Un cafecito con Angelika
Por: Alicia Molina Detrás de la Iglesia de SanJosé de El Poblado y diagonal al colegio Palermo, se encuentra un lugar con un ambiente exclusivo: luz suave, estilo rústico, música agradable y olor a pizza recién salida de un horno de barro. Café Zorba, sí, Zorba como en la película Zorba al griego; así es como se llama el escenario que recibió a la cantante Angélika y a sus músicos, el pasado 14 de octubre, a las 8 de la noche. Allí estuvieron nuevamente Diego Zapata, en el acordeón; David Hernández, en el contrabajo y, Matías Uribe en la
percusión. Un formato más acústico, más cálido y acogedor. Para esta ocasión, los atuendos eran también distintos, con un aire nocturno, un poco más refinados, pero conservando la frescura y el estilo que los caracteriza. La cantante paisa, sentada en el centro de sus músicos, estaba de vestido largo con trazos negros y blancos; de tacones rojos, una corta chaqueta negra y con su pelo recogido por un tocado rojizo que jugaba con los zapatos. ¿La concurrencia de la noche? Basta decir que al lugar “no le cabía un alma”, todas las
mesas estaban llenas, cada rincón. Los meseros tuvieron que traer algunas sillas para terminar de ubicar a cada grupo en su mesa. La terraza del piso inferior, también tenía su cupo completo; en unas mesas con sombrillas, los asistentes se disponían a escuchar a la cantante de la noche, mientras disfrutaban del entorno y de algún aperitivo. De pronto, unos cuantos acordes empezaron a sumergir al lugar en una atmósfera de folk, de sonidos europeos. Allí sonaron las canciones de siempre: la tradicional
Moveré la tierra, la Canción de las gata; la conmovedora Hey Mamma, la romántica Cuídame. Sin embargo, este ambiente le dio un toque encantador al Caramelo Folk, género particular de la cantante. Cuando las lámparas fue una de esas canciones que brillaron en esta velada. Basada en un poema de su abuelo Leonel Estrada, con melodías que recuerdan los años 50 y con una letra que habla por sí sola: “Cuando las lámparas alumbran solo para nosotros dos, es la mejor hora del día…y la música suena, la lluvia cae afuera para nosotros también…”, y termina con el singular “Bom, bo, bom, bom, bom” de la música cincuentera. Nicolás Chalavazis, uno de los presentes, escribiría luego a Angelika: “La felicito de corazón por su maravilloso concierto ayer, 14 de octubre de 2012, en Zorba café. Fue particularmente conmovedor el hecho de saber que hay musicalización de un poema de su abuelo y que eligió usted la apacible vida de artista debido a la tradición familiar. La felicito, de nuevo. Creativa, dulce y cotidiana”. La cantante se veía radiante junto a sus músicos, en una sintonía que solo alcanzan a entender, quienes en el escenario, unen su pasión por la
música, por su inexplicable don de penetrar el espacio y de quedar forjada en cada instante. El Café Zorba abrió sus puertas desde el año 2011, pertenece a dos extranjeros radicados en Medellín, Thomas y James, un inglés y un neozelandés, quienes personalmente, atienden el negocio. El nombre fue heredado de la novela Zorba al griego, escrita por Nikos Kazantzakis. Sin embargo, de griego solo tiene el nombre, pues la comida es diversa. Ubicado en el Parque Lineal la Presidenta, el Café, ofrece una variada carta de pizzas vegetarianas, postres de frutas y de chocolate; jugos y cafés espresso, además de cervezas y vinos especiales. Los precios son también muy favorables, entre$3.000 y $16.000 y, prestan servicio de lunes a domingo desde las 5:00 p.m. hasta las 11:45 p.m. Pasa un poco de incógnito,pues no hay letrero en la entrada, sin embargo, el lugar parece haber tenido muy buena acogida. Todos los miércoles y domingos, festivos alguna agrupación local presenta su música allí y, es por eso, que estos días se cobra a los visitantes $5.000 por la entrada. Zorba es un lugar para conversar, para leer, para disfrutar de buena música y de una distinguida
oferta gastronómica. Se caracteriza por apoyar proyectos cinematográficos, artísticos y musicales. Las notas del acordeón, tocado por Diego Zapata, dieron inicio a Bendita Melancolía, canción de dulce melodía. Es esta la preferida de muchos admiradores de Angelika como Verónica Toro, de 23 años, quien se encontraba en “primera fila” escuchando atentamente y cantando al unísono: “Bendita la melancolía, me saluda y dice buenos días, y me canta en secreto esta canción...bendita la melancolía que me atrapa en su lejanía…buenos días, melancolía”. Al terminar, comenta identificada: “Esta es mi canción…”. “¿Dónde están las botas de mis chicas?” preguntó Angélika a las mujeres de la audiencia. Algunas soltaron risas y alzaron sus pies con botas, otras se miraron sus zapatos confundidas; pronto entendieron que se trataba de la siguiente canción: This boots are made for walking (Estas botas están hechas para caminar, título en español). Esta canción, un clásico de los 60, compuesta por Lee Hazlewood para la hija de Frank Sinatra, constituyó
uno de los éxitos de la artista, Nancy Sinatra. Un poco de música country para los espectadores. A la mitad de la noche, la artista entonó una de sus canciones más recientes, se trata de No lloraré. La energía que puso la cantante en este tema, sorprendió al público. Allí apareció nuevamente el curioso instrumento Kazoo y la artista afinó: “No lloraré por ti, no lloraré ni contaré los minutos y las horas que te di…y perdí”, es esta una canción de desamor con cierto toque de ranchera mexicana. Más tarde, Yeison Romero, comentaría a Angelika en su página de Facebook: “Tuve la oportunidad de escucharte hace unas semanas en Zorba y quede gratamente sorprendido, muy buena música, precisamente, la canción que más me gusto fue No Lloraré”. Como es usual en la artista, antes de cada canción hacía una corta introducción sobre el significado especial que tiene cada una de las composiciones para ella, habla un poco sobre lo que significa para ella la música o estar sentada allí compartiendo lo que su mensaje, su música, su propuesta en conjunto.
Otro de los clásicos de la noche fue la ochentera Girls just want to have fun (las mujeres solo quieren divertirse) un reflejo de la juventud de la época. Compuesta por la neoyorkina Cyndi Lauper, esta canción es reconocida como himno feminista, además, es la banda sonora de muchas películas de la época como su homónima Girls just want to have fun. El repertorio de la noche fue de 16 canciones, entre ellas, los mejores temas de Angelika y seis clásicos de diferentes épocas. La cantante salió de Zorba con la promesa volver a compartir nuevamente sus cancio-
nes con los visitantes del lugar, el próximo 12 de diciembre. ¿Cuáles serán las sorpresas que traerá la artista en esta próxima velada?