Pirámides en Egipto: Los embriones del Fénix

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Astronomía Alfonso Daniel Fernández Pousada

Pirámides en Egipto: Los embriones del Fénix ¿

La primera pirámide egipcia, la escalonada de Saqqara, parece ser el resultado de la superposición de varias mastabas. | Smithsonian Institution.

Por qué las pirámides tienen esa forma en particular y no otra? Desde el punto de vista arquitectónico, la respuesta parece sencilla: en primer lugar surgió la mastaba, una estructura de piedra con forma de cajón sólido, cuyas paredes, ligeramente inclinadas hacia el interior del edificio, estaban diseñadas para dotar al monumento de una mayor durabilidad, evitando el colapso de sus muros pese al paso del tiempo. Eran, en resumen, moradas pensadas para la eternidad. Después llegaría la pirámide escalonada, según parece, resultado de un experimento casual del arquitecto Imhotep, al trabajar el diseño de la mastaba del faraón Dyeser, a la que aumentó su tamaño añadiendo una sucesión de mastabas cada vez más pequeñas, unas encima de otras, y con aspecto muy similar a los zigurats mesopotámicos o las pirámides mayas. Finalmente, nació la pirámide de caras lisas, cuando, en la transición entre la III y la IV dinastía, a alguien se le ocurriría la feliz idea de rellenar los escalones para dotar al monumento de una mayor perfección estética o, lo más seguro, de mayor solidez, acudiendo a la misma razón por la que las paredes de las mastabas tienen esa inclinación tan característica. Su imagen debió de parecerle familiar a los griegos, que rápidamente asociaron estos monumentos a un pastel de sésamo y harina de trigo, de forma piramidal, al que ellos daban la denominación de pyramis (πυραμίς), nombre que acabaría transponiéndose a las tumbas de los faraones. El problema surge en cuanto se trata de dar a la forma de las pirámides un sentido simbólico, religioso, una segunda

lectura de carácter místico, connotativa, una ambivalencia, un doble sentido, uno más entre esos otros muchos por los que tanto gusto e inclinación mostraron los antiguos egipcios. Y reaparece la pregunta… ¿Por qué esa forma y no otra? Para algunos egiptólogos, podría tratarse de una evocación de “la Colina Primigenia que emergió de las aguas del caos, como las zonas de terreno elevado que emergían todos los años del Nilo cuando las aguas de la inundación retrocedían” (Edwards; 2003:280), sobre la cual se había posado el dios Atum al principio de la Creación. Pero bien mirada, esta explicación no parece la más idónea para una edificación de carácter funerario, en la que el faraón, Horus en vida, Osiris en muerte, tenía el duro cometido de transformar su momia en un cuerpo espiritualizado con el propósito de iniciar su reinado en el ultramundo; una filosofía que ya descansa en los Textos de las Pirámides, donde queda claro el destino astral del rey difunto, asociado al Sol y a las estrellas. Para otros, las pirámides escalonadas son la representación esquemática de una escalera, a través de la cual Egiptología 2.0 | 21


Los piramidiones, como éste de la meseta de Guiza, funcionan como réplicas de la piedra Benben original. | Wikimedia Commons.

el alma del faraón podría ascender al más allá. Esta interpretación ya concuerda algo mejor con los principios religiosos de la época en la que fueron construidas:

“Si la pirámide escalonada no es en sí misma un montículo monumental ni tampoco, como a veces se ha supuesto, un simple desarrollo arquitectónico logrado mediante la superposición de una mastaba sobre otra, ¿cómo puede explicarse su forma y cuál era su finalidad? Los Textos de las Pirámides ofrecen una respuesta a estas preguntas. Una de las muchas maneras diferentes por las que el rey difunto, o más probablemente su cuerpo espiritualizado, podía acceder al paraíso celestial era a través de una escalera. La declaración 267 afirma: “Una escalera al cielo se dispone para mí [el rey] para que pueda ascender por ella al cielo”. La misma idea se repite casi al pie de la letra en la declaración 619” (Edwards; 2003:280). ¿Qué fue antes, la pirámide o el piramidión? Pero, ¿y las pirámides lisas? ¿Podrían ser también escaleras al cielo? ¿O rampas al cielo, dada la ausencia de peldaños? ¿Auténticas lanzaderas del alma? James Henry Breasted (1865-1935) intuyó que la explicación debía ser otra, manteniendo siempre un sentido pura y estrictamente religioso. En sus palabras, “el rey era enterrado bajo el símbolo mismo del dios-sol que se levantaba en lo más sagrado del templo solar de Heliópolis” (Breasted; 1912:72). Este 22 | Egiptología 2.0

símbolo no es otro que la piedra Benben, una reliquia que, según la declaración 600 de los Textos de las Pirámides, yacía “en la morada de Benu en Heliópolis”. El pájaro bnnw, mencionado en este pasaje, es la versión más primitiva del Fénix, cuya leyenda relata cómo este ave, procedente de Arabia, llegaba al país del Nilo cada quinientos años, con el propósito de anidar… Mucho se ha hablado sobre su huevo, desde que Kurth Heinrich Sethe (1869-1934), primer traductor de los Textos de las Pirámides, lo comparó con otras piedras sagradas de la antigüedad, como los ónfalos y betilos de las culturas griega, fenicia y siria. Cabe explicar, en este sentido, que el corazón del oráculo de Delfos era una piedra de estas características, de la cual se decía que había sido arrojada desde las esferas celestes por Cronos, el miembro más joven de la generación de los titanes. Por su parte, Plinio escribió sobre ciertas piedras semejantes que eran adoradas en Potidea, Egospótamos y Abidos, en el Helesponto, y de las cuales se decía, asimismo, que habían caído del Sol. Todas estas piedras de origen cósmico parecen ser, en realidad, meteoritos, cuya extraña naturaleza, lanzadas sobre la Tierra desde las alturas, explicaría, desde la perspectiva de los antiguos, el culto que posteriormente recibieron. Por esta razón, la piedra Benben, fue identificada por egiptólogos de la talla de Ernest Wallis Budge (1857-1934) y Jean Philippe Lauer (1902-2001) con un betilo y, más concretamente, con un tipo muy concreto de meteorito. La forma cónica o periforme con


la que se describe esta reliquia, de hecho, coincide con las características de los llamados meteoritos de hierro orientado. Se justificaría su comparación con un huevo, dado que algunas especies de aves, como es el caso del arao común, incuban huevos con esta forma, en lugar del perfil elíptico que muestran las nidadas de otros pájaros. Además, la Benben de la “Casa del Fénix” en Heliópolis habría servido como modelo de los piramidiones, ubicados en el vértice de las pirámides y de los obeliscos, donde solían recubrirse estas piedras con láminas de oro, bronce o electro, y que servían, a un mismo tiempo, como lugar de reposo de Ra y como punto de unión entre lo celestial y lo terrenal. La pregunta ahora debe ser, ¿y cómo podría esta piedra solar haber afectado al diseño de las pirámides lisas?

“Aunque hoy parece probable que el símbolo de la piedra del dios-sol de Heliópolis, el benben, era cónico y no de forma piramidal, Breasted estaba sin duda en lo cierto al relacionarlo con la pirámide perfecta. La construcción de un edificio cónico de las dimensiones de una pirámide seguramente habría superado a los antiguos constructores egipcios, y además, no podía haberse superpuesto con facilidad a una pirámide escalonada. Pero, ¿qué era lo que el benben y su derivado arquitectónico, la pirámide perfecta, representaban? Esto sugiere tan sólo una respuesta: los rayos del sol que caían sobre la tierra. A veces, en Guiza, puede verse un espectáculo incomparable a última hora de la tarde de un día nublado de invierno. Cuando se está en la carretera de Saqqara y se mira hacia el oeste a la meseta de la pirámide, es posible ver los rayos del sol cayendo hacia abajo a través de un agujero en las nubes aproximadamente siguiendo el mismo ángulo que la pendiente de la Gran Pirámide. La escena da la impresión de que el prototipo inmaterial y la réplica material están colocados aquí uno al lado del otro” (Edwards; 2003:28182). En este destino solar del rey, Edwards reconoce también la cosmología subyacente a los Textos de las Pirámides, donde la declaración 508 dice: “He reservado para mí este rayo de sol tuyo como escalera bajo mis pies por la que ascenderé hacia mi madre, el ureo viviente que debe estar sobre mí, oh, Ra”. A mayores, adiciona el contenido de la declaración 523, igualmente revelador: “Ojalá el cielo haga la luz del sol fuerte para ti, ojalá subas al cielo como el ojo de Ra” (Edwards; 2003:282). De esta manera, muchos egiptólogos comparten la idea de que el símil con la piedra Benben de Heliópolis, la ciudad del Sol, es, necesariamente, la explicación más plausible, quizás la única, para aclarar la forma de las pirámides, como materialización de los haces de luz que permiten al faraón difunto, como un ente luminoso, fluir a través de ellos hasta fusionarse con su padre,

Ra, a bordo de su barca celestial:

“La tentación de considerar a la pirámide perfecta como una representación material de los rayos del sol y, finalmente, como un medio a través del cual el rey difunto podía ascender al cielo parece irresistible. Semejante explicación otorgaría a la pirámide perfecta una finalidad, práctica, no sólo acorde con la pirámide escalonada sino también con los demás elementos del complejo funerario real” (Edwards; 2003:282). ¿Quién es el Fénix? Acabamos de citar a Iorwerth Eiddon Stephen Edwards (1909-1996), una de las más grandes autoridades que ha existido en el ámbito de la egiptología, y principal referente, junto a Mark Lehner hoy en día, en el estudio de las pirámides, diciendo que la relación de su forma con la piedra Benben sólo sugiere una respuesta… ¿Pero cabría conjeturar alguna otra, si el ave bnnw fuese más que un símbolo solar? ¿Acaso un mayor conocimiento de este pájaro legendario puede abrigar una explicación muy distinta sobre la solarización de sus reliquias y, en consecuencia, sobre el sentido de las monumentales copias de la misma?

