mi espalda. Al terminar de extasiarse, agarró la primer prenda que encontró para limpiar mi espalda, me dio la vuelta y sosteniéndola a la altura de mi entrepierna me pidió que me viniera, era tan fuerte la excitación que no basto cubrir su mano, pues mi chorro salto hasta su antebrazo. Al acabar la limpieza, sonrió… -Ahora si termine cansado, voy caer como una piedra. Me acompaño a la puerta, se despidió dando la mano. Unos días después me encontré con él, pero iba acompañado, solo acentuamos con la cabeza.

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Un par de montañas en Galerías Se puede llegar a pensar que mi lugar favorito en la ciudad es el sector de Galerías, de hecho cundo era pequeño y mi madre me llevaba pensaba que era un lugar muy lejano de casa, en esa época existía un almacén llamado Casa Estrella, me gustaba ir y correr por esos pasillos, por el simple hecho de llamarse así. Uno de tantas visitas que hice a solas a este centro comercial, mis ojos se perdieron en la inmensidad de un jean, estaba tan pegado al modelo que la imaginación solo se necesitaba para descubrir la textura de la piel. Recuerdo que estaba cerca aun almacén de perfumes, aquel sujeto acaba de comprar uno, caminado en pasillos paralelos, en un momento se cruzo mi mirada con la de él, ojos amarillos como el ámbar, labios salmón, debo confesar que no era un rostro encantador, simplemente tenia una gran arma de seducción y una bella sonrisa, con unos segundos de contacto visual desciframos nuestra mutua atracción, luego vino un saludo informal, una presentación muy puntual, que aclaraba que hacíamos allí y donde vivíamos. No se si fue suerte o simple hecho, pero él vivía a un par de cuadras, menciono algo del estadio; particularmente por esas calles mi conocimiento era nulo. Caminamos por la parte de atrás del centro comercial hasta llegar a la autopista, mi instinto feroz acaba con mi paciencia. En un tercer piso el abrió

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la puerta, lo primero que vi fue un gran espejo seguido de la puerta de un baño, él me indico que era el cuarto de la derecha, bastante amplio, un closet de madera blanca, que hacia juego con las paredes, un televisor plasma, un ventana que llenaba de luz cada rincón, un tapete de color fuerte, bastante gay para mi gusto, y curiosamente en una esquina una mesa llena de peluches, cartas, tarjetas de amor. Se paro frente a mi, me beso, mande mis manos a su jean, que tenso se sentía, intente abrir su cinturón, pero en ese tiempo no tenia la practica para abrirlos de manera ágil, con su ayuda dejo caer sus pantalones, unos bóxer de color azul oscuro, que se ponía un poco tenso en la parte frontal. Por mi parte mi bóxer estaba bastante templado, no puedo decir que estaba húmedo, porque son pocas las veces que he logrado lubricar. Se arrodillo ante mi y como si fuera a pedirme perdón e agarro de mi cintura, recostando su cabeza en mi pelvis, que iba de adelante hacia atrás continuamente, de vez en cuando sus ojos se abrían para mirarme. Solo teníamos media hora, pues el tenia una cita con alguien más, así que sin perder el tiempo dejo al descubierto cien porciento su cuerpo antes de levantarse, se dio media vuelta, yo quede extasiado con tan bellos atributos, que no solo tenían una buena forma, sino también una textura suave, un color de piel blanco cremosa, intentaba rozar con mi duro miembro viril el nacimiento de tales montañas apretándolas fuertemente, me degustaba con el tamaño y con el reto que era alcanzar la meta, pues se sentía estrecho el camino; con la idea de satisfacer nuestro mutuo deseo, aquel hombre cambio su pose, que permitió estar más cerca de la entrada al desahogo, se hizo una pausa para tener la seguridad que brinda el latex. Solo me permitió estar un par de minutos dentro de él, sintiendo la presión que hacía el volumen de sus nalgas y el calor que caracterizaba el momento pasional del esfuerzo físico, por supuesto se escuchaba una respiración agitada, con pequeños gemidos que se detuvieron para pedir un descanso. Se lanzo al suelo la seguridad, para poder observar y degustar la vista, caricias instintivas, con gran velocidad y presión para simular las sensaciones que unos instantes anteriores yo estaba sintiendo. Fue el sonido de un gemido grave el que dio el punto final del éxtasis, el punto aparte de este encuentro, una mancha blanca resaltaba encima de aquel tapete, que fue duplicada al cabo de unos segundos. Una sonrisa frente a frente, una respiración fuerte para recuperar el aliento, y poder limpiar su tapete con pañuelos de caja que había en su mesa de noche. Mi curiosidad logro superar la pasión, pregunte de donde venían aquellos peluches, que se veían tiernos y cursis, quizás seria una pareja muy cariñosa o algunos recuerdos, pero su respuesta dejo claro que entre dos hombres los peluches en dicha cantidad no son una regularidad, se los había regalado su novia, con la que tenia una cita en solo unos minutos. Me acompaño hasta el primer piso, nos despedimos y con una sonrisa en mi rostro camine nuevamente hacia la calle 53; ahora cada vez que paso por esas calles trato de descifrar cual era su edificio, para quizás volver a disfrutar del desfile de aquellos jeans.

