LITERATURA LATINA
Supuesto retrato de Virgilio. Museo del Bardo. TĂşnez.
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LA POESÍA ÉPICA A. Introducción. B. La poesía romana arcaica: Livio Andronico, Nevio y Ennio. C. La épica de la época de Augusto: Virgilio: la "Ene¡da". D. La épica neroniana: Lucano: La "Farsalia". INTRODUCCIÓN
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La poesía épica latina, a diferencia de la griega, es el resultado de elaboraciones poéticas y no fruto de poner por escrito sagas y hazañas de héroes que se difunden de boca en boca a lo largo y ancho de la geografía mediterránea. Frente a esa corriente que podemos llamar épica heroica, de tradición oral, de antigüedad muy notable, de carácter formular y repetitivo (ej. la Ilíada y la Odisea), encontramos en la literatura latina una épica culta, fruto de la voluntad compositora de diversos autores. Es decir, los propios poetas establecen y determinan los temas que desean tratar y establecen de algún modo las leyes o características básicas del género. En esta creación los autores romanos inventaron los temas, pero mantuvieron los esquemas griegos: verso dactílico, estilo solemne, personajes elevados y tono grandilocuente. Se pueden considerar como precedentes de la épica latina las inscripciones funerarias, "elogia"; los cantos funerales, "neniae"; los cantos triunfales, "carmina triumphalia" y los cantos de los banquetes, "carmina convivalia". LA ÉPICA ROMANA ARCAICA El primer texto épico es obra de Livio Andrónico (284-204 a. C.) quien tradujo al latín la "Odisea" de Homero. El hexámetro homérico, verso de la epopeya por antonomasia, ha 2 desaparecido en la traducción para dejar sitio a un verso árido y largo, el verso saturnio , que pronto será abandonado por autores posteriores. En una línea totalmente distinta, escribe Cneo Nevio un Bellum Punicum, auténtico cantar de gesta sobre los enfrentamientos armados de la Primera Guerra Púnica. Se mantiene todavía el verso saturnio. Años más tarde Ennio (239-169 a. C.) compone los "Anales", donde el verso saturnio ha dejado su lugar al hexámetro, de ritmo dactílico. En ese metro Ennio narra la Historia de Roma desde su fundación hasta la época misma del autor. Su obra fue bien valorada por las generaciones posteriores, que la consideraron la epopeya nacional por excelencia hasta que Virgilio escribió la Eneida. ENNIO: La consulta a los auspicios para decidir el nombre de la ciudad Víctimas de una gran inquietud, ardientemente deseosos del trono, se aplican el uno y el otro [Rómulo y Remo] a observar los pájaros y todo signo de augurio. En el Palatino, Remo, solo, el espíritu dirigido a los auspicios3, espera un ave favorable; por su parte, el bello Rómulo, en lo alto del Aventino, busca el parecer del linaje de los altos vuelos: estaba en juego el nombre de la Ciudad, Roma o Rémora. Todos los hombres están inquietos por saber cuál de los dos los mandará. Esperan, como cuando el cónsul se dispone a dar la señal y los espectadores miran con avidez los puntos de salida4 para sorprender el momento en que los carros saldrán de los recintos pintados; así aguardaba el pueblo, sin poder disimular su ansiedad ante los destinos del estado, al que la victoria de uno u otro iba a dar el jefe supremo. Entretanto, el claro sol se 1 Para entender mejor el contenido de este tema, se recomienda estudiar primero la poesía épica griega... Esto quizá suponga levantarse del asiento o sofá y coger los apuntes de griego. No importa, ¡HAZLO! Se rinde más cuando se comprende mejor. 2 Este tipo de verso no se sabe a ciencia cierta cómo era y de cuántas sílabas se componía. Lo que sí parece fuera de toda duda es que su acento era musical. Sin embargo, no se conoce con precisión cuál era la alternancia de sílabas largas y breves, dónde caía el acento, cuáles eran las sílabas de sustitución, etc. Se podría comparar a los cantos populares actuales que tienen una gran libertad de metro y rima. 3 Se trata de la observación ritual de los presagios dados por los pájaros. 4 Los carros de carreras salían de barreras (carceres) contiguas y distintas.
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retiró de los abismos de la noche. Después, arrojada por los rayos [del astro que anuncia], la luz apareció brillante. Y, al punto, desde lo alto del cielo, voló un pájaro por la izquierda, del más hermoso augurio. Al mismo tiempo que brota el sol de oro, aparecen desde el cielo, por tres veces, cuatro pájaros sagrados: y se presentan en buena y favorable postura. Esta visión es para Rómulo la confirmación de su primacía: el auspicio ha asentado firmemente las bases de su trono. (Anales I)
LA ÉPICA DE LA ÉPOCA DE AUGUSTO Virgilio y la Ene¡da (70-19 a.C.) Sin duda la Eneida es la obra cumbre de la poesía épica latina. Tema de la Eneida El poema narra las aventuras de Eneas, el héroe troyano, hijo de Anquises y Venus, desde su salida azarosa de Troya hasta su llegada a las costas de Italia. Una vez allí, narra los diversos combates que sostiene contra los habitantes del Lacio hasta conseguir la victoria y la consiguiente recompensa: el matrimonio con Lavinia, hija del rey Latino. Queda así Eneas en disposición de fundar una nueva estirpe, que va a ser el pueblo romano. Estructura y fuentes La Ene¡da se compone de doce libros; cada uno de ellos parece un todo con entidad propia. Sin embargo, responde a un esquema estructural claramente perceptible: - Los seis primeros libros, hechos a imagen de la Odisea narran las peripecias de Eneas hasta alcanzar las costas de Cartago. Allí el caudillo troyano narra a la reina Dido todos los sucesos acontecidos desde la toma de Troya hasta entonces, acabando el libro VI con una bajada a los infiernos, al modo del Ulises homérico. - Los seis últimos libros, hechos a imitación de la Ilíada, en donde el héroe protagoniza toda una serie de enfrentamientos en tierras italianas hasta lograr su objetivo final. Sin lugar a dudas, Virgilio ha tenido ante sus ojos la Ilíada y la Odisea a la hora de componer su poema épico.
Personajes A diferencia de Homero, Virgilio es más un pintor de sentimientos o estados anímicos que de caracteres propiamente dichos. El autor profundiza psicológicamente en los caracteres de los personajes, alejándose así del mero estilo épico: frente al prototipo homérico del héroe, Eneas está más cerca del hombre común que del protagonista de una epopeya. El héroe virgiliano se presenta lleno de sentimientos contradictorios que enfrentan sus deseos personales con el destino impuesto por los dioses. Lengua y estilo La Eneida es una de las obras maestras de la literatura universal. El lenguaje poético alcanza una perfección incomparable. Frases simples, léxico poético pero carente por completo de afectación y barroquismo, versificación lograda en todos sus detalles, hacen que el poema se lea con rapidez y agrado. Pocas obras han tenido tanta trascendencia en la Literatura como la "Eneida". Poemas épicos medievales como "La Canción de Roldán" de la literatura francesa y otras obras y
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autores renacentistas como Dante, Petrarca y Boccaccio le son deudores y su influencia en ellos es manifiesta. Lecturas VIRGILIO: La isla de Circe La brisa del crepúsculo despierta, la blanca luna no se niega a los bajeles, un resplandor luminoso tiembla sobre el mar, rozan las riberas de la isla de Circe. Allí, la opulenta hija del Sol llena sin cesar de sus encantos los bosques inaccesibles y, en su soberbia mansión, quema toda la noche en teas el cedro perfumado, recorriendo la tela fina con su peine sonoro. Se escuchan los coléricos gemidos de los leones, que resoplan contra sus cadenas y rugen entre las sombras nocturnas; se oye la cólera de los jabalíes de rudo pelo, los osos en su establo y los aullidos de los fantasmas de los grandes lobos: hombres en otro tiempo, a quienes la cruel diosa, por el poder mágico de las hierbas, transformó en bestias. Para evitar a los fieles troyanos esta suerte monstruosa, si erraban hasta el puerto, y el propio contacto de esas terribles orillas, Neptuno hinchó su velas de un viento favorable y les obligó a huir y rebasar esas aguas hirvientes. Y he aquí que el mar se tornaba rojo y, desde lo alto del éter, la rubicunda Aurora brillaba en su carro de rosas: los vientos se calmaron, y pronto descendió el último soplo. (Eneida VII, v. 8-28) El latino, Numano Rémulo insulta a los troyanos asentados en su campamento "... Como raza dura desde los comienzos, llevamos a los recién nacidos a nuestros ríos para endurecerlos en el frío cruel de las aguas. De niños roban tiempo a la noche para ir a cazar y apuran nuestras selvas; su juego consiste en dominar los corceles, en tensar los arcos. Y de jóvenes, sufridos ante los trabajos, acostumbrados a vivir con poco, o cavan la tierra con sus picos, o hacen temblar los alcázares con su ataque guerrero. Toda su vida se desliza con las armas en la mano: vuelven su lanza para apresurar el paso lento de los bueyes. Y cuando la vejez llega, tardía, no debilita nuestro valor, ni menoscaba nuestra fuerza: cubrimos con el casco nuestros blancos cabellos; nuestra alegría consiste en acarrear siempre a nuestra mansión un botín reciente y vivir de las rapiñas. En cambio, en vosotros, con vuestros vestidos bordados, teñidos de azafrán y de brillante púrpura, la pereza se anida en vuestros corazones; os complacéis sin mesura en la danza; ¡vuestras túnicas tienen mangas! ¡Cintas en vuestras mitras!1 ¡Oh auténticas frigias, no frigios!: marchad a las alturas dindimeas2, id a buscar los sones quebrados de la doble flauta; los tamboriles, las flautas de boj de la Madre Idea os llaman: dejad las armas para los hombres; marchad, dejad el hierro a otros." (Eneida IX, v. 603-620)
LA ÉPICA DE LA ÉPOCA DE NERÓN Lucano (39 d.C- 65 d.C.) La épica latina no se agota en Virgilio. Muy pocos años después de la muerte de Virgilio en el siglo I de nuestra era, un hispano natural de Córdoba, sobrino de Séneca, M. Anneo Lucano, escribe en plena juventud una epopeya que tituló "Bellum Civile", pero que la posterioridad ha inmortalizado con el nombre de 'Farsalia", donde se narra la guerra civil entre César y Pompeyo (49-47 a.C.). Consta de diez libros, el último de ellos incompleto; es posible que la idea del poeta fuese una obra de doce libros a imitación de la Eneida. Esta imitación es solamente desde el punto de vista de la estructura, porque el poema de Lucano representa la ruptura con la épica tradicional, si bien es cierto que en el poema encontramos clara influencia de Virgillo en recursos métricos y descripciones. 1 2
Gorros cónicos, entre la tiara el el fez. Díndima es una montaña de Frigia, consagrada a Cibeles (o diosa madre del monte Ida).
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Las características especiales del poema de Lucano, que supone una revolución en la poesía épica, pueden resumirse en: a) Eliminación del aparato divino. En la Farsalia los dioses brillan por su ausencia, no intervienen en la trama en ningún momento; frente a ellos el único agente es el hombre. El poema comienza con una invocación al emperador Nerón en vez de a las Musas, como era costumbre. En él no encontramos el elemento sobrenatural. b) Racionalismo. Los lugares comunes que la epopeya tradicional explica mediante la intervención divina aquí encuentran una explicación racional: la guerra tiene su origen en la ambición y ansia de poder de los hombres; las tormentas tienen su causa en la naturaleza, no en la voluntad o ira de los dioses. c) Ausencia de un solo héroe. No se puede señalar un solo héroe protagonista: podrían serlo indistintamente César, Pompeyo o Catón. A lo largo de la obra abundan las digresiones geográficas o etnográficas. Los acontecimiento narrados están muy próximos a la época en la que vive el autor y se narran de forma cronológica. Pone discursos en boca de sus personajes, lo que hizo, incluso en la Antigüedad, que se rechazase la obra como poema épico. El poema, en consecuencia, camina con un pie en la poesía y otro en la narración histórica. La época en la que vivió el autor se caracteriza por la profusión en el empleo de figuras retóricas. Lucano es heredero de su época y por ello su obra resulta un poco farragosa, oscura y difícil en algunos momentos. Lectura LUCANO: Las torturas de la sed Ya faltaba el agua: cavan en la tierra para buscar manantiales secretos, corrientes ocultas. Pero no les bastan ni azadones ni robustos picos; emplean sus puñales; y el pozo se hunde a través del monte hasta el nivel del llano fresco: el pálido buscador de oro asturiano1 no cavaría tan profundamente, tan lejos de la luz. Pero no se consigue nada: no se oye ruido alguno de corrientes subterráneas, ni se produce un brote repentino de agua ante el golpe que rompe la piedra árida, ni un fino rocío se filtra en el fondo de las cavidades, ni un hilillo perdido, tortuoso, en la arena removida. Salen, tan sólo, más exhaustos de esas minas de sílex: de la búsqueda de las aguas sólo han ganado poder soportar menos la ardiente sequedad. Cansados, no mantienen con ningún manjar sus cuerpos desfallecidos, rechazan los alimentos, y apelan al hambre para que les ayude. Cuando la tierra más blanda transparenta alguna humedad, aprietan con sus manos, contra sus labios, los terrenos frescos; cuando ven un charco pequeño e infectado, lleno de limo negro, se lanzan a ras de tierra y se disputan ese terrible brebaje, bebiendo para morir de aquello que no habrían querido tomar para seguir viviendo. Se cuelgan, como animales, de las ubres del ganado, las oprimen y agotan y, a falta de leche, chupan la sangre que brota de las entrañas agotadas. Entonces, roen hierbas y hojas, arrancan las ramas humedecidas por el rocío, exprimen, cualquiera que ésta sea, la savia de los tallos jóvenes y de la tierna medula de los árboles. ¡Ay, dichosos aquellos que mueren esparcidos en los campos, junto a las aguas que ha envenenado, huyendo, un enemigo bárbaro ¡Tú puedes, César, sin guardar secreto, infectar los ríos de pus y sangraza, mezclar en ellos el lívido acónito de las rocas de Dicteo2: '" estos jóvenes romanos beberán a sabiendas. Una llama roe sus entrañas; su lengua raspa su boca dura y seca; sus venas languidecen; su pulmón, no regado por líquido alguno, se abre menos a los pasos alternos del aire; el aliento brusco y entrecortado, roe su gaznate; su boca se abre, sin embargo, para aspirar el fresco de la noche. Esperan ahora esas lluvias que poco ha azotaban y anegaban los campos, y sus ojos se fijan en las nubes áridas, y, para agotar más a esos desdichados a quienes tortura la sed, no se encuentran en el ardiente Meroe3, bajo los fuegos del Cáncer4, en las arenas que labran los garamantos1 desnudos; no: el 1
En Asturias, rica zona minera, los romanos explotaron las minas de oro y, sobre todo, de plata. Montaña de Creta en que se cogían las hierbas medicinales y venenosas: el acónito es llamado "lívido" porque provoca la muerte. 3 Isla del alto Nilo, en Etiopía. 4 Cáncer, constelación en la que parece hallarse el Sol en verano, simboliza la extrema calor. 2
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ejército está bloqueado entre el lánguido Sícoris y las rápidas aguas del Ebro; muere de sed con los ríos a la vista, muy próximos. (Farsalia IV, v. 292-336)
Eneas transporta a su padre Anquises, al salir de Troya
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Pueblo del Sáhara.
