Parresía_10

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TEMA 10 A y B) Los pronombres-adjetivos demostrativos. Los pronombres relativos. Pronombres indefinidos (I). El futuro de indicativo activo y medio. El presente de subjuntivo activo y medio. B y C) Traducción y etimologías. D) El Teatro en Grecia (II). A y B) GRAMÁTICA Y ETIMOLOGÍAS Pronombres-adjetivos demostrativos Los pronombres demostrativos se estructuran de acuerdo con el sistema de las personas; así, ὁδε, ἡδε, τόδε, se aplica a lo que está en el ámbito del emisor (primera persona), οὗτος, αὗτη, τοῢτο, indica aquello que está en el ámbito del no emisor y del no referente (segunda persona), y ἐκεῖνος, ἐκείνη, ἐκεῖνο lo que está en el ámbito del referente (tercera persona). El pronombre ὁδε, ἡδε, τόδε significa “este, esta, esto”. Como en latín hic, haec, hoc, es el demostrativo de primera persona: señala algo que está cerca del hablante, lo presente, lo inmediato o lo que se va a decir. Se declina como ὁ, ἡ, τό, con la partícula invariable -δε. Como ὁδε se declinan los adjetivos demostrativos τοιόσδε, “tal”, τοσόσδε, “tan grande”, y τηλικόσδε, “de tal edad”. Tiene la numeración 22: 22. ὁδε ἡδε τόδε (art.+ δε), este, esta, esto SINGULAR N. A. G. D.

PLURAL

Masculino

Femenino

Neutro

Masculino

Femenino

Neutro

ὃδε τόνδε τοῦδε τῷδε

ἥδε τήνδε τῆσδε τῇδε

τόδε τόδε τοῦδε τῷδε

οἵδε τούσδε τῶνδε τοῖσδε

αἵδε τάσδε τῶνδε τοῖσδε

τάδε τάδε τῶνδε τοῖσδε

El pronombre-adjetivo οὗτος αὕτη τοῢτο significa "ese, esa, eso” y también "este esta esto". Como en latín iste, ista, istud, es el demostrativo de segunda persona: señala algo que está cerca del oyente, o lo que ya ha sido expuesto. Como οὗτος se declinan los adjetivos demostrativos τοιοῦτος, “tal”, τοσοῦτος, “tan grande”, y τηλικοῦτος, “de tal edad”. Lo numeramos con 23:

N. A. G. D.

Masculino οὗτος τοῢτον τούτου τούτῳ

23. οὗτος αὕτη τοῢτο, ese, esa, eso ( o este...) SINGULAR Femenino Neutro Masculino τοῢτο αὕτη οὗτοι τοῢτο ταύτην τούτους ταύτης τούτου τούτων ταύτῃ τούτῳ τούτοις

PLURAL Femenino αὗται ταύτας τούτων ταύταις

Neutro ταῢτα ταῢτα τούτων τούτοις

Obsérvese que el nominativo y acusativo neutro singular de muchos pronombres presenta -ο, en vez del esperado -ον. El pronombre-adjetivo ἐκεῖνος, ἐκείνη, ἐκεῖνο significa "aquel, aquella, aquello”. Como en latín ille, illa, illud, es el demostrativo de tercera persona: sirve para indicar lo que está más cerca de la persona de quien se habla; señala algo que está lejos del hablante y del oyente. Es el demostrativo de las cosas alejadas en el espacio y en el tiempo. Como ille, ἐκεῒνος y οὗτος se usa también con valor elogioso de alguien. Ej.: @Ο Πρόδικος ἐκεῖνος/οὗτος, Prodicus ille, “el ilustre Pródico”. Tendrá el número 24 de la declinación:

N. A. G. D.

Masculino ἐκεῒνος ἐκεῒνον ἐκείνου ἐκείνῳ

24. ἐκεῒνος ἐκείνη ἐκεῒνο, aquel, aquella, aquello SINGULAR Femenino Neutro Masculino ἐκεῒνο ἐκείνη ἐκείνοι ἐκεῒνο ἐκείνην ἐκείνους ἐκείνης ἐκείνου ἐκείνων ἐκείνῃ ἐκείνῳ ἐκείνοις

PLURAL Femenino ἐκείναι ἐκείνας ἐκείνων ἐκείναις

Neutro ἐκεῒνα ἐκεῒνα ἐκείνων ἐκείνοις


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Pronombres relativos El griego tiene tres pronombres relativos: • • •

ὅς, ἥ, ὅ, relativo simple (latín qui, quae, quod). ὅσπερ, ἥπερ, ὅπερ, relativo enfático, reforzado por la partícula -περ, “precisamente el que”. ὅστις, ἥτις, ὅτι o bien ὅ τι, relativo indefinido, resultado de la declinación de ambos pronombres, “quienquiera que”.

El pronombre relativo ὅς, ἥ, ὅ. se refiere a una palabra de la oración principal a la que llamamos antecedente y con la que concierta en género y número. El caso es el que corresponde a su función dentro de la proposición de relativo. Si el antecedente es οὗτος suele suprimirse. Ejs.: Λέγεις (τοῦτο) ὃ οὔποτ' εἶπον, "Dices (eso) que nunca dije". $Ον οἱ θεοὶ φιλοῦσιν, (οὗτος) ἀποθνῄσκει νέος. "Al que los dioses aman, (ese) muere joven". Por su parte, el relativo se construye también con adjetivos con valor sustantivador: ὅς ἄριστος, “el más valiente". Tendrá la numeración 25 y su declinación es la siguiente: 25. ὅς ἥ ὅ. Que, el que...

N. A. G. D.

Masculino ὅς ὅν οὗ ᾧ

SINGULAR Femenino ἥ ἥν ἧς ᾗ

Neutro ὅ ὅ οὗ ᾧ

Masculino οἵ οὕς ὧν οἷς

PLURAL Femenino αἵ ἅς ὧν αἷς

Neutro ἅ ἅ ὧν οἷς

Es frecuente la atracción del antecedente sobre el relativo, por la que éste adopta, no el caso que le corresponde según la función sintáctica de su oración, sino el de aquél. Ejs.: &Ηλθον τινες τω÷ν ξένων ὧν (οὕς) γιγνώσκετε, "Llegaron algunos de los extranjeros que conocéis". #Αξιοι ἐστε τη÷ς ἐλευθερίας ἧς (ἥν) ἔχετε, "Sois dignos de la libertad que tenéis". También es habitual el fenómeno doble de atracción-intercalación: el antecedente se convierte en consiguiente, es decir, pospuesto e intercalado en la oración de relativo. Ej.: Τοῦτ' εἶδον ἐν τοῒς χωρίοις ἃ ἔχομεν. "Vi esto en los territorios que poseemos". El relativo ὅσπερ, ἥπερ, ὅπερ, está compuesto del relativo ὅς, ἥ, ὅ, y la partícula enclítica -περ, que refuerza su significado (en lat. quidem, “precisamente el que”). Este pronombre señala la coincidencia, por exclusión, del sujeto (o el antecedente) que realiza dos acciones (principal y subordinada). Ej. (nótese la atracción): ἐκεῖνος τούτων ἔτυχεν ὧνπερ οἱ νόμοι κελεύουσι, “aquel ha obtenido justo lo que prescriben las leyes”. Tendrá el 26 como numeración:

N. A. G. D.

Masculino ὅσπερ ὅνπερ οὗπερ ᾧπερ

26. ὅσπερ, ἥπερ, ὅπερ, precisamente el que... SINGULAR Femenino Neutro Masculino ἥπερ ὅπερ οἵπερ ἥνπερ ὅπερ οὕσπερ ἧσπερ οὗπερ ὧνπερ ᾗπερ ᾧπερ οἷσπερ

PLURAL Femenino αἵπερ ἅσπερ ὧνπερ αἷσπερ

Neutro ἅπερ ἅπερ ὧνπερ οἷσπερ

Pronombres indefinidos (I) El indefinido sirve de base a una serie de pronombres que definen por exclusión un miembro de un conjunto conocido, de forma que son antónimos de αὐτός. Sus significados se estructuran paralelamente a la categoría del número: singular τις, plural ἄλλος, dual ἕvτερος, de tal forma que ἄλλος significa “otro entre varios” y “otro entre dos”; ἕvτερος se declina como un adjetivo de tres terminaciones, y ἄλλος, en cambio, sigue la flexión pronominal.