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Curiosidad en sociedad

Curiosidad en sociedad

Es común escuchar en las noticias perversiones, abusos, violaciones de diferentes tipos hablados desde el punto de la victima, una perspectiva fácil de acoger y de entender, porque me atrevería a decir que todos en algún momento nos hemos sentido impedidos de nuestra voluntad, usados por otros. ¿Qué hace placentero el abuso? Con algunas clases de filosofía y economía del colegio logre realizar una hipótesis que ponía a prueba en cada caso, aunque bien se sabe que la verdad no es absoluta y cada situación es como una gota de agua, moldeable a su recipiente. En un crimen o juicio lo importante es ver cual se escucha y se ve más verídica. El punto es, que he pensado que todo tiene que ver con relaciones de poder, el hombre por instinto ha querido reinar dentro de los suyos y los que no son suyos. Un día cuando era niño, en un juego de policías y ladrones, atrape a una amiguita, la agarre cerca de un colchón, con las manos hacia atrás y ella inclinada me acerque y le susurre “te voy a violar”, palabras sin sentido porque ni yo sabia que significaban, agradezco que ella tampoco, sino me hubiera metido en problemas. Sentir el control sobre un cuerpo debe llenar de satisfacción el ego. Saber que pasa por la cabeza de esas personas que cometen actos obscenos en publico, practicas como la zoofilia o la necrofilia, me causan mucho interés, entonces me podrían catalogar como una persona curiosa. Y fue

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mi curiosidad la que me llevo a experimentar varias cosas en mi vida, particularmente una noche camino a una fiesta, el transporte publico estaba casi vacío, una pareja cerca de la entrada, un joven con audífonos en el medio, y una señora con su hija a punto de bajarse, yo me hice en la parte de atrás, casi al frente de la salida, abrí un poco la ventana, deje que el viento peinara mi cabello y acariciara mi cara. En un momento a mi cabeza empezaron a llegar esos pensamientos frente a la violación y ese recuerdo que tenia de mi niñez. Ya se había bajado la señora y su hija, el chico de los audífonos estaba sumergido dentro de su propio cuerpo, el conductor tenia una puerta que no permitía ver con claridad que pasaba atrás, yo no tenia ningún cuerpo a mi lado para someter bajo mi voluntad, solo estaba el mío y la indiscreción del lugar. Desapunte mi pantalón, baje la cremallera lentamente, cierro la ventana de tal manera que el viento sea cómplice para dejar escapar el olor de la efervescencia. Me toco, mis manos están penetradas por el frio de la noche y la brisa, sigo intentando calentar todo mi cuerpo, mientras mi rostro sínico se mantiene inexpresivo, o eso intentaba. La luz pasa a rojo, se detiene el autobús, veo por la ventana el carro del lado, por seguridad paro, no quiero que piensen que soy un pervertido, siento como la adrenalina ha aumentado y sigo en mi ejercicio mientras observo a los pasajeros del carro negro, una rubia y un chico de barba, vestido con de camisa azul, su rostro lo imagino frente a mi, arrodillado como si yo fuera su Dios para pedirme compasión. No se si hice un sonido o fue casualidad, pero la chica que iba adelante del bus voltea a mirar, trato de disimular, recostando mi cabeza contra la ventana y mi mano sobre mi otra cabeza, al parecer solo estaba curiosa por saber que tan sola estaba con su novio, mi mente maquiavélica sonríe, imaginando que ellos también buscaban la oportunidad de llenar su relación con una experiencia de perversión social. Vuelvo a mi juego, cada vez estoy más seguro que disfruto esto, que pierdo mi moral, que no quiero parar, pero el chico de los audífonos se endereza para anunciar su parada, suelto mi cuerpo sometido y lo dejo descansar bajo el cuero de mi chaqueta, mi entre pierna se disfraza con un atuendo Leather. Al retomar la velocidad no solo del autobús, se acelera mi agitación, un salto anuncia que ya esta cerca la ultima parada, me deleito con la pasión de los enamorados que se besan, pero es mayor la excitación de ver en plano general la ignorancia del publico frente a mi momento. Como si hubiera un freno de mano, desacelera mi presión y solo se siente resbalar y por mi mano la prueba del clímax. No huele nada mal, pero siento que acababa de perfumar todo el ambiente del autobús, sacudo mis manos y abro más la ventana, rápidamente pienso lo que pasara más adelante, dejar todo untado, imaginar a las personas que hacen el aseo recoger mi deseo, hasta el punto de abrir una investigación y atraparme. Decido buscar entre mis bolsillos una servilleta de algún pastel que comí horas antes, con la cual solo logro esparcir y dejar una mancha no muy clara en el suelo, ahora soy yo el que recoge los pasos de miles de desconocidos, de mentes por qué no tan curiosas como la mía. La pareja se