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2a. LA POESÍA LÍRICA LATINA 1. Nacimiento de la lírica. 2. Los neotéricos: Valerio Catulo. 3. Virgilio lírico: Las "Bucólicas". 4. Horacio lírico: "Epodos" y "Odas". 5. Ovidio lírico: "Amores", "Ars Amandi" "Remedia amoris" y "Tristia" 1. El nacimiento de la lírica La poesía lírica nace en Roma bastante tarde, cuando ya estaban consolidados el teatro y la poesía épica, concretamente a finales de¡ S.II a.C. En esta época surgen los primeros poetas líricos, los del llamado Círculo de Lutacio Cátulo, ya que forman un grupo en tomo a la figura de este general que era a la vez orador, historiador y poeta. Este grupo se inspira en la poesía alejandrina griega del s. IV a.C. y cultiva la modalidad del epigrama1 erótico. Las principales figuras de este círculo literario son: Lutacio Cátulo, Porcio Lícino y Valerio Edituo. 2 Todos estos escriben sus epigramas en dísticos elegíacos (hexámetro + pentámetro) . 2. Los neotéricos Más tarde, entrado ya el s. I a.C. surge un grupo de poetas más importantes en orden al desarrollo de la lírica: son los llamados "novi poetae" o "neotéricos". Querían innovar, abrir nuevos caminos a la poesía latina y emprendieron una revolución literaria con resultados muy positivos para la poesía latina. Se inspiran en poetas alejandrinos, sobre todo en Calímaco. Para ellos es preciso hacer poemas cortos pero de máxima perfección formal. El jefe de fila indiscutible del grupo fue el poeta Valerio Catulo. Valerio Catulo (s. I a.C.): los "Catulli Carmina" están compuestos por 116 poemas que, atendiendo a su contenido, se pueden agrupar en tres apartados: a) Poemas eruditos: en ellos el poeta, siguiendo los modelos alejandrinos hace gala de erudición mitológica. b) Poemas amorosos: todos ellos están dedicados a Clodia, bajo el nombre de Lesbia, esposa de un amigo suyo, de la que se enamora desde que la conoce. c) Poemas a amigos y enemigos: a sus amigos hace poemas llenos de ternura y a sus enemigos les dirige poemas feroces. Lectura CATULO: El poeta cumple su compromiso, pese a la muerte de su hermano La cruel pena que me abate sin cesar me mantiene alejado de las doctas virgenes3, Ortalo y los dulces frutos de las Musas no pueden brotar en mi alma, agitada por tantas tempestades. Todavía hace poco que la onda que avanza en la garganta del Leteo ha bañado los pálidos pies de mí hermano. (...) Sin embargo, a pesar de un dolor tan grande, Ortalo, te envío, traducidos por mí, estos versos del descendiente de Bato4, para que no creas que tus palabras, abandonadas a los caprichos de los vientos, se escaparon de mi memoria como una manzana que cae desde el seno de una casta doncella, presente furtivo enviado por un amante. La pobre niña, sin acordarse de que la había dejado bajo su muelle túnica, se levanta de un salto junto a su madre y la deja caer a sus pies; la manzana rueda adelante en su rápida carrera y la joven siente cómo el rubor de la vergüenza se extiende en su rostro desolado. (Carmina, 65).
3. Virgilio lírico: las "Bucólicas"
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Composición poética muy breve. Para conocer el esquema métrico de esta estrofa, ver el tema de la poesía lírica, apartado de "la elegía". Se refiere a las Musas. Referencia a Calímaco, poeta griego que pretendía descender de Batos, fundador de Cirene.
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Recoge la herencia de los neotéricos en cuanto a erudición, técnica y búsqueda de la perfección formal, pero la reelabora y la supera con aportaciones propias e innovadoras. Son 10 composiciones de tema pastoril que Virgilio imitó (otra influencia neotérica) del poeta alejandrino Teócrito, pero trasplantado a escenario italiano. Además se distingue grandemente de Teócrito por sus alusiones a la actualidad, a sucesos y personajes reales. Aquí apuntan los rasgos de la literatura de la época de Augusto: clasicismo formal y sintonía con las realidades políticas y sociales. 4. Horacio lírico: "Epodos" y "Odas" Quinto Horacio Flaco (65-8 a.C.) del sur de Italia, hijo de un liberto, tuvo una esmerada educación. Entra en el círculo de Mecenas, ministro de Augusto para la cultura, con el que le unirá una entrañable amistad. Es el más grande de los líricos latinos. Sus obras son: a) "Epodos": Frente a los neotéricos, Horacio no imita a los poetas alejandrinos sino a los líricos griegos de los siglos VII-VI a.C. Entre el 40-30 a.C. escribió un libro de Yambos (lambi) que los gramáticos posteriores llamaron Epodos. Son 17 composiciones. A diferencia de Arquíloco, cuyos yambos iban cargados de agresividad, Horacio, sin dejar de usar la invectiva, es menos duro y más variado. El II, el famoso "Beatus ille", imitado por Fray Luis de León, es un precioso elogio del campo. Los Epodos no son una obra genial, pero con ellos Horacio mide sus fuerzas como poeta y le sirven de entrenamiento para su gran obra lírica: Las Odas. b) Las "Odas" (Carmina): Constituyen la obra cumbre de la lírica latina. Son 4 libros con un total de 104 odas, aunque el libro IV fue compuesto y publicado bastante después que los tres primeros. Los temas son muy variados: amores, banquetes, dedicaciones de templos, partida y regreso de un amigo. La mayoría podrían encuadrarse, por su contenido, en tres apartados: b.1) Odas amorosas: son unas veinte, dedidadas a Lidia, Pirra, Cinara... b.2) Odas filosóficas: en éstas desarrolla ideas estoicas, como la impasibilidad del sabio ante las desgracias, o ideas epicúreas, como estar libre de ambiciones desmesuradas y contenerse con una dorada medianía donde está la felicidad perfecta. Por otro lado la vida es corta y hay que vivir el momento presente (carpe diem). b.3) Odas romanas: En ellas Horacio tiene el mismo sentimiento nacional y patriótico que Virgilio en la "Eneida". Dentro del género lírico hay que encuadrar el "Carmen Saeculare" compuesto por encargo de Augusto para los Juegos Seculares del 17 a.C.: Es un himno a los dioses, sobre todo a Apolo y Diana, pidiendo protección sobre Roma en el presente y en el futuro. Horacio comparte con Virgilio la condición de "clásico" por excelencia de la poesía latina; se preocupa constantemente por pulir una y otra vez el verso, por alcanzar la perfección formal. Lectura HORACIO: Sosiego "Sosiego": anhelo suplicante del piloto sorprendido en pleno mar Egeo, cuando una tempestad ha ocultado la luna y los astros no muestran a los marinos sus fuegos conductores; "Sosiego", dice el tracio loco por la guerra; Sosiego", repiten los medos, orgullosos de sus aljabas: aunque no pueden comprar ni gemas ni púrpura ni oro. Sí; ni los tesoros de Oriente ni el líctor1 del cónsul apartan las perturbaciones lastimeras del espíritu y las inquietudes que asedian con su vuelo a los ricos palacios. No obstante, podemos vivir bien con modestos dispendios, viendo brillar en la mesa modesta el salero de plata heredado del padre, no dejando que el temor o la sórdida codicia os arrebate los sueños serenos. 1
Un líctor era un magistrado o ministro de justicia entre los romanos.
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¿Para qué, siendo efímeros, poner todo nuestro corazón en lograr tantos objetivos? ¿Para qué buscar tierra que calienta otro sol? ¿Quién -en una palabra- al desterrarse ha podido huir de sí mismo? La inquietud perniciosa sube con nosotros al barco, a la proa de bronce y acompaña el galope de los escuadrones, más rápido que los ciervos, más rápido que el Euro disipador de nubes. Que el alma, un instante feliz, deseche el pensamiento en una inquietud futura; que, con tranquila sonrisa, endulce sus pesares. Nada existe totalmente dichoso; una muerte prematura arrebató en plena gloria a Aquiles; una prolongada vejez agotó a Titón1; y un mismo instante me dará tal vez a mí lo que a ti te ha negado. En torno a ti mugen cien rebaños, vacas de Sicilia; para ti lanza el relincho la yegua de carrera; te revistes de lanas teñidas dos veces de púrpura africana. A mí la Parca veraz me ha dado un pequeño campo, un soplo de poesía llegado de Grecia y el desprecio al vulgo malvado. (Odas, II, 16)
5. Ovidio, lírico (43 a. C.-17 d. C.). Publio Ovido Nasón era de una acaudalada familia de caballeros. Estudió elocuencia en Roma y filosofía en Atenas. Pronto cobró fama con su poesía pero, en pleno apogeo de su gloria, fue desterrado a Tomos, a orillas del mar Negro donde murió. Los poemas líricos escritos en dísticos elegíacos se circunscriben a los siguientes títulos: "Amores", "Ars amandi", "Remedia amoris" y "Tristia". - "Amores" es la primera obra del poeta, en plena juventud. Son tres libros en los que canta los amores con diversas damas y tiene también una musa especial a la que llama Corina. Nos brinda preciosas noticias sobre la vida mundana y galante de la época. - "Ars Amandi", tres libros. El título de "Ars" indica que es un tratado técnico, de técnica amorosa. Los dos primeros libros instruyen a los hombres sobre la manera de conquistar y retener el favor de las mujeres. El libro tercero da consejos a las mujeres sobre el arte de seducir a los hombres. Para muchos autores este libro fue la causa fundamental del destierro de Ovidio, ya que no contribuía al programa moral y religioso del emperador Augusto. - "Remedia amoris" (Remedios del amor): defiende el poeta que para el enamorado sin esperanza, el mejor remedio es enamorarse de otra persona. En estas dos últimas obras aunque sí es prioritario el tema del amor y la pareja amorosa, el autor no muestra sentimientos amorosos como hiciera Catulo. Es otro tipo de poesía más didáctica que lírica. - Donde sí escuchamos y sentimos al poeta es en "Tristia" cinco libros de elegías dolorosas. Son los poemas desgarradores que Ovidio escribe desde el destierro, en los que tiene elogios desmedidos a Augusto para que le levante el destierro, explosiones constantes de dolor y amargura motivados por su situación. Tristeza, melancolía, soledad, desesperación e impotencia se perciben en cada página. Ovidio ha tenido que salir de Roma porque sus obras amorosas no han sido bien acogidas por el emperador. La índole tan diversa de la producción ovidiana hace que sea difícil emitir un juicio único de la misma. Lecturas OVIDIO: Consejos al enamorado Guardad un santo temor al cumpleaños de vuestra amiga; y cada vez que sea necesario hacer un regalo, sea para vosotros un día nefasto. Pese a todas vuestras precauciones, os saqueará; estad bien seguros. ¡La mujer tiene tantos recursos para apoderarse de los bienes de un amante apasionado! El buhonero llegará arrastrando sus vestidos a casa de vuestra dama, siempre dispuesta a comprar; él desembala -vosotros estáis allí, sentados- sus mercancías. Ella os pide "echad un vistazo", con el pretexto de que sea de vuestro agrado. Luego os besa, y luego os pide... que compréis. Jura que durará años: lo necesita -dice-; y el precio es hoy ventajoso. Si alegáis no tener en ese momento encima el dinero en efectivo, os rogará que extendáis un recibo: ¡maldita sea la instrucción! ¿Y si, para aprovechar la ocasión 1
Por amor a Titón, la diosa Aurora había obtenido para él la inmortalidad, pero no la eterna juventud de los dioses.
