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Se hizo justicia
from El Óvalo Azul #249
No es común en la historia de las grandes marcas que, a los pocos meses de iniciada su actividad, se le genere un pleito judicial de gran magnitud, como le sucedió a la Ford Motor Company en 1903.
Un grupo de fabricantes, respaldados por importantes financistas, se organizaron para defender y hacer “su negocio” bajo la protección de una patente registrada por un tal George Selden. Gracias a este artilugio legal todo aquel que fabricara un automóvil en los Estados Unidos por entonces debía abonar un canon a ese Sindicato.
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Henry Ford se opuso de entrada, pero años después un juez en primera instancia decretó que debía pagar por cada auto que había fabricado. Se apeló, pero mientras tanto, enfrentó una campaña de difamación por la cual quien comprara un Ford, en ese momento era nada más ni nada menos que el recientemente lanzado Modelo T, podía estar infringiendo la ley. La respuesta de Henry fue garantizar a todos sus clientes con el respaldo de todo el capital de su empresa, si alguien podía sentirse amenazado. Y el milagro sucedió, el público creyó en la palabra de Henry Ford y en las bondades del T. Más tarde la apelación fue favorable y ninguna otra empresa más tuvo que someterse a ese Sindicato de delincuentes. La industria prosperó, Ford llegó a tener el 50% del mercado y el automóvil cambió el mundo. Sí señor.
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