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El indefinido ἄλλος, ἄλλη, ἄλλο, ofrece ciertas particularidades: •

Sin artículo corresponde al latín alius, alia, aliud, “otro entre varios”, frente a ἕτερος, “otro entre dos”. La diferencia entre ἄλλος y ἕτερος se da también entre ἕκαστος, “cada uno”, y ἑκάτερος, “cada uno de los dos”. Con artículo corresponde a reliquus, reliqua, reliquum, “el resto” (οἱ ἄλλοι, “los demás”).

Este pronombre-adjetivo tendrá el número 27: 27. ἄλλος, ἄλλη, ἄλλο, otro

N. A. G. D.

Masculino ἄλλος ἄλλον ἄλλου ἄλλῳ

SINGULAR Femenino ἄλλη ἄλλην ἄλλης ἄλλῃ

Neutro ἄλλο ἄλλο ἄλλου ἄλλῳ

Masculino ἄλλοι ἄλλους ἄλλων ἄλλοις

PLURAL Femenino ἄλλαι ἄλλας ἄλλων ἄλλαις

Neutro ἄλλα ἄλλα ἄλλων ἄλλοις

Algunas etimologías (busca el significado de las palabras derivadas) ἄλλος -η -ο al-egoría alo-tropía έJτερος -α -ον hetero-doxo hetero-géneo El pronombre indefinido-recíproco ἀλλήλους, “uno a otro”, “unos a otros”, deriva de ἄλλος y se emplea para marcar la reciprocidad, el mutuo intercambio de la acción de un verbo, entre dos o más sujetos. Carece de singular y de nominativo. Es el número 28 de la declinación:

A. G. D.

28. ἀλλήλους ἀλλήλας ἀλλήλα unos a otros PLURAL Masculino Femenino Neutro ἀλλήλους ἀλλήλας ἀλλήλα ἀλλήλων ἀλλήλων ἀλλήλων ἀλλήλοις ἀλλήλαις ἀλλήλοις

paralelo adj. (General) Dicho de dos o más líneas o planos: Equidistantes entre sí y que por más que se prolonguen no pueden encontrarse. Correspondiente o semejante. En gr. parállēlos παράλληλος es término de geometría desde el s. IV a.C., pasó a lat. parallēlus; se reintrodujo en el renacimiento, así en fr. en 1532. Formado a partir de allḗlōn ἀλλήλων 'mutuamente', por tanto etimol. 'mututamente al lado' (http://dicciomed.eusal.es/palabra/paralelo-la) El futuro de indicativo activo y medio En la mayoría de los ejemplos, el futuro tiene un morfema -σ-, seguido de la vocal temática -ο-/-ε-. Por tanto, el futuro de indicativo activo y medio son como el presente de indicativo, pero con la adición, en la mayoría de los casos, del sufijo -σ. Debe resaltarse que en los verbos τιμά-ω, ποιέ-ω y δηλό-ω no se producen contracciones, aunque sí un alargamiento de la vocal final de la raíz, así τιμα- pasa a τιμη-; ποιεpasa a ποιη- y δηλο- pasa a δηλω-. El verbo atemático εἰμι no tiene formas de futuro en la voz activa, aunque sí en la voz media. Las desinencias utilizadas son siempre desinencias primarias.


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a) voz activa VERBOS TEMÁTICOS

1s. 2s. 3s. 1p. 2p. 3p.

λύ-ω -no contracto33. yo desataré λύ-σ-ω λύ-σ-εις λύ-σ-ει λύ-σ-ομεν λύ-σ-ε-τε λύ-σ-ουσι(ν)

τιμά-ω -contracto34. yo honraré τιμή-σ-ω τιμή-σ-εις τιμή-σ-ει τιμή-σ-ομεν τιμή-σ-ε-τε τιμή-σ-ουσι(ν)

ποιέ-ω -contracto35. yo haré ποιή-σ-ω ποιή-σ-εις ποιή-σ-ει ποιή-σ-ομεν ποιή-σ-ε-τε ποιή-σ-ουσι(ν)

δηλό-ω -contracto36. yo mostraré δηλώ-σ-ω δηλώ-σ-εις δηλώ-σ-ει δηλώ-σ-ομεν δηλώ-σ-ε-τε δηλώ-σ-ουσι(ν)

b) voz media VERBO ATEMÁTICO εἰμι 1s. 2s. 3s. 1p. 2p. 3p.

37. yo seré... ἔ-σ-ο-μαι ἔ-σ-ῃ (ει) ἔ-σ-ται ἔ-σ-όμεθα ἔ-σ-ε-σθε ἔ-σ-ονται

VERBOS TEMÁTICOS λύ-ω -no contracto38. yo desataré λύ-σ-ο-μαι λύ-σ-ῃ (ει) λύ-σ-ε-ται λυ-σ-όμεθα λύ-σ-ε-σθε λύ-σ-ονται

τιμά-ω -contracto39. yo honraré τιμή-σ-ο-μαι τιμή-σ-ῃ (ει) τιμή-σ-ε-ται τιμη-σ-όμεθα τιμή-σ-ε-σθε τιμή-σ-ονται

ποιέ-ω -contracto40. yo haré ποιή-σ-ο-μαι ποιή-σ-ῃ (ει) ποιή-σ-ε-ται ποιη-σ-όμεθα ποιή-σ-ε-σθε ποιή-σ-ονται

δηλό-ω -contracto41. yo mostraré δηλώ-σ-ο-μαι δηλώ-σ-ῃ (ει) δηλώ-σ-ε-ται δηλω-σ-όμεθα δηλώ-σ-ε-σθε δηλώ-σ-ονται

El presente de subjuntivo activo y medio El subjuntivo se caracteriza por ser temático y presentar desinencias primarias. Incluso es temático en un verbo que en su presente es atemático, como εἰμι (con la salvedad de la 3ª persona del singular, que carece de la vocal temática -ε. En griego esa vocal temática es siempre larga (-ω-/-η-), en el presente activo (λύv-ω, λύ-ῃ-ς) y en el medio-pasivo (λύ-ω-μαι, λύ-η-ται). En los verbos temáticos volvemos a tener contracciones, por lo que es preciso tener en cuenta las reglas de contracción ya vistas en el tema 4. a) voz activa

1s. 2s. 3s. 1p. 2p. 3p.

VERBO ATEMÁTICO

VERBO TEMÁTICO NO CONTRACTO

εἰμι 111. yo sea... ὦ ᾖς ᾖ ὦ-μεν ἦ-τε ὦ-σι(ν)

λύ-ω 112. yo desate λύ-ω λύ-ῃς λύ-ῃ λύ-ω-μεν λύ-η-τε λύ-ω-σι(ν)

τιμά-ω -contracto113. yo honre τιμά-ω> τιμά-ῃς> τιμά-ῃ> τιμά-ω-μεν> τιμά-η-τε> τιμά-ω-σι(ν)>

A continuación, tal y como has hecho con formas verbales vistas en temas anteriores, tendrás que averiguar las formas resultantes de las contracciones en los siguientes verbos:

VERBOS TEMÁTICOS CONTRACTOS ποιέ-ω -contractoδηλό-ω -contracto114. yo haga 115. yo muestre ποιέ-ω> δηλό-ω> ποιέ-ῃς> δηλό-ῃς> ποιέ-ῃ> δηλό-ῃ> ποιέ-ω-μεν> δηλό-ω-μεν> ποιέ-η-τε> δηλό-η-τε> ποιέ-ω-σι(ν)> δηλό-ω-σι(ν)>


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b) voz media VERBOS TEMÁTICOS

1s. 2s. 3s. 1p. 2p. 3p.