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tradicional del regalo de cumpleaños, nace1 cada vez que le conviene? ¿Y si, desgarrada por una falsa pérdida, llora y muestra su oreja desprovista de la piedra que la adornaba? Muchas veces piden que se les preste, pero no quieren devolver nunca: sois inocente, y sin provecho alguno. (Arte de amar, I, v. 417-434). Añoranza de la ciudad Ya los muchachos y las jóvenes sonrientes recogen sus violetas, abiertas sin sembrarlas en los campos; los prados se revisten como de un vellón florido en mil colores; el pájaro chacharero endulza su canto primaveral; y, para reparar su crimen de madre desnaturalizada, la golondrina construye en las vigas, como cuna, su casita. La hierba, oprimida hasta ahora en los surcos de Ceres, rompe con su frente el suelo tibio. Dondequiera que hay viñas, la yema asoma en la cepa: pero la viña sólo crece muy lejos de la orilla geta. Donde existen los árboles, las ramas se hinchan de savia: pero los árboles sólo se encuentran muy lejos de las fronteras getas2. Allí donde te encuentres, es el tiempo del ocio: la secuencia ordenada de los juegos lanza fuera del verboso foro las charlas judiciales. Carreras de caballos, galantes torneos de armas, la pelota, el rápido arco; y cuando la juventud se ha entrenado y untado de aceite, en el gimnasio, toma los benéficos baños en el agua "virgen"3. El teatro está en auge, ardiendo en facciones y grupos opuestos, y las tres escenas llenan con su tumulto los tres foros.'" ¡Oh, cuatro veces -y más de lo que nadie podría expresar- dichosos aquellos a quienes no está prohibido el goce de la Urbe! Yo, en cambio, si adivino el sol de primavera, es porque se funde la nieve, porque ya no es menester ahondar penosamente en la alberca para tener agua, porque la mar no aparece ya constreñida por el hielo; y, por fin, sobre el Istro4 el boyero sármata no conduce ya sus carros vocingleros. Por fin muy pronto se acercarán aquí algunos navíos, y una vela extranjera se verá en las orillas del Ponto. (Tristes, III, 12, v. 5-32)
Publio Ovidio Nasón
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Si dice que es su cumpleaños. De Partia. Recordemos que el poeta fue desterrado a Tomos, en el Ponto (Constanza, en el mar Negro). 3 Agua especialmente pura conducida a Roma a través de las montañas de Sabinia por Agripa, yerno de Augusto en el año 19 a. de C. 4 El río Danubio. 2
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2b. LA FÁBULA, LA SÁTIRA Y EL EPIGRAMA FEDRO Y EL GÉNERO LITERARIO DE LA FÁBULA La fábula suele definirse como una composición literaria, generalmente en verso, en la que por medio de una ficción alegórica y de personificaciones de seres irracionales, inanimados o abstractos, se da una enseñanza útil o moral. Su origen remoto es probablemente oriental. La paternidad de la fábula como género literario se atribuye a Esopo, griego del siglo VI a. de C., personaje casi mítico cuya vida está llena de leyendas de dudosa autenticidad: por él, la fábula de animales se denomina «fábula esópica». En Roma, el término fábula tiene, por un lado un sentido amplio, designando cualquier relato con peripecias variadas; por otro lado, se usa con el sentido restringido con las características que antes hemos citado. Esopo tuvo su primer continuador en Fedro, quien se estima que nació en la Macedonia entre los años 15 y 30 a.C. Fedro había llegado en su juventud a Roma como esclavo de Augusto, quien finalmente le dio la libertad en consideración a su elevada cultura. Fedro adoptó como 1 forma métrica el senario yámbico . Ennio, Lucilio y Horacio ya habían recurrido a la Fábula de manera ocasional, pero fue Fedro quien introdujo la novedad de escribir libros, de los que llegó a publicar hasta cinco, bajo el título de Fabulae Aesopicae. Fedro vio en este género la posibilidad de expresar sus convicciones en una época en que era peligroso hablar libremente. Tal vez algunas de sus fábulas fueron consideradas como sátiras políticas porque suscitaron la indignación de los ministros del emperador Tiberio, por lo que fue enviado al exilio, del que no retornó hasta el año 31 d.C. En las 143 composiciones conservadas se aprecia que Fedro añadió a sus modelos esópicos otros elementos tomados también de fuentes griegas, e incluso algunas fábulas son de su propia invención. Fedro insiste en varias ocasiones en que el verdadero autor de sus fábulas es Esopo, al cual transcribe al latín en versos senarios -aquellos que se dividen en seis pies, es decir, en seis partes-. En general, las fábulas esópicas que sirvieron de modelo a Fedro constituían una reivindicación burlona del pueblo llano frente a los privilegiados, que aparecían en ellas vistos desde la perspectiva más grotesca.Toda su producción está impregnada de un carácter agresivo contra lo que llama lacras sociales, no exenta de un tenue pesimismo, punzante unas veces e inofensivo otras, pero siempre portadoras de un deseo de perfección para el género humano. Su espíritu satírico lo aproxima a Persio, Juvenal u Horacio, pero su estilo es un tanto seco, razón por la que fue poco apreciado en su tiempo. No obstante, sus versos están cuidadosamente elaborados y son un modelo de sencillez y concisión. Se supone que Fedro vivió muy pobremente y se desconoce donde murió, aunque se calcula que ocurrió entre los años 44 y 50 d.C. Pasarían más de 1500 años hasta la aparición de otro gran fabulista: Jean de la Fontaine. Otros autores escribieron fábulas con posterioridad. Así Babrio, quien en el siglo II adaptó cien fábulas esópicas. En el siglo IV Aviano reelaboró cuarenta y dos fábulas de Babrio poniéndolas en dísticos. Y en el siglo V Rómulo redactó en prosa noventa y ocho fábulas de Esopo, la mayoría de las cuales se corresponden con las de Fedro. Lectura FEDRO: El perro y el lobo Hablaré brevemente del encanto de la libertad. Un perro gordo y lúcido encontró un lobo muy flaco, totalmente exhausto; se saludan y se detienen: “¿De qué te viene a ti, respóndeme, esta corpulencia? ¿Qué alimentos te han dado semejante robustez? Yo, que soy mucho más valiente que tú, me muero de hambre”. El perro respondió sin alterarse: “Te aguarda mi misma suerte, en el caso que puedas hacer iguales servicios a tus amos”. “¿Qué servicios?”, inquirió el lobo. –“Guardar el umbral; defender la casa, incluso durante la noche, contra los ladrones”. –“¡Estoy dispuesto a ello, sí, totalmente dispuesto! Ahora sufro nieves y lluvias, llevando una vida muy dura en los bosques; ¡cuánto más fácil me resultará vivir bajo un techo y, sin hacer nada, hartarme y saciarme de alimento!” –“Sígueme, pues”. 1
Un verso de seis pies yámbicos es un senario yámbico. Sería así: ∪-| ∪-| ∪-| ∪-| ∪-| ∪-|
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Por el camino, el lobo observa el cuello del perro, cuyo pelo había caído por efecto de la cadena: “¿Por qué te ocurre esto, amigo?” –“No es nada”.-“Contéstame, por favor”. –“Creen que soy demasiado feroz: por eso me atan de día para que descanse cuando sale el sol y vele cuando llega la noche. Con el crepúsculo, me sueltan y marcho adonde me place. Sin que me mueva, me traen pan; el amo me da los huesos de su mesa; las personas de la casa me dan trozos de pan y todo aquello que no quieren. Así, sin cansarme, se llena mi estómago”. –“Y, dime, si deseas ir a algún sitio ¿puedes hacerlo?” –“En modo alguno”, repuso. –“Sé feliz a tu manera; no querría nunca un trono que mermara mi libertad”. (III, 6)
LA SÁTIRA Y EL EPIGRAMA A. La sátira 1. Orígenes de la sátira: la sátira dramática. 2. La sátira literaria: a) Sátira-mezcla: Nevio, Ennio y Pacuvio. b) Sátira menipea: Terencio Varrón y "Apocolocyntosis" de Séneca. c) Sátira hexamétrica: Lucilio, Horacio, Persio y Juvenal B. El epigrama 1. Desarrollo del concepto de epigrama: - inscripción funeraria - epigramas eróticos: Círculo de Lutacio Cátulo - epigrama satírico: Marcial A. LA SÁTIRA 1. Orígenes de la sátira: la sátira dramática
Antes de lo que podríamos llamar "sátira literaria" ha existido lo que se denomina "sátira dramática" que era una representación teatral rudimentaria con diálogos, música y danza. 2. La sátira literaria: su originalidad y tipos Quintiliano ha sostenido que la sátira es una creación exclusiva del pueblo romano: "satura quidem tota nostra est" (sin lugar a dudas la sátira es íntegramente nuestra). Se pueden distinguir tres tipos de sátira literaria: a) Sátira-mezcla. Es la sátira que presentaba gran variedad de temas y metros y que corresponde a los comienzos de este género. Los autores son Nevio, Ennio y Pacuvio. Sólo poseemos escasos fragmentos de Ennio. Sus sátiras eran una colección de poemas variados en temas y metros, en lo que lo importante era la crítica de costumbres sin carácter personal ni agresivo. b) Satira "menipea". La sátira llamada "menipea" caracterizada por la presencia de prosa y verso y por la variedad de argumentos. Los autores principales son M. Terencio Varrón (que la introdujo en Roma) y Séneca. 1
c) La sátira escrita en hexámetros dactílicos : es la sátira de Lucilio, Horacio, Persio y Juvenal. 1
El hexámetro dactílico se denomina así, porque su unidad básica, el dáctilo, - ++, aparece repetida seis veces. Su esquema métrico, repetido verso a verso, es el llamado hexámetro, cuyo esquema ideal es - ++ - ++ - ++ - ++ - ++ -- //. Para más detalles, véase el tema 1 de Literatura Griega, epígrafe “el verso homérico”. Más detalles en el apéndice de métrica latina de estos apuntes.
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-----------------b) Satira "menipea" 1. M. Terencio Varrón (116-27 a.C.) Escribió 150 libros de sátiras que llamó "menipeas" del nombre de Menipo de Gadara. Lo común entre ambos es que escriben composiciones con mezcla de prosa y verso. Varrón era un conservador que soñaba con hacer revivir las virtudes de los viejos romanos: critica toda desviación del "mos maiorum". 2. Séneca (4 a.C.- 65 d. C.): La " Apocolocyntosis" Esta obra es una sátira terrible contra el emperador Claudio, que le había desterrado a Córcega. En cuanto a su estructura es un "sátira menipea" pero se separa de ella en cuanto que manifiesta un resentimiento, habla de un suceso reciente y satiriza a un individuo aislado. c) Sátira hexamétrica: 1. Lucilio (s. II a. C.) De clase social alta, pertenece al Círculo de Escipión Emiliano. Compuso 30 libros de sátiras, de los que se conservan 1400 versos. Con él este género toma un nuevo carácter, el satírico, en el sentido moderno de la palabra, reduciendo la variedad de versos a un solo tipo de verso: el hexámetro. Las dos principales características de sus sátiras son: agresividad y empeño moralizante. La crítica alcanza tanto a las clases altas como al pueblo bajo y a los vicios del pueblo llano: el lujo, la corrupción, los avaros, los glotones.... 2. Horacio (65-8 a. C.) Llama a sus sátiras "Sermones" (Conversaciones). Escribe dos libros en hexámetros dactílicos. Su naturaleza pacífica y sus dotes de observación le llevaron a censurar toda clase de defectos humanos y de lugares comunes, sin alusiones personales. Lectura HORACIO: Davo aconseja a su señor sobre cómo vivir más feliz ¿Quién es libre, pues? El sabio, el hombre que posee el dominio de sí mismo, al que no espantan ni la pobreza, ni la muerte, ni las cadenas; que es fuerte para luchar contra las pasiones, para despreciar los honores, que constituye un todo en sí mismo, ofreciendo a las cosas externas como la superficie lisa de una esfera, en la que ninguna de ellas tiene poder para adherirse, y no se deja domeñar por los asaltos impotentes de la Fortuna. De todos estos rasgos, ¿hay alguno que puedas reconocer, como tuyo propio? Una mujer exige de ti cinco talentos, te atormenta, te cierra su puerta y te rocía con agua helada; luego te llama; aparta tu cuello de su yugo vergonzoso; entonces di: "Soy libre; sí, libre." No puedes, pues un rudo señor hurga en tu espíritu, te ataca duramente con su espolón si estás cansado y te obliga a cambiar de dirección a pesar de tus esfuerzos contrarios. Cuando quedas, insensato, paralizado de admiración ante un pequeño cuadro de Pausias, ¿en qué eres menos culpable que yo cuando admiro, extendidas las pantorrillas, los combates de Fulvio, de Rutaba o de Pacideyano1 dibujados con minio o carbón de un modo tan impresionante que diríase que vemos a los hombres blandiendo sus armas, luchar, herir y esquivar los golpes? Davo, sin embargo, es una mala persona, un callejero; a ti te llaman experto fino y hábil en materia de antigüedades. Yo no valgo nada, si me dejo seducir por un dulce humeante; tu gran virtud, tu gran valor, ¿resisten la lucha contra las comidas exquisitas? Mis concesiones al estómago me resultan más funestas. ¿Por qué? Porque cargan mi espalda de golpes. Pero ¿en qué respecto resultas tú menos castigado cuando buscas esos alimentos que no se pueden comprar a bajo precio? Pues las buenas comidas repetidas en exceso causan acidez, y los pies, temblorosos, se resisten a sostener al cuerpo enfermo. ¿Es culpable acaso el esclavo que, cuando se acerca la noche, cambia furtivamente un estrigilo2
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Famosos gladiadores. Especie de almohaza, de la que se servían como cepillo duro después de los ejercicios violentos o en el baño.
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por un racimo de uvas? Y el amo que, servil? Añade que tienes el defecto hacer una perfecta clasificación de inquietud con el vino o con el sueño: sigue paso a paso.
13 para dar gusto a su glotonería, vende sus tierras, ¿no tiene nada de de no poder permanecer una hora contigo mismo, que no sabes tus diversiones, que tratas de esquivarte intentando acallar tu trabajo vano, pues este compañero sombrío se une al fugitivo y le
(Sátiras, 11, 7)
3. Persio (34-62 d.-C.) Educado en círculos cultos, asumió con convicción las ideas de los filósofos estoicos. Sus sátiras alcanzaron en su época un gran éxito, pese a su lenguaje y su elaboración complicada. Su estilo lleno de retoricismo, metáforas, ausencia de nexos entre las oraciones, le otorgan la fama de ser el autor más oscuro de la literatura latina. Lectura PERSIO: ¿Qué es mejor: vivir perezosamente y sin peligros o dejarse llevar por la codicia y vivir con riesgos? Una mañana perezosa: roncas. "En pie -dice la Avaricia- ¡Vamos! ¡En pie!". Tú te niegas, y ella presiona: "En pie", te dice. "No puedo." "En pie." "¿Para qué?" "¿Y lo preguntas? Para traer boquerones del Ponto, castoreum1 estopa, ébano, incienso, vinos suaves de Cos; ocupa tu puesto para descargar, el primero, la pimienta del camello, aún cansado. Comercia, y sin ahorrar juramentos." "Júpiter me escuchará." "¡Ay, ay, necio! Te contentarás toda tu vida con pasar el dedo por el fondo del salero, si pretendes vivir con Júpiter." Ya has atado tu túnica; tus esclavos tienen el saco y el ánfora; démonos prisa: ¡al barco! Sí, en verdad, vas a partir sobre una larga quilla a surcar el mar Egeo, a menos que, hábil, la pereza no te eche atrás. Te dice al oído: "¿A dónde corres, loco? ¿A dónde? ¿Por qué? Tu pecho es fuego; hierve en él una bilis ardiente; las olas de cicuta2 no podrían apagarlo. ¿No? ¿Tú vas a atravesar el mar? ¿Comer sobre un banco de remeros, sentado junto a una pila de cuerdas? ¿Beber de la tinaja de Veyes, venteada y oliendo a pez?3 ¿Por qué? ¿Para que tus dineros, modestamente colocados aquí al cinco por ciento te produzcan, a fuerza de sudores, el once por ciento? Cuídate, y aprovechemos el buen tiempo. Sólo tenemos este momento de vida; luego serás ceniza, manes4, vanas palabras. Vive pensando que vas a morir; el tiempo huye, el momento en que hablo está ya lejos de mí. (Sátiras V, 131-156)
4. Juvenal (60-130 d.C.) Es el último gran representante de la sátira latina. Una gran fuerza demoledora salpican sus 16 sátiras, en las que arremete contra todo y contra todos y en especial con personajes del pasado. Estos personajes suelen ser caricaturizados con una gran acidez y agresividad. Las sátiras- de tipo social son igualmente demoledoras. Juvenal es un nacionalista que exalta el "mos maiorum", que piensa que sin duda "cualquier tiempo pasado fue mejor. Extranjeros y emigrantes son atacados sin piedad; los griegos son especialmente mal vistos. Las mujeres tampoco se libran de los dardos de nuestro autor. Juvenal presenta la imagen de una sociedad degenerada, inmersa en vicios, que desea regenerarse. Contra ese panorama reacciona propugnando siempre una especie de limpieza moral de tipo nacionalista. Juvenal, un poco al modo del historiador Tácito, anhela tiempos pasados porque los considera mejores; la sociedad de antaño le parece menos compleja, más sencilla y, por supuesto más sana. Muchas de sus propuestas entresacadas de sus escritos han dado la vuelta al mundo- valga como ejemplo
