Dirección:
Sofía Muñoz
Patricio Ventosa
Tamara Fromm
Rubén Jaramillo
Ana Torres
Colaboradores:
Bolívar López Nelio
Hazahel Ruiz
Ivanna Yasky
Isaí Rodríguez
Edurne Echalar
Diseño: Ana Torres
Dirección:
Sofía Muñoz
Patricio Ventosa
Tamara Fromm
Rubén Jaramillo
Ana Torres
Colaboradores:
Bolívar López Nelio
Hazahel Ruiz
Ivanna Yasky
Isaí Rodríguez
Edurne Echalar
Diseño: Ana Torres
Caminar y caminar y no cansarse, aparentemente. Los pies, desgastados, acabados, hechos mierda, hechos al final de cuentas. ¿Qué implica caminar o mejor dicho, qué sucede cuando caminamos? ¿Qué se le presenta al caminar, como se cambia uno al caminar? Muchas veces salgo de casa para “vagar” un rato por las calles de una ciudad o semi ciudad, las camino, pero el mismo suelo fragmentado, de geografías distintas, de colores y texturas únicas dictan o gritan la historia de quien ha pasado por ahí. Los pasos y las rutas que uno sigue son siempre únicas y particulares. Seguir caminando es entrar indefinidamente a capítulos de la vida, a espectros o mundos diferentes, donde lo que te indica que has entrado es la ruta que has tomado y que, eventualmente, transitas a otro mundo.
Como primer personaje de un cuento o novela, las plantas y flores de la banqueta son los que surgen para acompañarnos esporádicamente en el tránsito de una ciudad, me pregunto siempre que las veo, como surgen y resisten, estás están en la inmediatez de mi colonia, de mis cuadras, aquí la gente todavía aprecia la naturaleza me digo o pienso en el trayecto que tuvo hacer una semilla para llegar a instalarse en el cemento y dar vida en las condiciones extremas que ofrece la calle.
Caminar un tramo más implica encontrarse con una serie de rompecabezas de cemento, banquetas rotas, banquetas bardas, banquetas secas, banquetas limpias, infinidad de tipos de banquetas. Esto exige una forma de caminar y de moverse, a veces bajar al arroyo vehicular, a veces casi escalar una banqueta que parece barda, otras veces tratar de no caer en un hoyo. La exigencia que le pones al cuerpo para caminar y sortear obstáculos de concreto.
Nunca nos detenemos y si nos quedamos fijos en un lugar es por un solo momento, siempre estamos transitando, haciendo recorridos de la ciudad, haciendo nuestros propios caminos pequeños o largos, los vamos haciendo con el cuerpo. Los caminos nunca se acaban siempre hay mil formas de llegar o de salir, un juego de combinaciones, de arribas y abajos, derechas e izquierdas, paralelas y opuestas, pero cada una, se nombra y manifiesta de forma particular, Pasadas las plantas y las banquetas nos adentramos al cúmulo de gente, al vaivén de cuerpos, gritos, sonidos, efectos y objetos. Se vuelve denso el caminar y uno baja la velocidad, observamos el mundo alrededor, por un momento nos volvemos el flaneur o si estamos en el transporte público, todxs somos unx mismo. No hemos llegado al destino y vemos que ahora, lo que antes abarrotaba toda la calle, se ha vuelto un rastro, rastro de existencia y de quienes ahí estuvieron. Basura y más basura, vasos de plástico, desperdicio de fruta, cartones y demás son quienes nos acompañan ahora en el camino.
El paso del tiempo
De Patricio Ventosa Rodríguez
Supongamos, meramente por convención, que el tiempo es una línea de punto A a punto B y que nosotros experimentamos esa ruta como “tiempo”. El viaje que experimentamos los humanos por el rumbo de la vida es el paso del tiempo. Y eso mero voy a reseñar, porque no hay nada como tomar la fundación de nuestro entendimiento sobre el universo y reducirlo a un valor numérico.
Entendemos el paso del tiempo como la base de transformares, comenzares y terminares. Es una prisión para lo sucedido y alas para lo que está por suceder. Es el dolor de la pérdida y el gozo de la pertenencia. Absolutamente nada es permanente, ni lo bueno ni lo malo.