λύ-ω -no contracto116. yo honre λύ-ω-μαι λύ-ῃ λύ-η-ται λυ-ώ-μεθα λύ-η-σθε λύ-ω-νται

τιμά-ω -contracto-

ποιέ-ω -contracto-

δηλό-ω -contracto-

117. yo honre

118. yo haga

119. yo muestre

τιμά-ω-μαι > τιμά-ῃ> τιμά-η-ται> τιμα-ώ-μεθα > τιμά-η-σθε> τιμά-ω-νται>

ποιέ-ω-μαι> ποιέ-ῃ> ποιέ-η-ται> ποιε-ώ-μεθα> ποιέ-η-σθε> ποιέ-ω-νται>

δηλό-ω-μαι > δηλό-ῃ> δηλό-η-ται> δηλο-ώ-μεθα> δηλό-η-τε> δηλό-ω-νται>

VERBO TEMÁTICO NO CONTRACTO

1s. 2s. 3s. 1p. 2p. 3p.

λύ-ω 116. yo desate λύ-ω-μαι λύ-ῃ λύ-η-ται λυ-ώ-μεθα λύ-η-σθε λύ-ω-νται

También aquí tendrás que averiguar las formas resultantes de las contracciones en los siguientes verbos:

τιμά-ω -contracto117. yo honre τιμά-ω-μαι > τιμά-ῃ> τιμά-η-ται> τιμα-ώ-μεθα > τιμά-η-σθε> τιμά-ω-νται>

VERBOS TEMÁTICOS CONTRACTOS ποιέ-ω -contractoδηλό-ω -contracto118. yo haga 119. yo muestre ποιέ-ω-μαι> δηλό-ω-μαι > ποιέ-ῃ> δηλό-ῃ> ποιέ-η-ται> δηλό-η-ται> ποιε-ώ-μεθα> δηλο-ώ-μεθα> ποιέ-η-σθε> δηλό-η-τε> ποιέ-ω-νται> δηλό-ω-νται>

Actividad presencial y no presencial Busca en el diccionario el significado de la palabra derivada y deduce el significado de la palabra griega: ἀκούω acústica ἀλλάττω en-álage ἀμείβω ameba διδάσκω didác-tico ἐκλέγω eclec-ticismo κατηγορέω categoría κινέω cine-mató-grafo tele-quinesia


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κληρόω clér-igo μύω mi-ope παροικέω parroquia ποιέω poema ῥέμβω romo-édrico στρέφω estrofa φράζω frase χέω quí-mica χρίω cris-tiano

B y C) TRADUCCIÓN Y ETIMOLOGÍAS SAN LUCAS. Las Bienaventuranzas. Amad a vuestros enemigos

j λλὰ ὑμῖν12 λέγω2 τοῖς1 ἀκούουσιν62 (a los que me estáis escuchando) ἀγαπᾶτε26 τοὺς0 ἐχθροὺς9 ὑμῶν12, Α καλῶς ποιεῖτε27 τοῖς0 μισοῦσιν65 (a los que odian) ὑμᾶς12, εὐλογεῖτε27 τοὺς0 καταρωμένους9 (a los que os maldicen) ὑμᾶς12, προσεύχεσθε29 περὶ τῶν1 ἐπηρεαζόντων62 (por los que calumnian) ὑμᾶς12. τῷ0 τύπτοντί62 (Al que pegue) σε12 ἐπὶ τὴν0 σιαγόνα31 (en una mejilla) πάρεχε25 καὶ τὴν0 ἄλλην13*, καὶ ἀπὸ τοῦ0 αἴροντός62 (y a quien intenta quitar) σου12 τὸ0 ἱμάτιον7 καὶ τὸν0 χιτῶνα31 (el manto) μὴ κωλύση̣ς (no se lo niegues). παντι66̀ αἰτοῦντί62 (a todo el que pida) σε12 δίδου29, καὶ ἀπὸ τοῦ0 αἴροντος (de quien intenta quitarte) τὰ0 σὰ16 μὴ ἀπαίτει27. καὶ καθὼς θέλετε2 ἵνα ποιῶσιν114 ὑμῖν12 οἱ0 ἄνθρωποι6, ποιεῖτε27 αὐτοῖς13 ὁμοίως. DECLINACIÓN τὴν0 τὸ0 τὸν0 τοῦ0 τῷ0 οἱ0 τοὺς0 τὰ0 τῶν0 τοῖς0: σε12 σου12 ὑμῶν12 ὑμᾶς12 ὑμῖν12: ἐχθροὺς9: enemigos ἄλλην13*: otra ἱμάτιον7: túnica ἄνθρωποι6: hombres σὰ16: lo tuyo αὐτοῖς13: ellos

CONJUGACIÓN λέγω2 (λέγω: decir): ἀγαπᾶτε26 (ἀγαπάω= amar): ποιεῖτε27 ποιῶσιν114 (ποιέω= querer): εὐλογεῖτε27 (εὐλογέω= bendecir) : προσεύχεσθε29 (προσεύχομαι= desear el bien): πάρεχε25 (παρέχω= ofrecer) δίδου29 (δίδωμι= dar) ἀπαίτει27 (ἀπαιτέω= reclamar) θέλετε2 (θέλω= querer)

PALABRAS INVARIABLES ADVERBIOS καλῶς: bien μὴ: no καθὼς: como ὁμοίως: de igual modo

CONJUNCIONES DE SUBORDINACIÓN ἵνα (final): para que

CONJ. DE COORD.PARTÍCULASἀλλὰ: pero καὶ: y

Recuerda: declinar, congujar y saber el significado de las palabras en negrita; saber etimologías y evolución fonética de las palabras subrayadas.


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D) CIVILIZACIÓN Y CULTURA GRIEGAS EL TEATRO EN GRECIA (II) LA TRAGEDIA. El origen e incluso el nombre de la tragedia ("Canto de los machos cabríos") son oscuros. Se ha dicho que, en un principio, se trató de un coro que cantaba y danzaba durante el sacrificio de un macho cabrío ofrecido a Dioniso, dios del teatro. También se ha supuesto que los sátiros del cortejo dionisíaco estaban representados por coreutas disfrazados de machos cabríos. En todo caso, fue el coro circular del ditirambo lo que dio origen a la tragedia. El ditirambo era cantado y bailado por un coro alrededor del altar de Dioniso llamado θυμέλη. En los teatros de la época clásica siguió existiendo el altar en el centro de la orquesta circular donde cantaba y danzaba el coro trágico. Algunos ditirambos, como el poema XVIII de Baquílides, titulado Teseo, poseen ya un diálogo entre el coro y un personaje que no es un simple recitador: aquí se trata de Egeo, padre de Teseo. Según la tradición, fue el ateniense Tespis, oriundo del demo de Icaria, cercano a Maratón, quien por vez primera puso en escena una acción verdaderamente dramática. En cierto sentido también la tragedia se remonta al drama épico: en Homero, la recitación es frecuentemente interrumpida por discursos de los personales y por diálogos. El ditirambo de Arión debía mucho a la poesía épica. Según el Arte Poética de Horacio, Tespis iba llevando tus tragedias por toda la región del Ática, de aldea en aldea, en su carro, antes de que llegara a representarlas en Atenas. Él mismo representaba el papel del actor, que entonces era uno sólo y realizaba las múltiples funciones de empresario de espectáculos, autor, director escénico y maestro de danza. Esto era al comienzo de la tiranía de Pisístrato, hacia el 560. Pero la institución de los concursos de tragedias en las Dionisíacas urbanas data sólo de en torno el 530. En tiempos de Tespis o poco después de él se estableció la costumbre de Ilustrar sucesivamente tres episodios de una misma leyenda. Cada uno de los episodios constituía una tragedia, y en conjunto formaban una trilogía unitaria. Seguidamente se añadía otra obra dramática, especialmente relacionada con la leyenda de Dioniso y cuyo coro estaba compuesto de sátiros, compañeros de Baco: esta pieza se convertiría en drama satírico, que transformaba la trilogía trágica en tetralogía. El uso de la trilogía unitaria fue pronto abandonado en el siglo V, y con frecuencia el drama satírico fue sustituido por una obra de un género especial, como la Alcestis, de Eurípides, donde no aparece el coro de sátiros. La única trilogía íntegramente conservada es la Orestíada de Esquilo, y el único drama satírico que ha llegado íntegramente hasta nosotros es el Cíclope de Eurípides. Frínico, que, como Tespis, era ateniense, no dispuso más que de un solo actor, aunque éste, a decir verdad, podía encarnar personajes diferentes. La acción de sus dramas era casi inexistente, pero los atenienses siempre recordaron la dulzura y la armonía de los cantos que asignaba al coro. Los asuntos de la mayoría de sus obras estaban tomados de la leyenda, si bien abrió un nuevo camino a la tragedia cuando, en el 494, hizo representar en Atenas, La Toma de Mileto, que causó una profunda emoción. Después de Salamina compuso una nueva obra de actualidad, Las Fenicias, una especie de esbozo de Los Persas de Esquilo. Esquilo dio a las representaciones trágicas un esplendor completamente nuevo. Añadió un segundo actor, el deuteragonista, subordinado al protagonista y, cuando el joven Sófocles elevó a tres él número de actores, Esquilo se apresuró a seguir su ejemplo e introducir a su vez un tritagonista. Nunca la tragedia griega utilizó más de tres actores, cada uno de los cuales representaba sucesivamente varios papeles, aunque el poeta introducía también personajes mudos. Sófocles renunció definitivamente a la trilogía unitaria y, al tiempo que disminuía la importancia relativa de los fragmentos líricos cantados por el coro, elevó de doce a quince el número de coreutas. Finalmente, Eurípides fue el primero en emplear, como procedimiento de expresión, el prólogo, instrumento cómodo, pero ficticio: al principio de la tragedia, un dios o uno de los personajes de la obra anuncia a los espectadores el asunto de la misma y resume los acontecimientos anteriores a la acción. Pasamos a ver ahora cuáles fueron los principales autores de tragedias. En primer lugar, Esquilo:


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ESQUILO. Poeta griego (Eleusis c. 525-Gela, Sicilia, 456 a. C.), contemporáneo de Cimón y de Arístides, personificó como ellos la vieja Ática por su sentido de la grandeza. Combatió en Maratón y diez años más tarde en Salamina, formando parte así de la generación que consolidó la gloria de Atenas. Sus comienzos en el teatro datan del año 500 y su primer éxito escénico de 484. El éxito de Los persas en 472 fue posiblemente la causa de un primer viaje a Sicilia, llamado a la corte de Hierón. Tras el triunfo de La Orestíada (458), volvió a Sicilia donde residió hasta su muerte. Esquilo escribió noventa tragedias, de la mayoría de las cuales se conocen tan sólo algunos fragmentos. Únicamente siete se han conservado íntegras: Las Suplicantes (490), Los Persas (472), Siete contra Tebas (467), Prometeo Encadenado (de fecha desconocida), la trilogía de La Orestíada (458, Agamenón, Las Coéforas y Las Euménides). Se le considera el fundador de la tragedia griega. Dio mayor pompa a la vestimenta trágica y perfeccionó la técnica teatral (alternancia del diálogo y de las partes líricas, maquinaria escénica, decorados). Zeus, quienquiera que sea, si le place este nombre, con él le invoco; no puedo imaginar considerándolo todo, más que a Zeus, si en verdad de mi inútil angustia he de arrancar el peso. Quien un día fue grande, rebosante de audacia combativa, no se dirá de él, un día, ni siquiera que ha existido. Y el que tras él surgiera dió con su vencedor y sucumbió. Tan solo el que, piadoso, invoca a Zeus en cantos de triunfo, alcanzará la suprema prudencia. El que abrió a los mortales la senda del saber; El que en ley convirtió “por el dolor a la sabiduría”. En vez de sueño, rezuma, ante el corazón, un dolor que recuerda el mal antiguo. Así, aun sin querer, le llega al hombre la prudencia. ¡Favor violento de los dioses que se sientan en su augusto trono!

Timothy V. Murphy and Tyne Daly in a new staging of Aeschylus’ “Agamemnon.” (September 12, 2008)

(Agamenón, 160-183) Las tragedias de Esquilo se caracterizan por el predominio del sentimiento religioso y la sencillez de la acción y de los personajes. Para Esquilo existen decretos eternos, anteriores a toda voluntad divina o humana: la necesidad (ajnavgkh), el sino fatal (moivra), la maldición del destino (ajvth). Un orden superior gobierna el curso de las cosas y los acontecimientos surgen y se encadenan sin que sea posible modificarlos. Esta concepción cósmica de unas fuerzas oscuras y mal definidas no impide que los dioses influyan en el destino humano, enviándolo (Zeus en Prometeo) o favoreciéndolo (Orestes salvado por Apolo y luego por Atenea en las Euménides). También condenan el orgullo (uvJbri", la desmesura), que rompe el equilibrio natural (Agamenón, Siete contra Tebas). Pese a plantear la fragilidad de la condición humana, incapaz de evitar su destino, y la fragilidad de los imperios, por grande que sea su poder (Los


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Persas), en Esquilo no aparece una concepción pesimista de la humanidad. Esquilo constata cómo las antiguas leyes rígidas y despiadadas que pesan sobre los hombres van siendo sustituidas por una justicia más equitativa fundada en la moral ateniense (Las Euménides). En las tragedias de Esquilo cuenta más el clima que la acción. La intriga no tiene relevancia, ya que Esquilo se limita a tomar el fondo mítico y seguir sus leyendas. Todas sus obras (y particularmente Agamenón), Las Coéforas y Siete contra Tebas) están presididas por la angustia, la espera ansiosa y el miedo. Algunas carecen por completo de acción: no ocurre nada o casi nada (Los Persas, Las Suplicantes). El héroe trágico ignora las contradicciones del alma: es una mera expresión de la gran fuerza que lo anima (Clitemnestra en Las Coéforas, Eteocles en Siete contra Tebas). La tragedia griega nace con este noble y grandioso teatro. Su grandeza, gravedad, solemnidad y perfección produjo obras maestras inmortales. Los antiguos ya lo vieron así: en Las Ranas Aristófanes eligió a Esquilo en lugar de Eurípides. Las tragedias de Esquilo contienen mucho argumento mitológico y legendario. Analizamos a continuación el regreso de Agamenón de Troya y sus consecuencias. CONSECUENCIAS DE LA GUERRA DE TROYA: LA DECISIÓN DE ORESTES Orestes.- Orestes es hijo de Agamenón y Clitemnestra. Su leyenda ha evolucionado, y se ha sobrecargado de episodios, al mismo tiempo que la de su hermana Ifigenia. Sin embargo, los rasgos fundamentales de la misma aparecen ya fijados en los poemas homéricos, donde Orestes aparece como el vengador de su padre (a pesar de que el poeta parece ignorar la inmolación de Clitemnestra por su hijo). Con los trágicos, especialmente con Esquilo, Orestes pasa a ser una figura de primer plano. El primer episodio de la vida de Orestes se sitúa, en la leyenda troyana, después de la primera expedición, la que llegó a Misia al reino de Télefo. Télefo, que había sido herido por Aquiles, sólo podía ser curado por la lanza del héroe. Se trasladó, pues, a Áulide, donde el ejército griego se había concentrado por segunda vez, y fue detenido por los soldados y tratado como espía. Para salvarse, se apoderó del pequeño Orestes, el menor de los hijos de Agamenón, y amenazó con matarlo si era maltratado. De este modo logró ser escuchado y, finalmente, curado. Los trágicos, particularmente Eurípides, gustan de presentar a Orestes niño en Áulide, adonde fue con Clitemnestra e Ifigenia, en el momento en que ésta es sacrificada a Ártemis. Cuando el regreso de Agamenón y su asesinato por Egisto y Clitemestra, Orestes escapa a la matanza gracias a su hermana Electra, que lo lleva en secreto al palacio de Estrofio, en Fócide. Éste lo crió junto con su hijo Pílades, y así nació la amistad legendaria que unió a Pílades y Orestes. Existían otras versiones acerca de cómo había sido salvado Orestes: a veces se atribuía el mérito a su nodriza; otras, a su preceptor o, de modo más general, a un viejo criado de la familia. Estrofio era tío político del niño, pues estaba casado con Anaxibia, hermana de Agamenón. Habitaba en la ciudad de Cirra, no lejos de Delfos. Llegado a la edad viril, Orestes recibió de Apolo la orden de vengar la muerte de su padre, matando a Egisto y Clitemestra. En Sófocles, sin embargo, Electra, que ha seguido en contacto con su hermano, es la que le pide que vengue a Agamenón. Orestes, antes de realizar el acto, fue a consultar a Apolo. Entonces el dios le respondió que esta venganza le estaba permitida, y Orestes, acompañado de Pílades, se trasladó a Argos, a la tumba de Agamenón, donde consagró a su padre un bucle de su cabello. Al cabo de poco, Electra acude a visitar la tumba y reconoce el rizo de su hermano. Este medio de reconocimiento, que figura en la versión seguida por Esquilo, pareció muy inverosímil a Eurípides, que se vale de la intervención de un anciano, y también a Sófocles, que utiliza para ello una sortija que había pertenecido a Agamenón y que Orestes muestra a su hermana. Para realizar su venganza, Orestes se hace pasar por un viajero procedente de Fócide, que va a Argos con la misión, encomendada por Estrofio, de anunciar la muerte de Orestes y preguntar si las cenizas del muerto debían ser transportadas a Argos o quedar en Cirra. Clitemnestra, libre ya del temor de ver castigados sus crímenes, se entrega a manifestaciones de alegría y envía a buscar a Egisto, que se hallaba ausente. Al llegar éste a palacio, cae muerto bajo los golpes de Orestes. Clitemnestra, al oír el grito del moribundo acude, encontrándose ante su hijo con la espada desnuda. Le suplica que le perdone, le muestra su seno, que lo ha amamantado, y Orestes está a punto de ceder, cuando Pílades le recuerda la orden de Apolo y el carácter sagrado de la venganza. Entonces le da muerte. En Eurípides, Orestes mata a Egisto mientras éste se halla ofreciendo un sacrificio a las ninfas en su jardín. Se da a conocer a los guardias


