AZVIAJES
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Por Marta Copeiro del Villar Fotografía: Álvaro Viloria
La capital de Portugal está tan cerca de nosotros que muchas veces pasa desapercibida. Ella siempre guarda un halo de misterio, una pizca de timidez y un montón de sorpresas. Es hora de devolverle su protagonismo a través de un recorrido por algunos de sus lugares con más encanto. El resto corre a cuenta del lector: es un destino perfecto para una escapada.
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Tan cercana
y tan distante a la vez, Lisboa, que mira hacia el Atlántico, parece recordar siempre su pasado marinero y su época de los grandes descubrimientos por mundos hasta entonces desconocidos. Nos lo recuerdan casi a cada paso sus escenas y su arquitectura, con la Torre de Belén, el Monumento a los Descubrimientos y el Monasterio de los Jerónimos al frente. Nada más llegar, el impresionante Cristo Rey saluda al otro lado del puente del 25 de Abril. Hay algo en Lisboa que destila ese aroma nostálgico que tanto caracteriza a nuestros vecinos y que ellos denominan melódicamente saudade. Es un sentimiento que aflora fácilmente cuando uno tiene la oportunidad de escuchar un buen fado en el barrio de Alfama. Son como suaves llantos que caen calle abajo en busca del Tajo y del océano abierto, a donde fueron muchos de los protagonistas de estas canciones. La mujer que las interpreta en esta ocasión parece arropar esas vivencias con las notas de las ocho cuerdas de una guitarra. Nosotros les recomendamos diluirlas en un buen Porto. Es una estupenda forma de comenzar este viaje y de entregarse al firme propósito de redescubrir sus encantos. Al día siguiente se puede comprobar que Lisboa es mucho más que morriña. Está llena de movimiento. Sus tranvías parecen tejer continuos viajes en los que se mezclan diversas épocas, repartidas entre sus siete colinas. Como apoyo, en esta ciudad siempre hay un mirador al que asomarse para respirar y ver el devenir del tiempo. Muchos de esos viajes a través de la ciudad también se pueden hacer en sus funiculares, como el de Gloria o el de Bica, que transporta muy despacio a los pasajeros hacia la zona alta o baja de la ciudad. Hay modernísimos locales que conviven junto a antiguas mercerías que parecen sacadas de un tiempo ya olvidado. Pero esta mezcla no resulta estridente, sino que se presenta como otra de sus señas de identidad. En el centro, detrás de la Plaza del Comercio, las fachadas de los edificios lucen rejuvenecidas y las terrazas están animadas casi a cualquier hora, pues el clima en Lisboa es muy generoso. Uno de los LA REVISTA DEL EMPRESARIO
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mejores sitios para tomarse algo y disfrutar de excelentes vistas se encuentra en lo alto del Elevador de Santa Justa, que une el Barrio Alto con el de Baixa Pombalina. El nombre le viene del marqués de Pombal, pues él fue quien reconstruyó la zona tras el grave terremoto de 1755. Y, todo sea dicho de paso, no ha sido ni el único terremoto y ni la única cicatriz que le ha quedado a la ciudad. El intelectual y artístico barrio de Chiado sucumbió más recientemente a las llamas, en 1988, y ha debido ser reconstruido de nuevo. Esto, unido al hecho de que por ella hayan pasado romanos, visigodos, árabes y cristianos, hace que Lisboa presuma de varias caras. Y la mejor forma de contemplarlas en una única panorámica es desde lo alto del Castillo de San Jorge. Para lo que, de nuevo, es muy práctico recurrir al tranvía y atravesar de paso los barrios antiguos de Alfama, Castelo y Mouraria. Son de origen
medieval y están compuestos principalmente por pequeñas viviendas y sinuosas -a la par que despiadadas- calles en escalera. Pero todo acaba al llegar a la antigua fortificación y residencia de los monarcas portugueses. Allí la vista se libera de la sensación laberíntica y se pierde por toda la inmensidad de la ciudad, alcanzando hasta los confines donde el Tajo parece tocar el mar. Tras un exhausto recorrido por su fisonomía, Lisboa le deja a uno la certeza de que las jornadas aquí no sólo siguen siendo ricas en saudade sino que también son muy intensas. De ahí la sugerencia de dejar para el final una cena en uno de los restaurantes más solicitados del momento, Eleven, y zanjar la visita alojándose en uno de los hoteles con más encanto y que fue residencia privada del Conde de Valenças, el Lapa Palace. Y así, con un local nuevo y otro clásico, elegimos nuestro particular toque de antigua modernidad, binomio constante de esta ciudad.
