Los canales astronómicos de la Gran Pirámide

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AstronomĂ­a Alfonso Daniel FernĂĄndez Pousada

/RV FDQDOHV DVWURQyPLFRV GH OD *UDQ 3LUiPLGH A

lo largo de los aĂąos se ha difundido la equĂ­voca consideraciĂłn de las pirĂĄmides como simples complejos funerarios pero, ciertamente, estas construcciones estaban habilitadas para la prĂĄctica de diversas funciones. Valga el ejemplo de las catedrales y monasterios que, ademĂĄs de su funciĂłn espiritual y dedicaciĂłn al culto sagrado, a la enseĂąanza, codiÂżFDFLyQ \ GLIXVLyQ GH OD UHOLJLyQ \ YHKtFXOR GH OD FXOtura, tambiĂŠn han servido como mausoleo y panteĂłn real, destacando casos tales como los del madrileĂąo monasterio de San Lorenzo del Escorial, destinado a lecho eterno de los monarcas espaĂąoles, o la abadĂ­a londinense de Westminster, en la que se coronan y yacen los soberanos del Reino Unido de Gran BretaĂąa e Irlanda del Norte. Al tiempo que estos recintos funerarios constituyen lugares de oraciĂłn y recogimiento, las pirĂĄmides egipcias estaban acompaĂąadas por templos funerarios (los templos del valle y los templos solares) donde se rendĂ­a tributo y veneraba el alma divina del faraĂłn difunto, a modo de culto a los ancestros. En su carĂĄcter altamente sagrado, las pirĂĄmides no servĂ­an simplemente como lugar de sepulcro, sino como autĂŠnticas “mĂĄquinas de resurrecciĂłnâ€? en las que, como hemos visto en el anterior nĂşmero de EgiptologĂ­a 2.0, parece que se celebraban los ritos de apertura de la boca para permitir al difunto la respiraciĂłn y la ingesta de alimentos en el mĂĄs allĂĄ. Y tambiĂŠn como mansiĂłn del Dios, sus inmediaciones eran concebidas como necrĂłpolis de los cortesanos y personajes relevantes, del mismo modo que los camposantos cristianos se erigen a la VRPEUD GH ODV LJOHVLDV HGLÂżFDFLRQHV TXH QR VRQ VLQR la representaciĂłn de la tumba del hijo de Dios: no en vano, los altares se orientan hacia el este (en la direcciĂłn de JerusalĂŠn, ciudad en la que fue enterrado JesĂşs de Nazaret) en la cabecera de una estructura con planta de cruz latina (instrumento de la pasiĂłn). Desde esta perspectiva, una pirĂĄmide, aparte de sepulcro, constituye tambiĂŠn un recinto sagrado en el cual se van a desarrollar otras funciones propias del sacerdocio. Y, en el caso del antiguo Egipto, entre estas funciones parece que se halla la observaciĂłn astronĂłmica.

En el antiguo Egipto, la observaciĂłn de las estrellas correspondĂ­a a los sacerdotes, como es el caso de Anen, tesorero y profeta de AmĂłn. | Museo delle AntichitĂ Egizie.

Para la idiosincrasia egipcia, las estrellas se desplazan en el cielo siguiendo un canon establecido por OD GLYLQLGDG TXH ORV VDFHUGRWHV GHEtDQ HVWXGLDU D ÂżQ EgiptologĂ­a 2.0 | 31


de, mediante la vigilancia del calendario, conocer el momento exacto en que se debĂ­an llevar a cabo las labores agrĂ­colas. La crecida del Nilo coincidĂ­a asĂ­ FRQ OD DSDULFLyQ HQ HO ÂżUPDPHQWR GH OD HVWUHOOD 6LULR indicando igualmente el principio de la estaciĂłn de la inundaciĂłn. Por este motivo, en la civilizaciĂłn egipcia QR KD\ XQ RÂżFLR GHGLFDGR HQ H[FOXVLYD D OD DVWURnomĂ­a. Realmente, los astrĂłnomos pertenecĂ­an a un grupo de sacerdotes especializados en la observaciĂłn de los astros, llamados “sacerdotes horariosâ€? (imy wnwt) (SĂĄnchez RodrĂ­guez; 2000:22), fĂĄcilmente reconocibles por su tĂşnica azulada sobre la cual VH SHUÂżODQ HVWUHOODV GH FLQFR SXQWDV HQ XQ DWXHQGR que nos recuerda a la iconografĂ­a medieval del mago MerlĂ­n, cĂŠlebre coprotagonista de las leyendas contenidas en el ciclo artĂşrico. 2EVHUYDWRULRV DVWURQyPLFRV Una de las cuestiones mĂĄs debatidas acerca de las funciones secundarias de las pirĂĄmides es la de si fueron utilizadas activamente como observatorios astronĂłmicos. Un primer alegato a favor de dicha teorĂ­a es la de que en otras culturas conocemos, sin OXJDU D GXGDV HO XVR GH HGLÂżFLRV VHPHMDQWHV FRQ WDOHV ÂżQHV FRPR RFXUUH HQ HO FDVR GH ORV ]LJXUDWV mesopotĂĄmicos o de las pirĂĄmides mayas y aztecas. En segundo lugar, ya desde la antigĂźedad algunos historiadores describieron la Gran PirĂĄmide de Keops, en la meseta de Guiza, como un centro de estudio destinado a las observaciones astronĂłmicas. EstrabĂłn, en su GeografĂ­a, dice lo siguiente:

“Desde HeliĂłpolis, entonces, uno llega al vĂŠrtice del Delta del Nilo. Desde aquĂ­, las mĂĄrgenes derechas, segĂşn uno navega, son llamadas Libia, como tambiĂŠn AlejandrĂ­a y el Lago Mareotis, mientras aquellas partes de la izquierda son llamadas Arabia por los romanos. Ahora HeliĂłpolis estĂĄ en Arabia, pero la ciudad de Cercesura, que yace cerca del Observatorio de Eudoxo, estĂĄ en Libia; un estilo de torre mirador se puede ver frente a HeliĂłpolis, tambiĂŠn frente a Cnido, donde se dice que Eudoxo habrĂ­a tomado nota de sus observaciones de ciertos movimientos de los cuerpos celestesâ€? (GeografĂ­a, XVII, I, 30). SegĂşn Herodoto de Halicarnaso (Historia, II, 15, 1; 17, 3, y 97, 2), la ciudad de Kerkasore se encuentra en el origen del Delta del Nilo, donde la unidad del rĂ­o se fragmenta en las siete bocas principales. Ahora bien, es un hecho curioso que las aristas de la Gran PirĂĄmide, si se prolongan hacia el norte, coinciden FRQ ORV SXQWRV H[WUHPRV GHO 'HOWD OR TXH VLJQLÂżFD que el gran triĂĄngulo formado por la desembocadura del Nilo es una prĂłrroga del pequeĂąo triĂĄngulo conÂżJXUDGR SRU OD FDUD QRUWH GH OD SLUiPLGH GH .HRSV Por consiguiente, la Gran PirĂĄmide resulta ser el eje, u origen, de las coordenadas del Delta; siendo este 32 | EgiptologĂ­a 2.0

ReconstrucciĂłn ideal de cĂłmo pudo haber sido la plataforma-observatorio de Kerkasore, con la Gran PirĂĄmide a medio construir. | Wikimedia Commons.

preciso lugar donde, segĂşn Herodoto, estarĂ­a ubicado Kerkasore y que, segĂşn EstrabĂłn, era la sede de un gran observatorio astronĂłmico. Precisamente, el nombre de Kerkasore se puede relacionar con el de la divinidad Socar, la advocaciĂłn de Osiris a la cual estaba consagrada la meseta de Guiza y que parece estar detrĂĄs del topĂłnimo Saqqara. Estas ideas se ven refrendadas en la obra de los historiadores ĂĄrabes, quienes en algĂşn manuscrito, como es el caso del de Macrisi, realizan la siguiente consideraciĂłn: “La primera pirĂĄmide fue consagrada a la astronomĂ­a y a la historia; la segunda a la medicinaâ€? (Berman; 1993:75). Pero el mayor impulso que recibieron estas ideas vino de manos de la propia astronomĂ­a moderna, ya que su teorĂ­a fue recuperada en 1883, cuando el astrĂłnomo Richard Anthony Proctor (1837-1888), en su obra The Great Pyramid, Observatory, Tomb and Temple, cayĂł en la cuenta de que el pasadizo de entrada a la Gran PirĂĄmide estaba orientado hacia OD HVWUHOOD 7KXEDQ FX\R QRPEUH VLJQLÂżFD ÂłOD FDEH]D de la serpienteâ€? en ĂĄrabe, en la constelaciĂłn del DragĂłn, la polar de la ĂŠpoca en la que se erigiĂł la pirĂĄmide. En la parte mĂĄs profunda de dicho pasaje se halla una CĂĄmara SubterrĂĄnea de la cual se desconoce la utilidad, por lo que durante mucho tiempo se ha estimado como un primer proyecto desestimado y que, segĂşn Proctor, si se llenase de agua actuarĂ­a como el espejo de un telescopio en el cual vendrĂ­a D UHĂ€HMDUVH OD HVWUHOOD 7KXEDQ 'HEHPRV DGYHUWLU HQ este sentido, que Herodoto de Halicarnaso describiĂł la CĂĄmara SubterrĂĄnea como una “islaâ€? a la cual se canalizaba el agua proveniente del rĂ­o Nilo: “Las cĂĄmaras bajo tierra que estĂĄn en la colina sobre la que estĂĄn levantadas las pirĂĄmides, cĂĄmaras que [Keops] hizo construir como sepultura suya en una isla, conduciendo hasta allĂ­ un canal del Niloâ€? (Historia, Libro II, 124, 4; y 127,2). Proctor tambiĂŠn seĂąalĂł que la Gran GalerĂ­a podrĂ­a haber servido para estudiar el trĂĄnsito de las estrellas, a travĂŠs de un sistema de andamiajes cuyos anclajes serĂ­an las ex-


Alineaciones del pasillo descendente hacia Alfa Draconis y de la Gran GalerĂ­a hacia Alfa Centauri, los solsticios y los equinoccios. | Wikimedia Commons.

traĂąas muescas del pasillo ascendente de la Gran GalerĂ­a. Este mĂŠtodo podrĂ­a haber sido utilizado durante el periodo en que las obras de construcciĂłn no superaron el nivel de la CĂĄmara del Rey, tiempo que 3URFWRU FDOFXOy HQ DxRV VXÂżFLHQWH SDUD TXH ORV astrĂłnomos pudiesen llevar a cabo la fĂĄbrica de detalladas cartas celestes. SumĂĄndose a estas ideas, el astrĂłnomo escocĂŠs Charles Piazzi Smyth (1819 GLYXOJy OD LGHD GH TXH OD LQDXJXUDFLyQ RÂżFLDO de la Gran PirĂĄmide tuvo lugar durante el equinoccio de otoĂąo del aĂąo 2170 a.C., momento en que, al mismo tiempo que el pasadizo descendente se alineĂł con Thuban, las PlĂŠyades se encontraban en la vertical de la pirĂĄmide, con la estrella AlcĂ­one, la mĂĄs brillante de este grupo, resplandeciendo sobre la piedra apical, mĂĄs conocida como Benben.

the stars in the heart of that superb monument of stone. About the year B.C. 3430 it was further heightened by a spectacle which could not be witnessed now. Calculation shows that the great star D CentauUL WKH EULJKWHVW DQG QHDUHVW WR XV RI DOO WKH ¿[HG VWDUV shone then at its upper culmination night after night down the hushed and polished vault of the Great Gallery. D Centauri now hardly peeps above the pyramid’s horizon at its highest, and in a few more years will never rise there at all until, thousands of years hence, the pole in its majestic precessional march raises it into view once more� (Lowell; 1912:459). Su proximidad, como sistema mås cercano en nuestro vecindario solar, convierte a Alfa Centauri en la cuarWD HVWUHOOD PiV EULOODQWH GHO ¿UPDPHQWR QRFWXUQR WUDV Sirio, Canopo y Arturo.

En 1912, el astrĂłnomo estadounidense Percival Lowell, conocido por haber pasado los Ăşltimos aĂąos de su vida tratando de encontrar un planeta mĂĄs allĂĄ de Neptuno (y cuyo nombre, PlutĂłn, se harĂ­a eco de las siglas de este investigador), publicĂł un trabajo de investigaciĂłn sumĂĄndose a las teorĂ­as de Proctor, convencido de que la Gran GalerĂ­a sirviĂł para tomar mediciones sobre los solsticios y equinoccios. ConcluyĂł, ademĂĄs, que la Gran GalerĂ­a estuvo alineada con estrella Alfa Centauri, que tambiĂŠn recibe el nombre de Rigel Kentaurus, hacia el aĂąo 3430 a.C., fechando la construcciĂłn del monumento hacia esa ĂŠpoca: “Such, then, was the use of the entering passage, and such the design of the Great Gallery. Grand as was communion there with the sky by day, it must have been sublime at night, alone with the

En tercer lugar, a principios del siglo XX el investigador Moses Richard Cotsworth, cuyos estudios estån contenidos en la obra The Rational Almanac, examinó las sombras proyectadas por la Gran Piråmide sobre el pavimento septentrional que la rodea, descubriendo que el patrón de corte de las losas es de 4’45 pies, la medida exacta que avanzaba o retrocedía a diario (según la estación) la sombra de la Gran Piråmide sobre dicho enlosado. De este modo se fundamenta la teoría de la Gran Piråmide como UHORM DQXDO GH VRO OD WUDQV¿JXUDFLyQ GHO FDOHQGDULR en piedra. (Q FXDUWR OXJDU OD YLQFXODFLyQ GH¿QLWLYD GH OD *UDQ Piråmide con la astronomía se debió al descubrimiento, en 1964, de que los llamados conductos de Egiptología 2.0 | 33


de estudio entre los sacerdotes-astrĂłnomos egipcios desde el interior de la Gran PirĂĄmide y esta estrella representa la esencia misma del calendario egipcio, como ya hemos repasado en el artĂ­culo “RevisiĂłn de las ApocatĂĄstasis del Ciclo SotĂ­acoâ€?, en el nĂşmero 12 de EgiptologĂ­a 2.0. En su controvertida publicaciĂłn, El Misterio de OriĂłn, escrita junto a Adrian Gilbert, Robert Bauval presentĂł la tan discutida teorĂ­a de la correlaciĂłn de OriĂłn, segĂşn la cual las pirĂĄmides de la IV y V dinastĂ­as estĂĄn dispuestas de tal modo que reproducen la siguiente secuencia de estrellas: las pirĂĄmides de Keops, KefrĂŠn y Micerino, en Guiza, se corresponderĂ­an con las tres estrellas del cinturĂłn de OriĂłn, a saber Al-Nitak, Al-Nilam y Mintaka, respectivamente. Por su parte, las dos pirĂĄmides de Seneferu en Dashur, OD URMD \ OD DFRGDGD VRQ LGHQWLÂżFDEOHV UHVSHFWLYDmente con las estrellas AldebarĂĄn y Ain, ambas en la constelaciĂłn de Tauro; ademĂĄs, la pirĂĄmide de Baka en Zauryat al Aryan representarĂ­a a Bellatrix, otra estrella de OriĂłn; mientras que la pirĂĄmide de Dyedefra en Abu Roash serĂ­a la estrella Saiph, en esta misma constelaciĂłn. A estas correlaciones debemos aĂąadir OD LGHQWLÂżFDFLyQ GHO UtR 1LOR FRQ OD 9tD /iFWHD OD FLXdad de LetĂłpolis con la estrella Sirio y la ciudad de HeliĂłpolis con la posiciĂłn relativa del Sol respecto al conjunto durante el amanecer helĂ­aco de Sirio durante el periodo de construcciĂłn de dichas pirĂĄmides. Dibujo moderno donde se representa a un par astrĂłnomos egipcios utilizando la Gran GalerĂ­a como caùón telescĂłpico. | Mary Evans Picture Library.

ventilación estån orientados hacia determinadas estrellas de gran relevancia tanto en la religión como en la astronomía egipcia: así, el conducto norte de la Cåmara del Rey apuntaba en el pasado hacia la estrella Thuban (ya en relación con los descubrimientos de Proctor) mientras el conducto sur se dirige hacia el cinturón de Orión (constelación que representa al dios Osiris). Estas aportaciones se deben a la colaboración entre el egiptólogo Alexander Badawy y la astrónoma Virginia Trimble, cuyos hallazgos fueron publicados bajo los siguientes títulos The Stellar Destiny of Pharaoh and the so-called Airshafts in Cheops’s Pyramid y Astronomical investigations concerning the so-called Air-shafts of Cheops’s Pyramid. Transcurridos treinta aùos, en 1994, el ingeniero Robert Bauval descubriría que tambiÊn los conductos de la Cåmara de la Reina estaban orientados hacia otros importantes núcleos estelares: el meridional hacia Sirio (la estrella mås brillante de la FRQVWHODFLyQ &DQ 0D\RU LGHQWL¿FDGD GHVGH OD DQWLgßedad con Isis) y el septentrional hacia la estrella Kocab (en la Osa Menor). Precisamente, es la estrella Sirio la que Proclo seùala como principal objeto 34 | Egiptología 2.0