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de Egisto, que quieren castigar al asesino, pero no se atreven a poner la mano sobre el hijo de Agamenón. Pronto la locura acometió a Orestes, como ocurría con la mayoría de los homicidas. Pero, además, como matador de su propia madre, es perseguido por las Erinias (divinidades que perseguían a los asesinos), que empiezan a acosarlo ya desde el día de los funerales de Clitemnestra. Cuenta Esquilo que, obedeciendo la orden de Apolo, Orestes buscó asilo en Delfos, en el ónfalo - la pequeña loma que señalaba el "centro del mundo", en el santuario del dios -. Lo purificó propio Apolo. Pero otros muchos santuarios de Grecia se vanagloriaban de poseer el lugar donde Orestes había sido purificado, la piedra en que se había sentado -por ejemplo, en Megalópolis, Arcadia-. Sin embargo, esta purificación no lo libró de las Erinias, su liberación exigía un juicio en toda regla, juicio que se celebró en Atenas, en el lugar en que más tarde debía reunirse el Areópago. Las tradiciones discrepan en lo que respecta a la persona que lo acusó. Unas veces son la propias Erinias quienes lo emplazan ante el tribunal ateniense; otras veces es Tindáreo, padre de Clitemnestra; otras veces es Erígone, hija de Egisto y Clitemnestra. En vez de Tindáreo que, según se dice, había ya muerto en esta época, los mitógrafos antiguos designaban a veces a Perileo, primo de Clitemnestra. La mitad de los jueces se pronunció por la condena, y la otra mitad, por la absolución. Por tanto, fue absuelto, pues Atenea, que presidía el tribunal, unió su voto a los segundos. En agradecimiento, Orestes le erigió un altar en la colina del Areópago. Las Erinias.- Las Erinias, llamadas también las Euménides -es decir, las «Bondadosas», de un sobrenombre destinado a adularlas, son unas divinidades violentas que los romanos identificaron con las Furias. Nacieron de las gotas de sangre con las que se impregnó la tierra cuando la mutilación de Urano. Pertenecen, por tanto, a las divinidades más antiguas del panteón helénico. Son fuerzas primitivas, que no reconocen la autoridad de los dioses de la generación joven. Son análogas a las Parcas o Destinos, que no tienen más ley que ellas mismas, y a las cuales el propio Zeus Se ve forzado a obedecer. En un principio su número es indeterminado, pero más tarde se va precisando, así como sus nombres. Generalmente se conocen tres: Alecto, Tisífone y Megera. Se representan como genios alados, con serpientes entremezcladas en su cabellera y llevando en la mano antorchas o látigos. Cuando se apoderan de una víctima, la enloquecen y la torturan de mil maneras. A menudo son comparadas con "perras" que persiguen a los humanos. Su mansión es la Tiniebla de los Infiernos: el Érebo. A partir de los poemas homéricos su misión esencial es la venganza del crimen. De modo especial castigan las faltas contra la familia. Por ejemplo, las Erinias son las que dictan a Altea su crimen contra Meleagro, como venganza, por haber éste dado muerte a sus tíos. También son las causantes de las desgracias de la familia de Agamenón a consecuencia del sacrificio de Ifigenia, las que impulsan a Clitemnestra a matar a su esposo, castigándola luego por la mano de su hijo, y, finalmente, las que persiguen a éste como asesino de su madre. Un papel similar es el que desempeñan en la maldición que pesa sobre Edipo. Como protectoras del orden social, castigan todos los delitos susceptibles de turbarlo, así como el exceso, la Hybris, que tiende a hacer olvidar al hombre su condición de mortal. Prohíben a los adivinos y profetas revelar con excesiva precisión el futuro, es decir, liberar a los humanos de su incertidumbre y asemejarlos en demasía a los dioses. A través de ellas encuentra su expresión la concepción fundamental del espíritu helénico en un orden del mundo que debe protegerse contra las fuerzas anárquicas. Naturalmente, una de sus funciones esenciales es castigar al homicida, no sólo al asesino y criminal voluntario, sino al homicida en general, ya que el asesinato es una mancha de tipo religioso que pone en peligro la estabilidad del grupo social en cuyo seno se ha cometido. Generalmente, el asesino es desterrado de su patria hasta que encuentra a alguien dispuesto a purificarlo de su delito. A menudo es enloquecido por las Erinias. Poco a poco, a medida que se afirma la creencia en un más allá, las Erinias van concibiéndose como las divinidades de los castigos infernales. Esta función aparece ya en Homero, aunque tímidamente, pero sobre todo se manifiesta en la Eneida. Virgilio las presenta atormentando a las "almas" de los difuntos con sus látigos y aterrorizándolas con sus serpientes en el fondo del Tártaro. Es posible que estas sombrías concepciones hayan sufrido la influencia de la religión etrusca, que se complacía en situar en el mundo infernal seres monstruosos que torturaban a los muertos. Veamos ahora el segundo de los grandes trágicos, Sófocles:


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SÓFOCLES. Poeta trágico griego (Colona, cerca de Atenas, 496/494 a. C.-Atenas 406 a. de C.). Hijo de un fabricante de armas, recibió una esmerada educación. Discípulo de Lampros, el músico más célebre de la época, se formó asimismo con los poetas y en los gimnasios. Hacia 468 abordó el teatro y obtuvo el primer premio en competición con Esquilo. Fue el comienzo de los más extraordinarios éxitos obtenidos por un poeta dramático: alcanzó más de veinte triunfos, sin descender nunca por debajo del segundo rango, y permaneció fiel a la escena hasta el final de su dilatada existencia. De su mujer Nicóstrata tuvo un hijo, Yofón, poeta trágico también, y de una cierta Theoris de Sicione, un hijo ilegítimo, Aristón, padre de Sófocles el Joven, por quien el poeta sintió una fuerte predilección. Amigo de Pericles y de Heródoto, de carácter dulce y piadoso, aunque no desdeñó las actividades públicas, se comportó como cualquier buen ciudadano de Atenas. En 443 era helenotamo, o sea, uno de los diez administradores del tesoro federal elegidos por un año. En 440, durante la expedición de Samos dirigida por Pericles, figura como estratega; lo es aún en 415, ante Siracusa, al lado de Nicias. En 411 ocupó un lugar en Colona ante los probules, llegando a ser uno de los diez comisarios del pueblo. De su obra se conservan siete tragedias, escogidas por los gramáticos en el siglo II a. de C., sobre más de un centenar: Áyax (445), Las Traquinias (445), Antígona (442), Edipo Rey (425), Electra (415), Filoctetes (409) y Edipo en Colona (401) y un drama satírico, del que sólo subsisten largos fragmentos (Los Sabuesos). Sería inútil indagar la evolución dramática de Sófocles cuando quedan tan pocas obras y éstas son en su mayoría de una cronología incierta. Sólo se sabe que dio mayor brillantez a la decoración escénica al inventar el decorado pintado. Igualmente aumentó de doce a quince el número de los coreutas y proporcionó así mayor majestad a los movimientos del coro. Añadió, sobre todo, el tercer actor e introdujo el diálogo de tres personajes. Finalmente renunció a la trilogía ligada que predominaba en tiempos de Esquilo, sustituyéndola por la trilogía libre, en que cada drama formaba un todo. El resorte de la tragedia en la obra de Sófocles consiste en la lucha que lleva un individuo excepcional (y no ya una raza, como en Esquilo) contra un destino que lo abruma, ya sea objeto de una maldición (así en Edipo), víctima de un exceso de poder (Antígona) o juguete de la divinidad (Áyax). Personaje fuera de serie, ni culpable ni inocente (no es responsable de sus culpas, pero es quien las vive), aparece como un ser doliente en conflicto con situaciones insoportables, y sin embargo permanece libre, dentro del horror del acontecimiento que surge. El héroe de Sófocles es un ser pasional; monolítico, intransigente (Creonte, Antígona, Electra, Filoctetes), inflexible ante la existencia, obediente a un ser superior que se ha creado él mismo para superarse. El amor humano le es extraño (los vínculos que unen Antígona a Hemón apenas cuentan, el amor filial de Edipo para Antígona o el fraternal de Electra respecto a Orestes no constituyen el objeto de la tragedia). Sófocles un teatro de la grandeza, cuyos protagonistas suscitan la admiración, pero dificultan que el espectáculo se identifique con ellos, ya que van hasta el límite de sí mismos. Su obra, con la excepción de Edipo en Colona, destaca por su descripción de la debilidad de la condición humana, al tiempo que subraya la belleza de la lucha del hombre que se resiste. ANT. -Bien, yo ya no insisto más, y ni aunque tú lo quisieras, te habría de admitir ya a hacerlo en mi compañía. Tú piensa como te parezca. A aquél le entierro yo misma, y será, para mí, glorioso morir haciéndolo; así reposaremos juntos, con el amado hermano la hermana amante, por haber sido santamente rebelde. Que para más tiempo me trae cuenta el agrado de los muertos que el de los vivos, pues con ellos eternamente he de reposar. Tú, si así te parece mejor, sigue desestimando leyes que los dioses tanto estiman. ISM. -Yo no las desestimo; pero es que en contra de la voluntad de los ciudadanos yo no puedo hacer nada. ANT. - Sí, escúdate con este pretexto. Yo iré y levantaré un túmulo al hermano de mi alma. ISM. - ¡Ay, desdichada, tiemblo por tí! ANT. - No te angusties por mí; cuida de enderezar tu suerte. ISM. -Bueno; pero no comuniques a nadie este plan. Guárdalo en secreto, lo mismo haré yo.


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ANT. - ¡Oh no, publícalo! Todavía me serás más aborrecible si lo callas, si no lo pregonas a la faz del mundo. ISM. - Tienes palabras ardientes en cosas que hielan de espanto. ANT. - Yo sé que así doy gusto a quienes más me importa dárselo. ISM. - Falta que lo puedas. Andas enamorada de cosas imposibles. ANT. - Bueno, cuando no pueda más, desistiré. ISM. - Es que en ningún caso hay que andar a caza de imposibles. ANT. Si así has de hablar, yo te tendré por enemiga mía y con más razón te tendrá nuestro difunto. Y déjanos a mi y a este desaconsejado proyecto padecer tales horrores; que no han de ser mis males tantos que no pueda, al menos, morir con gloria. ISM. - Bien; si así te parece, vete; pero sábete que prudente no andas, aunque sí de veras amiga de tus amigos. Antígona (66-99) Muchos son los misterios; nada más misterioso que el hombre. El cruza la extensión del espumoso ponto, en alas del noto proceloso, y lo surca oculto entre las olas que braman en su derredor. Y a la más venerada de las diosas, a la Tierra, a la incorruptible, a la infatigable, la va él fatigando con el ir y venir de los arados, año tras año, trabajándola con la raza caballar. Las bandadas de aves de tornadiza cabeza él las envuelve y apresa, y al tropel también de las fieras montaraces, y a los seres que pueblan el hondo mar, en las mallas de sus labradas redes, ¡hombre ingenioso por demás! El domeña con su industria a la fiera que se pasea salvaje en las montañas, y enfrena al corcel de hirsuta cerviz sujetándola al yugo domador, y no menos al toro montaraz indómito. El se ha procurado el leguaje y los alados pensamientos, y los sentimientos que regulan las naciones, y sabe esquivar los dardos de los hielos insufribles a la intemperie, y el azote de las lluvias. ¡Inagotable en recursos. Sin recursos no le sorprende azar alguno. Sólo para la muerte no ha inventado evasión. Y sabe escapar de las enfermedades, aun las más rebeldes. Dotado de sagaz inventiva, industriosa por demás, unas veces hacia el mal, otras veces se desliza hacia el bien. Si armoniza las leyes de su patria y la justicia jurada de los dioses, feliz sea en su patria; sin patria sea el que llevado de la insolencia vive en la injusticia. Jamás sea huésped mío ni sienta como yo quien tal hiciere. (Antígona , 333-375) Una de las figuras trágicas de mayor relevacia en las tragedias de Sófocles es la de Edipo, por su influencia no sólo en la literatura posterior, sino en ciencias modernas como el psicoanállisis de Freud. EDIPO (Oijdivpou"). Edipo es el protagonista de una de las leyendas más célebres de la literatura griega, después del ciclo troyano. Las aventuras de Edipo viven entre nosotros sobre todo por las formas trágicas. Edipo pertenece a la raza de Cadmo. Su padre es Layo, hijo de Lábdaco. Todos los antepasados de Edipo reinaron en Tebas, si bien con algunas interrupciones, según la forma más conocida de la tradición, cuando la minoría de edad de Layo. La madre de Edipo representa un importantísimo papel en la leyenda. Su nombre se da en formas muy distintas: en la Odisea se llama Epicaste; en los trágicos, Yocasta.