“El famoso pájaro Bennu es el “Ba de Ra”, así como también el “Ba de Osiris”, tal y como se representa en la tumba de Osiris en Hu (Dióspolis Parva). En los textos tardíos, se dice que el propio Osiris “vuela como el Fénix y toma asiento en el cielo como uno que repite su tiempo”. En el himno al Ba de Osiris en Abatón, el Ba es llamado “el divino Fénix que viene a la existencia por sí mismo”, es el “divino Fénix, el señor de la mansión del Fénix, el augusto Ba que proviene de Osiris”. El Bennu llega “como el Ba, como el Fénix” bajo la forma de Osiris”; es el “Ba unificado” del “Fénix viviente”. Los pájaros enjaulados durante el festival de Edfu representan los bas de los enemigos humanos y divinos que deben ser destruidos. El halcón viviente de Edfú, el animal sagrado de Horajti es el “Ba de Ra” o el “viviente Ba de Ra”” (Žabkar; 1968:13-14). Es cierto que cerca del corazón de los difuntos se colocaba un amuleto, con la forma de este músculo vital, generalmente fabricado a partir de una piedra semipreciosa de color rojizo llamada cornalina, donde estaba escrita la fórmula del Capítulo 29 C del Libro de los Muertos. En este pasaje, el difunto, identificado con Osiris, es guiado por el pájaro bnnw durante su viaje por la Duat, el inframundo:

“Soy el pájaro bennu, el alma de Re, que guía a los bienaventurados hacia la Duat; (soy) quien logra que Osiris se remonte sobre la tierra para hacer lo que su Egiptología 2.0 | 23


to de Halicarnaso, quien, en su digresión sobre los animales sagrados del país del Nilo, alude al Fénix en los siguientes términos:

El Fénix, junto a Neftis en forma de milano, en la tumba de Nefertari. | Pinterest.

ka desee y quien logra que Osiris N. se remonte sobre la tierra para que su ka haga lo que desee” (Lara Peinado; 1993:78-79). No obstante, en otro pasaje del Libro de los Muertos, correspondiente al Capítulo 17, se identifica al Fénix ya no con el alma de Ra, sino con el propio Osiris:

“Yo soy el Pájaro bennu que está en Heliópolis, el que tiene en cuenta (todo) lo que existe y (todo) lo que existirá. ¿Qué significa eso? Significa que es Osiris, su cadáver o su inmundicia” (Lara Peinado; 1993:46). El propio Osiris aparece en ocasiones identificado con el alma de Ra, con su Ba, de ahí que al Fénix se le atribuya la misma identidad. Esta correspondencia con Osiris se manifiesta, incluso, en la nomenclatura que los antiguos egipcios le dieron al planeta Venus:

“Venus, el dios de la mañana del periodo ptolemaico (pA nTr dwAw) se denominaba: DA bnw wsir, “Quien cruza al pájaro benu, Osiris”. En la época de Ramsés VI es conocido como estrella de la mañana y de la tarde, y es representado como una garza (Ardea cinerea) con una estrella sobre la cabeza” (Ángel Sánchez Rodríguez; 2000:53-54). El nombre egipcio del planeta Venus, “Quien cruza al pájaro Benu, Osiris”, alude a un ave que pasaría a la simbología histórica bajo su nomenclatura griega, Fénix. Este pájaro, el Fénix, cuya apariencia se suele corresponder con la de la garza, resulta ser una metáfora de la muerte y de la resurrección, hasta el punto de que todavía en la actualidad se le conoce como el ave que “renace de sus cenizas”. Este mito egipcio es recogido por el historiador griego Herodo24 | Egiptología 2.0

“Hay también otro pájaro sagrado, cuyo nombre es Fénix. Yo no lo vi a no ser en pintura; pues efectivamente, incluso en raras ocasiones les visita –de quinientos en quinientos años según dicen los heliopolitas-. Dicen que les visita sólo cuando muere su padre. Y es (si es parecido a la pintura) de estas proporciones y características: unas plumas de sus alas son doradas, otras rojas. Fundamentalmente es muy parecido al águila por su contorno y tamaño. Dicen que él realiza lo siguiente (a mi juicio diciendo cosas no creíbles): que, partiendo de Arabia hasta el santuario de Helios, transporta a su padre envuelto en mirra y lo sepulta en el santuario de Helios. Y lo transporta del siguiente modo: en primer lugar forma un huevo de mirra todo lo grande que es capaz de llevar; después prueba a transportarlo; y una vez que lo ha ensayado, sólo entonces, tras hacer hueco el huevo, introduce en él a su padre, y con diferente mirra, envuelve aquella parte del huevo por la que, tras hacer un hueco, introdujo a su padre; depositado dentro el padre, el peso es el mismo; y tras envolverlo, lo transporta hacia Egipto hasta el santuario de Helios. Dicen que este pájaro hace tales cosas” (Herodoto, Historia, II-73). No obstante, la personalización del bnnw en Osiris es un aspecto complejo, ya que en otro pasaje del mismo Libro de los Muertos, en el Capítulo 83, podemos encontrar referencias como la siguiente, donde el ave Fénix declama ser “la séptima de las siete uraeus que se encuentran en el Occidente, el Horus que se hace luminoso a sí mismo” (Lara Peinado; 1993:144). Advertimos que el Horus que se hace luminoso a sí mismo es una alegoría del ave de fuego heliopolitana. La relación que vincula a Osiris y a Horus es de parentesco directo, ya que el primero es el padre del segundo. El Fénix de los textos egipcios es, por tanto, una perfecta correlación del mito conservado por Herodoto, así es a la vez el hijo (Horus, el pájaro ardiente) como el padre difunto al que transporta en un huevo de mirra (Osiris, el huevo, la sagrada piedra Benben). El faraón Horus resucita como Osiris, al tiempo que se reencarna nuevamente en su sucesor bajo la faceta de un nuevo Horus. Todo ello resumido en la personalidad dual del Fénix, a quien los egipcios consagraron el planeta Venus extrapolando a este cuerpo los misterios de la vida, la muerte y la resurrección (Fernández Pousada; 2016:442). La elección de este planeta no parece casual. Debido a que su órbita se encuentra entre la Tierra y el Sol, Venus sigue a este último astro poco después del ocaso, para precederle posteriormente en el orto.


Este hecho, sumado a su gran luminosidad, como el cuerpo más radiante del firmamento tras el Sol y la Luna, convierte a Venus en el primer punto de luz que resplandece al atardecer y el último que se desvanece con el brillo de la aurora. De ahí que Venus reciba los epítetos de “Estrella matutina”, “Lucero del alba” o “Estrella vespertina”. Para un sacerdote astrónomo del antiguo Egipto, este hecho solamente podría significar que Venus, el pájaro bnnw, vuela en pos del Sol, siguiendo muy de cerca la singladura de la barca solar, a bordo de la cual Ra cruza el sagrado río celestial. Antecede al dios Sol en su salida matinal y trata de alcanzarlo cada anochecer, imitando sus pasos tras el horizonte occidental del cielo. Esta persecución solamente se completa a intervalos de 243 años, teniendo entre 2 y 4 encuentros por cada intervalo, durante los llamados tránsitos de Venus, los cuales ni son observables a simple vista, ni parecen haber sido advertidos por las primeras civilizaciones. Rituales funerarios Los antiguos egipcios estaban convencidos de que la vida terrenal no era el final de su singladura por el universo y el mundo consciente. El tránsito hacia el más allá, marcado por la psicostasia o pesaje de las almas ante el tribunal de Osiris, era tan solamente el acto preliminar de una más que digna vida para la eternidad, en las campiñas de las juncias, muy semejante a la que previamente habían disfrutado bajo su forma humana. De ahí que en sus tumbas los egipcios incluyesen ricos ajuares funerarios, pensados para satisfacer todas las necesidades del difunto en su vida ultraterrena, tanto desde el punto de vista del mobiliario, como de la alimentación, etc., tratando de procurarle la mayor comodidad posible, para cuya consecución se solía dotar a cada panteón de un nutrido grupo de pequeñas estatuillas, generalmente realizadas en fayenza y conocidas como ushebtis, cuya misión era la de convertirse en trabajadores a las órdenes del difunto, respondiendo a su llamada para acometer las tareas cotidianas. De ahí el significado de su nombre, “respondedores”. A mayores, con cada amanecer, el alma del difunto, bajo la apariencia del pájaro Ba, podía visitar el mundo de los vivos o las residencias de los dioses, con la obligación de restituirse cada noche en su cuerpo momificado, de regreso al sepulcro, razón por la cual los cadáveres debían preservarse en las mejores condiciones posibles, a través de un sesudo proceso de embalsamamiento. Esta resurrección era viable gracias a un rito que en el antiguo Egipto era denominado la “Apertura de la boca”, del cual ya existe constancia desde el tiempo de los Textos de las Pirámides. Generalmente, la momia del difunto, o una estatua que lo representaba,

Ushebti para Ankhu. Granodiorita. 1900-1802 a.C. Dinastía XII. Metropolitan Museum of Art, Nueva York. | Metropolitan Museum of Art, Nueva York.

era objeto de una serie de fumigaciones con incienso a cargo de un selecto grupo de sacerdotes, dirigidos por un sacerdote sem vestido con la piel de un leopardo, en representación de Horus, preparados especialmente para esta misión y acompañados en ocasiones por el hijo primogénito del difunto, quien podía hacerse cargo del papel principal. Mientras recitaban unos ensalmos, golpeaban sus órganos vitales mediante unas herramientas sagradas, como la azuela del Upuaut, el cuchillo peseshkef, o el báculo ofidiforme llamado ueherkau, con el propósito de devolver al muerto los sentidos perdidos. La vista, el oído, el olfato… De esta manera, al golpear la boca, el difunto podría volver a ingerir alimentos, mientras que con la misma acción, pero realizada sobre las fosas nasales, le sería retornada la capacidad de respirar por su cuenta. En la pirámide de Pepi II, de la VI dinastía, se conserva una de las versiones más ancestrales de este formulario, contenida entre las declaraciones 20 y 22 de los Textos de las Pirámides:

“Oh, Rey, he venido en tu busca, porque soy Horus; he golpeado tu boca por ti, porque soy tu amado hijo. He separado tu boca por ti. [Le anuncio a su madre cuando llora por él, le anuncio a ella que estaba unida a él. Tu boca está en perfecto estado, porque yo la he unido] a tus huesos [por ti]. Recita cuatro Egiptología 2.0 | 25


veces: Oh Osiris Rey, yo separo tu boca por ti con el xpx del Ojo de Horus. 1 Pata delantera. [Tu boca está en perfecto estado, porque la separo por ti, separo tus párpados por ti. Oh Rey, abro tu boca por ti] con la azuela de Upuaut. [Separo tu boca por ti] con la azuela de hierro que separa la boca de los dioses. ¡Oh Horus, abre la boca de este Rey! Horus ha abierto la boca de este Rey, Horus ha separado la boca de este Rey] con esa con la que separa la boca de su padre, con esa con la que separa la boca de Osiris, con el hierro que proviene de Seth, con la azuela [de hierro que separa la boca de los dioses. La boca de este Rey se abre con ella, y él se mueve y habla con la Gran Enéada en la Mansión del Príncipe que está en] On, y asume la corona wrrt ante Horus, Señor de los Nobles].

recibe el nombre de Hueso de Tifón, como afirma Manetón” (De Iside et Osiride, 62). Esta naturaleza cósmica de las azuelas vuelve a ponerlas en relación con la piedra Benben, quizás la roca madre de un meteorito de hierro orientado cuyo interior se iría vaciando poco a poco por los orfebres a fin de dar forma a estas herramientas indispensables para lograr la resurrección de los muertos.

Oh Osiris rey, te traigo a tu hijo a quien amas, que separará tu boca” (López y Thode; 2003:3).

Es cierto que algunas investigaciones recientes consideran que los negros huesos de Seth fueron, en realidad, fósiles prehistóricos que los egipcios veneraron bajo la condición de reliquias sagradas, provenientes de la antigua era de los dioses, durante el reinado terrenal de Osiris, tal y como argumenta la investigadora Adrienne Mayor tras examinar las toneladas de fósiles de la era Plioceno-Pleistoceno que Guy Brunton y Flinders Petrie recuperaron en 1922 en los santuarios de Qau el-Kebir y Matmar (V. V.A.A; 2017).

José Lull comenta que las azuelas empleadas durante este ritual imitaban la forma de las constelaciones de la Osa Mayor y la Osa Menor, estando elaboradas con hierro de origen meteórico (Lull García; 2008:30), de ahí su comparación con los huesos de Seth que, forjados a partir de este mismo material, tal y como refiere Plutarco: “También llaman a la piedra imán hueso de Horus, mientras que el hierro

Regresando a la ceremonia de “Apertura de la boca”, este protocolo acompañó a los egipcios durante las muchas centurias que duró su civilización, mediante un sortilegio bien definido, contenido en el Capítulo 23 del Libro de los Muertos, que luego parece haber migrado a la tradición judeocristiana a través de algunos versículos del Salmo 51, donde David suplica que sus labios le sean abiertos para poder rendir alaLos murales de la tumba de Tutankamón representan las escenas de la “Apertura de boca”, practicada por Ay al faraón niño. | National Geographic.

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banzas a Dios:

Nilo.

“Que mi boca sea abierta por Ptah, que las vendas que amordazan mi boca sean desatadas por el dios de mi ciudad. Que acuda además Thot, plenamente provisto de fórmulas mágicas; sean desligadas las vendas de Seth que amordazaban mi boca (y) sean separadas las manos de Atum que estaban colocadas como protección de ella. Mi boca me ha sido restituida, mi boca me ha sido abierta por Ptah, mediante su cuchillo de hierro (celeste), con el cual abrió la boca de los dioses. Soy Sekhmet-Uadjet, que reside en el Occidente del cielo. Soy Shayt que está en medio de las Almas de Heliópolis. ¡Que los dioses rechacen cuantos sortilegios y conjuros mágicos se hagan contra mí! ¡Que se opongan a ellos todos y cada uno de los dioses de la Enéada!” (Lara Peinado; 1993:70).

La iconografía del pájaro Ba suele relacionarse con la cigüeña africana, generalmente antropocéfala, si bien también ha sido representada como un halcón con cabeza y brazos humanos e incluso bajo la apariencia de una grulla (grus grus). La semejanza de la grulla con la garza (ardea bennuides), personificación del pájaro bnnw, pone un nexo común entre ambas aves y sus respectivas tradiciones, lo que parece dar a entender que ambos mitos pudieron formar parte de un corpus único, bien en su forma primigenia, bien en la definitiva, bien en ambas. A mayores, no hay que olvidar que otro de los componentes del ser según los egipcios era el cuerpo luminoso, o espíritu de gloria, un elemento ligado a la resurrección y a la inmortalidad y que recibía el nombre de Aj, cuya representación se concretiza a través de un ibis eremita (geronticus eremita). La gran semejanza entre la figuración de estas tres aves, garza, ibis y grulla, ha generado controversia a la hora de interpretar algunas escenas o pinturas funerarias, en las que unos expertos identifican al Fénix acompañando al difunto en la barca solar, y otros observan la materialización de su Aj. En todo caso, parece que la primera encarnación del Fénix tuvo lugar bajo la forma de una avecilla llamada lavandera boyera, que si bien habita entre Escandinavia y Francia, llegando por el este hasta los Urales, el invierno lo pasa hibernando en el África subsahariana:

A esta misma liturgia eran sometidas las momias de los faraones difuntos, mediante los procedimientos más elaborados, aquellos que sólo las clases pudientes podían costearse, dado que se podían prolongar durante varios días y alcanzar la friolera de hasta 75 episodios diferentes, entre preliminares, reanimación, procesión de ofrendas del Alto y del Bajo Egipto, banquete funerario y clausura. Una versión sintética aparece representada en la cámara mortuoria de Tutankamón (en la KV62), donde se observa cómo el faraón niño, identificado con Osiris, es objeto de esta parafernalia, dirigida por su sucesor Ay, en calidad de Horus, en este caso bajo una formulación más bien breve, debido al reducido espacio de la tumba y al prematuro del fallecimiento de Tutankamón. Dos historias y un mito Parece existir cierto grado de correlación entre la leyenda del ave Fénix y el ritual de “Apertura de la boca”. En la primera, el hijo, Horus, bajo la forma de un pájaro, recibe la misión de envolver a su padre, Osiris, en el interior de un huevo de mirra y transportarlo por la bóveda celeste, a través de una singladura con trayectoria hacia Occidente, desde Arabia hasta Egipto, de cuyo interior eclosionará Osiris bajo la forma de otro pájaro. En efecto, Horus era personificado con la imagen de un halcón, mientras Osiris, al igual que el resto de los difuntos, asumía su naturaleza de ultratumba bajo la efigie del pájaro Ba. De la misma manera, es Horus quien durante el ritual funerario protagoniza los sortilegios encaminados a hacer resucitar a su padre, Osiris, reanimando sus órganos vitales e iniciando su periplo hacia señorear las lejanas tierras de Occidente, donde los egipcios situaban el reino de ultratumba. No es de extrañar que los campos de las pirámides estén localizados, con carácter general, en el margen occidental del río

“La datación de los vestigios de la garza de Heron coincide con el Imperio Antiguo de Egipto y con el Primer Periodo Intermedio. De todas formas, el Bennu tan solamente comenzó a representarse como una garza con posterioridad en la historia egipcia, durante el Imperio Nuevo. Previamente, en los tiempos del Imperio Antiguo, encontramos otra clase de pájaro que posiblemente haya servido como inspiración original para el Bennu y que no tiene absolutamente nada que ver con la garza. Este pájaro es la lavandera boyera (motacilla flava), catalogada por Linneo en 1758, y que en los Textos de las Pirámides está considerada una representación del propio Atum. ¿No se trata de un pájaro demasiado vulgar para tan destacado papel?” (Salvador; 2015:16-17). Precisamente, en los Textos de las Pirámides llama la atención un hecho en concreto. El pájaro bnnw consta a través de una única mención, la declaración 600, que incluye también la única referencia que a las propias pirámides, así como la única alusión a la piedra Benben:

“Oh Atum-Jepri, tú llegaste a ser alto en la altura, te elevaste como la piedra bnbn en la Mansión del “Fénix” en On, escupiste a Shu, expectoraste a Tefnut, y pusiste tus brazos alrededor de ellos como Egiptología 2.0 | 27


los brazos de un símbolo del ka, para que tu esencia pudiese estar en ellos. Oh Atum, pon tus brazos alrededor de este Rey, alrededor de esta construcción, y alrededor de esta pirámide como los brazos del símbolo del ka, para que la esencia del Rey pueda estar en ésta, perdurando para siempre. Oh Atum, pon tu protección sobre este Rey, sobre esta pirámide suya, y sobre esta construcción del Rey, evita cualquier cosa que suceda con maldad contra ella para siempre, como pusiste tu protección sobre Shu y Tefnut. Oh tú Gran Enéada que está en On, (a saber:) Atum, Shu, Tefnut, Gueb, Nut, Osiris, Isis, Seth y Neftis; Oh vosotros hijos de Atum, extended su benevolencia a su hijo en vuestro nombre de Nueve Arcos. Dejad que su espalda se vuelva desde vosotros hacia Atum, para que él pueda proteger a este Rey, para que él pueda proteger la pirámide del Rey y proteger esta construcción suya de todos los dioses y de todos los muertos y de prevenir cualquier cosa que ocurra con maldad contra ella para siempre. Oh Horus, este Rey es Osiris, esta pirámide del Rey es Osiris, esta construcción suya es Osiris; acude tú mismo a ella, no estés lejos de ella en su nombre de “Pirámide”, estando tú completo y grande en tu nombre de “Mansión de los Lagos Amargos”. Thot ha puesto a los dioses por debajo de ti, sano y auténtico en (…) y en (…), Oh Horus, como tu padre Osiris en su nombre de “Mansión del Monarca”. Horus te ha dado a los dioses, les ha hecho subir a ti con plumas de junco para que puedan poner tu cara resplandeciente en los Castillos de la Maza” (López y Thode; 2003:189). Llama la atención cierto silogismo que se puede extraer de este ensalmo mágico. Sabemos, por una parte, que el Fénix, el pájaro bnnw, es un ser dual, al igual que también lo era el faraón, Horus en la vida terrenal, Osiris en la vida ultraterrena. Así, de la misma manera que el Fénix es equiparable a Osiris, en el momento en el que se menciona que “esta pirámide del Rey es Osiris, esta construcción suya es Osiris” también se puede extrapolar que “esta pirámide del Rey es el Fénix, esta construcción suya es el Fénix”, lo cual justificaría su coronación mediante la piedra Benben, el bloque de piedra tallado a semejanza del huevo del Fénix, depositado en el Temblo de Atum, en Heliópolis. La cosmovisión egipcia Con anterioridad, en este artículo se ha planteado la pregunta: ¿Qué fue antes, la pirámide o el piramidión? A medida que se sigue investigando este asunto, surgen más pruebas en favor de lo segundo. Por 28 | Egiptología 2.0