(VWDGR GH OD FXHVWLyQ Estas dos Ăşltimas teorĂ­as son objeto de profusa bibliografĂ­a, tanto a favor como en contra. En lo tocante a la orientaciĂłn de los llamados canales de ventilaciĂłn, y limitĂĄndonos a los autores espaĂąoles que han estudiado el caso, Ă ngel SĂĄnchez RodrĂ­guez, tras citar las referencias clĂĄsicas sobre el observatorio de Kerkasore, acepta sin demasiado esfuerzo las alineaciones hacia OriĂłn y Thuban e incluso comenta que “lo que sĂ­ parece posible es que, durante su FRQVWUXFFLyQ IXHUD XWLOL]DGR FRQ ÂżQHV DVWURQyPLFRV debido a su posiciĂłn sobre el horizonteâ€? (SĂĄnchez RodrĂ­guez; 2000:51). Por su parte, el egiptĂłlogo valenciano JosĂŠ Lull recalcula todas estas orientaciones a partir de los ĂĄngulos proporcionados por la mediciĂłn mĂĄs reciente, de gran precisiĂłn, tomada entre 1992 y 1993 por el ingeniero Rudolf Gantenbrink. El resultado no resulta demasiado favorable a las posturas de Badawy, Trimble, Bauval y Gilbert, pues “obtenemos cuatro fechas distintas si consideramos las alineaciones a Sirio, Kochab, Thuban y al cinturĂłn de OriĂłn, siempre y cuando ĂŠstas hubiesen sido perfectas, cosa que, evidentemente, no fue asĂ­. Esta dispersiĂłn de datos ha llevado recientemente a Krauss a retomar la teorĂ­a de que se trata de conductos de ventilaciĂłn sin relaciĂłn alguna con determinadas estrellas. Sin embargo, aunque su argumentaciĂłn so-


bre la necesidad de la ventilaciĂłn en el interior de la pirĂĄmide parece fundamentada, no puede olvidarse el hecho de que los dos conductos de la cĂĄmara de la reina no tuvieron nunca salida al exterior e incluso ni tan sĂłlo a la propia cĂĄmara de la reina y, por otra parte, es posible que esto tambiĂŠn fuese asĂ­ en lo que respecta a los canales o conductos de la cĂĄmara del reyâ€? (Lull GarcĂ­a; 2004:309). Lull se muestra partidario de esta teorĂ­a hasta el punto GH DKRQGDU HQ HO SRVLEOH VLJQLÂżFDGR GH HVWD RULHQWDciĂłn: “Comenzaremos por el cinturĂłn de OriĂłn (CSS) y Sirio (CRS), estrellas observadas al cruzar el meridiano central hacia el sur. Alnitak y Alnilam son las dos estrellas mĂĄs brillantes del cinturĂłn de OriĂłn y, como sabemos, para los antiguos egipcios la constelaciĂłn de Sah (OriĂłn) representaba a Osiris, el dios de los muertos con el que el difunto faraĂłn aspiraba a reencarnarse. La estrella Sirio encarnaba a Isis, la hermana y esposa de Osiris, la gran maga que reuniĂł las partes del cuerpo de Osiris para darles vida. En cierto modo, estas alineaciones a Sirio y a OriĂłn, o lo que es lo mismo, a Isis y a Osiris, eternizarĂ­an y pondrĂ­an a disposiciĂłn del difunto faraĂłn la regeneraciĂłn y renacimiento de Osiris, como rey muerto, con la ayuda de Isis. En un contexto funerario como el de la pirĂĄmide es muy comprensible que los egipcios hubiesen pretendido recordar, mediante estas alineaciones, la mitologĂ­a osirĂ­aca. Las alineaciones polares se producen con las estrellas Thuban (CSN) y Kochab (CRN). Thuban es la equivalente a nuestra

Polaris para la ĂŠpoca de las pirĂĄmides y, como tal, es la estrella central de las Jxmw-skjw “las que no conocen el ocasoâ€?, a las que el difunto aspiraba a viajar. Thuban, en el eje del polo norte celeste, era, en ese sentido, la mĂĄs inmortal de las Jxmw-skjw, por lo que la alineaciĂłn, desde la cĂĄmara del rey, a esta estrella, es fĂĄcilmente explicable dentro del contexto funerario egipcio. La estrella Kochab, por su parte, es otra de las pertenecientes a las Jxmw-skjw pero la orientaciĂłn del CRN a ĂŠsta se ha puesto en relaciĂłn a su pertenencia a una constelaciĂłn, la Osa Menor, cuya forma recuerda la de un instrumento empleado durante el ritual de la apertura de la boca. En dicho ritual, este instrumento era acercado a la boca y la nariz del difunto para procurarle el aliento de vidaâ€? (Lull GarcĂ­a; 2004:309-10). Otro de los grandes expertos espaĂąoles en el antiguo Egipto es el astrofĂ­sico murciano Juan Antonio Belmonte AvilĂŠs. Tratando de ser conciliador entre la teorĂ­a de los canales de ventilaciĂłn y la de las alineaciones astronĂłmicas, concluye Belmonte que estos conductos pudieron haber satisfecho un doble cometido: “en conclusiĂłn, los canales de ventilaciĂłn de la Gran PirĂĄmide pudieron cumplir una doble funciĂłn: prĂĄctica –al menos los superiores-, como dispositivos de aireaciĂłn de las estructuras internas del monumento, y simbĂłlica, como herramientas que permitĂ­an al rey difunto incorporarse al dominio de los dioses celestes, tanto en el norte como en el sur GHO ÂżUPDPHQWR (Q WRGDV ODV SLUiPLGHV SRVWHULRUHV

SecciĂłn longitudinal de la Gran PirĂĄmide, mostrando la orientaciĂłn de los conductos meridionales hacia Sirio y OriĂłn y de los septentrionales hacia Draco y la Osa Menor. | Wikimedia Commons. EgiptologĂ­a 2.0 | 35


las cĂĄmaras construidas en el nĂşcleo fueron totalmente abandonadas y los dispositivos de ventilaciĂłn se hicieron innecesarios; por ello, un faraĂłn de la V 'LQDVWtD :HQLV \ VXV VXFHVRUHV KDVWD HO ÂżQDO GHO Reino Antiguo, decidieron que para que su alma encontrase el camino del cielo, en vez de construir unos canales adecuados para ello, le proporcionarĂ­an las instrucciones escritas de cĂłmo hacerlo. AsĂ­ llenaron literalmente de textos las paredes de las cĂĄmaras interiores de sus monumentos funerarios, legando a la posteridad los impresionantes e imprescindibles Textos de las PirĂĄmidesâ€? (Belmonte AvilĂŠs; 2012:205). Frente a esta aceptaciĂłn mĂĄs generalizada, que es, DGHPiV ÂżHO UHĂ€HMR GH OD RSLQLyQ FRPSDUWLGD SRU HO grueso de los especialistas, la teorĂ­a de la correlaciĂłn estelar ha resultado bastante denostada. No le ha ayudado demasiado el hecho de que entre sus DGHSWRV ÂżJXUHQ PXFKRV GHIHQVRUHV GHO RFXOWLVPR y reconocidos conspiracionistas, investigadores de la historia alternativa y de la arqueologĂ­a psĂ­quica o heterodoxa. Al respecto, Ă ngel SĂĄnchez se muestra contundente en contra de que la distribuciĂłn de las SLUiPLGHV SXHGD UHFUHDU OD ÂżJXUD GH OD FRQVWHODFLyQ de OriĂłn, recostado junto a la ribera del Nilo: “Es posible que estas aseveraciones no sean mĂĄs que especulaciones semejantes a las referencias sobre el peso de la Tierra y otras valoraciones astronĂłmicas que se intentan ver en la pirĂĄmide de Jufu (Keops)â€? (SĂĄnchez RodrĂ­guez; 2000:51). Tampoco Lull le atribuye el menor crĂŠdito: “Por supuesto, muchas de las hipĂłtesis con las que trabaja Bauval han sido severamente contestadas, pues no sĂłlo evidencian un desconocimiento total de la civilizaciĂłn egipcia y su desarrollo sino que, tambiĂŠn, son una afrenta a ORV HVWXGLRVRV TXH FRQ PHWRGRORJtD FLHQWtÂżFD KDQ intentado comprender mejor muchos aspectos de esta culturaâ€? (Lull GarcĂ­a; 2004:311). Por su parte, %HOPRQWH $YLOpV WUDV XQ DQiOLVLV FUtWLFR ÂżQLTXLWD OD cuestiĂłn haciendo hincapiĂŠ en que “no es una hipĂłtesis falsable, pues no se pueden proponer experimentos metodolĂłgicamente correctos para probar su YHUDFLGDG 7DO YH] SRGDPRV GHÂżQLUOD FRPR XQD HVpeculaciĂłn simpĂĄtica>â€? (Belmonte AvilĂŠs; 2012:212). Apela, ademĂĄs, a la pareidolia, es decir, al afĂĄn del ser humano por encontrar patrones inteligentes entre hechos u objetos, aseverando que “incluso si aceptĂĄramos la idea de que una rĂŠplica simbĂłlica del cinturĂłn de OriĂłn se llevĂł a cabo sobre el terreno en Guiza, esta decisiĂłn habrĂ­a sido tomada por Menkaure y sus arquitectos, inspirados por las pirĂĄmides ya existentes en el lugarâ€?; y termina seĂąalando que “en realidad, el mapa del cielo que serĂ­a el resultado de la suma de las especulaciones que se presentan en este Ăşltimo volumen [El CĂłdigo Egipto], en combinaciĂłn con las que ya se habĂ­an propuesto en El Misterio de OriĂłn, es vago y engaĂąosoâ€? (Belmonte AvilĂŠs; 2012:212). 36 | EgiptologĂ­a 2.0

$WDQGR ORV FDERV GHO FLHOR Durante las Ăşltimas dĂŠcadas se ha procedido a estudiar, de forma cuidadosa, el sistema empleado por los egipcios para orientar sus templos, pirĂĄmides y otros recintos sagrados. Al respecto, siempre ha sorprendido la precisiĂłn con la que los cuatro lados de la Gran PirĂĄmide de Keops coinciden con los cuatro puntos cardinales, quedando perfectamente alineaGRV D SDUWLU GHO QRUWH JHRJUiÂżFR 6H KD SUHVWDGR PiV atenciĂłn, por consiguiente, a la ceremonia del “tensado de la cuerdaâ€?, de la que ya existen testimonios, al menos, desde la I dinastĂ­a gracias a los registros contenidos en la Piedra de Palermo. La mecĂĄnica de este ritual parece bastante sencilla, contando con la indisociable intervenciĂłn de la diosa Seshat. Esta divinidad, entre otras misiones, tenĂ­a encomendada la custodia de los ciclos cĂłsmicos, convirtiĂŠndose en la autĂŠntica seĂąora del calendario y de la astronomĂ­a: al igual que las Nornas en la mitologĂ­a nĂłrdica, era guardiana del ĂĄrbol sagrado que, como un cordĂłn umbilical, conectaba el cielo con la tierra. En las hojas de este ĂĄrbol anotaba y archivaba Seshat los hechos pasados y futuros, la cronologĂ­a y nombres de todos los faraones, asĂ­ como el destino de la humanidad. Durante este ceremonial se debĂ­an colocar dos postes, a modo de testigos, uno de los cuales era sostenido por el faraĂłn en persona y el otro, probablemente, por una sacerdotisa de Seshat, encarnando y adoptando el papel de la propia diosa. En la RWUD PDQR DPERV SRUWDEDQ XQD PD]D D ÂżQ GH JROSHDU HO SRVWH \ KXQGLUOR OR VXÂżFLHQWHPHQWH QHFHVDULR en el terreno. A partir de estos dos hitos, entre los FXDOHV VH WHQVDED XQD FXHUGD SDUD GHÂżQLU HO OXJDU \ la direcciĂłn correctos, se levantaban las paredes del HGLÂżFLR 3UREDEOHPHQWH HVWH WLSR GH WULDQJXODFLRQHV WRSRJUiÂżFDV VH HIHFWXDED PHGLDQWH XQ LQVWUXPHQWR semejante al groma de los romanos y cuya forma egipcia pudo inspirar la extraĂąa rueda de siete radios que la propia Seshat utilizaba como tocado (Belmonte AvilĂŠs; 2012:122). La liturgia estaba acompaĂąada por la declamaciĂłn de unos sortilegios que nos permiten conocer en base a quĂŠ referentes astronĂłmicos se habĂ­an orientado la cuerda y los postes a los que ĂŠsta quedaba amarrada. En el templo helenĂ­stico de Horus en EdfĂş, que data del aĂąo 237 a.C., una inscripciĂłn reza: “he tomado el jalĂłn y he asido la maza. He tomado la cuerda de mensurar en compaùía de Seshat. Observo el moviPLHQWR SURJUHVLYR GH ODV HVWUHOODV 0L V RMR V ÂżMD Q su mirada ahora en Meskhet(yu). El dios del tiempo [Thot] estĂĄ de pie junto a mĂ­, en frente de su Merkhet. Entonces, he establecido las cuatro esquinas de tu temploâ€? (Belmonte AvilĂŠs; 2012:118). Un fraseo muy similar se encuentra en las paredes del templo de Hathor, en Dendera, tambiĂŠn del periodo lĂĄgida, mĂĄs concretamente del aĂąo 54 a.C.: “El rey extiende la


en la Osa Mayor y la segunda en la Menor, aunque la cronologĂ­a arrojada por este sistema parece entrar HQ FRQĂ€LFWR FRQ OD SUXHED DUTXHROyJLFD UHWUDVDQGR casi un siglo la IV dinastĂ­a. Rawlins y Pickering trataron de corregir este desfase sirviĂŠndose para ello del trĂĄnsito de dos estrellas de Draco, constelaciĂłn que por aquel entonces albergaba la polar (Lull GarcĂ­a; 2004:290-300).

Relieve de la Capilla Roja de Maatkara Hatshepsut, donde la reina-faraĂłn aparece junto a Seshat durante el “tensado de la cuerdaâ€?. _ 3V\ÂżUH 6DWUD

cuerda con alegrĂ­a. Con su mirada puesta hacia el Akh de Meskhet(yu), ĂŠl ha establecido el templo de la dama de Dandara, tal y como ocurriĂł en este lugar con anterioridadâ€? (Belmonte AvilĂŠs; 2012:119). Pese a su tardĂ­a confecciĂłn, sabemos a ciencia cierta que el “tensado de la cuerdaâ€? se empleĂł en plena era de las pirĂĄmides, como se deduce de una escena, bastante fragmentaria, procedente del templo del valle de Seneferu en Dashur, padre que fue del faraĂłn Keops (Belmonte AvilĂŠs; 2012:116). Algunos de los primeros mĂŠtodos propuestos para explicar la orientaciĂłn de los lados de la Gran PirĂĄmide, como las teorĂ­as de Maragioglio y Rinaldi, la de Neugebauer o la de Isler, se basan en la proyecciĂłn de sombras a causa de la luz solar, lo cual no concuerda con la evidencia textual arriba seĂąalada. Por su parte, Edwards ideĂł un sistema de bisectrices con centro en la estrella polar de la ĂŠpoca, Thuban, si bien este astro tampoco parece haber formado parte de la constelaciĂłn de msxtyw. Algo semejante ocurre con las ideas de los expertos Haack y GadrĂŠ, que fundamentaron sus cĂĄlculos en torno a varias estrellas ecuatoriales, como es el caso de Acrab y DschuEED HQ (VFRUSLR GH 6DELN HQ 2ÂżXFR R GH +DPDO HQ Aries. Posteriormente, PolĂĄk intuyĂł que el “tensado de la cuerdaâ€? podrĂ­a haberse efectuado a partir de la culminaciĂłn sincrĂłnica de las estrellas Megrez y Phecda, ambas en la Osa Mayor. Se trata de un mĂŠtodo muy prĂłximo al que luego enunciĂł Spence, si bien en este Ăşltimo caso empleando las culminaciones superior de Mizar e inferior de Kocab, la primera

Es cierto que entre la era de las pirĂĄmides y la dinastĂ­a lĂĄgida transcurrieron mĂĄs de dos milenios a travĂŠs de los cuales, por mor de la precesiĂłn de los equinoccios, la estrella Thuban fue desplazada del polo norte celeste, cediendo el testigo a Kocab, en la Osa Menor, tenida como polar entre los aĂąos 1500 a.C. y 500 d.C., mĂĄs o menos, un transcurso GH WLHPSR VXÂżFLHQWH FRPR SDUD KDEHU REOLJDGR D ORV astrĂłnomos a elegir otras estrellas hacia las cuales enfocar el “tensado de la cuerdaâ€?. No obstante, cabe traer a colaciĂłn que los templos de Edfu y Dendera, aunque en su aspecto actual daten del reinado de los ptolomeos, fueron reconstruidos por estos faraones GH RULJHQ JULHJR VLJXLHQGR HO WUD]DGR GH RWURV HGLÂżFLRV PX\ DQWHULRUHV 'HO PLVPR PRGR ORV MHURJOtÂżcos tallados sobre sus paredes deben guardar una deuda importantĂ­sima con la de los originales, hoy por hoy perdidos. AsĂ­, el ceremonial de Seshat, realizado “como ocurriĂł en este lugar con anterioridadâ€?, ubicando a msxtyw en el punto de mira, debe de responder mejor a una puesta en escena que replique la alineaciĂłn primitiva, mĂĄs que a la reproducciĂłn exacta del panorama astronĂłmico contrastable en