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Un narcótico, que se extraía del castor. Remedio contra los ataques de locura. 3 Echaban pez al vino para asegurar su conservación. La pez es una sustancia resinosa, de color pardo amarillento que se obtiene echando en agua fría el residuo que deja la tremetina al acabar de sacarle el aguarrás. Vale, que ¿qué es la tremantina?, te lo digo, "ipso facto": es el el jugo casi líquido, pegajoso, oloroso y de sabor picante que fluye de los pinos, abetos, alerces y terebintos. 4 Los manes eran los dioses infernales que purificaban las almas. También eran, en sentido figurado, los espectros o almas de los muertos. 2
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"mens sana in corpore sano" (X,356). Con Juvenal la sátira alcanza, pues, su máximo esplendor. Lectura JUVENAL: Confianza en la naturaleza humana Muy tierno es el corazón que la Naturaleza ha dado a los hombres: se ve en las lágrimas que les ha concedido. Son la porción mejor de nuestro ser. Así, he aquí que lloramos, sin poder contenernos, por un amigo que defiende su causa con el mísero atuendo de acusado, por un huérfano que llama a justicia a un tutor que le roba el dinero, y cuyo rostro, regado en lágrimas bajo su larga cabellera, se asemeja tanto a una doncella como a un joven. La naturaleza nos obliga a gemir cuando encontramos el cortejo fúnebre de una gran doncella o cubrimos bajo la tierra a un niño demasiado tierno para que lo exija la llama de la hoguera. ¿Y quién, pues, si es bueno y digno de la antorcha de los misterios, y tal como quiere el sacerdote de Ceres, puede creer que el mal de otro le es ajeno? Ello nos distingue de la multitud de seres mudos; por ello, dotados únicamente de una inteligencia augusta, capaces de captar los misterios divinos, y aptos para ejercer y crear las artes, tenemos un alma inteligente, descendida de las mansiones celestiales, de la que están privados los seres cuya frente se inclina, que tienen los ojos fijos en tierra. En los orígenes del mundo, el común creador sólo les dio el aliento vital; y a nosotros, además, un alma, para que un sentimiento natural nos lleve a pedir y a ofrecernos ayudas entre nosotros, a reunirnos en pueblos, a arrasar el antiguo bosque y las selvas frecuentadas por nuestros mayores, a construir casas, a unir nuestro hogar a otro techo, para que, de la vecindad, nazca la confianza que hace tranquilo el sueño, a cubrir con nuestras armas al conciudadano que muere, o vacila gravemente herido; a congregarnos a la señal de la trompeta, a defendernos con las mismas torres y a encerrarnos con la misma llave. (XV, 131-158)
B. EL EPIGRAMA. 1. Desarrollo del concepto de epigrama. El epigrama tuvo su origen en Grecia, de donde pasó a Roma. Presenta tres etapas en su desarrollo: a) En sus comienzos fue una composición breve de naturaleza funeraria o dedicatoria. b) Luego, tanto en Grecia como en Roma, se utiliza para designar una composición poética corta, de tema amoroso, escrita en dísticos elegíacos1. Esta etapa está representada por los epigramas eróticos del Círculo de Lutacio Cátulo. c) En una última etapa, el epigrama sustituye su contenido amoroso por la crítica social: es el epigrama satírico cuyo representante más destacado es Marcial. 1 Estrofa compuesta de un hexámetro y de un pentámetro dactílicos (véanse más detalles en los apuntes de Literatura Griega, epígrafe “la elegía y el el yambo” y en el apéndice de métrica latina de estos apuntes). Su esquema métrico es el siguiente:
– ++ – ++ – ++ – ++ – ++ – + – ++ – ++ – ++ – ++ – ++
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2. Marcial (40-104 d.C.). De origen hispano, nació en Bílbilis (Calatayud, cerca de Zaragoza). Compuso epigramas, poemas cortos que se convierten en este poeta en sinónimo de broma mordaz e ingeniosa. Sus epigramas están reunidos en 15 libros. Por su obra desfila toda la sociedad romana. En algunos casos se ponderan sus cualidades y se exaltan sus virtudes, pero en la mayoría de los casos se resaltan sus vicios y defectos. En especial las taras físicas son objeto de caricaturas, en ocasiones, desgarradoras. No hay en su obra ninguna intención moralizante; parece disfrutar arremetiendo contra sus contemporáneos. Y, sin embargo, salvo en contadas ocasiones, esos contemporáneos no aparecen mencionados por su nombre. Si Marcial es un maestro en el fondo de sus críticas, sus chistes y sus caricaturas, todavía es un maestro más consumado en la composición y versificación. Bastan muchas veces cinco o seis versos para decirlo todo con pocas palabras, guardando siempre para el último verso la descarga final, la carcajada. Su ingenio es desbordante y el tipo de su humor es más bien intelectual. Dentro de la Literatura universal el epigrama ha conocido excelentes cultivadores como Schiller, Quevedo, Lope de Vega y Góngora. Lecturas MARCIAL: Los ruidos de Roma ¿Por qué voy con frecuencia a la árida Nomento,1 a mi exiguo campo y pequeña granja? Esparso: el pobre, en Roma, no puede ni pensar ni dormir. No se puede vivir por las mañanas con los maestros de escuela, ni por la noche con los panaderos, ni con los martillos de los artesanos del cobre a lo largo del
día; aquí, un cambista ocioso hace sonar sobre su mostrador mugriento monedas con la efigie de Nerón; allí, un batidor2 llegado de las marismas de España deja caer sin descanso su brillante mazo sobre la piedra gastada; luego está el náufrago, lleno de interminables quejas, con su pancarta al cuello; el judío, adiestrado por su madre para la mendicidad; el legañoso buhonero3... Imposible decir, tras un penoso sueño, cuántas manos golpean en Roma los calderos, cuando la noche termina y empieza un nuevo día. Tú, Esparso, lo ignoras; no puedes saberlo: Tu casa, sin subir un peldaño4, domina los picos de las colinas; tiene campo en la ciudad, abundantes viñas, carrera para sus caballos sin tener que abandonar el umbral, sueño en el fondo de las habitaciones apartadas, reposo sin lengua inoportuna y luz del día sólo cuando lo desea. A mí, la gente que pasa riendo me despierta; Roma está en la cabecera de mi cama. Cuando, en el paroxismo del cansancio, deseo dormir, marcho a mi granja. (XII, 57) Retrato de un pedante Tú "recitas" maravilloooosamente, defiendes causas, Ático, maravilloooosamente; escribes maravilloooosas crónicas, maravilloooosos versos; compones mimos maravilloooosos, epigramas maravilloooosos; tratas maravilloooosamente de gramática, maravilloooosamente de astrología; tienes una voz maravilloooosa y bailas, Ático, de maraviiiilla; tienes un talento maravillooooso para la liza, un maravillooooso talento para la pelota. Sin duda, no haces nada bien, pero lo haces de una forma maravillooosa. ¿Quieres mi opinión? Eres un engreído. La rana que quería hacerse tan grande como el buey En la milla cuarta tiene Torcuato su castillo: en la cuarta, Otacilio compra un campo. Torcuato ha construido baños en los que brillan los mármoles jaspeados: Otacilio ha construido una bañera. Torcuato, en su propiedad, ha mandado plantar un jardín de laureles: Otacilio ha sembrado cien castaños. Cuando Torcuato era cónsul, el otro era alcalde de barrio, y no creía que su honor fuera más escaso. Queriendo igualarse con un gran buey, la rana reventó antaño: de igual forma, creo, Torcuato hará reventar a Otacilio. (X, 79) 1
Ciudad al norte de Roma. Batidor de lino. La fibra de lino era golpeada con una maza de madera para ablandarla. Era famoso el lino de Hispania. 3 Vendedor de baratijas. 4 A diferencia de los bloques de varios pisos, llamados en Roma “ínsulas”, en donde la gente vía en condiciones miserables, con goteras, con frío y, por supuesto, sin ascensor. 2
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Cartel de los actos de conmemoraci贸n del XIX Centenario de la muerte de Marcial (Calatayud y Zaragoza, 2004)
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EL TEATRO 1. Orígenes del teatro latino. 2. Clasificación de las obras dramáticas: TRAGEDIA - Fábula cothurnata: tragedia de asunto griego. - Fábula praetexta: tragedia de asunto romano. COMEDIA - Fábula togata: comedia de asunto romano. - Fábula palliata: comedia de asunto griego. 3. Organización del teatro romano. 4. Autores representativos: - Tragedia: Livio Andronico, Nevio, Ennio, Pacuvio, Accio y Séneca - Comedia "palliata": Plauto y Terencio. 5. Declive de los géneros teatrales mayores. 1. Orígenes del teatro latino. En el año 240 a. C., Livio Andronico representa por primera vez en Roma una obra dramática: era esencialmente una imitación o calco del teatro griego. Pero mucho antes de dicha representación hay precedentes del teatro: a) Danzas etruscas bailadas por actores profesionales al son de una flauta. b) Versos improvisados, los llamados "versos fescenninos" que los jóvenes romanos se dirigían unos a otros. c) Las "saturae" que eran diálogos con música y danza. 2. Clasificación de las obras dramáticas. Los romanos llamaban "fabulae" a toda pieza teatral y dentro del género distinguían la comedia y la tragedia. Estas a su vez se subdividían en: a) Tragedia: 1. Fábula cothurnata: tragedia de asunto griego. Llamada así porque los actores llevaban el "cothurno", calzado alto de tipo griego. 2. Fábula praetexta: tragedia de asunto romano. Llamada así porque los actores vestían la "toga praetexta", toga blanca con una franja de púrpura que los magistrados e hijos de nobles utilizaban hasta los 16 años.
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b) Comedia: 1. Fábula palliata: comedia de asunto griego. Los actores vestían el "pallium", vestido griego. Los principales representantes son Plauto y Terencio. 2. Fábula togata: comedia de asunto romano. La toga es la vestidura nacional romana en la vida civil. 3. Organización del teatro romano. El teatro era para el romano un espectáculo que tenía lugar en los días de juegos: los "ludi scaenici" eran paralelos a los "ludi circenses". Accidentalmente se hacían representaciones en la dedicación de un nuevo templo o en los funerales de un gran personaje. Los espectáculos escénicos se desarrollaron durante los primeros tiempos sobre escenarios provisionales de madera hasta el 55 a. C. que Pompeyo construyó el primer teatro estable de piedra. Todos los papeles, incluso los femeninos, eran representados por hombres. Los actores llevaban el rostro cubierto con máscaras. Las representaciones tenían lugar a primeras horas de la tarde y la entrada era gratuita. 4. Autores representativos. 4.1. Tragedia Los primeros autores trágicos Livio Andronico, Nevio y Ennio escribieron tragedias y comedias. Es necesario llegar a Pacuvio y Accio para encontrar los primeros autores romanos que se especializan sólo en tragedias. Séneca (4 a.C.-65 d.C.) En el primer siglo del Imperio aparece en la escena Lucio Anneo Séneca filósofo, político cercano a los entresijos del emperador Nerón. Con su firma tenemos diez obras: nueve de tema griego Hercules furens, Hercules
Oetaeus, Agamenon, Tiestes, Oedipus, Phoenissae, Medea, Fedra y Troianae compuestas bajo la influencia innegable de Eurípides. Solamente Octavia es de tema romano. En los de tema griego Séneca usa el mito como pretexto para exponer en voz alta parte de sus ideas filosóficas y morales. Los dioses de los griegos dejan su sitio a las grandes pasiones del alma humana. Las decisiones que toman los protagonistas se someten siempre al juicio moralizante del autor. En especial, se fustigan actitudes tiranas y despóticas. Destierra completamente la influencia de los dioses: el hombre es dueño de su destino y sólo él puede dominar los monstruos de su razón. Sus obras están impregnadas de filosofía estoica. Se nos dice que las tragedias son frías, que son imposibles de representar, que se leían ante un auditorio culto y minoritario que ya no se
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acudía al teatro sino a recintos más pequeños. Sus tragedias no calaron en la masa variopinta y globalizada del Imperio romano. El teatro de Séneca influyó mucho en los tragediógrafos occidentales, como Shakespeare, Corneille y Racine. Lectura SÉNECA: ¡Qué breve es la belleza! EL CORO DE LAS MUJERES ATENIENSES.- Belleza, bien ambiguo para los mortales, bien perecedero y efímero, ¡qué pronto estás a huir! Con menor rapidez, la gracia de los prados de la naciente primavera es agostada por los ardores del estío cuando, en el solsticio, el mediodía se encoleriza y las noches menguan su curso. Al igual que languidecen los pálidos lirios así se esfuma el orgullo de las cabelleras y se borra en un instante el resplandor que ilumina las frescas mejillas, y no hay día que no saquee en algo un cuerpo hermoso. (Fedra, v. 736-772)
Estructura de un teatro romano
4.2. Comedia "palliata" En la comedia "palliata" o de asunto griego, los autpres más representativos son Plauto y Terencio. Plauto (254-184 a. C.). Nació en el norte de Italia. Con su nombre circularon en la antigüedad más de 130 comedias de las que sólo nos quedan 20: Mostellaria (la comedia del fantasma), Pseudolus (nombre del esclavo), Aulularia (la comedia de la olla), Trinummus (las tres monedas), Amphitruo, (Anfitrión), Captivi (los cautivos), Miles gloriosus (el soldado fanfarrón), etc. Las obras van precedidas de un prólogo en el que un personaje, que a veces no interviene en la comedia y hasta puede ser un dios, cuenta el argumento y pide la benevolencia y los aplausos del público para las obras que iban a representarse.
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Plauto no se limita a copiar o imitar a los griegos, sino que su obra se abre a la improvisación cómica y al reflejo de las costumbres romanas. En sus comedias domina el enredo y la intriga. Rara vez tiene preocupación moral en sus obras; solo le interesa hacer reír. Son frecuentes las situaciones escabrosas, los chistes groseros y alusiones obscenas. Todo esto es lo que agradaba al público compuesto de esclavos, soldados y gente inculta. Por lo demás, Plauto posee un ingenio inagotable y un léxico riquísimo. La trama argumental suele centrarse en enredos amorosos, soldados fanfarrones que quedan burlados y esclavos astutos encargados de solucionar los problemas amorosos de sus amos. Por todo ello, la popularidad de Plauto fue tal que nunca fue igualada por ningún otro dramaturgo romano. Lecturas PLAUTO: El director de una compañía cómica se dirige a sus espectadores ¡Yo os saludo! Pero observad mis prescripciones... Que ningún empleado1 diga palabra ni tampoco sus varas; que el acomodador no pase ante el público para dar su asiento a nadie cuando haya un actor en escena. Si alguno se ha retrasado en casa porque se le han pegado las sábanas, ánimo, quédese de pie: sólo tenía que haber recortado su sueño. Se prohíbe a los esclavos ocupar los primeros bancos; dejen lugar a los hombres libres o bien compren la libertad. Si no tienen posibles, que se marchen a casa para evitar una doble desgracia: el adorno de las varas aquí, y del látigo en casa, si no está acabado el trabajo cuando regrese el amo. Las nodrizas deberán cuidar sus bebés en casa, no traerlos al espectáculo: así evitarán ellas su sed,2 y los niños el hambre; no se les oirá llorar de apetito como a los cabritillos. Las señoras mirarán en silencio, y reirán en silencio: absténganse de hacer sonar su voz... armoniosa, y dejen para casa sus temas de conversación: no pretendan irritar al marido aquí y en casa a la vez. En cuanto a los presidentes de los juegos, no otorguen injustamente la palma3 a ningún artista, y no eliminen a alguno por intrigas, de modo que el peor gane frente al mejor. ¡Ah! Y además esto, que se me olvidaba: durante el espectáculo, vosotros, los criados acompañantes, llenad la taberna, aprovechad la ocasión, mientras las tortas están aún humeantes; ¡vamos, ea!