LISBOA
ESTÁ LLENA DE MOVIMIENTO. SUS TRANVÍAS PARECEN TEJER CONTINUOS VIAJES EN LOS QUE SE MEZCLAN DIVERSAS ÉPOCAS, REPARTIDAS ENTRE SUS SIETE COLINAS. COMO APOYO, EN ESTA CIUDAD SIEMPRE HAY UN MIRADOR AL QUE ASOMARSE PARA RESPIRAR Y VER EL DEVENIR DEL TIEMPO.
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Guía práctica Cómo llegar. Lisboa es fácilmente accesible desde España por aire, por tren y por carretera. Existen varias líneas aéreas que conectan diferentes ciudades españolas con Lisboa, como las portuguesas TAP Air Portugal (www.flytap.com), Portugalia (flypga.com) o la de bajo coste Vueling (www.vueling.com). Por otra parte, desde la estación madrileña de Chamartín parte un tren-hotel todas las noches a las 22.45 que llega a la estación de Lisboa Santa Apolonia a las 8.15 de la mañana, realizando a la vuelta un trayecto similar. Por carretera, desde Madrid hay unos 630 kilómetros siguiendo la autovía de Extremadura y enlazando con la autopista de peaje portuguesa que lleva hasta Lisboa. Cuándo ir. Cualquier época es buena para escaparse unos días a Lisboa. Su clima es suave y moderado.
Alojamiento. Lapa Palace
POR ELLA HAN PASADO ROMANOS, VISIGODOS, ÁRABES Y CRISTIANOS; ESTO HACE QUE LISBOA PRESUMA DE VARIAS CARAS, Y LA MEJOR FORMA DE OBSERVARLAS EN UNA ÚNICA PANORÁMICA ES DESDE LO ALTO DEL CASTILLO DE SAN JORGE, RECURRIENDO DE NUEVO AL TRANVÍA Y ATRAVESANDO LOS BARRIOS ANTIGUOS DE ALFAMA, CASTELO Y MOURARIA.
Nada como un precioso palacio en lo alto de una de las colinas lisboetas para hacer inolvidable la visita a la capital portuguesa. Cuenta con una larga historia que se concentra en sus salones y 109 habitaciones, de las cuales 20 son suites y 89 guest rooms. En ellas le agasajan a uno con todos los servicios imaginables, prestando especial atención a los detalles y cortesías reservadas a sus huéspedes. Las estancias tienen vistas hacia el Tajo, hacia la ciudad o hacia su particular jardín, con piscina incluida. Fiel a su espíritu Orient Express, su restaurante es heredero del mítico Hotel Cipriano de Venecia, del que toma el nombre y muchas de las recetas servidas, ofreciendo una doble especialidad gastronómica: la portuguesa y la italiana. También es famoso su Bar Rio Tejo por su variada carta de tés, los chás en portugués. Pero sus encantos no finalizan aquí, pues alberga uno de los mejores spas de Lisboa, con los exclusivos productos de La Prairie. Es un hotel histórico, lujoso, cómodo y muy romántico. Para una estancia se puede recurrir a sus múltiples paquetes, con opciones adaptadas para parejas, familias o viajes de negocios. Rua do Pau de Bandeira, 4. Tel.: +351 21 394 94 01 www.lapa-palace.com www.orient-express.com
Consejos. - Un buen sitio para tomarse algo al atardecer es la terraza del Hotel Bairro Alto, en la Plaza de Luis de Camoes, 8. www.bairroaltohotel.com - El Clube de Fado es el lugar perfecto para dejarse embriagar por los fados. Está en la Rua de S. João da Praça, 94, muy cerca de la catedral Sé. www.clube-de-fado.com - Para una apuesta por los sabores nuevos de Lisboa, Eleven, situado en la Rua Marqués de Fronteira, jardín Amalia Rodrigues, 1070. www.restauranteleven.com - Una especialidad que no se debe pasar por alto son los pasteles de Belém, dulces tartaletas de crema y hojaldre con un ligero toque de canela y azúcar glaseada. El mejor lugar para probarlos es la Antigua Confitería de Belém, muy cerca del Monasterio de los Jerónimos. - Es fundamental llevar un calzado cómodo, resistente a las calzadas adoquinadas y las resbaladizas escaleras de sus colinas. Más información: Oficina de Turismo de Lisboa: www.visitlisboa.com
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