MĂŠtodo propuesto por Kate Spence para orientar las pirĂĄmides hacia los puntos cardinales, a partir del polo norte celeste. | Nature. EgiptologĂ­a 2.0 | 37


tiempos de su refundaciĂłn, haciendo de la hipĂłtesis de PolĂĄk la mĂĄs plausible, tanto por amoldarse a los textos que describen esta prĂĄctica ceremonial como por las fechas que arroja para el Imperio Antiguo. (O VHUGDE GH .HRSV Aunque las constelaciones prĂłximas al polo norte celeste sirvieron para orientar templos y pirĂĄmides con exactitud hacia los cuatro puntos cardinales, lo cierto es que otros muchos monumentos del antiguo (JLSWR PXHVWUDQ DOLQHDFLRQHV JHRJUiÂżFDV UDGLFDOPHQWH GLVWLQWDV FX\R HVWXGLR DQiOLVLV \ VLJQLÂżFDFLyQ ha generado autĂŠnticos rĂ­os de tinta. Ofrece gran interĂŠs, en este sentido, el trabajo llevado a cabo por la MisiĂłn Hispanoegipcia de “ArqueoastronomĂ­a del Egipto Antiguoâ€? que, bajo el timĂłn del espaĂąol Juan Antonio Belmonte AvilĂŠs y del egipcio Mosalam Shaltout, logrĂł realizar in situ mediciones sobre la orientaciĂłn de mĂĄs de medio millar de yacimientos, diseminados por “el Valle del Nilo, el Delta, los oasis del Desierto Occitenal y el SinaĂ­, con el objetivo en PHQWH GH HQFRQWUDU XQD UHVSXHVWD FRUUHFWD \ FDVL! GHÂżQLWLYD D OD FXHVWLyQ GH VL ODV DQWLJXDV FRQVWUXFciones sagradas egipcias se alinearon astronĂłmicamente o noâ€? (Belmonte AvilĂŠs; 2012:105). AdemĂĄs de sacar a la luz, con datos empĂ­ricos, que “en el Alto (JLSWR HO 1LOR HUD OD SULQFLSDO IXHQWH GH LQVSLUDFLyQ! SDUD OD RULHQWDFLyQ GH HGLÂżFLRV UHOLJLRVRV´, la MisiĂłn tambiĂŠn llegĂł a demostrar que esta estrategia no se habĂ­a utilizado con carĂĄcter Ăşnico. AsĂ­, determinados eventos del calendario egipcio, relacionados con efemĂŠrides solares o estelares, habrĂ­an ayudado a la alineaciĂłn de numerosos templos, seguramente, con el propĂłsito de aportar un valor aĂąadido a cada recinto, expresando un simbolismo relacionado con los dioses tutelares a los que estaban dedicados. De esta forma, ÂłVH GHÂżQLHURQ VLHWH IDPLOLDV D VDEHU OD IDPLOLD RULHQWDO R HTXLQRFFLDO! , OD IDPLOLD VROVWLcial (II), la familia estacional (III), la familia sotĂ­aca, asociada a Sopdet (IV), la familia canĂłpica, asocia-

Serdab de Dyeser, al pie de la cara norte de su pirĂĄmide, en Saqqara. ObsĂŠrvese la llamativa inclinaciĂłn de toda la estructura. | Flickr. 38 | EgiptologĂ­a 2.0

Estatua Ka de Dyeser, en el interior de su serdab, vista a travĂŠs de una de las mirillas que le permiten al faraĂłn contemplar la Osa Menor. | Wikimedia Commons.

da a Canopo, la segunda estrella mås brillante de los cielos egipcios (V), la familia meridiana o cardinal (VI) y la familia intercardinal (VII)� (Belmonte AvilÊs; 2012:134). Dentro de este contexto, parecen encajar como un guante las alineaciones de los llamados canales de ventilación de la Gran Piråmide, imbricados con algunos de los astros y constelaciones a las que mås acudieron los astrónomos egipcios a la hora de calFXODU OD RULHQWDFLyQ GH VXV HGL¿FLRV PiV VDJUDGRV como es el caso de la estrella polar de la Êpoca, la Osa Menor, Sirio y el cinturón de Orión. Salvo esta última, las otras tres fueron un recurso mås que habitual entre los arquitectos de los faraones. Ademås, la Gran Piråmide de Keops no es la única en la que se han podido documentar alineaciones astronómicas de este tipo. En el recinto funerario del faraón Dyeser, en Saqqara, se encuentra el que es, posiblemente, el serdab mås conocido y mejor estudiado: se trata de una capilla en cuyo interior reside el ka GHO GLIXQWR HVWR HV OD HVWDWXD HQ GRQGH VH WUDQV¿Hre la fuerza vital del difunto una vez que su cuerpo muere. Este tipo de construcciones se solían diseùar sin acceso desde el exterior, quedando disimuladas a travÊs de una falsa puerta. El serdab de Dyeser posee dos particularidades que lo vuelven único. Primeramente, su suelo estå inclinado, formando una diagonal con el terreno llano del exterior. Ademås, frente al rostro del ka se horadaron dos pequeùas rendijas cilíndricas, que permiten a Dyeser contemplar la bóveda celeste.

“JosĂŠ Lull y Robert Bauval han propuesto reciente-


PHQWH \ GH PDQHUD LQGHSHQGLHQWH TXH ORV RULÂżFLRV en su pared norte podrĂ­an haberse orientado a la culminaciĂłn inferior de Alkaid, la estrella de la pezuĂąa de Meskhetiy. Sin embargo, esta hipĂłtesis se basa en los datos proporcionados por la bibliografĂ­a egiptolĂłgica (acimut de 3Âş, inclinaciĂłn del serdab y HQ FRQVHFXHQFLD GH ORV GRV RULÂżFLRV GH XQRV ž que, como se ha discutido, siempre deben usarse con suma cautela. Nuestros datos sobre el terreno UHĂ€HMDQ XQD UHDOLGDG PX\ GLVWLQWD \ SURSRUFLRQDQ XQD soluciĂłn astronĂłmica totalmente diferente pero mucho mĂĄs interesante. AdemĂĄs de una pequeĂąa diferencia en la orientaciĂłn del santuario, la inclinaciĂłn GH ORV GRV RULÂżFLRV WDOODGRV HQ OD SLHGUD FDOL]D GLVWD de ser idĂŠntica: la de uno es mucho mayor que la del otro (11Âź Âş frente a casi 20Âş). Las declinaciones precisas resultantes son 71ټ y 79ټ, respectivamente, para cada uno de los dispositivos. Estos valores de la declinaciĂłn quedan lejos de los de Alkaid; pero, curiosamente, se ajustan bastante bien con la culminaciĂłn inferior de Dubhe, para un intervalo de tiempo en torno al 2370 a.C., con un margen de error de 250 aĂąos, y de Kochab, para el 2705 a.C., con un margen algo inferior de 220 aĂąos, respectivamenteâ€? (Belmonte AvilĂŠs; 2012:180). La cronologĂ­a baja de Dyeser, dada por Hornung, Krauss y Warburton, estima su reinado entre los aĂąos 2592-2566 a.C., mientras que la alta, aportada por Shaw, lo sitĂşa entre los aĂąos 2667-2648 a.C. Este arco de fechas favorece mejor a la hipĂłtesis que sitĂşa al ka de este faraĂłn observando la estrella Kocab en todas y cada una de las noches del aĂąo, aĂşn despuĂŠs de haber transcurrido una centuria desde su embalsamamiento e inhumaciĂłn. Por una parte, Kocab es el cabezal de la azuela celeste: representa el punto exacto de la herramienta de metal que los sacerdotes de Upuaut utilizaron durante los rituales de “Apertura de la bocaâ€? para golpear los Ăłrganos vitales de la momia y devolverles, asĂ­, la sensibilidad. La luz titilante y mortecina de Kocab, penetrando a WUDYpV GH ORV GRV RULÂżFLRV GHO VHUGDE GH OD SLUiPLGH escalonada de Saqqara, vendrĂ­a a devolver la vista a los ojos inertes del ka de Dyeser, al estimularlos una vez por noche, como la manecilla de un reloj que completa su giro diario alrededor de la estrella polar de aquel entonces, Thuban. Por otra parte, es exactamente la misma estrella con la que se alinea el canal norte de la CĂĄmara de la Reina de la Gran PirĂĄmide, posiblemente, a propĂłsito de cumplir el mismo cometido. Por correspondencia, la CĂĄmara de la Reina pudo haber servido, quizĂĄs, como serdab de Keops. La extraĂąa hornacina que muchos buscadores de tesoros excavaron sin mayor fortuna podrĂ­a representar, en efecto, una falsa puerta o un falso pasillo, ser el nicho donde la momia del faraĂłn fue objeto de la “Apertura de la bocaâ€? o incluso el lugar destinado a albergar la estatua del ka del faraĂłn.

Pero, Âżpor quĂŠ en el caso del faraĂłn Dyeser es suÂżFLHQWH FRQ XQD VROD DOLQHDFLyQ GLUHFFLRQDQGR OD mirada de su ka hacia la estrella Kocab? ÂżAcaso la alineaciĂłn cuĂĄdruple de las cĂĄmaras interiores de la *UDQ 3LUiPLGH WLHQH XQ VLJQLÂżFDGR GH FRQMXQWR D~Q mĂĄs elaborado y profundo del que ya intuyĂł JosĂŠ Lull? Para resolver a esta pregunta es necesario reexaminar la trascendencia de cada una de las cuatro constelaciones a las que apuntan estos canales y su posible relaciĂłn con el destino del faraĂłn mĂĄs allĂĄ de la vida terrenal. ,VLV 5HLQD GH FDOHQGDULR Sirio es la estrella principal, o alfa, de la constelaciĂłn Can Mayor, “el gran perroâ€?. Esta nomenclatura se debe a que los griegos creyeron reconocer en ella la imagen del perro de caza del hĂŠroe mitolĂłgico OriĂłn. El sentido astronĂłmico de esta asociaciĂłn radica en el propio movimiento de ambas constelaciones, Can Mayor y OriĂłn: la primera parece seguir a la segunda durante su viaje nocturno, de forma que las estrellas de Can Mayor se muestran sobre el mismo lugar en el horizonte donde algo antes habĂ­an hecho apariciĂłn las de OriĂłn. No obstante, todavĂ­a en tiempos de la colonizaciĂłn cultural helenĂ­stica, en el Egipto lĂĄgida, cuando muchas constelaciones netamente egipcias fueron sustituidas de las techumbres astronĂłmicas de los templos por sus homĂłlogas griegas, Sirio siJXLy LGHQWLÂżFiQGRVH QR FRQ HO SHUUR GH ORV JULHJRV sino con la diosa Isis. AsĂ­ acontece en el mĂĄs cĂŠlebre de los zodĂ­acos de la dinastĂ­a ptolemaica, el circular de Dendera, reconocible por su innegable hermosuUD \ JUDFLDV D VX PDJQtÂżFD FRQVHUYDFLyQ (VWH UHOLHve perpetĂşa algunos de los asterismos concebidos por los astrĂłnomos egipcios, como es el caso de las constelaciones del muslo, el hipopĂłtamo hembra erguido junto al noray y Osiris. En la procesiĂłn de constelaciones en Dendera llama poderosamente la atenciĂłn la presencia de una vaca recostada sobre una barca, con una estrella de cinco puntas entre los cuernos, en el espacio donde la astronomĂ­a griega ubica la existencia del perro de presa de OriĂłn y que los egipcios habĂ­an dispuesto para Isis. En realidad, esta constelaciĂłn no parecerĂ­a, en un primer momento, corresponder a la astronomĂ­a griega ni tampoco a la egipcia, si bien un anĂĄlisis mĂĄs minucioso puede revelar la autĂŠntica identidad de esta diosa encarnada en un cuerpo de bĂłvido. El poeta romano Publio Ovidio NasĂłn, cuya vida transcurriĂł entre los aĂąos 43 a.C. y 17 d.C., dejĂł constancia en sus obras de la asimilaciĂłn entre Isis y la sacerdotisa Ă?o, un personaje de la mitologĂ­a griega que, a consecuencia de sus amorĂ­os con Zeus, fue metamorfoseada por ĂŠste en una ternera blanca, al tratar de esconderla de la cĂłlera de su esposa, Hera. Picado por un tĂĄbano, el animal salvĂł una enorme distancia, hasta terminar sus dĂ­as en Egipto, donde las caricias de EgiptologĂ­a 2.0 | 39


Sirio y OriĂłn en el zodiaco rectangular de Dendera, encarnaciones astrales de los dioses Isis y Osiris. | Robert Cockcroft.

Zeus la devolvieron a la condiciĂłn humana.

“Algo que resulta de lo mĂĄs curioso es la constante asimilaciĂłn que se establece entre Isis e Ă?o, hija de Ă?naco, una asimilaciĂłn que, sobre todo en ĂŠpoca imperial, es mĂĄs comĂşn de lo que cabrĂ­a esperar. Este SDUDOHOLVPR ÂżJXUD HQ GRV REUDV GH 2YLGLR FRQFUHWDmente en Tristes y en Amores, asĂ­ como en Farsalia de Lucano (39-65 d. C.), poeta de origen cordobĂŠs y sobrino de SĂŠneca. Apolodoro (s. II d. C.), en su manual de mitologĂ­a grecorromana conocido como Biblioteca o Biblioteca mitolĂłgica, vuelve a establecer la consabida comparaciĂłn entre sendos personajes femeninos, lo que nos invita a pensar que se trata de un proceso mĂĄs que aceptado segĂşn se extrae de los testimonios que se ocupan de esta cuestiĂłn. Al igual que Plutarco consiguiĂł aunar la tradiciĂłn helĂŠnica y la egipcia con su particular versiĂłn del mito de Isis y Osiris en relaciĂłn a DĂŠmeter y PersĂŠfone, pudo producirse un proceso de hibridaciĂłn similar entre una de las muchas amantes del olĂ­mpico Zeus y la diosa del Niloâ€? (SantamarĂ­a Canales; 2015:237). La vida de Publio Ovidio NasĂłn se desarrollĂł mĂĄs o menos en la misma ĂŠpoca en la que se labrĂł el zodĂ­aco de Dendera, donde la posiciĂłn de los planetas parece arrojar fechas prĂłximas a mayo o junio del aĂąo 51 a.C. (Lull GarcĂ­a; 2004:217), mientras que otros indicios, como un eclipse de Sol en Piscis o un eclipse total de Luna, apuntarĂ­a al 7 de marzo del 51 a.C. o al 25 de septiembre del 52 a.C., respectivamente (Lull GarcĂ­a; 2004:219). Resulta, entonces, apropiado que Ă?o, transformada en la ternera | EgiptologĂ­a 2.0

blanca, tal y como acontece en este zodĂ­aco, ocupe el lugar que los egipcios reservaban para Isis en la bĂłveda celeste. Algunos siglos antes de Ovidio, el sabio griego EratĂłstenes de Cirene, llamado a Egipto por el faraĂłn Ptolomeo III Evergetes para dirigir la Biblioteca de AlejandrĂ­a y, a resultas de tal empresa, gran conocedor de los logros de la ciencia y cultura

Techumbre astronĂłmica de Senenmut. | Metropolitan Museum of Art.


egipcias, ya hizo de sus Catasterismos una suerte de piedra de Rosetta astronĂłmica, al introducir en algunos pasajes comparaciones entre las constelaciones forĂĄneas con las locales. Sobre Can Mayor escribe: “Tiene una estrella sobre la cabeza, la denominada Isis, a la que tambiĂŠn llaman Sirio, grande y brillanteâ€? (Catasterismos UHFRUGDQGR OD LGHQWLÂżFDFLyQ TXH los egipcios daban a su estrella principal. Por su parte, Plutarco ahonda en esta interpretaciĂłn del cielo: “En lengua griega, la estrella es llamada “Perroâ€?, la que consideran como estrella peculiar de Isisâ€? (De Iside et Osiride, 376 A), reforzando la idea antedicha a travĂŠs de otro pasaje, algo mĂĄs amplio: “No sĂłlo los sacerdotes de estos dioses, sino tambiĂŠn los de los demĂĄs dioses que no son ni increados, ni incorruptibles, dicen que sus cuerpos, tras la muerte, yacen cerca de ellos y son venerados, y que sus almas brillan como astros en el cielo; el alma de Isis es llamada por los griegos el Perro, y por los egipcios Sotis, y al alma de Horus se le llama OriĂłn, y a la de TifĂłn [Seth] Osaâ€? (De Iside et Osiride, 359 C-D).

meseo, donde bajo el nombre de cada mes aparece representado un cortejo astral en el que se incluyen algunas de las constelaciones mås destacadas del ¿UPDPHQWR QRFWXUQR VHJXLGDV HQ VX FXUVR SRU ODV H¿JLHV GH ORV SODQHWDV 7DO \ FRPR VH SXHGH REVHUvar en el calco realizado por el egiptólogo Richard Lepsius, se ubica a Sirio presidiendo el primer mes de la estación de la inundación, Ajet. Se representa mediante una diosa, tocada con la corona Swty, con dos plumas de halcón y una de avestruz, que cruza el cielo sobre su barca, con el brazo derecho elevado en seùal de adoración y que sostiene con el izquierdo el símbolo de la vida, anx, y un cetro de HPSXxDGXUD ORWLIRUPH /RV MHURJOt¿FRV TXH OD DFRPpaùan dicen Ast spdt sbA OR TXH OLWHUDPHQWH VLJQL¿FD ³,VLV 6LULR´ VHJXLGD SRU HO GHWHUPLQDWLYR TXH FDOL¿FD a las estrellas. Casi dos siglos antes del reinado de RamsÊs II Meriamón, esta misma asimilación entre Isis y Sirio aparece en el trigÊsimo sexto decano de la techumbre astronómica de Senenmut (Lull García; 2004:202). Por estas y por muchas otras razones, la literatura egiptológica no tiene la menor duda al respecto de la conexión entre la estrella Sirio y la diosa Isis, especialmente, dado el trascendental papel que este lucero tuvo para los egipcios, como seùal de la crecida del río y, en consonancia, de la reiniciación del bucle de las fuerzas cósmicas y telúricas. (O HFR FHOHVWLDO GH 2VLULV

Estatuilla de oro, bronce y madera, con Isis amamantando a Horus. Esta pieza (EA67186) del periodo lĂĄgida fue descubierta por Walter Emery y cedida al Museo BritĂĄnico en 1971 por la Egypt Exploration Society. | British Museum.