(Poenulus, v. 14-43) Descripción de una batalla SOSIA.- Una vez que hubieron salido todos, dispuestos a la lucha, se dividieron los hombres y las filas. Nosotros formamos nuestras legiones a nuestro uso y costumbre; los enemigos, a su vez, preparan sus legiones. Luego ambos generales avanzan en el territorio intermedio y conversan fuera de la masa de las tropas. Convienen en que los vencidos, juntamente con su ciudad, se entregarán; y también su territorio, sus altares, sus casas. Tras esto, resuenan las trompetas de ambos bandos y se desafían; la tierra trepida, ambos ejércitos lanzan su grito de guerra. De ambos bandos, el general dirige sus votos a Júpiter y exhorta a su ejército. Cada cual demuestra entonces lo que puede y lo que vale; los hierros chocan, las armas se quiebran; el cielo brama entre el estrépito y la confusión; las respiraciones y los alientos forman una niebla; los hombres caen, víctimas de las heridas. Al fin, nuestra voluntad triunfa: nosotros dominamos. Los enemigos caen en masa; los nuestros se arrojan, como vencedores fuertes e indómitos. Ninguno se vuelve para huir; ninguno retrocede. Combatiendo a pie firme, pierden la vida antes que abandonar su puesto: cada cual yace donde se encontraba; aún conservan su fila. A la vista de ello, Anfitrión, mi señor, ordena que avance en seguida la caballería por la derecha. La
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Encargado de mantener el orden a varazos. Las nodrizas tenían fama de ser afincionadas a la bebida. Símbolo de la victoria.
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orden se cumple rápidamente: por la derecha, con gran griterío, los caballeros se abalanzan sobre las tropas enemigas con ardor, las arrollan y aplastan, como justa venganza a la ofensa recibida... Nuestros enemigos se lanzan a la huida; el ardor de los nuestros se duplica. Las espaldas de los teleboos en fuga quedaban cuajadas de dardos. Y el propio Anfitrión dio muerte al rey Pterelas con su propia mano. Tal fue el combate que se sostuvo desde la mañana hasta el atardecer (no hay miedo de que lo olvide: durante ese día no comí). Pero finalmente intervino la noche para separar a los combatientes. Al día siguiente, los principales de la ciudad acudieron junto a nosotros, al campo, llorando, llenas las manos de insignias de suplicantes, implorando el perdón de su falta; y se entregan ellos, y todo lo divino y lo humano, su ciudad y sus hijos, al poder y al arbitrio del pueblo tebano. (Anfitrión, v. 203-247; 250-25)
Terencio (190-159 a. C.) Esclavo africano, liberado y educado por su amo de quien tomó el nombre. Siendo aún muy joven se inició en la literatura griega y, al contrario que Plauto, apenas mantuvo contacto con el pueblo. De su producción no nos ha llegado más que sus comedias: Adelphoe, Andria, Eunuchus,
Heautontimorumenos, Hecyra y Phormio. A la cabeza de cada comedia se encuentra una "didascalia" (contiene datos sobre el autor y título del original griego, los juegos en los que se estrenó, los magistrados organizadores, el director de la compañía, etc.), una "periocha" (argumento en verso del tema de la comedia) y un prólogo. Fue el primer autor en utilizar el prólogo para contestar a las críticas de sus adversarios. Estos le acusaban del uso de la "contaminatio" (haber hecho de dos o más obras griegas una sola), de plagio (de los dramaturgos latinos anteriores), de colaboración de sus amigos en la confección de sus obras y, por último, de falta de fuerza y comicidad. El teatro de Terencio no alcanza la comicidad del de Plauto. Huye de las groserías, de los juegos de palabras y de la caricatura exagerada de la realidad. No persigue la risa; es esencial para él que la obra contenga un mensaje educativo y moral; le interesan más los caracteres y la profundidad psicológica, antes que la intriga. Por todo esto la comedia de Terencio quedó relegada a los ambientes más selectos para ser leída por los doctos y no alcanzó tanta fama como la de Plauto. Lectura TERENCIO: El flechazo amoroso GETA.- En un principio mi joven amo no hizo nada malo. Fedra, en cambio, descubrió en seguida a una pequeña citarista y se entregó a amarla locamente. Era esclava, de un malvado “lenón1"; no había que darle nada; los padres lo habían provisto. No tenía sino que saciar sus ojos, seguirla, acompañarla a la escuela de música y volverla a acompañar. Nosotros, que no teníamos nada que hacer, íbamos con Fedra. Y enfrente mismo de la escuela donde ella estudiaba había una barbería2: allí esperábamos casi siempre que ella regresara a casa. Un día, nos hallábamos sentados: se presenta un joven llorando. Sorprendidos, le preguntamos qué sucedía. "¡Qué carga, dijo, qué miseria es la pobreza!. Nunca me di cuenta de ello como hoy. Acabo de ver a una joven del barrio llorando lamentablemente a su madre que acaba de morir. 1 2
Propietario de una prostituta. Lugar de conversaciones amistosas, en Atenas y en Roma.
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Estaba allí, frente al cadáver, sin amigos, ni conocidos, ni vecinos; sólo una pobre vieja para ayudarla en las exequias. ¡Qué lástima! En cuanto a la joven, ¡qué hermosa!" ¿Para qué decirte más? Nos dejó a todos sorprendidos. Y Antifonte dijo en seguida: “¿Y si fuéramos a buscarla?” Y otro añadió: "De acuerdo, vayamos; guíanos, por favor". Marchamos, llegamos y vemos. Era una hermosa joven; y, sin embargo, no tenía nada con que realzar su belleza: los cabellos esparcidos. los pies desnudos, temblando, arrasada en llanto, con vestidos de mala calidad, si el cuerpo no hubiera sido perfecto, podía perjudicarle (...) Al día siguiente Antifonte se fue derecho a encontrar a la vieja, y le suplica que le deje ver a la joven. Ella se niega y lo rechaza, es una ciudadana de Atenas, dice, de muy buena cuna: si la quiere por esposa, que obre de acuerdo con la ley; si no, no hay nada a hacer. (Phormio, v. 80-118)
5. Declive de los géneros teatrales mayores. La tragedia después de Accio y la comedia después de Terencio entraron en una fase de declive de la que ya no se recuperarían. Como causa principal se ha aducido el desarrollo de los juegos del circo, de los combates de gladiadores, que poco a poco van reemplazando al teatro. Al tiempo que estos espectáculos, comienzan a tomar auge géneros teatrales menores como al atelana, el mimo y la pantomima, que eran más obscenos, divertidos y fáciles de comprender que la comedia o tragedia. Golfus de Roma ensaya algunas variantes sobre el asunto del senex y el adulescens que buscan la misma mujer, desarrollado por Plauto en Casina, Asinaria y Mostellaria especialmente. El film trata el tema con mentalidad distinta a la de Plauto, sometiéndose de todos modos a los prejuicios morales de la época como hubo de hacer Plauto al adaptar la comedia ateniense a la mentalidad romana. En la película, Filia no es una prostituta, por más que pertenezca a Licus. Además no ha sido comprada como amante, sino como esposa por Miles Gloriosus, y se ofrece a Senex porque lo confunde con su comprador. Por su parte, Senex ignora que es la novia de su hijo Eros y en las comedias de Plauto no hay equívocos, sino viejos lujuriosos y reprimidos que buscan la primera noche con las amantes de sus hijos. Los lugares comunes de la comedia latina, en fin, desfilan constantemente en la película: peripecias de la pareja enamorada, engaños continuos del esclavo, filtros y pociones, etc. Notable novedad es la adjudicación de pareja femenina a todos los personajes masculinos, excepto Erronius, por viejo e Histerium, por su perfil ambiguo. Este emparejamiento es tradicional en la comedia americana: no hay felicidad sin matrimonio. El nombre de Gymnasia, pareja de Pseudolus pertenece a Cistelaria, si bien no presenta las mismas características.
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LA HISTORIOGRAFIA CÉSAR: "De Bello Gallico" "De Bello Civil¡" SALUSTIO: "Historiae" "Conjuración de Catilina" "Guerra de Jugurta" NEPOTE: "De viris illustribus" TITO LIVIO: "Ab urbe condita" TÁCITO: "Agricola" "Germania" "Historiae" "Annales" 1. HISTORIADORES DE LA ÉPOCA REPUBLICANA Analistas Los primeros pasos de la historia de Roma se encuentran en el trabajo de los llamados "analistas", a finales del siglo III a. C. El trabajo de estos personajes, muchos de ellos funcionarios con acceso a documentos oficiales, consiste en levantar acta de los hechos políticos, religiosos y sociales mas relevantes año a año (de ahí el nombre de analistas). Fabio Pictor, Cincio Alimento, P. Cornelio Escipión y Postumio Albino completan la nómina de unos hombres que escribieron en lengua griega aconteceres de la vida romana. Por supuesto, su obra carece de todo valor artístico y estadístico: eran claros, concisos y precisos. Con Catón (234-149 a.C), los analistas, entre los que él se encuentra, van a dar un salto cualitativo importante: van a escribir en lengua latina. Catón, orgulloso de ser romano y no griego, se propone llegar hasta los orígenes de Roma y así titula su obra: Origenes.
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Julio César (100-44 a.C.) Cayo Julio César nació en año 100 a. C. y pertenecía a una gran familia, la gens lul¡a. A pesar de su origen, él desvió desde muy joven sus inclinaciones hacia el partido democrático, de tendencia popular. Después de haber desempeñado varios cargos políticos, en el año 60 a.C. forma el primer triunvirato junto con Pompeyo y Craso. Al año siguiente es elegido cónsul; recibe después de su mandato consular el proconsulado de las Galias y el año 58 a. C. comienza las empresas militares en esta región que siete años más tarde es entera romana. Dicha campaña de las Galias nos la relata en su obra "De bello Gallico", que consta de ocho libros que corresponden cada uno a un año de campaña (58 a. C.-51 a.C.) El libro VIII no lo escribió él sino su lugarteniente Aulo Hircio. Tras una descripción de la Galia, el autor va siguiendo sus conquistas y enfrentamientos con los diversos pueblos. Muerto Craso, el equilibrio político del primer triunvirato se altera y quedan al frente César y Pompeyo. En el año 49 a. C. se produce una guerra civil entre ambos con la victoria de César en Farsalia (Grecia) en el año 48 a.C. y la huida de Pompeyo a Egipto, donde fue asesinado por los discípulos de Tolomeo. Dicha guerra inspiró la otra obra de César "De bello civil¡" que consta de tres libros. Tras la batalla de Farsalia, la República muere; ello se confirmó con una decisión del Senado nombrando a César "dictador" de Roma; César era, en realidad, el monarca de Roma hasta el año 44 a. C., cuando fue asesinado por Casio y Bruto en los idus de marzo (15 de marzo). Las obras de César han gozado durante muchos siglos de la consideración de máxima objetividad y en este sentido se interpretaba la narración de los hechos en tercera persona y no en primera, pero hoy se considera que éste intentó y consiguió escribir una obra maestra de propaganda política, especialmente en la "Guerra Civil". La narración en 3ª persona contribuye a repetir constantemente el nombre de "César" con más resonancia en el lector que el simple "yo". Los hechos suelen ser verídicos, pero a veces el autor cambia el momento y el contexto en que se produjeron para favorecer su imagen personal. De todos modos la documentación del autor, de primerísima mano, hace de estas obras una fuente importante para los sucesos de finales de la República romana. La pureza en la lengua, en el léxico y en la construcción hacen que César junto con Cicerón formen la pareja que ha quedado como modelo de la prosa clásica. Lecturas CÉSAR: La Batalla del Sambre En presencia de un enemigo tan próximo y tan rápido, no aguardaban ya las órdenes de César, sino que cada uno tomaba por su propia iniciativa las medidas que consideraba oportunas. César se limitó a dar las órdenes indispensables y corrió a animar a los soldados como pudo: el azar le guió a la décima legión. Su arenga fue breve: se limitó a recomendar a los soldados que se acordaran de su antiguo valor, que no se alterasen y se mantuviesen firmes ante el asalto; luego, cuando el enemigo se hallaba ya a un tiro de jabalina, dio la señal de
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combate. Marchó al ala opuesta para exhortar también a los soldados, pero los halló ya en plena lucha. Fueron sorprendidos en tan breve espacio y el enemigo demostró tanto ardor en el ataque que faltó tiempo no sólo para fijar las insignias, sino incluso para ponerse los cascos y quitar la funda a los escudos. Cada uno tomó posición al azar en el lugar donde había trabajado y junto a la insignia que primero veía, sin perder el tiempo que el combate exigía. Como el ejército se había colocado más de acuerdo con la naturaleza del terreno, la ladera de la montaña y la fatalidad de las circunstancias, que con las exigencias de una táctica regular, y puesto que las legiones, separadamente, resistían cada una por su parte al enemigo, a quien, además -como ya dijimos antes-, los setos, muy espesos, ocultaban, no se podía ni maniobrar con seguridad con las reservas, ni proveer las necesidades de cada sector, ni unificar todo el mando. Y las condiciones eran demasiado desiguales para que la fortuna de las armas no fuera también muy variable...
(De bello Gallico, II, 18-22) Huida de Ambiorix César, prosiguiendo su campaña de devastación, dispersa en todos sentidos su caballería, reforzada por grandes contingentes de las ciudades vecinas. Todas las aldeas y edificios aislados que la vista alcanzaba, aparecían quemados; los animales, degollados; todo saqueado; los cereales, no sólo habían sido consumidos por una masa tan grande de animales y hombres, sino que lo avanzado de la estación y las lluvias los habían arrasado de modo que, si algún eburón había conseguido ocultarse por el momento, era evidente que moriría de hambre, una vez que marchara el ejército. Y a menudo, con una caballería tan numerosa diseminada en todas direcciones, se llegaba a lugares en que las gentes sorprendidas, decían que acababan de ver pasar a Ambiorix huyendo, le buscaban aún con los ojos y afirmaban que aún no estaba muy apartado de allí; entonces, la esperanza de alcanzarlo superaba toda fatiga: creyendo que César sentiría una gratitud infinita, llegaban incluso a rebasar las fuerzas humanas y siempre parecía que no habían alcanzado el objetivo propuesto por una insignificancia; pero se les escapaba en las guaridas, en los barrancos de los bosques, y, con la protección de la noche, alcanzaba otros lugares, en una nueva dirección, sin más guardia que cuatro jinetes, a los únicos en que se atrevía a confiar su vida.
(De bello Gallico, VI, 29-30 y 43)
Salustio.- (87 a. C.- 35 a. C.) Gracias a su amistad con César, Cayo Crispo Salustio ocupó cargos públicos; después de la muerte del dictador, se retiró de la vida pública y se dedicó a escribir sus obras históricas. La obra mayor de Salustio la constituyen sus " Historiae", perdidas, y sus dos monografías, conservadas, sobre la guerra de Jugurta y la Conjuración de Catilina: • • •
1
"Historiae" (cinco libros): sólo nos quedan fragmentos. Abarca desde la muerte de Sila en el 78 a. C. hata el 67 a. C. "Conjuración de Catilina": narra la tentativa de Catilina de hacerse con el poder por la fuerza durante el consulado de Cicerón. "Guerra de Jugurta": Jugurta, hijo adoptivo del rey de Numidia1, asesina a sus dos hermanos y se proclama rey, contra la voluntad de los romanos, que le declaran la guerra.