Parece que el tiempo todo equilibra, da y quita. En ese caso, está resuelto, ¿no? Dos estrellas y media de cinco y quedo exento de seguir esta reseña. Pero eso suena muy fácil.
La única forma que tenemos de experimentar el flujo de este río es a través de nuestra consciencia y, específicamente, la memoria. El presente dura apenas menos que un instante; las palabras que acabas de leer ya son el pasado y lo mismo pasará con las que siguen. Lo efímero se muestra ligeramente tortuoso, dejándonos ciegos al futuro y cada vez más ausentes del pasado. Conforme más vivimos, más momentos tenemos que intentar acomodar en el espacio limitado de nuestro cerebro para menos recordar lo que fue y lo que será.
Inevitablemente aterrizamos en otra cuestión: la dilatación del tiempo. No vamos a hablar de la Teoría de Einstein porque me da miedo. En su lugar, hablamos de todas esas veces que, en retrospectiva, nos damos cuenta que cada año transcurre con mayor velocidad que el anterior. O todas las veces que pensamos en como “el tiempo vuela” si te estás divirtiendo. Somos completa y absolutamente impotentes hacia nuestra propia forma de navegar por el tiempo. Parece, incluso, parte de la ironía poética entretejida con la vida humana. Son los momentos en los que más queremos permanecer que nos duran menos. Momentos que ojalá fueran eternos, ¿cierto?
Mi mamá constantemente me recuerda que todo se puede, pero no al mismo tiempo. No está consciente, mi jefecita, que le está dando en el clavo a más de un concepto. Sí, es cierto que al pensar de esta forma se puede llegar a un estilo de vida más balanceado y prospero, pero también contiene una verdad cósmica y matemática. Si el tiempo no tiene un fin obligatorio, absolutamente todo lo que podría suceder va a suceder. En la eternidad del tiempo, todo fue, es y será. Pero el humano no está hecho para ser eterno.
La frase “es sobre el viaje, no el destino” cobra un nuevo significado porque, hablando de vida y muerte, el destino es un poco anticlimático. Pero es el mismo destino que le da sentido al viaje. Gran parte de la belleza de cruzar El Paso del Tiempo nace de que solo vamos a vivir una que otra cosa. Lloramos, dolemos y sufrimos el final, pero sin final no habría llanto, dolencia ni sufrimiento. Son los finales que nos regalan inicios.
El tiempo mata a todo aquello a lo que da vida, abre y cierra heridas, desordena el orden y ordena el desorden, existe y desexiste. Pero dentro de todo este enorme y celestial vaivén, nos permite existir, aunque sea un ratito, para verlo. Eso le suma, aunque sea, media estrellita.
Pues, no mames, como esto se trata de los viajes, me acordé de la película de Goofy (1995). La neta es un pinche peliculón, como que que la banda lo tiene muy olvidado, pero ahorita pensando en ir de un punto A a un punto B, esta película plantea, como, lo que puede ser un viaje de padre e hijo puede ser crucial y como el mismo recorrido los puede llevar por altas y bajas. Y también, no mames, también el pinche Max se pasa, anda de fantoche diciendo que va a salir en el concierto de Powerline y al final lo logra. Chido por Max, pero creo que precisamente este güey nos rompe la idea de mamadores de “lo importante es el viaje, no el destino”; a Max le vale madres por completo y ese güey solo está pensando en llegar al concierto de Powerline y lo logra. Así que reflexión final, mi gente: El viaje no importa en lo más mínimo, sean como Max y que solo les importe el destino.
Me persigue la etimología del recuerdo.
Re-cordia, cordis. Pasar de nuevo por un corazón que no aguanta volver a verlo todo.
Entre mi presente y los caminos recorridos interpongo fonemas y palabras. Bloques de lenguaje vacío qué solo buscan huir y rehuir.
Escapar, correr, tropezar, correr de nuevo.
Nunca camino las mismas calles de la misma forma porque no quiero, nunca, volver a ser quien fui.
Nunca hablo las mismas palabras de la misma forma porque me niego a condenar a mi lengua a la memoria muscular.
Me persigue mi torpeza para querer. Me escabullo del afecto con el propósito de acurrucarme en la violencia.
Mis laberintos son pobres odas a la cobardía y las pretensiones seriales de vivir.
No sé soltar los actos, no sé soltar mi eterno discurso sobre la facilidad del silencio. No sé no mentir ni no mentirme.