Esta equivalencia entre la estrella Sirio y la diosa Isis proviene de antiguo. AsĂ­, en las techumbres astronĂłmicas del Imperio Nuevo se recurre directamente a ella: como demostraciĂłn empĂ­rica de este argumento valgan las inscripciones descubiertas en el Ra-

De forma muy similar se ha podido llevar a cabo la LGHQWLÂżFDFLyQ GH 2ULyQ TXH SDUD ORV HJLSFLRV QR IXH otro que el dios Sah. El anĂĄlisis de las listas decanales no deja la menor duda al respecto: Âł/D ÂżJXUD GH OD FRQVWHODFLyQ HJLSFLD GH 6DK QR HVWi ELHQ GHÂżQLGD HQ la bĂłveda celeste, a pesar de que sabemos que se LGHQWLÂżFD FRQ ODV HVWUHOODV GH 2ULyQ 3ULQFLSDOPHQWH podemos hacer referencia a dos modelos de reconstrucciĂłn que se han propuesto a dicha constelaciĂłn HJLSFLD 6L VHJXLPRV OD ÂżJXUD GH 6DK GHO ,PSHULR 0Hdio, podemos imaginarlo con la estrella Saiph (53-F Orionis) en una rodilla, con Rigel en la otra, con Betelgeuse y Bellatrix en los hombros, Meisa (39-O Ori) en la cabeza, una mano alzada sujetando la estrella AldebarĂĄn en el lugar donde usualmente se hubieUD FRORFDGR HO VtPEROR DQNK \ ÂżQDOPHQWH HO ODUJR cetro was con su cabeza en Alhema (24-J GeminoUXP R FRQ OD ÂżJXUD D OD LQYHUVD FRORFDQGR HO FHWUR was siguiendo las estrellas que dan forma al arco de OriĂłn. El cinturĂłn de OriĂłn tambiĂŠn seĂąalarĂ­a la cintura de Sah. Otra opciĂłn serĂ­a la propuesta por Locher, segĂşn la cual las tres puntas de la corona de Sah corresponderĂ­an a las tres estrellas del cinturĂłn de OriĂłn, mientras que el cetro was tendrĂ­a su cabeza en Saiph y su base en una posiciĂłn tan al sur en la declinaciĂłn como la estrella Fact (D Columbae). EgiptologĂ­a 2.0 | 41


La constelación de Orión, en el centro, bajo la Vía Láctea, fácilmente reconocible por su forma de reloj de arena. A su izquierda, muy | Egiptología 42 brillante, Sirio.2.0 | Alan Studt.


Así, Sah se desarrollaría entre el cinturón de Orión, Lepus y Columba (‌). Por la cantidad de decanos que componen Sah, es necesario que esta constelación desborde los límites de la actual Orión. Posiblemente, hacia el sur, Sah ocupe zonas de Lepus pero, ademås, es muy probable que abarcara tambiÊn buena parte de la constelación de Tauro. Incluso Aldebarån, podría estar en el extremo occidental de Sah� (Lull García; 2004:249-51).

Estatuilla descubierta en Saqqara, representando al dios Osiris. IngresĂł en 1969 en el Museo BritĂĄnico (EA67159) por donaciĂłn de la Egypt Exploration Society. | British Museum.

(O MHURJOtÂżFR GH 6DK HO ' GHO OLVWDGR GH *DUGLQHU se translitera sAH y resulta ser el ideograma que sirve para denominar a los “dedos de los piesâ€?. De hecho, este signo parece representar tres falanges, con sus respectivas uĂąas. Sin embargo, como tocado del dios Sah, icono de la constelaciĂłn de OriĂłn, las tres uĂąas semejan equivaler, en realidad, a las tres estrellas del cinturĂłn de OriĂłn, mientras que una diagonal LQIHULRU GH TXH FRQVWD HVWH MHURJOtÂżFR UHVXOWDUtD DPROdarse a la perfecciĂłn a la regiĂłn donde resplandecen la estrella Ensis (la espada de OriĂłn) y la Gran Nebulosa de OriĂłn, con el nĂşmero 42 en el catĂĄlogo de Charles Messier, tal y como corresponde a la propuesta de Locher. Es innegable que esta concepciĂłn Sah-OriĂłn perviviĂł hasta los estertores de la civilizaciĂłn del Nilo, pues tal que asĂ­ se representa entre las constelaciones del zodĂ­aco circular de Dendera.

Ahora bien, ÂżquiĂŠn es Sah y cuĂĄl es su relaciĂłn con Isis-Sirio? La respuesta hay que buscarla en Osiris; la conexiĂłn entre ambos dioses es tan ancestral que data de la era de las pirĂĄmides. En los Textos de las PirĂĄmides, que fueron escritos entre las dinastĂ­as V y VI, si bien debieron de ser concebidos, seguramente, con mayor antelaciĂłn, ya varios pasajes convierten a Sah en una metĂĄfora astral de Osiris: “Observa, ha venido como sAH, observa, Osiris ha venido como sAH, SeĂąor del Vino en el Festival-wAgâ€? (DeclaraciĂłn 442); “Oh Rey, eres esa gran estrella, el compaĂąero de sAH, que cruza el cielo con sAH, que navega por la Duat con Osiris; asciendes desde el lado este del cielo, siendo renovado a tu debido tiempo y rejuvenecido a tu debido tiempo. El cielo te ha dado a luz con sAH, el aĂąo ha puesto una cinta sobre ti con Osirisâ€? (DeclaraciĂłn 466). TambiĂŠn en la DeclaraciĂłn 477, que relata cĂłmo Osiris es elevado entre los muertos en presencia de los demĂĄs dioses, adopta, entre otros nombres, el de 6DK FDOLÂżFiQGROR FRPR “largo de pierna y de larga zancadaâ€? a travĂŠs de un juego de palabras, con que se aprovecha la homonimia del tĂŠrmino sAH, que se puede traducir tanto “patalearâ€? como “llegar a tierraâ€?, HQWUH RWURV VLJQLÂżFDGRV De esta dualidad, tan clara como la de Isis-Sirio segĂşn se muestra en el Rameseo, tambiĂŠn aparecen algunos textos relevadores, inscritos en varios sarcĂłfagos de Asiut fechados durante el Imperio Medio. Es el caso de los ataĂşdes de las damas Hetepi e Idy, HQWUH RWURV GRQGH OD GHVFULSFLyQ HQ MHURJOtÂżFRV GHO dios Sah aparece vinculada, de forma clara, precisa e inequĂ­voca, con el nombre de Osiris. Los calendarios que muestran estos sarcĂłfagos presentan una divisiĂłn entre las constelaciones del norte, frente a las del sur: las primeras muestran, Ăşnicamente, a la diosa Nut, acompaĂąada por la constelaciĂłn del muslo, con la leyenda msxtyw m pt mHtt, que se puede traducir como “el muslo en el cielo septentrionalâ€?. Las segundas representan a Sirio y a OriĂłn: Sirio, idealizada como una mujer con el cetro wAs en la mano GLHVWUD HO MHURJOtÂżFR GH OD YLGD HQ OD VLQLHVWUD \ WRFDda con una espina en la cabeza, se completa con la inscripciĂłn spdt di.s anx, “Sirio, dadora de vidaâ€?. Por VX SDUWH 2ULyQ HV SUHVHQWDGR FRQ HO MHURJOtÂżFR ' en la cabeza, el rostro vuelto hacia atrĂĄs, vistiendo el faldellĂ­n real, con el cuero cabelludo negro, sosteniendo el cetro wAs en la mano derecha y el anx en la izquierda. La descripciĂłn que rodea a su imagen es la que mayor nĂşmero de variantes presenta entre los distintos registros de Asiut, si bien el anĂĄlisis comparativo entre los mismos apunta hacia la fĂłrmula sAH m pt rsyt sAH im Hr.k sDm.k mA.k wsir FRQ HO VLJQLÂżFDGR “Sah en el cielo meridional; Sah, con tu rostro oyes y ves a Osirisâ€?. Bajo el reinado de Maatkara Hatshepsut, en el siglo XV a.C., en la vigĂŠsimo quinta EgiptologĂ­a 2.0 | 43


Detalle del panel estelar del sarcĂłfago de Idy, en Asiut. | Einsamer SchĂźtz.

columna de la techumbre astronĂłmica de Senenmut se representa uno de los decanos de OriĂłn, Xry rmn sAH, “el que estĂĄ debajo del brazo de Sahâ€?, seĂąalĂĄndolo bajo la protecciĂłn del dios Osiris (Lull GarcĂ­a; 2004:202), divinidad a la que no se asocia ni uno solo de los demĂĄs decanos descritos en este panel estelar. 'RV PLOHQLRV GHVSXpV WRGDYtD VH PDQLÂżHVWDQ SUXHbas de la pervivencia de esta simbiosis entre ambos dioses, ya no solamente en el zodĂ­aco circular de Dendera o en los autores grecolatinos, sino tambiĂŠn en las Lamentaciones de Isis y Neftis, un papiro de la ĂŠpoca ptolemaica, escrito en hierĂĄtico y descubierto en el interior de una estatua de Osiris. Al dirigirse a su difunto hermano y esposo, Isis apela a las versiones celestes de ambos, ella como Sirio, ĂŠl como OriĂłn: “Cuando atraviesas el cielo, tus enemigos no estĂĄn. Yo soy tu guardiĂĄn todos los dĂ­as. Vienes a nosotros como niĂąo en la Luna y el Sol. ÂĄNo dejamos de contemplarte! Tu sagrada imagen, sAH, en el cielo, amanece y se establece cada dĂ­a. Yo soy Sothis, quien le sigue. ÂĄNo me apartarĂŠ de ĂŠl!â€? (Lamentaciones de Isis y Osiris, 4:10). Pese a todo lo dicho, que cuenta con el consenso egiptolĂłgico como principal garantĂ­a, lo cierto es que 3OXWDUFR LGHQWLÂżFy OD FRQVWHODFLyQ GH 2ULyQ FRQ HO alma de Horus, en lugar de la de Osiris, aĂşn despuĂŠs de haber seĂąalado correctamente que Sirio se 44 | EgiptologĂ­a 2.0

corresponde con la de Isis (De Iside et Osiride, 359 C-D). Craso error, que debe y puede ser corregido, puesto que algunos manuales todavĂ­a hoy repiten esta correlaciĂłn errĂłnea para OriĂłn, “primitivaPHQWH LGHQWLÂżFDGR FRQ HO YLFWRULRVR +RUXV´ (MĂźller; 1996:59). Esta tergiversaciĂłn se debe, quizĂĄs, a la FRQFXUUHQFLD HQWUH OD ÂżJXUD GH DPERV GLRVHV EDMR OD persona Ăşnica del faraĂłn, Horus en vida, Osiris en el reino de los muertos. (O PXVOR GH 6HWK La constelaciĂłn que los egipcios conocieron como “el Musloâ€? (msxtyw) es la que nosotros denominamos Osa Mayor. La persistencia de la constelaciĂłn del Muslo a travĂŠs de la historia egipcia se nos evidencia cuando todavĂ­a contemplamos su representaciĂłn en el zodĂ­aco Dendera B. Este Muslo es la representaciĂłn de la “pata delanteraâ€? que segĂşn algunas tradiciones citadas con anterioridad, como la conservada en la secciĂłn 42 de los Textos de las PirĂĄmides, fue la extremidad que Horus lesionĂł a Seth durante el litigio habido entre ambos: “Los seĂąores de la verdad son Seth e Isdes, seĂąor de Occidente. La corporaciĂłn divina que rodea a Osiris la forman Imseti, Hapy, Duamutef, Quebejsenuf y son los dioses que estĂĄn tras el Muslo en el cielo del Norteâ€? (Libro de los Muertos, cap. 17). Los cuatro hijos de Horus mencionados aquĂ­ parecen


corresponderse con las cuatro estrellas del trapecio del “carroâ€? (Megrez, Phad, Merak y Dubhe). Se trata GH XQD DÂżUPDFLyQ TXH FXHQWD FRQ JUDQ FRQVHQVR HQtre los expertos: “En el Libro de la Noche, escrito en la ĂŠpoca ramĂŠsida se lee: “Esta pierna de Seth estĂĄ en el cielo septentrional unida a dos norays de piedra SRU XQD FDGHQD GH RUR (VWi FRQÂżDGR D ,VLV FRPR hipopĂłtamo, guardarlaâ€?. AsĂ­ pues, Mesjetiu (Osa Mayor) es en realidad la pierna de Seth. La hipopĂłtamo, llamara rrt, es una forma de la diosa Isis que, como seĂąala el texto, tiene la misiĂłn de custodiar la pierna. Para ello, la tiene atada por cadenas de oro a dos amarres. Esta imagen se puede apreciar mejor en algunos techos astronĂłmicos, como el de Seti I o Padiamonipet. En el papiro Jumilhac, ptolemaico, se vuelve a hacer una referencia a esta historia, aclarando en gran medida cĂłmo surgieron estas constelaciones: “DespuĂŠs de que ĂŠl (Horus) cortase su pierna (la de Seth), lo levantĂł en la mitad del cielo, estando las divinidades allĂ­ para guardarlo, la pierna msxt del cielo septentrional, y la gran hipopĂłtamo rrt wrt lo sostiene de modo que no pueda viajar entre los diosesâ€? (Lull GarcĂ­a; 2004:225-26). De esta manera se expresa simbĂłlicamente que, a causa de su insumisiĂłn, con regicidio y usurpaciĂłn incluidos, los demĂĄs dioses hicieron a Seth prisioneUR HQ ORV FRQÂżQHV GHO SROR QRUWH WHQLHQGR SRU FDUcelera a la hipopĂłtama Isis-Dyamut, sobre la cual volveremos mĂĄs adelante. AsĂ­, mientras el resto de constelaciones desaparecen por el horizonte, tragadas por la boca de la diosa Nut, disfrutando despuĂŠs de un renacimiento astral, las constelaciones circumpolares estĂĄn condenadas a orbitar en pequeĂąos cĂ­rculos alrededor de la estrella polar, sin poder alcanzar jamĂĄs la lĂ­nea del orto y del ocaso y, en consecuencia, quedando privadas de la resurrecciĂłn e impedidas de gozar de la vida ultraterrena en la campiĂąa de las juncias. Esta escena aparece recogida con una precisiĂłn exquisita en el zodĂ­aco rectangular de Dendera, donde Seth se representa simplemente como el cuarto traVHUR GH XQ EyYLGR DO TXH SDUD LGHQWLÂżFDU HO DQLPDO se le aĂąade la cabeza de un buey. Resulta sencillo reconocer, ademĂĄs, la forma de la Osa Mayor, donde la pezuĂąa equivale a Benetnasch, el grillete es 0L]DU HO FRGR HV $OLRWK \ HO ODFyQ VH SHUÂżOD FRPR el cuadrilĂĄtero determinado por las estrellas Megrez, Phad, Merak y Dubhe. AdemĂĄs, teniendo en cuenta que la estrella Thuban ocupĂł el lugar de la polar hacia el tercer milenio antes de nuestra era, momento de la composiciĂłn de los Textos de las PirĂĄmides, se colige que la cadena de oro que sujeta a Seth es una lĂ­nea imaginaria que se proyecta desde Mizar hasta Thuban y que, en efecto, si observamos HO ÂżUPDPHQWR QRFWXUQR SRGUHPRV REVHUYDU FyPR se prolonga hasta Kocab, la estrella que ocupĂł un