Numidia era un antiguo reino bereber africano y posteriormente una provincia romana en la costa norte de África, entre la provincia de Africa (de extensión similar al actual Túnez) y el reino de Mauritania (posteriormente la provincia
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Salustio es el "primer gran historiador romano", el creador de la historia como género literario. César había sido un gran historiador militar; Salustio será el primer gran historiador político, comparado a Tucídides, cuyas huellas sigue. Es el historiador de la "revolución" romana, de la ruina de las viejas instituciones y el surgimiento de un nuevo Estado. Ha rastreado las causas profundas de esta revolución y las ha encontrado en las ambiciones, el egoísmo y la depravación de la nobleza. Es un claro defensor del partido popular que apoyaba a César. Salustio también es un moralista, reflexiona sobre la brevedad de la vida, la superioridad del espíritu sobre el cuerpo, la corrupción de las costumbres y el desprecio de los bienes materiales, afirmaciones poco convincentes en boca de alguien que había amasado una gran fortuna por su falta de escrúpulos en su gobierno de África. Habla también de su desengaño de la política y de su dedicación a la historia. La caracterización de los personajes se logra mediante los retratos que el autor dibuja y los discursos que pone en boca de sus personajes. El estilo de Salustio, opuesto al de Cicerón, se caracteriza por la "concisión", la "asimetría", la "variatio" (cambio en la construcción sintáctica para evitar la monotonía) y el gusto por el arcaísmo (palabras antiguas caídas en desuso). En conjunto su prosa resulta densa, solemne y austera. Con Salustio se cierra la historiografía de la época republicana. En seguida sube al poder Augusto, que va a inaugurar en Roma la época imperial. Lecturas SALUSTIO: Metelo toma el mando del ejército de África Ante tales dificultades, Metelo mostró su talento y su prudencia tanto como en las operaciones militares: hasta tal punto supo mantenerse en el término medio entre la debilidad y la dureza. Su orden, primero, quitó a la molicie toda posibilidad de satisfacción; prohibió vender en el campamento pan u otros alimentos cocidos; prohibió que los cantineros acompañasen al ejército; prohibió al soldado - cualquiera que fuese su graduación - tener en el campamento o en las marchas esclavo ni bestia de carga alguna; todos los demás abusos fueron igualmente suprimidos. Además, cada día cambiaba el campamento de lugar, atravesando las tierras; lo fortificaba con empalizada y fosa, como si el enemigo estuviera cerca; colocaba un elevado número de centinelas, que él mismo visitaba con sus lugartenientes; en las marchas, igualmente, se le veía tanto en cabeza como en la retaguardia, y a veces en el centro, impidiendo que nadie saliese de la fila, y obligando a los soldados a caminar unidos en torno a los estandartes, cargados con sus provisiones y sus armas. De este modo, castigando menos las faltas que impidiendo que se cometieran, restableció muy pronto la moral de su ejército.
(Bellum Iugurtinum, XLIV-XLV) Del desenfreno a la guerra civil En cuanto a los jóvenes que había corrompido, como dijimos anteriormente, les enseñaba, por muchos procedimientos, la ciencia del crimen; los utilizaba como testigos falsos y falsificadores; los acostumbraba a burlarse de la palabra dada, de su fortuna, de los peligros romana de Mauritania Cesariense). Numidia se corresponde en la actualidad con la parte occidental de la zona costera argelina y el oeste de Tunicia.
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que podían correr; más adelante, una vez que había matado en ellos todo sentimiento de reputación y honor, les mandaba mayores atrocidades. S¡ faltaban ocasiones para delinquir, no por ello cesaba. Hubiera o no injurias a vengar, mandaba espiar y degollar; temiendo, sin duda, que la ociosidad embotara las manos y los espíritus, prefería ser malvado y cruel sin motivo alguno. Contando con el apoyo de amigos tan fieles y viendo, además, todo el país lleno de deudas y que la mayoría de los veteranos de Sila arruinados por sus prodigalidades y acordándose de sus rapiñas y de su victoria pasada, invocaban la guerra civil, Catilina concibió el proyecto de derribar la constitución republicana. No había ningún ejército en Italia; Cn. Pompeyo sostenía una guerra en confines del mundo; él mismo tenía grandes esperanzas de resultar elegido cónsul; el Senado permanecía inactivo: todo ello eran circunstancias favorables para Catilina.
(De coniuratione Catilinae, XV-XVI)
Nepote Se conoce poco de la biografía de Cornelio Nepote. Se sabe que era originario de la Galia Cisalpina, probablemente Hostilia, cerca de Verona, y que nació alrededor del año 100 a. C. Plinio el Viejo refiere que murió en el reinado de Augusto, probablemente en Roma, en el año 25 a. C. De su círculo de amistades hay que destacar a Catulo, quien le dedicó un libro de poemas, Cicerón y Tito Pomponio Ático. Libre de preocupaciones económicas, renunció a hacer carrera política, por lo que no desempeñó ningún cargo público, sino que se entregó a su afición literaria. Su obra principal es De viris illustribus, ("Sobre los hombres ilustres"), que constaba por lo menos de 16 libros de biografías sobre reyes extranjeros y romanos, generales, oradores, jurisconsultos, filósofos, historiadores, poetas y gramáticos. De ellos sólo se ha conservado completo el libro tercero, De excellentibus ducibus exterarum gentium ("Sobre los más destacados generales de los pueblos extranjeros"), que contiene la vida de 21 generales griegos, más la de los cartagineses Aníbal y Amílcar y la del persa Datames1. Destaca en esa obra la vida de Aníbal, al que describe en términos muy elogiosos, a pesar de haber sido uno de los enemigos más temidos por Roma. Las otras biografías corresponden a Milcíades, Temístocles, Arístides, Pausanias, Cimón de Atenas, Lisandro, Cabrias, Alcibíades, Trasíbulo, Conón, Dion de Siracusa, Ifícrates, Timoteo de Anaflistos, Epaminondas, Pelópidas, Agesilao II, Eumenes de Cardia, Foción y Timoleón de Siracusa. También se han conservado fragmentos de otros siete libros, en especial uno muy extenso del decimocuarto, que contiene las vidas de Catón y de Ático. Ese procedimiento de emparejar extranjeros y romanos influyó en Plutarco y en su obra "Vidas paralelas", donde las figuras emparejadas son griegos y romanos. Las biografías de Nepote incorporan algunas novedades, como por ejemplo incluir a un personaje vivo, como Ático, o incluir a personajes políticos. La estructura de estas biografías es muy libre, y oscila entre dos modelos: la biografía alejandrina, fundada en el esbozo de los hechos externos del personaje y una caracterización fundada en anécdotas, y la biografía peripatética, más artística y moralizante. 1 Datames fue general del imperio persa y sátrapa de Capadocia bajo el reinado de Artajerjes entre los años 380 y 352 a.C.
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Lecturas: Un nuevo tipo de historia No dudo, Ático, que muchas personas juzgarán este tipo de escritos como frívolo e indigno de los grandes hombres cuyos hechos revive, al leer quién fue el profesor de música de Epaminondas o al ver entre sus méritos que sabía bailar con gracia y tocar muy bien la flauta. Pero tal vez también suceda que, ignorando la literatura griega, sólo encuentren bien aquello que se adapte a sus propios hábitos morales. Le será preciso aprender que lo honrado y lo censurable no es lo mismo en todas partes, sino que todo se aprecia de acuerdo con las tradiciones nacionales, para que dejen de admirarse del hecho de que, al exponer las virtudes de los griegos, nos acomodemos a las costumbres de los griegos. En efecto, Cimón, uno de los grandes de Atenas, no sintió reparos en casarse con su propia hermana, porque sus conciudadanos seguían la misma práctica... Era un gran honor en casi toda Grecia ser proclamado vencedor en los juegos de Olimpia; subir a escena y en el arte dramático no acarreaba deshonor para nadie en aquel país. Todo ello son cosas que nosotros consideramos infamantes, o bajas e indignas. Por el contrario, nuestras costumbres admiten muchas prácticas que entre ellos resultan vergonzosas. ¿Quién no duda -por ejemplo- en invitar a su esposa a comer en la ciudad? ¿O no le otorga el primer puesto en la casa, adonde acuden todos? Ocurre de modo bien distinto en Grecia, pues la mujer sólo es invitada a comer con sus parientes; y está siempre en la parte más retirada de la casa, el llamado gineceo, donde nadie tiene acceso, si no es un pariente próximo.
(De excellentibus ducibus, Prólogo)
Tito Livio.- (59 a. C.- 17 d.C.) Dedicó gran parte de su vida a su vocación de historiador. Su historia de Roma "Ab urbe condita" abarcaba desde los orígenes de Roma hasta su tiempo. Constaba de 142 libros de los que se conservan treinta y cinco. Tiene, como Salustio, un sentido moralista de la historia y tiene, además, una característica propia: la exaltación de Roma por encima de todo. Quiere que su obra infunda en sus conciudadanos amor a la patria, respeto al "mos maiorum" (costumbres de los antepasados) y una religiosidad profunda, la cual coincide punto por punto con el programa restaurador de Augusto, que Tito Livio comparte con entusiasmo. El método histórico deja mucho que desear, como el de todos los historiadores antiguos, para los que la historia era un género literario, no una obra científica; de ahí que ponían en boca de sus personajes discursos inventados. Tito Livio es el que mejor encarna la concepción ciceroniana de la historia, es decir, como género literario sujeto a los preceptos de la retórica en la composición y en el desarrollo técnico. El estilo de Livio es contrario al de Salustio: frente a la concisión salustiana, él prefiere la abundancia transparente, con períodos largos, amplios y afines a la prosa ciceroniana. De su concepción retórica de la historia proviene la gran cantidad de discursos que salpican su obra. Sobresale en su estilo el color poético de su prosa, influido por los grandes poetas de la época de Augusto. Incluso invoca a los dioses al comienzo de su obra, como los poetas épicos.
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Lectura TITO LIVIO: Historia y moralidad nacional El objetivo esencial que propongo a la escrupulosa atención de cada cual es la vida y costumbres de antaño, las grandes figuras y la política, interna y externa, que crearon y engrandecieron el imperio. Más adelante, con la relajación insensible de la disciplina, seguiremos con el pensamiento una especie de desviación de las costumbres primero, un desliz progresivo después, y, finalmente, un movimiento brusco hacia la ruina, hasta nuestros días, en que la corrupción y sus remedios nos resultan igualmente intolerables. Lo que la historia ofrece de saludable y fructífero son precisamente los ejemplos instructivos de toda índole que se descubren a la luz de la obra: todos hallan modelos a seguir para su propio bien y el de su patria; encuentran también acciones indignas tanto por las causas como por sus consecuencias, que es preciso evitar. En una palabra: si la pasión que siento hacia mi empresa no me engaña, jamás existió estado más grande, más puro, más rico en buenos ejemplos; jamás existió pueblo alguno tan inaccesible por tanto tiempo a las pasiones y al lujo, que guardara tan profundamente el culto a la modestia y a la economía: hasta tal punto que, cuantas menos riquezas tenían, tantas menos deseaban. Ahora, en cambio, con las riquezas nace el deseo, y con la afluencia de placeres el anhelo de arruinarlo todo y de arruinarse a sí mismos en los excesos del lujo y el desenfreno. (Prefacio, 9-12) La Batalla de Metauro Allí es donde menos resistencia tenía, pues un buen número había abandonado las filas, se había dispersado durante la noche y acostado para dormir por doquier en los campos y los que quedaban, agotados por el viaje y las vigilias, siendo individuos físicamente incapaces de resistir el cansancio, apenas podían con el peso de sus armas. Era entonces mediodía: la sed y el calor los entregaba jadeantes al enemigo; se les decapitaba o se les capturaba en masa. En cuanto a los elefantes, murieron más a manos de sus conductores que de los romanos. Dichos conductores tenían un cincel y un mazo: cuando veían que bestias se enfurecían, y rodaban en medio de los suyos, aplicaban el cincel entre las orejas, en la misma articulación de la cabeza con la nuca, y, con el golpe mayor que podían dar, los abatían. Era el medio más expeditivo para matar a monstruos de esa talla, dado no podían guiarlos. Y el propio Asdrúbal fue el primero en concebir dicha idea. Este general, famoso por muchas hazañas, ganó en esa batalla la gloria suprema. Los soldados encontraron la confianza en él, en sus exhortaciones, en su valor para afrontar peligros; él fue quien, pese a estar extenuados y abatidos, llenos de desánimo y de cansancio, los llenó de coraje tanto con sus ruegos como con sus reproches; él fue quien trajo de nuevo a los desertores y restableció el combate en muchos puntos. Por fin, cuando la Fortuna se declaró sin remedio a favor del enemigo, no queriendo sobrevivir a un ejército tan grande, al que había ligado su nombre, lanzó su caballo en medio de una cohorte1 romana; allí, como digno hijo de Amílcar, y digno hermano de Aníbal, cayó con las armas en la mano. (XXVII, 47, 1-49, 4)
1
Unidad táctica de infantería del ejército romano compuesta de varias centurias.
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Aníbal atraviesa los Alpes con la intención de conquistar Italia y destruir Roma.
II. HISTORIADORES DE ÉPOCA IMPERIAL. Tácito.- (55 d. C. ?- 120 d.C.?) De noble familia, Publio Comelio Tácito estudió retórica y filosofía con buenos maestros. Su obra, relacionada con su carrera oratoria, fue "Dialogo de los oradores" (vista en el tema de oratoria). Su producción histórica consiste en dos obras menores y dos mayores incompletas: - "Agricola": es una biografia apologética1 de su suegro Agrícola, ilustre general conquistador de Britania y de quien se rumoreaba que le había mandado asesinar Domiciano, por envidia. Está llena de reflexiones filosóficas e históricas. - "Germania": es una biografía etnográfica. Consta de dos partes: - En la primera hace una descripción de Germania y de su población en general, con la vida y costumbres de sus habitantes. - En la segunda hace una descripción de cada uno de los pueblos germánicos. - "Historiae": es una de las dos obras mayores de Tácito. Constaba de catorce libros y abarca desde la muerte de Nerón hasta Domiciano, años 69- 96 d.C. Sólo se conservan los cuatro primeros libros y fragmentos del quinto. - "Annales": escrita después de sus "Historiae" se refiere al período anterior al que contienen éstas, es decir, al período que va desde la muerte de Augusto a la muerte de Nerón (14 d. C.- 69 d.C.) Constaba de dieciocho libros de los que se conservan algunos. En la interpretación de los hechos, Tácito revela un afán de sinceridad y objetividad. Es destacable igualmente su pesimismo con el cual se resiente su 1
De contenido favorable.
