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La misteriosa cantina del interior de la montaña
[POPOLOCAS
Dicen que en las montañas hay unas cantinas que no son como las de los pueblos; son sitios mágicos de los dioses de los cerros. En esas cantinas les roban los años a los hombres que llegan a entrar.
Se sabe que un señor iba cruzando la montaña con sus burros y de pronto vio la entrada a una cantina. No había nada más, ni casas ni poblado, sólo la entrada a la cantina. Y unas muchachas lo jalaban y lo invitaban a entrar; le decían que pasara, que podía beber todo lo que quisiera sin
pagar nada. Y el señor amarró sus burros afuera y se metió a tomar y a pasar el rato.
Cuando ya quería irse, las mujeres lo convencían de quedarse un rato más. Y como estaba a gusto, pues se quedaba. Al cabo de un rato pensó que ya habían pasado muchas horas y se decidió a salir. Pero cuando lo hizo y se encontró nuevamente en el camino, vio que sus burros no estaban; alguien los había desamarrado y se los había llevado.
Este hombre se lamentó de que le hubieran robado a sus animales y siguió su camino al pueblo. Cuando llegó la gente estaba sorprendida. ¡Hacía siete años que se había ido con los burros al monte y pensaban que se había perdido para siempre!
El hombre se miró en un espejo y vio que ya tenía arrugas y muchas canas, ¡estaba mucho más viejo! Él pensó que sólo había pasado unas horas en la cantina, pero en realidad fueron siete años.
Así es como los seres de la montaña le roban la vida a los hombres; cuando ellos aceptan la bebida no se dan cuenta de que les están robando vida con ello.