RĂŠplica de la cĂĄmara funeraria de Seti I (KV17). | Factum Foundation.

lugar prĂłximo a la polar durante el segundo milenio antes de nuestra era, momento en que se plasmaron las cartas estelares del Imperio Nuevo, formando un grupo perfectamente reconocible. En consecuencia, el abdomen, busto y cabeza de Isis-Dyamut parece ocupar DragĂłn, con su espalda en HĂŠrcules y sus pies sobre las constelaciones de Corona Boreal y Boyero. La pata de buey, o muslo de Seth, sirviĂł de referente para establecer las sucesivas representaciones icĂłnicas de la Osa Mayor: en los diversos techos astronĂłmicos del Imperio Nuevo se representa esta FRQVWHODFLyQ FRPR OD ÂżJXUD tQWHJUD GH XQ EyYLGR WUDdicionalmente interpretado como un toro (o tambiĂŠn como buey), con la salvedad de algunas variantes en las que se suprimen las extremidades y se esWLOL]D HO DEGRPHQ WDO TXH OD ÂżJXUD VH DVHPHMD D OD representaciĂłn de un busto de dicho animal. Son los casos, entre otros, de la primera cĂĄmara de la tumba secreta de Senenmut (TT353), el hall K de la tumba de Menmaatra Seti I (KV17), el de la sala hipĂłstila del Rameseo (en la necrĂłpolis de Tebas Occidental) o el del corredor B de la tumba de los ramĂŠsidas V y VI (KV9). Esta iconografĂ­a de la Osa Mayor alternarĂĄ con otra equivalente a la misma, obtenida a travĂŠs GH OD ÂżJXUD WUySLFD GH OD VLQpFGRTXH GH PRGR TXH en lugar del toro harĂĄ apariciĂłn tan solo uno de sus componentes, en representaciĂłn de su globalidad: el muslo. Como ejemplos valgan la tapa del sarcĂłfago de Idy, procedente de Assiut (perteneciente al Primer Periodo Intermedio), un fragmento del sarcĂłfago de la esposa de Mentuhotep II (elaborado ya durante las primeras dĂŠcadas del Imperio Medio), asĂ­ como el antes citado zodĂ­aco circular Dendera B (cuya fecha se remonta al periodo ptolemaico). Las constelaciones prĂłximas a la mayor de las osas VH YLHURQ LQĂ€XHQFLDGDV SRU HVWD LFRQRJUDItD UHODFLRnada con el ganado bovino: de esta manera, la acWXDO FRQVWHODFLyQ GH %R\HUR DSDUHFH \D LGHQWLÂżFDGD en el techo de la tumba de Menmaatra Seti I como un EgiptologĂ­a 2.0 | 45


Constelaciones circumpolares de la KV17. | Wikimedia Commons.

individuo encargado del cuidado y sujeciĂłn del toro (la Osa Mayor); es innegable la evidente transmisiĂłn directa del contenido de esta iconografĂ­a egipcia a su denominaciĂłn actual, Boyero, “el que conduce y guarda los bueyesâ€?. Y esta operaciĂłn de traslaciĂłn GH VLJQLÂżFDGRV VH IXQGDPHQWD HQ OD ELYDOHQFLD GH la constelaciĂłn Osa Mayor en la cosmografĂ­a griega. Por un lado, su carĂĄcter osuno procede de la mitologĂ­a helĂŠnica, donde la hermosa joven Calisto tuvo que pagar su desliz con Zeus siendo metamorfoseada en osa (Ovidio, Metamorfosis, II, 401-532), condena que el propio Zeus conmutĂł en una nueva metamorfosis que la convirtiĂł en la constelaciĂłn que nos ocupa (Catasterismos, 1). Por otro, la inmediata constelaciĂłn del Boyero representaba para los griegos a ArtofĂ­lace, tambiĂŠn llamado Arcade, hijo de la castigada uniĂłn entre Zeus y Calisto, y cuya ÂżJXUDFLyQ HQWUH ODV HVWUHOODV UHVSRQGtD D OD IXQFLyQ concreta de guardar y proteger a su madre (Catasterismos, 8), como nos revela el nombre de la estrella principal de esta constelaciĂłn: Arturo, que en grieJR ǚȥČ›Ä˛Č ŕŤ¨ČĄČ Č˘ YLHQH D VLJQLÂżFDU “el guardiĂĄn de las osasâ€? de la misma manera que el boyero representa al guardiĂĄn del buey/toro. Paralelamente a esta interpretaciĂłn de la Osa Mayor como Osa, los griegos tambiĂŠn consideraron esta constelaciĂłn desde una perspectiva mucho mĂĄs SUy[LPD D OD LFRQRJUDItD HJLSFLD GHO ÂżUPDPHQWR VXV siete estrellas principales (Dubhe, Merak, Phad, Mizar, Alioth, Megrez y Alkaid) fueron llamadas por los grecorromanos septentrium, construcciĂłn que viene D VLJQLÂżFDU “los siete bueyes de laborâ€? y que constituye el ĂŠtimo de la palabra septentriĂłn, sinĂłnima de “norteâ€?, en tanto que la constelaciĂłn de la Osa Mayor pertenece al conjunto de las llamadas constelaciones circumpolares, por su proximidad al polo norte celeste. Y desde la perspectiva de este paradigma egiptizante, la constelaciĂłn contigua a los siete bueyes de 46 | EgiptologĂ­a 2.0

labranza recibiĂł la denominaciĂłn de Boyero, el mayoral encargado de la crianza y cuidado de los siete bueyes. Este boyero es Filomela, hijo de DĂŠmeter (la Ceres romana, diosa de la agricultura y de la fecundidad) y del hĂŠroe Yasio (o JasiĂłn) y hermano menor de Pluto, “la riquezaâ€?. Filomela representa, frente a su hermano mayor, la vida mĂ­sera y la subsistencia a travĂŠs de un esforzado y humilde trabajo: con lo poco que consiguiĂł de Pluto comprĂł algunos bueyes, inventĂł el arado y se valiĂł de ĂŠstos para extraer el fruto de la tierra con el sudor de su frente. Su madre, DĂŠmeter, compensĂł esta entrega y laboriosidad transportĂĄndolo al cielo y catasterizando su cuerpo en la constelaciĂłn del Boyero. Es indudable la proyecciĂłn del muslo de Seth en la astronomĂ­a actual, UHĂ€HMDGD HQ WpUPLQRV FRPR VHSWHQWULyQ R ER\HUR D SHVDU GH WHQHU TXH VRSRUWDU HO LQĂ€X\HQWH SHVR GH OD cosmovisiĂłn axiomĂĄtica de los griegos, que la transformarĂ­a al paradigma osuno. Muchos especialistas han dedicado grandes esfuerzos en localizar la versiĂłn celeste de Seth, llegando a muy diversas conclusiones: la egiptĂłloga Jane B. Sellers considera que el dios Seth fue asimilado por los antiguos egipcios al grupo estelar de las HĂ­ades, asterismo anejo a Tauro que, por su forma en V, representa los pitones de dicho toro. Entre los seguidores de esta teorĂ­a se encuentra el ingeniero egipcio Robert Bauval. Por su parte, el astrofĂ­sico espaĂąol Juan Antonio Belmonte AvilĂŠs se hace eco de OD LGHQWLÂżFDFLyQ GH 6HWK FRQ OD FRQVWHODFLyQ GH (VFRUSLR UHÂżULpQGRVH D TXH XQD GH ODV PHWDPRUIRVLV de Seth durante su combate contra Horus fue bajo OD ÂżJXUD GH XQ HVFRUSLyQ \ TXH SUHFLVDPHQWH HQ los techos astronĂłmicos del Imperio Nuevo se representa una constelaciĂłn con forma de alacrĂĄn en la regiĂłn celeste que ocupa Escorpio. Belmonte relata que en la mitologĂ­a griega es Escorpio quien provoca la muerte del cazador OriĂłn (Catasterismos, 7), personajes que, en el ĂĄmbito egipcio, equivaldrĂ­an a los dioses Seth y Osiris, el primero de los cuales asesinĂł al segundo. El simbolismo astronĂłmico de este fenĂłmeno consiste en que cuando OriĂłn se oculta (muere) en Poniente, Escorpio surge por el horizonte oriental. Para demostrar la relevancia de la constelaciĂłn Escorpio en la antigua astronomĂ­a egipcia recurre a S. C. Haack, quien estudiĂł cĂłmo la mayorĂ­a de las pirĂĄmides del Imperio Antiguo fueron orientadas a travĂŠs del orto de la estrella Acrab (Beta Scorpii). Pese a los diversos argumentos aportados a cada una de las anteriores teorĂ­as, ninguna nos satisface en cuanto a su explicaciĂłn: como hemos visto, las HĂ­ades eran probablemente un apĂŠndice de la constelaciĂłn egipcia de Sah antes que una constelaciĂłn autĂłnoma y ninguno de los tres decanos correspondientes a Tauro estĂĄ asociado al dios Seth sino a su antagonista ritual, su sobrino Horus. AsĂ­, segĂşn la


familia Seti IB son art, xAw y rmn Hryw, y sus dioses asociados son el Ojo de Horus, los cuatro hijos de Horus y Horus (SĂĄnchez RodrĂ­guez, 2000:120-21 y 129). AdemĂĄs, existe una determinada teorĂ­a que relaciona este asterismo interior de Tauro con una divinidad muy vinculada a Horus: su esposa, Hathor, de la que no debemos olvidar que tiene forma de vaca, la hembra del toro, actual forma de la constelaciĂłn genĂŠrica en la que aparece inmersa:

“Esta diosa [Hathor] ha sido multiplicada en el grupo de las “siete Hat-hĂ´râ€? que predicen el futuro, especialmente de cada niĂąo en su nacimiento. La sospecha de que estas siete parcas eran originariamente las PlĂŠyades, que, entre otras naciones eran las constelaciones del destino humano (de forma especial en el augurio de las enfermedades), y tambiĂŠn OD YDWLFLQDGRUD GH OD FRVHFKD VH FRQÂżUPD FXDQGR encontramos las “siete vacas Hat-hĂ´r con su toroâ€?; pues las PlĂŠyades estĂĄn en la constelaciĂłn de Tauroâ€? (MĂźller, 1996:42). El autor del presente fragmento, Max MĂźller, continĂşa esta relaciĂłn entre las PlĂŠyades, las siete Hathor \ OD DJULFXOWXUD UHÂżULpQGRVH D ODV VLHWH YDFDV JRUGDV \ ODV VLHWH YDFDV Ă€DFDV GHO VXHxR TXH -RVp LQWHUpretĂł al faraĂłn como siete aĂąos de abundancia de trigo y siete aĂąos de sequĂ­a, relato contenido en un pasaje del Libro del GĂŠnesis (cap. 41, 1-36), de clara LQĂ€XHQFLD HJLSFLD (VWD UHODFLyQ SRGUtD VHU FRPSOHWDGD HQ OR TXH VH UHÂżHUH D ORV YDWLFLQLRV VREUH DJULFXOtura, mediante la alusiĂłn a las interpretaciones que los griegos hacĂ­an de la presencia de las PlĂŠyades HQ HO ÂżUPDPHQWR FXDQGR VRQ HQ UHDOLGDG XQ FRQMXQWR GH VLHWH HVWUHOODV TXH FRQÂżJXUDQ XQD FRQVWHODciĂłn interior de Tauro, al igual que las HĂ­ades, siendo ambos grupos muy prĂłximos entre sĂ­: “Comienza la siega cuando nazcan las PlĂŠyades engendradas por Atlas, y la siembra cuando se pongan, pues estĂĄn ocultas durante cuarenta noches y cuarenta dĂ­as y en el transcurso del aĂąo se muestran de nuevo por SULPHUD YH] FXDQGR VH DÂżOD OD JXDGDxD´ (Hesiodo, Trabajos y DĂ­as, 384-88). No debemos tampoco olvidar las representaciones predinĂĄsticas en las que los rostros hathĂłricos aparecen adornados por una serie de cinco estrellas: dos en la punta de sus cuernos, dos en los lĂłbulos de sus orejas y una en la frente, y que pueden considerarse como manifestaciones de las cinco estrellas mĂĄs visibles del asterismo de las HĂ­ades, ya que mantienen una disposiciĂłn exacta a como estas estrellas adornan los cuernos, las orejas y la frente de la constelaciĂłn de Tauro. AldebarĂĄn y Ain (Alfa y Epsilon Tauri) equivalen a las estrellas de la cornamenta de Hathor, Eudora (Delta Tauri) y Theta Tauri las de los lĂłbulos de sus orejas, y Ambrosia (Gamma Tauri) a la de su frente. Pero en su repre-

sentaciĂłn grecorromana, las estrellas de los lĂłbulos auriculares se entienden como la parte posterior de cada ojo, mientras que la de la frente se interpreta FRPR HQ ORV ROODUHV R VHD VREUH ORV RULÂżFLRV GH OD nariz de las bestias, tal y como relata EratĂłstenes en sus catasterismos: “Tiene la constelaciĂłn del Toro siete estrellas. Pues bien, se mueve por sĂ­ mismo con la cabeza hacia atrĂĄs. Una en el nacimiento de los cuernos (la del lado izquierdo es mĂĄs brillante), una sobre cada ojo, una sobre los ollaresâ€? (Catasterismos, 14). &RQ UHVSHFWR D OD LGHQWLÂżFDFLyQ GH 6HWK FRQ (VFRUpio, la constelaciĂłn egipcia que representa al esFRUSLyQ OD GLRVD 6LUTXHW KD VLGR LGHQWLÂżFDGD SRU + Chatley como Cabellera de Berenice y no como la propia Escorpio, lo cual contraviene la interpretaciĂłn de Belmonte a travĂŠs de la mitologĂ­a griega. En el presente artĂ­culo, defendemos la teorĂ­a de que la constelaciĂłn del Muslo (msxtyw) es, en realidad, un catasterismo del muslo que Horus arrancĂł a Seth durante su particular “guerra de sucesiĂłnâ€?. Esta teorĂ­a aparece tambiĂŠn en la obra de Max MĂźller, expuesta en los siguientes tĂŠrminos: “La constelaciĂłn de siete estrellas de la Ursa Major (el carro de David, popularmente llamada el CucharĂłn en los Estados 8QLGRV IXH VyOR PXFKR GHVSXpV LGHQWLÂżFDGD FRQ HO malvado dios Sèth-TifĂłn, el adversario de Osiris, e incluso con sus viejos nombres, “la Pata de Bueyâ€? o “el BastĂłn, el Percutorâ€? (Mesekhti), era una constelaFLyQ GH PDO DXJXULR D SHVDU GH SHUWHQHFHU HVSHFtÂżcamente a las venerables “estrellas indestructiblesâ€?, es decir, las visibles durante todo el aĂąo en la regiĂłn mĂĄs destacada del cielo, cerca del Polo Norteâ€? (MĂźller, 1996:61). Una de las mejores bazas con que contamos para sostener la pervivencia histĂłrica de la equivalencia entre Seth y la constelaciĂłn de msxtyw (Osa Mayor), desde los albores de la civilizaciĂłn del Nilo hasta la ĂŠpoca lĂĄgida, es un pasaje de la obra de Plutarco donde el autor clĂĄsico enumera las estrellas y constelaciones que corresponden a los dioses de mayor importancia del panteĂłn egipcio: “No sĂłlo los sacerdotes de estos dioses, sino tambiĂŠn los de los demĂĄs dioses que no son ni increados, ni incorruptibles, dicen que sus cuerpos, tras la muerte, yacen cerca de ellos y son venerados, y que sus almas brillan como astros en el cielo; el alma de Isis es llamada por los griegos el Perro, y por los egipcios Sotis, y al alma de Horus se le llama OriĂłn, y a la de TifĂłn [Seth] Osaâ€?. (De Iside et Osiride, 359 C-D). Seth, bajo su nombre griego, TifĂłn, es asimilado a la FRQVWHODFLyQ GH OD 2VD VLQ HVSHFLÂżFDU FXiO VL OD 2VD Mayor o la Osa Menor. Casi la totalidad de los trabajos de arqueoastronomĂ­a coinciden en reconocer en el “Musloâ€? la actual Osa Mayor, siendo su mejor EgiptologĂ­a 2.0 | 47


/D SDFLÂżFDFLyQ HQWUH +RUXV \ 6HWK WDO \ FRPR ÂżJXra en el trono de Jeperkara Senusert I. Durante su lucha, Horus perdiĂł un ojo y Seth un muslo, que fue encadenado las estrellas circumpolares. | Wikimedia Commons.