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baja, ella me mira y su novio la sigue, ĂŠl deteniendo un poco mĂĄs su mirada, yo dejo que en mi ropa interior caigan las ultimas gotas. Unas cuadras mĂĄs adelante como un pervertido y enfermo huelo mi mano, como si acabara de estar en contacto con otro cuerpo. Toco el timbre, con la otra mano, no quiero perder la oportunidad de acariciar mi cita con el olor del silencio y la culpa de haber disfrutado dominar un cuerpo.

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La aventura de descubrir

La aventura de descubrir

Al caminar por las calles de Chapinero recibí un pequeño folleto, era una guía gay, tenia muchos sitios y pocos servicios, la mayoría eran saunas y videos, nunca había entrado a ninguno de esos sitios. Imaginaba los videos, como un cubículo metálico, con un televisor gordo, donde se transmite todo el tiempo pornografía americana de hace diez años, y los televisores como única fuente de luz. Los saunas por el contrario me los imaginaba como grandes espacios luminosos, para ese entonces yo tenia la confusión entre un sauna y un baño turco, así que me los imaginaba con baldosas blancas y dificultad para ver el frente por la cantidad de vapor, hombres en toallas blancas y uno que otro adonis desfilando desnudo. Siempre he tenido un gusto por descubrir formas de encontrar placer, por eso me siento atraído por los juegos de rol, el uso de elementos distintos al preservativo. La juventud desde diferentes puntos se logra considerar como sinónimo de exploración, aventura, descubrir. Bogotá es una maravillosa ciudad multicultural que ofrece una variedad infinita de ambientes a tan solo cuadras. A pesar de los prejuicios que tenia sobre las calles más cercanas a la Av. Caracas, ingrese a este edificio, en su fachada tenia un aviso dorado de bombillos, junto con la silueta de dos musculosos hombres. Al subir las escaleras me encontré con una puerta metálica pintada de blanco, tenia una ranura a la altura de los ojos que