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Al nacer, pesó ya sobre Edipo una maldición. En la tradición representada por Sófocles, se trata de un oráculo que habría declarado que el niño nacido de Yocasta "mataría a su padre". En cambio, según Esquilo y Eurípides, el oráculo habría sido anterior a la concepción, para prohibir a Layo que engendrase un hijo, vaticinándole que si tenía uno, este hijo no sólo lo mataría, sino que sería el causante de una espantosa serie de degracias que hundirían su casa. Layo prescindió del aviso y engendró a Edipo. Más tarde fue castigado por ello. Para impedir que se cumpliese el oráculo, Layo expuso a su hijo recién nacido. Le había perforado los tobillos para atarlos con una correa y la hinchazón producida por esta herida valió al niño el nombre de Edipo, que significa "pie hinchado". Existen dos versiones distintas de este episodio: ya se cuenta que el recién nacido fue metido en una canasta y arrojado al mar, ya que fue abandonado en el monte Citerón, cerca de Tebas. En la primera versión, el lugar en que fue expuesto se ubica en la costa septentrional del Peloponeso, o en Sición, o en Corinto. Allí lo encontró la reina Peribea, esposa del rey Pólibo, que lo recogió y lo crió. En la segunda versión se contaba que el niño había sido expuesto en una vasija, en pleno invierno. Lo recogieron unos pastores corintios que se encontraban en la comarca con sus rebaños, y como sabían que su rey no tenía hijos y deseaba uno, se lo ofrecieron. En la tercera versión, la seguida por Sófocles, el criado del rey Layo, encargado por su amo de exponer al niño, lo entregó a los pastores extranjeros. Sea de ello lo que fuere, todas las versiones coinciden en el nombre del padre putativo1 de Edipo, que es siempre Pólibo. Edipo pasó toda su infancia y adolescencia en la corte de Pólibo, de quien creía sinceramente ser hijo. Pero, llegado a la edad viril, abandona a sus padres adoptivos, por un motivo que varía según los autores. La versión más antigua parece ser la siguiente: Edipo habría partido en busca de unos caballos robados, y de este modo habría encontrado, sin saberlo, a su verdadero padre, Layo. Posteriormente, los trágicos introdujeron móviles de menor simplicidad psicológica. Con ocasión de una riña, un corintio, para insultar a Edipo, le había revelado que no era hijo del rey, sino un niño recogido. Edipo había interrogado a Pólibo, quien, con muchas reticencias, acabó confesándole que era verdad. Entonces Edipo partió para Delfos, con objeto de consultar al oráculo y saber quiénes eran sus verdaderos padres. De cualquier forma, en el curso de este viaje Edipo se encontró con Layo. Allí donde el camino se estrechaba, entre peñas, el heraldo de Layo, Polifontes (o Polipetes), ordenó a Edipo que cediese paso al rey, matando a uno de sus caballos al no ver obedecida su orden con presteza. Edipo, entonces, encolerizado, dio muerte a Polifontes y a Layo, con lo cual quedó cumplido el oráculo. Al llegar a Tebas, Edipo se encontró con la Esfinge. Era un monstruo mitad león y mitad mujer, que planteaba enigmas a los viajeros y devoraba a los que no sabían resolverlos. Generalmente preguntaba: "¿Cuál es el ser que anda con dos, con tres y con cuatro patas y que, contrariamente a la ley general, es más débil cuantas más patas tiene?". La respuesta a este acertijo es: "El hombre" - porque camina, cuando niño, a cuatro patas, luego con las dos piernas y, finalmente, se apoya en un bastón-. Había también otro enigma: "Son dos hermanas, una de las cuales engendra a la otra y, a su vez, es engendrada por la primera". La respuesta es: "El día y la noche" (el nombre del día - hJmevra - es femenino, en griego; es, pues, la "hermana" de la noche). Pero ningún tebano había sabido resolver nunca estos enigmas, y la Esfinge los devoraba uno tras otro. Edipo vio en seguida las respuestas, y el monstruo, despechado, se precipitó desde lo alto de la roca en que se posaba; o bien fue Edipo quien lo arrojó al abismo. Al matar a la Esfinge y librar del monstruo a los tebanos, Edipo se ganó el favor de toda la ciudad. Para demostrar su agradecimiento, los habitantes de Tebas le dieron en matrimonio la viuda de Layo y lo elevaron al trono. Otras veces se admite que Creonte, hermano de Yocasta, se había hecho cargo del poder, en calidad de regente, a la muerte de Layo, y que espontáneamente lo transfirió a Edipo, en recompensa por haber vengado la muerte de su hijo. Edipo y Yocasta creen que la amenaza del oráculo ha desaparecido, ya que Pólibo ha fallecido de muerte natural. Pero queda la segtinda parte de la amenaza divina: ¿No corre el riesgo Edipo de cometer incesto con la esposa de Pólibo? Para tranquilizarlo, el emisario corintio le dice que es un niño expósito, y que Pólibo no era su padre. De este modo se cierra la red en torno a Edipo, el cual ha de rendirse a la evidencia. El relato acerca de cómo fue encontrado el niño no deja ya duda a Yocasta: su propio hijo ha dado muerte a su padre y ha ha cometido incesto con él. Se precipita al interior del palacio y se suicida. 1

Putativo, va. (Del lat. putatīvus). 1. adj. Reputado o tenido por padre, hermano, etc., no siéndolo. "El cultismo hijo putativo se aplicó, desde antiguo, a Jesús de Nazaret, ya que se tenía por hijo de José, no siéndolo, como S. José es el padre putativo de Jesús."


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Edipo se perfora los ojos con el prendedor de Yocasta. Esta versión fue inmortalizada por Sófocles en su obra Edipo Rey. Terminamos con el tercero de los grandes poetas trágicos, Eurípides: EURÍPIDES. Poeta trágico griego (Salamina 480-Pella, Macedonia, 406 a. de C.). Aunque hijo de familia humilde, recibió una cuidadosa educación, las enseñanzas del filósofo Anaxágoras y de los sofistas Protágoras y Pródico son evidentes en su obra. En 455 a. C. presentó a concurso su primera obra, Los Pelíadas, con la que obtuvo el tercer puesto. Desde entonces se consagró por entero al teatro, pero el público ateniense no comprendió sus dramas; obtuvo su primer triunfo a los cuarenta años. Hacia el final de su vida dejó Atenas y emigró a Macedonia, a la corte del rey Arquelao, donde fue bien recibido y donde, según la tradición, fue devorado por los perros. Escribió noventa y dos obras de las que se han conservado diecisiete tragedias, un drama satírico, El cíclope, y numerosos fragmentos. A veces se le ha atribuido El Reso, pero parece que no es obra suya. El orden cronológico de su obra es posiblemente el siguiente: Alcestis (438), Medea (431), Hipólito (428), Los Heraclidas (430-427), Andrómaca (426), Hécuba (424), Hércules Furioso (424), Las Suplicantes (422), Ion (418), Electra (413), Helena (412), Las Fenicias (409 o 408 ), Orestes (408), Ifigenia en Áulide (415) y Las Bacantes (405). La dureza de la crítica de Aristófanes sobre la obra de Eurípides en Las Ranas (405) era el reflejo de los sentimientos del público ateniense, confundido por una concepción de la tragedia, a la vez más intelectual y más sensible, sin el rigor de las obras anteriores. Se ha dicho que el teatro de Eurípides “consuma la tragedia en los dos sentidos de la palabra” Hay que realzar su sentido de lo actual; la existencia de muchos prólogos en los que un dios o un héroe explica la obra (Alcestis, Hipólito, Hécuba, Ion); sus desenlaces, en los que una divinidad, por medio de su intervención sobrenatural, permite a los personajes salir de una situación desgraciada (Andrómaca, Ifigenia en Taúride, Helena, Orestes); su gusto por las estratagemas, las artimañas, los recursos extremos y las escenas de reconocimiento. También recurrió frecuentemente a los análisis y discursos morales o filosóficos que descubren la presencia del autor y corren el riesgo de romper la ficción teatral. En sus tragedias, la acción es todavía más compleja que la leyenda en la que se inspira o incluso cae en lo imposible (Helena, Orestes, Ifigenia en Taúride). De hecho, Eurípides se desinteresó de la acción propiamente dicha para hacer de sus tragedias una acumulación de situaciones y una serie de “cuadros vivos”. “El más trágico de los poetas”, según Aristóteles, buscó los efectos del terror y de la piedad. La muerte y la violencia son uno de los resortes de sus tragedias: los últimos instantes de Hipólito (Hipólito) el horrible final de Creón y de su hija (Medea), el asesinato de Neptólemo (Andrómaca), el momento de cegar a Polimnestor (Hécuba), el suplicio de Penteo (Las Bacantes), la locura de Hércules (Hércules Furioso), las alucinaciones de Orestes (Orestes) y los desvaríos de Casandra (Las Troyanas) contrastan con los efectos voluntariamente patéticos, pensados para emocionar (Medea o Andrómaca ante sus hijos, las súplicas de Hécuba) o con los que realzan impresionantes figuras de mujeres (Ifigenia, Polixena, Alcestis), de una delicadeza desconocida en Esquilo o en Sófocles. La obra de Eurípides está alejada de la claridad del debate sofocliano en el que todo gira alrededor de una voluntad fuerte y deseosa de llegar hasta su propio final, y todavía más más alejada de la gravedad religiosa de la tragedia de Esquilo. No se trata del choque del individuo con los dioses o con los hombres; se trata, por primera vez, del conflicto del poeta consigo mismo. Su teatro se abre sobre la humanidad de todos los días y las grandes fuerzas que la agitan (amor, muerte, guerra). En vez de poner en escena personajes excepcionales o estirpes condenadas, tiende a la expresión más natural de los movimientos del alma de seres que, en general, no sobresalen por encima de los demás. Es el intérprete de las contradicciones del corazón, de las acciones irreflexivas, y de los sentimientos oscuros y secretos que llevan a las palabras y a los actos. Con él, la tragedia descubre las zonas de sombra de la conciencia y las pasiones ocultas. Si hay una cierta vulgarización del héroe trágico, es que la tragedia es, por primera vez, un medio para que el individuo pueda leer en sí mismo, fuera de los esquemas del pensamiento colectivo impuesto por la sociedad. Esta es la causa de que las tragedias de Eurípides se consideren las más modernas obras producidas en la antigüedad y sean, tal vez, el origen de la “literatura”.