exponente un fragmento del sarcĂłfago de la esposa de Montuhotep II, donde el “Musloâ€? se ha decorado con las estrellas que lo conforman, siendo ĂŠstas un calco de la Osa Mayor (SĂĄnchez RodrĂ­guez, 2000:78). No obstante, la constelaciĂłn del “Musloâ€? IXH HYROXFLRQDQGR KDVWD TXH VH FRQYLUWLy HQ OD ÂżJXUD completa de un bĂłvido, a pesar de lo cual no variĂł su nomenclatura. Ésta es la manera en que en la mayorĂ­a de los techos astronĂłmicos del Imperio Nuevo (tumbas de Senenmut, Tebe, Menmaatra Seti I, RamsĂŠs V, RamsĂŠs VI y Rameseo) se representa, por lo tanto, a la Osa Mayor. Pero si realizamos un anĂĄlisis pormenorizado del cielo circumpolar de estas cartas celestes hallaremos una anomalĂ­a sorprendente: se trata del hecho de que a ninguna de las constelaciones pueden serle atribuidas las estrellas que conforman la actual Osa Menor. /DV HVWUHOODV TXH VH SHUGLHURQ HQ HO QRUWH La ausencia de la Osa Menor en los planisferios celestes del Antiguo Egipto no puede ser considerada como una muestra de que los egipcios apenas concediesen importancia a esta constelaciĂłn porque, precisamente, se conoce un utensilio utilizado durante la ceremonia de apertura de la boca y de los RMRV GHO GLIXQWR FX\D IRUPD KD VLGR LGHQWLÂżFDGD SRU la egiptologĂ­a como una estilizaciĂłn de las siete estrellas principales de la constelaciĂłn de la Osa Menor. Los egipcios conocieron a este instrumento bajo varios nombres: nwt y nTrty, el primero de los cuales 48 | EgiptologĂ­a 2.0

es su nombre genĂŠrico, “azuelaâ€?, y el segundo un adjetivo, “la doblemente divinaâ€?. En las tumbas tebanas tambiĂŠn recibe la denominaciĂłn de dwA wr, “la gran maĂąanaâ€?, aludiendo a la maĂąana de un nuevo dĂ­a de vida despuĂŠs de la vida, la “gran maĂąanaâ€? de la resurrecciĂłn, ya que la ceremonia de apertura de la boca y los ojos estaba encaminada a restaurar las funciones corporales del difunto, como la visiĂłn, la UHVSLUDFLyQ OD DXGLFLyQ (Q GHÂżQLWLYD SHUPLWLU TXH el difunto regrese a la vida en el mundo de ultratumba. AsĂ­, el nombre de dwA wr es tambiĂŠn una alusiĂłn a su funcionalidad, tratĂĄndose mĂĄs de un adjetivo UHODFLRQDGR FRQ VX GHÂżQLFLyQ TXH GH VX YHUGDGHUR nombre. Finalmente, esta azuela tambiĂŠn recibiĂł la denominaciĂłn de msxtyw, exactamente el mismo nombre que recibe la constelaciĂłn Osa Mayor. Este es el motivo por el que los expertos G. A. Wainwright y Samuel A. B. Mercer llegaron a la conclusiĂłn de que, realmente, la azuela del Upuaut tenĂ­a la forma de la Osa Mayor y no la de la Osa Menor, como defendiĂł el egiptĂłlogo alemĂĄn Borchardt. Lo mĂĄs sorprendente es que el propio nombre de la Osa Mayor llega incluso a representarse con tres determinatiYRV XQ PXVOR HQ UHIHUHQFLD D VX VLJQLÂżFDGR XQD estrella, como constelaciĂłn y una ÂĄÂĄÂĄazuela!!! ÂżCuĂĄl HV HO VLJQLÂżFDGR GH HVWD DVRFLDFLyQ" La palabra “azuelaâ€?, nwt, representada a travĂŠs del sĂ­mbolo U19 de la numeraciĂłn de sir Alan H. Gardiner, tiene una vinculaciĂłn irresistible con la astronomĂ­a: se trata de un homĂłnimo del nombre de la diosa celeste, Nut (nwt). La lectura complementaria entre ambas palabras es “azuela celesteâ€?, lo cual nos permite relacionarla con la “azuela celesteâ€? de algunos mapas estelares egipcios, como el que contemplaPRV HQ HO ]RGtDFR FLUFXODU GH 'HQGHUD EDMR OD ÂżJXUD de su dios regente, el chacal Upuaut, asimilado posteriormente al dios embalsamador, Anubis. La personalidad de ambos dioses se acopla tanto por su HÂżJLH FDQLQD FRPR SRU VX UHOHYDQFLD HQ ORV ULWRV I~nebres: bajo la protecciĂłn de Anubis los sacerdotes PRPLÂżFDQ HO FDGiYHU \ EDMR OD GH 8SXDXW UHDOL]DQ ORV ritos de reanimaciĂłn de la momia. Si escrutamos el zodĂ­aco circular de Dendera, hallaremos que la Osa Mayor viene representada como un simple muslo (msxtyw), a pesar de que en los teFKRV DVWURQyPLFRV GHO ,PSHULR 1XHYR VH FRGLÂżFDED EDMR OD ÂżJXUD tQWHJUD GHO EyYLGR $ XQ WLHPSR HQ Dendera el “musloâ€? es acompaĂąado por la constelaFLyQ Âł$]XHOD GHO 8SXDXW´ FX\D ÂżJXUDFLyQ FRUUHVSRQde a la imagen de un chacal sobre la azuela U7 del FDWiORJR GH MHURJOtÂżFRV GH $ *DUGLQHU (VWD FRQVtelaciĂłn, que no aparece en ninguna techumbre del Imperio Nuevo, no es otra que la Osa Menor. Tanto por su denominaciĂłn, como por su antigĂźedad y carĂĄcter propiamente egipcio, resulta enigmĂĄtico que la “Azuela del Upuautâ€? no haya sido representada en


Osa Menor, con las siete estrellas que forman el pequeĂąo carro. | Rogelio Bernal Andreo.

las cartas celestes anteriores al periodo ptolemaico, toda vez que es imposible que su apariciĂłn se trate GH XQD LQĂ€XHQFLD JULHJD \D TXH HQWRQFHV VX ÂżJXUDciĂłn responderĂ­a a la apariencia de un osezno. No REVWDQWH VL FRPSDUDPRV ODV ÂżJXUDV GH OD 2VD 0D\RU y de la Osa Menor pronto se nos muestra su gran sePHMDQ]D GLÂżULHQGR ~QLFDPHQWH HQ WDPDxR \ HQ ODV formas cĂłncava y convexa de sus mangos. Siendo la Osa Mayor una de las patas del bĂłvido de los mapas astronĂłmicos del Imperio Nuevo, por su apariencia es muy probable que la Osa Menor sea otra de las patas de dicho bĂłvido. Desde esta perspectiva, solucionarĂ­amos tres grandes incĂłgnitas de la astronomĂ­a egipcia, a saber: la ausencia de la constelaciĂłn Osa Menor en las cartas celestes egipcias del Imperio Nuevo, a pesar de que uno de los aparejos mĂĄs sagrados de los ritos fĂşnebres del Antiguo Egipto, la “Azuela del Upuautâ€?, deba su forma a esta constelaciĂłn; la transformaciĂłn de la constelaciĂłn del “Musloâ€? en un bĂłvido completo, cuando la Osa Mayor sĂłlo SXHGH VHU LGHQWLÂżFDGD FRQ XQD GH VXV SDWDV \ HO KHcho de que tanto la Osa Menor como la Osa Mayor estĂŠn asociadas a las azuelas del ritual de apertura de la boca: la Osa Menor es la azuela del Upuaut, mientras que la Osa Mayor comparte el nombre de la azuela msxtyw y, ambas azuelas no son sino la misma azuela.

“Entre las estrellas imperecederas, pudo haber otras “constelacionesâ€? que, por el contrario, rara vez se mencionan. Especialmente interesantes son las “dos azadasâ€?, nTrty o Netjerty, que se mencionan en dos ocasiones en los Textos de las PirĂĄmides en el contexto de la escatologĂ­a astral y el viaje del rey hacia las imperecederas. Es casi seguro que estas azadas serĂ­an las mismas que utilizaban los sacerdotes en la ceremonia de la apertura de la boca. Hoy se

acepta, con ciertas dudas, que estas azadas podrĂ­an LGHQWLÂżFDUVH FRQ GRV DVWHULVPRV GH IRUPD VLPLODU OD Osa Mayor (El Carro, en realidad) y la Osa Menor. De hecho, las referencias mĂĄs antiguas, especialmente las de los Textos de las PirĂĄmides, pueden hacer referencia a dos azuelas o bifaces de piedra que habrĂ­an sido acoplados en el cabezal de las respectivas azadas. Curiosamente, segĂşn ha estudiado Roth, estas azuelas eran denominadas “sebawyâ€? (las dos estrellas) en las fuentes contemporĂĄneas, un hecho que bien podrĂ­a estar conectado con la hipĂłtesis que proponemos aquĂ­. Cada azuela podrĂ­a estar relacionada con su equivalente estelar “en la cabezalâ€? de su respectiva azada celeste, las estrellas Dubhe (D UMa) y Kochab (E UMi)â€? (Belmonte AvilĂŠs, 2012:178-79). A estas alturas resulta evidente que ambas consWHODFLRQHV FRQIRUPDQ XQ WRGR EDMR OD ÂżJXUD tQWHJUD

El dios Anubis abre la boca del faraĂłn Menmaatra Seti I, en la KV17, con la azuela del Upuaut, rĂŠplica a pequeĂąa escala de la Osa Menor. | William Petty. EgiptologĂ­a 2.0 | 49


/D FRPDGURQD TXH D\XGD D TXH QD]FDQ ODV HVWUHOODV

Las constelaciones del muslo y de la azuela del Upuaut, en el corazĂłn del zodiaco circular de Dendera. | Ben Golub.

del bĂłvido, a lo que se debe que compartan atribuciones. Su divisiĂłn en dos constelaciones diferentes parece ser una invenciĂłn tardĂ­a y de ahĂ­ que durante el periodo ptolemaico aparezcan separadas bajo dos formas diferentes, mientras que en las cartas celestes del Imperio Nuevo integren un conjunto estelar no diferenciado. De hecho, si analizamos la etimologĂ­a de la palabra msxtyw descubriremos que se trata del plural de un adjetivo nisbado, esto es, la terminaciĂłn en -w indica la formaciĂłn plural, mientras que la partĂ­cula –y es la nisbaciĂłn de la palabra msxt FRQ HO VLJQLÂżFDGR de “El que estĂĄ sobre Mesjetâ€?, o “El que pertenece a Mesjetâ€? y, en plural, “Los que pertenecen o estĂĄn en Mesjetâ€?, del mismo modo que imnntyw se traduce como “Los que pertenecen al occidenteâ€?. La palabra Mesjet puede tenerse como variante fonĂŠtica de la voz Mesquet, tĂŠrmino que denomina a la regiĂłn celeste a la que debĂ­a ascender el rey difunto, de forma que msxtyw se podrĂ­a traducir como “Aquellos (muslos) que estĂĄn en el destino estelar del Reyâ€?, atendiendo a su determinativo de “musloâ€?, o bien “Aquellas (azuelas) que estĂĄn en el destino estelar del Reyâ€?, segĂşn su determinativo de “azuelaâ€?, lo que concuerda plenamente con el uso de esta herramienta durante el ritual de “Apertura de la bocaâ€? \ DPSOLÂżFD HO SURSLR VLJQLÂżFDGR GH GLFKD FHUHPRQLD tal y como hemos visto en el anterior nĂşmero de EgiptologĂ­a 2.0. El mismo nombre de la constelaciĂłn msxtyw nos revela que estĂĄ conformada por varias azuelas o muslos que no son sino las constelaciones Osa Mayor y Osa Menor. Y, en su conjunto, son representadas como un bĂłvido dotado de varios muslos y no como un Ăşnico muslo. Por este motivo, Plutarco no pudo HVSHFLÂżFDU FXiO GH ODV 2VDV HUD OD TXH FRUUHVSRQGtD a Seth, ya que eran ambas constelaciones las que GLEXMDEDQ VX ÂżJXUD HQ HO FLHOR FLUFXPSRODU | EgiptologĂ­a 2.0

La diosa Neftis, cuyo nombre nbt Hwt VLJQLÂżFD ÂłVHĂąora del castilloâ€?, es la Ăşnica princesa de la estirpe divina, dado que el resto de las mujeres de su familia fueron reinas consortes: su abuela Tefnut, su madre Nut y su hermana Isis. Ella estaba desposada con su hermano Seth, quien nunca llegĂł a gobernar, en una uniĂłn de la cual tampoco hubo descendencia. Esta diosa sĂ­ darĂ­a un vĂĄstago a su otro hermano Osiris: el dios chacal Anubis, asimilado al antiguo dios “Abridor de caminosâ€?, Upuaut. Anubis, hermanastro de Horus, fue el encargado del embalsamamiento de Osiris, una vez que Seth conjurĂł contra ĂŠl y le arrebatĂł la vida. Y en esta ceremonia tambiĂŠn participarĂ­a Neftis, dado que las vendas utilizadas durante el SURFHVR GH PRPLÂżFDFLyQ QR VRQ VLQR ORV PHFKRQHV de esta diosa, quien afeitĂł su cabellera en seĂąal de luto hacia su hermano. En algunas regiones de Egipto, la esposa de Seth no es llamada Neftis, sino Tauret (Thueris), faceta bajo la cual es representada como una hembra de hipopĂłtamo. En la obra de Plutarco, en una ocasiĂłn se llama a Neftis bajo el sobrenombre de Thueris, en cuanto a aliada de Horus en su combate frente a Seth: “Se dice que muchos continuamente se pasaEDQ D ODV ÂżODV GH +RUXV \ 7KXHULV OD FRQFXELQD GH TifĂłn [Seth], tambiĂŠn le siguiĂłâ€? (De Iside et Osiride, 358 C). Neftis, como ya hemos dicho, era hermana y amante de Osiris y, junto a Isis, es una de las plaĂąideras del funeral de este dios. Esta alianza le valiĂł la enemistad de su esposo Seth, al cual se enfrentĂł, tal y como relata Plutarco. Esta diosa es, junto a Bes, protectora de la mujer y del neonato durante el parto, lo cual nos incita a pensar que la advocaciĂłn de Neftis durante el parto de su madre Nut serĂ­a exactamente la de Thueris, para garantizar el buen nacimiento de los cinco divinos mellizos. AsĂ­ que la constelaciĂłn que represente a Neftis podrĂ­a quedar, HQ HIHFWR DVLPLODGD D OD ÂżJXUD GH XQ KLSRSyWDPR En egipcio la palabra para designar a los hipopĂłtamos es nhs TXH VLJQLÂżFD WDQWR ÂłYLJLODQWH´ HQ FXDQWR a que la mirada de un hipopĂłtamo sumergido en la corriente se asemeja a un periscopio asomando por OD VXSHUÂżFLH GHO UtR FRPR ÂłUHYLYLU´ VLHQGR HVWD VHgunda acepciĂłn la que mĂĄs interesa a nuestra investigaciĂłn. TratĂĄndose de estrellas, su reapariciĂłn en el horizonte no puede ser considerada literalmente como nacimiento, sino como renacimiento, la vuelta a la vida, el “revivirâ€?... Estos seres revividos surgen GH ODV DJXDV EDMR OD ÂżJXUD GH XQ PDPtIHUR Ă€XYLDO HO hipopĂłtamo, en un gesto igual al de los dioses que surgieron del rĂ­o, por ser el Nilo el lĂ­quido amniĂłtico de Nut. Y si buscamos entre las estrellas una constelaciĂłn que responda a esta imagen del hipopĂłtamo,


GHVFXEULPRV FRQ SURQWLWXG TXH HVWD FRQVWHODFLyQ ÂżJXUD HQ LQÂżQLGDG GH FDUWDV FHOHVWHV HJLSFLDV GHO ,Pperio Nuevo: en el techo astronĂłmico de la tumba de Senenmut aparece la constelaciĂłn de una diosa hipopĂłtamo llamada Isis Dyamut (Ast DAmt), quien sujeta un poste de amarre en su mano derecha (SĂĄnchez RodrĂ­guez, 2000:118); esta misma constelaciĂłn es llamada Sa-Mut (“la espalda de Mutâ€?) en el techo astronĂłmico del hall K de la tumba del faraĂłn Seti I (KV 17) e incluso en el zodĂ­aco circular de Dendera permanece su representaciĂłn en el cielo circumpolar. Por otro nombre tambiĂŠn fue conocida como Reret. Por cierto que Thueris se suele representar apoyada sobre el amuleto protector sA, exactamente como aparecen Isis Dyamut, Sa-Mut o Reret. Los antiguos egipcios tambiĂŠn dispusieron de una hermandad de doce diosas hipopotamiformes, cada una de las cuales velaba por uno de los meses del aĂąo. La mĂĄs importante fue Ipet, en un principio LGHQWLÂżFDGD FRQ OD EyYHGD FHOHVWH \ SURWHFWRUD GHO undĂŠcimo mes que, en su honor, recibiĂł su mismo nombre: Ipet. Esta diosa presidĂ­a, al igual que Thueris, los santuarios del nacimiento: los mammisi. E LQFOXVR HQ XQ WH[WR OOHJDQ D LGHQWLÂżFDUVH DPEDV GLRsas: “Yo soy Thueris, en todo su poder, la que lucha por lo que le pertenece y rechaza a los que le hacen violencia a su hijo Horus. Yo soy Ipet que reside en el horizonte y cuyo cuchillo protege al SeĂąor del Universo, la seĂąora a quien se teme, cuyo aspecto es un adorno y decapita a los que se rebelen contra ĂŠlâ€?. 5HVSHFWR DO VLJQLÂżFDGR HJLSFLR GH OD H[SUHVLyQ 6D Mut, debemos matizar que la palabra Mut no sĂłlo se UHÂżHUH D OD GLRVD EXLWUH 0XW VLQR TXH WDPELpQ VLJQLÂżFD ÂłPXHUWH´ \D TXH HO EXLWUH FRPR DYH FDUURxHUD por excelencia, acude siempre al lugar donde hay algĂşn cadĂĄver en putrefacciĂłn para alimentarse de sus restos. AsĂ­ que podemos proceder a una lectura de la construcciĂłn Sa-Mut como “Espalda de la Muerteâ€? y, como nombre de un ser vivo, se transforma en “Aquel que le da la espalda a la muerteâ€?, lo FXDO YLHQH D VLJQLÂżFDU OR PLVPR TXH Âł(O TXH UHYLYH´ o sea, nhs, “el hipopĂłtamoâ€?. Y bajo esta naturaleza inmortal se esconde una constelaciĂłn circumpolar, es decir, un conjunto de estrellas que, por estar tan prĂłximas al polo norte celeste, son visibles en este hemisferio cada noche, sin que jamĂĄs desaparezcan GHO ÂżUPDPHQWR

Neftis ocultando el rostro en seĂąal de duelo. Figura de madera policromada, agregada a los fondos del Museo BritĂĄnico en 1841. | British Museum.