Piramidión de Nimaatra Amenemhat III, procedente de la pirámide negra de Dashur. | Pinterest.

una parte, el pájaro bnnw aparece, las más veces, con sus patas extendidas sobre un montículo con forma piramidal, que se suele identificar con la representación de la colina donde Atum emergió sobre las aguas del océano primordial, el Nun. La principal característica de este promontorio es, precisamente, que se eleva a través de la crecida, de la misma manera en que podemos imaginar gráficamente la emersión de un volcán submarino. De ahí que la declaración 600, al hablar sobre el primer Sol, acuda a la expresión “te elevaste como la piedra bnbn”, como si esta reliquia sagrada pudiese experimentar un movimiento de flujo vertical. En realidad, cada vez que un piramidión, recubierto por láminas de oro o electro bien bruñido, esplendente, era colocado en el culmen de una pirámide, coronando su vértice, es probable que, a ojos de los sacerdotes egipcios, tuviese lugar, literalmente, la elevación ritual de la piedra Benben descrita por los Textos de las Pirámides, a imagen del disco solar alado que sobrevuela el horizonte hasta situarse en el zenit. Y aquí la religión de carácter solar contenida en la pirámide cobra sentido a través de una pieza clave, el propio piramidión, sirviéndole el resto del monumento como un vastísimo altar de ciclópeas proporciones con solución de continuidad, lo mismo que las columnas a un obelisco o los mastodónticos pilares de los templos solares de la V dinastía en Abu Gurab. El profesor Iorwerth Eiddon Stephen Edwards expresaba algo similar, al preguntarse: “Pero, ¿qué era lo que el benben y su derivado arquitectónico, la pirámide perfecta, representaban? Esto sugiere tan sólo una respuesta: los rayos del sol que caían sobre la tierra” (Edwards: 2003:282). Lo que no tenemos tan claro es que exista “tan sólo una respuesta” posible, pues, como ya hemos mencionado, los dobles sentidos son una razón más de ser, una parte intrínseca, del propio sistema jeroglífico y, en consecuencia, de la mentalidad egipcia. La hipótesis de Sapir-Whorf


Piramidión de Userkara Jendyer, recuperada de las ruinas de su pirámide en Saqqara. | Merya Attia.

dice algo así como que “existe relación entre el lenguaje que una persona utiliza y la forma en que percibe el mundo”. En otras palabras, la construcción del universo, de sus implicaciones, de sus valores, de sus significados, para un antiguo egipcio, estriba en los propios principios de la escritura jeroglífica. Ya no sólo porque a través de ella pudiera relacionarse con ese mundo que lo rodeaba, sino también porque los propios jeroglíficos son el producto más refinado de esa relación dialéctica entre el yo y el cosmos que experimentaron estos hombres y mujeres durante su civilización. De ahí que sea tan importante contemplar los jeroglíficos no sólo como meros ideogramas, sino como auténticos portales a través de los cuales acceder al alma egipcia, donde religión, hechicería, medicina, astronomía, matemáticas, meteorología, legislación, etcétera, forman un canon único. Es así, vestidos con su piel, calzándonos sus sandalias, poniéndonos en su situación, empatizando con sus emociones, como a partir de todo ello se podrá canalizar y comprender mejor el complejo mundo eidético, simbólico, dual, de los egipcios. Vista desde la distancia, la cúspide de una pirámide es apenas una aguja luminosa, donde casi resulta imposible apreciar la disrupción entre pirámide y piramidión, de manera que el edificio al completo se percibe como una colosal piedra Benben, como un megalítico huevo del Fénix, con su cascarón todavía intacto, incubante, sin que de su interior haya

eclosionado Osiris bajo su nueva apariencia de luz, ya como soberano de los habitantes de Occidente. “Esta pirámide del Rey es el Fénix, esta construcción suya es el Fénix”. Y, como tal Fénix, es guardián y responsable del porvenir de su padre muerto, al que ha envuelto en una crisálida de mirra en vísperas de su viaje hacia las lejanas tierras donde se pone el Sol. El mito del ave bnnw, como facilitador de la resurrección de su padre, agregado a la ceremonia de “Apertura de la boca”, debe formar parte inmanente del sentido dual que “el benben y su derivado arquitectónico, la pirámide perfecta, representaban”, al margen de sus más que consabidas y lógicas reminiscencias a una religión solar. Con la pirámide como representación del huevo del Fénix, se clarifica mejor que nunca la razón por la que esta forma, y no otra, hubo de ser, a los ojos de los egipcios, el más adecuado diseño con que asociar estas edificaciones a los conceptos de resurrección e inmortalidad. A mayores, el origen cósmico de la Benben original del Templo de Atum en Heliópolis, si finalmente aceptamos que su naturaleza fue la de un meteorito de hierro orientado, ayuda también a imaginar por qué esta reliquia gozó de tan alta consideración en relación con el destino del faraón en el más allá, pues podría proporcionarle, al renacer éste a partir de la piedra Benben, unas facultades cósmicas idénticas a las de los meteoritos, justificando así su ulterior viaje por las esferas celestes, en comunión con el Sol y las estrellas. Egiptología 2.0 | 29


Encaja esta interpretación con otro de los símbolos por antonomasia de la vida eterna en el antiguo Egipto: el escarabeo. Escrito en jeroglíficos, el nombre de Jepri, el autocreado Sol de la aurora, viene a significar algo así como “el que llega a ser (por sí mismo)”. Su salida en el horizonte oriental marca el instante en que las almas de los difuntos pueden disfrutar también de su propio renacimiento ultraterreno. Se da la circunstancia de que una de las alhajas aparecida en la tumba de Nebjeperura Tutankamón, y cuyo motivo central es el escarabeo alado, llamó en 1996 la atención del mineralogista italiano Vincenzo de Michele quien, al comprobar su elevado contenido en silicio, cayó en la cuenta de que no se trataba de vidrio elaborado de manera artesanal, sino de un ejemplar de lechatelierita procedente de los grandes yacimientos del desierto líbico. Este mineral se origina naturalmente por la fusión de arenas de cuarzo durante las tormentas de aparato eléctrico, a causa de la caída de rayos, o por la bestial energía calorífica desprendida en medio del impacto de un meteorito. O lo que es lo mismo, cada vez que un betilo (el huevo del Fénix) venía a colisionar contra la superficie del desierto occidental, su cráter quedaba salpimentado de pequeños fragmentos de este vidrio cósmico que, como consta por las alhajas funerarias de Tutankamón, fueron empleados, al igual que el hierro meteórico, para la confección de joyas, amuletos y otros objetos vinculados al Sol, a los ciclos de la vida y a la resurrección de los muertos, tomados, probablemente, como añicos del cascarón del huevo primigenio. De hecho, en este mismo ajuar funerario destaca una hermosa daga de hierro cuya hoja contiene, según la espectrometría de fluorescencia de rayos X, elevados porcentajes de níquel, de hasta el 11 %, así como trazas de cobalto, lo que apunta sin lugar a dudas su naturaleza meteórica. Es más, al analizar los 20 meteoritos de hierro conocidos en la región, los investigadores llegaron a la conclusión de que la daga de Tutankamón provendría de una octaedrita de 1 quilo, llamada Kharga, que fue sacada a la luz a 240 quilómetros al oeste de Alejandría, en el puerto de Mersa Metruh, allá por el año 2000 (Antón; 2016). No en vano, la palabra con la que los egipcios denominaban a este material resulta ser una auténtica declaración de intenciones con aparente pleno conocimiento de causa. Así, si al cobre lo llamaban biA, el hierro era el biA n pt, esto es, literalmente, el “cobre celestial” o “cobre del cielo” (Budge; 1920:210). Máquinas para la resurrección Que las pirámides fueron auténticas máquinas planificadas para optimizar el proceso de renacimiento divino, lo mismo que todos y cada uno de los huevos del Fénix, queda garantizado gracias a que, entre los 30 | Egiptología 2.0

Daga del ajuar de Tutankamón, cuyo hierro es de origen meteórico. | Getty Images.

pocos objetos litúrgicos que han sido recuperados del interior de la más perfecta de las pirámides, la Gran Pirámide de Keops en Guiza, consta un objeto de cobre, tallado de manera muy similar a un cuchillo peseshkef. Este utensilio, fabricado generalmente a partir de sílex y reconocible por su peculiar forma de cola de pez, fue empleado desde la época predinástica por las parteras del antiguo Egipto a fin de cortar el cordón umbilical en los recién nacidos. Cuando a finales del siglo XIX William Matthew Flinders Petrie (1853-1942) procedió a excavar los yacimientos de Ballas y Naqada, se encontró con algunos de los prototipos más antiguos de este artefacto, por aquel entonces todavía tallados con poca pericia, rudimentariamente, a los que Petrie bautizó con el nombre de “lancetas bifurcadas” o “cuchillos cola de pez”:

“Cuando el Imperio egipcio alcanzó su apogeo, el “peseshkef” de forma estilizada, era un instrumento común en la ceremonia [de “Apertura de la boca”]. Era normal presentarlo en una bandeja junto con diminutos recipientes y otros instrumentos como la azuela, que era utilizada para tocar la boca de la momia. Posiblemente el “peseshkef” desafilado representaba un imaginario cordón umbilical y en algún momento del ritual el sacerdote sem tocaba a la momia [en el abdomen] con este instrumento simbolizando la escena de su segundo nacimiento” (Uriach Torelló; 2004). De la época de las grandes pirámides se conserva otro hermoso ejemplar de peseshkef, hecho de pedernal y localizado en 1908 en el Templo del Valle de Micerino durante la expedición patrocinada por la Universidad de Harvard y el Museum of Fine Arts de Boston (a cuya colección pasó a formar parte el 2 de marzo de 1911, con número de registro 11.765), con la particularidad de que este cuchillo contiene una inscripción en la que se citan los nombres de Horus (mDd w) y Nesut Bity (Xnwm xfw) del faraón Keops, si bien se cree, dado el lugar de su hallazgo, que hubo de estar destinado al culto funerario de su nieto, dando vida a Micerino a través de sus formidables grupos escultóricos, como las tríadas de


diorita con Hathor y las divinidades tutelares de cada provincia; la efigie de grauvaca de la pareja real y la colosal imagen de travertino donde se muestra al soberano entronizado, en el ejercicio de su ilimitado poder. Que los hermanos John (1835-1891) y Waynman Dixon (1844-1930) al inspeccionar el conducto norte de la Cámara de la Reina, por ellos descubierto durante el transcurso del año 1872, sacasen a la luz un gancho de bronce semejante a un peseshkef, además de una bola de granito de medio quilo y una pieza de madera de cerca de 15 centímetros, podría significar, en realidad, que dicha habitación haya funcionado como el auténtico serdab de la Gran Pirámide, colocando en el nicho de la pared occidental la momia del rey, o una estatua de su ka, sobre la cual poder efectuar la “Apertura de la boca” mediante el instrumental oportuno. Que el conducto norte esté orientado, además, hacia la estrella Kocab, en la constelación de la Osa Menor, cuya forma imita la azuela del Upuaut, parece corroborar el sentido ritual de esta estancia, máxime, teniendo en cuenta que Kocab se corresponde con el lugar de la azuela con el que el sacerdote oficiante golpeaba los órganos sensibles del difunto. No hay que olvidar que el serdab de Dyeser, en Saqqara también está dirigido hacia las estrellas circumpolares, seguramente, a

propósito de dejar que la naturaleza quede en disposición de realizar por su cuenta este rito sagrado, en ausencia de sacerdotes humanos que procedan a revitalizar cada día la boca, los oídos, los ojos y la nariz del faraón (Llul García; 2004:284-86). Es destacable cómo el Fénix se hace presente también durante este ceremonial. Así, si observamos con detenimiento la representación de la “Apertura de la boca”, tal y como se ha preservado a través de algunas pinturas o documentos, como es el caso del Papiro de Hunefer (fechado en la XIX dinastía y guardado en el British Museum de Londres, con código de inventario EA 9901), veremos cómo la momia del difunto es sostenida por un sacerdote tocado con la máscara de un chacal, mientras las plañideras lagrimean a sus pies y varios ritualistas hacen fumigaciones y libaciones de sustancias aromáticas, agitando frente a su rostro las azuelas funerarias. A espaldas de la momia se yergue una estela de ofrendas, del tipo Htp di nsw, tras la cual completa la escena un pequeño pilono, con su puerta, sobre el cual se ha dispuesto un piramidión. En el Papiro de Ani (fechado durante el reinado de Ramsés II Meriamón y guardado en el British Museum de Londres, con código de inventario EA10470,3) se observa una hen-

Secuencia de la “Apertura de la boca” en el Papiro Ani, junto a una capilla funeraria con forma de pilono coronado por piedra Benben. British Museum, Londres. | British Museum, Londres. Egiptología 2.0 | 31


didura en este piramidión, evocando lo que parece ser un pequeño nicho. Al comparar esta estructura con los panteones de la necrópolis de Deir el-Medina se puede establecer un claro paralelismo, como por ejemplo, con el complejo funerario del sirviente en el Lugar de la Verdad, Sennedjem (TT1). En algunas ocasiones se ha querido interpretar que esta iconografía muestra a Anubis recibiendo al difunto a las puertas de su tumba, si bien, para ser más precisos, a las antecámaras y cámaras mortuorias de Deir el-Medina se accedía a través de un pozo subterráneo, y no por ante las pequeñas pirámides de ladrillo de adobe que albergan, de hecho, las capillas en cuyo interior se tributaba el culto funerario al difunto y donde, a modo de serdab, seguramente, una réplica de su ka esperaría cada mañana para poder salir al día, gracias a los sortilegios mágicos. Se observa, pues, que incluso las pirámides del Imperio Nuevo mantuvieron el pleno sentido de sus precursoras, como verdaderos huevos del ave Fénix.

primitivas de este mito. Al principio de los tiempos, a consecuencia de un evento cataclísmico, apareció el montículo primigenio, conocido como “isla de las llamas”, “isla del incendio” o “isla de fuego”, donde se había precipitado el huevo cósmico:

El huevo cósmico

Por influencia del culto a Tot, la tradición de la Gran Graznadora, gngn wr, fue perdiendo adeptos en favor de los adoradores del ibis, pájaro estrechamente vinculado al dios de la sabiduría, con quien acabaron identificando al ave que se encargó de empollar el referido huevo cósmico. En todo caso, cuando por fin se abrió su cascarón, tuvo lugar la primera manifestación del Sol, como Ra, el cual, junto a la Ogdóada, procedió a la creación de todas las criaturas vivientes. En varios pasajes del Libro de los Muertos, como es el caso de los Capítulos 56 y 59, la Gran Graznadora aún se materializa bajo la apariencia del ganso, dándose a entender que las reliquias del huevo cósmico podrían ser contempladas por los peregrinos del Imperio Nuevo, en “el lugar que está en el centro de Hermópolis”, esto es, el sancta sanctorum del Templo de Tot. No parece casual que los planos de este preciso santuario fuesen ambicionados por el faraón Keops a fin de replicarlos en su propio mausoleo funerario, tal y como queda recogido por la tradición contenida en los Cuentos del Papiro Westcar:

Al interpretar el mundo desde la óptica de un egipcio, la bóveda celeste se convierte súbitamente en el río sagrado por donde navega la barca de Ra, siguiendo una trayectoria de este a oeste que luego se invierte durante las horas de la noche. Por consiguiente, aquellos objetos que caigan del cielo habrán de pertenecerle, bien a Ra, bien a alguien de su séquito o, directamente, formar parte del propio cuerpo de la divinidad. A partir de esta lógica, los meteoros, rasgando el cielo con su fulgor incandescente, son una suerte de células deprendidas de la superficie del Sol, además de la imagen del mítico pájaro de fuego, el Fénix (el alma del ardiente Ra), mientras que su huevo, depositado en la tierra, se apila como la colina primordial de Atum, rodeado por unos peculiares pedazos de vidrio translúcido, verdoso, que luego se acabará asociando a Jepri. Estos tres dioses conforman una sola entidad, representando las facetas del disco solar en el orto (Jepri), al mediodía (Ra) y en el ocaso (Atum). Y si el dios Sol es inmortal, sus partículas, sus reliquias, puede que también ayuden a lograr la inmortalidad a todos aquellos con quienes están en contacto directo, lo mismo que en miles de iglesias de los cinco continentes los cristianos veneran los huesos de los santos, así como pequeñas astillas de la cruz donde se supone que fue martirizado Jesucristo, atribuyéndole siempre unas determinadas propiedades milagrosas. ¡Y qué mejor salvoconducto para obtener la vida eterna que edificarse una tumba imitando la forma del huevo cósmico, una de las reliquias astrales más valiosa para los egipcios! Este pensamiento nos lleva, directamente, a las fuentes de la teología hermopolitana, donde el episodio de la creación incluye una de las versiones más 32 | Egiptología 2.0

“Los textos en los que se narra la cosmogonía hermopolitana no indican de qué ave salió este huevo. Para unos, es un ganso o un animal al que llaman la Gran Graznadora. “Yo soy el huevo que estaba (en el vientre) de la Gran Graznadora”. A pesar de la dificultad de saber de qué ave se trataba, queda reflejado que proviene de las cuatro parejas. “Huevo del agua, criatura de la tierra, semilla de los Ocho, venerable en el cielo y en el mundo inferior, habitante de las malezas, jefe de la Isla de los Dos Cuchillos: contigo he salido del agua, contigo he salido de la maleza”. El huevo, conocido ya desde el Predinástico, fue objeto de especial atención, ya que se han encontrado huevos decorados” (Egiptomanía; 1997:946).

