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Reconocer y aceptar nuestras apacidades sanadoras

Ello consistía, en lo primero de todo, conectar con nuestra esencia, la energía de la cual estamos hechos, y cuya base o conexión principal está en el centro del pecho, del corazón.

Nuestra anatomía era distinta a la vuestra, menos densa y más ligera, pero, en definitiva, con una base muy parecida. Al ser más sutiles, teníamos menos problemas de conexión con la energía principal creadora, la Fuente.

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Desde que aparecíamos en la Tierra, en la Atlántida se nos enseñaba que lo primero que debíamos hacer era conectarnos con esa Fuente principal, esa energía creadora universal.

Y es eso lo que les vamos a enseñar ahora.

Conexión con la Fuente, nuestra Esencia

Cuando se despierten, echados o sentados, pongan su atención en su corazón, o en la parte central de su pecho, e ilumínenla. Háblenle, denle las gracias por permitirles vivir las experiencias elegidas por ustedes y aprender lecciones ayudándoles a evolucionar.

Después siéntanse “uno con Todo”. Pueden repetirse, “YO SOY UNO CON TODO”.

No tienen por qué imaginarse conectados a Tierra o Cielo. Esa frase ya hace esa conexión. Pero si lo prefieren pueden ayudarse imaginando saliendo un tubo de luz de sus corazones al centro de la Tierra y otro tubo de luz hacia el Cielo. Lo importante no es imaginárselo, sino sentir esa conexión con TODO. Esa conexión que le une a una piedra, a todas las personas, animales, planetas y cosas del universo, porque todo está creado de la misma energía universal.

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