Me persigue mi idea de corazón, mi veneración de la memoria masticada hasta sus partes mínimas, hasta el hueso inservible.
Me persigue el tacto, Me persigue el ser sola El ser en compañía
Y todo lo que me persigue es lo único que dejo que se acerque
No soy más que cálculo.
Re-cordia. Cordis.
Ojalá de verdad supiera lo que significa.
Solo el cuerpo nos permite conocer el mundo, solo el cuerpo nos permite desplazarnos en el. Es este único recurso el que impulsa “Caída de Pétalos”, donde Ivanna combina el cuerpo físico con metáforas sobre las flores y el entorno natural, estableciendo así una conexión entre el cuerpo humano, el paisaje emocional interno y los caminos que recorremos tanto dentro como fuera de nosotros mismos.
Tanto las fotografías como su intervención reflejan una experiencia dinámica que captura la fluidez y la cambiante naturaleza de las emociones humanas: romperse, construirse, deconstruirse y renacer.
De acuerdo a la artista, este trabajo parte de la idea de permitirse marchitar, de sentir esas emociones para luego transformarlas y florecer de nuevo. Quizás este sea el viaje más universal, el camino que todos enfrentamos: dejar de ser para volver a ser una y otra vez.
La obra de Yasky ha sido considerada por todo el equipo como una representación excepcional del tema que aborda este primer numero y por eso queremos expresar nuestro más sincero agradecimiento por su participación en este proyecto, estamos profundamente felices de otorgarle el primer Spotlight de Alkymia.
La poesía como movimiento y los objetos encarnados
Silvina Ocampo en su poema “Canto” escribe: “Soy todos los lugares que en mi vida he amado. (...) Soy todo, pero nada es mío”.
A veces creo que yo soy Silvina. A veces pienso en la pertenencia de las cosas, pienso en el cuarto en el que he vivido toda mi vida. La pertenencia de donde habito, de las calles, de los árboles que sacuden los nidos de aquellos visitantes temporales. La posesión que le tengo a mis libros, mis lunares y mis escritos. Me construyo a través de las relaciones que establezco con los objetos; muñequitas quita penas debajo de mi almohada, calcetines viejos y libros estancados en mis muebles. Estas interacciones con mis objetos inanimados me moldean, me hacen y me deshacen. Tal vez debería de ser más liviana con mis objetos, como Cristina Peri Rossi.
Ella escribe sobre su propio exilio, cuando tuvo que irse de Montevideo apenas medio año antes de que estallara el golpe militar de 1973. Sabemos y leemos sobre la pérdida, vivimos el duelo y co leccionamos recuerdos. La poesía se vuelve posesión del sentimiento y traspasa la experiencia del migrante, así anclándose en la profunda soledad.
La poesía es una lucha contra el olvido, destacando la importancia y responsabilidad de cada individuo en la historia. La poesía se revela con la emoción de quien descubre la expresión de diversas maneras. Los poemas son escritos como una resistencia ante el exterminio y la expulsión que persigue al migrante, es un mantener viva su existencia frente a la inmediatez y opresión que enfrentan.
El olvido, el recuerdo y la asociación. Borges perdona el olvido, asegurando que la vida y la literatura están marcadas tanto por lo que recordamos como por lo que olvidamos. Yo perdono la asociación a mis (según) pertenecías que guardo con tal aprehensión. La poesía perdona el recordar. Así, Peri Rossi abandona esos objetos inmortalizando el recuerdo de lo que alguna vez fue propio.
El exilio y sus innumerables pérdidas me hicieron muy liviana con los objetos poco posesiva
Ya no me interesa conservar una biblioteca numerosa (vanidad de vanidades) ni colecciono piedras botellas cuadros encendedores
plumas fuentes —así llamaban en mi infancia las codiciadas e inasequibles estilográficas
Parker y Mont Blanc— ni necesito un amplio salón para escribir al abrigo de los ruidos de la calle y de los ruidos interiores.
El exilio y sus innumerables pérdidas me hicieron dadivosa
Regalo lo que no tengo —dinero, poemas, orgasmos—
Quedé flotando —barco perdido en altamar— con las raíces al aire como un clavel sin tronco donde enlazarse.