“Se daba el caso de que Su Majestad el rey Keops había pasado todo su tiempo buscando personalmente esas cámaras secretas del santuario de Tot, a fin de construir algo semejante que le sirviera de tumba” (Vidal Manzanares; 1998:70). Cabe matizar que en el texto original, el jeroglífico elegido para denominar a la “tumba” de Keops es Axt, literalmente, “horizonte”, lo que nos traslada al nombre que este faraón concibió para bautizar a su propia pirámide, Axt xwfw, el “horizonte de Keops”, según aparece escrito en un sello de arcilla perteneciente a este complejo funerario y depositado entre los fondos del Musée du Louvre. Por lo tanto, una traducción más fiel al sentido primario de la frase habría


la creación, el renacido inicia su ascensión hacia la Duat en “la cúspide de la escalera celeste”, esto es, el vértice de la pirámide que había sido dispuesta para él a modo de enterramiento:

“He salido del Huevo que se halla en el País misterioso. Que se me entregue mi boca a fin de que mediante ella pueda hablar ante los dioses de la Duat sin que ninguna oposición pueda ser(me) hecha en el tribunal del Gran dios Osiris, Señor de Re-stau, que está en la cúspide de la escalera celeste” (Lara Peinado; 1993:69). Rompiendo el cascarón

Keops. | Museo Egipcio de El Cairo.

sido que Keops estaba interesado en conocer el diseño de las capillas del Templo de Tot, donde yacían los restos del huevo cósmico, “a fin de construir algo semejante que le sirviera de pirámide”. Esta afirmación, sumada al hecho de que tanto los piramidiones como las pirámides parecen haber funcionado como copias a escala del huevo del Fénix venerado en el Templo de Atum en Heliópolis, alza un puente entre el mito de la Gran Graznadora y las historias de creación, muerte y revitalización que ya conocemos a través del pájaro bnnw. En consonancia, también el huevo de la Ogdóada pudo haber sido un meteorito sagrado. Al fin y al cabo, la leyenda del Fénix explica que su visita a Egipto no habría sido única, sino en ciclos de quinientos años, a lo largo de un número indefinido de ocasiones en las que habría confiado a las fértiles tierras del Nilo, en las marismas del Delta, la crisálida de mirra donde yacían los restos mortales de su difunto padre, a la espera de la resurrección. La conexión entre ambas tradiciones, la del Fénix y la de la Gran Graznadora, y su puesta en común con las pirámides, queda patente en el Capítulo 22 del Libro de los Muertos, donde al abrirse el huevo de

Siglos antes de la composición del Libro de los Muertos, una de las escenas culminantes del faraón durante su viaje al más allá, a tenor de las fórmulas de los Textos de las Pirámides, ya consistía en el preciso instante, descrito en el pasaje anterior, en que el alma del difunto procedía a romper el cascarón del huevo cósmico, elevándose hacia el firmamento. Yendo paso a paso, en la declaración 408, el faraón se encuentra todavía en la oscuridad, dentro del huevo, desde donde invoca a las divinidades de Egipto para que le asistan en su renacimiento: “Oh vosotros dos que concebís durante el día, despertaos para que podáis hacerme nacer a mí, que estoy en el huevo” (López y Thode; 2003:114). Acto seguido, a su llamamiento, los dioses entablan un diálogo que, quizás, sería escenificado durante las pompas fúnebres del faraón por los sacerdotes y sacerdotisas dedicados al culto de cada una de estas deidades, a semejanza de los autos sacramentales, cuya técnica era conocida y empleada en el antiguo Egipto, como consta por notables ejemplos, caso del Papiro Dramático del Rameseo. Así, en la declaración 669, los dioses de la Enéada propician, por una parte, el renacimiento astral del Rey, enviando a Socar para fortalecer los huesos del faraón y traspasar la cáscara del huevo cósmico y, por otra, su ascensión a las esferas celestes, a bordo de la nao de Socar, conocida por su nombre como barca Henu:

“Tú le has llevado, tú le has dado forma, tú le has escupido, pero él no tiene piernas, no tiene brazos; ¿con qué puede ser unido? Este metal será traído para él, la barca Hnw (será traída) para que él pueda ser (elevado en ella), quien fue hecho subir en ella con tus brazos, dicen los dioses. Mirad, él ha nacido; mirad, él está unido; mirad, él ha venido al ser. ¿En dónde romperemos su huevo?, dicen los dioses. Sokar de pDw-S vendrá por él, porque ha modelado sus puntas de arpón [“sus huesos”, según apuntan otros traductores] y ha hecho sus púas [“su esqueleto”, según apuntan otros traductores], es él quien romperá (el huevo y hendirá) el metal. El dios pondrá Egiptología 2.0 | 33


sus brazos sanos, porque agudos son sus dientes y largas son las garras de los dos guías de los dioses. Mira, el Rey está en el ser; mira, el Rey está unido; mira, el Rey ha roto el huevo. ¿Con qué puede el Rey ser hecho volar hacia arriba? Se te traerá (…) la barca Hnw y el (…) del pájaro mw-Hn. Tú volarás hacia arriba con eso, volarás hacia arriba con eso; el viento del (sur) será tu ama de leche y el viento del norte será tu ama seca. Tú volarás hacia arriba y descenderás a causa de las plumas de tu padre Gueb” (López y Thode; 2003:214). Socar, patrón de los herreros, era aquel en cuya forja se daba forma al hierro de origen celestial, meteórico. Durante el Imperio Antiguo, en la época de la construcción de las grandes pirámides, este dios estuvo asociado e identificado con Osiris y Ptah, mientras que en el Imperio Nuevo, en el Libro del Amduat, aparece como señor de la caverna en la que se interna el alma del difunto durante la quinta hora de oscuridad, alojado en el interior de un huevo: “La imagen es así en la densa oscuridad. El huevo que pertenece a este dios (Sokar) es iluminado por los ojos de las cabezas del Gran Dios. Ambas piernas que hay en los anillos del Gran Dios son iluminadas mientras él protege su imagen. Se oye un ruido en el huevo, después de que el Gran Dios pasa por él, como el sonido del rugido en el cielo durante una tormenta” (Bonanno; 2014:40). Esta caverna, tA skr, resulta ser la zona más profunda de la Duat y se asimila a los pasajes y pozos más recónditos dentro de una tumba o de una necrópolis, los cuales, por lo general, suelen corresponderse con las cámaras mortuorias. Una vez más, un huevo, en este caso el de Socar, parece convertirse en sinónimo de tumba, máxime si tomamos en consideración que uno de los epítetos con que se conoce a este dios, “Ba de Ra”, coincide con el que también se le otorga a Osiris y, especialmente, al pájaro bnnw. En cuanto a la barca de Socar, Henu, es la misma que figura en el listado de jeroglíficos de Gardiner, como el signo G10, que representa una curiosa embarcación presidida por la imagen momiforme de un dios hieracocéfalo. Se distingue de otras barcas que también son mencionadas en los Textos de las Pirámides, a cada una de las cuales se le atribuye una función determinada: la barca de oro de Ra le sirve a este dios para cruzar el sagrado río del cielo; la barca del día, asociada a Isis, transporta el ureo; la barca de la noche, asociada a Neftis, conduce a la serpiente de la eternidad. También consta la barca de la justicia (declaración 539), la barca del relámpago (declaración 548), la barca Dndrw (Declaración 366), la barca iqHt, fabricada por Jnum (declaración 300), así como la barca waD-an, con la que el faraón difunto podía desplazarse a cualquier lugar del infra34 | Egiptología 2.0

Reconstrucción de la barca funeraria de Keops. | Wikimedia Commons.

mundo (declaración 224). El cuerpo embalsamado del faraón, o una réplica escultórica de su ka, debía de ser colocado en la barca de Socar con la ayuda de Horus, personificación de su hijo primogénito o heredero, a quien también competía la dirección del ceremonial de la “Apertura de la boca”, según se puede leer en la declaración 645 de los Textos de las Pirámides: “Oh Osiris Rey, Horus te ha alzado hacia el interior de la barca Hnw, te ha levantado hacia el interior de la Barca de Sokar, porque él es un hijo que levanta hacia arriba a su padre, Oh Osiris Rey, en tu nombre de Sokar” (López y Thode; 2003:202), fórmula muy similar a la declaración 647, una variante de la misma. Después de situar la momia o su efigie en el pabellón cubierto de la embarcación, pasando a identificarse con el propio Socar, se le dejaba en compañía de los cuatro hijos de Horus, quizá cuatro sacerdotes funerarios, que cumplían la misión de conducir la nao, asiendo seguramente sus remos o su timón, para presentar el difunto ante los dioses, según se refleja en la declaración 364:

“Oh Osiris Rey, tú eres un dios poderoso y no hay ningún dios como tú. Horus te ha dado sus hijos para que ellos puedan elevarte; él te ha dado todos los dioses para que puedan servirte y puedas tener poder sobre ellos; Horus te ha elevado en su nombre de “barca Henu”; te sostiene en tu nombre de Sokar. Vive para que puedas ir de un lado a otro cada día; sé un espíritu en tu nombre de “Horizonte desde el que Ra se alza”; sé fuerte, sé eficaz, sé un ba y ten poder eternamente” (López y Thode; 2003:104).


Desde los enterramientos reales en Abidos se recurrió a las barcas funerarias para facilitar del destino de ultratumba del faraón. | National Geographic.

Pasaje para el más allá De esta manera, el cometido esencial de la barca Henu resulta ser bastante similar al de un transbordador especial, elevando al faraón difunto desde su tumba terrenal, concebida como un huevo recién cascado, hasta el cielo estrellado, donde se unirá al resto de los dioses, como describe la declaración 214 de los Textos de las Pirámides:

“Asciende, porque Gueb le ha confiado a un orden inferior en su ciudad para que pueda huir y caer abatido. Pero te bañarás en el firmamento estrellado, descenderás sobre las cintas de hierro en los brazos de Horus en su nombre de “Aquel que está en la barca-Hnw”. El pueblo del sol te convocará porque las estrellas imperecederas te han alzado en alto. Asciende al lugar en el que se encuentra tu padre, al lugar donde se encuentra Gueb, para que pueda darte lo que está en la frente de Horus, para que puedas tener un ba de este modo y poder, así de este modo y para que puedas situarte a la cabeza de los Occidentales, de este modo” (López y Thode; 2003:40). Este ascenso en la barca Henu se produce en un paisaje netamente astronómico. Su contexto permite, incluso, identificar una región celeste específica, al situar la escena junto a las estrellas imperecederas: “Dividieron los astros en dos grupos: los indestructibles (ijemu-sek o estrellas imperecederas) eran estrellas circumpolares siempre visibles; los infatigables (ijemu-urz o estrellas infatigables) eran planetas móviles que vagan errantes por el cielo” (Rachet; 1995:40). Se trata de una sección bien conocida del firmamento, donde se encuentran las actuales constelaciones de la Osa Mayor, la Osa Menor, Draco, Casiopea, Cefeo y Perseo, entre otras. Las cartas astronómicas del Imperio Nuevo, como las que decoraron los techados de algunas tumbas del Valle de

los Reyes, prestan especial importancia a este enclave de la bóveda celeste, hecho que armoniza con el destino estelar del faraón expresado en los Textos de las Pirámides. Diversos investigadores han sugerido varias soluciones, muy similares, para identificar las constelaciones circumpolares egipcias, como el muslo, el hipopótamo, el león, los cocodrilos, el noray o el arponeador, con sus contrapartidas griegas. Más allá de su exacta correspondencia, nos interesa cómo el remanente del culto ancestral a la barca Hnw de Socar, como medio de transporte del faraón entre su lugar de sepelio y las estrellas del norte, perduraría todavía en el Imperio Nuevo, como se vislumbra a través del Capítulo 62 del Libro de los Muertos, donde el alma del difunto se alimenta de estas constelaciones:

“El gran aguamanil celeste ha sido abierto para Osiris, el firmamento líquido de Thot ha sido abierto, el agua de Hapy (también lo ha sido) para el Señor del horizonte, en mi nombre de Pedsu. Que me sea concedido el dominio sobre el agua, como mis miembros (ya disponen) de Seth. Soy quien atraviesa el cielo, soy Re, soy el dios león, soy el Toro. Comí el muslo, consumí la (pata del buey). He recorrido las islas de la Campiña de las Juncias. Se me ha otorgado una eternidad infinita. Soy, ciertamente, el que ha recibido en herencia la Eternidad, a quien le ha sido dada la Vida perdurable” (Lara Peinado; 1993:109). Pedsu es, en efecto, el nombre con el que los Textos de las Pirámides situaban la procedencia de Socar, pDw-S. La navegación hacia allí, en el cielo septentrional, a través del firmamento líquido, le era posible al faraón, como encarnación de Socar-Osiris, gracias a las barcas que mandaba enterrar en las fosas adyacentes a su propio complejo mortuorio. Incluso en la necrópolis de Abidos, en pleno periodo tinita, los soberanos de las dos primeras dinastías hicieron caso de este recurso simbólico. Así, en 1991, las prospecciones arqueológicas llevadas a cabo en

El Fénix acompañando al difunto durante su viaje al más allá. | Pinterest. Egiptología 2.0 | 35


Henu, la sagrada barca de Socar, cincelada en las paredes del Templo de Edfú. | Getty Images.

este yacimiento revelaron la existencia de, al menos, una flotilla conformada por 12 barcas ocultas junto al recinto funerario de Jasejemuy, cuyas medidas oscilan entre los 18 y los 24 metros de eslora y los 2 y los 3 metros de manga; una costumbre que se mantendría durante todo el Imperio Antiguo. El ejemplo mejor conocido se encuentra en Guiza: se trata de una de las naos funerarias de Keops, descubierta en 1954 en estado fragmentario, desmontada en 1.224 piezas de madera de cedro, cuyo proceso de recomposición demoraría cerca de 10 años. El resultado final es el majestuoso bajel de 43 metros de eslora, 5 de manga, cabina cubierta y capilla ritual, con una estilizada proa rematada por la flor de loto y una popa en forma de hoz, tal y como se puede visitar en un museo al pie de la Gran Pirámide. Fosas similares se han localizado en sus inmediaciones, así como en el vecino complejo de Kefrén. Además, en el lateral sur del templo solar de Nyuserra-Iny, en Abu Gorab, se localizó otro barco, de unos 34 metros de eslora, cuyo casco fue construido a partir de ladrillos de adobe revestidos de yeso. Entre otros ejemplos, en el recinto funerario de Unis, último rey de la V dinastía, también han salido a la luz vestigios de dos fosos para barcos, así como un embarcadero, demostrando la pervivencia de este ceremonial sagrado a lo largo de varios siglos. Estas naves se suelen identificar con la barca solar, en la que el dios Sol, Ra, despachaba el día y la noche a través del río celestial. No obstante, la ubicación de estos cementerios para barcas junto a las pirámides ofrece una solución alternativa, dada 36 | Egiptología 2.0

la importancia que los Textos de las Pirámides prestan a la barca Hnw, propiedad del dios falconiforme Socar, a bordo de la cual el alma recién renacida del faraón asciende por el firmamento hasta consolidarse como otro ser imperecedero, eterno, junto a las estrellas del norte que nunca se eclipsan, antes de formar parte del cortejo marítimo que acompaña a la barca de Ra en su órbita hacia Occidente. Los Textos de los Piramidiones Los piramidiones son un canal, un código y un mensaje en sí mismos. Quizás por esta razón, al expresarse con su propia naturaleza, los del Imperio Antiguo carecen de inscripciones que ayuden a corroborar la interpretación aquí expuesta. No sucede lo mismo con los labrados en épocas posteriores y cuyo significado religioso, sin duda, se puede y debe remontar a fechas de la era de las pirámides. Desde un punto de vista cronológico, el más antiguo que se conserva es el de la pirámide roja de Dashur, descubierto en 1982 por Rainer Stadelmann y que, tras diversas reconstrucciones, se puede contemplar ahora en un podio pétreo junto al complejo funerario de Seneferu. Es mudo, al igual que el localizado en 1991 por Zahi Hawass en Guiza, perteneciente a la pirámide G1-d, la cual pudo haber sido empleada a modo de serdab, para custodiar los vasos canopos de Keops o, incluso, como capilla destinada al festival Sed del faraón. El último ejemplo de la IV dinastía proviene de una de las pirámides satelitales de Micerino y que, como


Los templos solares de Abu Gorab, al igual que los obeliscos, son una evoluciĂłn del monolito primitivo de la piedra Benben. | Jean Claude Golvin.

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los anteriores, carece de texto alguno. En Abusir, la expedición de Miroslav Verner descubrió el piramidión de basalto de la reina Jentkaus II, consorte de Neferirkara Kakai, con la particularidad de que parece haber estado recubierto de metal, puede que cobre, puede que oro. Completan este repertorio varias piezas procedentes de Saqqara, halladas en el complejo funerario de Teti, primer soberano de la VI dinastía; así como el de la pirámide subsidiaria de Meritites IV, esposa de Meryra Pepy I. Una vez más, el silencio de estas reliquias es la tónica general. Por fortuna, los relieves de algunos bloques de la calzada procesional que comunica el Templo del Valle de Sahura con su pirámide, también en Saqqara, nos han permitido conocer algunas escenas bastante interesantes sobre cómo había de ser la localización, traslado y colocación de los piramidiones. En primer término, vemos cómo una expedición egipcia explora algún lugar recóndito del desierto, poblado por tribus de beduinos de apariencia famélica, a propósito de encontrar una piedra de condiciones tan especiales que reúna los requisitos para ejercer la finalidad a la que está destinado el piramidión. Otra escena muestra a los tiradores, arrastrando las cuerdas del trineo sobre el que viaja el piramidión, mientras unos engrasadores vierten líquido sobre el suelo a fin de reducir la fricción y facilitar el deslizamiento. Finalmente, estas imágenes describen los festejos del séquito real, con cánticos y danzas, durante el ceremonial de colocación de la piedra apical. Si bien se ha creído que este jubileo pueda estar motivado por la conclusión de la pirámide, otra lógica parece indicar, siguiendo el carácter sagrado de esta reliquia, que la instalación del piramidión habría de simultanearse con los momentos culminantes del funeral del faraón, habida cuenta de los Textos de las Pirámides y según se deduce del símil entre el alzamiento de la piedra Benben y la elevación del alma del rey difunto hacia la bóveda celeste. Uno de los piramidiones más sobresalientes es el que antaño coronó la pirámide negra de Dashur, erigida por el faraón Nimaatra Amenemhat III. Destaca por su buen estado de conservación y por la delicadeza de sus jeroglíficos. En 1902, Gaston Camille Charles Maspero (1846-1916) publicó el artículo “Sur le pyramidion d’Amenemhaît III à Dahchour” en los Annales du Service des Antiquités de L’Egypte que, si bien incurre en notables errores de lectura, tiene el mérito de ser la primera reproducción de los jeroglíficos de esta pieza, por cuyo significado, a decir verdad, apenas prestó importancia. La mayor parte de las traducciones posteriores son parciales, centrándose casi exclusivamente en la cara este. Existe, no obstante, una versión completa de estos textos 38 | Egiptología 2.0

en alemán, a saber, la traducción que Dieter Arnold publicó de los mismos en 1987. Más suerte corrió el piramidión de Userkara Jendyer, un faraón al que conocemos gracias al esfuerzo y tesón de Gustave Jéquier (1868-1946) quien, de forma exhaustiva, dio a conocer sus hallazgos en la necrópolis de Saqqara a través del trabajo Deux pyramides du Moyen Empire, que vio la luz en 1933, incluyendo un volcado integral de sus líneas al francés. Aunque el estado de esta reliquia es altamente fragmentario, el piramidión de Amenemhat III le permitió a Jéquier reorganizar las piezas y suplir las lagunas, debido a la práctica coincidencia entre ambos textos jeroglíficos. Menos fortuna tuvo el piramidión de Merneferre Ay, el faraón que durante más tiempo ostentó el poder supremo en el Egipto de la XIII dinastía, del cual apenas ha sobrevivido una esquina donde se aprecia al monarca rindiendo honores a los dioses Horus, Señor del Cielo, en una cara, y Ptah, en la otra. La cara occidental del piramidión de Amenemhat III se puede traducir como: “Declaración: aparición pública del Rey del Alto y del Bajo Egipto, Señor de las Dos Tierras, Nimaatra, para que presencie al Señor del horizonte cruzar el cielo superior. Que él haga resplandecer al Hijo de Ra, Amehemhat, como un Dios, Señor de la eternidad, el Hijo de Ra, que no perezca. Dicho por Ra: le doy cosas maravillosas y bellas al Señor de la Doble Corona, Iti Iwatauy. Me complazco de ello, pues es mi deseo. Dicho por el horizonte: me complazco de ello, pues es mi deseo”. La versión de Jendyer es similar, con algunas diferencias gráficas: “Aparición pública del Rey del Alto y del Bajo Egipto, Userkara, para que presencie al Señor del horizonte cruzar el cielo superior. Que él haga resplandecer a Jendyer como un Dios, Señor de la eternidad, que no perezca. Ra dice: le doy cosas maravillosas y bellas al Señor de la Doble Corona, Dyedmesut, y me complazco de ello, pues es mi deseo. El horizonte dice: me complazco de ello, pues es mi deseo. Para la perfección del Rey del Alto y del Bajo Egipto, Userkara, que viva eternamente”. Se trata de una invocación dirigida al Sol naciente, con quien el alma del faraón difunto pretende asimilarse, a fin de elevarse glorioso en mitad del cielo. La cara oriental del piramidión de Amenemhat III se puede traducir como: “Declaración: los dos brazos del fetiche de Anubis están detrás del Rey del Alto y del Bajo Egipto, Señor que hace ofrendas, Nimaatra, quien se une a los lugares de Occidente dentro del Santuario del Señor de las ofrendas, donde se encuentra bien. Que él lo haga su heredero como Señor por siempre y eternamente. Dicho por el fetiche de Anubis: le doy todo lo que es bueno, puro y beneficioso de Occidente al Rey del Alto y Bajo Egipto, el Señor de las Dos Tierras, Nimaatra. Dicho por el hermoso Occidente: me complazco de ello”. La versión


