
1 minute read
La serpiente que se convirtió en Venus
[TOTONACOS DE LA SIERRA
Hubo una vez un viejo que encontró una serpiente en su ranchito. No era cualquier serpiente, sino una serpiente-venado, de las que dan dinero a la gente. –Llévame a tu casa –le dijo la serpiente al anciano. –No sé cómo voy a alimentarte –contestó él. –¡Ah!, entonces sí estás dispuesto a llevarme. Trae un canasto o un huacal y llénalo de algodón para que yo pueda acostarme.
El viejo hizo lo que la serpiente le pedía y se la llevó adentro de su casa. Ese día habían guisado
pollo. El hombre comió y le convidó a la serpiente. Cuando la serpiente quedó satisfecha se fue a dormir en su cama de algodón. Pero antes de acostarse le pagó al viejo, le dio dinero. Y esto se repitió cada día: la serpiente comía, le daba dinero al anciano y se iba a dormir.
Después de un tiempo el viejo se cansó de la serpiente, ya no quería cuidarla. “Me voy a deshacer de ella”, pensó, y al día siguiente se levantó de madrugada, cogió el canasto con la serpiente y salió de su casa.
La primera luz del alba parecía una rendijita en el horizonte. El viejo sacudió con fuerza a la serpiente, la hizo girar sujetándola por la cola y finalmente la lanzó lo más lejos que pudo, con tanta fuerza que la serpiente llegó hasta el cielo y se convirtió en el lucero, en la estrella del alba.