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permite ver de pies a cabeza a los visitantes, pregunte el costo de la entrada y como si la juventud fuera un privilegio intente persuadir para recibir un descuento. Al entrar entendí el morbo de algunas personas por tener sexo con zapatos, hombres completamente desnudos desfilando entre cada pasillo con su variedad de medias y calzado, en mi mente pensaba que podría ser un perfecto contexto para catalogo de estos productos. Cada ambiente cambiaba su atmósfera de acuerdo a la luz, un cuarto con luz amarilla, daba la tranquilidad de estar de visita en alguna casa, un gran televisor que transmite porno, varios hombres sentados en sillones de cuero leen revistas o prestan atención a la pantalla; la luz azul y el fuerte sonido de la música incrementaba la psicodelia del lugar, aumentaba el contraste de las curvas de cada cuerpo, una imagen que se interrumpía con los barrotes, que asemejan una prisión, una jaula; finalmente, el cuarto de la luz roja, era evidentemente el ambiente más fuerte, cadenas, sillas y arneses despiertan el gusto por dominar y ser dominado. Todo es único y lleno de asombro durante cualquier primera vez. Asumir esa sensación de éxtasis de deseo y pasión que se sentía en aquel “oscuro club” me indujo volver a visitarlo, mientras mi carácter estaba debilitado por la incomprensión e insatisfacción del ser un adolescente. Con más determinación y confianza abarque esa puerta que tentadora siempre abría un millón de posibilidades por descubrir, aunque no llevaba nada puesto más que unas zapatillas y unas medias un tobilleras me sentía como una estrella porno, un jugador buscando las duchas y camerinos. El espectáculo y la sensación de confianza me permitían ingresar en as partes más oscuras de este lugar, tocar, identificar, escoger lo que me gustaba. Vi entre las jaulas como cuerpos extraños rodeaban una presa, quien tuviera la mejor lanza, lograba asar al pollo. Como las hormigas son atraídas por el azúcar, los gemidos y el hedor del placer atraían a más observadores, ya que yo quería jugar, camine hacia otro ambiente, me encontré con una “gloriosa pared” que use para ver una pequeña reunión de cuerpos sudorosos, agitados, se acariciaban, mientras yo ponía de pie mi antena al deleitarme con el rebote de sus cuerpos uno tras otro. No hay comparación de ver a través de una pantalla y ver en vivo. Mi imaginación vuela, me convierte en parte de ese conjunto de cuerpos, de repente siento una mano que cae entre la abertura de mis nalgas, desconectándome de aquel momento, para empezar a vivir el mío. Un hombre un poco más bajo que yo, blanco con una bella sonrisa acaricia mi pecho, como una oveja entro a un corral de barrotes. En sus caricias siento su deseo, no para de tocarme, me huele en el cuello y baja lentamente por mi abdomen, levanta su cabeza para verme, como si esperara aprobación de mi parte. Mientras este hombre se degusta con mi sabor, se acercan extraños ojos, algunos imprudentes me tocan, alterando mi estado, me escabullo entre anónimas caricias. Por el pasillo de luz azul trato de tranquilizarme, pero un juego mental me hace ver monstruosos los rostros anónimos, sus colmillos se hacen grandes, sus ojos son más blancos de lo normal, busco un ambiente más tranquilo,

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pero se acercan como buitres a ofrecerme droga, vuelvo a huir, no queda mรกs que salir completamente de este mundo de lujuria.

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Camisetas mojadas

Camisetas mojadas

Nunca me destaque por mi desempeño en la clase de deportes, procuraba quedarme en la silla o en una posición del juego donde no tuviera relevancia. Cuando empezamos a practicar voleibol, me interese por aprender, recuerdo que un día mi profesor me dijo que tenia la fuerza pero no la motricidad para darle al balón, algo muy frustrante pero que luego superaría con varios moretones en el antebrazo. Yo lograba destacarme en filosofía y economía cuando hacíamos debates, leía muy bien las copias la noche anterior, resaltaba las ideas, y mientras me duchaba organizaba los argumentos que posiblemente luego tendría que decir en público. Disfrutaba la clase de deportes solo cuando era la primera o segunda clase del día, pues el calor era insoportable después de hacer deporte para ir a un salón o ir a la ruta. Los deportes y los talleres artísticos eran tomados como clases de relleno, cuando un profesor no asistía a una clase, nos enviaban a los talleres de arte si estaban desocupados o al salón de deportes por elementos y salir a las canchas a jugar, yo aprovechaba para adelantar tareas y deleitarme con algunas piernas musculosas que ya se empezaban a formar, debo aclarar que eran muy pocas, por lo que mis miradas también se ocupaban del cuerpo de docentes, tampoco había mucho que escoger, pero en una clase en particular procuraba hacerme al frente, para prestar mucha atención al profesor mientras escribía en el tablero o se dirigía a su puesto.