La constelaciĂłn de la hembra de hipopĂłtamo, Sa0XW KD FRQVHJXLGR LGHQWLÂżFDUVH JUDFLDV D OD FRPparaciĂłn de su posiciĂłn relativa a otras constelaciones egipcias de mĂĄs fĂĄcil interpretaciĂłn, como la del muslo (Osa Mayor) o la del hombre arponeando al cocodrilo (Casiopea o Cisne), a pesar de lo cual no hay unanimidad en los cĂĄlculos, debiendo advertir que los lĂ­mites griegos de las constelaciones no coinEgiptologĂ­a 2.0 | 51


ciden con los egipcios, por lo que en ocasiones es posible reconocer algunas estrellas, pero se desconoce a ciencia cierta la constelaciĂłn a la que estaban asignadas. En todo caso, existe la convenciĂłn general de que Sa-Mut abarca la mayorĂ­a de las estrellas de la actual constelaciĂłn Draco, como ya propuso A. Pogo en 1930 en su artĂ­culo “The Astronomical Ceiling-decoration in the Tomb of Senmut (XVIII Dinasty)â€?, si bien algunos consideran que tambiĂŠn incluye las constelaciones griegas de Boyero, HĂŠrcules y Lira, como defendiĂł H. Chatley en su “Egyptian Astronomyâ€?, publicado en 1940 en el boletĂ­n n.Âş 26 del Journal of Egytian Archaeology. No hay consenso a OD KRUD GH LGHQWLÂżFDU D ,VLV '\DPXW %LHJHO VH LQFOLQD igualmente por Boyero, Corona Boreal y HĂŠrcules, ubicando el noray que sujeta en Cabellera de Berenice; Locher la asocia a Draco, Cefeo y Cisne, con el noray en Draco y Osa Menor; Davis se decanta por Serpentario, Libra y Escorpio (Lull GarcĂ­a; 2004:22325). El propio Lull, tomando en consideraciĂłn que durante el segundo milenio a.C. sĂłlo fueron circumpolares la Osa Menor, la Osa Mayor y Draco, y que Isis Dyamut tenĂ­a que situar sus pies en ascensiĂłn recta sobre las constelaciones de Virgo y Libra, opta SRU LGHQWLÂżFDU HVWH DVWHULVPR FRQ 'UDFR %R\HUR &Rrona Boreal y HĂŠrcules (Lull GarcĂ­a; 2004:225-29). Y Belmonte AvilĂŠs es partidario de ampliar la zona de bĂşsqueda, situĂĄndola entre Boyero y Lira, con su espalda hacia Serpiente y la cabeza en Draco (Belmonte AvilĂŠs; 2012:64).

radica en que en esta constelaciĂłn se encuentra la que, durante el Imperio Antiguo, fue la estrella polar, alrededor de la cual parecen orbitar el resto de las estrellas: Thuban. Este lugar, como punto casi inmĂłvil del cielo, es el ombligo de la diosa Nut, el vientre donde se encontraban los dioses antes de ser paridos bajo la apariencia de estrellas. Es mĂĄs que probable que el poste de amarre de Sa-Mut sea un sĂ­mbolo de esta faceta de las estrellas polares como hitos y centros de referencia, estando ellas deWHQLGDV HQ XQ SXQWR ÂżMR PLHQWUDV ODV GHPiV HVWUHOODV giran a su alrededor. Y es en este enclave estelar donde apoyarĂ­a las manos la comadrona celeste, para ayudar a que la presiĂłn sobre el Ăştero permitiese que los pequeĂąos dioses fuesen desalojando HO FXHUSR GH VX GLYLQD PDGUH 1XW (Q GHÂżQLWLYD HO lugar del cielo que ocupa la hipopĂłtamo Sa-Mut es el mismo que debe ocupar la comadrona hipopĂłtamo Thueris y, al coincidir ambas en apariencia, resulta evidente concluir que representan al mismo ente: de igual manera que el nombre de la constelaciĂłn de Osiris es sAH acudiendo a su aspecto de dios de ultratumba, el nombre de la constelaciĂłn de Thueris no es su propio nombre, sino Sa-Mut (“La que da la espalda a la Muerteâ€?) acudiendo a su inmortalidad como constelaciĂłn circumpolar. Y como Thueris no es sino la esposa hipopotamiforme de Seth, realmente quien se esconde bajo este conjunto estrellado es la diosa Neftis, uno de los quintillizos de Nut. AdemĂĄs, Thueris es la diosa encargada de retirar las aguas del nacimiento que, en el parto de Nut, no son otras que las de la corriente misma del Nilo, lo cual la relaciona con las crecidas y decrecidas del rĂ­o, al igual que Isis, hermana de Neftis-Thueris, es la precursora de dicha inundaciĂłn. SegĂşn Plutarco, Neftis fue la Ăşltima en nacer del conjunto de los cinco dioses hijos del Cielo y de la Tierra, asĂ­ que su aniversario se celebra el mismo dĂ­a del aĂąo viejo egipcio: “Y en el cuarto dĂ­a [dicen] que naciĂł Isis en las regiones que estĂĄn siempre hĂşmedas. Y que Neftis en el quinto dĂ­a, a quien llaman Teleute y Afrodita y algunos le dan el nombre de Nikeâ€? (De Iside et Osiride, 355 F).

Draco, envolviendo a las otras constelaciones circumpolares. | Alexander Jamieson.

Lo mĂĄs lĂłgico es pensar que Sa-Mut tenĂ­a como esqueleto estructural la constelaciĂłn de Draco y que sus adornos y atributos, como el cocodrilo que carga a cuestas o el poste de amarre, guardan relaciĂłn con las estrellas de su vecindario, aunque no pertenezcan a la propia Draco. La importancia de Draco para los antiguos egipcios 52 | EgiptologĂ­a 2.0

Las regiones hĂşmedas en las que naciĂł Isis, la hermaQD GH 1HIWLV SXHGHQ LGHQWLÂżFDUVH ELHQ FRQ OD SURSLD crecida del Nilo que anuncia la apariciĂłn de su estrella, Sirio, o bien con las regiones norteĂąas de Egipto, las hĂşmedas marismas del Delta. SegĂşn la tradiciĂłn, Isis alumbrĂł a su hijo Horus en Shemnis, en el seno de estas tierras a medio sumergir en la desembocadura del Nilo y, como ahora sabemos que ambos nacimientos fueron simultĂĄneos, tambiĂŠn podemos conocer que el nacimiento de Isis tambiĂŠn se produjo en el Delta. Por lo tanto, es sencillo decantarse por la segunda posibilidad antes expresada. Este pequeĂąo inciso acerca de la localizaciĂłn del nacimiento de


Estatua del periodo saíta, con la diosa hipopótamo Tueris apoyada sobre el amuleto sA. Descubierta en Saqqara, forma parte de la colección del Museo Egipcio del Cairo. Egiptología 2.0 | 53 | Christoph Gerigk.


Isis nos sirve en cuanto a que en la versiĂłn del mito del nacimiento de Horus, Isis y Neftis llegan juntas al lugar donde se produce el feliz acontecimiento, de lo que deducimos que tambiĂŠn el nacimiento de Neftis tuvo lugar en aquella misma regiĂłn. Y si trasladamos las regiones norteĂąas de Egipto a las regiones norteĂąas de las estrellas nos encontramos con que la constelaciĂłn de Neftis ocupa el corazĂłn del norte, envolviendo a la estrella polar que, no debemos olvidar, en la ĂŠpoca de los faraones era la estrella mĂĄs brillante de esta misma constelaciĂłn. Por ser Neftis la Ăşltima de los cinco dioses en nacer, es la que mĂĄs prĂłxima se halla todavĂ­a del lugar de su nacimiento. 8Q PDPPLVL SDUD OD (QpDGD De ser cierto este planteamiento, los cuatro canales astronĂłmicos de la Gran PirĂĄmide apuntarĂ­an hacia las regiones estelares que representan a cuatro de sus dioses mĂĄs sobresalientes: Isis, Osiris, Seth y Neftis, lo cual no parece producto de la casualidad. Entre estos cuatro dioses existe una conexiĂłn palpable: los cuatro son hermanos mellizos, hijos del cielo y de la tierra. De hecho, la cosmogonĂ­a heliopolitana, de la cual se nutren los Textos de las PirĂĄmides,

Mammisi de Dendera. | Wikimedia Commons.

establece una primera dinastĂ­a divina que reinĂł sobre la humanidad, antes que los faraones, en aquellos tiempos remotos en que los dioses caminaban VREUH OD VXSHUÂżFLH WHUUHVWUH )XH HQWRQFHV FXDQGR Atum-Ra, el dios solar por antonomasia, emergiĂł del ocĂŠano primordial y, a partir de su saliva o de su semen, dio vida a una primera pareja de hermanos \ HVSRVRV 6KX \ 7HIQXW LGHQWLÂżFDGRV FRQ HO DLUH \ la humedad. Tras unirse, ĂŠstos tuvieron por hijos a una segunda pareja mĂ­tica, Geb, la tierra, y Nut, el cielo, quienes, tras mĂşltiples avatares, lograron descendencia, al engendrar a los cuatro hermanos arriba seĂąalados. En su conjunto constituyen los nueve dioses de la EnĂŠada heliopolitana, si bien la relaciĂłn entre la EnĂŠada y la Gran PirĂĄmide resulta mucho mĂĄs profunda. En el anterior nĂşmero de EgiptologĂ­a 2.0, al examinar la forma de estos titĂĄnicos mauso54 | EgiptologĂ­a 2.0

leos, hemos visto cómo los textos grabados en los piramidiones de Nimaatra Amenemhat III y Userkara Jendyer entrelazan el destino solar del rey difunto, SXHVWR GH PDQL¿HVWR HQ HO HMH HVWH RHVWH SDUDOHOR con el destino estelar de ultratumba, establecido a partir del eje sur-norte (meridiano). Decíamos entonces que‌

“De hecho, al efectuar una lectura global de ambos piramidiones se observa cĂłmo el eje este-oeste conforma un todo, leĂ­do en este orden, donde el faraĂłn renace cada maĂąana, cual el Sol de la aurora, dirigiĂŠndose luego a sus dominios en Occidente, donde lo recibe el dios que le permitirĂĄ regresar a la vida HO GtD GHVSXpV HQ XQ FLFOR TXH QR WLHQH ÂżQ 3RU HO contrario, en el eje sur-norte, leĂ­do tambiĂŠn en este VHQWLGR HO IDUDyQ HV LGHQWLÂżFDGR FRQ 2VLULV FX\RV miembros, piernas y esqueleto, aparentan sobrevolar la tierra (Geb), representando de forma metafĂłrica la evoluciĂłn de OriĂłn por los cielos, a travĂŠs de cuyas tres cumbres penetra el rey difunto en la Duat, proyectĂĄndose despuĂŠs hacia el norte, con la vocaciĂłn de convertirse allĂ­ en la estrella que domina a todas las demĂĄs, quizĂĄs Thuban, la Polar de la ĂŠpoca, o tal vez Kocab, la punta de la azuela cĂłsmica del Upuautâ€?. PĂĄrrafos atrĂĄs dĂĄbamos cuenta de la convicciĂłn de Belmonte AvilĂŠs al opinar que el simbolismo de los distintos elementos arquitectĂłnicos de la Gran PirĂĄmide, como es el caso de sus canales astronĂłmicos, fue mĂĄs adelante sustituido por indicaciones escritas con el objeto de guiar el alma del difunto por el inframundo, expresadas a travĂŠs de los Textos de las PirĂĄmides, a cuyo corpus cabe aĂąadir, entre otros ensalmos mĂĄs breves, las inscripciones descubiertas en los piramidiones. Por lo tanto, la Gran PirĂĄmide no estĂĄ verdaderamente muda, sino que su mensaje SRGUtD KDEHU VLGR FRGLÂżFDGR D WUDYpV GH XQ OHQJXDMH simbĂłlico, comprensible Ăşnicamente por los dioses y por los iniciados en sus cultos. El dios Socar-Osiris es mencionado expresamente en el eje sur-norte, en un paisaje astronĂłmico que habla de OriĂłn y de las “estrellas del norteâ€?, precisamente hacia donde apuntan los canales astronĂłmicos de la Gran PirĂĄmide, con lo cual se cumplirĂ­a la premisa expuesta hasta ahora. Se da la circunstancia de que los conGXFWRV \ SDVDMHV LQWHULRUHV GH HVWH FRORVDO HGLÂżFLR tan solamente siguen el curso del meridiano de Guiza, lo que a priori vendrĂ­a a desmontar la posible existencia de alineaciones tambiĂŠn sobre el paralelo de Guiza, siguiendo el eje este-oeste, que en los piramidiones de Nimaatra Amenemhat III y Userkara Jendyer presta toda su atenciĂłn a los ciclos de regeneraciĂłn del dios solar Ra. En realidad, el diseĂąo conjunto de las dos pirĂĄmides mayores de la meseta de Guiza, pertenecientes al


faraón Keops y a su hijo KefrÊn, analizado en una trayectoria este-oeste, parece responder a un proyecto unitario, tal y como ha estudiado recientemente Juan Antonio Belmonte, al observar que estas dos PRQWDxDV DUWL¿FLDOHV GH SLHGUD UHSURGXFHQ VREUH HO SDLVDMH HO PLVPR VLJQR MHURJOt¿FR TXH GHWHUPLQD OD palabra horizonte, el N27 del listado de Gardiner, que se puede leer Axt y que se grafía mediante el dibujo de dos colinas entre las cuales se produce una puesta de Sol. No resultaría casual, entonces, que la nomenclatura egipcia de la Gran Piråmide sea Axt xwfw FRQ HO VLJQL¿FDGR GH ³KRUL]RQWH GH .HRSV´ DOXGLHQGR DO SURSLR OHQJXDMH LGHRJUi¿FR TXH FRQWULEX\H D SHU¿ODU HO VN\OLJKW GH DPEDV SLUiPLGHV 'H WRGR HVWH VLPEROLVPR SDUWLFLSDUtD DGHPiV OD *UDQ (V¿Qge de KefrÊn:

“Un aĂąo mĂĄs tarde, el 21 de junio de 2006, volvimos a Guiza al atardecer para observar otra espectacular hierofanĂ­a astronĂłmica. En esta ocasiĂłn, la idea era observar la puesta de sol en el solsticio de verano SRU GHWUiV GH OD (VÂżQJH GHVGH XQD SRVLFLyQ GRQGH se viera la estatua en el centro de las dos grandes pirĂĄmides de la meseta. Durante el Reino Nuevo, la (VÂżQJH HUD FRQRFLGD FRPR +RU HP DNKHW Âł+RUXV HQ el horizonteâ€?, y Richard Wilkinson y Mark Lehner habĂ­an sugerido, de manera independiente, que este nombre habrĂ­a sido inspirado por la similitud entre la posiciĂłn de la gigantesca escultura en medio de ODV GRV SLUiPLGHV \ HO WpUPLQR HQ HVFULWXUD MHURJOtÂżFD para Hor-em-akhet. El fenĂłmeno que se pudo obVHUYDU HQ *XL]D FRQÂżUPDED HVWD VXJHUHQFLD FXDQGR a la imagen propuesta por Wilkinson y Lehner, se le sumĂł el brillo del disco solar exactamente detrĂĄs GH OD FDEH]D GH OD (VÂżQJH 1XHVWUD LGHD LQWXLWLYD reforzada a partir de ese dĂ­a, es que esta fenomenologĂ­a podrĂ­a ser deliberada y que la trĂ­ada formada SRU OD SLUiPLGH GH .HIUpQ OD (VÂżQJH \ OD SLUiPLGH GH Keops fue diseĂąada, en parte, con este objetivo en menteâ€? (Belmonte AvilĂŠs; 2012:220-21). Mientras Atum-Ra es el primero de la EnĂŠada, sus cuatro bisnietos, Isis, Osiris, Seth y Neftis, son aquellos que vienen a completar y cerrar el cĂ­rculo de los

nueve dioses. Con ello, de una manera bastante compleja, a partir sus diversas alineaciones cĂłsmiFDV OD *UDQ 3LUiPLGH HVWi OLJDGD DO SULQFLSLR \ ÂżQ de la EnĂŠada, la corte suprema de los dioses de HeliĂłpolis, en cuyo templo se guardaba la pirĂĄmide original, el autĂŠntico huevo del FĂŠnix, la reliquia mĂĄs sagrada del Imperio Antiguo, el bnbn, un pedrusco de probables connotaciones meteĂłricas. El momento culminante de estos episodios religiosos se puede situar hacia el 21 de junio de nuestro calendario gregoriano, cuando se produce la hierofanĂ­a relatada por Belmonte AvilĂŠs. En torno a esta fecha, los sacerdotes astrĂłnomos hilaron tres fenĂłmenos naturales distintos: por una parte, el solsticio de verano, esto es, el dĂ­a con mayor nĂşmero de horas de luz de todo el curso anual del Sol; el amanecer helĂ­aco de la estrella Sirio, la mĂĄs brillante del cielo nocturno; y, ÂżQDOPHQWH HO LQLFLR GH OD FUHFLGD GHO UtR 1LOR FX\DV rebosantes aguas venĂ­an a fertilizar y regar las riberas del Alto y del Bajo Egipto, cosa imprescindible para el sustento y pervivencia de esta civilizaciĂłn, de carĂĄcter netamente agrario. Estas tres efemĂŠriGHV EDVWDURQ D ORV HJLSFLRV SDUD SDUD ÂżMDU HO GtD GH aĂąo nuevo en dicho momento del aĂąo. En el caso HVSHFtÂżFR GH OD *UDQ 3LUiPLGH HVD UHODFLyQ FRQ HO dĂ­a primero del primer mes de la estaciĂłn de Axt, “la inundaciĂłnâ€?, tiene todavĂ­a mĂĄs sentido, dado que las palabras “inundaciĂłnâ€? y “horizonteâ€? se pronuncian y transliteran exactamente igual, Axt, distinguiĂŠndose, WDQ VRODPHQWH SRU ORV MHURJOtÂżFRV TXH VH XVDQ SDUD su escritura. En la jornada de aĂąo nuevo del calendario egipcio, que en un aĂąo ideal deberĂ­a de coincidir hacia el 21 de junio, los sacerdotes conmemoraban el dĂ­a del nacimiento de Atum-Ra (wp rnpt), el dĂ­a de Thot como inventor del calendario (DHwtt) y el aniversario del ascenso del primer faraĂłn al trono (tpy rnpt) (SĂĄnchez RodrĂ­guez, 2000:61). Esto sucedĂ­a como colofĂłn al nacimiento divino de los sagrados mellizos Isis, Osiris, Seth y Neftis, que acontecĂ­a, precisamente, en los cinco Ăşltimos dĂ­as del aĂąo: los epagĂłmenos. A este hecho debemos sumar que, a tenor de la relaciĂłn entre las alineaciones astronĂłmicas de la Gran

ProcreaciĂłn mĂĄgica de la EnĂŠada, representada en el Libro de los Muertos (EA10018,2) de la cantora de AmĂłn Henuttauy. | British Museum. EgiptologĂ­a 2.0 | 55


SecciĂłn vertical de la Gran PirĂĄmide, hecha por el egiptĂłlogo escocĂŠs John Edgar en 1909. | Wikimedia Commons.

PirĂĄmide y el ritual de “Apertura de la bocaâ€?, el renacimiento astral del faraĂłn parece haberse preparado para esta misma fecha. En el fondo, se trata de una necesidad imperiosa, puesto que aunque el faraĂłn HQ YLGD VH LGHQWLÂżFDVH FRQ +RUXV \ GH DKt TXH HO SULmer nombre de la titulatura real, utilizado desde la I dinastĂ­a, haya sido el nombre de Horus, inscrito dentro de un serej bajo el signo del halcĂłn), al morir se transmutaba en Osiris (tal y como recogen tanto los Textos de las PirĂĄmides como otros textos funerarios posteriores, en los que el difunto pasa en el mĂĄs allĂĄ a denominarse Osiris N.). En otras palabras, el alma de Keops, habiendo tomado el aspecto de Osiris, estaba destinada a renacer en el justo instante que la religiĂłn egipcia preveĂ­a para el parto de los cuatro mellizos divinos, en las postrimerĂ­as del aĂąo ideal, hacia el solsticio de verano, con las fuerzas de AtumRa al mĂĄximo de su potencia creadora. TambiĂŠn su consorte, Isis, estaba literalmente regenerĂĄndose en los cielos del sur, segĂşn se puede apreciar en este escenario astronĂłmico deliberadamente elegido y PLQXFLRVDPHQWH SODQLÂżFDGR D WUDYpV GHO RUWR KHOtDco de la estrella Sirio. La costumbre de situar la venida de los dioses hacia el solsticio de verano perdurĂł, al menos, hasta la Baja ĂŠpoca, cuando se supone OD YLVLWD GHO ÂżOyVRIR \ PDWHPiWLFR JULHJR 3LWiJRUDV D tierras egipcias, hacia el siglo VI a.C.

“PitĂĄgoras, el cĂŠlebre sabio matemĂĄtico griego, descubriĂł durante sus veintidĂłs aĂąos de residencia en Egipto que los antiguos pobladores del Nilo consideraban los solsticios como momentos especiales para esos “lanzamientosâ€? [de almas]. Durante su transcurso se creĂ­a que podĂ­a abrirse una vĂ­a de comunicaciĂłn con el reino de los muertos, que para PitĂĄgoras y sus maestros egipcios estaba entre las estrellas. El propio sabio dictaminĂł que el solsticio de verano (21 de junio) abrĂ­a la “puertaâ€? para que fueran los dioses quienes descendieran. Dos umbrales, pues, en los que pasar de un mundo a otro parecĂ­a mucho mĂĄs fĂĄcilâ€? (Sierra Albert; 2001:50). 56 | EgiptologĂ­a 2.0

Si en el anterior nĂşmero de EgiptologĂ­a 2.0 razonĂĄbamos cĂłmo la Gran PirĂĄmide pudo haber sido ideada como rĂŠplica a una escala megalĂłmana del huevo del FĂŠnix, ahora estamos en disposiciĂłn de aproximar la fecha en que dicho cascarĂłn debĂ­a romperse para facilitar la resurrecciĂłn astral y, con ello, liberar el alma del Osiris Keops. Cabe completar esta informaciĂłn exponiendo que los arquitectos del antiguo Egipto diseĂąaron unos santuarios especiales, consagrados a las distintas etapas del renacimiento divino, donde tanto las divinidades como el clero asistĂ­an y ayudaban al parto celestial del faraĂłn. Aunque el HGLÂżFLR PiV DQWLJXR GH HVWDV FDUDFWHUtVWLFDV HV HO mammisi de Jeperkara Nectanebo I en Dendera, erigido en el siglo IV a.C., en realidad, el concepto viene a ser mucho anterior. No en vano, las cĂĄmaras interiores de la Gran PirĂĄmide funcionaron, por lo visto, como un mammisi donde el alma de Keops se preparĂł para sus destinos solar y estelar. Por extensiĂłn, y dado que en muchas otras pirĂĄmides del Imperio Antiguo se sustituyĂł la arquitectura simbĂłlica por los textos religiosos, este tipo de monumentos funerarios pudo haber servido como si de autĂŠnticos mammisi se tratase. En realidad, este tĂŠrmino arquitectĂłnico, mammisi, no es propiamente egipcio, sino que fue acuĂąado por Jean François Champollion, el cĂŠlebre estudioso de la Piedra de Rosetta que propiFLy HO GHVFLIUDGR GHO VLVWHPD MHURJOtÂżFR (Q OD OHQJXD vernĂĄcula de los egipcios, estos santuarios recibĂ­an la denominaciĂłn de Per-Mes, pr ms FRQ HO VLJQLÂżcado de “casa del nacimientoâ€?. ÂżPodrĂ­a, entonces, el tĂŠrmino Per-Mes ocultarse detrĂĄs de la palabra pyramis ĘŒČŁČĄÄŽČ?Č“Ȣ FRQ TXH ORV JULHJRV VH UHÂżULHURQ a este tipo de construcciones y de la cual proviene nuestro actual vocablo “pirĂĄmideâ€?? &RQFOXVLyQ Desde tiempos inmemoriales, las pirĂĄmides de Egipto y, de forma particular, la Gran PirĂĄmide de Keops en Guiza, han sido puestas en relaciĂłn con diversos factores astronĂłmicos, tanto desde un punto de vista solar como estelar. Esta intuiciĂłn se ha visto refrendada por estudios recientes, que han contribuido a la existencia de cierto consenso entre los egiptĂłlogos a la hora de aceptar como vĂĄlidas algunas de estas teorĂ­as (como las alineaciones de los llamados canales de ventilaciĂłn) y de desechar diametralmente otras (como es el caso de la de la correlaciĂłn estelar de OriĂłn). Se ha tratado, con posterioridad, de dar explicaciĂłn a todo este simbolismo, enmarcĂĄndolo dentro del contexto funerario y asociĂĄndolo a la participaciĂłn de algunos dioses de ultratumba y a la realizaciĂłn del ceremonial de “Apertura de la bocaâ€?. Por cierto que Keops y su corte de arquitectos no habrĂ­an sido los primeros en procurar esta interacciĂłn con las constelaciones, sino que un lejano predecesor suyo en el trono, Dyeser, ya se habrĂ­a adelanta-


PirĂĄmide de KefrĂŠn junto a la noche cairota, tal y como se puede contemplar desde el vĂŠrtice de la Gran PirĂĄmide de Keops. | Vitaliy Raskalov.

do al menos un siglo, incorporando este mecanismo, de forma muy elemental, al serdab de su complejo mortuorio, en Saqqara.

ello, gracias a la trama astronĂłmica que se aĂąadiĂł mediante los direccionamientos de los pequeĂąos canales que atraviesan esta tumba.

Las pirĂĄmides no fueron concebidas como mansiones para los muertos, sino como verdaderas moradas para la eternidad, permitiendo a sus propietarios disfrutar, cada maĂąana, de una nueva salida al dĂ­a en la vida ultraterrena. En el caso de Keops, en la CĂĄmara de la Reina se sumarĂ­an, por una parte, la fuerza regeneradora de la azuela del Upuaut, diseĂąada para revitalizar los Ăłrganos sensibles de la momia y, por otra, la magia inefable de Isis, que con sus sortilegios ya habĂ­a logrado resucitar una vez el cadĂĄver de Osiris, tras recomponer trece de sus catorce pedazos, despuĂŠs de que ĂŠste hubiese sucumbido, asesinado y descuartizado por Seth y sus secuaces. (Q OD &iPDUD GHO 5H\ HO IDUDyQ WUDQVIRUPDGR SRU ÂżQ en un Osiris, podrĂ­a protagonizar el viaje descrito en los piramidiones de Nimaatra Amenemhat III y Userkara Jendyer, elevĂĄndose sobre las tres cumbres de OriĂłn y viajando hasta los feudos donde orbitan las estrellas circumpolares, reuniĂŠndose allĂ­ con la Ăşnica HVWUHOOD ÂżMD HQ WRGR HO RUEH FHOHVWH OD SRODU D FX\R alrededor parece vacilar el universo conocido. Todo

La fecha concreta para este fenĂłmeno viene dada por el propio lenguaje solar de la meseta de Guiza, hacia el 21 de junio, cuando las pirĂĄmides de Keops \ GH .HIUpQ MXQWR FRQ OD *UDQ (VÂżQJH \ HO VRO GHO RFDVR UHSUHVHQWDQ HO MHURJOtÂżFR 1 GHO OLVWDGR GH Gardiner, Axt FRQ HO VLJQLÂżFDGR GH ÂłKRUL]RQWH´ WpUPLno que sirve de nombre a la propia tumba de Keops y que curiosamente es homĂłfono a la palabra “inundaciĂłnâ€?, nombre de la primera estaciĂłn del aĂąo, anunciada hacia esa fecha por el amanecer helĂ­aco de la estrella Sirio. A mayores, Axt tambiĂŠn se puede traducir como “espĂ­ritu luminosoâ€? o “cuerpo gloriosoâ€?, que es exactamente en lo que debĂ­a de convertirse el alma del faraĂłn difunto durante esa precisa jornada. A todas estas coincidencias, parece que buscadas, VH VXPD HO GtD GH DxR QXHYR ÂżHVWD GH DQLYHUVDULR GH Ra. Su nacimiento sigue al de los divinos mellizos, Isis, Osiris, Seth y Neftis, durante los dĂ­as epagĂłmenos, y que son recogidos en Guiza mediante los conductos que se proyectan hacia las constelaciones de Can Mayor, OriĂłn, Osa Menor y Draco. Este retorno EgiptologĂ­a 2.0 | 57


a las estrellas del faraĂłn, un Horus que se convierte un Osiris, completa el calendario y conlleva el reiniciado GH ORV FLFORV FyVPLFRV 1R HV SRVLEOH FRQRFHU VL HVWH KHFKR MXVWLÂżFD TXH D OD PXHUWH GH FDGD VREHUDQR HO FURQyPHWUR VHD SXHVWR D FHUR MXVWLÂżFDQGR OD H[WUDxD FRVWXPEUH GH ORV HJLSFLRV GH QR ÂżMDU XQD IHFKD TXH FRPR una bisagra, ayude a situar un momento concreto dentro de un largo periodo de tiempo, como la creaciĂłn del mundo para los judĂ­os, las olimpĂ­adas para los griegos, la fundaciĂłn de Roma para los romanos, el nacimiento de JesĂşs para los cristianos o la hĂŠgira para los musulmanes. Los egipcios renunciaron a medir y a condicionar el tiempo de esta manera, como si cada faraĂłn constituyeVH HQ Vt PLVPR HO SULQFLSLR \ HO ÂżQ GH WRGD XQD FLYLOL]DFLyQ HQWHUD (VD PHGLFLyQ YHODGD SDUD HO JUXHVR GH ORV mortales, estaba restringida a la diosa Seshat, la misma que con sus conocimientos sobrenaturales ayudaba al faraĂłn a enderezar sus templos cara a las estrellas hacia las cuales mĂĄs adelante se encaminarĂ­a ya como un espĂ­ritu. Y asĂ­, la muerte de cada monarca venĂ­a a asimilarse al eterno retorno de la primera vez, el tiempo primero, el momento de la invenciĂłn del calendario y de la entronizaciĂłn del primer faraĂłn. Todo ello concurriendo HQ ODV ÂżHVWDV GH DxR QXHYR FHUFD GHO GH MXQLR &RPR VL ORV DXWpQWLFRV ,VLV 2VLULV 6HWK 1HIWLV \ 5D KXELHVHQ nacido, o renacido, en ese preciso instante, con el faraĂłn difunto sumĂĄndose a ellos como la quintaesencia: el momento justo en que Keops se dispuso a rasgar el cascarĂłn del FĂŠnix, el pĂĄjaro bnnw, el ave inmortal que hizo su propio nido sobre su propio sepulcro.

BibliografĂ­a

Sobre el autor

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Alfonso Daniel FernĂĄndez Pousada se licenciĂł en pe periodismo por la Universidad de Santiago de ComposCompos tela, profesiĂłn que ha ejercido en Radio Voz y Cadena COPE, emisora, ĂŠsta Ăşltima, a la que estĂĄ vinculado desde 2005 y donde actualmente dirige un magazine dominical.

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Su pasiĂłn por la egiptologĂ­a le ha llevado a participar en diversos seminarios organizados por el Instituto de Estudios udios del Antiguo Egipto y a publicar un trabajo de investigaciĂłn sobre los adelantos astronĂłmicos de la civilizaciĂłn del Nilo. Enlaza con el autor

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