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HERACLES. - ¿De las cosas humanas conoces la naturaleza? Me parece que no. ¿Que de dónde vienen? Escúchame. Todos los mortales tienen que morir y no hay de los humanos quien sepa si vivirá al día siguiente, pues es incierto dónde irá la suerte y no se puede aprender ni sorprender por arte. Después de oído esto y que lo aprendes de mí, alégrate, bebe y la vida de cada día cuenta por tuya, y lo demás, de la suerte. Honra también a Afrodita, la más amable de los dioses con los mortales, porque es la diosa benévola. Déjate de lo demás y obedece a mis razones si te parece que digo bien, que así creo. ¿No dejarás la sobra de pena y beberás, conmigo, superando esta desgracia, y te pondrás coronas? Sé muy bien por qué de tu ceño y desvarío te sacará el ruido que sale de este vaso. Como somos mortales, tenemos que pensar las cosas como perecederas, según los severos y cejijuntos todos, y según yo, podemos juzgar. Porque no es verdadera vida la vida, sino desgracia. (Alcestis, 780-802) De las leyendas que más se conocen de las obras de Eurípides, destacamos la de Medea junto con su esposo Jasón. JASÓN. Jasón fue un héroe tesalio; su leyenda, rica en episodios, se remonta a los lejanos tiempos en que su patria, Yolco, una mísera aldea en la época histórica, merecía aún ser la sede de una familia real. Cuando, después de su Infancia, transcurrida en el macizo montañoso de Pelión, bajo la tutela del centauro Quirón, regresó Jasón a Yolco, se encontró con un usurpador sentado en el trono paterno, su tío Pelias; éste, pensando que lo enviaba a la muerte, lo encargó de la conquista del Vellocino de Oro. Esta expedición llevó a los héroes alrededor del mundo, extendiendo por todas las regiones su fama y su gloria. Jasón trajo consigo de Asia a una extranjera, la maga Medea, a quien había tomado por esposa en señal de gratitud por haberle ayudado a apoderarse del maravilloso vellocino y porque, dando muerte a su propio hermano, había facilitado la huida del héroe. A partir de este momento es Medea quien ocupa el lugar predominante. Para castigar a Pelias lo hizo hervir en una caldera, después de convencer a las hijas del desgraciado rey de que, de este modo, le devolverían la juventud. La pareja tuvo entonces que buscar refugio en la corte de Creonte, rey de Corinto. Cuando Jasón, cansado de Medea, quiso repudiarla para casarse con Creúsa, hija de Creonte, la hechicera envió a su rival una túnica que abrasó a la joven princesa: al final, su última venganza consistió en asesinar con sus propias manos a los hijos que con Jasón había tenido. Este héroe aparece, por tanto, después de la expedición de los Argonautas como un personaje un poco secundario, cuya personalidad queda empequeñecida ante la de la temible maga. MEDEA. Medea es hija del rey de Cólquide Eetes. Es, por tanto, nieta del Sol (Helio) y de la maga Circe. Su madre es la oceánide Idía. En la literatura alejandrina y en Roma, Medea ha pasado a ser el prototipo de la hechicera, papel que representa ya en la tragedia ática y en la leyenda de los Argonautas. Sin Medea, Jasón no podría conquistar el toisón o vellocino de oro; ella le da el ungüento que ha de protegerlo contra las quemaduras de los toros de Hefesto y adormece al dragón con sus hechizos. Una tradición tardía, citada por Diodoro, nos dice que Medea era en realidad una princesa de sentimientos muy humanos, opuesta a la política de su padre, que consistía en dar muerte a todos los extranjeros que abordaban en su país. Irritado por su sorda oposición, Eetes la había encarcelado, aunque no le fue difícil a Medea escapar, lo cual aconteció precisamente el día en que los Argonautas desembarcaron en la orilla de Colco. Inmediatamente, la doncella unió su destino al de los recién llegados e hizo prometer a Jasón que sería su esposo si ella aseguraba el éxito de la empresa y le facilitaba el modo de apoderarse del vellocino de oro, para conseguir el cual venía desde tan lejos. Una vez logrado el vellocino de oro, Medea huyó con Jasón y los Argonautas. Todas las leyendas concuerdan en este punto: él le había prometido casarse con ella, y todos los crímenes ulteriores de Medea quedan justificados, o siquiera explicados, por el perjurio de Jasón. Para seguirlo y darle la victoria, la doncella no sólo había traicionado y abandonado a su padre, sino también se había llevado como rehén a su hermano Apsirto, al cual no vaciló en matar y despedazar para retrasar la persecución de Eetes.


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El matrimonio de Jasón y Medea no se celebró inmediatamente, en Cólquide, sino que se aplazó hasta la escala efectuada en el país de Alcínoo, y, en cierto modo, fue impuesto por Arete, esposa del rey de los feacios, a Jasón y Medea. Alcínoo había decidido entregar a ésta a los emisarios de Eetes, que la reclamaban para castigarla por su delito, pero sólo si era virgen. Arete previno en secreto a Medea de la decisión del rey, y Jasón se unió a ella para salvarla, en la gruta de Macris. De regreso a Yolco con Jasón, Medea empieza vengándose de Pelias, que había tratado de hacer perecer a aquél al mandarlo en busca del toisón de oro. Persuadió a las hijas del rey de que era capaz de rejuvenecer a cualquier ser vivo hirviéndolo en una composición mágica cuyo secreto poseía. Ante su vista descuartizó un viejo carnero, echó los trozos en un gran caldero que había puesto al fuego y, a los pocos instantes, salió de él un corderillo alegre y retozón. Convencidas de su arte con este ejemplo, las hijas de Pelias despedazaron a su padre y echaron los pedazos en un caldero que les había procurado Medea, mas Pelias no volvió a salir de él. Después de este asesinato, Acasto, hijo de Pelias, desterró de su reino a Jasón y Medea. Luego, Jasón y Medea van a vivir en Corinto. Jasón y Medea vivieron un tiempo en Corinto, hasta el día en que el rey Creonte quiso casar a su hija con el héroe. Decretó el destierro de Medea, pero ésta consiguió demorarlo un día, tiempo que aprovechó para preparar su venganza. Impregnando de veneno un vestido, así como adornos y joyas, los envió por mediación de sus hijos, a su feliz rival. Tan pronto ésta se los puso, abrasóla un misterioso fuego, y lo mismo ocurrió con su padre, que habla acudido en su auxilio. También se incendió el palacio. Mientras tanto, Medea daba muerte a sus propios hijos en el templo de Hera y luego escapaba hacia Atenas volando en un carro tirado por caballos alados, regalo de su abuelo el Sol. Se dice que Eurípides fue el primero en afirmar que los hijos de Medea habían sido muertos por su madre. En la versión anterior eran lapidados por los corintios, quienes los castigaban de este modo por haber llevado a Creúsa el vestido y las joyas.

notas personales:


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