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pretendida objetividad. Como Salustio y Tito Livio, tiene una concepción moralista de la historia, que le hace falsear los hechos a veces involuntariamente, lo mismo que su retoricismo. Así pues pesimismo, moralismo y retoricismo dificultan su indudable deseo de objetividad. En cuanto a la lengua, como Salustio destaca por la concisión, por la densidad de pensamiento alojado en cada frase; prescinde de todo aquello que pueda suplir el lector, por lo que son continuas las elipsis, el asíndeton y todo tipo de sobreentendidos. Así como la prosa de Tito Livio presenta un tono épico, la de Tácito presenta un tono trágico, bucea en el alma y en las pasiones de los individuos. Es un escritor de "primeros planos"; son magistrales sus "retratos psicológicos" y su descripción de "escenas dramáticas". Coincide con Salustio en el gusto por la asimetría en la construcción de frases y períodos. Tácito es, en resumen, un gran escritor, que maneja con maestría los recursos del lenguaje, gran pintor de la grandeza o corrupción de las almas, pesimista y pasional. Lectura TÁCITO: Alarma en el palacio imperial Otón acababa de llamar de Ostia a la decimoséptima cohorte, y su armamento fue confiado a Vario Crispino, uno de los tribunos de los pretorianos. Éste, pensando que reinaba una mayor tranquilidad cuando el campamento estuviera dormido, mandó abrir el arsenal y cargar los furgones de la cohorte a principios de la noche. La hora se prestó a la sospecha, el motivo a las acusaciones, y, por un exceso de precaución, se originó un tumulto. La vista de las armas despierta el deseo entre los soldados, ebrios de bebida. Rugen de ira, acusan de traición a tribunos y centuriones: "armaban, según se decía, a los esclavos de los senadores para asesinar a Otón". Algunos lo decían en la inconsciencia de una pesada embriaguez; pero los más criminales buscaban una ocasión para el pillaje; la masa, corrientemente, estaba deseosa de agitación y de novedad, fuese como fuese; y la noche privaba a los mejores de la ocasión de dar ejemplo. El tribuno que se oponía a los sediciosos y los más rígidos centuriones fueron asesinados; se apoderaron de las armas, desenvainaron las espadas; corrieron a caballo a la ciudad y al Palatino. Otón daba un festín en el que se encontraban muchas mujeres y hombres de primera fila. Los convidados, temblorosos, preguntan si este alud de soldados se debe al azar o está preparado por el emperador, si hay más peligro en permanecer y dejarse hacer prisionero o en huir y dispersarse; unas veces fingen serenidad, otras su terror les delata, y sus ojos, mientras tanto, no se apartan del rostro de Otón; y, como sucede cuando los espíritus se inclinan a la sospecha, Otón, que sentía miedo, inspiraba miedo. Pero, no menos alarmado ante el peligro de los senadores que ante el suyo propio, envió sin demora a dos prefectos del pretorio para calmar los ánimos de los soldados, y mandó que sus invitados se dispersaran rápidamente. Entonces, en completo desorden, los magistrados, arrojando las insignias de su dignidad y ocultándose a su séquito y a sus esclavos, ancianos y mujeres se pierden en las tinieblas, por las calles más opuestas: pocos regresaron a sus casas; la mayoría se refugiaron en las de sus amigos o buscaron en un cliente muy humilde un escondrijo difícil de ser descubierto.
(Historias, I, 80-82) El campo de batalla de Bedriaco Desde allí Vitelio torció hacia Cremona y, tras los combates de gladiadores dados por Cecina, sintió deseos de recorrer los campos de Bedriaco y contemplar con sus propios ojos las huellas de su reciente victoria. ¡Horrendo y desolador espectáculo! Habían pasado unos
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cuarenta días tras la batalla: cuerpos destrozados, miembros dispersos, podredumbre en forma de hombres y caballos, la tierra empapada en sangraza, y el saqueo de los árboles y las cosechas arrasadas que sólo daban paso a una siniestra soledad. No era menos impresionante ver la parte de la calzada que los cremonenses habían cubierto de laurel y de rosas, en la que se alzaban altares en los que caían las víctimas como para honrar a un rey: consiguieron alegrarse un instante para pagarlo luego pronto con su ruina: Valente y Cecina acompañaban al emperador y le mostraban el detalle topográfico de la batalla: "de esta parte habían cargado las legiones; desde esta otra desembocó la caballería; de este punto empezaron los auxiliares su movimiento envolvente". Y tribunos y prefectos comenzaron a jactarse por su parte de sus proezas, mezclando la falsedad, la verdad y la exageración. La propia masa de soldados, con estrepitosa alegría, abandonaba la calzada; reconocen los lugares donde han combatido, miran, extasiados, los montones de armas y las masas de muertos; hubo también quien se dejó ganar por el sentimiento de las vicisitudes humanas, por las lágrimas y la compasión. Pero Vitelio no pestañeó; vio, sin sentir horror, tantos miles de ciudadanos sin sepultura: antes bien, alegre e ignorante de la suerte que ya le acechaba, fundó un culto para las divinidades del lugar. (Historias, II, 70)
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LA ORATORIA 1. Caracteres generales de la oratoria romana. 2. La oratoria de M. Tulio Cicerón: Discursos: • "In C. Verrem " o "Verrinas" • "Pro lege Manilia" • "In L. Catilinam" o " Catilinarias" • "Pro Caelio" • "Pro Milone" • "Pro Archia poeta" • "Pro Marcello" • "Pro Ligario" • "In M. Antonium orationes" • "Philippicae" • "Brutus" Obras retóricas: • "De oratore" • "Orator" 3. La oratoria postciceroniana: • Quintiliano: " Institutio oratoria" • Tácito: "Dialogus de oratoribus" 1. Caracteres generales de la oratoria romana La elocuencia ha sido considerada por la crítica literaria antigua como una manifestación original del genio romano. Su nacimiento y desarrollo están en íntima relación con el sistema político romano, basado durante largo tiempo en la consulta popular. En estas condiciones, la palabra desempeñó un papel muy importante, porque los debates parlamentarios, los procesos ante los tribunales o las mismas asambleas populares no podían ser conducidos y dominados más que por hombres elocuentes, es decir, capaces de persuadir e imponer su voluntad. Dado su enorme valor, la clase dirigente, durante la época republicana, se sirvió de la oratoria de una manera casi excluyente, como medio de ejercer el poder. Pero con la llegada del principado y la concentración de la autoridad en sus manos, la oratoria perdió su importancia política, transformándose en una actividad que tan sólo se ejercía en las escuelas. Los romanos que desde los orígenes vieron en la oratoria únicamente un instrumento poderoso para la acción, comenzaron muy pronto a prestarle atención en tanto que género literario, es decir, como un arte sometido a una serie de normas. Esencial en ese proceso fue la influencia de la retórica griega; ésta había nacido en Grecia a mediados del S. V a.C. con la finalidad de ofrecer normas al discurso judicial o político. Pero su llegada a Roma no se produjo hasta la primera mitad del S. II a.C., fecha en que los rétores griegos abrieron algunas escuelas.
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Como arte del discurso, la retórica se encargaba esencialmente de la organización de los discursos en sus diversas partes que consistían en: • Introducción o exordio • Narración de los hechos o proposición • Argumentación o exposición de pruebas • Refutación del adversario • Epílogo Distinguía además tres tipos de elocuencia: • Judicial: empleada en los procesos. • Deliberativo: empleado en las reuniones políticas. • Demostrativo: empleado en los discursos de lucimiento. En el ámbito de la retórica se habían formado una serie de tendencias o escuelas que tuvieron un papel determinante en la evolución y formación de la oratoria romana: • La escuela aticista que se distinguía por la desnudez de la expresión, por el desprecio de la ornamentación. • La escuela asiana que tiende a períodos largos, grandilocuentes, a la expresión florida, llena de adornos y figuras estilísticas. • La escuela rodia que tiende a un estilo intermedio. El máximo representante de la oratoria romana es Cicerón. 2. La oratoria ciceroniana Se puede decir que la oratoria política y judicial alcanza con Cicerón sus cotas más elevadas, tanto en su aspecto práctico como teórico. M. TULIO CICERÓN (106-43 a. C.) Desarrolla una actividad política intensa y, a la vez, una actividad intelectual incesante, que se extiende desde el 84 a.C. hasta el 43 a.C., año en el que fue asesinado por los sicarios de Marco Antonio. Su obra oratoria se puede dividir en: A. Discursos: Pueden dividirse en judiciales, pronunciados ante un tribunal como abogado defensor (discursos "pro..."= "en defensa de") o acusador (discursos "in..."=contra) y políticos pronunciados en el Senado o en el Foro (en defensa o en contra de alguien).
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Algunos, por orden cronológico son: • •
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"In C. Verrem" o "Verrinas": discurso contra Verres, ex gobernador de Sicilia. "Pro lege Manilia": Cicerón apoya la propuesta del tribuno Manilio para que se conceda a Pompeyo el mando supremo de las tropas romanas en la guerra contra Mitrídates, rey del Ponto. "In L. Catilinam" o "Catilinarias": Catilina, candidato al consulado junto con Cicerón, no es elegido y trama una conjuración para hacerse con el poder, incluyendo el asesinato de Cicerón. Este pronuncia contra Catilina cuatro discursos en el Senado. "Pro Caelio": en defensa de su amigo Celio, ex amante de Clodia (la Lesbia del poeta Catulo1), hermana de Clodio (gran enemigo de Cicerón), la cual acusaba a Celio de haber querido envenenarla. "Pro Milone": en defensa de Milón que había dado muerte a Clodio en un encuentro callejero entre bandas rivales. "Pro Archia poeta": defiende al poeta griego Arquías acusado de usurpación del derecho de ciudadanía haciendo un gran elogio de las letras en general y de la poesía en particular. "Pro Marcello" y "Pro Ligario": Cicerón hace discursos en defensa de personajes que, como él, habían sido enemigos de César, apelando a la "clementia" cesariana, de la que hace un desmedido elogio. "In M. Antonium orationes Philippicae" (Filípicas contra Marco Antonio): catorce discursos contra M. Antonio. Para muchos son sus mejores piezas oratorias.
B. Obras retóricas: •
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"Brutus": historia de la elocuencia en Roma, desde los orígenes hasta su época, precedido de un pequeño resumen sobre la elocuencia en Grecia. "De oratore" (tres libros) y "Orator": tratan de la formación del orador y la técnica del discurso. Cicerón opina que el perfecto orador ha de ser la combinación de tres factores: disposición natural, cultura profunda y extensa y conocimientos de la técnica del discurso.
Lectura CICERÓN: La comunicación no verbal en la oratoria Sin duda, en todo, la verdad supera a la imitación; pero si ésta fuera suficiente para regir nuestra acción, no precisaríamos del arte. Pero de hecho las emociones, que la acción ha de patentizar o imitar, son a menudo confusas, veladas o casi vacías; debemos, pues, disipar las brumas que las ocultan y dar valor a los rasgos relevantes que las evidencian. En verdad, todo movimiento del alma encuentra su expresión natural en la fisonomía, la voz y el gesto; y el 1
Véase la página 6 de estos apuntes.
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cuerpo del hombre por entero, todos los rasgos de su rostro y los sonidos de su voz vibran como las cuerdas de una lira a cada sacudida de la pasión. Pues nuestra voz es como una cuerda tensa, capaz de responder al menor contacto, agudo o grave, rápido o lento, fuerte o débil; y cada uno de estos tres aspectos tiene también su grado medio. (...) Todas esas modulaciones deben ir acompañadas de gestos, y no de gestos teatrales, sino de gestos que sugieran sin representarlo el pensamiento, la idea en su conjunto. Los movimientos del cuerpo serán de una simplicidad recia y viril, que evoque, no la escena y sus histriones, sino el ejército o incluso la palestra. La mano se mostrará menos parlante y los dedos seguirán las palabras con el gesto, sin modelarlas. El brazo, un poco levantado, y tendido hacia adelante como si asaeteara las palabras. Una llamada de atención discreta con pie puede hacerse al principio o al fin de las discusiones. Pero todo depende del rostro, y en él predominan enormemente los ojos. ¡Con razón dijo Roscio - nuestros antepasados no gustaban de un actor con máscara! Pues el alma anima toda la acción; la fisonomía que refleja el alma; y los ojos que la revelan. Los ojos son, gracias a su movilidad, la única parte del cuerpo capaz de expresar todos los movimientos del alma; y quien los esconde medio entornados no puede lograrlo. Teofrasto nos transmite las palabras de un cierto Taurisco: el orador -decía- que recita sus discursos con los ojos fijos, da la espalda a su público.
(De oratore, III)
3. La oratoria después de Cicerón A partir de Augusto desaparece la oratoria y los grandes oradores. La causa de esto no es otra que la desaparición de la libertad política. Al asumir los emperadores el poder total, la vida política de Roma desaparece y la oratoria muere por asfixia. La elocuencia pasa del foro al interior de las escuelas. En el S. I d.C. surge una reacción contra la oratoria retoricista y un intento de retornar al clasicismo ciceroniano. El artífice de esto fue M. Fabio Quintiliano, de origen hispano, que escribió "Institutio oratoria" (doce libros), el tratado de retórica mas completo de toda la antigüedad. No sólo se preocupa de la técnica oratoria sino de la formación del orador desde que nace. Sus teorías y sus métodos tienen como modelo a Cicerón. Lecturas QUINTILIANO: La táctica del altercado Una vez bien trabado el combate, un abogado de recursos hábiles y prudente tiene mucho ganado si deja que su adversario siga un falso camino, lo más lejos posible, de tal modo que, por instantes, le dé la emoción de una vana esperanza. Es, pues, conveniente disimular por algunos instantes ciertos recursos, porque el adversario se lanza entonces a fondo y arriesga a menudo el todo por el todo, en la idea de que nos faltan las pruebas; y, a fuerza de invocarlas, acrecienta su importancia. Es también conveniente abandonar en sus manos ciertas posiciones, a las que sienta tantos deseos de aferrarse, que desprecie otras más importantes; o proponerle en ocasiones una alternativa en que la elección sea tan peligrosa en un extremo como en el otro. Es un medio más eficaz en el altercado que en el alegato, pues en este caso, en lugar de contestarnos a nosotros mismos, dominamos, por así decirlo, al adversario en su propio testimonio. Un abogado sagaz comprenderá, desde un principio, las palabras a las que el juez es sensible o rebelde, y ello lo revela con mucha frecuencia su fisonomía, y en ocasiones una palabra o un gesto. Insistirá entonces en los argumentos útiles para su causa y abandonará insensiblemente los demás en prudente retirada. Es lo que también hacen los médicos: continúan o suspenden su medicación, según la tolere o no el enfermo. Cuando se hace difícil continuar con un argumento enunciado, hay que introducir entonces otra cuestión, y desviar
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hacia ella, en lo posible, la atención del juez. ¿Qué hacer -en verdad- cuando no podemos responder, sino hallar otra cuestión a la que tampoco pueda responder el adversario? (VI, 4, 17-20) ¿Trabajo o inspiración? En los tiempos en que Julio Segundo1 frecuentaba aún las escuelas, su tío2, al verle un día preocupado, le preguntó a qué venía aquel semblante triste. El joven le declaró que, por más que trabajaba ya tres días, no hallaba el exordio para la materia que se le había asignado, lo cual no sólo le atormentaba por el presente, sino que lo desazonaba para el porvenir. Entonces Floro, sonriente, le dijo: "¿Quieres decir, mejor, que no puedes?" Sí, hay que intentar escribir lo mejor posible, pero, sin embargo, sin rebasar las fuerzas; se progresa, en verdad, gracias al estudio, no por el desdén. Así, para lograr escribir mucho y con rapidez, ayuda mucho el ejercicio, pero también el método. Si, en lugar de esperar la inspiración acostados con los ojos en el techo, murmurando para despertar el pensamiento, consideramos primero lo que el tema exige, lo que conviene a las personas, a las circunstancias y al carácter del juez, es entonces cuando nos lanzamos a escribir con un ingenio sencillo y normal lo que la propia naturaleza nos dicta en el exordio y la continuación. Pues la mayor parte de cuanto hay que decir y acude por sí solo a impresionar nuestros ojos, a menos que los cerremos: los ignorantes y los zafios no gastan mucho tiempo en pensar por dónde hay que empezar; mayor vergüenza aún si la ciencia sólo sirve para creamos dificultades. No creamos, pues, que lo que permanece oculto es siempre lo mejor; optemos, antes, por callarnos, si creemos que sólo debemos decir aquello que no se nos ocurre. (X, 3)
También Cornelio Tácito en "Dialogus de oratoribus" (Diálogo sobre oradores), escrito a comienzos del S.II d.C., se preocupa de la decadencia de la oratoria. Una de las causas es el cambio de la situación política, ya que en un régimen dictatorial el arte de hablar ya no puede subsistir. Lectura TÁCITO: La nueva oratoria y la antigua No tratamos aquí de un período artístico ocioso y tranquilo, amigo de la honradez y de la moderación. La elocuencia auténticamente grande, en verdad sorprendente, la de antaño, es hija de esa licencia que, inconscientemente, se llama libertad; es compañera de las sediciones, el aguijón de los furores populares; incapaz de obediencia y de austeridad, terca, temeraria, arrogante, no puede desarrollarse en una sociedad dotada de una constitución inteligente. ¿De qué orador lacedemonio o cretense hemos oído hablar alguna vez? Y, sin embargo, Esparta y Creta son célebres por la austeridad de su disciplina y la severidad de sus leyes. Ni en Macedonia, ni en Persia, ni en ninguna otra nación que haya estado sometida a un gobierno regular, conocemos la oratoria. Rodas tuvo algunos oradores, Atenas poseyó un gran número de ellos: el pueblo lo podía todo, los ignorantes lo podían todo; todo el mundo, por así decirlo, lo podía todo. Roma también, mientras divagó sin dirección, mientras se consumió en las pugnas de los partidos, en disensiones, en las discordias, mientras no hubo paz en el foro, ni acuerdo en el Senado, ni norma alguna ante los tribunales, ni respeto hacia los grandes, ni límite fijo a la autoridad de los magistrados, dio nacimiento, sin duda alguna, a una oratoria más vigorosa, igual que un campo no labrado produce algunas hierbas de vegetación más exuberante. Pero la República pagó demasiado caro el genio oratorio de los Gracos, si las leyes se resintieron de él; y el renombre oratorio de Cicerón no compensó el infortunio de su muerte. (Diálogo de los oradores, XX y XL) 1 2
Uno de los amigos íntimos de juventud de Quintiliano. Julio Floro, célebre abogado galo.