de Jendyer es: “Los dos brazos del fetiche de Anubis están detrás del Rey del Alto y del Bajo Egipto, Userkara, quien se une a los lugares de Occidente dentro del Santuario del Señor de las ofrendas, donde se encuentra bien. El fetiche de Anubis dice: le doy todo lo que es bueno, puro y beneficioso de Occidente al buen dios Jendyer. Le doy la eternidad y me complazco de ello, pues es mi deseo”. Aquí se expresa el destino de ultratumba del faraón, como soberano de Occidente, donde va a ser recibido con el abrazo de Anubis, encarnado en este caso por su fetiche, Imiut. La cara meriodional del piramidión de Amenemhat III, incompleta, se puede traducir como: “Geb, Señor de las Dos Tierras, está ante su costillar, Osiris, Señor de Abidos, bajo las dos piernas del Señor de las Dos Tierras, Hijo de Ra, Amenemhat, (…) de Ptah (…), amado del Señor de la vida (…). Dicho por Ptah: le doy toda la vida, salud y fuerza al buen dios, el Horus de Oro, Uahanj, Nimaatra. Dicho por Socar Osiris, Señor de la Vida: Señor (…)”. Su contrapartida en el piramidión de Jendyer dice: “Geb, Señor de las Dos Tierras, está bajo su costillar, Osiris bajo las dos piernas del buen dios, el Rey del Alto y del Bajo Egipto, Userkara. Ptah dice: le doy toda la vida, salud y fuerza al hijo de Ra, Jendyer”. Finalmente, la cara septentrional del piramidión de Amenemhat III se puede traducir como: “Declaración: se eleva el Ba del Rey del Alto y del Bajo Egipto hacia las (tres) cumbres de Orión, se hermana con la Duat, se establece sobre las estrellas del norte como Hijo de Ra, Amenemhat. Neith se complace de ello. El Horus viviente, Aabau, Señor de la Doble Corona, Iti Iwatauy, Horus de Oro, Uahanj, Rey del Alto y del Bajo Egipto, Nimaatra, que viva por siempre y eternamente”. El de Jendyer dice: “Se eleva el Rey del Alto y del Bajo Egipto, Userkara, hacia las (tres) cumbres de Orión, se hermana con la Duat, se establece sobre las estrellas como hijo de Ra, Jendyer. El Norte dice: el Rey del Alto y del Bajo Egipto, Userkara, amado de Ptah-Socar-Osiris, que tenga vida, salud y fuerza, eternamente”. Frente al destino solar, expresado con nitidez en la cara este, aquí el camino del faraón se complementa con su destino estelar, cuestión que armoniza a la perfección con el simbolismo eternal de las constelaciones circumpolares. Este ascenso parece seguir una trayectoria que nace en el sur, donde culmina Orión, con rumbo hacia el norte, a bordo de la barca de Socar. De hecho, al efectuar una lectura global de ambos piramidiones se observa cómo el eje este-oeste conforma un todo, leído en este orden, donde el faraón renace cada mañana, cual el Sol de la aurora, dirigiéndose luego a sus dominios en Occidente, donde lo recibe el dios que le permitirá regresar a la vida el día después, en un ciclo que no tiene fin. Por el

contrario, en el eje sur-norte, leído también en este sentido, el faraón es identificado con Osiris, cuyos miembros, piernas y esqueleto, aparentan sobrevolar la tierra (Geb), representando de forma metafórica la evolución de Orión por los cielos, a través de cuyas tres cumbres penetra el rey difunto en la Duat, proyectándose después hacia el norte, con la vocación de convertirse allí en la estrella que domina a todas las demás, quizás Thuban, la Polar de la época, o tal vez Kocab, la punta de la azuela cósmica del Upuaut. ¿Acaso no evoca este lenguaje las mismas ideas contenidas siglos antes en los Textos de las Pirámides? ¿Y el destino del rey, expresado en estos dos ejes de coordenadas geográficas, no recuerda al auxilio recibido por el alma del faraón durante su ascensión astral gracias al soporte de los cuatro hijos de Horus, es decir, los cuatro puntos cardinales? Conclusión La hipótesis central de este artículo es relacionar el diseño de las pirámides de caras lisas con la forma del huevo del pájaro bnnw, en cuyo interior yace su padre, amortajado, embalsamado, lo mismo que el cuerpo del faraón descansa en el interior de su sarcófago. En realidad, este huevo cósmico parece haber sido un meteorito de hierro orientado, de forma entre ovoide y cónica, que se veneraría en el sagrario del Templo de Atum, en Heliópolis. La naturaleza celestial de esta pieza vincularía el destino de las personas en la Tierra con su divina ascensión al firmamento estrellado. Como tal, esta reliquia, u otra similar, habría originado una versión paralela al mito del Fénix, donde se convierte en el huevo cósmico de la Ogdóada, guardado en el sagrario del Templo de Tot en Hermópolis, y de cuyo interior emanó el dios Sol al principio de los tiempos; o el huevo de Socar que se hace presente en la quinta hora de oscuridad del Libro del Amduat, que se ha dado en comparar con la cámara mortuoria de la tumba. Tanto los Textos de las Pirámides como el Libro de los Muertos apelan al instante mismo en que el alma del faraón rompe el cascarón, esto es, alcanza el renacimiento, tratándose de un simbolismo que nos remite directamente al momento en que el espíritu del rey difunto se desliga de su cadáver momificado y abandona la pirámide, saliendo de su huevo. Esta circunstancia se produce después de realizar sobre sus restos el ceremonial de la “Apertura de la boca”, donde varias azuelas forjadas a partir de hierro meteórico, así como otros amuletos y joyas elaboradas de lechatelierita, ayudan a conectar las esferas de lo terrenal con lo celestial. Socorrida por los cuatro hijos de Horus, el alma embarca en la nave de Socar, cuyas réplicas han sido dispuestas en las inmediaciones del complejo funerario a fin de facilitar este tránsito, tras lo cual se inicia su ascensión a la bóveEgiptología 2.0 | 39


da celeste en medio de un paisaje de evidentes connotaciones astronómicas. Aquí, las constelaciones circumpolares juegan un papel trascendental, por la precisa razón de estar asociadas a los ciclos de lo infinito y de la eternidad, siempre visibles, imposibles de ocultar. En este viaje, el espíritu luminoso se identifica con el “Ba de Ra”, epíteto que reciben tanto el Fénix, como Osiris y Socar, siendo, como son, tres manifestaciones distintas de una misma divinidad. Y como el pájaro bnnw, catasterizado en Venus, el cuerpo astral del faraón emprende una nueva ruta, ahora de este a oeste. Con ello, persigue al Sol en el horizonte occidental del cielo poco después de su ocaso y madruga con cada alborada como adelanto de la reaparición del todopoderoso Ra en el horizonte oriental. Para ese momento, ya en conjunción con los rayos solares, el alma ha dejado atrás la barca Hnw y se ha sumado al cortejo de Ra, a través de sus barcas diurna y nocturna. Y la resurrección se completa. O, como de forma más poética expresaría el anónimo autor de la Historia de Sinuhé al describir la muerte de Sehetepibra Amenemhat I, “el dios ascendió a su horizonte (…). Se proyectó hacia el cielo, se unió con el disco solar y su divino cuerpo fue absorbido en el interior de Aquel que lo había creado” (Vidal Manzanares; 1998:24-25). El faraón nace, vive, muere y, como Osiris, renace, revive y jamás volverá a experimentar las penurias de la muerte. Su Aj es infatigable, como las estrellas. Su Ba es incorruptible, como el Sol. Y transcurridos otros quinientos años, el Fénix retorna a su nido, posándose sobre el vértice de su pirámide, preparando el fuego de sus alas para resurgir nuevamente de las cenizas, pensando en revitalizar sus fuerzas, al menos, por una vez más.

Bibliografía

Sobre el autor

BONANNO, M. (2014). “La significación de la caverna de Sokar según la relación Ra-Osiris en el Libro del Amduat”. Aula Orientalis, 32/1, pp. 31-47.

Alfonso Daniel Fernández Pousada se licenció en periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, profesión que ha ejercido en Radio Voz y Cadena COPE, emisora, ésta última, a la que está vinculado desde 2005 y donde actualmente dirige un magazine dominical.

BREASTED, J. H. (1912). The Development of Religion and Thought in Ancient Egypt. Charles Scribner’s Sons. Nueva York. EDWARDS, I. O. (2003). Las Pirámides de Egipto. Crítica. Barcelona. LULL GARCÍA, J. (2008). El empleo del hierro meteórico en el antiguo Egipto. Huygens, n.º 73, p. 30-34. RACHET, G. (1995). Diccionario de Civilización Egipcia. Larousse Planeta. Barcelona. SALVADOR, R. B. (2015). Egyptian mythology in the Shin Megami Tensei: Persona games. Journal of Geek Studies 2 (2), p. 8-32. URIACH TORELLÓ, J. (2004). El peseshkef. Amigos del Antiguo Egipto. 40 | Egiptología 2.0

Su pasión por la egiptología le ha llevado a participar en diversos seminarios organizados por el Instituto de Estudios del Antiguo Egipto y a publicar un trabajo de investigación sobre los adelantos astronómicos de la civilización del Nilo. Enlaza con el autor


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