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Un día hubo reunión de profesores, nos dieron el últimos dos bloques de clase libres, así que varios de mis compañeros decidieron ir a jugar voleibol, nos dividimos en grupos de seis, rotábamos cada vez que uno perdía. Mientras esperaba mi turno casualmente se sentó a mi lado un joven con quien ya había tenido cierto tipo de miradas aclarando nuestro gusto mutuo, pero siendo sincero no era un gusto, eran ganas de experimentar. Entonces lo que sucedió fue un roce lento para llamar la atención sin ser evidente, por supuesto yo atento a sus movimientos acepte su propuesta rozando mi piel con la de él, luego su mano lentamente paso a mi pierna, intentaba sobre pasar el uniforme, pero era muy difícil en esa posición, así que solo se podía percibir el volumen que incrementaba cada segundo. Los equipos que estaban en la canchan eran muy buenos, ocupaban mucho tiempo, permitiendo dar una clase de anatomía pélvica descriptiva a través del tacto, pues la calentura del momento detallaba cada curva de mi cuerpo acariciado, y como si necesitáramos un baño de agua fría, empezó a llover, solo tardo unos segundos para que nos mojáramos totalmente, algunos se quedaron jugando, mientras otros iban a los salones. La lluvia era la perfecta excusa para separarnos del grupo y encontrar algún lugar privado, lo primero que hice fue pararme, correr hacia el interior del colegio, girar para buscar la mirada de aquel estudiante e invitarlo a seguirme, pensé rápidamente un lugar discreto, como los otros cursos estaban en clase y no me quería mojar, la opción eran los baños, avanzaba con la precaución de no perder mi compañero de aventura. El baño estaba solo, espere por varios minutos, mientras la incomodidad de sentirme mojado me ponía impaciente, salí sigilosamente a la puerta para ver si ya venia, pero no había nadie, seguía lloviendo fuerte, cruce rápido el jardín y di una pequeña vuelta, muy seguramente me demore menos de un minuto en volver al baño, aun más mojado, intente secarme ya resignado al final de mi aventura. Con la lluvia los pisos estaban embarrados, la parte más limpia era contra la pared del fondo, puse mi maleta en los lavamanos, me quite los zapatos y parado sobre ellos trataba de no ensuciar mis medias, mientras me quitaba la pantaloneta, en ese instante entra corriendo aquel profesor de fuerte piernas, con su bata blanca y su pantalón de jean encerado, se sorprende al verme en solo bóxer, pero entiende por mi pose que intentaba cambiarme, me saluda de forma casual y sigue hacia el orinal. De forma atrevida me quito la camiseta, quedo solo en bóxer y medias, luego caigo en cuenta de mi osadía y me pongo la chaqueta de la sudadera, el profesor gira y se percata que a pesar del frio estoy acumulando mucho calor en mi cuerpo, noto una ligera sonrisa, que me impide seguir subiendo el pantalón, - Que calor. – me dice mientras se lava las manos, sube su mirada por el espejo. - ¿Practica fútbol? Tiene buena pierna. - No, siempre las he tenido gruesas – respondo.

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Un silencio de un segundo, para pensar, para hablar sin decir nada. - A mi me gusta su pantalón, parece cuero, se ve apretado - Pero no tanto como le quedan a usted – Sacudía sus manos, con una sonrisa sugestiva. Ya me había vestido, estaba lavando mis manos, con ese comentario sonreí, seque mis manos en mi pantalón y apreté mi entre pierna, -¿Le parece? - Mejor soltar la presión. Estire el caucho de la sudadera y del bóxer, sentí como se asomaba el deseo del momento. - Cuidado con la punta. También me aprieta en es parte. – me dijo mientras se sobaba. - ¿puedo? – con temor pregunte. Mirándonos frente a frente, él acentuó con la cabeza, estaba tan tensa la tela que no se podía identificar las formas del cuerpo. Una de sus manos estaba en mi cintura y la otra más abajo, cada una pasaba una fuerte tensión a mi cuerpo. Levante la cabeza, su sonrisa enmarcada por su barba en forma de candado dejaba evidenciar fácilmente su placer, sin pensar me lance a sus labios carnosos, que me habían provocado durante todo un año. Con sus caricias apasionadas, el roce de nuestros cuerpos desenfrenados, sostenidos en la pared, no había forma de saber como íbamos a terminar, pero salvados por la campana, que anunciaba la salida, nos detuvimos antes de que entrara un estudiante. Él salió tocando sus labios, cerrando nuevamente su candado; Yo con una sonrisa imborrable levante mis cosas decidido a terminar esta fantasía con imaginación en la tranquilidad de mi cama.

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