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LA NOVELA 1. El "Satiricón" de Petronio 2. El "Asno de oro" de Apuleyo Introducción La novela no es un género serio; carece de función específicamente pedagógica y su finalidad es, ante todo, entretener. En las novelas romanas hay siempre un elemento de crítica, burla y parodia de la realidad que recuerda en algún modo aspectos del género satírico. Narra aventuras en primera persona, indaga en cuadros de la realidad de tipo costumbrista, presenta personajes con una personalidad compleja y rica, se complace en intercalar relatos dentro del relato y retrata más a antihéroes o pícaros que a héroes propiamente dichos. En cuanto a los orígenes de la novela debemos prestar atención a la sátira, a los relatos en prosa de ciertos historiadores y a unos relatos griegos, las Historias Milesias de Arístides (s. II a.C.). Se trata de narraciones breves, de tono un tanto obsceno, muchos cuyos pasajes son similares a las novelas romanas, por lo que la relación entre novela romana y fábula milesia parece evidente. En Roma, la novela, además de ser un producto tardío, es un producto escaso. Sólo contamos con dos obras que pueden clasificarse de novelas, una de Petronio y otra de Apuleyo. 1. El "Satiricón" de Petronio Presenta una serie de problemas en cuanto a la fecha de composición y a la identificación del autor. Aunque muchos estudiosos han atribuido la obra de Petronio a una época tardía, actualmente prevalece la opinión de aquellos que defienden la datación tradicional de tiempos neronianos, es decir, el s. I d.C. En cuanto a la identificación del autor, si se admite la adscripción de la obra a la epoca de Nerón, se debe aceptar como autor al personaje que nos describe tan magistralmente el historiador Tácito en sus "Anales": Petronius Arbiter. La obra de Petronio, que nos ha llegado fragmentada, constaba por lo menos de dieciséis libros. Sólo conservamos los libros XV, XVI y parte del XIV. En ella se narraban las aventuras de Encolpio, acompañado por Gitón, Ascilto y Eumolpo. La parte más importante que nos queda del "Satiricón" es la llamada "Cena de Trimalción" en la que todo es espectacular y encaminado a deslumbrar a los asistentes; hay un ambiente de embriaguez, de discusiones y burlas y termina el episodio con Trimalción haciendo el ensayo de su propio entierro.
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Entre los cuentos se establecen dos grupos: a) Aquellos en los que predomina el carácter folcklórico, como el cuento "del hombre-lobo" y el de las brujas maléficas". En el primero, un soldado se convierte en lobo una noche de luna llena y destroza los animales de una granja. En el segundo, unas brujas maléficas se llevan el cadáver de un niño durante el velatorio. b) Las novelas breves, llamada "Fábulas milesias", como la de la "Matrona de Efeso", sobre la veleidad amorosa femenina y el arte de seducción y la del "Muchacho de Pérgamo" que trata de la homosexualidad. Se introducen, además, en la estructura del "Satiricón" dos largos poemas, el de la "Toma de Troya" y el de la "Guerra Civil, que es un ataque contra el poema de Lucano. La obra de Petronio es un caso único en toda la literatura antigua, puesto que él ha creado un nuevo tipo de relato novelesco que no encaja dentro de ningún género preestablecido. En el "Satiricón" de Petronio encontramos una explotación de géneros preexistentes, tanto griegos como romanos; como géneros que coadyuvan a su creación están la sátira menipea, el mimo, la fábula Milesia, la novela erótica y de viajes y la sátira romana, todo ello mezclado con la crítica literaria. Lecturas PETRONIO: Los jóvenes y la poesía Muchos jóvenes confían entusiasmados en sus dotes poéticas. Pues, desde el momento en que logran introducir un verso en su pie y deslizar en la trama de una perífrasis una idea un poco delicada, ya se creen sobre el Helicón1. También algunos abogados, hartos de la agitación del foro, se refugian, como en una ensenada más segura, en la calma de la poesía, figurándose que es más fácil edificar un poema que un debate iluminado de hermosos puntos muy brillantes. Pero un poeta de cuna no gusta de estas bagatelas, y ningún espíritu puede concebir o dar a luz si no se baña por entero en el río inmenso de la letras. Hay que huir de toda expresión vulgar, por así decirlo; escoger palabras excluidas del uso de la plebe; realizar, por fin, lo que dice Horacio: "Odio al vulgo profano y lo mantengo a raya"2. Además, hay que cuidar que los rasgos no broten fuera del cuerpo de la obra, sino que su color brille en él, sin apartarse, como el adamascado de un tejido; lo atestiguan Homero y los líricos, en Roma Virgilio y la feliz empresa de Horacio. Pues los demás o no han visto el camino que conduce a la poesía, o bien, habiéndolo visto, han dudado seguirlo. (CXVIII, 1-6) Conversación de libertos Seleuco tomó parte en la conversación y dijo: "Yo no me baño todos los días. El lavado es un batanero3: - el agua tiene dientes, y el corazón se derrite, cada día un poco más. Y, cuando he bebido una copa de vino meloso, me burlo del frío. Por lo demás, no he podido bañarme: he estado en un entierro. Un tipo muy elegante, ese bravo Crisanto, que ha muerto. Ayer, todavía ayer, me hablaba: tengo en la imaginación su modo de hablar. ¡Ay, Ay, no somos 1
Montaña de las Musas.
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Odas, III 1. V, 1.
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Los bataneros limpiaban las lanas, pero haciéndoles perder espesor.
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más que tripas hinchadas. Valemos menos que las moscas: ellas, al menos, tienen resistencia; pero nosotros valemos menos que burbujas de agua. Y, al menos, ¡si no se hubiera impuesto una dieta! Durante cinco días, no tomó nada, ni una gota de agua, ni una migaja de pan. Y ello no le ha sido obstáculo para marchar a reunirse con los demás. Los médicos lo han matado, o más bien su desgraciado Destino: pues el médico sólo sirve para reconfortar en estos casos. De la forma que sea, ha tenido un buen entierro, en su cama auténtica, con buenos cobertores. Lo han llorado muy sentidamente -había dado la libertad a algunos, aunque su mujer haya sido parca en sus lágrimas. ¡Qué hubiera sido de ella si él no le hubiera dejado un legado tan bueno! Pero las mujeres, como tales, son siempre mezquinas. Es inútil hacerles un bien: es como si lo arrojaras al pozo. Pero un viejo amor es una úlcera." (XLII, 1-XLV, 1)
2. El "Asno de oro" de Apuleyo (125-170 d.C.). Apuleyo era natural de África. Después de estudiar gramática y retórica, residió en Cartago, y de allí se dirigió a Atenas con el fin de estudiar filosofía platónica e iniciarse en los cultos mistéricos. De Atenas emprendió rumbo a Oriente, en donde aprendió múltiples creencias, muchos ritos y variadas ceremonias. En Roma completó su iniciación en los misterios de Isis. Es autor de la novela titulada la "Metamorfosis" o "El asno de oro", compuesta de once libros, cuyo contenido es el siguiente: Un hombre, Lucio, de viaje por Grecia, va a alojarse a casa de una mujer que realiza prácticas de magia y hechicería. Fascinado por ello, se introduce a escondidas en el laboratorio e ingiere por error una pócima que no le convierte en pájaro, como él pretendía, sino en burro. Así conserva las facultades psíquicas y mentales del hombre pero adquiere el cuerpo de un asno. Unos ladrones saquean la casa y se llevan consigo al asno. A partir de ese momento se sucede todo un sinfín de peripecias. Todos los intentos por recobrar la forma humana son baldíos, hasta que decide incorporarse en el libro XI y último al cortejo de la diosa Isis. Entonces lame un manojo de rosas, recobra su forma humana y se inicia en el culto de Isis y Osiris. Según el contenido puede dividirse en tres bloques: • Libros I-III: narra las peripecias del protagonista hasta convertirse en asno. • Libros IV-VI: narra la fábula de "Psique y Cupido”; esta larga historieta de amor ocupa el lugar de honor en la obra, la parte central1. • Libros VII-XI: narra las peripecias del protagonista, el asno Lucio, hasta volver a su figura humana. El gusto por insertar un relato dentro de la trama general de la novela es algo que nos hace recordar " El Quijote " de Cervantes. Se ve, pues, que la literatura de siglos muy posteriores ha bebido en fuentes romanas. Esta novela aparece más coherente, mejor estructurada y de más fácil comprensión para el lector. Es un documento de la sociedad del s. II d.C., en 1
Según Apuleyo, Psique era hija de un rey. Eros se la llevó a un palacio encantado, en el que la visitaba todas las noches, y le prometía que su dicha sería eterna, con tal de que no intentara ver el rostro de su amante. Las hermanas de Psique le sugirieron que su amante quizá fuese un monstruo. Cierta noche encendió ella una lámpara para poder salir de dudas; pero una gota de aceite de la lámpara cayó sobre Eros, que se despertó y huyó, a la vez que el palacio se desvanecía. Entonces Psique quedó a merced de Afrodita, y ésta, envidiiosa de su belleza, la obligó a desgranar semillas, a bajar a los Infiernos, etc. Dormida en un sueño mágico, consiguió al fin liberarse gracias a Eros, a quien quedó unida en la inmortalidad.
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pleno apogeo del Imperio; pero, al igual que en el Satiricón, es la sociedad de más baja estofa la que aparece retratada. La novela está contada en primera persona por Lucio, que a pesar de haberse convertido en asno, conserva su inteligencia humana, y, a modo de relato interior, Lucio, es decir, el asno, cuenta todo lo que ve, por lo que bajo una perspectiva singular va describiendo en realidad los distintos aspectos de la sociedad romana. El clima fantasioso que envuelve el relato nos lleva por supuesto al Oriente. No olvidemos que el autor es un hombre culto y viajero por tierras de Asia y África. Se manifiesta asimismo el amor por las religiones mistéricas que tanto arraigo acabarían por tener en la Roma imperial. Lectura APULEYO: En el molino Había transcurrido gran parte del día y ya no podía más, cuando me quitaron el collar de esparto y las cuerdas que me sujetaban a la máquina, para meterme en la cuadra. Pero allí, pese a que, extenuado, tenía necesidad de reparar fuerzas y pese a mi hambre canina, cedí a mi curiosidad natural. Dejando para más tarde la comida abundante que se me había servido, examiné con estupor y ansiedad, y no sin una especie de placer, cómo estaba organizado este horrible molino. ¡Oh dioses bondadosos! ¡Qué pobres hombres eran! Tenían la piel salpicada de cardenales, la espalda molida a golpes, mal cubierta por unos andrajosos harapos, algunos con un paño tan sólo; las túnicas incluso dejaban ver el cuerpo a través de sus agujeros: tenían letras marcadas en la frente, los párpados roídos por el negro humo de los hornos, la vista debilitada; y todos sucios de blanco por la harina, que les cubría de polvo como a los atletas1. Pero ¿qué decir, y cómo, de los animales, mis compañeros? Viejos mulos, rocines deslomados, en torno al pesebre, baja la cabeza, comiendo todos juntos enormes gavillas de paja: tenían la nuca pustulosa de infectas heridas; sus narices respiraban enfermizas y se abrían a las sacudidas de una tos perpetua. El roce continuo de las cuerdas de esparto les había lacerado el pecho. Los golpes, asestados sin cesar en sus costados, les habían despellejado hasta los huesos; a fuerza de andar en círculo, los cascos de las patas se les habían hundido y ensanchado desmesuradamente; acumulada la suciedad, la podredumbre y la sarna hacían rugosos sus cuerpos. (Metamorfosis, IX, 10-13)
Una escena del "Asno de oro" en un mosaico
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Para poderse coger mejor el uno al otro en las competiciones de lucha, los atletas se revolcaban en el polvo.
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"El Satiricón" es una particular mirada del director de cine Federico Fellini hacia la Roma de Nerón, ciudad corrupta y libertina, que basa en la obra de Petronio. Mezcla de fantasía, aventura y mitología, que invita al espectador a imaginar, a ir más allá de la pura apariencia. Gitón, un joven apuesto, propiedad de Encolpius desaparece y es vendido a un actor, Vernacchio. Más tarde, es capturado y obligado a servir en las galeras de un mercader de esclavos. Gitón aprovecha una escaramuza con soldados para escapar de su cruel destino y una vez más es libre para deambular por el mundo en compañía de su amigo Ascyltus en busca de las más extravagantes aventuras. Mientras tanto, Encolpius que no ha dejado de buscar a Gitón desde que desapareció, se encuentra en pleno Laberinto, enfrentándose al terrible Minotauro.