El exilio y sus innumerables pérdidas me hicieron dadivosa
Regalo lo que no tengo —dinero, poemas, orgasmos— me dejó las raíces al aire como los nervios de un condenado Despojada desposeída dueña de mi tiempo
Y con él tampoco soy avara: sería ridículo pretender administrar un bien desconocido.
Pienso en lo propio, en lo que llamo mío y guardo como tal. Recuerdo el camino que recorremos y sostengo lo que conservamos. Yo sé que podría soltar aquellas cosas que guardo debajo de las uñas, que al final son el desesperado unísono de delirios ajenos a quien soy hoy.
Si fuera yo a dejar ir, las páginas de mis libros no habría de doblar. Si fuera yo a dejar ir, en mi frutero no habría fresas. Si fuera yo a dejar ir, despertaría llena de sangre y dormiría con la ventana abierta. Si fuera yo a dejar ir, la punta de mi lápiz no habría de rayar las palabras que cuelgan de mis pestañas. Si fuera yo a dejar ir, no encontraría las llanuras de mi íntimo recuerdo. Si fuera yo a dejar ir, sería mi propio exterminio.
Al yo soltar lo que llamo mío, caigo siempre en mi propia fiebre. ¿Al olvidar estamos constantemente recordando abandonar? Quiero pensar que no.
FrAcTAL diVIniDAd
quiERES vulGaRIDAd
FAbuLoSA esPerAnZa
plAsMáticA AleGRAnZa, cOlgaJO empLazamiENTO
coNdOlerTE SangrIENTO
VegANO pICaflOR
SilEnCiO ARrasaDOR
15 / 03 / 24
Hombre de anchos
Tu vello es el fruto de
Se enraízan a los secretos 1
de la vida que te habita secretos que guarda tu soledad
Él toca el musgo de mi vagina
2
Entra buscando el corazón del bosque
Al fondo está la piedra que late fuerte
Y riega la tierra de los muertos
Bajo un sol de piedra y un paisaje ardiente
a este amor le sobrevuelan 4 zopilotes
Su muerte está bendecida
De Edurne Echalar
3
4
¡ Ay diosito !
Y ahora ¿cómo le vamos a hacer?
Si el colibrí ha flechado este corazón
5
Los árboles sangran
las hojas se volvieron lágrimas
Alguien ha entrado en el corazón de las cosas
se han leído los poemas jamás escritos
La naturaleza está desgarrada
Nos estamos desbordando
Se han hecho nudos en los hilos de pensamiento
y en esos hay un nuevo núcleo
Algunos oscilamos al borde de nuestra mente
Otros oscilan al borde del mundo
Unos a punto de desprenderse
Otros queriendo volver(se) a sí mismos
6
¡La naturaleza me grita!
Me grita muy quedito
Percibo las voces en el viento
Y los susurros del mar cuando me sumerjo
7
Hay un frío que viene desde el interior de mi útero
Aquí se expresan a regañadientes
Resiento las frustraciones de los otros
¿Qué camino es este, el del las almas abrumadas?
9
Hoy las flores tenían un color chirriante
Me provocaba pisotearlas hasta ver sus pétalos sangrar
Pegados al cemento
cual epazote en el molcajete
Había unas moscas descomunales interrumpiendo mi lectura
Yo apagué su vuelo de una mordida
Saboreando así los restos de sus alas atrapadas entre mis muelas
Descifre el mensaje que traen en el ruido del aleteo
En un silencio amargo
Estos últimos días despierto y no me encuentro
Me cuesta volver a mí
Me soy ajena y a la vez lo que más conozco
Estoy cansada del invierno
Me duele la espalda porque me pesa el abrigo
Y la bufanda me corta el cuello
Mis ojos están puestos en el suelo
Quiero volver a mi casa, a la eterna primavera
Para estar en el jardín acompañada del colibrí
Y dejar que el Sol caliente mis alas
Uno crece muy cómodo en las ciudades pequeñas pero muy limitado
Dejé aletear mis alas de fuego
Pero ahora el viento se empeña en soplar en dirección contraria
Caigo al suelo de sentón y vuelvo a intentar elevarme
sin ver, una vez más, en dónde caí y lo que hay al frente
Quiero estar en las montañas
Volver a los amaneceres rosas con un volcán en el horizonte, viéndonos transcurrir
Y yo en silencio deseando por su destrucción 10